Capítulo 18
Gerard's POV
Desperté por la mañana al sentir los besos de Frank recorrer mi mejilla, al mismo tiempo que me pide despertar de una vez.
Abrí lentamente los ojos, acoplándome un poco a la claridad, y solté un largo bostezo, ya que aún siento que podría tan sólo cerrar los ojos y dormir por horas. Durante todo este primer trimestre de embarazo, he estado durmiendo demasiado, tomando muchas siestas durante el día; eso me hace sentir como un oso perezoso. Aun así, tomo la iniciativa de mantenerme despierto al ver a Frank, mirándome como si yo fuese un ser divino o algo así, antes de inclinarse y darme un beso en los labios, y yo, un poco somnoliento todavía, envolví mis brazos en su cuello y mis piernas en su cintura perezosamente.
— ¿Qué hora es? — Pregunté cuando nos separamos del beso. — Desde que estoy aquí, no he podido levantarme lo suficientemente temprano como para ayudarte a tener listas a las gemelas... Sólo lo hice el primer día de clases.
— Y me temo que hoy tampoco podrás. — Dijo acariciando suavemente mi mejilla con su pulgar. — Yo ya me encargué de bañarlas y vestirlas.
— ¡Frankie! — Protesté.
— Lo siento, es que te ves tan lindo durmiendo, que te dejo dormir por un ratito más, porque te ves tan pacífico y angelical. — Me hizo sonreír. — Pero ahora será mejor que te levantes ¿Sí? El desayuno ya está listo.
— Okay. — Respondí, mientras él se levanta de la cama. — Bajaré enseguida, tú ve con las niñas... ¿Bandit ya se levantó?
— Sí, está abajo.
— ¿Y...? ¿Intentó hablarte o algo?
— Para nada. — Respondió con un encogimiento de hombros. — ¿Hoy hablarás con ella?
— Creo que sí... Realmente espero que estos días hayan sido suficientes para que se haya dado cuenta por sí misma de lo que en realidad estuvo mal, porque a juzgar por lo que pasó entre ustedes, y conociéndola como la conozco, ha de pensar que estoy enojado sólo por las cosas que te dijo.
— ¿Tú crees?
— Quizás me equivoco... Pero sí, sí lo creo. — Respondo sentándome en la cama, antes de bostezar y estirar un poco mis brazos.
— Bien... Yo realmente no quiero culparla por tener esa reacción explosiva conmigo, tampoco quiero justificarla, es sólo... Que tú y yo sabemos que yo fui tan pendejo como ella en el pasado. — Reí, a pesar de que, indirectamente, llamó pendeja a mi bendición. — Yo le dije por qué estuvo mal lo que hizo, aunque al momento ella misma parecía no darse cuenta de lo mucho que nos preocupamos por ella y de todas las cosas que pudieron haberle pasado. Claramente no me iba a escuchar porque no le caigo muy bien y porque estaba molesta, así que no iba a razonar mucho.
— Entiendo eso. Tú me conoces; cuando tenía su edad o cuando tenía incluso dieciséis, no solía escuchar lo que mis padres me decían, aunque lo dijeran con la mejor de las intenciones, pues yo sentía que tenía la razón en todo, cuando en realidad no sabía una mierda sobre el mundo.
— Qué difícil es estar del otro lado de la situación ¿Cierto?
— Y que lo digas. — Suspiré. — Ahora les doy más mérito a mis padres por haberme soportado.
Frank sólo rió amorosamente antes de volver a salir de la habitación.
Posteriormente, me di mi tiempo para cepillar mis dientes, darme una ducha y ponerme algo cómodo porque realmente no planeo salir de casa.
Esta mañana luce igual a las demás; todos en el comedor, incluyendo a Bandit, quien, tal y como lo hizo ayer, comenzó a disculparse, pero parece no darse cuenta de que no basta cuántas veces se disculpe, porque al fin y al cabo, sólo lo hace para que le hable, no porque de verdad haya entendido qué fue lo que hizo y el porqué de las consecuencias que eso trajo.
