Capítulo 7

Frank's POV

El miércoles, a Gerard se le ocurrió que tuviéramos una cita el sábado por la noche. Yo estuve de acuerdo porque, después de todo, hace meses desde la última vez que él y yo salimos solos, luego nos separamos por un tiempo mientras él arreglaba los asuntos de su divorcio y la mudanza. Pensé en contratar a una niñera, pero entonces Gerard tuvo otra idea "magnífica": 

— Bandit está lo suficientemente grande como para hacerse cargo de sus hermanas, Frankie. 

— ¡No! ¡Ellas no son mis hermanas! — Exclamó ella inmediatamente, tal y como esperaba que lo hiciera. Apenas lleva una semana aquí y siento que la conozco como si fuese mía. — ¡Es imposible! ¡Me niego a estar sola con ellas! 

— Será mejor llamar a una niñera. — Sugerí otra vez. Yo sé muy bien que mis hijas no son unos angelitos, por eso estoy seguro de que Bandit no podrá con ellas. — Nuestra vecina Nina tiene diecinueve años y ha cuidado a Lily y a Cherry un par de veces, es una buena chica, podríamos llamarla y... 

— Nada de eso. — Insistió Gerard. — Será muy bueno que Bandit pase tiempo a solas con las niñas, así podrían aprender a quererse. 

— Así podrían terminar quemando la casa. — Repliqué y la risita de Bandit me indicó que estaba de acuerdo conmigo. 

— No si tomamos las medidas necesarias. — Protestó Gerard... En ocasiones como esa me pregunto cómo puedo amar tanto a un ser tan pero tan terco. — Bandit es una niña responsable y madura para su edad, creo que podría manejarlo muy bien y sé que las gemelas estarán felices de poder pasar tiempo con ella. 

— No, papá. — Dijo Bandit. — No es así, deja que Frank llame a la niñera, así ella podría encargarse de las hijas de Lucifer mientras yo estoy en mi cuarto leyendo fanfics, ahora he empezado a leer Sysack. Cada día amplío más mis ships, así es. 

« ¿De qué demonios estará hablando?». Me pregunté. « ¿Qué clase de fanfics lee la juventud de hoy en día?» 

Pero Gerard... Con la facilidad que le han dado las hormonas para enojarse, nos dijo a ambos: 

— ¡Bandit va a cuidar a las gemelas durante la cita y punto! ¡No quiero que nadie en esta casa me diga lo contrario! Y tú, Frank, quiero que vayas a la tienda y me traigas algo de helado, el que teníamos ya se acabó. 

— ¡¿En serio tengo que salir ahora?! Estás abusando de mí, pequeño gruñón.  

— Deja de quejarte. Sabes que te encanto, incluso cuando estoy de malhumor. 

— Sí... Y a ti te encanta aprovecharte de eso. — Respondí antes de tomar sus mejillas y darle un beso que tuviera el poder que hacer que estuviera contento de nuevo. 

Mientras tanto, Bandit quería inducirse el vómito allí mismo. 

Así que el sábado ya llegó y yo no puedo dejar de sentirme preocupado por el hecho de que mis hijas se queden solas en la casa con Bandit. Por suerte, mis otros bebés están en su habitación y nunca salen por la noche a menos que alguien les abra la puerta. 

— Bandit, les dejé la cena en el refrigerador, sólo tienes que calentarla en el microondas y listo, todos los objetos punzantes que puedan ser utilizados como posibles armas están guardados. El estudio de tu papá está cerrado con llave, el sótano también y... 

— Fraaaank. — Sentí a Gerard jalar mi muñeca impacientemente. — Estarán bien, vámonos. 

— Los productos de limpieza también están cerrados bajo llave. — Seguí hablando con Bandit, quien sólo asiente con aburrimiento a todo lo que digo. — Así que tampoco hay riesgo de que haya un posible envenenamiento, pero nunca se sabe. 

— ¡Frankie! — Insiste Gerard. 

— Y cualquier cosa, Bandit, puedes llamarme. Por favor, llámame ¿Sí? 

— Menos mal que estás consciente de que tus hijas son una gran amenaza. — Respondió ella. — Pero supongo que estarán bien... ¿Dónde guardas el jarabe para la tos? Leí en Internet que puede dormir a los niños durante horas. 

— ¡Gerard! — Lo miré preocupado. — ¡Tu hija va a drogar a las mías! 

— No te preocupes, Frank. Bandit sólo bromea. — Escuché una risa falsa de su parte. — ¿Verdad, princesa? 

— Ja, ja, ja. Si eso los hace sentir tranquilos... Digamos que sí. — Se encogió de hombros. 

