003

003 - Colorado

—No estoy seguro de esto, Gigi. —Dijo Lando mientras miraba hacia la montaña ya con su tabla de snowboard y la vestimenta necesaria. Taylor por dentro se reía de lo divertido que se veía, sus ojos miraban constantemente la telesilla que los llevaría cuesta arriba y se veía gordito con todas las chaquetas y pantalones puestos. Quería hacer snowboard porque era algo que le gustaba hacer, pero a diferencia de ella, Lando nunca lo había hecho antes, por lo que fue difícil convencerlo de que hiciera algo nuevo.

—¿Qué? Pero- ¿por qué? —dijo Taylor mientras se reía un poco, se veía tan divertido.

—Porque nunca he hecho esto antes.

—Siempre hay una primera vez para todo, no te preocupes, Lan.

—¿Y si me muero?

Desde que comenzó la temporada en al Formula 1, Lando tenía este miedo en el fondo de su mente. Tenía miedo de morir en medio de la carrera. Esto miedo creció y creció hasta transportarse fuera del auto, fuera de la pista; estaba constantemente pensando en el resultado de todo y no siempre era agradable. Definitivamente no era algo bueno, porque Lando sabía que en el momento en que un piloto teme estar detrás del volante, es el fin. Pero se reusaba a admitirlo, no quería hablar de eso con nadie, y menos que necesitaba ayuda. 

—No vas a morir, porque tienes al mejor instructor del universo: yo. —dijo ella, sonriendo ampliamente, ignorante de las inquietudes del chico a su lado. Taylor era buena en snowboard, pero no lo suficiente como para enseñarle a Lando cómo bajar la pendiente por primera vez sin caerse o estrellarse contra un árbol. —De hecho, lo peor que puede pasar es que te caigas pero puedas volver a levantarte.

Sí, iba a morir.

—No puedes renunciar a la vida solo porque tienes miedo. ¿Qué es la vida sin un poco de riesgo?

Está bien, tal vez ella citó una frase de Harry Potter, pero él no tiene que saber sobre eso.

A los segundos les tocó a ellos sentarse en el ascensor. Tomó algunos intentos de Lando para poder sentarse en la silla; se caía constantemente justo cuando el ascensor subía, pero finalmente lo consiguió.

Ahora toca la peor parte, bajar del ascensor.

Pero él no tenía que saber eso. Al menos no todavía.

—¿Qué tal está hasta ahora? —preguntó Taylor mientras lo miraba de reojo mientras subían más y más.

—Ya puedo saber que no me ayudarás y en cambio te reirás de mí todo el día.

Taylor se carcajeo cuando recordó a Lando intentar subirse a la silla, la cantidad de veces que se cayó de cara o las veces incontables que su tabla de snowboard se atascó entre sus piernas. Todo lo que podía hacer era reírse de él mientras intentaba innumerables veces subirse a la silla. Tal vez debería haberlo llevado a la pista de niños para que pudiera aprender primero, pero ¿dónde estaba la diversión en eso?

—Lo siento, pero fue muy gracioso. —rió Taylor. Lando también se rió entre dientes, contento de poder poner una sonrisa en su rostro. Su risa era adorable; sus mejillas se sonrojaban y su hermosa sonrisa mostraba perfectamente sus dientes. 

La risa de Taylor disminuyo abruptamente cuando sintió a Lando tomarle el muslo con fuerza; el chico, en un susto, apretó la extremidad en un reflejo al sentir el ascensor dar un pequeño salto, mirando su alrededor con pánico.

—¡¿Qué fue eso?!

—Vamos a morir, Lando. Por eso te traje aquí. —jugó la chica, en un intento de ignorar el hormigueo que la invadía al sentir el peso de la mano del muchacho sobre su pierna. 

—Cállate Taylor, eres peor que mi hermano, un dolor de cabeza. —dijo Lando mientras rodaba los ojos, ella siempre estaba bromeando sin importar qué. —¿No tienes como siete hermanos? —rió Lando.

—No. —respondió ella, sacándole la lengua. —De hecho son cuatro, tengo cuatro hermanos. 

