Capítulo 27

"Adivina qué... ¡Hoy tuve mi primera cita!". Fue el mensaje que le envié a mi mamá y que ni siquiera se molestó en responder.

«Ya qué». Pensé. Realmente quería hablar con ella sobre esto, principalmente, porque desde que me dijo que no la estoy incluyendo en mi vida y prácticamente insinuó que se siente sola porque yo decidí venir con mi papá, me he sentido culpable y he tomado la iniciativa de querer incluirla más en mi vida para que forme parte de ella de la misma forma que mi papá lo hace... Además, creí que sería genial charlar con ella con respecto a la cita, porque en vez de ponerse celosa como mi papá, se emocionaría por todo como lo haría una chica de mi edad.

Sin embargo, ella nunca respondió. Por lo tanto, al igual que siempre, sólo quedamos mi papá y yo.

Evité contarle la historia durante lo que quedó del día hasta que me dio sueño. Entonces, así como todas esas veces que mi papá me contaba historias para dormir cuando era pequeña, la noche del sábado, él se quedó un rato conmigo en mi habitación, pero esta vez fui yo quien le contó una historia a él; la de mi primera cita.

— Y todo fue tan bonito... — Suspiré al terminar mi relato, el cual escuchó atentamente. — Hasta que abriste la puerta e interrumpiste lo que pudo ser el gran final... Pero obviemos eso.

— Bueno... — Él sólo rió ante mi último comentario. — No te mentiré, estoy aliviado... Aidan realmente parece ser un buen chico... Y más le vale serlo.

— Claro que lo es; a mí me gustan los chicos buenos, no las ratas punk como a ti.

— ¡Oye! — Protestó riendo. — Frank pudo haber sido un chico mala-conducta, pero era bueno para mí.

— Lo sé... Sé que él te ama ahora y también te amaba y te cuidaba en aquel entonces. No hace falta que lo digas.

— Y todo lo que quiero para ti es eso: Que encuentres a alguien así... En el futuro, claro. Dentro de muchos, muuuuuchos años, porque por ahora sigues siendo mi bebé. — Dijo abrazándome fuerte.

— Papi... Dime una cosa; hoy me contaste sobre tu primera cita con Frank, pero nunca me has dicho cómo fue tu primera cita con mi mamá... ¿Acaso es porque no fue tan memorable?

— Oh, Bandit. Claro que fue memorable. Esa cita fue muy especial. — Sonrió genuinamente. — La recuerdo con mucho cariño... Lindsey y yo fuimos a un parque de diversiones. Recuerdo que ella quería subir a todas las atracciones potencialmente peligrosas, las cuales me daban vértigo de sólo mirarlas... ¿Y sabes qué? Subí a todas con ella a pesar de las náuseas que me dieron después, y me divertí mucho. Es que... Lindsey me hacía sentir seguro, absolutamente nada me daba miedo cuando estaba con ella, porque ella era, o mejor dicho, es tan intrépida, enérgica y divertida, que inevitablemente yo quería seguirla hasta el fin del mundo.

— Me sorprende que aún puedas decir cosas tan lindas de ella... — Suspiré enternecida.

— Es que yo la quise mucho, Bandit. Y las cosas que hayan pasado entre nosotros no cambian para nada lo que llegué a sentir por ella en algún momento... Lindsey fue muy especial para mí, aunque nuestro amor fue efímero, pero creo que fue porque nos apresuramos mucho.

— ¿Ah, sí?

— Nosotros éramos muy apasionados, con una energía tan intensa que hacía que nuestras emociones juntas fueran demasiado fuertes; era como si todo lo que tocáramos se encendiera en llamas. Se parecía un poco a lo que tenía con Frank, sólo que lo mío con tu mamá fue más impulsivo; no nos dimos el tiempo de conocernos bien, de forjar una amistad, sólo nos lanzamos directo al abismo creyendo que nuestro amor era fuerte y que duraría para siempre... Pero esas ideas cambiaron cuando llegaron nuestras responsabilidades como familia; nos casamos, te tuvimos a ti... Entonces se empezaban a notar más las diferencias entre nosotros cuando se trataba de enfrentar todas esas responsabilidades. Resultamos ser muy incompatibles, y todas esas emociones intensas que teníamos cambiaron su rumbo hasta volverse más turbulentas.

