Quiero soñar

Cuando hay tiempo, se escribe mucho y por lo tanto, se puede actualizar doble. Cuando no hay, no hay 😠😠😠

Se tenía que decir y se dijo.

😂😂😂😂😂

Doble actualización este martes. Se les quiere 😘

Pd: La canción que dejo en el link, me inspiró en este capítulo y el que seguirá.

Pd 2: Capítulo narrado en tercera persona.

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[Capítulo 19]

Parte 1

¿Qué significa en verdad el amor? ¿Eres un loco enamorado o un completo estúpido? ¿Podría considerarse ese sentimiento también una enfermedad? Muchas preguntas al igual que respuestas referente a eso, todo dependía de a quién se las hicieras. A alguien con una relación que recién iniciaba, a parejas con años como tal o a personas con el corazón roto.

Siempre escuchamos sobre que, debías amarte a ti mismo para que alguien más te amara de verdad y Daemon Pride White, en realidad no se amaba como era debido; para quienes sabían de su historia era comprensible, para otros que nunca vivieron con una persona como él o conocían un poco de la bipolaridad, no. Pero era su naturaleza, su condición, las circunstancias con las que la vida lo marcó, las que lo llevaban a no quererse como era lo correcto y sano.

Un chico tan peligroso como vulnerable, a veces tan bueno al punto de llegar a la ingenuidad y otras tan malo hasta casi lograr lo aborrecible. Su felicidad podía ser fastidiante y su tristeza mortal. Su amor propio a veces podía interpretarse como altanería y cuando creía no merecer ni que lo miraran, como la mayor debilidad.

Pensándolo bien, podía ser posible que lo suyo por aquella chica no fuera amor, tal vez era esa pequeña necesidad de sentirse normal, de obtener algo que lo marcara de una buena manera, que le indicara que él también podía tener lo que los demás tenían. No se sabía a ciencia cierta, ya que como bien lo dijo su madre: «él era como el loto azul, que a pesar de abrir sus pétalos...no dejaba ver su interior». Y en esos momentos su necesidad por encajar, se volvió peligrosa.

A muy temprana edad descubrió que había tres cosas extremadamente duras en la vida: el acero, los diamantes y conocerse así mismo. Lo último fue lo más terrible para él, puesto que desde ese día comenzó a tenerse miedo, ya que fue consciente que el mayor peligro de su vida, siempre sería él.

Pero... ¿qué era peor que un chico con desorden esquizoafectivo tipo bipolar y trastorno límite de personalidad? ¡Ah, sí! Era una chica que, teniendo sus niveles cerebrales en la escala de lo normal, tuviese su corazón y alma más envenenada que el mismo Chernóbil en Ucrania, lugar considerado entre los diez más tóxicos del mundo por contaminación nuclear. Y Inoha Nóvikova teniendo todo en sus narices para saber acerca de los secretos que le ocultaba su familia, optaba por seguirles creyendo; era posible que se debiera al miedo que sentía de perder a lo único real en su vida, o la certeza de que dejó pasar la oportunidad de vivir un bonito amor, por vengar a alguien que ni siquiera la quiso.

Descubrir tal cosa la llevó a la locura y fue gracias a Demian que se enteró de todo, él único que la apoyaba, que la protegía y por quien siguió adelante en aquella búsqueda de justicia. Pero lo que Inoha y Demian no sabían es que, David Black, al final de una u otra manera lograba torcer todo para su beneficio.

Demian a pesar de su ingenuidad, logró dar un golpe fuerte con la paciencia como su mayor arma y tener a Daemon Pride White, encadenado como un perro y durmiendo en el sucio y frío suelo, se lo confirmaba. Lograron hacerlo caer gracias al embarazo de Inoha, uno que surgió de manera muy bien planeada, porque cada paso que aquel chico dio después del enfrentamiento entre Vigilantes, Grigori y Sigilosos, fue estudiado con precisión y a la perfección.

Y los resultados lo demostraban.

Daemon creyó que las palabras de su primer amor lo hicieron descender al infierno, que lo rompieron de una manera insuperable, pero el pobre estaba demasiado equivocado, ya que eso solo fue como estar en el recibidor de aquella aberrante casa. Y comenzó a darse cuenta de tal cosa cuando despertó de su larga siesta y se encontró en un lugar que bien podía pasar por una cueva con electricidad.

Su caída todavía no se había dado por completo, lamentablemente le quedaba un poco de lucidez que, en ese caso sería su peor castigo.

