Capítulo 8

Cuando me dijeron que tendría que cuidar a las gemelas por más de tres horas... Comencé a temer por mi vida. Inmediatamente, supe que sería la oportunidad perfecta para que me asesinaran y escondieran mi cadáver en el jardín, así, con el paso del tiempo, yo me convertiría en la protagonista de algún creepypasta sobre gemelas diabólicas ¡Y no exagero! Lily y Cherry no son niñas, son unos demonios.

Creí que al momento en que nos dejaran solas, ellas comenzarían a hacer estragos por toda la casa, sin embargo... Estaban sospechosamente tranquilas.

Lily, abrazando su mantita, se acostó al sofá para ver Disney Junior.

— Tengo hambre, Bandita. — Me dijo Cherry.

— Calentaré la cena, quédate aquí con tu hermana y, por amor a Satán, no se vayan a ninguna parte ¿Entendido?

Ella asintió, pero sé que su buen comportamiento era sólo una fachada. Desde un principio, estaba esperando el ataque, no me puedo fiar de esos engendros del mal.

Me fui a la cocina y busqué en el refrigerador los envases de comida que Frank había reservado para nosotras, y mientras ponía el primero en el microondas, comencé a buscar los platos en la alacena. Cuando serví el primer plato y puse a calentar el segundo recipiente, no pude evitar echar un vistazo a la sala; las vi mirando la televisión como dos niñas buenas.

« ¿Será posible?». Me dije. « ¿De verdad dejarán de ser odiosas y se portarán bien?».

Después de servir los tres platos de comida, los coloqué en el comedor, al igual que los cubiertos, y llamé a las gemelas mientras buscaba unos vasos para servir algo de jugo de manzana, y ¡Sorpresa! No escuché una respuesta de su parte.

— ¡Lily! ¡Cherry! — Llamé de nuevo, poniendo los vasos de jugo sobre la mesa.

Una vez terminada mi labor, me asomé al umbral que conecta con la sala ¡Y ellas ya no estaban allí!

— ¡Niñaaas! — Las llamé otra vez, recorriendo toda la planta baja. Al no encontrarlas, decidí subir. — ¡CHERRY! ¡LILY! — Abrí la puerta de su habitación, pero tampoco las encontré allí.

«Si están en mi habitación...». Me dije. «Las voy a lanzar por la ventana».

Al abrir la puerta de mi cuarto, tampoco las encontré.

La habitación de nuestros papás está cerrada con seguro. Entonces... ¿Dónde pudieron haberse metido esos dos demonios?

Cuando bajé las escaleras de regreso, me encontré con un completo C-A-O-S.

¡Lily y Cherry soltaron a los perros y ahora todos corren por toda la sala!

— ¡Suelta, Lois! — En medio del bullicio, Lily peleaba con Lois porque tenía su estúpida manta atorada en el hocico y no la quería soltar por nada del mundo. — LOOIIISSS, SE LO VOY A DECIR A BANDITA.

Bucket y Kusty se subieron al sofá, y Cherry... A Cherry la voy a matar... Tiró uno de los platos servidos al suelo, no sólo hizo un desastre sino que ahora Bela, Peppers y el "perro de mis pesadillas" están comiendo de él.

Se preguntarán; ¿Quién es el perro de mis pesadillas?

Bien, creo que no he presentado con suficiente rigor a Wolfie. En realidad no he hablado de él; es el único macho entre los seis perros que tiene Frank y es un maldito gran danés que es como de mi altura ¡Es un monstruo! ¡Da mucho miedo! Es el que más he evadido... Con los otros puedo lidiar a medias, o al menos con Bela, porque los cuatro restantes no me hacen ni el más mínimo caso. Pero Wolfie... El sólo hacer contacto visual con Wolfie me hace sentir como si estuviese a punto de ser descuartizada y devorada.

Y como las gemelas saben que no me gustan los perros, por supuesto que los iban a soltar.