—Pobre de ti.

—Lo sé. —Taylor siempre sufría al tener cuatro hermanos detrás molestando constantemente. La hizo más fuerte, pero aún era difícil tener que soportar tantos chicos. 

Al acercarse al final de la ruta, Taylor se preparó para bajar de la telesilla, explicando a Lando qué necesitaba hacer para no caer en el proceso. Desgraciadamente, eso no ayudo. Para nada.

En el momento en que Lando tenía que bajarse de la silla, Lando no lo hizo. Y mentiras Taylor descendía de su asiento, Lando solo pudo quedarse en su lugar, sin moverse; forzado a realizar el recorrido una vez más. 

Mientras tanto, Taylor espero por él con su teléfono en mano, grabando ya que sería hilarante el momento en el que él tendría que bajar. 

Cuando la telesilla en la que Lando se encontraba se fue aproximando y con ella el momento en que bajaría, Lando no bajó, se tiró. Lando quedó zambullido en la nieve, lo que provocó que el hombre que controlaba el ascensor lo detuviera hasta que el chico se alejara. Taylor no podía dejar de reír. A ese punto ella estaba revolcándose en la nieve mientras veía a un Lando bastante molesto deslizarse hacia ella. 

—Eres la peor. —acusó, intentando no caer. —Eres igual que Carlos.

—¿Tu-tu hermano? —ella trató de decir entre risas, levantándose para ayudar a Lando a terminar de llegar.

Lando la miró nervioso, dándose cuenta de sus palabras.

—No, no. Es un chico con el que trabajo en McLaren. —habló, esperando que ella no se diera cuenta de la mentira a medias que decía justo en su cara. 

Taylor no le dio importancia a sus palabras, en su lugar, se centró en lo que venía ahora que ambos estaban en lo alto de la montaña. Su ojos traviesos delatando sus emoción. 

Para Taylor infortunio, Lando logró aprender bastante rápido, y en menos de lo que esperaba él ya se encontraba deslizándose por sí solo a la par de Taylor. Aunque le era muy difícil mantenerle el ritmo a Taylor por los elaborados trucos que ella lograba hacer. Pero Taylor se alegró de que aprendiera y pudiera disfrutar de la experiencia tanto como ella. 

 • ✿ •

 —¿Te gusta la pizza con piña? —preguntó Lando con disgusto al ver a Taylor degustar su almuerzo. Él, por otra parte, eligió una ensalada; a pesar de auto declararse en vacaciones, lo ultimo que podía hacer era seguir con su dieta, algo que había ignorado los últimos días. 

—Síp. —respondió Taylor sin inmutarse.

—Me das asco. —exageró Lando. —Tú eres una desgracia. 

—Chúpamele. —contestó con la boca llena. —Es lo mejor. 

Lando sacudió la cabeza con decepción. Y pensar que él que consideraba a Taylor una persona decente. 

Taylor sintió el familiar peso de miradas sobre ella; trataba de ser discreta cuando miraba su alrededor, pero inmediatamente hizo contacto visual con un grupo de chicos al otro lado del lugar. 

—¿Por qué siento que ellos nos están mirando? —habló, volviéndose a su comida. —¿Tan bien me veo? —disimuló su incomodidad. 

Lando se giró y tal cual ella decía, cinco chicos miraban en su dirección, uno de ellos sonriendo hacía Lando, comprendiendo que ellos sabían quién era él.

Mierda.

—No seas tonta. —pretendió Lando, fingiendo leer algo en su teléfono. —Aunque sí eres muy bonita.

Taylor se sonrojó, sintiéndose nerviosa de repente. Murmuró un pequeño 'gracias' en respuesta y siguió comiendo en silencio. 

Cuando terminaron su almuerzo, volvieron a salir a buscar sus tablas y mientras se ponían los cinturones, Taylor miró alrededor del lugar, estaba casi vacío, supuso que, como era verano, la gente quería pasarlo bajo el sol en lugar de las montañas. En el extremo izquierdo del lugar podía ver una pista de patinaje sobre hielo con algunas personas patinando.

