El pasado vuelve

maguisegundo ¡Feliz Cumpleaños! Dios te bendiga y derrame en ti mucha salud, amor y éxitos.

¡Buen día a todos! Hoy amanecí perezosa así que esa es la razón de actualizar "tarde" 🤭

Disfruten de este capítulo, nos leemos la otra semana 😘

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[Capítulo 4]

{Inoha}

Vi al hombre frente a mí quitarse la capucha negra de su sudadera y solté todo el aire cuando reconocí que se trataba de Daemon, llevé mis manos al pecho y traté de tranquilizar a mi loco corazón que seguía desbocado por aquel tremendo susto que acababa de llevarme. No obstante, la preocupación volvió a mí al ver sus manos.

— ¡Dios mío! ¿Qué te ha pasado? — pregunté acercándome a él.

— No sabía que estabas aquí — repuso con tono fuerte —. Y no es nada, estaba entrenando y se me pasó la mano.

Ignoré su tono petulante y lo tomé de las muñecas, sus nudillos me pusieron con los nervios de punta al verlos tan lastimados y había un corte en cada palma de su mano, no era profundo, pero ver tanta sangre alarmaba mucho.

— ¿Dónde tienes el botiquín? — cuestioné y señaló una pequeña puerta con su barbilla.

Corrí hasta ahí y vi que era un pequeño armario, saqué el contenedor de medicamentos marcado con una cruz roja y me lo llevé conmigo hasta donde estaba Daemon; se había quitado la sudadera quedándose con una camisa sin mangas que me desconcentraba en demasía y estaba sentado en el borde de la cama. Halé la silla del escritorio y me coloqué frente a él, me observaba con atención y me intimidaba que lo hiciera de esa manera.

— ¿Qué acaso entrenabas con cuchillas? — traté de bromear.

— Con Katana — dijo lacónico y mis ojos se abrieron con sorpresa.

— Ahora resulta que eres ninja — solté queriendo distraerlo para cuando coloqué un algodón empapado de alcohol en la herida de su mano izquierda. No hizo ni un solo gesto de dolor y con la apariencia que aquellas cortaduras me daban, era seguro que yo hubiera soltado un tremendo alarido.

— Soy mejor que uno — respondió entre divertido y queriendo mantener su seriedad.

— ¡Sí! Por eso terminaste con estas heridas — me burlé, vi esa media sonrisa en su rostro y casi me derrito —. Eres arrogante — añadí por su forma de mofarse.

Me di cuenta que el miedo que sentí antes por estar sola en esa habitación había desaparecido, pero un poco de tensión se mantuvo al inquirir que estábamos en su cuarto y aquellos dibujos eran de él. No quería pensar nada malo y no lo haría, aunque me intrigaba mucho la razón para que hiciera imágenes un tanto grotescas.

— Gracias — susurró cuando terminé de vendarlo.

Al estar sin hacer nada comencé a ponerme incómoda, él parecía no darle importancia a lo sucedido la noche anterior y yo no sabía cómo actuar, después de que casi le permití que me follara empotrada en aquel pilar.

— De nada. Creo que ya debo de irme, Alana ha de estar soltando improperios porque la he dejado sola con el trabajo.

— Has limpiado tú mi habitación — su tono seguía siendo tajante y creí que hasta molesto cuando miró alrededor con el ceño fruncido.

— ¿Eh? Sí, pero no me he llevado nada, puedes revisarme si quieres — solté un tanto molesta por su insinuación.

Ya que sí, sentí que estaba dudando de mí y sus cosas y no me sentó bien.

— Sí que lo haré — la indignación fue amarga cuando se acercó a mí.

¿En serio me creía capaz de robarle algo?

Casi le suelto un par de maldiciones cuando comenzó a palparme, pero la ira se convirtió en vergüenza en cuanto comenzó a dar toquecitos suaves en mi torso y bajó con mucha delicadeza a mis caderas. Sus ojos parecían divertidos con la situación y sentí que me puse roja al entender sus intenciones.

