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000 - Cali baby
Taylor se sentía abrumada. Y cansada más que nada. Pero decidió que en lugar de tomar un vuelo de vuelta a Nueva York, haría un viaje por todo Estados Unidos antes de llegar a casa y tener que decirle la verdad a sus padres; no había sido aceptada en la escuela de medicina.
Sus padres no eran precisamente estrictos con ella o su hermano, de hecho, la mayor parte del tiempo se esforzaban en hacer que Taylor saliera de casa durante los fines de semana, llegando al extremo de tener que prohibirle entrar a su hogar con la intención de que disfrutase más su juventud. Aún así Taylor se quedaba en su habitación, matándose estudiando para lograr sus sueños.
Sus sueños, que tonta sonaba ahora. Más bien la desgracia familiar.
Le tomó todo de ella para no dejar el país y nunca tener que volver.
Aunque ese era el plan para el verano del 2021, o al menos la mitad del plan.
Iba por sí misma, sin teléfonos permitidos, solo en casos de emergencia; estaba totalmente lista para disfrutar de su último verano adolescente, algo que nunca había hecho antes.
Lando se sentía abrumado. Se volvió demasiado para él. Los medios, los comentarios, su familia; sentía que se hundía lentamente en un barco y no sabía cómo salir de él.
Nunca imaginó que la presión de la Fórmula 1 finalmente lo afectaría; sabía, por supuesto, todo lo que implicaba el trabajo, pero poco a poco se estaba desmoronando. Él era conocido como el bromista, el chico divertido y relajado del deporte, alguien que siempre podía reírse, pero últimamente los comentarios de odio han sido demasiado para él. Su personalidad burbujeante y ligera ya no estaba allí e incluso si la gente miraba fijamente para notarlo, nadie se atrevía a preguntarle cómo estaba lidiando con la presión.
Lando no sabía de dónde venía el impulso repentino de tomar un auto y conducir a Dios sabe dónde, especialmente en un país que no conocía, pero lo hizo y ahora estaba completamente perdido en medio de la nada, sin teléfono con él y ni un solo coche circulando.
Lando se sentía desesperanzado pero no entró en pánico, no le importaba menos si lo asesinaban o lo secuestraban, cualquier cosa podría ser mejor que tener que regresar a la soledad de su habitación de hotel, donde se vería obligado a estar con sus propios pensamientos.
Taylor no sabía lo que le pasó, sus padres claramente le enseñaron a no detenerse en medio de la nada para ayudar a un chico que no conocía, pero ella se rió y se dijo a sí misma: 'A la mierda, si muero que muera'.
Su auto se detuvo junto al tipo sentado al costado de la carretera, él estaba mirando su regazo, probablemente demasiado concentrado en sus pensamientos como para notar el Tesla que se detuvo frente a él.
—Oye, ¿necesitas ayuda? —Taylor preguntó una vez que bajó la ventanilla.
El chico miró hacia arriba, ojos verdes encontrándose con ojos verdes. Taylor sonrió con tristeza por lo triste que él se veía, sus ojos inyectados en sangre, probablemente por haber llorado antes y su cabello castaño estaba desordenado. Probablemente no tenía más de veinte años, lo que en cierto modo le dio a Taylor una sensación de falsa confianza al saber que era joven como ella.
—¿Estás perdido? —volvió a hablar una vez que tuvo su atención.
—No, digo, sí. El auto ya no arrancó y mi celular murió, entonces no puedo llamar a nadie. —dijo el chico. Taylor notó inmediatamente el foráneo acento que tenía; sonaba británico, pero al mismo no lo hacía.
—Puedo prestarte el mío si gustas. —dijo ella, tomando su teléfono del asiento del copilotó.
El chico se levantó de su lugar para acercarse al auto.
—Gracias, eso sería increíble. —Taylor le sonrió y pasó el aparato.
Mientras él llamaba a alguien, ella se tomó el tiempo de mirarlo mejor. Para empezar, el coche era un McLaren, aunque Taylor no sabía nada de coches, al menos podía diferenciarlos y, por lo que parecía, era uno caro. El tipo llevaba un reloj, un Richard Mille para ser exactos, otra cosa que era bastante cara.
Taylor estaba agradecida de haber crecido con todo lo que necesitaba y más, eran una familia muy trabajadora y nunca daban nada por sentado, realmente esperaba que el chico no fuera solo un hijo de papá mimado que tenía todo entregado a él, a diferencia de Taylor, quien tuvo que trabajar duro por lo que quería.
—Gracias. —le dijo él, devolviéndole el celular.
—¿Vendrá alguien por ti? —le preguntó.
—No, una grúa vendrá a recoger el auto. —habló. —¿Te importaría quedarte hasta entonces?
Era inusual, y gritaba 'peligro' directo al oído de Taylor, pero no podía negarse al ver los ojos tristes de cachorro que portaba el chico.
—Para nada, sube.
¿Qué he hecho?
EL muchacho sonrió y rodeo el automóvil para subir al asiento del copiloto
—¿Cómo te llamas? —preguntó Taylor, agradecida con la suave música que tocaba la radio en fondo que hacia todo menos incomodo.
—Lando. —dijo él, contento de que no supiera quién era.
—¿Eres británico? —cuestionó viéndolo de frente. Lando asintió sonriéndole; era bonita, incluso con lo cansada que se veía en esos momentos. —¿Por qué siento que te conozco? —murmuró ella por lo bajo.
