Petya Petrova.
Daimon discute con ese hombre afuera de la habitación y yo trato de escucharlos desde adentro, abriendo un poco la puerta para ver la situación.
—¿Qué? ¿Quieres que no diga que te follas a una Petrova o no quieres que diga que ella es la madre de tu hija? —suelta el sujeto de un momento a otro, dejándome inmóvil. ¿Cómo diablos sabe eso?
Esa confesión hace que Daimon vaya hacia él y lo agarre por la camisa. Cosa que no dura mucho, ya que el ojinegro hace que lo suelte y se burla de él, explicándole cómo se enteró de todo. Al parecer es familiar suyo porque habla de Corwin, de negocios, de como vió hace muchos años una extraña actitud entre Daimon y yo, y de Sky. <<Sabe demasiadas cosas>>
Mientras continúan discutiendo, les miento a mis hombres a través de un mensaje, diciéndoles que todos escaparon de la mansión y que vayan con los demás tras Corwin.
—Mis hombres ya se han retirado, los guié hacia Corwin, así que se pueden ir y olvidar lo que acaba de pasar. —les informo, saliendo de la habitación con autoridad.
—Qué considerada eres —el tipo me habla y noto ironía en su voz—. Por cierto, tu hermano está inconsciente en la tercera habitación al final del pasillo, le di un masaje. —comenta antes de caminar hacia un pasillo.
Ya solos, miro a Daimon con sospecha antes de hacerlo caminar hacia donde están las escaleras.
—¿Quién es?, ¿Es el Harris menor? —indago.
—Puede ser.
—¿Por qué no sabía nada de él?, ¿Por qué lo ocultan?
—No puedo hablar de eso aquí. Si quieres saberlo, será más tarde. Tal vez hoy, ya que necesito decirte algo. Por ahora, finge que nos llevamos bien, di que estás protegiendo a Sky.
—¿Por qué? Y sobre vernos hoy...
—Solo hazlo. —escucho pasos acercándose.
—No te preocupes, todo salió como se esperaba, no permitiré que mi familia se acerque a ti ni a la niña. —comento en voz alta para que el sujeto escuche.
—Perfecto, y sobre el otro asunto. —creo que se refiere a vernos hoy.
—Ya estoy trabajando en ello —hablo para tratar de decirle que debo solucionar cosas antes, luego lo beso para fingir que nos llevamos de maravilla y mis ojos se encuentran con los del Harris menor—, pronto conseguiré compradores de drogas. —digo esto para hacerle creer que hablamos de drogas.
Daimon se gira para ver a su primo.
—Y tú —añado, amenazando al Harris menor, que nos mira sin importancia— no te atreverías a decir lo que acaba de pasar.
El Harris levanta los hombros y me dice que no dirá nada mientras no interfiramos en su vida. Luego pasa entre Daimon y yo como si nada y camina hacia la salida, cosa que molesta a Daimon y va tras él. Yo no los sigo, prefiero dejar que ellos resuelvan sus cosas.
Unos minutos después salgo y veo que Daimon está listo para marcharse.
—¿A qué hora nos vemos?
—Activa el número de emergencia, en un rato te digo el lugar y la hora. —es lo único que dice antes de tomar un auto y ponerlo en marcha, alejándose a toda velocidad.
No le doy mucha importancia a lo que acaba de pasar, mejor decido regresar al interior de la mansión y buscar a Dmitry. Desconozco el estado en que se encuentra y cuando subo las escaleras me llevo una gran sorpresa...
Dmitry está de pie con demasiados moretones en la cara y el cuerpo. E incluso en esa horrible condición no deja de mirarme cuando me acerco a él. Su mirada es una mezcla entre decepción, confusión e ira.
—Los dejaste ir... —susurra con dificultad y se toca la cabeza—. Estoy seguro, creí haberlos escuchado, tú... tú estabas hablando con ellos. Hablaron de verse... a ella.
—¿Qué? Te golpearon muy fuerte en la cabeza. —espeto, tratando de ocultar el nerviosismo que empiezo a sentir.
—¡No! —exclama mientras gime de dolor—. No fue mi imaginación. Sé que algo está pasando, el día de la muerte de Oleg saliste y Narkissa te siguió. No te sorprendió la muerte de Oleg, ustedes cambiaron de actitud. ¡No han hablado desde ese día! Y ahora te escuché hablar y dejar ir a los Harris —habla como si estuviera tratando de decirse a sí mismo que no está loco—. Estás con ellos. Estás con ellos, tú... tú...