— Banditaaaa. — Lily vino hasta mí, llorando. — ¡Lois me quitó a Munnchy!

— Bueno ¿Y a mí qué me importa? — Respondí con indiferencia, perdiendo la cabeza de sólo pensar que aún no han pasado ni dos horas. — Es tu culpa; tú y tu hermana soltaron a los perros ¿O no?

No esperaba arreglar nada con hablarle de esa manera, pero tampoco esperaba que a ella no le bastara con llorar como una magdalena y terminara haciendo todo un berrinche, poniéndose a gritar, llegando a un tono agudo tan insoportable que creí que mis tímpanos, junto con todos los vidrios de la casa, se romperían.

El grito de Lily hizo que Cherry viniera, y antes de que yo pudiera decir algo, golpeó a su hermana para hacerla callar. Lily no pudo dejar las cosas así y le jaló el pelo a Cherry. Cherry mordió a Lily y, a continuación, se tiraron al piso; comenzaron una estúpida pelea a muerte y, de fondo, los perros haciendo lo que se les viniera en gana. Bucket (o Kusty) se hizo pipí sobre el sofá, y no pienso limpiarlo.

— ¡Déjala, Cherry! — La tomé de la cintura para levantarla, ya que ella estaba ganando la pelea, sometiendo a Lily debajo de ella. — ¡Cherryyyy! — Pero me cuesta levantarla, porque ella no para de lanzar puños y patadas.

Entonces, cuando por fin pude levantar a Cherry, Lois se le tiró encima a Lily, y casi gritó de nuevo, pero no lo hizo sólo porque pudo recuperar su estúpida manta, pero Lois no deja de lamerle el rostro, qué asco.

— ¡¿Por qué hicieron esto?! — Les grité. — ¡¿Por qué parecen querer empeñarse en joderme la paciencia?!

— Es divertido. — Cherry se encogió de hombros, antes de soltar una risa y querer darse la vuelta para dejarme sola en medio de la catástrofe, pero yo la tomé de la muñeca antes de que hiciera tal cosa.

— ¡Ay, me lastimas! — Se quejó ante mi agarre.

— ¡¿Por qué lo hiciste?! — La sacudí un poco. — No sé cómo van a hacer tú y tu hermana, pero van a devolver a esas bestias a su habitación.

— ¡No! — Logró escapar de mí e ir corriendo escaleras arriba.

Rodé los ojos y solté un suspiro exhaustivo.

— Bueno, Lily. Parece que sólo quedamos tú y... — Cuando volteé al sitio donde la dejé, ya no estaba. — ¡¿Lily?!

— ¡Estoy aquí!

Al girarme y avanzar unos cuantos pasos, la encontré parada sobre una silla del comedor, justo detrás del perro gigante del infierno. Estuve a punto de decir un "¿Qué diablos piensas hacer?" pero antes de poder pronunciar la primera palabra, ella, como si Wolfie fuera un caballo, se trepó bruscamente encima de él y claro que al perro no le gustó eso y se la sacudió de encima, tirándola al suelo, creí que se pondría a llorar, pero en vez de eso, quiso volver a intentar a subirse al perro, así que Wolfie salió corriendo... Es sorprendente ver a semejante perrote huyendo de una niña tan pequeña... Creo que incluso comienzo a sentir lástima por él.

Ya que las gemelas no están dispuestas a regresar a los perros a su lugar, decidí armarme de valor y hacerlo yo por mi cuenta. Me encaminé hasta el armario con artículos de limpieza y saqué una escoba, para usarla como defensa para que ninguno se me tire encima.

Me propuse comenzar con el más pequeño para luego lidiar con los más grandes. Primero fui por Peppers, quien se puso a jugar con uno de los juguetes de entre el desastre que suelen dejar las gemelas en la sala.