Tal vez se trataba del simple nombre; no podían culparla después de haber sido forzada a ver cada una de las películas de Star Wars con su hermano menor.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó estaba vez él, ahora su acento británico más pronunciado.
—Taylor. —contestó. —El nombre más estadounidense que podrías pensar.
—En realidad pienso en Ashley. —habló Lando, riendo. —O Karen.
Taylor rio fuertemente, asintiendo. Sí que habían muchos nombres peores al suyo.
—Tengo dieciocho, por cierto.
—Pensaba que tenías quince o menos. —él le sonrió, viendo como sus expresiones faciales cambiaban.
—Ja, ja, muy chistoso. —rodó los ojos. —Sé que luzco menor, no hay por qué recordarlo.
—Yo tengo veintiuno.
—Podía jurar que tenías diecisiete. —se burló ahora ella, recibiendo una mirada de parte del chico. —Sí, tiene cara de bebé. —continuó, reacomodándose en su lugar. —Entonces, Lando, ¿qué te trae a los no tan increíbles Estado Unidos? —preguntó Taylor, viéndolo fijamente. Empezaba a encontrarlo, de cierta manera, bastante guapo.
Lando sonrió con incomodidad, a pesar de que probablemente ella no supiese quién era, Lando no quería que eso cambiara; era una toma de aire fresco si le preguntaban.
—Vine a hacer unas cosas del trabajo antes de que empezara el verano.
—Oh, cool. —Taylor murmuró.
Era en momentos como ese en los que Taylor deseaba ser más una extrovertida que introvertida; ninguno de los dos habló de nuevo, creando un silencio incomodo que solo era llenado por la música suave que resonaba de las bocinas del auto. Taylor suspiró mientras su mente volvía a aquel problema que nublaba su cabeza contantemente, la universidad.
La idea de hacerse de un sugar daddy empezaba verse atractiva.
Sus pensamientos fueron interrumpidos en cuanto logró visualizar a lo lejos a la grúa que se acercaba. A los minutos esta se encontró frente al auto de Lando. Él inmediatamente bajo del carro y se dirigió al conductor, para después de hablar con él, volverse a la chica en el auto.
—¿Puedo irme contigo, Taylor? —preguntó, luciendo desesperado. —Perdona, sé que sonó raro, pero ¿puedes darme un aventón? —repentinamente, sonó nervioso.
Le agradaba Taylor, ella parecía tener los pies en la tierra y poder moverse en ella, algo que realmente le gustaba en una persona. También buscaba escapar de la realidad. Los ojos verdes de Taylor lo vieron, debatiéndose entre qué hacer.
¿Sabes qué? A la mierda, esta podría ser la pero o mejor decisión de mi vida.
—No iré de vuelta a California.
—No importa, iré a donde tú vayas. —dijo Lando con desesperación, sus ojos rogando por una confirmación. Él ya tenía su mochila y equipaje consigo. ¿Qué podría salir mal?
—Bien, sube.
• ✿ •
—¿Entonces, en serio no te importa que vaya a viajar por todo el país? —preguntó Taylor, enfatizando la palabra 'todo'.
—Nop.
—Okey.
Lando se dedicó a ver el perfil de su rostro, ella era naturalmente hermosa, algo que pudo notar al segundo en que puso sus ojos en ella. Su cara lucía pálida aún cuando el resto de su cuerpo parecía portar un bronceado natural; tenía unos dulces ojos verdes y ondulado cabello castaño que apartaba de sus ojos en una desordenada cola de caballo.
—Dime, Tay, ¿hay alguna razón por la que decidiste hacer sola este viaje?
—Llámame Gigi. —le dijo Taylor, siendo que odiaba que la llamasen Tay. —Acabo de terminar la escuela y se suponía que volvería a Nueva York en avión, pero pensé en que sería lindo hacer un viaje en carretera para despejar la mente, ya sabes.
—¿Qué estudiaste?
—Estaba haciendo el curso premédico, aquí para poder estudiar la carrera como tal piden realizar este curso.
—Oh, suena bien. —Lando sonrió un poco, ya sabiendo al respecto gracias a que su hermana menor quería estudiar en Norteamérica, pero renunció a la idea en cuanto vio las dificultades para ser aceptada en una buena universidad.
—Yo no diría lo mismo. —susurró Taylor para ella misma.
—¿Hacías karting? —preguntó Lando repentinamente, volviéndose a verla. En cuanto más la veía más pensaba en la naturalidad con la que manejaba, podría ser el auto, pero la manera en la que ella fácilmente aceleraba en la carretera o como rebasaba a los demás automóviles, decía mucho de ella. Podía sonar estúpido, pero era a lo que él se dedicaba; vivía y respiraba autos, en definitiva podía saber dónde y cómo identificar un buen piloto.
Taylor abrió grandemente los ojos, girándose a ver a su acompañante por un corto momento.
—¿Cómo-cómo supiste?
Lando sonrió ampliamente. Tenía razón.
—Solía hacer karting también.
Taylor lo miró por un momento, y ahora que lo pensaba, había algo más en él que el simple nombre que se le hacía tan familiar. Su apariencia ya se encontraba en la cabeza de Taylor, y la mataba no saber en dónde lo había visto antes, pero si él era británico no había caso de pensar mucho al respecto ya que esta podría ser la primera ves que veía a Lando en los Estado Unidos.
• ✿ • ✿ • ✿ •
Primer capitulo de Daisies!!
Me emociona tanto traducir este fic, es uno de mis favoritos.
Gracias Auroratic por dejarme traducirlo.
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