Capítulo 4
— ¿Qué sucede? — Frank se acercó rápidamente.
— ¡Papi, lo siento! ¡Mi cereal se me cayó! — Dijo la mocosa, obviamente mintiendo. — ¡Fue sin querer! ¿Verdad, Bandita?
El "Bandita" me dio un poco de risa, me recordó a Twenty One Pilots.
Cuando vi a Cherry, noté en su mirada la maldad pura, pero por más que quise decirle a Frank que ella lo hizo a propósito, decidí hacer lo más maduro que se me ocurrió; evitar algún conflicto con esta niña malcriada porque eso es precisamente lo que ella está buscando.
— Sí, Frank. Está bien, fue un accidente. Yo sólo... Amo estos pantalones, así que espero que no se dañen. Mi mamá pintó estos lindos girasoles en los bolsillos. Aunque es irónico porque soy alérgica a los girasoles, pero tú entiendes... Son mis jeans más bonitos.
— Seguro que no se dañarán, nena. — Frank pellizcó mi mejilla con una sonrisa. — Y en cuanto a ti. — Se dirigió a Cherry, cargándola en brazos y dándole un beso en la mejilla. — Qué bueno que te estás portando bien. Recuerda lo que hablamos ¿Sí? — Ella asintió, fingiendo ser la niñita tierna que al parecer no es.
— Disculpa si soy entrometida, pero... ¿De qué hablaron? ¿Tenía que ver conmigo?
— Así es. Cherry a veces suele hacer maldades las personas. Ya le dije que eso está mal y que no debe meterse contigo porque eres su nueva hermana.
«Esa niña no es mi hermana». Me dije.
— No sé por qué algunas veces Cherry es tan malvada ¿De quién lo habrá heredado? Su mamá no era así.
— ¡SÍ! — Escuchamos un grito desde la cocina; se trata de mi papá siendo sarcástico. — ¿DE QUIÉN LO HABRÁ HEREDADO?
Cuando decidí que ya no tenía hambre y que mejor subiría a cambiarme los jeans, vi cómo Cherry, una vez que Frank se fue, pasó su dedito índice a lo largo de su cuello y luego me señaló a mí... ¿Debería preocuparme?
Después de cambiar mis pantalones por una falda de jean, bajé de nuevo, para esta vez encontrarme a todos listos para salir.
— Cuando lleguemos al centro comercial, tenemos que pasar antes por la tienda de música, quiero que la conozcas, B. — Dijo Frank en lo que subimos al auto; él conduce, papá está en el asiento del copiloto y yo en los asientos de atrás con las gemelas de El Resplandor.
— ¿Tienes una tienda de música? ¡Qué genial!
— Sí, me encanta, aunque nunca me imaginé que me dedicaría a tener una.
— ¿A qué te refieres? — Pregunté con curiosidad.
— Cuando era joven soñaba con estar en una banda de rock y ser muy famoso. Y sí llegué a tener una banda, de hecho, se llamaba Leathermouth y no nos fue mal, grabamos un álbum y llegamos a hacer una gira.
— ¿Entonces qué pasó?
— Ya sabes... Las gemelas nacieron y Jamia falleció. No podía dejar solas a mis hijas, tenía que dedicarme a ellas al 100%... Porque ahora ellas se convirtieron lo más importante para mí.
— Eso me parece tierno. — Sonreí.
— Gracias. Hoy en día, diría que no me falta nada; puedo dedicarme a mi hogar, a mis hijas, y aun así hacer lo que amo. Ya tuve la oportunidad de vivir mi sueño de estar en una banda y lograr algo con ello. Y actualmente, me encanta administrar mi propio negocio y que éste se base en la música. También doy clases de guitarra a niños. Y ahora tengo a Gerard y a este bebé en camino... También te tengo a ti, Bandit... Y siento que no necesito otra cosa para ser feliz.
Me quedé un buen rato con mi sonrisa estúpida pegada al rostro, la historia de Frank me parece hermosa; es admirable el hecho de que pueda ser feliz a pesar de haber tenido que desprenderse de su banda, aquello que solía ser su sueño, y todo por sus hijas.