Acerqué la escoba a Peppers, empujando suave para que avance por su cuenta hasta la puerta de su cuarto, pero en vez de eso, se iba corriendo en dirección contraria, así que tuve que corretearla por toda la casa hasta que comenzó a morder la escoba, pero yo no me detuve y seguí luchando, pensando en que todavía faltan CINCO más ¡¿Por qué Frank tenía que tener toda una perrera?! Muchas personas tienen como máximo tres perros, y sigue siendo mucho.

Corretear a Peppers no sirvió para nada, sólo me trajo un desgaste físico, pero al menos Bela, con su clásica lentitud, comenzó a perseguirme. Quise hacer el experimento de ver si ella me seguía por su cuenta sin necesidad de luchar y, de hecho, lo hizo; pude llevarla a la habitación sin problemas.

La habitación de los perros es más espaciosa de lo que pensé; tiene sus camas con sus respectivos nombres, comida, agua y muchos juguetes.

— Woah. Tienen un lindo lugar aquí.

« ¡¿Por qué demonios hablo con un perro?!». Pensé de inmediato.

Bela ladró en respuesta, acercándose a olfatear mis pies, como ya parece ser costumbre.

— Bueno, adiós. — A pesar de seguir sintiéndome tonta, volví a hablarle y rápidamente dejé la habitación.

Cuando me digné a buscar a los demás, escuché un ruido desde el segundo piso, así que dejé mi labor con los perros de lado un momento para subir a ver qué están haciendo las mocosas ahora. Nunca tuve tantas ganas de dividirme para estar en dos sitios diferentes a la vez; así una Bandit lidiaría con las bestias y la otra lidiaría con los perros.

— ¡¿Y ahora qué?! — Alcé la voz mientras subía las escaleras, sin darme cuenta sino hasta que llegué arriba, de que Lois subió detrás de mí. — Y tú vete, shu. — Ella no me hace caso, por supuesto.

De nuevo, las gemelas no estaban en su cuarto ¡Pero sí en el mío! Las encontré columpiándose en mi mueble colgante... Peleándose. Lily trata de empujar a Cherry.

«Te odio, Gerard Way». Me dije. «"Bandit estará bien", "Bandit es responsable"... Seguro está pasándola de lo lindo con Frank mientras que yo estoy aquí, planeando mi suicidio».

Al sonido de las voces chillonas discutiendo, se le unió el sonido de mi celular. Estuve dispuesta a colgar si se trataba de alguien que no fuera mi papá, pero me retracté de la idea sólo porque el nombre en la pantalla era el de mi madre.

— Hola, mami. — Atendí. — Estoy muy feliz de que me llames, pero realmente no creo que sea el momento.

¿Estás ocupada?

— ¡Oooohh! ¡Bandita! — Cherry se levantó rápido y corrió hacia mí. — ¿Es tu mami? ¿Puedo decir hola?

— ¡No! — Susurré para Cherry, alejando el teléfono para que mi mamá no escuchase.

— ¡PERO BANDIT!

¿Qué fue eso? — Escucho preguntar a mi mamá. — ¿Estás con las hijas de Frank?

Sí... Ahora soy su niñera... No me está yendo bien, por si te lo preguntabas. — Alegué, luchando contra Cherry porque intenta treparse en mi espalda y arrebatarme el celular, mientras tanto, Lois comienza a explorar mi cuarto, y yo sólo puedo rogar que por favor no se suba a mi cama.

¿Y dónde está tu papá?

— Él y Frank salieron a una cita.

¿Y sólo pensaron que sería una buena idea dejarte sola en casa a cargo de dos niñas pequeñas? Cuánta responsabilidad... — Ironizó.

— Eso pensé. Si te soy sincera, ha sido horrible, quiero amarrarlas a una silla y dejarlas en el sótano.

— ¡Bandit mala! — Sentí cómo Lily me lanzó un cojín, pegándome justo en la cabeza. — ¡Se lo voy a decir a mi papá!

¿Te das cuenta de que Gerard está siendo un desconsiderado? — Dice mi mamá, mientras yo sigo tratando de ignorar lo que sucede a mi alrededor. — Quiere vivir en una maldita luna de miel con su novio mientras que tú te encargas de una responsabilidad que no te concierne. Di lo que quieras, pero esta vez no puedes defender a tu papá, Bandit; sabes que está haciendo mal.