— ¡Papi! — Cherry se asomó por la puerta. — Lily y yo nos vamos a portar muy bien ¿Verdad, Lily?

En eso, Lily apareció detrás de ella, cubierta con Munnchy, ese es el nombre que le dio a su manta favorita, la cual tiene desde que era una bebé. 

— Papi, no es cierto, Cherry SIEMPRE se porta mal. 

— ¡LILY! — Le gritó. 

— No le den problemas a Bandit ¿Entendido? — Me puse en cuclillas para llegar a la altura de ambas, luego las abracé y les di un beso en la mejilla a cada una. — Sé responsable, B. — Le dije al ponerme de pie. También le habría dado un beso a la mejilla pero sé que odia el contacto físico. 

— ¡Espero que se diviertan mucho, niñas! — Fue lo último que dijo Gerard antes de llevarme casi corriendo a buscar el auto. 

— Hey ¿Por qué tan desesperado? — Pregunto, mientras vemos abrirse la puerta de la cochera.  

— Hace mucho que no tenemos citas, estoy muy emocionado, Frankie ¿Tú no lo estás? 

— Lo estoy más de lo que crees. — Fue lo último que dije antes de entrar al auto y encenderlo. 

Durante nuestro viaje en auto, Gerard estaba muy entusiasmado por saber a dónde lo llevaría, sobre todo porque me di el lujo de conducir casi una hora hasta Teaneck por un restaurante vegano de comida asiática que me gusta mucho. Es un ambiente bastante tranquilo. 

Recuerdo que cuando éramos jóvenes solíamos ir a lugares más concurridos, de esos donde hay tanta gente, que el murmullo de todas las voces juntas no te deja conversar bien. Amábamos esa clase de lugares porque solía ir mucha gente de la escuela, y a nosotros nos encantaba presumir nuestra bonita relación incluso cuando el 30% de las personas nos miraban con cara de asco, pero a nosotros nos gustaba "asquear" o mejor dicho, impresionar a la gente, el hecho de que para la mayoría de las personas una relación homosexual fuera un tabú en aquel entonces, volvía más divertido el hecho de caminar de la mano o irnos por lo más hardcore y besarnos y tocarnos en público. 

Pero ahora las cosas han cambiado, nosotros hemos cambiado; somos adultos y somos padres, estamos prácticamente todo el día con unas gemelas que parecen ser mi karma por todas las veces que me porté mal de niño y saqué de quicio a mi madre, y una adolescente hormonal que suele gritar con sólo ver una nueva foto de algún tipo que esté en una banda. Así que... Con tanto ajetreo en nuestro día a día, lugares donde podamos estar en paz y conectarnos el uno con el otro como pareja, se convierten en una necesidad. 

Además... Esta noche es bastante especial y Gerard no lo sabe porque, después de todo, fue él quien propuso que tuviéramos una cita, pero luego yo hice mis propios planes. 

Llegamos al restaurante, y mientras confirmaba nuestra reservación, Gerard estaba embelesado observando el estanque de peces koi, viéndose, como siempre, malditamente adorable, aunque él mismo no lo crea. Esta tarde estaba diciendo que se veía horrible porque porque ya le estaban creciendo raíces castañas en su cabello teñido de negro, y no puede teñirse mientras está embarazado. Yo, la verdad, consideré que exageraba, realmente no se veía nada distinto, o tal vez, no sé, tengo la teoría de que mis ojos fueron hechos para nunca encontrarle un solo defecto a Gerard. 

— Me gusta mucho este lugar. — Dijo después de que una camarera nos entregara nuestro respectivo menú. — Es acogedor.

— Lo sé... ¿Crees que deberíamos llamar a casa? ¿Cómo le estará yendo a Bandit con las gemelas? 

— ¡Frankie! — Rió dulcemente. — ¿Puedes dejar de preocuparte tanto? Estoy seguro de que Bandit lo hará bien. 

— ¿Se puede saber por qué insististe tanto en no contratar a una niñera y dejar que una niña de trece años se hiciera cargo de dos pequeñas de cinco? 

— Porque quiero que Bandit y las gemelas aprendan a quererse, eso es todo. Y pienso que para ello es necesario que pasen más tiempo juntas ¿Entiendes? Sólo deseo que se quieran como las hermanitas que son. 

— Gee... — Estiré mi brazo para tomar su mano. — Eso pasará algún día, pero todavía es muy pronto, apenas ha pasado una semana desde que llegaste con Bandit, dale tiempo para acostumbrarse. 