No me gusta ignorarla, ¡Es difícil!, considerando que ella ha sido el centro de toda mi atención desde el día que nació, ¿Pero qué sucede? Que ahora, cuando se le presentan situaciones para las cuales aún no está del todo lista, cree que puede enfrentarse sola y que no necesita de nadie, ni siquiera de mí. Al irse a la fiesta de ese niño (un maldito niño que no sé qué clase de intenciones tenga con mi bebé), no sólo irrespetó mi autoridad, sino que traicionó mi confianza, y todo para demostrar que "no me necesita" y que ella puede valerse por sí misma y hacer "su maldita vida". Entonces se fue, en medio de la noche, muy irresponsablemente, en el auto del padre de un niño que no conocemos tampoco, hacia una fiesta con personas mayores, a quienes ni ella misma conocía bien; así como las cosas podían salir bien, también podían salir muy mal. Y puede que haya sido una "fiesta sana" ¿Pero y si no? Ella no tenía manera de saberlo.
¿Qué tal si el niño ese que le gusta hubiese tenido muy malas intenciones con ella? ¿Qué tal si hubiese querido propasarse y no hubiera nadie quien la defendiera? ¿Qué tal si su amiguito de la escuela regresaba a casa olvidándose por completo de ella? Y de haber pasado algo como eso, ¿Qué tal que Frank y yo nunca hubiésemos descubierto dónde estaba? ¿Qué hubiera hecho ella? ¿O qué hubiéramos hecho nosotros más que desesperarnos? Hay muchos "y si", muchas posibilidades que ella, por supuesto, al ser todavía una niña, no tomó en cuenta y de las cuales se le advirtieron pero, como dije anteriormente, cuando eres adolescente crees que lo sabes todo.
Si a Bandit le hubiese pasado algo malo, entonces yo hubiese tenido razón, y créanme, éstas son esas circunstancias donde los padres deseamos equivocarnos rotundamente, y todo para que nada malo les pase a nuestros hijos. Sin embargo, una de las peores cosas que nos pasan a todos en la vida es que a veces aprendemos las lecciones por las malas, cuando bien nuestros padres nos advertían sobre lo que podría pasarnos, y ahí íbamos a lanzarnos al precipicio porque creemos saber más que mamá y papá... Si al final las cosas salen bien para nosotros, "mamá y papá son exagerados, no saben nada" (que es lo que ha de pensar Bandit por el hecho de que no iba a pasarle nada malo en esa fiesta), pero si al contrario, todo sale mal y terminas jodiéndote, entonces "mamá y papá tenían razón", y te lamentas por no haber hecho caso. Y supongo que nadie se salva de esa maldición, ni siquiera Bandit.
Así que el castigo por el que opté ha sido aplicarle la ley del hielo, ya que ella hizo lo que hizo por creerse lo suficientemente madura como para no necesitarme. Entonces la idea es que, al verse a sí misma sola e indefensa, se va a dar cuenta de que sí me necesita, y va a comprender más por qué me preocupé tanto por ella, y quizás no vuelva a sentir la necesidad de hacer algo así de nuevo (o al menos eso espero)... Si algo he aprendido por experiencia propia, es que es mucho más fuerte el cargo de conciencia cuando tú mismo te das cuenta de que la cagaste, que cuando otro te lo dice.
...
— Voy a la tienda de música, ¿Te gustaría acompañarme? — Frank aparece en mi oficina, después de haber salido a dejar a las niñas a sus respectivas escuelas.
— Nu uh. — Respondo con la vista pegada al ordenador, tratando de encontrar la inspiración para escribir algo decente.
— Vamos, bebé. — Se acerca, colocando sus manos en mis hombros, inclinándose un poco para estar más cerca de mí. — ¿No te gustaría salir a pasear con los perros? Hoy es un lindo día, anoche llovió, así que hace un poco de frío, pero no lo suficiente como para congelarte; es agradable.
— Me da flojera. — Me quejé. — Estaba pensando en tomar una siesta.
— Pero Gee. La doctora dice que salir a caminar un poco te hará bien.
— Oh, está bien. — Solté una especie de bufido. — Sólo déjame ir a cambiarme y ponerme algo más lindo ¿Sí?
— Con lo que sea te ves lindo. — Dijo depositando un beso en mi coronilla antes de salir de la oficina.
Sonreí como bobo, antes de levantarme e ir a cambiarme; opté por usar pantalones negros que antes no me quedaban tan ajustados como ahora, sin embargo, no se ven mal ni se sienten incómodos. Me puse una camisa blanca y encima un suéter color azul marino un poco holgado. Normalmente, optaría también por un abrigo o una bufanda pero últimamente, por culpa del embarazo, suelo sudar y sentir calor a pesar de que el ambiente esté fresco. Me peiné el cabello, odiando profundamente mis raíces castañas sobre mi cabello teñido de negro; no me agrada para nada cómo se ve.