—¡Lando!

—¡¿Qué?! ¡¿Estás bien?! —Lando instantáneamente se puso de pie hacia Taylor, preocupado de que le pasara algo.

Rápidamente señaló el riesgo cuando dijo:

—Tenemos que irnos.

Lando la miró con una cara seria, sus ojos brillaban y su sonrisa era muy amplia.

—Por ahora solo estás tratando de matarme.

Pero a ella no le importó, Taylor arrastró a Lando todo el camino hacia el riesgo no sin antes devolver sus snowboards.

Había pasado un tiempo desde que Taylor patinaba, le encantaba cuando era niña y si no estaba en una pista de carreras, estaba en una pista de patinaje. Lando, por otro lado, no luchó tanto como lo hizo con el snowboard, en realidad era un patinador decente e incluso podía ir hacia atrás.

—Por qué haces que todo parezca tan fácil. —Lando estaba molesto porque Taylor parecía ser buena en todo lo que intentaba. —¿Por qué eres buena en todo? Eres una de esas personas.

—No soy mala en nada porque no hago nada en lo que sea mala. —rió Taylor mientras daba un pequeño giro. —Vamos, dame la mano.

Cuando agarró la mano de Lando, lo arrastró consigo, patinando hacia adelante y hacia atrás y empujándolo. Se estaban divirtiendo mucho con la compañía del otro.

Lando se dio cuenta de que Taylor podía ponerlo de buen humor sin importar nada. Ella siempre podía hacerlo reír. Ella no esperaba que fuera extraordinario o perfecto; Taylor lo apreciaba por quién era y no por lo que hace, como la mayoría de las personas que había conocido después de ser piloto de Fórmula 1.

Ella siempre fue tan dulce, su risa siempre traía una sonrisa a su rostro. Solo espera que ella se lo estuviera pasando tan bien con él como él con ella.

Las personas fueron saliendo de la pista con el tiempo, dejando el lugar solo a ellos dos. Taylor patinaba alegremente, haciendo piruetas y piruetas mientras Lando miraba asombrado por lo elegante que se veía.

Taylor patinó lentamente hacia él y agarró sus manos, mientras ella patinaba hacia atrás, él empujó hacia adelante.

—Confía en mí, ¿de acuerdo? Lo peor que puede pasar es que nos caigamos. —Taylor dijo con una suave sonrisa mientras tomaba sus manos y comenzaba a girar con él en un círculo. Lando solo miró sus ojos, parecía que le sonreían mientras giraban.

De repente, Lando perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, arrastrando a Taylor con él. Ambos cayeron con un ruido sordo cuando Lando gimió por el impacto con los ojos cerrados. Abrió los ojos para darse cuenta de que Taylor estaba demasiado cerca de su rostro, podía ver cada peca en su rostro al mismo tiempo que notaba que se sonrojaba.

—Lo siento tanto, Lan. —dijo ella, levantándose para ofrecerle una mano.

Taylor no mentiría, se volvió bastante incomodo. 

Ninguno de los dos habló cuando fueron a regresar los patines. Y mientras el sol se escondía, dejando salir a la luna en el cielo, ambos volvieron en silencio al hotel. Estaba empezando a nevar, lo que se sentía extraño estado a mitad de julio. 

Durante el camino, Lando sintió su celular vibrar en su bolsillo trasero, recibiendo una notificación. Sin mirar la pantalla, apagó el aparato, no queriendo arruinar el increíble día que había tenido. 

—Lando, ¿estás molesto? De verdad, lo sien-

—No. —la cortó, girándose a verla. —¿Por qué diablos estaría molesto?  —había tenido el más maravillosos día, solo estaba cansado. Lando notó la nariz de Taylor enrojecer y como parpadeaba con rapidez. 

—Creí que te molestaría por que caí sobre ti. 

Lando negó. —No podría. Fue un gran día, Gigi. —dijo, atreviéndose a acercarla a él, envolviendo su cintura con su brazo. —Gracias. —sonrió, algo que solo Gigi podía traer a su rostro. 

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