Me pregunto qué me diría mi mamá si le preguntara sobre esto... ¿Ella también recordará con cariño los buenos momentos con mi papá?

— Nuestro error fue primero enamorarnos y luego conocernos... Creo que si hubiésemos creado un vínculo de amistad antes, ella y yo nos hubiésemos dado cuenta desde un principio de que no íbamos a funcionar... Pero me alegra que las cosas hayan sucedido como sucedieron... Más allá de todos los problemas que tuvimos y lo infelices que éramos como pareja casada... Lo importante es que de esa relación viniste tú, y tú eres lo mejor que me ha pasado... Lo sabes ¿Verdad?

— Es obvio que lo sé; eres el mejor papá de todo el mundo. — Sonreí, y besé su mejilla.

— Okay, princesa. Es hora de que duermas. Estoy muy feliz de que hayas tenido un gran día hoy y que Aidan te haya tratado bien, porque de lo contrario me hubiese enojado muchísimo. — Me envolvió con mis mantas y finalmente, me dio un besito en la frente. — Buenas noches, Bandit.

— Buenas noches, papi. — Sonreí.

Él dejó la habitación y yo me acomodé para dormir, pero antes de eso, revisé las notificaciones de mi celular una vez más. En primera; porque la adicción es fuerte. En segunda; porque tenía la esperanza de que mi mamá viera mi mensaje. Pero su nombre no estaba en ninguna de las notificaciones que recibí. Pero tampoco me quejo, porque una de esas notificaciones era de Aidan.

Sólo tenía dos mensajes; uno suyo y uno de Bronx preguntando cómo me fue en la cita. Primero respondí el de Bronx, diciéndole que el lunes en la escuela le contaré todo con lujo de detalles. El de Aidan, en cambio, era un mensaje de buenas noches que me sacó una sonrisa de pendeja que probablemente no se borrará hasta pasado mañana. Le respondí: "Buenas noches, descansa". Y envié el sticker de un gatito con un montón de corazones, florecitas y arcoíris, con el cual me identifico porque así es como estoy yo en este momento.

Después de responder los mensajes, apagué el móvil, busqué el cargador en el cajón de mi mesa de noche, lo conecté en el tomacorriente convenientemente ubicado junto a la cama y lo dejé allí cargando antes de acomodarme para dormir.

Bela, que estaba durmiendo en mis pies, comenzó a moverse, y sentí sus pasos hasta acomodarse junto a mí, entonces suspiré y comencé a acariciarla con genuino cariño... ¿Quién diría que terminaría queriendo tanto a Bela? Después de que al principio, me parecía una pesadilla que un perro me persiguiera a todas partes, y ni hablar del asco que me provocaba pensar en un "perro sucio" llenando de gérmenes el lugar donde duermo.

Pero supongo que, cuando se trata de mi vida, las cosas pueden cambiar drásticamente en cuestión de semanas... Es decir, hace tan sólo dos meses nos mudamos a esta casa y me enteré de que mi papá está embarazado y, desde entonces, ya nada ha vuelto a ser lo mismo.

Y entre esas cosas que han sucedido, está el hecho de que pasé de estar muy tranquila sin que me gustara nadie, a que ahora esté viviendo una pequeña novela donde hay un chico que me gusta mucho y que me vuelve extraordinariamente tonta y cursi.

Es que... Mierda... Nunca pensé que el estar enamorada se sentiría así... Oh bueno, ¿Estoy realmente enamorada? Ni siquiera estoy segura porque es la primera vez que siento esto... Sólo sé que me encantaría que mi enamoramiento se convirtiera en un gran amor de secundaria que durase para siempre. Es decir, mi papá y Frank llevan amándose prácticamente toda la vida, han vivido todas sus primeras experiencias juntos y ahora tendrán un bebé y van a casarse... Y ese es el tipo de romance que yo quisiera; uno para toda la vida. O bueno, al menos me conformo con uno que no se termine arruinando como el de mis padres.

Yo sólo... Me pregunto si yo podría tener tanta suerte.

...

Desperté a las diez de la mañana con una flojera impresionante.

Fui al baño y me cepillé los dientes. Y así como estaba, en pijama, bajé a desayunar, llevé a Bela en mis brazos porque tiene problemas para bajar las escaleras, una vez se tropezó de los últimos dos escalones y me asusté, pero al mismo tiempo agradecí que no se cayera desde más arriba porque me iba a morir yo.