Y por último, antes de salir, examiné mi imagen en el espejo, dándome cuenta que mi panza de embarazo apenas se nota; debo aprovechar cada segundo que me queda para utilizar mi ropa habitual, porque al ritmo en el que estoy engordando, luego voy a tener que optar por usar prendas más holgadas y probablemente feas y eso no me gusta. Sobre todo porque Frank me dijo que en sólo cuestión de meses ya no habrá ropa que me quede y tendré que usar una bata floreada como la de Homero Simpson en aquel episodio donde sobrepasó sus límites de obesidad... Frank es un amor, pero a veces es tan malo...
Cuando bajé de nuevo las escaleras, me dirigí a la habitación de los perros, donde Frank terminaba de ponerles sus arneses a todos ellos menos a Bela.
— ¿Qué? ¿Tú no vas a acompañarnos? — Con algo de dificultad, me pongo de rodillas para estar más cerca de ella y poder acariciarla.
Ella jadeó ante mis caricias y me lamió las manos en respuesta, haciéndome cosquillas.
— A Bela la he estado sacando a pasear a ella sola estos últimos meses. — Explicó Frank. — Ya sabes... Ella va a su propio ritmo, no como los demás, que son más hiperactivos.
— Aww... Pero me da penita dejarla aquí solita.
— No te preocupes, tiene agua, sus croquetas favoritas y le pondré un disco de los Beatles; estará bien... ¿Verdad? — Me pareció adorable cómo Frank se puso de cuclillas junto a mí para acariciar también a Bela y hablarle con una voz bastante aguda y melosa. — Estarás muy bien, pequeña perezosa. — Dijo acariciándola, mientras ella ladra contenta. — Estás a cargo ¿Eh? Pórtate bien. — Dicho eso, Frank la levantó un poco para darle un besito y luego la volvió a dejar en su cama.
Tomé las correas de Lois y Wolfie, mientras que Frank lleva a Peppers, Bucket y Kusty, y salimos de casa. Ciertamente, es una mañana bastante fresca, y el día se ve muy bonito. Adoro ver las hojas de tonos rojizos en los árboles, algunas desprendiéndose de ellos; me parece tan mágico...
El camino desde nuestra casa hasta el centro comercial donde Frank tiene su tienda, no es largo, caminando es otra historia, sin embargo, no terminé sintiéndome exhausto como creí, sobre todo porque sacar a pasear a los perros con Frank es un momento bastante agradable, ni siquiera es obligatorio que estemos hablando, pues hace mucho tiempo que él y yo llegamos a ese punto donde no es realmente necesario que tengamos que hablar para sentirnos cómodos; podemos pasar todo el trayecto caminando juntos con los perros sin decir ni una sola palabra y, aun así, sentirnos felices el uno con el otro.
Cuando llegamos al centro comercial, compramos smoothies de arándanos, aunque, fue Frank quien tuvo que entrar a comprarlos porque, aunque en el local admitían perros, éste despedía un fuerte olor a frutas que me provocaba náuseas.
Seguidamente, nos dirigimos a la tienda de Frank, donde saludamos a Bob, luego Frank me dejó a mí todos los perros y él fue detrás del mostrador para ayudar a Bob con sus cosas del inventario y números y blablablá. Por lo tanto, yo me paseé un poco por la tienda, hasta que al cabo de quince minutos me aburrí y volví a mostrador para distraerme sacándoles conversación a Frank y a Bob, mientras que también veía a la cantidad de personas que entraban; algunas sólo observaban y otras compraban algo.
Me aburrí tanto, que comencé a considerar salir un momento a dar un paseo por los alrededores junto a los perritos, de no ser porque cierto niño entró a la tienda, a quien reconocí como el crush de Bandit, y se me hizo inevitable fulminarlo con la mirada cuando se acercó al mostrador. Estaba hablando con Frank, pues venía por una guitarra.
«Ese es el bastardo que me robó a mi bebita». Pensé.
Sentí la mirada de Frank sobre mí, y cuando nuestros ojos se encontraron, su mirada me dijo: "Gerard, relájate un poco". Entonces me percaté de mi ceño fruncido y mejor relajé mis expresiones para parecer más normal.