— ¿Dónde estamos? — preguntó a Inoha, ella estaba monitoreando algo en su portátil.

— En la nada — soltó elocuente.

Tras recordar todo lo sucedido en aquella clínica, dio por sentado de que ella informó de su enfermedad y por lo mismo lo tuvieron siempre como el blanco más débil, una cosa más por añadir a su lista de razones por las cuales era un patético.

Estaba sentado en el suelo y se tomó la cabeza cuando sintió un dolor punzante. Un enorme chichón se realzaba en su lado derecho y tras eso sintió una incomodidad en su cuello, pronto descubrió que se trataba de un collar del cual dependía una gruesa cadena y rio sin gracia.

— Me tienes que encadenar como un perro para sentirte segura — se burló.

— No, te tengo como se deben mantener a los monstruos — atacó ella.

— Vaya hipócrita que eres. Si yo soy un monstruo, ¿qué eres tú? — cuestionó el chico con ironía.

— La chica que tiene tu maldito corazón en sus manos — en ese instante Daemon sí estaba conociendo la verdadera cara de aquella mujer. Una que disfrutaba de cada palabra hiriente que soltaba contra él.

Demian llegó interrumpiéndolos a ambos y besó la boca de Inoha, haciéndolo solo por darse el simple gusto de que Daemon los viese; por su puesto que al chico le dolió ser testigo directo de tal cosa, sin embargo, calló y se tragó su dolor. Aquella era la misma tipa a la que él quiso besar desde la segunda vez que la vio, la misma a la que le entregó su corazón para que lo hiciera mierda a su antojo.

— Tengo ganas de ser un buen tío y darle a mi sobrino un hermanito de una sola vez. ¿Probamos si puede ser posible? — Daemon no entendió las palabras burlescas de Demian al principio, pero sí supo lo que pretendía hacer cuando sacó la blusa de Inoha y la dejó solo en sostén.

No podía decir nada porque sabía que lo utilizarían contra él, pero rogaba porque Inoha no permitiera que la usaran de esa manera, no frente a sus ojos.

Esperanza estaba haciendo su aparición, haciéndolo que tuviese un poco de fe en aquella mujer, aunque por circunstancias pasadas, presentía que aquel demonio solo se estaba burlando él. Aun así, miró a Inoha y con sus ojos le suplicó que no lo matara de esa manera y que, si llevaba a su hijo en su vientre... no dejara que aquel hijo de puta lo manchara de esa manera.

Inoha sintió una punzada de dolor por lo que iba a hacer, pero dejó que todo siguiera su rumbo original y la refundió en su interior para no parecer débil, así que, ella misma se quitó el sostén, no importándole que Daemon la viese siendo follada por otro. Sin duda alguna cayó demasiado bajo, mas no se detendría así llevara a un hijo de él su vientre, a pesar de que el padre de su bebé le estuviese suplicando con su mirada tormentosa que no lo hiciera.

Era enfermo haber pensado en quedar embarazada solo para deshacerse del bebé luego, pero buscó la manera de hacer que Demián obtuviera lo que quería y se ofreció como una vil carnada.

— ¡Ah! — gimió cuando Demian metió uno de sus pechos en la boca y lo succionó con ímpetu. El chico sonrió con verdadero regocijo y Daemon solo cerró los ojos con la esperanza de extirpárselos con la presión que empleó.

Estaba presenciando cómo la chica de la que se enamoró, disfrutaba con las caricias de otro. Ahí entendió que a penas había descendido a lo peor de su mundo, ya que no había oscuridad que se le comparara a eso. Inoha Nóvikova estaba siendo su perdición, su maldición, su verdadera caída y era increíble que después de tanto tiempo negándose a las relaciones, haya cedido a la peor de las mujeres.

Enamorarse era una mierda.

Pensó.

Recordó a esa chica con su rostro angelical y avergonzado, la primera vez que se vieron; rememoró cada buen momento que pasó junto a ella y todos los planes que se hicieron en su cabeza referente al futuro juntos, pero ninguna de esas visiones le planteó ese instante, uno que con seguridad sabía que lo atormentaría para el resto de su vida.

La cadena le permitió ponerse de pie y sus manos se apretaron hasta el punto de que sus uñas cortaron la piel de sus palmas. Demian hizo que Inoha se pusiera de pie y desabrochó su vaquero, de inmediato coló su mano entre las bragas de la chica y la acarició hasta arrancarle otro gemido; Daemon solo pensaba en matarlos a ambos y se olvidó que con eso también se desharía del pequeño al cual pretendía salvar, por el que cayó muy fácil en aquella trampa que le tendieron.