— Tienes razón, Frankie... Yo sólo... Estoy preocupado desde que ocurrió aquel drama en la tienda de muebles, cuando Cherry mordió a Bandit, las cosas no han mejorado desde entonces y está claro que las gemelas se sienten desplazadas al ver la atención que le das a Bandit para que se sienta cómoda. Sólo... Deberíamos dejar que pasen más tiempo con Bandit para que la vean como su hermana y no como una amenaza. Pero claro... Bandit tampoco está muy dispuesta a colaborar con eso, aquí que por eso tomé la medida de dejarlas solas. 

— ¿Y tú crees que Bandit se siente desplazada también? 

— Ya hemos hablado al respecto, y Bandit es comprensiva, como ya te he dicho varias veces, es muy madura para su edad, así que ya está lo suficientemente grande como para saber que ahora tiene que compartir mi atención con sus hermanas. Ella puede entenderlo fácilmente, pero dudo que las gemelas lo hagan porque son muy pequeñas todavía.

— A pesar de que creo que estás un poco loco. — Frunció el ceño adorablemente. — Me encanta que tengas tanta iniciativa en crear un hermoso hogar uniendo nuestras familias, pero todo será a su tiempo ¿Sí? 

— Lo sé... Es sólo que no puedo esperar... Esto es lo que siempre quise, Frankie. 

La camarera se acercó a nuestra mesa para preguntar si estábamos listos para ordenar. Gerard pidió chow mein de pollo vegetal y yo pedí arroz con carne de soja agridulce, salteada con garbanzos y vegetales. Este restaurante se convirtió en uno de mis favoritos desde que decidí volverme vegano, porque me enamoré de lo bien que preparan los substitutos de carne y pollo hechos con seitán, tofu, y carne de soja.

— No sé por qué, pero cuando vi la sección de comida india en el menú, recordé un poco a Lindsey cuando estaba embarazada. — Comentó mientras esperábamos por la comida. — Solía tener antojos por la comida india súper condimentada al principio. Comió curry hasta que le comenzó a dar mucho asco, tanto así, que a estas alturas le sigue causando náuseas. Creo que eso me sucederá con el helado de fresa; he estado comiendo demasiado helado de fresa. 

— Me encanta cuando hablas de tu embarazo. Al menos tienes algo de conocimiento de lo que podría pasar, basándote en el embarazo de Lindsey ¿No es así?   

— No tanto, porque Lindsey odiaba estar embarazada. 

— ¿De verdad? — Pregunté incrédulo. 

— Sí... Siempre tenía algo de qué quejarse. Odiaba tener que cuidarse todo el tiempo, no poder fumar la estaba volviendo loca. Cuando los meses avanzaron y comenzó a aumentar cada vez más de peso, le preocupaba más de lo normal perder su figura después de dar a luz e incluso le molestaba que Bandit se moviera mucho por las noches, cuando trataba de dormir. Digamos que para ella fue una mala experiencia o algo así ¿Por qué crees que jamás de los jamases quiso tener otro bebé?

— Dios... A Jamia le encantaba estar embarazada, y eso que esperaba gemelas. Ella estaba tan radiante... Casi como tú. 

— Eso es lindo. — Sonrió. — Ojalá para Lindsey hubiera sido así también. Ella... Dios, odio hablar mal de ella a pesar de que ella ha hablado mucha mierda de mí, pero... Realmente no sirve para ser madre. No tiene el don. 

— ¿A qué te refieres? 

— Ni siquiera sé si se ha comunicado con Bandit desde que estamos en Jersey, y verdaderamente lo dudo. Si cuando estábamos juntos era yo quien básicamente la obligaba a ponerse en contacto con su hija, porque si no, no se acordaba de su existencia. 

— ¡¿Qué?!

Nuestra charla fue interrumpida cuando nuestro pedido llegó. Después de darle las gracias a la camarera, haber empezado a comer y escuchar alabanzas por parte de Gee sobre la buena comida del restaurante, decidí revivir dicha conversación, porque me sorprende mucho que Lindsey sea esa clase de persona, considerando que Bandit parece quererla mucho.

— Bandit no me da la impresión de ser una niña abandonada por su madre. — Dije. — Sé que ella acepta que tú básicamente la has criado solo, pero también sé que quiere a su mamá y la admira después de todo, si no, no tendría posters de su banda y tampoco hablaría tan bien de ella. 

