Benjamín Connor.
Se siente tan extraño y curioso estar en una reunión familiar tranquila. O bueno, lo fue por un momento, ya que después de que el padre de la chica se fuera, Angélica y Alison nos regañaron. No nos habían dicho nada por la emoción, pero cuando volvimos a la realidad aparecieron los comentarios serios de parte de ambas.
—Yo sé que así se debían hacer las cosas, pero ¿sabes cuánto sufrimos creyendo que los dos habían muerto? —Angélica nos continúa mirando a Liam y a mí. Eliot se salvó del regaño porque está entreteniendo a los niños.
—Lo sé, sé que no hay excusa, pero era la única opción para que estuvieran bien. Para que todos lo estuviéramos. —expreso.
—Bueno ya. Lo que pasó, pasó —interviene Alison—. Ya les dijimos bastantes cosas, al menos debió haberles quedado claro que haber fingido sus muertes fue una bajeza.
—Es verdad, solo que todavía me siento ofendida.
—Alison, Angélica —segundos después, Sky irrumpe en la habitación—. ¿Puedo molestarlas? Quiero sus opiniones sobre un vestuario.
—Por supuesto. —responden al unísono, haciendo que Sky sonría y las tres se vayan.
Me cruzo de brazos y miro a Liam, quien no dijo ni una sola palabra en la discusión.
—Hablaste bastante, gracias por ayudar a reducir los regaños. —digo sarcásticamente.
—De nada, estamos aquí para ayudarnos unos a otros —ironiza—. Tenían razón, por eso no hablé.
No digo nada más porque está diciendo una realidad. Fingir nuestras muertes estuvo muy mal en relación a ellas, debió ser un golpe fuerte, sobre todo la muerte de Liam.
—Sabes, papá, en casa mi mamá tiene una daga tuya. —esa voz infantil hace que Liam gire la cabeza para mirar a su hijo. Ese niño es la viva imagen de Liam cuando era pequeño, solo que con la diferencia del color de su cabello; el pequeño es castaño como su madre.
—¿Sí? ¿Es pequeña y la usan como llavero? —el pequeño se acerca y asiente sonriendo—. Yo se la di, no pensé que todavía la conservara. —algo en los ojos de Liam cambia. Se ve sorprendido y algo alegre.
—Mi mamá dice que da suerte. ¿Algún día será mía? Di que sí. —se sienta en el regazo de su padre.
—Te la vendo. —dice y su hijo levanta una ceja.
—Te la compro. —ahora es Liam quien levanta una ceja.
Me río internamente. Ahora Liam tiene una mini versión de sí mismo que no cae en su ironía y sarcasmo.
—Tu hijo resultó ser un verdadero hombre de negocios —me levanto, estiro mi puño hacia el castaño y él choca su puño con el mío—. Así se habla, Elián. —Liam sonríe con orgullo cuando su hijo no lo está mirando. Aunque no lo acepte, es obvio que lo adora y enorgullece.
Me pongo la chaqueta y miro mi reloj de mano, notando que ya es tarde.
—Bueno, creo que ya es hora.
—¿Te vas, tío? —me pregunta Elián y yo asiento.
—Tengo que volver a mi ciudad.
Liam se levanta con Elián en sus brazos.
—¿Tan rápido?
—Sí, tengo problemas que resolver. Mi jefe me necesita. —mi jefe, su padre. Debo admitir que me sentí mal cuando estábamos todos juntos, hablando de no olvidar. Y yo no podía dejar de pensar en Adam y Max, ellos debieron haber estado con nosotros. A ellos no los puedo olvidar.
—Todo está mal, lo sé... Nos vemos luego, idiota. Por cierto, me mantienes informado de los mellizos, de cómo los están cazando. —oh, sí, le he mentido demasiado a Liam. Él cree que los mellizos están escondidos y que los Petrov siguen dominando todo. Sin embargo, todo es al revés. Simplemente no le digo eso para que no le dé importancia a esas cosas.
—Posiblemente. Sí, te estaré informando... Espero que te comportes o tendré que venir a darte tu merecido, idiota.
—¿Idiota? —interviene Elián.
—No repitas eso. —Liam y yo decimos a coro, provocando que nos mire con las cejas levantadas.
Me termino yendo con Sky de regreso a Sendepolis. Sé que a ella le gustó esta visita. Yo vine más que nada para confirmar que todo estaba en orden y conocer los planes de Liam. Por suerte se irá a Blue Pearl, eso dejará tranquilo a Adam.
Al menos uno de nosotros se libró de problemas.
Hombre: Dile a Cartier que la estaré esperando mañana por la noche en una casa a las afueras de la ciudad. Ya te paso la ubicación que debes darle.