— Eres un pervertido, solo quieres tocarme — repuse.

— No, solo estoy viendo que no te lleves nada — aseguró. Me tenía muy confundida y no sabía si molestarme o seguirle el juego , pero sí lo haces.

— ¿¡Qué!? — chillé, era humillante que me tratara de ladrona.

Sonrió de lado y pegó sus labios a los míos, me quedé estática un segundo y al otro ya le estaba respondiendo. Así de idiota era. No obstante, volver a sentir su boca me hacía imposible la tarea de hacerme la difícil o enfadada con él; gemí suave cuando mordió mi labio con más fuerza de la necesaria y puse mis manos alrededor de su cuello para asirme mejor a su cuerpo. Daemon era demasiado alto o en realidad yo era muy pequeña, lo cierto es que nuestras diferencias de estatura era mucha, aunque eso era lo que más me gustaba.

Casi le colgaba como un llavero, pero la sensación era exquisita; dejé que su lengua acariciara la mía y de un momento a otro aquel acto juguetón se volvió intenso, sus manos estaban por todas partes, en unas donde todavía era muy pronto para que llegara, pero la nube de idiotez que cubría mi cabeza estaba consumiendo todas mis neuronas y no me importó que unas semanas atrás, lo confundí con su hermano, que casi creí que me odiaba y solo una noche antes lo dejé comerme la boca tal cual lo estaba haciendo en ese instante.

— Daemon — susurré cuando sentí que después de estar roja por la pasión, me estaba poniendo morada por la falta de aire.

— Ves que sí llevabas algo mío — repuso con voz ronca y divertida. Pegó su frente a la mía y pude ver que sus ojos estaban más oscuros.

Me separé de él y noté que no era una oscuridad como esa que narraban en los libros, no. De verdad aquellos ojos grises se estaban volviendo dorados y me fascinó el color que estaban tomando.

— Tienes unos ojos preciosos — solté — nunca había visto que de verdad existían personas con la capacidad de que sus irises cambien de color — se separó un poco de mí y creí que mi cumplido no le agradó para nada.

— Ve a cenar conmigo esta noche — propuso de golpe, ignorando mi cumplido —. Iré con los chicos a un restaurante que está sobre la 22, es muy bueno y si quieres puedes decirle a Alana que te acompañe. Será una salida en grupo — por un momento creí que solo deseaba estar conmigo, pero al añadir a sus amigos, sentí una opresión incómoda en el pecho.

— Envíame la dirección y si podemos, pues llegaremos allí — mis ganas de hacerme la difícil llegaron de pronto y me separé para coger las cosas que se me cayeron al suelo en el momento que su boca atacó la mía.

— Bien, le diré a Aiden que te escriba. No tengo tu número, pero él sí — soltó lacónico, mi corazón volvió a desbocarse, aunque esa vez por una razón distinta. Me tenía ahí con él, nos habíamos besado como unos posesos y no le importaba tener mi número telefónico, le era más fácil pedirle a su hermano que me escribiera.

¡Puf! Ese chico me volvía loca, a veces de buena manera y otras de muy mala.

— Como quieras, nos vemos luego — avisé y comencé a salir, me tomó del codo y me hizo girarme para quedar frente a él.

— Ojalá puedas ir, Inoha — dijo y me dio un beso casto, pero fuerte —. Nos vemos luego — se despidió y lo vi caminar para otra puerta dentro de su habitación.

Descubrí que era el baño ya que me quedé viéndolo como una idiota, escuché el agua caer y salí pitada justo cuando comenzó a desvestirse sin ningún pudor. Estaba segura que sabía que seguía ahí y lo hizo a propósito.

Me sentía roja de la vergüenza, no era ninguna inocente, aunque Daemon me hacía sentir así y hasta olvidé las cosas que viví en el pasado y solo podía pensar que cuando estaba entre sus brazos, casi era como una primeriza.