Vi cómo Frank salió del mostrador para buscar la guitarra, y Bob estaba muy ocupado en su propia burbuja, por lo tanto, yo me quedé allí parado como un idiota, viendo cómo el chico (cuyo nombre es Aidan, según escuché), a cada rato miraba a los perros, hasta que tuvo el valor de preguntarme si podía acariciarlos.
— Claro. — Respondí por ser cortés.
Seguidamente, él se puso de rodillas para acariciar a los perros, quienes se mostraron bastante amigables con él, sobre todo Lois, quien comenzó a lamerle el rostro; él sólo rió. Parecía muy feliz jugando con los perros de Frank, hasta que eventualmente mi pareja regresó con la guitarra, y le preguntó a Aidan si quería probarla antes de llevársela, él dijo que sí, y me dio un poco de risa la expresión de extrema emoción y felicidad que puso al tener el instrumento en sus manos; me recuerda un poco a Frank cuando teníamos como trece o catorce años y le regalaron su primera guitarra eléctrica por navidad.
Frank la conectó a un amplificador y el niño tocó Ziggy Stardust; y yo me sorprendí ante su buen gusto musical.
Después de haber probado la guitarra, se veía incluso más encantado que al principio, entonces Frank la empaquetó en una caja junto con todas las cosas adicionales necesarias. Luego Aidan utilizó el cupón que Bandit le regaló y pagó con la tarjeta de crédito de su mamá, quien, según él, lo espera en el auto.
— Buena fiesta la que estabas dando, por cierto. — Comentó Frank.
— Ah... Sí... Supongo... — Aidan rió nervioso, rascando su nuca. — ¿C-Cómo está Bandit?
Escuchar el nombre de mi hija me puso en modo alerta. Inmediatamente, me puse paranoico y se me ocurrió una teoría conspirativa: Tal vez, él fue la mala influencia que le dijo a mi princesa que se escapara a mitad de la noche ¡¿Quién más va a ser?!
— Está bien. — Respondí al mismo tiempo que Frank lo hizo, y me sonrojé rápidamente por el incómodo momento donde toda la atención se dirigió hacia mí.
— Y-Yo... No tenía idea de que se había escapado de su casa; realmente hubiese preferido que no fuera a mi fiesta en vez de meterse así en problemas. — Me sorprendió escuchar eso. — Quería hablar con ella en la escuela, pero no la he visto. Quizás la llame después...
— Hmm... — Respondí con recelo.
— P-Por cierto... — Noté cómo de un momento a otro, al dirigirse a mí, se puso un poco nervioso. — Señor Way, soy muy fan de sus cómics, alguna vez le comenté a Bandit que adoro Doom Patrol y pienso que ella tiene mucha suerte de ser su hija; en el tiempo que llevamos siendo amigos, he notado que es una niña muy creativa, así que asumo que viene de familia.
En primera; me sentí viejo al escuchar cómo se dirigió a mí con tanto respeto. En segunda; me agradó que se dirigiera a mí con tanto respeto, porque eso significa que no es un niño maleducado. Y en tercera; también me agradó cómo se expresó de Bandit... Aunque no debería fiarme mucho aún. Quizás lo haga sólo para impresionar; algunos chicos son así.
— Gracias, puedes decirme Gerard si quieres, no hay necesidad de ser tan formal. — Respondí, comenzando a relajarme.
Y como era de esperarse, él hizo algún que otro comentario sobre mi forma de crear las historias de mis cómics y me hizo preguntas acerca de la trama de algunos y yo con gusto respondí. Luego de eso me atreví a preguntarle si le gustaba Bowie, debido a la canción que tocó en la guitarra, y así fue cómo el tema de conversación se tornó hacia la música; él me dijo que su amplio gusto por artistas y bandas clásicas se debe a sus padres, así que ha estado creciendo rodeado de buena música, y eso me pareció genial.
Mientras más conversaba con ese niño, comenzaba a darme cuenta de que él parece de la clase de niño bueno, respetuoso y responsable, de buenas calificaciones en el colegio y una vida sana. Es decir, lo que Frank y yo no fuimos a su edad. Me di cuenta de que alguien como Aidan no puede ser una mala influencia... Y eso me confundió más... Porque... Si no fue él quien le dio a Bandit la idea de escaparse ¿Entonces quién más pudo haber sido? ¿Algún amigo o amiga de su salón? ¿Habrá sido ese niño Bronx a quien no conozco? Porque realmente me cuesta creer que a ella misma se le ocurriera la idea de escaparse y tuviera el coraje para hacerlo por sí sola.
