Capítulo 31

Ha pasado una semana desde que mi papá descubrió mi piercing, semana que he pasado completamente incomunicada del mundo: No he recuperado mi celular y no he podido salir si no es a la escuela, a excepción de cuando salgo a pasear a Bela por el vecindario con supervisión de la rata. Me siento como toda una prisionera, pero sigue sin ser lo suficientemente malo como la manera en la que mi relación con mi papá comenzó a decaer.

Acción de gracias fue hace dos días y me sentí culpable cuando, durante la cena, mi papá dio gracias por tenerme como hija, igual que cada año... Sin embargo, lo que me dolió fue su sinceridad. Sí, leyeron bien: Su sinceridad... ¿Cómo alguien podría sentirse agradecido de tener una hija tan mala? Eso me hace sentir peor con respecto a ser un desastre.

Nuestra comunicación no es la misma; es una verdad muy cruel que estoy afrontando. Antes, cuando éramos sólo los dos, él era mi mejor amigo y ahora... Ahora es sólo mi papá, a quien he decepcionado hasta el punto en el que he quebrado un poco su confianza.

Cuando me escapé para ir a la fiesta de Aidan, no me tomé muy en serio el asunto de "traicionar su confianza" porque nunca pensé que fuera algo tan serio. Pero sí que debí tomármelo en serio, y lo sé ahora que él realmente no sabe qué esperar de mí. Aunque no me lo diga, sé que ahora su imagen de mí cambió por completo y ha de pensar que soy una niñita inmadura, impulsiva y mentirosa; todo lo que él me ha enseñado a no ser.

Últimamente, que he tenido tiempo libre para pensar en lo que se ha convertido mi vida en cuestión de meses, siento que la casa de Frank tiene una maldición o algo así, pues desde que estoy aquí, absolutamente todo me sale mal. Desde que soy una inquilina en este lugar, todo parece ir de mal en peor. A veces da la sensación de que todo va muy bien, pero luego pasa algo que me demuestra que no; las cosas nunca saldrán bien para mí mientras esté aquí.

Me cuesta admitirlo, pero me siento sola en esta estúpida casa... Ahora mi papá y yo apenas intercambiamos palabras (Frank y las gemelas no me importan mucho) y paso la mayor parte del tiempo encerrada en mi cuarto. La privacidad es una necesidad, sí. Pero esto que estoy viviendo ahora, más que sólo "tener privacidad", es estar confinada, deseando que todo sea como antes.

A veces sólo extraño mi casa, ya se me olvidó un poco cómo se sentía vivir mi vieja vida, lo sé, principalmente porque he cambiado mucho desde entonces. Pero también sé que lo poco que mantengo en mi mente sobre Los Ángeles, son recuerdos felices con mi papá, y eso es lo único que quiero en estos momentos; quiero aquella paz, quiero que la vida sea fácil de nuevo... Quiero nunca haber venido a Nueva Jersey pues, aunque ha habido cosas muy buenas, también hay otras que desearía que nunca hayan pasado.

Sólo quiero... Sólo quiero volver a sentir la sensación de estar en casa. Ya no quiero sentirme, precisamente, como una "inquilina".

Entre las pocas cosas buenas que tengo ahora están mis nuevos amigos, y los pocos cambios positivos que ha habido en mí.

Primer cambio positivo: Cuando hablo de "mis nuevos amigos" también me refiero a los perritos de Frank. Aunque Bela es mi favorita, los demás también son cariñosos conmigo, me hacen un poquito feliz y ayudan a que no me sienta tan sola en mi casa.

Sobre mis amigos humanos, he hablado con todos sobre mi situación, o por lo menos con los más cercanos, ya que también considero mis amigos a mis compañeros de clases, puesto que me llevo bien con todos y que no he perdido la chispa de ser sociable con las personas. El punto es, que con quienes más he hablado al respecto han sido Aidan y Melissa. Bronx no es un buen consejero en estos temas... Si lo necesito, él me va a escuchar atentamente, y no me va a juzgar, pero eso no significa que comprenda cómo me siento, porque al ponerse en mis zapatos, lo que puede pensar es que yo no hice nada malo... Pero yo sí sé que no estuvo bien nada de lo que hice.