Me da la espalda y aprovecho la oportunidad para golpearlo en la cabeza con mi codo, dejándolo inconsciente. No puedo dejar que los demás lo escuchen.
Lo siento Dmitry, pero nadie se mete en mis asuntos.
Mantenerlo inconsciente solo me ayudará momentáneamente, luego veré cómo manipular la situación.
Un rato después llegan los demás, se ven extremadamente furiosos y creo saber el por qué <<No atraparon a los Harris>>. Sin embargo, traen a dos hombres de seguridad de Corwin.
—¡Maldita sea! ¡He tenido suficiente de esas malditas alimañas! —Sergei grita, golpeando a uno de esos hombres—. ¡Ahora mismo me dirán a dónde huyeron! —patea a ambos hombres.
Los hombres no dicen nada, solo se dejan golpear, lo que no creo que dure mucho, ya que Odessa y unos Zakhvatchiki se les acercan con cadenas en las manos, que les colocan alrededor del cuello para presionarlos.
—Morir por Corwin es una estupidez —se burla Odessa—. Él no movería ni un solo dedo por ustedes y...
Uno de los hombres se desmaya por la presión de su cuello mientras que el otro se mantiene firme.
—Van a un edificio ... de Corwin ... por la calle Los pinos... —habla con dificultad.
—Gracias sucia alimaña. Y como estaba diciendo: Corwin no movería ni un solo dedo por ustedes y nosotros tampoco. —Odessa aprieta la cadena hasta que el hombre se asfixia.
—Vamos por ellos. —informa mi padre y los Zakhvatchiki asienten, comenzando a organizarse.
—¿Quién estaba en la mansión? ¿Cómo escaparon? —Sergei se vuelve hacia mí.
—No lo sé muy bien, Dmitry fue quien entró primero y los enfrentó. Él está inconsciente dentro. Cuando entré ya estaban huyendo, creo que eran los hijos de Corwin. Los vi ir en la dirección en la que iban los otros Harris, así que envié a nuestros hombres tras ellos.
—Familia reunida, qué hermoso será acabarla. —interviene Odessa.
—Quédate con Dmitry y llévalo a la fortaleza, nosotros iremos tras ellos. —en otra situación me molestaría que me dejaran fuera, pero ahora sí necesito estar a solas con Dmitry. Así que solo asiento con la cabeza y los veo irse con sed de venganza.
Al menos me dejaron uno de los autos para llevar a Dmitry.
Entro por Dmitry y como puedo lo saco de la mansión para meterlo en el auto... Durante un buen rato de viaje por carretera no reaccionó, pero lo hace ya casi llegando a la fortaleza. Por el espejo retrovisor lo veo abrir los ojos y tocarse la cabeza algo desconcertado.
—¿Qué pasó? —se incorpora en su asiento.
—No sé qué te pasó. Entraste a la mansión con varios hombres y cuando entré te encontré inconsciente en una habitación. Deben haber sido los hijos de Corwin, los vi huir.
—¿Sí? —se pone las manos en la cara—. Creo que fue el Harris menor, de quien se habló mucho en el pasado. Recuerdo que me golpeó ... pero luego ... me pareció haberte escuchado ... no, no. Debí estar alucinando, ¿verdad?, ¿o sí sucedió? No.
—¿Me escuchaste? —hablo fingiendo confusión—. ¿Escuchaste mis pasos? No entiendo.
—No, no. Creo que me lo imaginé todo. Me pareció oírte hablar con los Harris, pero es imposible, los odias. Incluso me pareció haber discutido contigo y todo volvió a ser borroso. —hace una mueca y trata de limpiarse la sangre seca de la cara.
—¿Me imaginaste hablando con los Harris? —doy una pequeña risa—. Solo te falta imaginar a Narkissa queriendo un mando.
Dmitry se ríe, y yo finjo que todo está bien. Pensé que tendría que someter a Dmitry, pero veo que los golpes que le dio el Harris menor me favorecieron. Aunque debo tener cuidado, mi hermano habló anteriormente sobre los comportamientos extraños que observa en Narkissa y en mí y eso no es bueno. Debo tenerlo en la mira.
Al llegar a la fortaleza, ayudo a Dmitry a bajar del auto, siendo recibidos por mi madre <<Darya>> y Narkissa, quienes no dudaron en tomar a Dmitry. Ambas lo llevan adentro y comienzan a hacer miles de preguntas. Yo trato de explicar lo que pasó sin dar grandes detalles.
—¡Niño, trae el botiquín que tengo en los cajones! —le grita mi madre a un niño, de unos siete u ocho años, vestido con ropa vieja, que está limpiando los cristales de la fortaleza.