Leo el mensaje de mi tío y en cuestión de segundos llega una ubicación extraña para mí.
Tú: Entendido. Lleva suficientes hombres por si esa mujer nos juega sucio.
Hombre: Por supuesto que lo haré, pero debes advertirle que esta es la única oportunidad que le daré, si veo algo extraño, no dudaré en irme y desaparecer.
Después, y ya en casa, llamo a Cartier. Le doy el mensaje de El hombre y le paso la ubicación sin dejarla hablar. Solo llevo a cabo la orden sin distraerme.
Debo admitir que tengo curiosidad sobre la reunión de mañana, lo más probable es que Adam si logre sacarle información. Desde que ella dijo que conoció a Mark no puedo dejar de pensar en ello, solo quiero saber cómo o dónde conoció a mi tío.
Rayven Cartier.
La noche comienza a caer y me preparo para finalmente hablar con El Hombre. El idiota de Benjamín no me dejó hablar, no sé mucho sobre este cambio de decisión, pero si no me arriesgo no podré lograr nada.
Ya les advertí a mis mujeres que si no estoy de regreso en al menos veinticuatro horas sigan sus instintos y construyan un nuevo plan sin mí. No pueden ser detenidas por mi ausencia.
Casi llegando al lugar indicado, mi auto es interceptado por varias camionetas negras que salen de la nada. De estas salen muchos uniformados con cascos, apuntándome con sus armas y obligándome a bajar. Cuando me bajo, registran mi vehículo y un hombre me apunta con una especie de cámara.
—Sí, ella es. El ayudante del jefe la reconoce. —dice y el resto de los hombres me guían a una camioneta.
No me asustan, ya estaba mentalizada para cualquier cosa. En la camioneta nadie habla, todos esos hombres se ven muy profesionales. Lo que noto es que la ubicación era falsa, la casa está mucho más lejos. Que ingenioso es El hombre, sabe bien como debe moverse para no causar fallas.
Al llegar veo a muchos más hombres protegiendo una pequeña casa que parece estar en ruinas.
—Entra, el jefe te está esperando.
Hago lo que me dicen. Entro a la casa, ya que la puerta está abierta y lo primero que veo es una sala donde El hombre está de pie con su máscara y ropa negra, manteniendo las manos detrás de la espalda.
—Bienvenida señorita Cartier, es un placer por fin conocerla. —me habla densamente con voz gruesa.
—Igualmente —noto que detrás de él está Benjamín sentado en una silla con los pies sobre un escritorio. Este me mira por el rabillo del ojo de una manera hostil, fingiendo no darme importancia—. Pensé que esta reunión sería privada.
—Me temo que no, mi ayudante debe estar presente. —su "ayudante". Ya entiendo a quien se referían esos hombres.
—Sobrino. —lo corrijo, haciendo que Benjamín me mire fijamente.
—¿Disculpe? —El hombre pregunta con serenidad.
—Él no es su ayudante, es su sobrino. Y tú eres Adam Harris —le espeto, aunque no voy a esperar a que me interroguen, les diré mi razón de estar aquí—: Estoy aquí para continuar lo que Mark dejó pendiente.
Adam se ríe ligeramente.
—Ya empiezo a comprender tu interés; cuéntame qué dejó pendiente Mark y luego te daré mi opinión, te recomiendo que seas breve y concisa. No soy una persona prepotente, no me gusta repetir lo obvio.
Él es igual a como lo definía Mark, es una persona muy tranquila, pero calculadora y que inspira respeto. Sé que tendré que decirle la verdad, pero aún así evitaré hablar de los detalles de mi vida. Me concentraré en su hermano.
—La idea de secuestrar al presidente siempre fue de Mark. De hecho, lo íbamos a hacer el día después de que lo asesinaran. Y aquí está la prueba con la idea principal: —le entrego mi celular donde tengo copias protegidas de mis conversaciones con Mark.
El hombre las comienza a mirar.
—¿Cómo conociste a Mark? Y lo más importante: ¿Cómo sabes de nosotros? —dice, sin levantar la vista del celular.
Suspiro.
—Cuando tenía diecisiete años fui prisionera de los Petrov junto con una amiga —relato—. Sin embargo, un día a ella la separaron de mí. La asesinaron. Así que me vi obligada a escapar de la fortaleza de Silver city para salvar mi vida y dejar de recibir humillaciones... Recuerdo que todos empezaron a buscarme, yo no sabía qué hacer, hasta que vi a un señor bajando paquetes de drogas de la cajuela de su auto y, en cuanto se descuidó, me metí en esta y me tapé con lo que pude. Estaba desesperada y era mi única opción.