Aidan me dijo que la mejor manera de recuperar la confianza de mi papá es verdaderamente arrepintiéndome de lo que he hecho y demostrarle que no volvería a hacer algo así, y de esa forma, él volverá a creer en mí. Lo que él me dijo fue exactamente lo mismo que me dijo Melissa pero en una versión más soft, pues las palabras explícitas de mi "cariñosa" amiga, además de la frase "te lo dije", fueron: « ¡Bandit! ¡Deja de cagarla tanto!».

Y eso intento.

...


El único avance que he logrado en toda una semana ha sido que, por primera vez en siete días, Frank me dejo salir sola a pasear a Bela, lo cual agradecí, porque su compañía me resultaba incómoda durante los paseos.

Este sábado hace mucho frío, se supone que debería haber nieve, ya que es el último día de noviembre, pero no, aún no ha caído la primera nevada. El paisaje de estos días ya no me gusta; es muy lúgubre, porque los árboles ya no tienen hojas, y las hojas que quedaron en el suelo de algunas áreas se tornaron de un triste café, asimismo, el sol parece no querer salir (igual que en mi vida) ahora sólo hay nubes... Deprimentes nubes tapando el bonito azul del cielo. El clima realmente sí parece combinar con mi vida ahora.

Aunque, bueno, no es tan deprimente si me encuentro paseando con Bela; me siento bien caminando con ella por los alrededores y me parece que se ve súper adorable con el suéter de lana que le puso Frank para que no le diera frío (les puso suéteres a todos los perros).

El paseo duró cuarenta minutos. Durante la mitad del camino de regreso, la cargué en mis brazos, así puedo acariciarla y hacerle cariñitos hasta llegar a casa para volver a encerrarme en mi cuarto a no hacer más que dibujar. Ahora que estoy prisionera, me pregunto si mi mamá ha hecho un esfuerzo para ponerse en contacto conmigo, también me pregunto cómo se sentiría al no haber pasado acción de gracias conmigo cuando le prometí estar allá. Mi castigo se acabará la semana que viene, así que sólo entonces resolveré mis dudas.

Volví a casa, dejé a Bela en el suelo junto a Bucket y Kusty, y me dirigí a la cocina a beber un vaso de agua. Me terminé encontrando a la familia feliz tal y como la dejé; en el comedor. La mesa no tiene mantel ni nada; sólo está repleta de materiales de arte porque a las gemelas les pidieron unas maquetas en la escuela, y tanto Frank como mi papá las están ayudando, y con "ayudando", me refiero a que ellos están haciendo las maquetas. La tarea consiste en construir castillos; mi papá hace el de Cherry y Frank hace el de Lily.

Cuando me fui con Bela, apenas estaban terminando de armar las fachadas de los castillos de cartón, y ahora que volví, ya los están pintando. El castillo de Cherry es de un estilo gótico, parece embrujado, mientras que el de Lily es como el de una princesa.

— Hola, ya volví. — Me acerqué a mi papá y le di un besito en la mejilla.

— ¿Qué tal el paseo, mi amor? ¿Te fue bien?

Sólo asentí, y seguí mi camino.

Como ven... Él acepta mis muestras de afecto y me da el mismo cariño de siempre... Pero la confianza ya no está.

Si hablamos, no es una conversación, sino un intercambio simple de escasas palabras, como ahora, que mientras me sirvo mi vaso con agua, él me cuenta cómo él y Frank querían hacer el castillo emo de Cherry y lo decidieron lanzando una moneda, así que mi papá resultó ganador y esa es la historia de cómo Frank terminó haciendo un castillo rosa bajo las exigencias de Lily, quien no para de decirle: « ¡Tienes que ponerle más brillantina, papi!».

No tardé nada antes de volver a mi cueva, o mejor dicho, a mi celda.


