Capítulo 23
Gerard's POV
— Ya estás, Cherry Berry. — Puse mi dedo cariñosamente en la punta de su nariz cuando terminé de ponerle labial negro y dibujarle puntitos en las mejillas. — Eres la brujita malvada más bonita de todas.
— ¡Gracias, Gee-Gee! — Dijo contenta, mirándose al espejo con su disfraz y maquillaje.
Lily también está bastante feliz, sobre todo porque, desde un inicio, amó la idea de vestirse con un pomposo vestido rosado y una gran corona.
— Okay, ¿Quién sigue? — Pregunto a Bandit y a Melissa, quienes son las únicas que me falta por arreglar antes de ir a darme una ducha y preocuparme por mi propio disfraz.
Es Halloween, y se podría decir que he estado bastante ocupado el día de hoy.
Primero, desperté bastante temprano para hacerle un desayuno especial de cumpleaños a Frank, aunque no estuve solo, pues las gemelas me ayudaron.
Preparamos panqueques; yo hice uno con forma de telaraña, ayudé a Lily a hacer uno con forma de fantasma y a Cherry otro con forma de calavera. Les pusimos sirope de fresa porque, según las niñas, parecía sangre. También corté dos naranjas como si se tratara de lámparas de calabaza, las cuales rellenamos con varias frutas cortadas en trozos pequeños. Y, por último, preparamos un batido de fresas, algunas de ellas sólo trituradas para que tuviera una textura grumosa, también le agregamos colorante verde para se mezclara un poco con el color natural de las fresas. Después de servirlo en el vaso, le pusimos un globo ocular hecho de gomitas, compré varios de esos ayer en el supermercado. Y una vez terminado todo, llegamos a la fase más esperada: Sorprender a Frank.
Aunque él no colaboró mucho, porque al principio, no quería despertarse.
— ¡Papi, papi! ¡Despierta! — Exclamaron las niñas al unísono, mientras saltaban sobre él.
— En el nombre de Satán ¿Podrían dejarme dormir? — Balbuceó sin despertar del todo, cubriéndose el rostro con la almohada.
— ¡Frankie! ¡Despierta, dormilón! — Me acerqué con la bandeja con comida en las manos.
— Okay, okay... — Dijo después de soltar un dramático quejido. — Ya desperté... Ya desperté...
Cuando por fin se dignó a quitarse de la almohada, ni siquiera había abierto los ojos, sólo soltó un largo bostezo mientras se estiraba, y de repente volvía a enrollarse en las sábanas con la intención de seguir durmiendo, pero las gemelas siguieron saltando sobre él insistentemente hasta que, por fin, abrió los ojos y se sentó en la cama, volviendo a estirar sus brazos.
— ¡Feliz cumpleaños! — Exclamamos las niñas y yo.
Su reacción se vio muy adorable; sus ojos, antes apenas entreabiertos, se abrieron completamente a la vez que sus pupilas irradiaron un hermoso brillo que hacía más hermosa la gran sonrisa que esbozó.
— Los tres te hicimos un desayuno especial. — Dije colocando sobre su regazo la bandeja de madera, la cual decoramos con murciélagos de cartulina. — Lily y Cherry me ayudaron bastante.
— Yo ayudé más que Cherry. — Presumió Lily.
— ¡No es cierto! — Discutió su hermana.
— Niñas... — Les lancé "la mirada". — Las dos ayudaron mucho y las dos hicieron un buen trabajo por igual.
— Y a las dos las amo un montón. — Les dijo Frank, extendiendo su brazo hacia ellas, mientras que con su otra mano sostenía la bandeja para mantenerla firme. — Vengan a darle un abrazo a papá.
Lily y Cherry olvidaron inmediatamente su pelea tonta, y bastante risueñas, se acercaron a darle abrazos y besos a Frank. Luego llegó mi turno, o mejor dicho, el turno de nuestro bebé. Ya que permanecí parado junto a él durante un breve instante, él se acercó a mi vientre y, como se ha hecho costumbre desde que la doctora nos dijo que el bebé ya puede escucharnos, él comenzó a hablarle; le dijo que tiene el papá más adorable del mundo, refiriéndose a mí, por lo cual yo lo corregí, diciéndole al bebé que tiene los papás más adorables del mundo.