El niño asiente con la cabeza, mostrando miedo y sale corriendo de la habitación. Ese niño es un bastardo, es hijo de Sergei, al que tratan como si fuera un esclavo. Todavía estoy asombrada de que siga con vida; no tiene madre, no tiene hermanos, solo vive de sobras y tiene que ayudar en la fortaleza para ganarse un plato de comida. Tiene suerte de que no lo mataran por bastardo, pero ser esclavo es más humillante.
A los pocos segundos regresa el niño con el botiquín de primeros auxilios en las manos, que le entrega a mi madre. Mi madre comienza a curar a Dmitry y Narkissa le pregunta quién lo golpeó. Escucho todo, pero no digo nada, es mejor callarse. Así que prefiero subir a mi habitación y darme un baño, un baño muy largo que me ayude a pensar.
•••
Mi familia y sus hombres no pudieron atrapar a los Harris, Corwin volvió a escapar en compañía de sus sobrinos (eso dice mi padre, ya que no vieron a sus hijos por ningún lado del edificio) lo único que lograron fue matar y capturar a varios de sus hombres, a los capturados los planean torturar para averiguar el paradero de los Harris.
Siento sincera, el plan fracasó porque nuestros hombres no tienen el mismo nivel que antes. Las drogas de Corwin eran las que los mantenían activos y resistentes, sin ellas ya no tienen el mismo soporte y agilidad. Si no encontramos otras drogas igual de efectivas a las de Corwin, nos superarán los Demir.
Ya avanzada la tarde, Daimon se comunica conmigo, me envió una dirección donde me estará esperando.
Estoy a punto de salir de la mansión, no sin antes pasar por el gran salón donde todos están reunidos golpeando a los hombres de Corwin para sacarles información, pero estos no dicen nada útil, solo juran no saber nada.
Los dejo que se ocupen de sus asuntos para que yo pueda resolver los míos.
Tomo mi auto y conduzco hasta el lugar de reunión que está un poco lejos. Cuando llego, veo un auto. Daimon está en este, y agita su mano lentamente en dirección a la carretera para que lo siga mientras toma marcha.
No podría decir cuánto tiempo manejamos, solo sé que el lugar al que me lleva está en las afueras de la ciudad. Pensé que iríamos a su casa en Centauri, pero no, llegamos a otra casa que supongo es de los Harris.
Cuando ambos salimos de los autos, me acerco a Daimon y le doy una mirada autoritaria.
—Explica lo que vi hoy. ¿Por qué no sabía sobre el Harris menor y por qué querías que fingiera que nos llevamos bien?
—No hacía falta, no tenías que saber de su existencia, es un asunto familiar. Y sobre lo otro, no quería que él se metiera en mi vida, si piensa que tú y yo nos llevamos bien, no le importará lo que haga o deje de hacer.
—Una maldita estrategia, ¿eh? —lo tomo por su camisa—. Que me utilicen para esas cosas no es muy de mi agrado.
Hace que lo suelte.
—Perdón por lastimar tu ego, rubiecita avasalladora —hace mucho tiempo que no escuchaba ese apodo—. Y si tanto te afectó, escribe una carta con tus quejas para que yo la queme y veas como se desvanece el humo de tus reclamos.
—Bravío. Un animal bravío ... lo sigues siendo. —lo llamo como antes lo hacía.
—Y nunca dejaré de serlo.
Mi paciencia comienza a agotarse, pero un grito me distrae:
—¡Mamá! —veo a mi hija salir de la casa. Ella me sonríe dulcemente—. ¡Viniste!
Puedo observar a Daimon mirándome por el rabillo del ojo y no puedo evitar sonreírle a mi hija mientras se acerca a mí.
—Nebesa. —le susurro cuando la tengo en mis brazos.
—Te extrañé mucho. ¿Te quedarás? Dime que sí.
—No lo sé, Sky. Bien sabes que no puedo prometer eso... —puedo sentir la mirada juzgadora de Daimon sobre mí.
"No lo has estado". Esa frase sigue resonando en mi cabeza.
—Sí, me quedaré contigo esta noche.
—Con nosotros —me corrige y tira de mi brazo para que entre a la casa—. Quiero enseñarte unas fotos, ven.
Sky me muestra fotos de cosas que ha hecho en estos meses, se ve muy emocionada mostrándome todo eso. Daimon, por su parte, se mantiene alejado de nosotras, que estamos sentadas en un sofá.