¡Madre mía! Tenía un culo precioso y no era de las que veían eso en un hombre.

Al llegar abajo encontré a Alana hablando entretenida con Aiden, Dasher y el otro chico que se llamaba Lane; los tres se reían de algo que ella les había dicho y sabiendo que esa chica casi no tenía filtros, imaginé que no soltó nada bueno.

— Me recuerdas mucho a alguien — señaló Dasher.

— Espero que alguien de mi altura — dijo ella con suficiencia.

— Nena, sinceramente está muchos peldaños más arriba de ti y no lo tomes como ofensa. Me recuerdas a mi madre, aunque esa mujer no conoce los filtros que tú aun tienes — señaló con una sonrisa que dejó ver lo orgulloso que se sentía de su progenitora — ¡Ey! Hola socia — saludó en cuanto me vio.

— ¡Hola, chicos! — dije a todos. Cada uno se acercó a darme un beso en la mejilla y solo pude pensar en que estaba viviendo el sueño de cualquier adolescente al estar entre tanto hombre guapo y ser tratada como una dama, porque había que destacar eso. Esos tipos podían ser unos picaflor, pero les enseñaron a tratar a las mujeres y eso hablaba muy bien de ellos.

— Mi chico venía ansioso por verte, me siento desplazado por un pedacito de rubia — soltó Dasher y me reí cuando fingió verme con desdén. Era obvio que para él era un pedacito de mujer, ya que era un poco más alto que sus amigos y yo demasiado pequeña en comparación a otras chicas.

— La calidad viene en envases pequeños, grábate eso socio — aconsejé y todos rieron.

Estuvimos unos minutos hablando y tras eso nos marchamos, al parecer ellos también invitaron a Alana a la salida de esa noche y me añadieron a mí en cuanto llegué. Prometieron que sería divertido y al ver el entusiasmo de mi compañera supe que pretendía asistir, yo en cambio quería negarme porque me sentía un tanto incómoda con la actitud de Daemon, sin embargo, tenía que relajarme y tomar las cosas como eran: una aventura.

Más tarde estaba sola en el apartamento, Alana cambió su turno en el gimnasio para estar libre para la noche y yo estaba adelantando los trabajos de mi itinerario en la universidad. Mi cabeza no paraba de darle vuelta a lo que estaba sucediendo con Daemon y me intrigaba mucho su forma de ser, así como también me molestaba, pues a veces era un chico travieso y otras uno muy borde.

Cuando terminé mis tareas tomé una ducha y me vestí para estar por casa, pero los engranajes de mi cerebro seguían procesando la actitud de aquel chico y por más que intentara, no me lo sacaba de la cabeza. El timbre sonó cuando me disponía a buscar una película y al ver por la mirilla distinguí a un tipo que me daba la espalda, me asusté en un principio, pero decidí abrir creyendo que era alguien buscando a Alana.

— Hola — saludé para que el chico me diera la cara.

Vestía unos vaqueros negros que se ajustaban a su cuerpo de forma perfecta, ni muy flojos y tampoco ajustados, su atuendo lo completaba una chaqueta de cuero del mismo color de su pantalón y por los bordes de esta sobresalían los de una camisa blanca, usaba deportivas oscuras y una gorra cubría su cabeza. Mi corazón casi se detuvo cuando se giró para estar frente a mí, tenía una barba de tres días y en su cuello logré ver un tatuaje, sus manos también estaban tatuadas y me dejó verlas muy bien cuando puso una a cada lado de la puerta. Sus ojos claros me escrutaron con malicia, su pose cargada de chulería y su sonrisa de depredador me cortó la respiración.

Lo reconocí de inmediato y él lo sabía.

— Demian — logré decir sin titubear.

— Hola, princesita — me saludó con aquel mote cariñoso con el que me bautizó de niña. Su voz ya no era la del niño dulce que recordaba sino más bien la de un depredador demasiado peligroso. Mi apodo se escuchó más como burla y me estremeció de pies a cabeza — ¿Me invitas a pasar?