— Te amo, Gerard. — Dijo solemnemente, tomando mi mano para invitarme a recostarme a su lado y así poder besarme. — Y gracias por esto. Ustedes tres son geniales.
— Yo hice la "caravela". — Dijo Cherry con orgullo, a pesar de haber pronunciado mal la palabra "calavera".
Entonces Frank tomó el tenedor y el cuchillo y cortó un trozo del panqueque en forma de calavera para probarlo.
— Está muy bueno. — Le dijo sonriente, recibiendo un beso en la mejilla por parte de Cherry.
— ¡Ahora prueba el mío, papi! — Dijo Lily, causándome risa y ternura a la vez, ya que todos los panqueques estaban hechos de la misma mezcla, pero para las gemelas eran distintos por el hecho de que cada uno de ellos tenían figuras distintas hechas por ellas y eso los hacía especiales.
Nos quedamos un rato allí con Frank hasta que vi el reloj en nuestra mesa de noche y, al notar la hora que era, decidí salir a ver si Bandit ya se había levantado.
Efectivamente, así era, pues la encontré en la cocina sirviéndose el desayuno, y al verme, después de darme un beso en la mejilla de buenos días, hizo una broma con respecto a las "calaveras deformes" que se había servido en su plato; esos eran los intentos fallidos, ya que los panqueques más bonitos, fueron los que le servimos a Frank.
Bandit pudo habernos ayudado a preparar el desayuno con temática de Halloween, pero ella no estuvo dispuesta; dijo explícitamente que no quería arriesgar sus horas de sueño. Y preferí no insistir o hacerla sentir como si le estuviera exigiendo hacer algo por Frank. Por eso, no estaba esperando que en serio ella hiciera algo por él.
Me sorprendí un poco cuando, estando a punto de irnos, Frank apareció en la cocina para dejar la bandeja con los utensilios donde estaba antes servido su desayuno, y Bandit le dio un abrazo cuando lo felicitó por su cumpleaños. Ha sido la primera vez que los veo darse un abrazo. Fue algo rápido, no duró ni cinco segundos, pero fue un abrazo al fin y al cabo, y es un avance ¿No?
— Tengo un regalito para ti. — Agregó, sorprendiéndome todavía más.
— ¿Por qué de repente me dio miedo? — Respondió Frank a modo de burla. — ¿Es una bomba o algo así?
Bandit soltó una risita antes de quitarse la mochila y buscar algo en su interior; Frank me miró algo esperanzado y yo sonreí.
— Es sólo una tarjetita cursi que vi en una tienda y pensé que te gustaría; no te emociones tanto.
Frank recibió el obsequio como si fuese la cosa más impresionante del mundo, cuando en realidad era una tarjeta con decoración hallowinesca, que al abrirla, salía la imagen de un perrito disfrazado de fantasma con una lámpara de calabaza junto a él, y decía; "Incredi-BOO... That's YOU". Y en la parte de atrás decía "¡Feliz cumpleaños, Frankie!", escrito con la letra de Bandit.
— Me pareció muy linda... — Decía ella mientras Frank veía la tarjeta. — Es que tiene un perrito, y a ti te gustan los perritos. La vi y dije: "¡Es perfecta!".
— Aww, ¡Me encanta! Ven acá. — Abrió sus brazos hacia Bandit, quien volvió a abrazarlo, pero esta vez, a regañadientes.
— Oye, no te aproveches de mi promoción de "abrazos sólo en ocasiones especiales". — Dijo ella en los brazos de Frank, quien la sostuvo más fuerte y la levantó por un breve instante antes de dejarla ir.
— Bien, vamos. Llegarás tarde. — Le dije a Bandit, sin poder ocultar mi gran sonrisa por verla más cómoda con la presencia de Frank.
— Pero creí que yo llevaría a Bandit a la escuela como todos los días. — Dijo él.
— Yo la llevaré, no te preocupes. — Aseguré. — No quiero que hagas nada el día de hoy. Déjame mimarte un poco. — Lo abracé y le di un beso en la mejilla.
— Pero...
— Pero nada. Tú siempre te encargas de hacer todo en esta casa. — No lo dejé terminar. — Desde que estoy embarazado no me dejas hacer nada porque dices que debo descansar y blah, blah, blah. Pero estoy perfectamente bien y quiero hacerme cargo de todo y consentirte al menos por hoy. Déjame hacerlo. — Le di otro beso en la mejilla. — ¿Sí?