— Bueno... — Camino hasta mi cama, recostándome lentamente. Las dos odiosas no dudan en acostarse junto a mí. — Es s-sólo por esta noche.

¿Cuánto tiempo tiene tu papá de embarazo? — Esa pregunta tan fuera de lugar me descolocó un poco.

— Casi tres meses... ¿Pero qué tiene que ver eso con el tema?

Si es así ahora... Imagínate dentro de unos meses más, cuando esté tan embarazado que no pueda ni ver sus propios pies, cuando necesite paz y los cuidados de su "Frankie". — Pronuncia su nombre con cinismo. — ¿Quién crees que va a tener que cuidar a las gemelas entonces? ¿Y qué tal si de repente la semana que viene se les ocurre volver a salir de noche? Y luego el siguiente fin de semana... Y cuando les dé la gana.

¿Qué es lo que estás insinuando?

No insinúo nada, sólo te estoy diciendo una verdad irremediable, la cual es que ésta no será tu última noche como niñera, habrá más de ellas y cuando el embarazo de tu papá avance, serán días enteros en los que tendrás que hacerte cargo de unas mocosas que no son nada tuyo... — Sé que no es su intención hacerme sentir mal, pero realmente lo está logrando. — ¿Y qué tal si algo sale mal? ¿Qué pasa si una de las niñas se lastima estando a tu cargo? ¿Quién crees que pagará las consecuencias?

— No había pensado en eso... — Admito con algo de dificultad.

— Nena, por supuesto que no lo hiciste, porque no sabes cómo lidiar con perder tu lugar en la vida de tu papá.

— No he perdido mi lugar.

— ¿Tú crees? Porque a mí me parece que pasaste de ser la niña de papi a ser la cuidadora oficial de las gemelas... Imagínate cuando nazca el otro bebé; el trabajo será más pesado porque tendrás que responsabilizarte por tres niños... Y todo para que Gerard sea feliz con su amante, ¿Y aun así sigues pensando que él todavía se preocupa por ti? Es decir... ¿Siquiera se molestó en preguntarte si de verdad querías cuidar a esas niñas?

Él... Sólo dijo que confiaba en que soy responsable.

Por supuesto que sí. — La escuché resoplar, se me hizo inevitable imaginarla rodando los ojos. — ¿Ya ves por qué estarás mejor conmigo? Yo nunca haría nada sin tu consentimiento, ni te pondría a cargar con responsabilidades que no son tuyas. Pobrecita, te llamé para saber qué tal te ha ido esta semana en tu nueva escuela y al final te encuentro estresada por toda esta mierda. Es injusto.

Pero mamá... Mi papá siempre me ha cuidado, todos los días. Siempre ha estado para mí, en todo momento, dejándome claro que soy su prioridad. Eso no puede cambiar de la noche a la mañana.

Las prioridades de las personas pueden cambiar... Como ejemplo están las de tu papá.

— ¿Y qué hay de las tuyas?

Oye... Sé que no quisiste quedarte conmigo porque piensas que paso mucho tiempo fuera de casa y que trabajo demasiado. Es cierto, no te lo puedo negar. Pero la música y el arte son mi vida, no podría dejarlo, y tú amas mi trabajo ¿No es así? — Hice un ruido de afirmación. — Y a pesar de todo, siempre reúno algo de tiempo para llamarte cuando estoy lejos, y eso es porque me importas muchísimo; quiero cuidarte y estar pendiente de ti aunque sea a la distancia. No sabes lo culpable que me siento muchas veces por tener que perderme de algunos de tus cumpleaños o festividades que se supone que son para pasarlas en familia, me siento mal porque has de pensar que soy una mala madre, por eso siempre he tratado de hacerte saber que pienso en ti, por eso te llamo o te envío regalos ¿Alguna vez te he fallado en eso? Tú siempre has sido una de mis prioridades y lo seguirás siendo.