— ¿Acaso eres un vampiro que necesita permiso para entrar en una casa o apartamento? — inquirí para alivianar la situación, sonrió con malicia.

— Sigues teniendo respuestas listillas para mí, me gusta eso — ironizó.

Mi sorpresa por verlo de nuevo pasó y lo abracé con fuerza, era mi compañero de travesuras el que estaba frente a mí, el chico que me hizo fuerte y me protegió hasta de él mismo el día que se vio obligado a cambiar, a endurecerse y volverse lo que nunca creyó que sería: un asesino.

— ¡Madre mía! Estás muy distinto, pero te reconocería así no tuvieras rostro — dije entre su cuello y lo sentí sonreír — ¡Pasa! — pedí emocionada, aunque también nerviosa al pensar que Alana podía volver en cualquier momento.

— La chica que vive aquí está todavía en su trabajo, tengo gente vigilándola — avisó, intuyendo mi preocupación.

Me sentí más tranquila y me senté con él en el sofá grande de la sala, comenzamos a hablar y a ponernos al día con respecto a nuestras vidas, sobre todo lo personal, lo que no implicaba las cosas que mi abuelo hacía. Me habló de su madre y de lo loca que se había vuelto esos últimos años, la relación entre ellos nunca fue la mejor, pero era consciente de lo mucho que ese chico hacía para hacerla feliz. Tenía muchos más tatuajes de los que antes vi y me lo demostró al quitarse la chaqueta y dejar sus brazos desnudos, no era aficionada de manchar mi piel ni entendía por qué otras personas lo hacían, aunque admitía que en él se veían muy bien.

Demian estaba metido de lleno en los negocios de la familia y hasta se había convertido en uno de los jefes siendo aún muy joven, pero fue para lo que mi abuelo lo crio, así que sorprenderme estaba demás. Estaba estudiando en línea para titularse como administrador y contador, ya que sería el encargado de todas las empresas que tenía la familia, eso me sorprendió puesto que se veía más inmiscuido en los negocios sucios. No obstante, ahí estaba, dándome tremendas sorpresas.

— Ahora es tiempo de que hablemos de lo importante — señaló viéndome con mucha seriedad y los nervios me atacaron —. Sin siquiera saberlo has dado un paso enorme en nuestra misión, así que iré directo al grano — la opresión en mi pecho se hizo presente al presentir que lo que iba a decirme no me sentaría bien —. Los gemelos Pride White, llegaste directo a ellos y por lo que hemos visto, te has metido en su casa sin ningún problema, algo que Yuliya no pudo hacer hasta hace muy poco, pero ahora se está negando a cooperar — mencionó a la hija de un primo de su madre. Nunca tuve buena relación con ella ya que se creía la mejor de nosotros, pero por Demian supe que en los últimos años se hicieron cercanos y el padre de la chica estaba metido en los negocios de Charlotte, la madre de Demian —. Los hijos de los asesinos de tu padre son el camino perfecto para llegar al gran LuzBel e Isabella White — soltó con desdén y asco.

Mis hombros se hundieron y mi estómago se revolvió cuando la esperanza me abandonó; eran ellos, Daemon y Aiden eran hijos de aquella maldita hija de puta que me arrebató a mi padre, la desgraciada que lo hizo caer secuestrándome a mí y a mi madre. La zorra desgraciada y reina de Grigori; el odio que trataba de mantener hundido en mi interior reverberó como la lava de un volcán a punto de erupcionar y como acto reflejo hice puños mis manos.

— Aiden es el más llevadero, el más confianzudo, el más amigable. Aunque cuando se trata de su familia sabe cerrar el pico; Daemon es el arrogante, el que se cree el dueño del mundo, un hijo de puta que piensa que es inalcanzable, pero sabemos que tiene una debilidad a pesar de que todavía no la hemos descubierto. Así que tú decidirás quién es la presa más fácil para ti, el día que tanto deseabas al fin a llegado— dijo tomándome de la mano y sacándome de mis pensamientos.