...


El domingo, cuando desperté y miré por la ventana, descubrí que nevó por la noche, y ahora las calles estaban teñidas de un hermoso color blanco.

— ¡Bela, mira! — Le dije mientras me sentaba en mi cama junto a ella. — ¡Hay nieve! — Le di un par de caricias para que se anime y despierte, pero se quedó acostadita y ya. — Hey, ¡Despierta!

Abrió los objetos y soltó un bostezo antes de lamer mi mano. Entonces le di un besito en la cabeza antes de ir al baño y cepillarme los dientes.

Una vez que terminé con mi rutina matutina, ya que Bela estaba indispuesta a levantarse, la cargué en mis brazos con ternura y bajé las escaleras con ella; la llevé hasta la habitación con los demás perros, donde está la bolsa gigante de croquetas, las cuales serví en su tazón y lo puse a su disposición. Usualmente, Bela empieza a comer apenas uno pone el plato frente a ella, pero esta vez hizo caso omiso y se acostó en el suelo.

— ¿Qué pasa? — Me agaché junto a ella y le di un par de caricias mientras Peppers se acercaba a nosotros; intentaba jugar con Bela o algo así, pero ella ni siquiera se inmutó. — ¿Por qué no quieres comer?

Respondió con un ladrido, se levantó y salió de la habitación. La seguí hasta la sala, donde intentó subirse al sofá y yo la ayudé, una vez allí volvió a acostarse y cerró sus ojitos.

— Qué perezosa eres. — Le dije antes de darle un besito y dejarla allí para irme a desayunar.

Cuando llegué al comedor, me encontré justo con los demás, quienes me pidieron desayunar con ellos, ya que me levanté temprano por primera vez en un fin de semana.

— ¿Quieres un poco de chocolate caliente, Bandit? — Me preguntó Frank mientras me servía el desayuno en un plato. — Oh... — Me interrumpió cuando estuve a punto de responder. — Se me olvidaba que no puedes tomar bebidas calientes. — Dijo con sorna. — Pobre Bandita... Y justo en la época perfecta para las bebidas calientes... Pero bueno... Al menos tu piercing en la lengua se ve bonito. — Volvió a sentarse en su lugar cuando terminó de servirme el desayuno y burlarse de mí.

Ante las palabras de Frank, mi papá rió un poco a través de su taza de chocolate.

— No seas tan malo, Frankie. — Le dijo, aunque se estaba riendo.

Yo rodé los ojos y, disimuladamente le mostré mi dedo medio a Frank.

— Ay, Bandita... — Dijo Cherry boquiabierta. — Eso es grosería...

— Nada de gestos obscenos frente a las gemelas, Bandit. — Me regañó mi papá.

— ¡No fue un gesto obsceno! — Dije a la defensiva. — Yo sólo... Me estaba rascando la nariz. — Dije haciendo el mismo gesto que estaba haciendo hace un rato de rascar mi nariz con mi dedo medio. — Si las gemelas lo ven obsceno es porque sus pequeñas mentes ya están corrompidas. — Negué la cabeza. — Estos niños de ahora...

Aunque me estaba regañando, no pudo ocultar su sonrisa, por más que trató de mantener su postura de adulto serio; pero eso me pareció adorable.

El desayuno transcurrió normal; por primera vez en varios días, no me sentí incómoda reunida en la mesa con ellos e incluso me animé a conversar... Es como si por un momento, todo volviera a estar bien.

— Bandita, ¿Quieres salir a jugar con nosotras? — Me preguntó Lily al terminar de comer. — ¡Podemos hacer un muñeco de nieve!

— Eh... No.

— Bandit, anímate. — Sugirió mi papá. — Sal a divertirte con tus hermanitas.

Iba a rodar los ojos, pero mejor no lo hice, pues el hecho de que él vuelva a insistir en que las gemelas son mis "hermanas" es una señal de que no me odia y aún me quiere aquí, y eso es bueno, me ayuda a sentirme como que no la cagué enormemente.