Como lo loco intentó irse sobre la pareja cuando Inoha se quedó solo en bragas, corrió con la intención de alcanzarlos, pero la cadena en su cuello lo devolvió como si tuviese una resortera; el golpe seco en el suelo no interrumpió a los amantes, solo los hizo reír entre sí con burla y siguieron en lo suyo hasta que la rubia estuvo desnuda.

— ¡BASTAAA! — gritó Daemon cuando su pequeña rubia terminó desnuda por completo, no le importó dejar su orgullo de lado, no podía ver tal cosa — ¡NOOO! — rugió al ver a Demian penetrando desde atrás a Inoha.

Era la misma posición en la que él la tomó muchas veces, esas que estaban grabadas en su memoria como sus mejores recuerdos. Por primera vez en su vida deseó que la oscuridad llegara, necesitaba perderse para no ser consciente de lo que pasaba frente a sus narices. Comenzó a halar la cadena y cuando aquella no cedió, la euforia se apoderó de su cuerpo haciéndolo entrar a un mundo paralelo, sintiendo cómo un pinchazo imaginario le provocó un subidón tremendo; se puso sobre sus rodillas y se quedó mirando a aquella pareja sin apartar su vista y en cada embestida que Demian daba, Daemon la marcaba con un puñetazo en el suelo, destruyendo sus nudillos sin sentir dolor físico alguno. Una especie de corriente eléctrica invadió su cuerpo y su boca se inundó con un sabor parecido al que se sentía al lamer una pila de nueve voltios.

Recordó haber vivido eso cuando estuvo en Italia, años atrás, metido en una celda.

— Para — susurró. Su mirada ya estaba perdida, pero su corazón seguía con la sensación indescriptible de ver a Inoha ser tomada por otro en su cara.

Ya no había retorno.

Aquella electricidad se hizo más fuerte, casi como si hubiesen aumentado el voltaje, el olor a ozono inundó su nariz y en segundos comenzaron las convulsiones incontrolables, cayendo al suelo de nuevo, con sus ojos completamente blancos; su cabeza estaba golpeando sin parar el piso, las contracciones musculares estaban siendo dolorosas, su respiración estaba faltándole.

Inoha se alejó de Demian al ver aquello y buscó su ropa de inmediato, Demian maldijo al ver al chico entrando en el peor caso de epilepsia que jamás imaginó ver y lamentó que no terminara de presenciar el espectáculo que estaban montando.

— ¡Mierda! ¿¡Qué le pasa!? — gritó Inoha realmente asustada.

— Se te olvidó mencionar que era epiléptico — respondió Demian.

Daemon estaba perdido y de cierta manera su corazón agradeció tal cosa.

Afuera de aquel túnel en el que se encontraban, Demian escuchó disparos y supo que la artillería pesada estaba haciendo su acto de presencia. Él mismo planeó que así fuera ya que buscaba torturar a su media hermana, demostrándole que podía llegar tan cerca de ella como se lo propusiera.

— ¡Joder, Demian! ¿¡Va a morirse!? — la rubia no buscaba eso, solo quería hacer daño sin asesinar a nadie, porque en su mente retorcida, creía que morir era peor que torturar de la manera en la que lo hizo.

— Sí, si no es atendido de inmediato. Debemos irnos antes de que los Pride nos encuentren aquí — avisó él y la cogió de la mano para llevársela. Inoha se rehusó al ver a Daemon comenzar a sacar espuma blanca por la boca, su corazón estaba a punto de salirse de su pecho.

— Voy a quedarme con él hasta que llegue alguien de su gente — Demian negó —. Estoy embarazada de un hijo suyo, me deberá servir para mantenerme con vida. Vete tú, diré que me obligaron a ayudarles, no puedo dejarlo solo.

— ¡Mierda, Inoha! — espetó él, pero la chica tenía un punto y rogó para que funcionara.

Antes de marcharse, la poca alma que tenía lo obligó a hacer algo inesperado. Se quitó la camisa y la hizo bola, cogió a Daemon hasta ponerlo de lado y metió la almohada improvisada bajo su cabeza, no quiso pensar en las razones por las que estaba tratando de alargarle la vida a aquel chico y, se obligó a creer que era porque todavía pensaba seguirlo jodiendo en el futuro.