No quise verlo a los ojos como él pretendía porque no estaba lista; había vuelto por una razón, aunque no conté con que esos chicos me caerían tan bien y cuando el momento llegó, dudé de lo que haría.

— No me será fácil llegar a ellos, son muy cerrados y si he entrado a su casa es para limpiarla — mentí de forma patética y Demian se puso muy serio —. Ti-tiene que haber otra forma de llegar a sus padres sin involucrarlos a ellos — titubeé un poco y entendí cuanto me equivoqué con eso.

— ¿¡Acaso es necesario que te recuerde de qué manera llegó Isabella a tu padre!? — preguntó y presionó mis manos al punto que hice una mueca de dolor — Porque si es así, no solo puedo recordártelo sino también mostrarte un vídeo que esa perra grabó, torturando a Derek — me zafé de él con brusquedad y abrí demás mis ojos.

— ¿Cómo es eso posible? — quise saber con mi voz ahogada.

Lo vi sacar su móvil con una sonrisa irónica y lo activó para después buscar algo.

— Cuando la conozcas verás que esa zorra es capaz de engañar a cualquiera con su actitud de correcta, pero no lo es. La rivalidad entre nuestras familias ha estado desde hace muchos años y a ella solo le importó seguir con el legado del hijo de puta de su padre — su voz destiló un tremendo odio cuando dijo lo último —. Lo único que le ha importado siempre es mantener el poder y Derek era un obstáculo en su camino, así que se deshizo de él y no le importó cogerlo a través de ti — parte de eso ya lo sabía, mi abuelo y la madre de Demian me lo dijeron siempre.

Dio iniciar a un vídeo y me pasó el móvil, dudé en tomarlo, pero unos alaridos me hicieron poner atención en él y toda mi piel se erizó de una forma aterradora cuando vi que se reproducía una especie de película de terror. Un cuerpo golpeado, pálido y lleno de tatuajes estaba sobre una plancha de metal, era un hombre y cuando la persona que grababa acercó la toma reconocí a mi príncipe.

Eso no podía ser verdad.

En sus sienes estaban conectados unos cables, sus manos, pechos, piernas y pies estaban amarrados a la plancha con cinturones gruesos de cuero y a su lado se veía la figura de una chica, por la oscuridad no lograba ver su rostro, pero escuché su risa cuando activó algo y de nuevo mi padre comenzó a retorcerse en la plancha. Dio otro grito aterrador y luchaba por huir siendo algo inútil.

«— Prometí acabarte y lo estoy cumpliendo».

Dijo una voz femenina y la figura de aquella mujer se inclinó hacia el frente para acercar su rostro a mi padre, sonreía con maldad y muy satisfecha de lo que acababa de hacer, papá tenía sus ojos cerrados, pero alcancé a escuchar algo que me rompió más el corazón.

«— Mi hija... ¿Dónde, dónde está Danik?»

«En casa, con su madre. Cumplo mis promesas».

Vi la resignación de papá cuando ella le dijo tal cosa, volvió a ponerse recta y dio otra descarga; dejé caer el móvil de mis manos y un sonoro sollozo salió de mi garganta.

— ¡HIJA DE PUTA! — grité con fuerzas y comencé a llorar, sacando de mi interior lo que sentía. El dolor por haber perdido a mi padre y más por la forma en que fue torturado antes de morir.

Demian se acercó y me abrazó con fuerzas, me aferré a su cuerpo, lloré y grité en su pecho. Sabía que mi padre había muerto por manos de esa maldita, pero nunca supe cómo hasta ese instante. Jamás me sentí como en ese momento y me olvidé de las razones por las que me estaba negando a utilizar a los gemelos.