Mamá, siempre he apreciado que estés al pendiente de mí, ¿Recuerdas cuando cumplí ocho? Fue la única vez que me enojé contigo porque creí que habías olvidado mi cumpleaños, pero no lo hiciste; me enviaste una bicicleta y una postal disculpándote por no haber estado aquí. No eres una mala madre.

¿Y si lo sabes por qué no estás aquí conmigo?

La pregunta, y la forma algo tosca en la que fue formulada, me dejaron sin ninguna respuesta; básicamente entre la espada y la pared.

— N-No creo que sea el momento para hablar de eso. — Usé como excusa el que las gemelas ya se pusieron a saltar en mi cama. — Me tengo que ir ¿Sí? Debo sacar a las gemelas de mi cuarto.

Una cosa más, Bandit... Recuerda que mi gira terminó. Estaré súper disponible para ti por unos meses... Meses que tú pasarás sola, sin la atención de tu padre. Yo que tú, pensaría muy bien con quién quisiera estar, porque no me parece justo estar yo aquí sola y que tu papá te tenga con él sólo por capricho, porque ni siquiera te presta atención ahora.

Te llamaré luego, mamá.

Antes de escuchar una respuesta, colgué inmediatamente.

Comencé a sentirme mal.

Jodidamente mal.

¿En serio mi papá me quiere aquí sólo para que cuide a las niñas y ya? ¿Esa es mi "labor" ahora?

Hasta hace unos minutos pensé que tendría que hacerlo sólo por esta noche, pero la idea de tener que cuidar a las gemelas de nuevo en el futuro y con más frecuencia no suena tan descabellada. Y realmente siento que con haberlas cuidado esta noche es más que suficiente y no quiero tener que pasar más tiempo con ellas.

Inspiré hondo, conteniendo las ganas de llorar que me provocaron las palabras de mamá.

— Volvamos abajo, niñas. — Les dije seriamente, tomando asiento para levantarme. — Comerán algo y luego se irán a dormir ¿Me entienden?

No escuché ninguna respuesta sino hasta que me levanté y avancé unos tres pasos. Pero la respuesta tampoco fue la esperada; las dos gritaron asustadas.

— ¡¿Y ahora qué diablos les sucede?! — Me di la vuelta. — ¿Por qué gritan...? — Abrí los ojos desmesuradamente al ver a las gemelas mirando aterradas una mancha de un desagradable color rojo oscuro extendiéndose en mis sábanas. — ¿Qué...?

— ¡Bandita mira tu pantalón! — Exclamó Cherry.

Fui a pararme frente al espejo de cuerpo completo. Me di la vuelta y entonces pude notar mis pantalones manchados de sangre.

Todas mis amigas de la escuela (en Los Ángeles) tuvieron su primera menstruación el año pasado, incluso antes. Yo, como siempre, me quedé atrás. Cumplí trece y aún seguía esperando mi maldito periodo... ¡¿Pero por qué justo HOY tenía que llegar?!

— Bandita... — Lily se acercó tímidamente, con la voz temblorosa, a punto de ponerse a llorar, puedo notar en la cara de Cherry que también está asustada. — ¿Te duele?

En realidad no duele nada, no siento absolutamente nada, por eso ni siquiera me di cuenta de que estaba menstruando sino hasta que ellas vieron la mancha. Sin embargo... Tienen miedo... Y parece que esta es la única forma en que pueden estar tranquilas.

— ¡Sí! — Hice una fingida mueca de dolor, sosteniendo mi abdomen. — ¡Duele muchísimo!

— ¡¿Quéeeee?! — Cherry se levantó rápido de la cama. — Bandita ¿Qué tienes?

— ¡Tengo una hemorragia! 

— ¡No sé qué es una "hemonargia"! ¡Cherry! ¿Qué vamos a hacer? — Preguntó Lily.