Yo me pregunto si mi mamá haría lo mismo por mí si mi papá no estuviera... No lo sé... Es difícil imaginarme a mi mamá renunciando a su banda, sea por el motivo que sea.
Cuando llegamos al enorme centro comercial, nos dirigimos a las escaleras mecánicas hasta el segundo piso, que es donde aparentemente está ubicada la tienda de Frank. Siento que, caminando juntos, cualquiera podría vernos y pensar que somos una familia real; que las gemelas son mis hermanas biológicas y las tres somos hijas de Frank y Gerard. Al menos esa es la impresión que tengo.
Llegamos a una tienda llamada Skeleton Crew, con una fachada de color negro y carteles llamativos de luces neón; en la vidriera se muestran guitarras y bajos eléctricos con diseños increíbles y en los parlantes sonaba una canción de Foo Fighters, lo cual me motivó al ser la primera en entrar y observar bien el lugar en su interior.
Un suspiro de asombro se escapó de mis labios al ver que el establecimiento es amplio y cuenta con una gran variedad de instrumentos de todo tipo, también amplificadores y demás artefactos. Además, se nota que tiene su buena cantidad de clientela, por lo que a Frank debe irle muy bien.
— ¡Hey, Bob! — Frank se dirigió al mostrador, saludando al hombre de la caja registradora. — Traje a Gerard y a Bandit a conocer la tienda. Ya te hablé de ellos ¿Recuerdas?
— Sí... Hablaste demasiado. — Dijo el rubio con un tono burlón antes de saludarnos a mí y a papá con una amable sonrisa. — Frank ha estado todo el verano hablando de lo emocionado que estaba de tenerlos aquí. Es un placer conocerlos.
— Igualmente, Bob. — Respondimos papá y yo al unísono.
— ¿Qué tal las ventas de hoy? — Preguntó Frank.
— Van bien... Una chica se llevó un teclado, un señor como de unos treinta y tantos se llevó un ukelele, dijo que era un regalo para su hija, un chico se llevó un amplificador Orange... También está por ahí el chico que siempre viene y no compra nada; pobrecito él.
— En el área de las guitarras, supongo. — Dijo Frank, dando a entender que ya conoce perfectamente al personaje.
Después de compartir un par de risitas con Bob, Frank caminó hasta el área de las guitarras, papá se quedó observando una pared llena de fotos y posters de bandas y yo, por mi interés en recorrer la tienda, decidí acompañar a Frank. Las gemelas, por su parte, se quedaron molestando a su "tío Bob", por lo que me compadezco de él.
En la zona de las guitarras encontramos a un solo chico y... Maldición. No sé por qué, pero me escondí detrás de Frank sintiendo algo de vergüenza sin razón aparente, es decir... El chico es lindo... Es más alto que yo por pocos centímetros, tiene el cabello castaño oscuro, ojos verdes y cejas bonitas, aunque todo en él es bonito en realidad ¡Es exageradamente lindo! ¿Pero por qué me escondo? ¿Qué rayos me sucede?
— ¿Otra vez babeando por esa Flying V? — Dijo Frank, refiriéndose a la guitarra de dicho modelo que el chico no paraba de observar; ésta era de color negro, con detalles en dorado.
— Anoche soñé que la tenía en mis manos... — Respondió el chico con un gracioso gesto dramático.
Frank, ya que es un viejo, no entendió la referencia, pero yo sí solté una pequeña risa. O sea, el niño, además de ser endemoniadamente atractivo, sabe de memes; OH. POR. DIOS.
Me puse SÚPER nerviosa cuando, ya que me reí, los ojos del chico se dirigieron a mí, y luego a Frank, y después a mí de nuevo y... No puede ser... ¡Me sonroje! ¡Aaaahhh! ¡¿Qué significa esto?!
— Bandit. — Me dijo Frank. — Este niño viene prácticamente todos los días a observar esa Flying V, pero nunca la compra. Viene tanto, que es como parte de la tienda; su nombre es Aidan.