— ¿Por qué tienes ese vídeo? ¿Cómo lo obtuviste? — necesité saber cuando me calmé un poco.

— Isabella lo grabó todo y lo hizo llegar a Los Vigilantes, fue un puto trofeo para ella y lo colgó como tal — informó y me pasó la caja de Kleenex que tenía en una mesa del al lado.

— Le gusto a Daemon, así que llegaré a él — solté decidida.

— ¿Te gusta a ti? — lo miré incrédula.

— Lo has visto, es imposible que no me guste — decidí ser totalmente sincera —, pero que me guste no significa que me volveré idiota u olvidaré lo que su madre me hizo. Ese punto es el más grande y en contra que tiene ese tipo para llegar a mi corazón; lo volveré loco, seré su perdición y cuando lo tenga comiendo de mi mano... su madre caerá ante mí como una hiena herida — sentencié viendo a la nada.

Demian me tomó de la barbilla y me hizo verlo a los ojos, tenía una sonrisa ladina y llena de satisfacción plasmada en el rostro; la determinación y seguridad de mis palabras lo hicieron sentir orgulloso. Se acercó a mí y me plantó un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de mi boca a decir verdad; noté cierta malicia en sus ojos cuando se apartó y no dije nada y tras eso acarició mis labios. Lo vi como parte de mi familia toda la vida, aunque no lo éramos y en ese momento algo diferente a la familiaridad se instaló entre ambos.

— No cometas el mismo error de Yuliya, no te encariñes demasiado con esos tipos porque entonces me veré obligado a hacerte entrar en razón y ya sobrepasé mi dosis de hijo de puta. No quiero dañar a nadie más cercano a mí y menos a ti — susurró y vi un atisbo de dolor en sus ojos —. Dentro de muy poco llevaremos a cabo un plan y quiero que te mantengas al margen, mis hombres vigilan a Yuliya y cuidaremos de que no se cruce contigo y alerte a sus nuevos amigos — avisó y asentí.

— Te han ordenado dañar a esa chica — intuí, no respondió. Se puso de pie y entendí que toqué un tema muy delicado para él.

— Recuerda que la familia es primero y las personas que nos han dañado tienen que pagar, cueste lo cueste y se sacrifique lo que se tenga que sacrificar — me tomó de las manos y me puse de pie frente a él —. No lo olvides tú, me dolería perderte — confesó y aquello me sonó a una clara advertencia.

— ¿Volveré a verte? — pregunté cuando nos encaminábamos a la puerta.

— Claro, estaré cerca de ti para guiarte en este camino y para cuidar que no te desvíes de él — puso su brazo alrededor de mis hombros y me pegó a su costado —. Seré tu ángel de ángel de la guarda, princesa Danik — añadió y me tensé.

— No me llames así — le exigí.

— Solo tenía que recordarte quien eres — se defendió y lo miré seria —. Volveré a buscarte cuando sea necesario — avisó y se despidió con un beso en mi mejilla.

En cuanto se fue el dolor volvió a mí y decidí irme a mi habitación, conocía parte de mi pasado, pero jamás lo enfrenté como ese día. Me sentía dolida y muy furiosa, quería que todo el mundo pagara por mi sufrimiento y me prometí al menos cobrársela a los involucrados en mi desgracia; esa vez escogí mi mejor ropa, segura de lo que quería conseguir y sonreí pensando en que Daemon sería una presa fácil si me lo proponía.

Y me lo había propuesto.

Él no tenía nada que ver en los errores de sus padres, pero tampoco yo lo tuve y me utilizaron como el cebo perfecto. Por esa razón la situación se había convertido ya en un ojo por ojo y diente por diente.