— Creo que Bandit se va a morir, Lily.

— Niñas... — Para agregarle más dramatismo, me senté en el suelo, recostándome boca arriba lentamente, como si desfalleciera. — Deben llamar a nuestros papás para que vengan rápido. — Marqué en mi teléfono el número de Frank y se lo di a Cherry. — Por favor, dile que vengan rápido.

— ¡Bandita, no te mueras! — Lloriqueaba Lily.

— ¡Papi! — Chilló Cherry al celular. — ¡Papi, ven! ¡Es una "embergencia"! — Tuve que poner se mi parte para contener la risa. — ¡Sí! ¡Lily está llorando porque a Bandit le pasó algo! ¡Ven rápido!... VEEEEEN. — Gritó muy fuerte, para luego colgar.

— Niñas, necesito que hagan otra cosa por mí.

— Okay, pero no te mueras. — Dijo Cherry.

— Necesito que regresen a los perros a su habitación.

Dije la palabra "perro" y Lois se acercó a mí. Al verme en el suelo, comenzó a lamerme y creí que me desmayaría.

— ¡Y quítenme a Lois de encima! — Dije alejando al insistente animal.

— ¡Pero Bandita! ¡Es im-po-si-ble! — Respondió Cherry, jalando a Lois intentando alejarla de mí.

— Así como los hicieron salir, los pueden regresar adentro. — La fulminé con la mirada.

— ¿Y qué hay de Wolfie? ¡Él es del tamaño de una montaaaña!

— No me interesa. Tienes que hacerlo ¡Ah! — Lancé un falso alarido. — Niñas cada vez duele más, siento que moriré pronto y si no se encargan de los perros moriré más rápido ¡Por favor! ¡No me dejen morir!

— Pero...

— Y como mi muerte técnicamente será su culpa... Voy a aparecer en forma de fantasma y las voy a asustar todas las noches.

— No me asustan los fantasmas. — Dicho Cherry con ínfulas de superioridad.

— ¡Pero a mí síiii! — Replicó su llorona hermana.

Las dos, acompañadas de Lois, salieron de mi cuarto para irse a la sala.

«Me voy a ir al infierno». Me dije, ya que estoy jugando con el miedo de dos niñas pequeñas, pero ellas irán al infierno también por hacer lo posible para molestarme a propósito.

Me quedé acostada en el frío suelo, sólo porque no quiero manchar más mis sábanas, y de paso no puedo hacer absolutamente nada porque no estaba preparada con toallas sanitarias ni nada. Pensé en darme una ducha en lo que mi papá y Frank vuelven a casa, peeero, se me ocurrió que las gemelas podrían hacer algún otro destrozo que probablemente yo tendría que correr a solucionar.

Después de lo que pareció una eternidad, escuché pasos subiendo las escaleras.

— Bandit no se va a morir, Lily. — Pude detectar la voz de Frank. — Lo que le está pasando es normal en las niñas grandes.

— ¿También me pasará a mí?

— Sí, cariño. Y a tu hermana también.

— ¡A mí no! — Exclamó Cherry, indignada. — ¡Qué asco!

A pesar de que la puerta de mi cuarto está abierta y sólo por eso pude escucharlos venir, mi papá es el único que se asoma, dando golpecitos en el marco para llamar mi atención, y agradezco eso, porque no quiero una reunión familiar sobre mi periodo ¡Qué nasty!

— Espero que tu noche haya sido buena. — Le dije, observando cómo se arrodilla junto a mí. — Porque la mía ha sido un asco, como ves.

— Mi noche ha sido más que buena. — Fruncí el ceño al notar el sonrojo en sus mejillas. — Pero ya tendremos tiempo de hablar sobre eso. Ahora, iré a la tienda de veinticuatro horas más cercana y te compraré unas toallas sanitarias, no tardaré nada, ¿Okay? — Asentí. — Además... — Su sonrojo se extiende desde sus mejillas hasta el resto de su cara. — Ahora que oficialmente has entrado a la pubertad, tenemos que tener "la charla".

