Capítulo 43

— Ve con él... — Dijo Lindsey cuando vimos a Frank desde el final del pasillo. — Parece que te necesita.

— Yo... Tengo miedo. — Respiré hondo, intentando contener las lágrimas.

Ver a Frank llorar de esa manera, me parte el corazón, y me asusta, porque hace que me espere lo peor.

— No, cariño, no tienes por qué tener miedo. — Me tomó de los hombros y se inclinó hacia mí. — Todo saldrá bien. Estoy segura de que Gerard estará bien y el bebé también... El problema es que Frank no está muy seguro de eso, así que... ¿Por qué no se lo dices? Recuerdo que cuando me sermoneaste hace unas noches atrás, hablaste de cómo él, durante toda su vida, ha tenido que ser fuerte por los demás... Supongo que en este momento necesita a alguien que sea fuerte por él. — Se me escapó una lágrima que ella limpió con su pulgar.

— Hasta que al fin me das un buen consejo, mujer. — Dije, a lo que ella rió levemente y me envolvió en un abrazo. — Te amo, mamá...

— No olvides que todo estará bien, ¿Sí? — Me dio un beso en la frente. — Ahora ve con Frank... Yo iré al hotel y te dejaré aquí con él, pero mantenme al tanto de lo que suceda, ¿Okay?

— Claro. — Asentí, respirando hondo antes de atreverme a atravesar el pasillo y acercarme a Frank.

Estaba llorando con el rostro escondido entre sus manos, por lo que ni siquiera se dio cuenta de que yo estaba parada justo frente a él.

— Hola... — Musité, provocando que levantara la mirada.

Al verme, se quedó estupefacto.

— Bandit... ¿Q-Qué haces aquí?

— ¿Sólo eso dirás? — Dije antes de sentarme junto a él y abrazarlo lo más fuerte posible con la intención de reconfortarlo. — Se suponía que mi hermano tendría que nacer mañana...

— Lo sé... — Musitó entre sollozos. — L-La doctora programó la cesárea de Gee p-para esta semana porque aún eran bajas las probabilidades de que tuviera contracciones... P-Pero hoy tuvo dolores insoportables... En serio estábamos asustados... L-Luego vinimos acá, lo pusieron en una camilla y se lo llevaron... Estaba muy mal y los doctores dijeron que harían todo lo posible... Llevo horas a-aquí y n-nadie me dice nada... T-Tampoco me dejan es-tar con él, y e-eso sólo hace que tenga más miedo... E-Es que todo es i-igual al día que Jamia tuvo a las gemelas... Y yo... No puedo soportar tener que pasar por eso otra vez... No p-puedo...

Mientras acaricio su espalda para consolarlo, tengo que volver a tomar una respiración profunda para no llorar. Tengo un nudo enorme en la garganta que duele y amenaza con ahogarme.

No puedo ni quiero imaginarme perder a mi papá...

No podría soportar que el día que me despedí de él en el aeropuerto sea la última vez que lo vi, la última vez que le di un abrazo y que le dije "te amo".

Sin embargo, aunque yo también tengo mucho miedo y quisiera llorar, no lo hago... Porque mi mamá tuvo mucha razón al decir que Frank ha sido fuerte por los demás durante mucho tiempo, y que ya es tiempo de que alguien sea fuerte por él y le diga que todo estará bien... En ese aspecto, él es igual a mi papá... Cuando sólo éramos mi papá y yo, nunca lo vi derrumbarse, ni una sola vez, sólo se permitió hacerlo cuando comenzamos a vivir con Frank porque tenía en quién apoyarse, así que ya no tenía por qué mantener una postura fuerte si ya no podía. Por lo tanto, ahora esa nueva figura inquebrantable que nos aportaba seguridad a todos era Frank, quien, ahora puedo verlo, tampoco es tan fuerte como quiere aparentar serlo, y justo ahora, se está derrumbando, y se permite manifestar su miedo en vez de esconderlo, y eso está bien.

Frank ha hecho mucho; se ha hecho cargo de mi papá y su embarazo, estando todo el día al pendiente de él, cuidándolo y dándole mucho amor, de la misma manera que también tenía que cuidar de sus hijas, de sus perros, de su casa, de su trabajo... De mí... Fui bastante odiosa, y aun así, él nunca me abandonó, ni un sólo momento, me dio su atención sin descuidar ninguna de sus otras responsabilidades, a pesar de que yo dificulté mucho su trabajo de padre sustituto.