— Eso es porque he dejado que Bandit viva en una fantasía todo este tiempo, Frank. — Dijo mientras tomaba un sorbo de su té helado. — Ella cree que Lindsey la llamaba cuando estaba lejos o le dedicaba tiempo cuando estaba en casa porque de verdad estaba preocupada por ser una buena madre, pero la realidad es que yo tenía que suplicarle que pasara tiempo de calidad por con hija. Estando de gira, Lindsey se perdió navidades, vísperas de año nuevo y otras fechas importantes. Cuando Bandit cumplió ocho, ella estaba en Moscú y olvidó su cumpleaños porque esta vez yo no la llamé para recordárselo. Para ese momento, me estaba hartando un poco de la situación. Lindsey nunca llamó y a mí se me partió el corazón cuando vi a mi princesa llorar desconsoladamente porque su madre se había olvidado de su cumpleaños, ¿Y qué hice? Compré una bicicleta y una falsa postal de Moscú, la cual firmé como si fuera Lindsey y fingí que ella le había enviado ese regalo a Bandit, también dije que no pudo haber llamado porque su celular se había dañado o algo así. Bandit se lo creyó y la perdonó al instante... Y así ha sido siempre; yo he estado detrás de cada acto de buena madre que ha hecho Lindsey, y Bandit vivirá sin saberlo. 

Tardé en responder, me quedé perplejo un buen rato para procesar todo lo que Gerard había dicho. Sólo llegué a la conclusión de que él es demasiado bueno para este mundo... Se tomó todas esas molestias para no romper el corazón de su hija cuando bien pudo haber dejado mal a su esposa todo el tiempo; eso lo hace una gran persona. 

— Cuando Lindsey peleó por la custodia de Bandit... — Agregó. — Estoy seguro de que lo hizo porque me odia, y sabe que moriría si perdiera a mi hija. 

— Pero Bandit prefirió quedarse contigo. Porque ella te ama, y valora todo lo que haces. A pesar de todo... Siento que has criado una buena niña, y lo has hecho todo tú solo.  

— Frank, no me hagas ponerme sentimental, sabes que estoy muy sensible últimamente. — Sonrió con los ojos cristalizados. 

Entonces yo me dije a mí mismo: «Es el momento». 

Él me miró extrañado cuando me levanté de mi asiento. Se confundió todavía más cuando me puse de rodillas frente a él y tomé su mano. 

— Bien. — Empecé. — Se suponía que iba decirte esto después de que pidiéramos el postre, pero siento que este es el momento perfecto para hacerlo, además de que más adelante probablemente mis nervios aumenten. — Y efectivamente, me muero de los nervios al tener la mirada de los comensales y empleados del restaurante sobre nosotros. — Gerard Way. — Aclaro mi garganta. — Te conozco desde que teníamos doce años, y ahora que tenemos treinta y seis, puedo decir que estoy igual o diría que muchísimo más encantado contigo. Cuando tuvimos que tomar nuestros caminos por separado, sentí que la vida me había arrebatado una parte muy importante de mí. Jamia logró llenar ese vacío durante los años que estuvimos juntos, luego ella falleció y... Volví a sentir que la vida era cruel conmigo y que se empeñaba en quitarme todo lo que amo. Creí que nunca más podría volver a enamorarme... Pero de repente regresaste a mí, ofreciéndome un amor un tanto distinto, pero mucho más fuerte que antes. Porque tú y yo ya no somos los mismos; tú ya no eres aquel gordito de cabello grasoso que amaba jugar D&D y escribir historietas de vampiros, y yo ya no soy el mismo niño punk que se metía en tantos problemas que pasó la mitad de su vida escolar en detención. Somos muy distintos ahora y... Sin embargo, nos seguimos amando. 

Él mantiene su sonrisa, observándome con todo el amor que puede caber en su mirada, pero aun así, no puede evitar soltar algunas lágrimas. 

— Si pudiera volver en el tiempo para ver al Frank del pasado, y le dijera que tú y yo vamos a estar juntos hasta el final como siempre lo soñamos, no me creería... Y creo que también estaría decepcionado al ver la clase de tipo cursi en la que me he convertido, probablemente me vomitaría en la cara. — Soltó una risita. — Y ya que se cumplirá mi sueño de estar contigo hasta el fin de los tiempos... — Comencé a buscar en el bolsillo interno de mi chaqueta de cuero hasta dar con la cajita de terciopelo negro. Abrí la caja, dejando a la vista de Gerard el hermoso anillo que compré hace unos días. — Quiero hacerlo mucho más significativo pidiéndote que te cases conmigo. 

Sus ojos, aún lagrimeando, estaban muy abiertos, mirando el anillo con impresión, luego se apartaron para conectarse con los míos, y Gerard me mostró la más enorme de las sonrisas, asintiendo efusivamente. 

— Sí. — Dijo. — Sí, sí, sí. Por Dios, Frank ¡Por supuesto que quiero casarme contigo!