— Enrolla tu blusa en tu mano solo para hacerte una protección y métela en su boca, haz que la mantenga abierta para que el líquido salga y no se ahogue con él. También cuida que su lengua no se enrolle o se la muerda hasta el punto de cortársela y prepárate, porque será doloroso y podrás morir si a Isabella le importa una mierda que lleves su nieto en el vientre — Inoha asintió.

Ella se estaba arriesgando por sentir culpa de lo que provocó y teniendo un tremendo as bajo la manga que le daba la posibilidad de salir con vida. Demian se fue de inmediato y avisó a su gente que se retiraran. Lo que pretendía hacer ya estaba hecho y quizá hasta mejor de lo que planeó.

Isabella y Elijah no solo estaban frustrados por no encontrar a Brianna Less, sino también hechos las peores furias cuando les avisaron que Daemon logró evitar a sus escoltas y se escapó. Temían lo peor al imaginar que se fue en busca de Danik y ella hubiese aprovechado a tenderle una trampa y no se equivocaron; cuando activaron el rastreador de su hijo y lo encontraron en un túnel usado por los Vigilantes para almacenar droga, entendieron que existía la posibilidad de perderlo. Esa vez optaron por llevarse a la artillería pesada, puesto que les dieron un golpe demasiado certero.

Al llegar a aquel lugar comenzaron una matanza inigualable, Isabella y Elijah se desataron como nunca y no les importó cómo se desharían de sus enemigos, debían llegar a Daemon a como diera lugar. Sus mejores amigos y los compañeros más letales que tenían, estaban ahí luchando por aquel chico; Sadashi fue incluida en aquel escuadrón de la muerte, siendo sabido para todos en las organizaciones, que era la más sigilosa, sádica y mortal a la hora de los enfrentamientos y en ese, necesitaban a alguien con sus cualidades. Salpicados de sangre hasta la coronilla, lograron entrar al túnel cuando limpiaron el camino, Isabella corrió como loca cuando escuchó la voz de una chica pidiendo ayuda y Elijah la cubrió para que no se fuera directo a entrar a una trampa.

— ¡Oh, Dios mío! ¡NO, NO! ¡NO! — gritó cuando descubrió a Inoha con el rostro inundado de dolor mientras metía su mano en la boca de su pequeño.

Daemon se convulsionaba, sus ojos estaban perdidos y sus labios morados, la vida de Isabella se estaba yendo con su niño y con lágrimas en los ojos puso en marcha todo lo que había practicado para casos como esos.

— ¡TE NECESITO AQUÍ YA! ¡JODER, FABIO! ¡DAEMON TIENE UN ATAQUE EPILÉPTICO! ¡APRESÚRATE! — gritó un padre desesperado a través de la radio.

Llegaron preparados en todos los sentidos sabiendo que se podían enfrentarse a lo peor y lo estaban viviendo.

Los Vigilantes huyeron de pronto y Fabio pudo entrar con un equipo médico que manejaban en la organización, llegaron de inmediato a Daemon y actuaron los más rápido que les fue posible.

Inoha miraba atenta y con miedo a aquel contingente que llegó para salvar la vida de aquel chico y presintió que tal vez las cosas no saldrían como se lo imaginó; aprovechando el alboroto, corrió en busca de una salida, pero su camino fue interrumpido por Sadashi, quien cayó frente a ella como una pantera a punto de devorarse a una tierna gacela. La asiática estaba excitada por la matanza que ya había provocado y después del estrés vivido esos últimos meses, solo necesitaba seguir en su versión letal por un buen tiempo.

— Te advertí que no te cruzaras de nuevo en mi camino, porque correrías con muy mala suerte y te importó una mierda — le dijo y se sacó la protección del rostro.

Antes Sadashi no se dejó ver por ella, pero esa vez deseaba que reconociera a su castigadora.

— No puedes tocarme — señaló Inoha, sabiendo que podía usar su embarazo a su favor. Antes de poder decir algo más, Sadashi le propinó un puñetazo que la hizo caer al suelo de inmediato.

— ¿Qué decías? — ironizó la chica, poniéndose una mano en la oreja, simulando que le era difícil escuchar.

Sadashi peleaba sucio a pesar de todas las enseñanzas recibidas por su maestra y no la dejó ponerse de pie, ahí mismo donde estaba la cogió a patadas. Inoha se hizo un ovillo para protegerse un poco y pensó en que al final de todo, siempre terminaría perdiendo a su bebé, solo que de una peor manera.

