O8. Traición.
Los recuerdos más especiales en la memoria de un gran rey, principalmente se encontraban los momentos en donde podía pasar una tarde tranquila, sin la obligación de entrenamientos o presentaciones públicas, momentos del pasado en donde podía dejar de lado su corona y comportarse como un niño normal; cuando podía ser simplemente Min Yoongi, en la soledad de su habitación, y olvidarse por un momento de su posición como príncipe, en aquel entonces.
Pero por sobre todos esos recuerdos, se encontraban los momentos en donde se veía a sí mismo disfrutando de una tarde familiar junto a sus padres, sin ningún guardia o trabajador a su alrededor, como una familia común y corriente. Esos eran los recuerdos más escasos, y los que atesoraba con mayor plenitud y felicidad. Los momentos en donde podía ver con total plenitud el amor de sus padres, de forma tan pura como nadie solía presenciar.
Muy pocos y escasos momentos que si bien adoraba recordar, le llenaban de un profundo pesar en algunas ocasiones. El saber que nunca pudo disfrutar de sus padres de manera libre lo reducía a nada. Cuando vivían, amó a sus padres a pesar de todo el desvance y la ausencia de calor en su vida.
Los amaba aún años después de su muerte, pero no se sentía capaz de olvidar los largos viajes que sus padres realizaban a otros pueblos en busca de alianzas, por simples visitas o algún otro tema importante. Podía pasar días vagando por el gran palacio con la única compañía de los empleados que velaban por seguridad o se encargaban de atenderlo. Porque en aquel entonces, había podido tener los más caros juguetes del pueblo, pero ni siquiera todos ellos podían distraerlo de la aturdidora soledad que se instalaba en la zona.
De eso se trató gran parte su infancia, disfrutar todo el tiempo posible junto a los reyes que tenía como padres, y luego intentar distraer su mente en cualquier otra actividad al volver a encontrarse solo.
Su infancia fue bastante solitaria, a excepción de pequeños momentos de alegría junto a las personas que le dieron la vida, y de los cuidadores o institutrices que pasaron por el castillo con el único fin de brindarle conocimientos.
De pequeño, solía recorrer todos los pasillos del templo una y otra vez, hasta cansarse. Nadie conocía mejor el lugar que él, gracias a sus incontables paseos de ida y vuelta, de arriba hacia abajo en toda la zona. Los muros del castillo habían sido lo único constante a lo largo de su vida.
Eso hasta que tuvo el valor de escabullirse hasta los grandes jardines del lugar, luego de tener una discusión con su padre sobre lo que tenía o no permitido hacer. El laberinto que ocupaba una parte del jardín siempre fue algo que le generaba curiosidad, pero nunca pudo llegar a recorrerlo gracias a la paranoia de su madre. Sin embargo, con solo poner un pie en la entrada del lugar, la increible sensación que pudo experimentar no pudo ser mejor. Tener por fin lago de libertad, por más mínima y secreta que haya sido logró sobrepasarlo en todos los sentidos.
Sin premeditarlo mucho, corrió por todos los pasillos que saltaban a la vista, riéndose, gritando de euforia y saltando en algunas ocasiones. Terminó resbalando múltiples veces, y la fina tela de sus ropas se ensució, mucho. Ese día, la caer el sol, seguía sin encontrar la salida del laberinto en el que se encontraba atrapado.
Con hambre, las rodillas raspadas, el rostro y la vestimenta sucia vagó por los pasajes de tonos verdes que se le hacían interminables, pero nunca se sintió más vivo.
Nunca se sintió más vivo, estaba feliz, sin embargo, no tenía a nadie para compartir la hermosa sensación que florecía en su interior. Se sentía libre, pero seguía rodeado de pura soledad.
Cuando los rayos del sol desaparecieron por completo, dándole paso a la oscura noche, las ganas de continuar buscando la salida desaparecieron, pensando que quizás alguien iría a buscarlo.
La sensación de alegría fue aplacada por una el frío del ambiente. Sin más que hacer, se sentó en el suelo y esperó, quizás por muchas más horas de las que pensaba, y nadie llegó por él.
Él quería ser normal y tener muchos amigos, como los niños del pueblo. Quería ir a la escuela o salir a los parques, poder hacer algo más con sus padres aparte de las cortas y muy poco frecuentes tardes en familia.
Si pertenecer a la familia real significaba pasar toda la vida sin compañía, él ya no quería ser un Min.