— Bueno, bueno... — Me levanté para llevar el plato y los cubiertos al lavaplatos. — Sólo si tú me lo pides...

— Tú y papi también pueden venir a jugar con nosotras, Gee. — Le dijo Cherry, acercándose para darle un abrazo.

— Por supuesto que sí, princesa; haremos muñecos de nieve muuuy bonitos. — Le dio un beso en la mejilla... Y me quedé en shock, casi soltando el plato.

¡Le dijo a Cherry princesa!

Él sólo me llama princesa a mí. Se supone que yo soy su princesa ¿Y ahora les dice así a las gemelas?

Ahora que lo pienso... Él no me ha llamado así desde hace días... Ahora soy sólo "Bandit".

La decepción... La traición.

Enojada, terminé de lavar y secar los trastes. Me sequé las manos y lancé con fuerza el trapo de cocina a la encimera, dispuesta a ir a encerrarme otra vez.

Frank y las gemelas se fueron, pero mi papá se quedó sentado en su lugar; nos quedamos solos, y además, creo que se dio cuenta de que me dolió que llamara "princesa" a Cherry.

— Oh, cariño... Ven aquí. — Desde su lugar, extendió mi brazo para que me acerque.

Lo miré verdaderamente dudosa, con algo de recelo, pero entonces él puso sus ojos de gatito y yo solté un suspiro admitiendo mi derrota porque no puedo resistirme a una muestra suya de cariño... Sobre todo cuando no he tenido ninguna desde que decidí encerrarme y dedicarme a ser ermitaña en mi cuarto.

— Te quiero, ¿Lo sabes? — Dijo mientras me envolvía con su brazo.

«Lo sé...». Pensé. « ¿Pero confías en mí?»

— Yo también te quiero... Mucho. — Besé su frente. — Y lo siento. — Admití mi culpa una vez más.

— ¿Por qué?

— Por todo... Por mentirte... Por hacerme sin pensar un piercing que estoy odiando mucho... Por ser una mala hija... Por todo.

— Nena, no digas eso. — Se levantó de su silla para abrazarme mejor (en la medida de lo posible, ya que su vientre es como un balón de baloncesto que se interpone entre nosotros). — Ya te perdoné por eso... Sé que aprendiste la lección... Y espero no equivocarme al pensar eso.

— No lo haces... Siempre estás en lo correcto... No sé cómo sabes tantas cosas. — Admití.

— Es mi superpoder de papá. — Soltó una risita. — Esta semana estaba muy preocupado por ti... — Dijo acariciando mi cabello. — Me sentía mal pensando que quizás fue muy cruel haberte prohibido ir a ver a tu madre... Y que por eso me estabas evitando...

— N-No es eso... Es sólo que... P-Pues... No lo sé. Sólo he querido estar sola; eso es todo.

— ¿Estás segura? Porque me preocupa que estés prácticamente todo el día encerrada y casi no pueda verte.

— Estoy bien, papi... Lo prometo. — Afirmé a pesar de que no estoy segura de estar "bien" y me inclino más a que no.

— Bien, entonces... ¿Es mucho pedir que no te encierres más? ¿Que volvamos a ser los de antes y confíes en mí?

— Sólo si tú confías en mí...

— Lo haré... — Puso sus manos en mis hombros y me miró directo a los ojos. — Seguiré confiando en ti, Bandit, pero... Será muy difícil que siga haciéndolo si tú vuelves a mentirme y a hacer cosas a mis espaldas.

— Te juro que esta vez haré las cosas bien, s-sólo... Quiero que seamos los de siempre; que nos contemos todo, ¿Sabes?

— Yo también quiero eso.

— Entonces pondré de mi parte ¿Okay? — Dije con total seguridad.

— Bien... — Me dio un abrazo rápido para luego llevar su mano a su bolsillo trasero. — Ten tu celular. — Me sorprendió un poco que me lo entregara. — Ya no estás castigada.

— Te quiero. — Sonreí.