Sadashi odiaba pelear con personas que no se defendían, así que al ver que la chica no metía las manos, la cogió del cabello y se la llevó arrastrando hasta donde se encontraba su maestra. Los gritos de Inoha eran fuertes, pero a nadie le importaban.

— ¡Sensei! Me encontré esto por ahí — Isabella escuchó a Sadashi y miró a sus pies.

Aquella mujer estaba hecha pedazos después de ver a su hijo en aquella situación y lo que más deseaba era encontrar a los culpables y, frente a ella tenía a la mayor de todas, hecha una piltrafa ya que, al parecer su alumna se había divertido con ella. Elijah las sorprendió a las dos cuando llegó convertido en un verdadero demonio e hizo que Inoha se pusiera de pie y la cogió del cuello, la rubia quiso gritar al descubrir que el agarre de Daemon en el hospital, fue una caricia comparada al de su padre.

— Comienza a decir qué mierda hiciste para llevarlo a ese estado o te juro que comenzaré a arrancarte diente por diente — la voz de aquel hombre era oscura y aterradora, sus ojos que eran similares a los Daemon, estaban oscurecidos y ellos aseguraban que lo dicho por su boca, era una promesa hecha con los cojones.

— No, no-hice-nada — la voz de Inoha fue un susurro. Isabella deseó ser ella quien provocara aquel dolor en la chica, pero la situación de su hijo era más importante —. Me-me obli-ga-ron — logró decir la rubia, usando su estrategia —. Es...es-toy...

— ¡Bien! Así es muchacho — Elijah tiró a Inoha al suelo como si se tratara de la peor basura, en cuanto escuchó a Fabio animar de aquella manera a su hijo.

Jamás sacaría de su cabeza haber encontrado a su pequeño a punto de entrar en un paro cardiaco, provocado por la crisis tónico-clónica que sufría, que fue como la denominó Fabio al ser un ataque epiléptico demasiado intenso. El chico se había orinado en sus pantalones sin poderlo controlar, la espuma blanca en su boca y el estado en general de su hijo, lo hizo pensar en lo peor. Los hijos de puta que lo llevaron a esa situación, acababan de firmar su sentencia a una muerte muy dolorosa.

Daemon estaba logrando superar aquel ataque y se sentía desorientado, con el cuerpo doloroso, pero no más doliente que su corazón al recordar lo que lo llevó a la epilepsia una vez más.

— Mátala de la forma más dolorosa — ordenó Isabella a Sadashi, deseaba hacerlo ella misma, pero su hijo era más importante.

Antes se negó a dañar a aquella chica, queriéndole dar la oportunidad a su madre de dar la cara, pero al parecer, Brianna Less se escondió como una rata sin importarle que su hija muriera en sus manos.

Sadashi escuchó aquella orden casi como si fuera una niña a la que le daban luz verde para comerse todo el chocolate del mundo y, sin esperar más, cogió a Inoha y la hizo volar un metro hasta estrellarla en una pared. Inoha gimió de dolor y logró ver que Daemon estaba recuperando la conciencia, sonrió mordaz por las ganas que Isabella tenía de deshacerse de ella y pensó en darle un último golpe antes morir, así que se quedó callada y dejó que Sadashi la golpeara a como se le diera la gana y justo cuando fuera el momento, les diría a quien llevaba en su vientre.

— Todos se van a arrepentir de hacerme esto — susurró y escupió sangre al rostro de Sadashi.

La asiática sonrió divertida y cogió el cuello de Inoha, la acercó a su rostro y se lo limpió con el de la rubia.

— No conozco el arrepentimiento — susurró en el oído de Inoha.

Y no mentía, dejó de sentirlo desde que tenía ocho años.

Entre la bruma que Daemon tenía, logró escuchar a su madre dando aquella orden y trató de ver lo que sucedía; toda la lucidez regresó a él al ver a Sadashi a punto de enterrarle una daga a Inoha y lo único en lo que pensó fue en su hijo.

— ¡NOOOO! — gritó desde el fondo de su alma. Fabio y varios tipos más lo detuvieron cuando quiso ponerse de pie e irse a salvar a Inoha.

Aunque en realidad ya no pretendía salvarla a ella, solo a su bebé.

Su madre maldijo al ver todo lo que era capaz de hacer por aquella chica y su padre deseó darle un buen puñetazo por actuar tan tonto con esa rubia, pero las palabras siguientes de Daemon los dejó petrificados.