—¿Era Mark? Él era quien le entregaba la mercancía a los Petrov. —interviene Benjamín.
—Sí, era él. Cuando terminó de entregar todo, cerró la cajuela y tomó marcha. Y cuando la reabrió ya estábamos en Diamond city. Él, al conocer mi situación, me ayudó, me consiguió un lugar y me apoyó en todo lo que pudo. Se podría decir que éramos amigos. Y bueno, sobre ustedes, Mark siempre hablaba de su familia, así que los conozco por sus relatos.
Recordar a Mark me da sentimiento. Todavía recuerdo su cara de sorpresa cuando me vio en la cajuela del auto; traté de huir, ya que solo era una chica asustada, pero él me siguió, me ayudó sin saber mi historia y, cuando la conoció, no me juzgó.
Mark era una persona con problemas de drogas, pero realmente valiosa. Ambos hablábamos de nuestras vidas, y con el tiempo ya no habían secretos entre nosotros. Él me hablaba de su familia, de todos y de todo, incluso de la mala relación que tenía con sus hijos, unos mellizos que lo dejaron de lado por no tener una gran ambición como su hermano, Corwin Harris. No los conozco, pero los odio inmensamente, siempre hacían sentir inferior a su padre.
—Veo que se llevaban muy bien, leer esto es como si estuviera escuchando hablar a mi hermano —levanta la mirada del celular—. Seguiremos el plan inicial de Mark, pero primero quiero unos últimos detalles: ¿Por qué nunca te mencionó? ¿Cómo llegaste a la organización?
—Por los Petrov, yo era su prisionera fugitiva, así que lo mejor era vivir de manera clandestina ... Llegué por Mark, él me habló de esa organización y me uní para acabar con las mafias. Y si, grave error, solo eran unos farsantes. A ellos les íbamos a entregar al presidente, pero por suerte no se efectuó ese plan.
El hombre me da mi celular.
—Bueno. ¿Cuántos hombres tienes a tu disposición para empezar a organizarlos junto con los míos? Hay que hablar de las cosas que están pasando y ver soluciones.
—No son hombres, son mujeres —expreso—. Y bueno... yo solo soy la que propone ideas y negocios, la que maneja a las mujeres y cierra los tratos es otra persona. Tendrás que ponerte en contacto con ella. La llamaré.
—Está bien, le diré a mis hombres que traigan tu auto mientras hablas con esa persona.
Sale de la casa, dejándome sola con Benjamín y puedo sentir su mirada de desconfianza sobre mí. Lo miro y, al hacer contacto visual, se desprende una extraña intensidad en el ambiente.
—Qué historia tan superficial, todavía no sabemos ni quién eres. —chasquea y levanto las cejas.
—¿Yo te he pedido la historia de tu vida? No, verdad. Así que siéntete satisfecho con saber lo que te he dicho, así como yo estoy satisfecha con lo que Mark me dijo.
Deja de mirarme, volviendo a la indiferencia.
—Ahora que lo pienso... ¿puedo saber cuál es tu problema conmigo, Demonio? ¿Te provoco tanta desconfianza o es odio? Tengo curiosidad. Pensé que mi pequeño relato te haría dejar el tema.
—Ambas —se levanta y camina hacia mí—. Mira Cartier, no intentes infundirme confianza, porque no lo lograrás. Si El hombre confía en esa historia, bien por ti. Yo solo estoy aquí en caso de que nos juegues chueco.
Lo tomo de su camiseta gris.
—No traté de infundir nada, lo que he dicho hace un momento es una breve explicación para poder seguir el plan de Mark, no lo hice para demostrarte confianza o algo parecido. Si no te caigo bien, es tu puto problema.
Me mira con odio y yo hago lo mismo. Aunque rompe el contacto visual cuando mira hacia abajo y analiza cómo mis manos sujetan su camiseta. Lo suelto de inmediato, y esto hace que hagamos contacto visual nuevamente. De repente nos estamos acercando agresiva y peligrosamente el uno al otro. Mi respiración es irregular como la suya.
Me desconcentro cuando me doy cuenta de que está mirando mis labios, y justo cuando se encuentra a unos centímetros de distancia, gira la cabeza en negación, se aleja y sale de la casa.
Me congelo por unos segundos, pero luego recuerdo que debo llamar a Lindarte.
<<Ignora a ese idiota, Ray>>
☆☆☆☆☆☆
Buenas, buenas.
Ya vamos conociendo un poco de Cartier, pero a Benjamín no le parece suficiente... ¿Qué creen que pasará?
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