— Está bien... Está bien... — Suspiró. — ¿Cómo decirte que no? — Se rindió ante mis insistencias, por lo que yo sonreí victorioso, y entonces él me tomó de las mejillas y me besó en la boca.
Como cada vez que nos besamos, nos sumimos en una burbuja de amor y felicidad donde perdemos nuestros sentidos y nos olvidamos completamente de lo que sucede a nuestro alrededor.
Sólo volvimos a la realidad cuando Bandit se aclaró fuertemente la garganta para llamar nuestra atención. Entonces nos separamos sin dejar de sonreír embobados, y ya después le brindé toda mi atención a mi hija, así que nos encaminamos a la escuela.
Cuando regresé a casa, encontré a Frank en nuestra habitación viendo Viernes 13 en nuestra tv; pregunté por las gemelas y me dijo que estaban en su habitación tomando la siesta, ambas tenían sueño, ya que tuvieron que levantarse bastante temprano hoy. Así que era como tener la casa para nosotros solos. Nos quedamos acurrucados en la cama mientras veíamos la película, y nos besábamos de vez en cuando hasta que esos besos y caricias fueron intensificándose tanto, que terminamos haciendo el amor, olvidando por completo que la película seguía reproduciéndose.
...
No hicimos mucho durante el resto del día, los padres de Frank vinieron a vernos, se quedaron a almorzar con nosotros y las gemelas. Se quedaron varias horas, lo suficiente como para que pudieran conocer brevemente a mi hija. Hasta que luego se marcharon, volvieron a desearle un feliz cumpleaños a Frank y también dijeron que esperaban que nuestra reunión con viejos amigos no resultara como las que hacíamos cuando éramos adolescentes, a lo que nosotros sólo reímos, recordando los problemas que solíamos darles a nuestros pobres padres, sobre todo en temporadas de Halloween, cuando solíamos lanzar huevos y papel higiénico a las casas de víctimas inocentes con ayuda de Pete y los demás.
Así que ahora llegamos a este punto donde nos estamos preparando para la noche.
— ¿Podrías levantar la mirada? — Me quejé por enésima vez, ya que estoy trenzando el cabello de Bandit en dos coletas como las de Dorothy, pero no puedo hacerlo bien si a cada rato baja la mirada hacia su celular. — ¿Con quién hablas tanto? — Ella sólo soltó una risa traviesa, y yo arqueé una ceja. — ¿Con Bronx?
— En realidad... Hablo con Aidan. — Volvió a reírse cuando notó mi cara de molestia a través del espejo. — Me preguntó a qué hora llegaré a la fiesta en la escuela... Dice que quiere estar conmigo ¡¿No es emocionante?! — Inquirió sonriente, quitándole la atención al celular para dejarme hacer mi trabajo.
— A mí no me parece emocionante. Es sólo un chico, no es para tanto.
— ¿Cuando eras joven, Frank también era "sólo un chico"? — Replicó.
— Es distinto, Frank es incomparable.
— Ah, sí, claro... Yo me imagino... — Dijo sarcásticamente.
Por una parte, ella sólo se comporta como yo cuando era un niño como ella y estaba enamorado de Frank... Sólo que en aquel entonces él y yo éramos mejores amigos, así que había cierta confianza entre nosotros; confianza que parecía estar amenazada cuando él empezó a gustarme, porque de repente, su cercanía me ponía nervioso y me aceleraba el corazón. El sólo pensar en confesarle mi amor o siquiera invitarlo a una cita me hacía entrar en pánico, y cuando fue él quien me confesó tiempo más tarde que estaba enamorado de mí, puedo jurar que sentí que iba a desmayarme.
Y es que Frank me parecía (me parece) el hombre más perfecto de todo el mundo, tanto así, que aunque quizás hubieran chicos más altos que él, más apuestos que él, más educados que él y más inteligentes que él, para mí absolutamente nadie era mejor que él.
Supongo que así se siente mi hija...
...
Después de peinar y maquillar a las chicas, pude dedicarme a mí.
Salí de ducharme, con mi disfraz esperando sobre la cama. En vez de apresurarme a vestirme porque ya casi es hora de que lleguen nuestros invitados, me recosté un rato para calmar al menos un poquito el fuerte dolor en mi columna. Antes solía tomar pastillas para el dolor, pero con el embarazo, no puedo tomarlas más.