— ¡LLEVA A MI HIJO! ¡SADASHIIII! ¡VAS A MATAR A MI HIJO! — la asiática se detuvo a segundos de clavar la daga y miró con los ojos desorbitados a Inoha.

La rubia reía con diversión y burla al ver la reacción de todos.

— Era su hijo, porque de seguro ya lo has matado — soltó viendo a Isabella.

Todos vieron la sangre que corría entre sus piernas, Isabella negó frenética al ver hasta donde llegó la chica por tal de joderlos a todos. Daemon lloró al entender que Inoha jamás dijo nada de su bebé porque su intención era perderlo.

— ¡NO, NO! ¡NOOOO! — rugió el pobre chico totalmente desquiciado.

Isabella llegó hasta él al verlo así, cuatro hombres lo sostenían, pero se volvió un demonio y se zafó de ellos. Ella se puso frente a él para tratar de contenerlo, de calmarlo, mas no lo logró, lo único que obtuvo fue que su hijo la cogiera a ella del cuello. Su niño se había perdido, sus ojos eran negros y cayó con fuerza en su oscuridad, a una demasiado profunda como para hacer tal cosa.

— ¡NO SE METAN! — logró pedir ella.

Por supuesto que Elijah no iba a obedecer y llegó hasta ellos; con una mano, Daemon cogió la glock que su progenitora llevaba en la cintura y apuntó a su padre, con la otra seguía estrangulando a su madre. El demonio que era en ese momento luchaba con el ser de luz en su interior, las voces en su cabeza le gritaban que matara a todos, comenzando por sus padres, pero el niño que llevaba en su alma le suplicaba que volviera a la realidad, que él no era capaz de hacer tal cosa. No, a las únicas personas que de verdad lo amaban.

— Soy yo, ángel de mami — dijo Isabella con dificultad —. Muéstrame tus ojitos, por favor — suplicó.

La lucidez golpeó a Daemon como un rayo.

— Mamita — logró decir al darse cuenta de lo hacía y la soltó de inmediato.

Isabella recuperó el aire que estaba perdiendo y jadeó con brusquedad. Daemon se puso de rodillas y lo único en lo que pudo pensar era en que ya no merecía vivir, no después de haber estado a punto de matar a sus padres. Isabella gritó al verlo subir el arma directo a su sien, pero antes de dispararla en su destino, Elijah logró llegar a ellos y la cogió cubriéndola con sus manos, recibiendo en ellas el disparo que iba directo a los sesos de su hijo.

— ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡No, Daemon! — chilló Isabella y llegó hasta su hijo.

Revisó su cabeza para descartar cualquier daño y cuando se aseguró de que no había ninguno, miró a su marido con las manos llenas de sangre, afligida por sus heridas, pero agradecida por salvar a su pequeño.

— Déjame morir, mamita — suplicó Daemon, cansado de la vida que llevaba y de los daños recibidos — o quema mi cerebro, te lo suplico — lloró, Isabella lo hacía con él —. Quiero soñar con una vida mejor, déjame olvidar todo esto o mátame, porque te juro que, si no lo haré yo — y todos los presentes sabían que lo haría. Daemon sollozó y abrazó a su madre con fuerza —. Ya no soporto vivir así, me he cansado, me he rendido, no quiero vivir con el recuerdo de lo que he vivido hoy o estos meses atrás. No. Quiero. Solo quiero dormir y no volver a despertar — siguió casi aullando como un cachorro herido.

En su cabeza se reproducía lo que Inoha le hizo ver, lo que le hizo saber y cómo ella disfrutaba de su sufrimiento. Tampoco podía dejar de pensar en Sadashi asesinando sin saber, a lo único bueno que casi llegó a tener.

— Procede — ordenó Elijah a Fabio, aceptando las suplicas de su hijo y sabiendo que esa decisión tan dura, solo la podía tomar él.

Isabella solo pudo llorar abrazada a su hijo, aceptando que había llegado el momento de ceder a lo que se juró jamás hacerle a su pequeño, pero estudió en el pasado todo lo referente a las electro-convulsiones y sabía que, si quería tener a su hijo con vida y bien, esa era la única salida.

— Perdóname — le susurró Daemon al oído.

— Te llevaremos a la clínica e iniciaremos el tratamiento — avisó Fabio, llegando a él. Como médico sabía que era lo mejor, pero como bipolar al igual que Daemon, estaba consciente que ya era una cuestión de vida o muerte.

Era eso o dejarlo vivir en una oscuridad total para siempre.


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