...
— Ese chico, Aidan, no es tan malo... — Le mencioné a Frank durante la caminata de regreso a casa.
— No es malo; he hablado con él un par de veces antes y es de la clase de niño que a mí me hubiese gustado haber sido ¿Sabes? Uno menos problemático.
— Creí que él había sido la mala influencia de Bandit... Quien la convenció de escaparse.
— Eso duele; porque en mi cumpleaños número dieciséis, fui yo quien te convenció a ti de escapar de casa.
— Creí que ambos habíamos aceptado que tú eras una muy mala influencia. — Reímos juntos.
— Era un idiota, lo sé; pero era tu idiota. — Replicó, guiñando un ojo simpáticamente.
Bajé la mirada sonriendo, sintiendo mariposas en mi estómago como si todavía fuésemos novios de secundaria.
— Esa noche que me escapé para ir a tu fiesta... Cometimos muchas pendejadas; y te juro que, si hubiese sabido cómo terminarían las cosas, no me hubiese escapado. E-Es decir... Lo único bueno y especial que sucedió esa noche es que hicimos el amor por primera vez... El resto no fue nada bonito... Decidí fumar marihuana contigo y eso consecuentemente me trajo un ataque de pánico. Nos llevó la policía. Vomité en una patrulla. — Él soltó una carcajada ante esto último. — Mis padres me dieron el regaño del siglo, me mantuvieron prisionero en mi cuarto por varias semanas, y sólo podía salir a la escuela o a trabajar para pagarles el dinero que usaron para sacarnos de la cárcel.
— Sí... Cuando trabajábamos en la pizzería. — Asintió. — Yo también quise trabajar porque parte de ese dinero fue para sacarme a mí también, ya que mis padres estaban de viaje... Aquellos días trabajando juntos no fueron tan malos, es decir, nos divertíamos.
— Sí, pero eso no elimina el hecho de que nos pudimos ahorrar todo ese castigo ¿Sabes? Y esa es la cuestión; que lo único bueno que pasó esa noche no hizo valer la pena los problemas que vinieron después. Si no perdíamos la virginidad juntos esa noche, lo hubiésemos hecho en cualquier otra ocasión, así que no teníamos nada que perder. Pero en aquel entonces no podía verlo porque no sabía tomar decisiones como debería ser; pensándolo y viendo los pros y los contras. Y eso es lo que me gustaría que Bandit pudiera hacer.
— Quieres decir... ¿Que aprenda a discernir?
— Sip, exacto. — Asentí. — Que antes de tomar una decisión pudiera poner en una balanza todo lo bueno y lo malo que podría salir de dicha decisión, y así, pudiera hacer las cosas con un poquito más de juicio... ¿Sabes qué? Eso es lo que le voy a decir cuando llegue de la escuela... Y realmente espero que lo tome en cuenta porque, a esa edad, creo que ni siquiera sabes lo que significa la palabra discernir.
...
Cuando llegamos a casa, encontramos a Bela durmiendo junto al sofá, ya que le habíamos dejado abierta la puerta del cuarto que comparte con los demás perritos por si quería ir a la sala. Cuando sintió nuestra presencia, despertó y soltó un bostezo, viéndose súper adorable.
Después de quitarles los arneses a los perros, los dejamos libres por la casa para que hicieran lo que quisieran, y nosotros nos dirigimos a la cocina para preparar juntos el almuerzo. Finalmente, después de almorzar y lavar los trastes, Frank fue a recoger a las gemelas al preescolar.
Así que me quedé solo en la sala, acostado en el sofá mientras veo un episodio de La Ley y el Orden. Cuanto el programa estaba por la mitad, escuché el sonido del timbre.
Un poco sorprendido porque Frank y yo no esperábamos visitas, me levanté del sofá y fui hasta la puerta, y al ver por el picaporte a la persona que llegó a nuestra casa, no pude evitar entrar en pánico.
Ni siquiera quería abrir la puerta, y mientras tanto, el timbre volvió a sonar; esta vez más insistente.
Respiré hondo para parecer relajado antes de abrir la puerta y tener que encarar a mi ex esposa.
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