— Ho-Hola. — Saludé torpemente con mi mano. — M-Me llamo... Bandit.
No dije mucho, pero por alguna razón, me sentí tonta en su presencia; algo que nunca me había pasado.
— Bandit es mi hijastra. — Explica Frank. — Recién se acaba de mudar a la ciudad y le vendría bien hacer amigos.
« ¡¿Qué estás diciendo, Frank Iero?!». Pensé, poniéndome más nerviosa todavía.
— No sé... — Continuó el estúpido de mi "padrastro" (qué raro se siente decirlo). — Ustedes parecen tener la misma edad ¿No? ¿Qué edad tienes, Aidan?
— Tengo quince. — Responde manteniéndose neutral, o al menos se ve neutral. Oh Dios ¿Estará pensando en que esto es muy raro? ¿Y si detecta las "intenciones" que ha de tener Frank? ¡Aunque yo tampoco sé qué intenciones tiene Frank! Oh... Quizás se dio cuenta de que este niño me parece muy atractivo, ¡Quizás fui muy obvia! ¡Si fui muy obvia, Aidan ha de pensar que soy una rara! ¡Quiero huir de aquí lo más pronto posible!
— Ah... Bandit tiene trece, son contemporáneos después de todo. Podrían salir, ya sabes... — Miré a Frank con los ojos tan abiertos, que sentí que se me iban a salir.
Aidan estuvo a punto de responder, pero yo tuve que abrir mi torpe boca:
— Bueno yo me voy. — Dije intempestivamente. — Se me olvidó que iba a... — ¡Bandit, qué estúpida eres! — A eso importante que tengo que hacer ¡Adiós!
No me controlé; salí corriendo.
¡¿Por qué estoy tan boba hoy?! ¡¿Y por qué es culpa de ese niño?!
Será que...
NO.
No, no, no, no, no. Y NO... ¡No me puede gustar ese niño! ¡Ay no!
Nunca me ha gustado un niño.
No lo sé... Es como si mis hormonas estuvieran súper atrasadas. El año pasado, cuando teníamos apenas doce, todas mis amigas tenían un crush con algún niño del colegio y ya estaban interesadas en tener novio, mientras que yo aún no superaba la etapa de "juegos", donde todos somos amiguitos y no podía ver a los demás niños como algo más que eso. También está el hecho de que he estudiado en la misma escuela toda mi vida y, por lo tanto, me parecía insano que mis compañeras comenzaran a "enamorarse" de nuestros compañeros de toda la vida ¡Porque crecimos juntos! ¡Éramos como hermanos! ¿Cómo te puedes interesar de forma romántica en alguien con quien creciste como si fuesen hermanos? Yo no lo entiendo.
Y sobre los chicos de otros salones... Tampoco me interesaban. En general, aún me siento muy joven para tener novio. En la calle sí que he tenido crushes momentáneos con chicos, pero sólo me parecían lindos y ya... No era la gran cosa... ¡No iba a esconderme ni actuar como una loca!
Recuerdo que una compañera de clases creía que tal vez no quería tener novio porque en realidad lo mío eran las chicas, pero nunca he tenido un crush con una chica, sólo con chicos aunque nunca hayan sido la gran cosa. Además, siempre supe que me gustaban los hombres gracias a mis crushes de bandas de rock; esos tipos que en su mayoría son como veinte años mayores que yo, han sido los enamoramientos más fuertes que he tenido... Hasta ahora.
Ahora es tan distinto que se siente RARO.
— ¿Te pasa algo, Bandit? — Mi papá se inclina hacia mí un poco extrañado; quizás se deba a que mi cara sigue roja.
— N-No. — Respiré hondo, tratando de calmarme. — Estoy bien. Perfectamente bien, no me gusta ningún chico ni nada. — Concluí con una sonrisa que quedó más como una mueca terrorífica (heredada de papá).
— ¿Qué?
— ¿Qué? — Repetí, con la voz más aguda de lo normal.