Primero me encontré a las gemelas en la sala de estar, jugando con sus muñecas, ¿Recuerdan la muñeca alemana que mi mamá me regaló y que Lily me pidió prestada? Bueno... El préstamo se convirtió en regalo, porque se la terminó quedando. Pero no me quejo, ella la ha cuidado bien y le ha dado un mejor uso que yo, que la habría usado de decoración.

— Hola, Bandita. — Dijeron ambas, sonriendo hacia mí.

— Hola, engendros de Satán. — Sonreí hacia ellas. — ¿Saben dónde está mi papá?

— Gee-Gee está trabajando. — Alegó Cherry. — ¿Quieres jugar con nosotras?

— Tal vez luego. — Me encogí de hombros.

A veces ese "luego" significa "no", pero cuando estoy de humor, realmente significa "luego" y termino jugando con ellas... ¿Hoy estoy de humor?... Hmm... Creo que sí. Pero no podré jugar con ellas porque debo lavar mi ropa.

Antes las tareas domésticas me aterraban, o por lo menos aquellas que no fueran lavar los trastes o doblar mi ropa cuando mi papá dejaba en mi habitación la canasta con ésta ya lavada. Lavar la ropa, hasta hace sólo semanas, me parecía cosa de adultos, una responsabilidad que pensaba adjudicarme cuando tuviese aunque sea diecisiete, pero en vista de que mi papá no debería esforzarse tanto con su embarazo, y que le empieza a costar estar de pie mucho tiempo y/o flexionar sus rodillas, no me queda de otra más que ser un poquito más responsable de mis cosas.

Así que fui a la cocina, primero busqué el tazón con el nombre de Bela, fui hasta el enorme saco de croquetas, llené el tazón y lo dejé junto a la mesa, donde tomaré asiento a comerme mi cereal con leche.

Cuando terminé de comer y lavé las cosas, les dije a las gemelas que tal vez jugaré con ellas después de lavar mi ropa, y dijeron que eso suena muy aburrido. Y en efecto, lo es... Un día eres joven y al otro, ya estás lavando ropa.

Subí a mi cuarto, busqué la canasta de la ropa, puse allí todas las cosas que necesito lavar, y en seguida tracé mi camino al sótano.

...

Apenas bajé los primeros dos escalones cuando me detuve al escuchar el sonido de una guitarra eléctrica, que indica que la rata está aquí.

Nunca he escuchado a Frank tocar la guitarra, sin embargo, sé que él no sólo se ha dedicado a eso durante mucho tiempo, sino que también fue quien le enseñó a mi papá (lo descubrí hace poco), y mi papá me enseñó un poco a mí desde hace unos años, el problema es que eventualmente he perdido la práctica porque me he enfocado más en dibujar.

Me quedé un poco perpleja al reconocer la melodía que está tocando... No sé si esa sea una canción que existe pero que yo desconozco... Porque mi papá nunca me lo dijo cuando tocaba esa misma melodía para mí, y cuando me enseñó tocarla también.

Bajé las escaleras para escucharlo mejor, ya que en cualquier caso, tengo la excusa de que vengo a lavar la ropa. Pero en cuanto me vio bajar, se detuvo.

— Hola, Bandit. — Me saludó.

— Hola, Frankie... Sólo venía a lavar la ropa. — Dejé la cesta en el suelo antes de abrir la compuerta de la lavadora. — Tú no te detengas por mí.

— Sí, porque es muy cómodo tocar música con el ruido de una lavadora de fondo. — Dijo sarcásticamente.

— Bueno, ¿Y qué quieres que haga?

— No sé... Tal vez... Que vengas, tomes una guitarra y me acompañes.

— ¿Qué? — Solté una risita. — ¿Disculpa?

— Vamos, Bandit. Tu papá me ha dicho que él solía enseñarte a tocar la guitarra.

— Sí, pero eso fue hace mucho tiempo. Créeme, he perdido la práctica.

— Entonces ven a recuperarla. — Rodé los ojos ante su insistencia. — ¿O tienes miedo de que te salga verdaderamente mal?

— Sí, y que me trates como Abby Lee de Dance Moms trata a sus bailarinas.

— No voy a ser tan malo. — Rió.

— Okay... Ya que insistes...