En eso, escuché golpes en la puerta, seguido de la voz de Frank.
— Gee ¿Ya estás listo?
— ¡Ya casi! — Dije de vuelta, a pesar de que aún estoy desnudo, con la toalla envolviendo mi cuerpo.
La puerta se abrió lentamente y, al verme, suspiró, negando con la cabeza.
— Hey, ¿Qué sucede? ¿Por qué aún no estás vestido?
— Es que me duele la espaldaaaa. — Me quejé.
— ¿Mucho? — Asentí.
— Oh, Gee. — Suspiró. — ¿Un masaje te haría sentir mejor?
— Sí, por favor. — Asentí de nuevo.
Caminó hacia el tocador, donde abrió uno de los cajones y sacó la loción con esencia de vainilla que suelo untarme después de bañarme, todo esto sin dejar de sermonearme.
— Es que has hecho muchas cosas hoy, Gerard. — Decía, mientras yo tomaba asiento en la cama y él se colocaba detrás de mí; sería más efectivo acostarme boca abajo, pero con mi embarazo, eso no se podrá. — No descansaste como es debido.
— ¡Pero es tu cumpleaños, Frankie! — Protesté, sintiendo sus manos untadas con la fría crema, comenzar a masajear mis hombros.
— ¿Y qué? Tu salud es más importante, tontito.
Solté un suspiro exhaustivo. Odio tener escoliosis; es el factor que más dificulta mi embarazo y no me permite hacer absolutamente nada.
— Tu hermano ya llegó con Kristin y Rowan, por cierto. — Sus manos continuaron moviéndose hasta el punto medio de mi espalda, que es donde se concentra el punzante dolor. — Ray me envió un mensaje, diciendo que está en camino. Así que lo mejor sería darnos prisa... ¿Todavía te duele?
— Me estoy sintiendo un poquito mejor. Tú sólo sigue masajeando esa zona. — Sonreí cuando, sin apartar sus manos de mí, Frank me dio un besito en el hombro.
Cerré mis ojos y sólo respiré hondo, no quiero que el dolor de espalda me arruine la noche; todavía queda mucho que hacer, incluyendo tomarnos fotos con las niñas ¡Serán nuestros primeros recuerdos juntos como familia! Tanto para Frank como para mí es muy importante que estemos todos juntos el día de hoy, porque es nuestro primer Halloween con nuestras hijas, y no queremos perdernos ni un segundo de ello.
Después de unos quince minutos más de masaje, por fin me sentí un poco aliviado, entonces Frank me dejó a solas para ponerme mi disfraz de león y maquillarme.
Una vez que estuve listo y bajé las escaleras, me dirigí hasta el patio trasero, el cual decoramos para recibir a los invitados, varios de ellos estaban presentes; sólo faltan Bert y Pete. Rowan fue la primera en saltar del regazo de su mamá y correr a saludarme.
— ¡Caracoles hervidos! ¡Eres Harry Potter! — Le dije al verla con su disfraz; con su túnica y bufanda de Gryffindor, sus lentes redondos sin cristales y el rayo pintado en su frente.
— ¡León! — Dijo risueña, señalando mi disfraz, haciendo un ruidito parecido al del rugido de un león; se vio tan tierna.
— Sí, cariño. — Le sonreí, tomando su manito. — Soy un león.
Después fue Frank quien vino hasta mí.
— Te ves hermoso; excesivamente adorable. — Me dio un beso rápido en los labios. — ¿Cómo está tu espalda?
— Un poco mejor.
Rowan se soltó de mi mano y regresó con su madre, dejándonos solos.
— Bien, ¿Ahora estamos de acuerdo en que tienes que descansar mucho?
— No del todo...
— No seas testarudo. — Bufó. — ¿Bebé? — Se inclinó para hablarle a mi vientre. — ¿Puedes decirle a tu papá que no sea tan testarudo? — Reí cuando luego puso su oído allí. — ¿Ves, Gee? El bebé está de acuerdo conmigo; y me está diciendo que quiere que descanses más.
Reí negando con la cabeza. Luego volteé a ver la cantidad de gente, ya que nuestros amigos no vinieron solos; todos están con sus respectivas familias.
— ¿Ellos saben que estamos esperando un bebé?
— Dejemos que sea una sorpresa. — Aseguró, tomando mi mano.