{Daemon}

Estábamos en el restaurante, sentados en las mesas colocadas afuera de forma estratégica, dándole al lugar el aire veraniego que pretendían, aunque todavía no estuviéramos en esa época. A cada instante miraba a mis alrededores, buscando aquel Honda rojo que aprendí a reconocer de inmediato, pero no aparecía y sentía que me estaba cabreando. Los chicos hablaban y reían de las estupideces que decían, también me veían cuando creían que no lo notaba; sabía que deseaban decirme algo — que me calmara y tuviera paciencia, sobre todo —, mas no se atrevían sabiendo que no era un buen momento.

— ¿Seguro que le enviaste la dirección a Inoha? — pregunté a Aiden cuando Dasher y Lane se concentraban en una nueva apuesta que querían hacer.

— Seguro, D — respondió un tanto exasperado, era la quinta vez que se lo preguntaba — ¡Ah, mira! — me dio su móvil cuando recibió un mensaje de texto.

Inoha: — Ya casi llegamos, guapo.

Estaba seguro de que mi hermano me mostró aquello para que estuviera tranquilo, pero falló y no fue su culpa sino del maldito halago y el puto Emoji de beso, con el que iba acompañado aquel mensaje.

Inoha me confundía mucho, decía que quien le gustaba era yo y no entendía su afán por tratar así a mi hermano. No obstante, traté de controlarme y no demostrar lo que sentí; en mi cabeza repetí una y otra vez que no era culpa de Aiden, tenía que grabármelo para no perder los estribos antes del tiempo.

Miré mi móvil y abrí el chat con el nombre de Inoha, tenía su número telefónico desde el día que me lo devolvió, pero no quería escribirle cuando en realidad no tenía mucho que decirle e inventar putas excusas para sacarle conversación, no se me daba; incluso ese día, cuando pude haber sido yo el que le enviara la dirección del restaurante, no quise hacerlo ya que lo que me estaba pasando con ella no era bueno ni recomendable y muchas veces deseaba alejarla en lugar de acercarla.

Cinco minutos después ella y Alana hicieron acto de presencia, los chicos se pusieron de pie para saludarlas y me vi obligado a hacer lo mismo para no quedar como un cabrón, aunque no me apetecía ser un caballero esa noche. No había visto a la pequeña rubia en medio de todos aquellos cuerpos enormes en comparación al de ella y su amiga fue la primera en saludarme, un poco reticente después de ser muy serio con ella y con temor solo se atrevió a darme la mano cuando a los demás los saludó de beso en la mejilla, pero la situación me causó un poco de gracia.

Cuando mis ojos al fin encontraron a Inoha, casi quise volver a sentarme; estaba preciosa enfundada en una especie de micro vestido oscuro con flores claras, a duras penas cubría su pequeño culo y dejaba a la vista todas sus piernas. La mangas caían bajo sus hombros y los dejaba desnudos y un cinturón remarcaba su delgada cintura, su cabello estaba suelto y revuelto de manera adrede y sus ojos delineados de negro, color que los hacía exaltar aun más. Llevaba esa cosa pegajosa en sus labios, pero los hacía lucir más gruesos y apetecibles; calzaba unas sandalias altas en color marrón claro y una sonrisa se formó en su rostro cuando notó cómo la estaba mirando.

— Cualquiera diría que quieres comerme a mí en lugar de la comida que sirven aquí — señaló en tono pícaro y se acercó para darme un beso en la mejilla.

Me agaché un poco porque a pesar de lo alto de sus zapatos, seguía siendo pequeña para mí y solo por esa vez y por la cosa que llevaba en sus labios, no me giré y la besé en la boca.

— Estarían en lo cierto — dije en su oído y la retuve unos segundo para besarla suave ahí.

Tomamos asiento después de eso e hicimos nuestra orden, los chicos como siempre comenzaron a entablar conversación y las chicas se les unieron muy animadas. Inoha estaba a mi lado, pero también al de Aiden y cada vez que podía ella golpeaba su hombro por cualquier tontería que él decía. Sus ojos se cruzaban conmigo dándome miradas maliciosas, pero en ningún momento me tocó y me sentí muy estúpido cuando tal cosa comenzó a molestarme.