Tomé una de las guitarras de mi papá, la conecté al amplificador que él me indicó y me senté en el sofá de cuero junto a él, sin embargo, él se levantó y acercó un taburete para quedar justo frente a mí, lo cual es intimidante, me pregunto si las gemelas se sienten así cuando él les enseña, seguramente los niños a los que les imparte clases sí que se sienten así de intimidados y con miedo de hacer algo mal.

— Esa melodía que estabas tocando hace rato... — Me atreví a mencionar. — ¿De dónde es? Mi papá me la enseñó hace años.

— ¿De verdad te la enseñó? — Asentí. — Es de una canción muuuy vieja, que hicimos cuando éramos jóvenes.

— ¿En serio?

— Sip, antes hacíamos canciones por diversión... Y esa que estaba tocando se llama Demolition Lovers... ¿Todavía recuerdas cómo tocarla?

— Creo que sí. Pero para asegurarme... ¿Podrías hacerlo tú primero?

Él dijo "seguro" antes de iniciar con los primeros acordes de la canción. Observé sus manos con una cara de concentración absoluta; una manipulando la púa de la guitarra y la otra marcando los acordes.

— Ya lo tengo, ya lo recordé.

Tomé una respiración profunda y comencé a tocar los acordes.

Me sentí rara, pues mientras manipulaba la guitarra, no sólo me sentí increíblemente bien y me pregunté por qué había dejado de hacerlo, sino que me sentí extraña... Me sentí demasiado extraña cuando, a medida que avanzaba, comencé a desarrollar un gran afán por impresionarlo; y toqué para él con un ahínco que sólo he tenido cuando trabajo en cosas que sé que harán que mi papá se sienta orgulloso de mí.

Prontamente, él comenzó a tocar su guitarra, armonizando perfectamente con la mía, y sonreí por instinto, ya que me recuerda a todos esos días en los que mi papá hacía esto conmigo.

— Debería retomar esto. — Dije cuando terminamos. — Tengo bastante talento; soy impresionante.

— Bueno, que no se te suba a la cabeza, esa canción es relativamente fácil.

— Is rilitiviminti fícil, ¿Es que no puedes dejar de matar mis ilusiones? ¿Que no ves que tendré una banda emo cuando sea grande?

Él soltó una risa que me resultó bastante contagiosa porque terminé riéndome también.

— ¿Puedes tocar esto? — Dijo antes de comenzar con un riff increíble que también desconozco pero se oye complicado para mí.

— ¡Suena genial! Nunca lo he escuchado.

— Es de una canción que compuse hace meses; se llama Medicine Square Garden.

Repítelo; quiero aprenderlo. — Le pedí, resignándome a que probablemente pasaré la mañana del domingo tocando la guitarra con Frank. Aunque no está mal.

Comenzó de nuevo. Llevé los mechones rebeldes de mi cabello detrás de mis orejas, no sé de qué me sirve despejar así mi rostro (de nada, supongo), pero siempre hago eso cuando estoy enfocando mi extrema concentración en algo.

— No es así. — Dijo cuando fallé en un acorde.

— No me digas, Sherlock. — Ironicé.

— Debes arrastrar un poco estas cuerdas, así. — Explicó, haciendo la demostración de una manera lenta. — Pero inmediatamente te llevas ésta, y haces el cambio. — Seguía haciéndolo lentamente para que yo comprenda mejor.

— Repite todo.

Empezó desde el principio, esta vez, dando un tutorial completo, mostrándome paso por paso y llevando sus cuentas mientras que yo repito cada movimiento tratando de hacerlo lo mejor posible.

...

— ¡Eso es, Bandit! Ya lo tienes. — Fue su forma más educada de decir: "¡Aleluya! ¡Por fin!", cuando, después de más de media hora, estaba tocando el riff yo solita.

— Te dije. — Alegué sin dejar de tocar. — Tengo mucho talen-¡Maldita sea! — Me interrumpí a mí misma cuando la volví a cagar, quedando en ridículo. Frank comenzó a burlarse de mí. — ¡No te rías!

— ¿Te has dado cuenta de que cada vez que te extra-alabas a ti misma, siempre te salen las cosas mal? Ese es el karma. — Dijo entre carcajadas.

— Rata sucia. — Le dije antes de mostrarle la lengua en un gesto bastante inmaduro que él, por supuesto, me regresó.