A veces no podemos apreciar lo que nuestros padres hacen por nosotros y no nos detenemos ni por un segundo a pensar en lo duro que debe ser tener tantas responsabilidades y no poder fallar en una sola... Porque sí, desde que me he puesto a pensar en esto, veo lo DIFÍCIL que es ser padre, teniendo tantas cosas que hacer y no siendo lo suficientemente apreciado por ello; cualquiera se volvería loco, querría gritar, llorar, colapsar por completo y, aun así, nunca lo hacen, se mantienen al margen, dando lo mejor de sí por sus hijos. Pero como seres humanos, siempre llega un momento en el que tienen que estallar porque ya no pueden soportar tantas cosas a la vez.

Por eso ahora no puedo hacer otra cosa más que abrazar a Frank e intentar consolarlo para que no tenga miedo aunque yo, en este momento, también esté aterrada.

— Todo estará bien, Frankie... — Le dije con solemnidad. — Te lo prometo...

— G-Gee también me prometió lo mismo.

— Y lo va a cumplir... Créeme que todo estará bien... Él y el bebé estarán bien... No te preocupes, papá.

Su reacción no fue inmediata, pareció tomarse su tiempo llorando antes de poder darse cuenta de lo que dije.

— ¿Qué fue... Lo que dijiste? — Me miró con los ojos muy abiertos, parpadeando velozmente.

— Que todo estará bien, papá.

— ¡Ahí está de nuevo! — Exclamó boquiabierto. — T-Tú dijiste...

No pudo terminar la frase. Se vio interrumpido cuando la misma doctora que ha llevado el control del embarazo de mi papá llegó hasta nosotros y se quitó el tapabocas para hablarnos.

— Hubo... Complicaciones con la cesárea... — Le dijo a Frank con su apacible voz. — No se suponía que se presentaran dolores de parto, porque los hombres no pueden dar a luz, así que las cosas se pusieron difíciles, pero al final... Todo salió bien.

Solté el suspiro de alivio más grande al escuchar ese "todo salió bien". Puse una mano en mi pecho, sintiendo cómo los latidos de mi corazón volvían a normalizarse después de haber estado tan pero tan nerviosa.

— ¿T-Todo salió bien? — Preguntó Frank, con su mirada totalmente iluminada. — ¿Gerard y el bebé están bien?

— Ambos están bien, sólo que aún hay que hacerle varios exámenes de salud al bebé, y con respecto a Gerard, después de la cesárea le hicieron cirugía para extraer su útero, ya que es algo que él había pedido con anticipación. — Frank asintió, mientras que yo, por mi parte, no tenía idea de que mi papá quisiera eso. — Ahora está dormido, pero cuando despierte, pueden ir a verlo. Felicidades por el nuevo bebé.

— Gracias... — Frank sonrió aliviado, y a pesar de limpiar sus lágrimas, éstas seguían fluyendo, porque ahora se trataba de lágrimas de felicidad. — Dios... ¡Gracias!

Yo sonreí también mientras abrazaba a Frank. La doctora nos dejó solos a ambos, por lo que permanecimos allí abrazados; la tristeza que inundaba el pasillo, se convirtió en felicidad pura.

— ¿Pararás de llorar en algún momento? — Pregunté en tono burlón cuando pasaron varios minutos y él simplemente no podía dejar de llorar.

—Déjame... ¡Estaba aterrado!

— ¿Lo ves? — Reí. — Te lo dije... Te dije que todo estaría bien.

— También hay otra cosa que dijiste...

— ¿Q-Qué dije?

— ¡Me dijiste papá! — Rió.

— ¿Y...? — La voz me salió súper aguda. — ¡No te emociones tanto!

— ¡¿Cómo no hacerlo?! — Volvió a abrazarme, esta vez, haciéndome cosquillas, como suele hacer con Lily y Cherry.

— ¡Basta! — Dije entre carcajadas, dándole manotazos. — Yo sólo... — Las cosquillas pararon. — Quiero... En primer lugar, pedirte disculpas por todas las veces que fui mala contigo. Y en segundo lugar, darte las gracias por ser un padre para mí... Por eso te dije papá... Porque siempre lo fuiste.

— Te quiero muchísimo, Bandit... — Besó mi mejilla. — No puedo esperar a regresar todos juntos a casa, y que seamos la familia que Gerard y yo siempre soñamos.


...