En eso, Frank regresó hasta nosotros; riéndose a carcajadas el muy maldito, lo cual me llevó a querer salir corriendo de la tienda, pero no lo hice, je.
Mi papá mira la escena confundido, intercalando su mirada entre Frank y yo, en busca de una explicación. La situación podría parecer cómica sólo si no la ves desde mi punto de vista ¡Porque yo me siento tan incómoda!
Me entraron unas ganas enormes de golpear a Frank cuando se siguió riendo, ya que Aidan decidió salir de la tienda, no sin antes, decirle adiós a Frank... Y también a mí. Entonces Frank no disimuló su burla cuando volví a dejarme en vergüenza: Yo, de ES-TÚ-PI-DA, titubeé nerviosa al despedirme y, de nuevo, sólo quise que me tragara la tierra.
Es la primera vez que paso tanta vergüenza con alguien y lo peor es que Aidan no pareció notar que he estado actuando extraño, según yo.
Creo haber mencionado antes que mis habilidades sociales son bastante buenas y que puedo hablar normalmente con cualquier persona... Pero hoy es la primera vez que me pasa todo lo contrario.
— ¡¿Puedes callarte?! — No pude evitar ser lo suficientemente confianzuda como para golpear a Frank en el brazo una vez que Aidan se fue.
— Es que no puedo evitarlo. — Estalló en más y más risas. — ¡Aprende a disimular!
— ¿D-Di-Disimular qué? — Mi voz extra aguda y sospechosa vino para quedarse.
— ¡Que te gusta ese niño!
— ¿Pero quéee...? — Decidí fingir demencia.
— ¡¿Qué?! — Mi papá, por su parte, se alteró un poco.
— Bandit. — Continúa Frank. — No finjas, conozco cada una de las acciones que llevaste a cabo cuando recién conociste a Aidan, porque la reacción que tuviste fue exactamente la misma que tuvo tu papá cuando nos conocimos hace veinticuatro años... Uy... Estamos viejos, no puede ser.
— ¡¿Qué, qué?! — Insistió mi papá. — ¡¿Bandit, te gusta un chico?!
— ¡No! ¡Por supuesto que no! ¡Ni siquiera lo conozco!
— Pero te parece lindo. — Continuó el tatuado, echándole leña al fuego.
— ¿Y qué con eso? — Repliqué a la defensiva. — Eso no significa que me vaya a casar con él.
— Sí... Eso mismo decía Gerard y mira cómo terminamos...
— ¡Frank! — Mi papá lo fulminó con la mirada.
— No importa. Olvídenlo ¿Sí? Es probable que no vuelva a verlo en mi vida y da igual. Realmente da igual.
— Claro que da igual. — Me apoyó mi papá, colocando sus manos sobre mis hombros. — No le metas ideas a Bandit en la cabeza, Frankie. Ella no puede tener novio; aún es una bebé ¡Es mi bebé!
— Gee... Tú y yo sabemos que no será una "bebé" para siempre.
— No, Frankieee. — Me abrazó protectoramente contra su pecho. — Es mi bebé y ningún niño me la va a quitar ¿Entiendes? — Me hizo reír; suena como un niño malcriado.
— ¿Toda esta discusión innecesaria por un estúpido niño? — Decidí intervenir entre risas.
— Un estúpido niño que te gusta. — Alegó Frank a modo de "corrección".
— Quiero matarte, Frank Iero ¡En serio quiero matarte! — Salto de los brazos de mi papá para poder ahorcar a ese idiota. Él sólo se burla de mí. — Es más ¿Qué hacemos perdiendo el tiempo aquí? Deberíamos estar en la tienda de muebles ¿No?
— ¿Podríamos pasar antes por un helado? — Pregunta mi papá, sosteniendo su vientre con sus dos manos. — Creo que el bebé tiene antojo de helado de fresa.
Frank paró sus burlas hacia mí para suspirar y sonreír, luego lo vi acercarse a mi papá y tomarlo de la cintura.
«Y aquí viene el exceso de azúcar... ». Me dije, rodando los ojos al ver a Frank y a mi papá besarse y sonreír a medida que se besan.