Caminamos juntos hasta donde están los demás sentados en círculo; miré de reojo que Bandit y Melissa están hablando sentadas en los muebles junto a la piscina y Bandit tiene a Bela sobre su regazo. Al mismo tiempo, las gemelas están correteando por ahí con dos niños y una niña.
— Pero miren eso. — Dijo Ray con una enorme sonrisa; a pesar de que tiene una barba ligera, usa gafas y sus rizos están más controlados que antes, sigue siendo el mismo Ray, está exactamente igual. — Quien diría que al final sí estarían juntos para siempre.
— ¡Raayy! — Me mostré bastante feliz al abrazarlo. — ¡Oh cielos, no te veo desde hace como una década! ¿Ella es tu esposa? — Le pregunté al ver a la adorable mujer junto a él, quien también está embarazada, diría que está finalizando el segundo trimestre o tal vez empezando el tercero.
— Sí, ella es mi esposa Christa. — Ella, por su parte, se mostró muy amable al estrechar mi mano.
Asimismo, saludé también a Bob y a Joe con cariño, ellos también vinieron con sus esposas, de hecho, los dos niños jugando a las gemelas son hijos de Bob; Arlo, de seis años y Chris, de cuatro, uno de los dos se parece mucho a Bob y el otro se parece más a su madre. Y la niña de la edad de las gemelas que también está con ellos se llama Ruby, y es hija de Joe.
Y por último, saludé a Mikey y a Kristin, quienes también vinieron vestidos con temática de Harry Potter; Kristin es de Ravenclaw y Mikey es un Slytherin.
Frank y yo nos sentamos uno al lado del otro, pasando el rato con ellos, el introito de nuestra conversación fue sobre los años que pasamos sin vernos y cómo todos formamos una familia.
Una parte de mí estaba insegura sobre cómo podrían salir las cosas, debido a todo el tiempo que pasamos sin vernos, sin embargo, es bastante agradable el reencuentro, el ponernos al día y ver cómo han cambiado las cosas para nosotros.
Cuando comenzó a atardecer, recordé que no nos tomamos las fotos con las niñas, así que Frank y yo nos tuvimos que separar de los demás y buscamos un lugar con buena luz, donde la amiga de Bandit nos hizo el favor de tomarnos las fotos en familia; nos tomamos muchísimas, porque como ya dije, quiero guardar estos momentos para siempre, sobre todo ahora que se acercan más fechas importantes como el día de acción de gracias y navidad.
Sólo paramos de tomar fotos cuando sonó el timbre, Bandit dijo algo como "por fin, nos salvamos", porque verdaderamente fueron muchas fotografías. Cuando fui a abrir la puerta, me encontré con la versión adulta de Bert, con su cabello corto y de color natural. Vino con su esposa y su hija; una niña de unos tres años, quien utiliza un disfraz de gatito y cuyo nombre es Cleopatra.
A él también lo saludé con cariño, al igual que Frank. Y sólo fue cuestión de minutos para que Pete apareciera con su hijo, el amiguito de Bandit.
Pete y su hijo también vinieron combinados, de hecho parece que estuvieran haciendo cosplay de nosotros cuando éramos adolescentes, cuando cada Halloween salíamos vestidos de negro con cualquier máscara aterradora que venden en las tiendas para la temporada; el niño tiene una máscara de Jason y la de Pete es de payaso aterrador. Por una parte, me parece que Pete, obviando su físico, no ha cambiado absolutamente nada, pues apenas llegó, hizo un comentario sobre la cursi elección de disfraces de nuestra familia y utilizó la palabra "bro" al dirigirse a nosotros... Desde el propio inicio, se sintió como hablar con el Pete Wentz de dieciocho años.
En serio, se comporta como un adolescente, poniéndose a la altura de su hijo, encima, parece uno de esos padres "modernos" que son súper permisivos, y me di cuenta cuando vi que su hijo tenía un vaper y parecía creerse un tipo muy "cool" por fumar esa cosa.
— ¿En serio dejas que tu hijo de trece años fume? — Le pregunté mientras nos aproximábamos a nuestro grupo de amigos, preocupado más que nada porque SU HIJO es el amigo de mi retoño.
— No es peligroso, es sólo vapor al que le pones esencias saborizadas y listo. — Dijo relajado, "muy Pete".
— ¿Y sabes con qué clase de químicos hacen esas "esencias"?
— ¿Cómo voy a saberlo, bro? — Rió.