Después de esperar por lo que pareció una eternidad, nos indicaron que ya podíamos ver a mi papá.

— Entra tú primero. — Le dije a Frank cuando nos encontrábamos en la puerta de la habitación. — Quiero sorprenderlo.

Al entrar, dejó la puerta entreabierta para que yo pueda ver lo que sucede.

Sentí que mi corazón iba a explotar de amor al ver a mi papá tan feliz con el bebé en sus brazos. Aunque, desde este ángulo, no puedo ver cómo es mi hermanito, porque está envuelto por una manta.

— Frankie... — Sonrió, mostrando sus pequeños dientes. — Te dije que todo estaría bien.

— Estaba tan asustado... — Respondió Frank antes de inclinarse y darle un tierno beso en los labios; pensé que a ese hombre ya no le quedaban más lágrimas, pero me equivoqué, pues está llorando de nuevo. — Realmente creí que algo malo podría pasarles a ti y al bebé... Pero ambos están bien y... No podría estar más feliz.

— Te preocupas demasiado, mi amor... — Mi papá sonrió dulcemente. — Sé que hubo complicaciones... Pero yo te prometí que estaría bien y que nuestro hijo vendría al mundo totalmente sano... Míralo... Tiene tu nariz, y hace un rato tenía los ojitos abiertos; y también son como los tuyos... ¿Quieres cargarlo?

Frank, asintió, con lágrimas de felicidad aún en sus ojos, y extendió sus brazos para recibir en ellos al frágil y pequeño recién nacido.

Al separarse de mi papá, el bebé comenzó a llorar.

— Shh shh... Tranquilo, Miles... — Musitó Frank, meciéndolo suavemente en sus brazos. — No llores... Soy tu otro papá.

Observé asombrada cómo, casi por arte de magia, Miles dejó de llorar cuando Frank comenzó a hablarle.

— ¿Viste eso? — Mi papá también parece asombrado. — ¡Reconoció tu voz...!

Frank, quien observaba al bebé como si fuera lo más puro y precioso del mundo, sólo pudo levantar la vista cuando se trató de tener que mirar directo a los ojos de mi papá... Y lo hizo con tanto amor que es contagioso... Mi papá lo mira de la misma forma, luego Frank se las arregla para sostener a Miles en un solo brazo, y así poder sostener la mano de mi papá.

— Te amo mucho... — Mi papá depositó un beso en la mano de Frank. — Este es el mejor día de mi vida... Creo que no podría ser mejor.

Esa última frase, para mí, fue como una señal.

— ¿Estás seguro de eso? — Dije haciendo mi aparición sorpresa.

Casi le provoqué un infarto, eso seguro. Al verme, se quedó pasmado, con la boca abierta, sin poderse creer que estoy aquí.

Tardó unos cuantos segundos en salir del shock.

— ¡Oh, Dios mío! ¡Ven aquí! ¡Ven aquí! — Extendió sus brazos hacia mí, por lo que corrí a subirme a la camilla con él y abrazarlo con todas mis fuerzas.

Sé que sólo ha pasado poco más de un mes desde la última vez que pude abrazarlo, pero yo me siento como si hubiese sido una eternidad... Realmente extrañaba esto; el poder refugiarme en sus brazos y sentirme protegida y en paz. No quiero siquiera imaginarme un día en el que nunca más pueda recibir sus abrazos, y sólo de pensar que su vida estuvo en peligro y que existía la posibilidad de que eso pasara, comencé a llorar como una bebé.

— También te extrañé mucho, princesa... — Musitó antes de besar mi frente. 

— Lo siento... No quería llorar... Es sólo que estoy tan feliz de estar con ustedes... Además de que, al igual que Frank, tenía mucho miedo de que algo saliera mal con la cesárea... Pero no solté ni una sola lágrima porque tenía que ser fuerte para él, así que ahora sólo estoy dejando fluir todas las lágrimas que estaban contenidas.

— ¿D-De verdad...?

— Sí. — Asentí. — Frank siempre ha sido fuerte para cuidar de todos nosotros... Pero esta vez yo quise serlo para él, porque él lo necesitaba.

— ¡Incluso me llamó papá! 

— Espera... ¿Quééé? — Esbozó una sonrisa gigante. — ¿Acaso estoy soñando? ¿Es en serio?