— ¡¿Qué?! — Ahora yo me sonrojo igual que él. — ¡No! ¿Qué dices? No quiero tener "la charla" contigo.

— ¡Pero Bandit! Es necesario que tengamos "la charla".

— Créeme, en la escuela he aprendido lo suficiente, y Wattpad sólo ha reforzado esos conocimientos. Así que no es necesario que tengamos "la charla". Es lo mejor para los dos.

— Quiero que desinstales esa aplicación, está acabando con tu inocencia. — Me hizo reír.

— Ya ve a comprar las cosas, me estoy desangrando aquí.

— Sí, okay, tienes razón. — Se levantó y caminó hacia la puerta. — Por cierto... — Dijo antes de irse. — ¿Qué clase de cosas les dijiste a Lily y a Cherry como para que pensaran que estabas muriendo y que agonizabas de dolor?

— Si inducirles miedo era el único recurso que tenía para lograr que no pusieran la casa patas arriba, tenía que utilizarlo.

— ¿No te has conectado con ellas? ¿Ni un poquito?

— Quizás nunca lo haga, así que mejor no esperes que eso suceda.

Lo vi suspirar con un poco de tristeza.

— Oye papá... — Lo detuve cuando ahora sí se iba.

Aún hay algo rondando en mi cabeza... Y son todas las cosas que mi mamá me dijo por teléfono.

Quise preguntarle: "¿Me trajiste aquí sólo para que cuide a las niñas mientras que tú estás con Frank?", "¿He dejado de ser tu prioridad?", "¿Ya nada será como antes entre nosotros?".

Pero sólo me mordí el labio inferior y dije:

— N-No es nada... — Traté de sonreír. — Olvídalo.

Por suerte, él me devolvió la sonrisa y se fue sin decir nada.

Me abstuve de hacer todas esas preguntas... Sólo porque tuve miedo de que la respuesta a cada una de ellas fuera un "sí". Y es algo con lo que no podría lidiar. No quiero que mi papá me dé razones para irme con mamá porque es con él con quien quiero estar.

...

La tienda más cercana está como a tres cuadras de la casa, por lo cual mi papá no tardó prácticamente nada en volver con las toallas íntimas.

Por pura vergüenza de que mi papá viera mi ropa interior y pantalón ensangrentados, yo misma fui a lavarlos al sótano, que es donde Frank tiene la lavadora y secadora. Es la primera vez que lavo yo misma mi ropa (tuve que buscar un tutorial en YouTube, así es). Y sé que desde ahora, gracias a la Señora Pubertad, tendré que acostumbrarme a hacer yo misma mi propio trabajo de lavandería.

En fin, después de terminar con la ropa, consideré que ya había sido un día muy largo, lleno de emociones y actividad física agotadora, por lo que me encontraba extremadamente cansada, tanto así, que por esta noche, no cumpliría con mi rutina de leer hasta el amanecer los fines de semana.

Me metí en mi cama de sábanas limpias (ya que tuvimos que cambiar las manchadas), con mi cómoda pijama de Sailor Moon y una toalla nocturna en cuyo empaque se prometía "una noche de completa protección, sin derrames". Me cubrí con el cobertor y, cuando cerré los ojos para por fin tener algo de paz, escuché un golpe contra mi pared.

No traté de prestarle atención al misterioso golpe proveniente de la habitación de mi papá y Frank, pero le siguió otro, y luego escuché un casi femenino: « ¡Ah!». Seguido de otro, y otro; una sinfonía de "ah" que terminaron acallándose abruptamente, pero luego sólo se oyeron ¿Risas?

Rápidamente, me moví hacia la mesa de noche para tomar mi celular y mis audífonos. Le subí a la música para poder sentirme ajena a esos ruidos que en los fanfics han descrito bastante bien como para saber qué son...

Y mi papá dice que el Wattpad por sí solo me hará perder la inocencia. 

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