Yo sólo asentí, diciendo: «Ah... Okay».
Pete se incorporó a nuestro grupo, y fue entonces que Bert me preguntó por qué demonios no le dije a nadie que estaba embarazado.
— ¿Qué...? ¡Frank! — Exclamé. Él se ríe de mi expresión, mientras sostiene a Lily en su regazo. — ¡Creí que les diríamos juntos!
— No me culpes. Yo no lo dije, fue esta bocona de acá. — Comenzó a hacerle cosquillas a Lily, quien inmediatamente comenzó a reír y retorcerse en los brazos de Frank.
— Se acercó a mí y a Kristin. — Dijo Christa. — Y dijo: "Gee-Gee también tiene un bebé en su panza".
Me reí de tan sólo imaginarme la inocencia con la que Lily habrá dicho eso.
— Esto es tal como lo imaginábamos, chicos. — Dijo Bert. — Todos fantaseábamos con que algún día uno de los dos quedaría embarazado y así tendrían bebés, ¡Pero no esperábamos que fuera posible!
— Pero chicos. — Comentó Pete, tomando una cerveza de la hielera frente a nuestro círculo de personas. — ¡Lo más importante aquí es que todos los que decíamos que Frank era el activo teníamos razón! ¡Púdrete, Joe!
— ¡Déjenme en paz! Realmente me imaginaba que Gerard podría ser activo. — Se excusó él entre risas.
— Emm... No. — Dijo Ray. — Definitivamente no.
— Nunca. — Agregó Mikey; ¡Mi propio hermano!
— ¡Estoy aquí! — Protesté.
— ¡Y tienes un bebé en tu vientre! — Replicó. — Es la prueba contundente de que eres el pasivo, hermanito.
— Papi. — Lily se dirigió a Frank, mirándolo confundida. — ¿Qué es un "pasivo"?
La inocente pregunta, provocó las risas de los adultos.
— Te lo diré cuando seas grande, nena. — Respondió él, dejándola en el suelo. — Ahora, ¿Por qué no vas con los demás niños a jugar y nos dejas a los grandes conversar?
— ¿Por qué?
— Porque hablamos de cosas que los niños no pueden escuchar.
— ¿Por qué? — Insistió.
— Lily, por favor. Ve a jugar.
— Pero papi, ¿Cuándo vamos a ir a pedir dulces?
— Kristin y yo vamos a llevarte a ti y a los otros niños más tarde. — Le dijo Mikey. — ¿Qué te parece?
— ¡Sí! — Obviamente ella se entusiasmó. — ¿Y vas a cargarme de caballito?
— Eh... ¿Por qué no? — Mikey sólo sonrió.
Lily estaba más que encantada con esa respuesta, y por eso no hizo más preguntas antes de regresar a jugar con su hermana y los otros niños, mientras nosotros los adultos permanecimos conversando, todavía poniéndonos al día, pues esta vez, queríamos saber de Pete, quien es el único que vino sin su pareja, pero él nos dijo que su esposa estaba con sus otros dos hijos en otra fiesta con su familia, así que por eso sólo vino con Bronx.
Posteriormente, nuestra charla tomó ese rumbo en el que inevitablemente nos remontábamos al pasado y recordábamos nuestras anécdotas vandálicas más populares, muchas ocurridas en Halloween. La diferencia radicaba en que el 99% de nosotros concordaba en que éramos muy estúpidos e inmaduros, y era incluso genial el contraste que había entre nuestras viejas personalidades y quienes somos hoy en día; hombres con buenos empleos, casados y con hijos, nada que ver con los vagos del pasado... Excepto Pete.
Todos los demás coincidimos en que no queremos que nuestros hijos sean como fuimos nosotros, o que no se topen con personas como lo éramos nosotros. Como ejemplo está Bert, quien a los dieciséis años era de esos tipos que hacen creer a las chicas que están enamorados de ellas hasta que consiguen tener sexo y después de eso las abandonan y les rompen el corazón... Y ahora él tiene una hija... Una hija que, si le llegan a gustar los chicos cuando crezca, probablemente podría conocer a un tipo igual o más patán de lo que fue su padre alguna vez. Entonces es entendible que Bert quiera protegerla de un tipo así a futuro, es decir, me pasa lo mismo; tampoco me gustaría exponer a mi hija a que un chico de esa clase le rompa el corazón.