— Lo sé... Sé que es difícil de procesar. — Dije. — Pero durante estas semanas en California tuve mucho tiempo para pensar y darme cuenta de que mi lugar siempre estuvo con ustedes... Frank me ha demostrado tanto amor como tú, lo cual lo convierte en mi segundo papá... Ustedes son mi verdadera familia, al igual que Miles y las gemelas... Y no veo la hora de regresar a casa...

— Te amo con toda mi vida, Bandit... No quiero que lo olvides en ningún momento. — Dijo limpiando mis lágrimas con cariño. — Siempre serás mi bebé... O al menos mi primera bebé. — Me hizo reír. — ¿Quieres decirle hola a tu hermanito?

Asentí efusivamente.

Frank le regresó el bebé a mi papá para que yo pudiera verlo mejor. Entonces me percaté de que nunca me había preparado a mí misma para conocer a mi hermanito... Así que no sabía cómo podría sentirme... Pero la reacción es buena... Es sólo un ser humano muy pequeñito, así que no esperaba sentirme tan feliz como me siento al verlo... Los recién nacidos nunca me han parecido gran cosa, pero Miles es el bebé más bonito que he visto, y me emociona la idea de verlo crecer.

— Hola, bebé... — Dije suavemente. — Soy tu hermana mayor... Y te voy a enseñar muchas cosas cuando crezcas... Sobre todo cómo NO actuar cuando seas adolescente. Y te voy a querer mucho, mucho, mucho, te lo juro por el meñique. — Puse mi dedo meñique en su manito, y sonreí cuando él lo apretó.


...


Tiempo más tarde, dejamos de ser sólo los tres y la habitación nos quedó pequeña; primero vinieron mis abuelos, luego mis tíos Mikey y Kristin, y por último, los padres de Frank, quienes trajeron a las gemelas.

En otros tiempos me habría sentido incómoda y fuera de lugar estando aquí y que la atención de todo el mundo esté enfocada en el bebé, sobre todo cuando recién regresé de California... Pero extrañamente, no me importa, porque la verdad, mi atención también está puesta en el bebé y en la felicidad de mi papá; no importa que el único tema de conversación sea Miles si yo estoy feliz de que así sea, estoy feliz de estar con mi familia, y, sobre todo, estoy feliz de saber que buena parte de la felicidad de mis dos papás se deba a que estoy aquí; y eso es más que suficiente.

Cuando las gemelas llegaron, Frank las levantó una por una para que pudieran tener la altura suficiente para ver a Miles. Lily fue la primera, y estaba encantada al ver a esa cosita tan pequeña, mientras que Cherry, cuando llegó su turno, frunció el ceño, arrugando la nariz.

— ¡Eso no es un bebé, es una rata calva! — Dijo bastante extrañada.

— Es una rata bebé porque se parece a ti y a tu padre, cariño. — Dije entre risas.

En medio de las cómodas risas entre familia y Frank diciendo que extrañaba el gastado chiste de "la rata", sentí que mi tío Mikey tomó mi hombro.

— No creas que me olvidé de ti... — Dijo por lo bajo, con la intención de hablarme sólo a mí mientras los demás están distraídos. — Qué bueno que regresaste de Los Ángeles.

— Fue necesario... — Suspiré. — Si no me hubiera ido, quizás no habría podido terminar de apreciar lo que tengo aquí...

— Espero que no vuelvas a cambiar de opinión... Nos romperás el corazón a todos si vuelves a irte, más a tu papá.

— ¿Y por qué querría irme de nuevo?

— Sé que la forma tan rápida en la que ha cambiado tu vida te asusta... Y sólo quiero que estés consciente de que las cosas seguirán cambiando con el bebé en casa; Miles necesitará tanta atención que incluso las gemelas estarán celosas.

— He pensado en eso... Y estoy bien de esa forma.

— ¿Incluso si más de un día a la semana escucharás llantos de bebé y niñas pequeñas gritando y corriendo por ahí?

— Cuando estuve en Los Ángeles, el silencio me estaba desesperando. — Reí ante su preocupación. — Estaré bien, tío.

— Entonces, felicidades... — Sonrió levemente.

— ¿Por qué?

— Si mal no recuerdo... Alguna vez te dije que llegaría el día en que entenderías que la familia no es solamente la que comparte tu sangre, y que cuando ese día llegara, comenzarías a apreciar más lo que tienes...

Mi vista se dirigió a mi papá, a las gemelas y a Frank... Y sonreí instintivamente, porque comprendí que ese día acaba de llegar. 

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