Esa zorra te estaba vacilando.

Muerte hizo su acto de presencia cuando todo el día me dejaron tranquilo y odié que decidiera aparecer en ese momento.

La comida pasó de forma tranquila y cómoda para los demás, menos para mí y rogué para que acabara pronto. Salir no había sido buena idea e invitar a esas chicas tampoco, después de todo.

— Vamos a casa y sigamos con nuestras anécdotas y planes — sugirió Lane y todos asintieron.

Mi opinión estaba de sobra y no les jodería nada, así que me quedé en silencio. Pagamos la cuenta y me fui para el Rubicon junto con los chicos, Inoha y su amiga nos seguirían en su coche.

— Esta noche, papi comerá nuevo postre — señaló Dasher con picardía. Le había puesto el ojo a Alana y al ver la risa de suficiencia de Lane, entendí que lo de ir a casa fue para ayudar a Dash.

— Estás muy callado y tu cara de culo no indica nada bueno ¿Estás bien? — me preguntó Aiden y solo me encogí de hombros.

— Anímate viejo, no creo que sea el único que se devore un postre esta noche — habló de nuevo Dasher.

— Obvio que no, esa rubita te devoró más a ti que a su filete en toda la cena — añadió Lane, iba en el asiento de atrás y me tomó de los hombros para animarme.

Miré a Aiden, no pensé lo mismo después de recordar cómo Inoha lo tocaba y se reía de sus tonterías.

— No me mires así — pidió —. Le gustas tú, no yo — aclaró.

— Claro, si hasta se bañó y peinó para impresionarte, bueno... si es que a eso se le llama peinar — añadió Dash.

Todos rieron, incluido yo en ese momento. Ese idiota decía cada locura que se formara en su cabeza y muchas veces me era imposible ignorarlo.

Era muy inseguro la mayoría del tiempo y agradecía que ellos siempre estuvieran para mí cuando más lo necesitaba. No sabía que pretendía Inoha al comportarse como lo hacía, pero me propuse averiguarlo esa noche; por eso cuando llegamos a casa y entramos en ella, la tomé de la mano y la hice seguirme.

— Oye, es de mala educación irnos y dejar a los chicos sin siquiera hablar un rato — repuso cuando vio que la guiaba para mi habitación.

— A la mierda con la buena educación — zanjé cuando la hice entrar y encendí la luz —.Y no me interesa oír a los chicos hablar sus tonterías, he tenido suficiente en la cena ¿O es que tú deseas seguir escuchándolos y tocando a Aiden cada vez que se te dé la gana? — inquirí mordaz y sus ojos se abrieron un poco más con mi pregunta.

— No lo toqué, solo lo golpeé de manera inocente — aclaró, sus labios ya no tenían labial y lo agradecí —. A ti deseo tocarte de otras maneras, sin embargo — añadió con voz seductora y se acercó a mí. Colocó sus manos en mi pecho y me acarició.

— ¿A qué estás jugando, Inoha? — cuestioné con frialdad.

Vi en sus ojos que no le gustaba cuando le hablaba así, pero no me retracté. Ella me confundía demasiado y más cuando actuaba así.

— A la cazadora y ando en busca del lobo más salvaje, no de uno que sea fácil domar — soltó. Sus caricias bajaron a mi abdomen y entreabrió sus labios para coger aire por ahí.

No me esperé esa respuesta y menos su actitud en ese instante, me estaba seduciendo y se le daba muy bien.

— ¿Lo has encontrado? — inquirí. Su mano llegó a la cinturilla de mi pantalón y supe su intención cuando la quiso meter dentro de ellos, pero la cogí de la muñeca y la detuve.

— Ahora sí — repuso con una sonrisa perversa en el rostro.

Su voz tuvo el mismo efecto en mí, que el canto de una sirena para un navegante y solté su mano dejando que siguiera su camino.

Quería un lobo salvaje, iba a dárselo.


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