capítulo 1
Tres años después, Provincia de Gyeongsang-do, Daegu
Todos los días la misma rutina, en la misma habitación, en las mismas cuatro paredes grises y desprovistas de cualquier cuadro o escritura. Sin ventana alguna, sin saber diferenciar el día de la noche y sin diferenciar el sol de la lluvia. Solo con la compañía de un farolillo de aceite, un futón, un rincón para mis necesidades y una pila de libros.
La misma rutina y el mismo lugar durante tres largos años, los cuales hemos pasado alejados del palacio principal y con el apellido de mi familia manchado por mi culpa y siendo un fantasma para el resto del mundo.
Los pocos minutos de sol y de poder respirar aire puro es cuando los sirvientes se toman el día libre o salen a comprar comida o cualquier otra cosa. Dichos momentos los aprovecha mi hermana para sacarme sin ser visto y llevarme a una zona alejada para que pueda respirar. Gracias a ella es que estoy aquí hoy y gracias a ella es que todavía no me he vuelto loco.
Aparte de sacarme para poder sentirme vivo, ella también me ha hecho compañía en alguna que otra ocasión y me ha enseñado cosas típicas de mujeres (que a ojos de la sociedad sería mal visto que un hombre realice), pero gracias a ellas me he podido acercar más al único miembro de mi familia que me cree y todavía tiene fe en mí y mi inocencia.
Hace tres años, cuando había sido incriminado por el asesinato del príncipe heredero, ni siquiera me dieron el derecho de defenderme (a pesar de ser un erudito) y me encerraron esperando a terminar el funeral para ejecutarse a ojos de todos en el palacio. Aquello fue una gran conmoción para el país y más para mis padres que renegaron de mí, aunque el daño ya estaba hecho.
A días de mi ejecución, una noche sin luna, con un muchacho de aspecto parecido al mío y custodiada por guardias, mi hermana me ayudó a escapar dando el cambiazo y sobornando a los guardias para qué nos ayudarán a escapar y dar testimonio de que aquel joven era yo.
Mientras nuestros padres ya se habían instalado en nuestra actual casa, poniendo como excusa la mala salud de nuestra madre y que el aire salado la ayudaría a mejorar. Todo esto molestándoles y apremiados por mi hermana con la promesa de que se prometería con el joven que sus padres elegirían.
Después todo fue monótono, aburrido y sin sentido. Mis padres ni me dirigen la palabra y la única compañía fue mi hermana. Con sus rutinas que a veces compartía conmigo porque o bien le resultaban aburridas o bien las odiaba.
Rutinas cómo coser tapices o bordados con intrincados y difíciles patrones, los cuales compartimos a veces porque ella los odia con intensidad. Otras veces venía de visita mientras preparaba té para los dos y por curiosidad aprendí de ella.
También me enseñó a aprovechar la oportunidad y a la gente para usarlos a mi provecho, según ella es parte del encanto femenino. Al final también me enseñó a maquillarme para poder hacerlo por ella cuando se sintiese demasiado cansada como para levantar los brazos y hacerlo por sí mismo. Absurdo y no entiendo para qué aprenderlo, pero como no tenía mejor cosa que hacer.
baek gyu jin, mi hermana gemela, idéntica a mí, salvo por unos imperceptibles lunares que tengo en la cara, los cuales ella se pinta para parecerse aún más a mí. De carácter fuerte y protector. Adora a los niños y a su familia, un sol, querida por todos y siempre dispuesta a ayudar. Educada y alocada a partes iguales, de espíritu libre.
El único miembro de mi familia preocupado por mí cuando salió la noticia de la muerte del príncipe heredero y la única que hizo lo imposible para salvarme, sacrificando su preciada libertad. La que me ha estado apoyando y acompañando estos tres largos años y que ha hecho de estas cuatro paredes grises un mundo en el cual solo existimos ella y yo.
Últimamente, la he notado apagada y distante como ausente de este mundo, lleva así más de una semana, pero siempre que le pregunto evita el tema, escapando, excusándose con que tiene que ir a algún sitio con sus amigas o con que se encuentra mal (o está en sus días).
- Oppa, ¿puedo preguntarte algo?, pero se sincero - Soltó un día mientras tejíamos un motivo floral que nuestros padres querían regalar a alguien, el motivo ni idea. Simplemente, la miré a los ojos esperando a que continuase hablando.
- ¿Qué pasaría si me enamorara de alguien? - Soltó sería, mirándome fijamente.
- Gyu jin, que quieres que responda a eso. Eres mi hermana y sabes que quiero lo mejor para ti. Si vuestros sentimientos son correspondidos, ¿por qué negarnos a estar juntos?
La habitación se quedó en silencio, solo interrumpida por nuestras respiraciones. Gyu jin se quedó demasiado tiempo pensando, haciéndome pensar que no quería seguir hablando del tema y que no llegaría a contestarme. Pero lo que dijo antes de irse me dejó con una mala sensación en el cuerpo.
- ¿Aunque sufras por mi culpa? - Dijo levantándose de golpe, tirando los hilos de su regazo y con lágrimas en los ojos, no me dio tiempo a contestar, ya que salió apresuradamente de la habitación, dejándome solo.
Al día siguiente el sonido de mi puerta cerrándose me despertó, en el suelo simplemente vi una nota que decía:
Lo siento por la decisión que estoy a punto de tomar, mañana es el compromiso que les prometí a nuestros padres, pero no puedo llevarla a cabo. No me busques, ni se lo digas a nadie. Voy a estar bien, lo prometo. Volveré cuando esté preparada, te quiero.
Baek Gyu jin
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