Pero Pete es distinto... Pete piensa que nuestras versiones adolescentes son "legendarias" y ve como algo malo que los demás, a diferencia de él, ya no seamos ni la sombra de lo que fuimos.
Y lo que me disgusta un poco, es que mi hija pase mucho tiempo con su hijo... Porque, okay, uno podría pensar: "¿Y qué tal si su hijo no es como él?"... Y si así fuera, yo estaría tranquilo, no como ahora, mientras escucho cómo Pete se jacta rozagante de que su hijo es igual a él. Y me atrevo a decir que puede ser peor que él, ¡Porque Pete lo deja hacer todo! Es excesivamente permisivo, con la maldita excusa de que "los niños deben ser libres y vivir sus propias experiencias". Pero... Al paso que va y basándome en las cosas que cuenta y en la clase de influencia que es él... No me sorprendería que el niño comenzase a tener problemas de alcoholismo a temprana edad o algo así, ¡Ya que su padre lo incita a portarse mal!
— Hey ¿Estás bien? — Pregunta Frank, apretando mi mano cariñosamente al ver cómo volteo a cada rato a ver a Bandit convivir con Bronx, pues ahora me preocupa esa amistad entre ellos.
— Creo que sí. — Respondí inseguro, viendo a Bronx prestarle su vaper a mi hija para que fume también.
—... Entonces. — Pete continuaba. — Chicos, hace unos años en vez de estar sentados aquí rodeados de niños y bebiendo cervezas de manera moderada para no embriagarnos, estaríamos bebiendo alcohol de verdad y fumando hierba... Así que yo creí que íbamos a conmemorar eso. Hasta traje los porros, como en los viejos tiempos, pero creo que tendremos que abstenernos, porque hay personas embarazadas aquí.
— Bueeeno... — Noté que Kristin, obviamente incómoda, utilizó la excusa de mirar su celular. — Yo creo que es hora de llevar a los niños a pedir dulces. — Se levantó de su silla. — ¿Vamos, Mikey?
Y mi hermano, bastante incómodo también, tomó a su esposa de la cintura para llevársela. Asimismo, las esposas de Bert, Ray, Joe y Bob decidieron acompañarlos, con la excusa de que son muchos niños como para que ellos dos solos se hagan cargo de ellos.
— Oh, Dios. — Le dije a Pete un poco harto. — ¿Todavía fumas marihuana?
— ¿Tú no? ¿O es que aún te hace enloquecer vomitar?
— Eres padre ahora ¿Sabes?
— ¿Y qué? Eso no significa que tenga que volverme aburrido... Como ustedes. — Fruncí el ceño, y no fui el único. — Más bien, lo mejor de tener hijos es poder educarlos para que sean como tú; por eso Bronx y yo somos mejores amigos.
Todos los demás compartimos miradas inquietas.
— Una pregunta. — Dijo Frank. — Si Gerard no estuviera embarazado, ¿Estarías fumando esa mierda ahora mismo? — Pete se encogió de hombros y asintió. — ¿Entonces estarías drogándote cuando se supone que dentro de un rato deberías llevar a tu hijo y a las chicas a su fiesta en la escuela?
— No los llevaré; le di a Bronx dinero para un taxi. De ida y vuelta; así no tengo que preocuparme de ir por él a la hora que quiera irse.
Volví a voltear a ver si los chicos seguían junto a la piscina... No me gusta ser el malo del cuento pero, a juzgar por cómo están yendo las cosas, no voy a dejar ir a Bandit y a Melissa solas en un maldito taxi con el irresponsable hijo del todavía más irresponsable e inmaduro Pete Wentz ¡Podría pasarles algo!
Me preocupé al ver que ya no estaban, así que una maldición se me escapó de los labios antes de levantarme preocupado. Fui casi trotando al interior de la casa... Y sentí un gran alivio cuando las vi a ella y a Melissa junto a las gemelas y los demás niños, mientras que no hay rastro de Bronx.
— Papi, cambiamos de opinión. Iremos a pedir dulces con los niños. — Bandit sonrió hacia mí.
— Oh, Dios ¡Qué bien! — Me acerqué a darle un abrazo, a lo que ella correspondió un poco confundida, pero claramente no le molestó. Yo sólo apreté el abrazo y besé su cabeza. — No quiero que sigas juntándote con ese niño Bronx, es una mala influencia para ti.
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