Sigo mirando fotos y escuchando a Sky, pero varios mensajes en mi celular no me dejan concentrarme. Son cosas sin importancia, la mayoría son mensajes de hombres de Petrov haciéndome preguntas tontas y alguno que otro mensaje de mi madre preguntándome dónde estoy; mensajes que solo miro sin responder.
—Si tienes muchas cosas que hacer, está bien, mejor ve. Parece que te necesitan. —la voz de Sky me hace levantar la vista del móvil. La veo mirar mi celular, fingiendo una media sonrisa.
—No, no es importante —me levanto y dejo mi celular en el sofá—. Vamos y me muestras lo que has estado practicando para las clases de gimnasia. —se levanta sonriendo y me lleva al segundo piso de la casa, justo a una gran sala donde puede practicar.
Paso varias horas con Sky, hablando y jugando. Ella está llena de energía; siempre ríe, habla y demuestra amor. Ella ha sido así desde pequeña, su personalidad no se asemeja a la de Daimon ni a la mía y eso es algo que la hace destacar.
No dejo de mirarla mientras habla y no sé si es por todo el desorden que ha pasado o por el estrés con el que estoy lidiando, pero sufro una lucha interna por ella. ¿Realmente me debo seguir perdiendo de la única hija que pude tener? Son muy pocos los momentos en donde puedo tener algo familiar con ella.
Sin embargo, mi conciencia me recuerda el destino de los bastardos: Muertos o como esclavos. Y no quiero ninguna de esas cosas para Sky.
—Es hora de dormir, Sky. —Daimon irrumpe en la habitación. No había aparecido desde hace un buen rato.
—Un poco más. Se irá en la madrugada y no podré verla mañana. Ella nunca se despide. —pide Sky y ese comentario me deja sin palabras.
—No, ya es muy tarde y debes dormir.
—Ve a dormir, Sky. Te veré mañana.
—No es verdad, siempre te vas sin decir nada. —argumenta y Daimon guarda silencio.
—Te prometo que no me iré sin despedirme, me iré mañana al mediodía.
—Ya lo prometiste, no te vayas sin despedirte. —dice y yo asiento.
Daimon y yo salimos de la habitación de Sky para dejarla descansar y caminamos por el pasillo.
—Tenemos un acosador. Mira: —me muestra su celular, en el se ve un mensaje de un número no agregado. Lo que me alerta es el contenido donde afirma que conoce nuestro secreto—. Debe ser tu hermana. Justo cuando se enteró sucedió todo esto.
¡Qué carajos! No, no es posible. Narkissa no puede estar haciéndome esto.
—¿Narkissa?, ¿Cómo sabes que es ella?, ¿Rastreaste el mensaje?
—Sí, pero fue imposible, quien lo hizo sabe esconderse.
—¿Y por qué afirmas que es Narkissa?, ¿No será alguno de los tuyos? Algún hombre de Corwin pudo descubrir la verdad. —alego sin más.
—Ellos no saben que Sky es tu hija. Y si lo supieran, ya se lo habrían dicho a Corwin. Lo que dices no tiene sentido.
—Quizás alguno lo supo y quiere chantajearte. Esos hombres solo buscan dinero. Hasta puede ser el Harris menor, él lo ha sabido desde hace mucho tiempo. —suelto y Daimon levanta una ceja.
—Mi primo no se anda con esas idioteces, él no pierde el tiempo mandando mensajes, él actúa haciendo y deshaciendo sin buscar dinero.
—Sí tu lo dices... ¿Entonces que hacemos para saber quien es el desconocido?
—Voy a investigar a mi gente, tú haz lo mismo con tu hermana y listo.
—Está bien —me acerco a él—. E investiga muy bien, sirve para algo porque si yo caigo, tú caerás conmigo. —paso mi mano por su cuello. Sin embargo, Daimon la hace a un lado y pasa junto a mí.
—Hay habitaciones vacias al final del pasillo, por si planeas quedarte. —es lo último que dice antes de entrar en una habitación.
Suspiro con impaciencia y me dirijo a otra habitación solitaria. Hablaré con Narkissa cuando regrese. Las probabilidades de que ella sea la responsable del mensaje son demasiado altas, y si está enviando esos mensajes solo para arruinar mi vida, le daré una lección.
Por mucho que sea mi hermana, yo no interfiero en su vida, ni ella debe interferir en la mía. Bien lo sabemos, los tres: Dmitry, Narkissa y yo tenemos códigos de hermanos y se deben respetar.
☆☆☆☆☆☆
Nota:
Buenas, buenas.
¿Creen que sea un hombre de Corwin quien envió el mensaje?
Yo creo que fue Liam, tal y como dijo Petya 👉👈
Y feliz cumpleaños a: hjenja
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