— Yo también te quiero, princesa...

— Hmm... Creí que ahora las gemelas eran tus princesas.

— Hey, tú nunca dejarás de serlo. — Sonrió, pellizcando una de mis mejillas. — Las gemelas y tú son mis princesas... Las quiero muchísimo a las tres.

Asentí, comprendiendo perfectamente que, aunque para mí todavía lo siga siendo, ya he dejado de ser hija única.

No obstante, me hizo feliz escuchar que sigo siendo su princesa... No me importa mucho tener que compartir el título si yo lo sigo teniendo, porque lo único que me importa es que mi papá me siga queriendo y que siga confiando en mí. Y ahora que al fin sé que lo hace... Puedo estar más tranquila.

Me dio la sensación de que todo estaría mejor.

Sin embargo... Esa sensación no duró mucho.


...


Me dirigí contenta a mi cuarto para ponerme muchas capas de ropa abrigadora para poder salir. En el proceso, revisé mis notificaciones (debo ponerme al día con los fics), y respondí a todos mis mensajes de la semana diciendo que por fin me regresaron el celular. Tristemente, mi mamá no me envió ningún mensaje durante toda la semana; me hice la nota mental de llamarla después.

Dejé mi celular en la mesa de noche y aproveché de ponerlo a cargar. Ya abrigada para el invierno, bajé a toda velocidad las escaleras y todo cambió.

No había nadie en la sala; cuando miré por la ventana, mi papá ya estaba con las gemelas jugando en la nieve, pero Frank salió de repente desde la habitación de los perros con Bela en sus brazos, luciendo desesperado.

— ¡Frank! ¿Qué tienes? — Comencé a preocuparme.

— B-Bandit... Yo... — Respiró hondo. — Debo llevar a Bela al veterinario.

— ¿Qué sucedió? ¿Qué tiene?

— ¿No la notaste rara anoche? ¿O cuando despertaste? — Cuestionó.

— P-Pues... Ella estaba más perezosa de lo normal; sólo quería estar acostada y no hacer nada. Tampoco quería comer.

— Y ahora está respirando irregularmente. — Me acerqué a acariciar a Bela, y pude notar que sí, respira con dificultad. — Así estaba Sweet Pea antes de morir a principios de este año...

Me dio un escalofrío y me quedé sin palabras por el miedo que comenzó a invadirme.

Ni siquiera me dio tiempo de preguntar quién es "Sweet Pea", asumiendo que fue otro de sus perros... Sólo podía pensar en que Bela no puede morirse, no debe morirse... No ahora... No tenemos mucho tiempo juntas, así que no puede morirse después de que me enseñó a quererla y a querer a los otros perritos.

— Te... Acompañaré al veterinario. — Fue lo único que pude decirle, y salimos rápidamente de la casa.

Frank le explicó a mi papá lo que está sucediendo en privado; le pidió que se quede con las gemelas en casa mientras nosotros vamos al veterinario. También le pidió que no les dijese nada aún para no preocuparlas tan pronto.

Entonces, subimos juntos al auto. Durante el camino, mientras sostenía a Bela en mis brazos, no pude evitar soltar unas lágrimas, porque aunque la estemos llevando al veterinario con la esperanza de que se ponga mejor... Lo más probable es que no haya nada que se pueda hacer, pues está muy vieja, así que quizás su momento de irse haya llegado. Sin embargo, a pesar de saberlo, no quiero aceptarlo; porque no quiero que se vaya. Bela es la primera mascota que he tenido con la que he forjado un vínculo realmente especial, y es la mejor compañía que tengo cuando me siento sola en mi propia casa.


...


Volví a ponerme a llorar cuando el veterinario, después de examinar a Bela, confirmó lo que yo ya sabía: No hay nada que se pueda hacer por ella. La única recomendación que nos dio fue acompañarla y hacerla sentir amada durante sus últimos momentos, lo cual fue muy duro de escuchar tanto para mí como para Frank, pero por supuesto que íbamos a hacerlo.