Yoongi solo quería ser tan normal como el chico que en aquel momento lo miraba desde la distancia dentro de aquel laberinto. Nunca había hablado con un niño, así que la curiosidad lo despertó de repente, y ambos caminaron hacia el otro.
El pequeño desconocido parecía un poco más bajito que él, tenía una piel ligeramente bronceada y los cabellos azabaches, con ojos razgados y una mirada tierna, extendió su mano hacia Yoongi, y habló:
-Soy Kim JaeWook. Mi mamá dice que debo presentarme así, pero no me gusta que me digan "Kim", por favor solo llámame JaeWook.
Sus inexistentes dotes para socializar con la gente le impidieron corresponder al apretón de manos, sintiéndose ligeramente intimidado a pesar de que 'JaeWook' se veía por poco menor.
Se sorprendió cuando no hubo ninguna reverencia a en su presentación, ningún tono de respeto de más o algún cumplido para intentar caerle bien. En ese momento pensó que se debía a su imagen desaliñada y sucia.
-Soy Yoongi - respondió con simpleza, forzando un intento de sonrisa, a pesar de que quería irse corriendo. El niño se quedó en silencio unos segundos antes de inclinar su cabeza con una sonrisa apenada ante la corta y escueta respuesta que recibió.
-Creo que no te sientes cómodo conmigo en tu entorno. Te dejaré solo, entonces. Fue un gusto conocerte, Yoongi - luego de sacudir su pequeña mano, se dio la vuelta y caminó hacia el lugar por el cual había llegado.
El pequeño Min abrió sus ojos y corrió para detenerlo, negando con una expresión de disgusto en el rostro. Tuvo que pensar claramente durante unos segundos antes de decir:
-No te vayas. Llevo mucho tiempo aquí y no sé cómo salir... ¿Me ayudas a salir?, Puedo invitarte a comer pastel de calabaza después, si quieres.
Y ese día, en ese momento, dos chicos de apenas diez y once años encajaron perfectamente. Cuando lograron salir del laberinto, luego de ser encontrados por Jeon JungSun, el trabajador encargado de cuidar los jardines los encontrara, comieron galletas a pesar del gran regaño que recibió Yoongi frente a su nuevo amigo, quien en ese momento se dio cuenta de que puesto tenía el niño pálido en la sociedad, más sin embargo, no pareció importarle en ese momento.
Con el pasar de los años, crecieron juntos, volviéndose tan cercanos como dos hermanos. El heredero al trono de Daechwita, con el hijo del general de la guardia. Una amistad verdaderamente pura en sus mejores momentos. No había quien lograra separar a Kim JaeWook y Min Yoongi.
Hasta que la oscuridad corrompió a uno de ellos.
Hasta que la traición empezó.
Hasta que la lealtad se rompió.
Porque el tiempo pasa, y con él, las personas cambian.
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Creo que actualicé en un horario decente.
Sé que dije que no tardaría mucho en actualizar, pero tengo la sensación de que los dejé esperando más, de una u otra forma.
Aún no termino de estar conforme con este capítulo, pero me ví en la necesidad de por qué Yoongi tiene tanta confianza depositada en JaeWook.
Yoongi tuvo una infancia dura y solitaria, casi mágicamente JaeWook apareció y ya no pasaba la mayor parte del tiempo solo. De una forma u otra, JaeWook es alguien MUY importante en la vida del actual rey, quizá tanto como lo son sus padres.
Hablando de los señores Min, ¿Qué piensan sobre ellos y sobre la actitud que tenían con su hijo?
Me encantaría saber sus opiniones.
Este capítulo es mucho relleno, lo sé, pero tampoco quería desaparecerme antes de que acabe el año. Ya tengo planeado el próximo capítulo, y estoy pensando en terminarlo para el 31 de diciembre, pero no puedo prometer nada JAJAJAJAJA
¿Pueden creer que ni siquiera he terminado las dos historias de omegaverse-manadas que tengo y ya tengo otra planeada? ¡Wuuuuu!
Iniciar historias y actualizar lento is my passion.
Mrks, les cuento. Me pegué con unos vídeos de juegos otome (interactivos) que para que les digo. Estoy amando "El secreto de Henri".
Pero bueno, no me voy a instalar más porque sé que nadie comenta estas notas, así que me despido JAJAJA
Gracias por leer 🌺
-Dovely/DiMo.
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