Estaba dispuesta a no rendirme hasta que la canción de Frank me saliera perfecta, y cuando volví a empezar, sufrí una gran interrupción al escuchar una estampida (humana, no de perros) correr por la escalera.

Se escucharon las vocecitas de las gemelas:

— ¡Papi! ¡Papi! ¡Papi!

Volteamos a ver qué ocurre y vimos bajar a Cherry y a Lily extremadamente felices por algo, y no sólo ellas, mi papá también está igual, no, mejor dicho, está MÁS emocionado, casi al borde de las lágrimas en una explosión de felicidad.

— Hey, ¿Qué sucede? — Frank apoyó su guitarra del sofá y se levantó rápidamente para ir con ellos, a la vez que yo me quedé sentada, observando todo con curiosidad.

Mi papá, sin decir nada porque en serio va a llorar, tomó la mano de Frank y la llevó a una zona específica del costado de su vientre. Frank parecía no entender nada al principio pero sólo pasaron dos segundos antes de que su semblante cambiase significativamente; su mirada se iluminó por completo, al mismo tiempo que se conectaba con los ojos llorosos de mi papá. Su boca se abrió ligeramente y esbozó una enorme sonrisa.

— ¡Oh, por Dios! ¡Oh, por Dios! ¡Oh, por Dios! — Dio un saltito de la emoción.

— ¡Lo sé! — Exclamó mi papá, limpiando sus lágrimas.

— Te amo tanto, Gee. — Le dijo, tomándolo de las mejillas. — Tanto, tanto, tanto...

— Yo también te amo, Frankie. Te amo muchísimo y amo que tengamos nuestra propia familia. — Respondió.

Antes de besarse, frotaron sus narices de manera afectuosa, sin dejar de sonreír.

— ¿Q-Qué está sucediendo? — Le pregunté a Lily, ya que ella se acercó a mí primero.

— ¡El bebé está dando pataditas!

— Oooohhh... — Asentí, comprendiendo el porqué de la emoción.

— Bandit. — Volví a levantar la vista cuando mi papá me llamó. — Princesa, ven aquí.

Al igual que Frank hace un momento, apoyé mi guitarra en el sofá y caminé, con pasos nerviosos, hacia él.

Entonces se repitió el proceso: Mi papá tomó mi mano y la llevó a la zona donde siente las patadas del bebé. Pero apenas lo toqué, quité mi mano rápidamente a causa de la impresión que me causó haber sentido ese golpecito en mi mano. Me quedé boquiabierta, pero volví a tocarlo y de nuevo sentí al bebé moviéndose.

— ¡Qué turbio! — Dije lo primero que se me vino a la mente. — ¿No se siente raro tener una cosa moviéndose en tu barriga?

Mi papá sólo soltó una pequeña carcajada.

— Oh, lo es... — Admitió. — Pero sentir a tu hermanito moverse como si estuviera jugando un partido de fútbol es la mejor clase de rareza que he experimentado.

— Wow... — Simplemente solté un largo suspiro.

Mi hermanito...

¡Se siente tan raro decirlo!

La realidad de que mi familia ya nunca volverá a ser la misma se siente cada vez más presente semana tras semana. Sobre todo ahora, que el bebé se está moviendo. Dentro de poco tiempo sabremos su sexo, y será cuestión de unos cuantos meses más antes de que nazca.

Y sí... En esto se ha convergido mi vida ahora... En una ruleta que no para de girar. Han pasado tantas cosas estos meses, que ya no recuerdo mucho cómo se sentía mi antigua vida. En primer lugar; ya empiezo a olvidar lo que se siente ser hija única. Luego están los otros detalles, como que ya no sé por qué les temía a los perros, olvidé lo que era ir a mi vieja escuela, olvidé cómo era vivir sin drama adolescente. Incluso se me olvidó porqué odiaba a Frank cuando llegué aquí... Ah, sí... Porque estaba jodidamente celosa.

Pero entre tantas cosas, lo que verdaderamente ha quedado lejos en el olvido, ha sido el sentimiento de no esperar nada más de la vida, porque cuando menos me lo espere, ésta siempre me golpeará con cosas nuevas, sean para bien o para mal. Y seguirá avanzando a gran rapidez sin detenerse por mí, por lo cual, deberé moverme a su ritmo por más difícil que sea.

Pero por ahora...

Al menos por ahora, todo se encuentra bien y en calma. Y agradezco eso. 

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