— Tendrás tu helado, precioso. — Le dijo Frank a mi papá, besando, por último, la punta de su nariz.
— ¡Ay, ya! — Comenté con fastidio. — ¡Me van a dar diabetes!
— No te pongas así. — Frank me sonrió con sorna. — Tú también tendrás tu helado, niñita enamorada.
Sólo solté un suspiro exhaustivo y puse los ojos en blanco, comenzando a resignarme a que Frank estaría fastidiándome todo el día. Papá tuvo razón cuando dijo que era una persona agridulce y ayer sólo quería dar una buena impresión. Ahora, mientras me hace bullying por estar "enamorada", me da a entender que está tomando confianza. Así que no sé si prefiero al enano pacífico de ayer o la rata fastidiosa de hoy.
Fuimos todos juntos por un helado, a una heladería vegana, como era de esperarse. De nuevo, parece que nos vemos como un claro prototipo de familia feliz, aunque yo no lo sienta del todo así. El antojo de mi papá lo llevó a comer dos tazas de helado de fresa, Lily comió de vainilla, Cherry y Frank de chocolate y yo de galleta oreo. Luego de aquella parada en la heladería nos dirigimos a la tienda de muebles, fue el primer momento en que papá dejó de hablar con Frank para entablar una conversación real conmigo, sólo para saber qué ideas tengo para decorar mi nuevo cuarto y quizás ayudarme.
— Quisiera que se pareciera un poco a mi habitación en LA, así me sentiré más en casa. — Le dije. — Y sabes que mi color favorito es el azul, así que me gustaría contrastar varios tonos de azul con el blanco actual de las paredes.
— Me parece genial, podríamos pintar una de las paredes como si fuesen como olas. No sé, es la idea que se me ocurre.
— Suena muy bonito. — Asentí con entusiasmo. — Se verá genial.
Mientras recorríamos la tienda, pasamos por un área de decoración infantil donde, por supuesto, abundaban animales de peluche y la "dulce" Lily, entonces, decidió sacar su gran súper poder: Ser una malcriada.
— Papi. — Jaló a Frank de su camisa. — ¡Quiero ese oso! — Señaló a un oso gigante, el cual es más grande que todos nosotros.
— Ya tienes muchos peluches en casa, princesa. — Respondió Frank, en calma, tratando de dejarle en claro sin hacer ninguna escena que no tendrá el peluche.
— ¡Pero papi! — Golpeó fuertemente el suelo con su pie. — ¡Yo lo quiero! — Puso una cara de cachorro triste muy buena. — ¡Por favor!
— Dije que no, Lily. — Insistió Frank, un poco más riguroso, pero sin llegar a levantar la voz. — No estamos aquí para eso, estamos aquí porque vamos a comprar los materiales para decorar la habitación de Bandit.
Lily, como era de esperarse, se puso a llorar, y mientras que su papá intentó decirle algo para evitar el escándalo, Cherry gritó enojada:
— ¡Todo se trata de Bandit!
— Cherry. — Replicó Frank sin perder la calma. — No es así, porque...
— ¡Sí es así! — Interrumpió ella; el sonido de las personas que hablan en los pasillos contiguos, más el llanto de Lily y la rabieta de Cherry, aturden bastante. — ¡Ahora Bandit es tu favorita!
Y por si fuera poco, como si yo realmente hubiese hecho algo malo con el simple hecho de estar aquí, Cherry la salvaje tomó mi muñeca y, antes de poder reaccionar, mordió mi mano muy fuerte.
No pude evitar soltar un "¡Mierda!". Lo peor es tener ese sentimiento de querer que me trague la tierra una vez más en el día, pero esta vez es de una forma muy distinta, pues ahora me da tanta vergüenza tener que pasar por esto en público y que se arme el caos cuando Frank pierde la paciencia y decide regañar a sus hijas, exigiendo que se disculpen conmigo.
Mi papá, por su parte, luce mortificado; yo me pregunto si sigue creyendo que fue una buena idea traerme a vivir con ese enano siniestro y sus hijas.
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