Mientras ponía el anillo en su dedo anular, escuché aplausos por parte de todo el restaurante, pero esta vez no pude prestarle atención a nuestro alrededor y sólo lo besé, abrazándolo muy fuerte, porque aunque sabía desde un principio que diría que sí, no puedo sentirme más feliz, porque esta es una forma muy especial de pactar nuestro compromiso como familia.

Gracias al espectáculo que hicimos, el personal del restaurante nos regaló el postre gratis. 

Después de haber terminado y haber pagado la cuenta, se hicieron las once de la noche, a estas horas se supone que las gemelas debieron haberse dormido, pero algo, quizás el instinto paternal, me decía que no era así. Sea como sea, estuve dispuesto a regresar a casa más que feliz por nuestra noche... Pero Gerard tuvo otra idea. 

— Las niñas están bien, seguro están dormidas, no te preocupes. — Dijo besándome con lujuria, una vez que estuvimos dentro del auto. 

Aunque quería insistir en mi preocupación por las niñas, sucumbí ante los besos de Gerard, a veces lo odio por ser tan malditamente sensual. Tuve que conducir hasta encontrar un mirador donde no hubiera ni un alma. Hacerlo en el auto era costumbre para nosotros cuando teníamos diecisiete o dieciocho años, así que ahora es como si estuviéramos regresando en el tiempo. 

Gerard, como una fiera, se subió encima mío, atacando mis labios mientras yo reclino el asiento para estar más cómodos. 

— Hey, quieto. — Digo ante sus besos desesperados. — ¿Por qué tanta prisa, nene? 

— Cállate, son las hormonas. — Sonrió, a pesar de que es de noche y no hay tanta iluminación, puedo notar que está muy sonrojado. 

Desde que descubrimos que está embarazado, Gerard ha utilizado sus hormonas como excusa para básicamente todo, incluso para sacar su lado ninfómano. Pero tampoco puedo culparlo, yo también he aprovechado muy bien el hecho de que su apetito sexual esté al máximo ahora, porque sé que dentro de unos meses estará demasiado embarazado como para hacer el amor. 

Me despojó de la chaqueta y comenzó a desabotonar mi camisa desesperadamente, moviendo sus caderas provocativamente, poniéndome cada vez más duro.

Ahora yo intento despojarlo a él de sus prendas, mientras él lame y succiona mi cuello con la intención de dejar marcas. Un gemido se escapó de mis labios, y cuando comencé a desabrocharle el pantalón... Mi celular sonó.  

— ¡No puede ser! — Protestó gerard, separándose de mí. 

— Es Bandit. — Dije al tomar el aparato y ver el nombre en la pantalla. 

— No creo que sea para tanto, seguro es para decir que las gemelas están dormidas y que todo salió bien.

Igualmente, contesté. 

— ¿Qué pasa, B? 

Gerard no le dio importancia y procedió a desabrochar mi pantalón. 

¡Papi! — Gerard me quitó las manos de encima al ver mi cara de intranquilidad cuando escuché la voz de Cherry al teléfono y no la de Bandit. 

— ¿Cherry? ¿Qué haces con el celular de Bandit? 

¡Papi, ven! ¡Es una "embergencia"! — Quiso decir "emergencia", pero a veces confunde las palabras. 

— C-Cherry, ¿Pasó algo malo? 

— ¡Sí! ¡Lily está llorando porque a Bandit le pasó algo! ¡Ven rápido!

 — S-Sí, vamos para allá... ¿Tú y tu hermana están bien? ¿Qué pasó? 

VEEEEEN. — Gritó antes de colgar. 

El calor del momento se disipó, Gerard y yo nos pusimos la ropa rápidamente, y yo conduje con la mayor velocidad como me fue posible. 

Quizás soy muy paranoico, pero comencé a imaginarme los peores escenarios posibles, y Gee está tan asustado como yo. 

Al llegar a casa, ni siquiera nos preocupamos por guardar el auto antes que abrir la puerta. Cherry y Lily corrieron hasta nosotros en cuanto nos vieron, Lily, tal y como dijo su hermana, está llorando, y me pidió que la cargara en brazos, así que no dudé en hacerlo. 

— ¿Qué pasó? — Preguntó Gerard. — ¿Dónde está Bandit? 

— ¡Gee, Bandit se está desangrando! — Dijo Cherry. 

— Papi... — Sollozó Lily, abrazándome fuerte. — ¿Bandit se va a morir?

Gerard y yo sólo pudimos mirarnos frunciendo el ceño bastante confundidos con la situación. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top