Cuando volvimos a casa, todo se volvió triste cuando tuvimos que comunicarles a mi papá y a las gemelas qué es lo que está pasando.

Me quedé en la sala, sentada en el suelo frente al sofá, con Bela en su camita junto a mí. No podía dejar de acariciarla, ni dejar de llorar, sabiendo que en cualquier momento se iría, y yo no estaba lista.

Las gemelas también se pusieron muy tristes; le hicieron dibujos y le dijeron cosas muy lindas. Lo que más me rompió el corazón fue que Cherry le dijo que no se preocupara, porque Jamia seguramente la estaba esperando en el cielo. Entonces me puse a pensar en cómo estas niñas, siendo tan pequeñas, han tenido que lidiar tanto con la muerte; la de su madre, y también la de sus mascotas, mientras que yo, por mi parte, todavía no he perdido a alguien importante en mi vida, y esta es la primera vez, siendo todavía más dolorosa no sólo por mi inexperiencia con la muerte, sino porque desearía haber pasado más tiempo con Bela... Desearía haberla querido desde el inicio.

Bela no murió a las pocas horas como pensamos, pues el día siguió transcurriendo; no me dieron ganas de almorzar y tampoco de cenar cuando llegó su momento, pues si Bela estaba indispuesta a probar un bocado, yo tampoco lo haría, además de que el nudo en mi estómago no me dejaría comer. Me quedé con ella, hablándole... Diciéndole cómo en tan poco tiempo me encariñé tanto con ella, y que me parece injusto que se vaya cuando incluso la necesito para mejorar mis días. También le dije que ahora me sentiré desolada cuando, por la noche, ella no esté durmiendo junto a mis pies.

Anocheció y todos estábamos con ella, y con todos me refiero a que los demás perros también nos acompañaban, dándole mucho amor. Llegó un momento en el que mi papá fue a llevar a las gemelas a dormir porque no aguantaban el sueño, y yo me quedé con Frank.

Yo también tenía un poco de sueño. Estaba cansada, pero me mantuve acariciando a Bela. Frank también la acariciaba hasta que, eventualmente, dejó de respirar.

Llevaba horas sin llorar y eso me llevó a creer que me había quedado sin lágrimas, pero cuando Bela murió, mis lágrimas volvieron en un doloroso llanto que ejercía presión en mi pecho. Frank también se puso a llorar desconsoladamente y, sin pensarlo, buscamos los brazos del otro.

Por primera vez, su cercanía no me molestó; sólo me aferré a él porque sé que se siente igual que yo, pues él quería a Bela incluso más que yo, después de todo, fue quien la cuidó y le dio mucho amor durante años.

Mi papá regresó y, al vernos, no tuvo que hacer preguntas, sólo le bastó con vernos en ese estado para llorar también y ofrecernos consuelo. Se sentó en el sofá y yo me acerqué en busca de un reconfortante abrazo de su parte; Frank hizo lo mismo, por lo que quedé en medio de ambos, llorando escondiendo mi cara en el pecho de mi papá, mientras que él y Frank me abrazan.

Me siento segura en compañía de ambos... Sí... De ambos. Se siente raro incluir a Frank en esto, pero es así. Los dos me hacen sentir a salvo en este momento en el que siento mucho dolor por haber perdido a alguien que se volvió tan importante en mi vida.

En mi mente no dejan correr los recuerdos con Bela, aunque desearía que fueran más...

A pesar de poder hallar consuelo en mi papá y su novio, todavía siento que cada vez que parece que por fin podré estar en paz y ser feliz en esta casa, pasa algo malo que demuestra que las cosas nunca saldrán bien.

Por más que quiera evitar pensarlo; sólo me pasan cosas malas desde que estoy aquí: Llegué a esta maldita casa... En medio del caos, me encariñé con Bela... Bela se convirtió en el lado bueno de las cosas, en mi motivo para sonreír durante mis malos días... Y ahora ya no está... ¿Entonces qué se supone que haré? ¿Cómo podré lidiar con esto?

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