Capítulo 17
«LO SABÍA». Entré en pánico. «Todo fue un plan maligno del enano siniestro. Seguramente convenció a mi papá de que llamara a mi mamá para que viniera por mí».
Miles de pensamientos cruzaron por mi mente en los cinco segundos que pasaron mientras me encontraba frente a frente con mi mamá, ella se levantaba y se acercaba a abrazarme, y todos esos pensamientos eran sobre lo mismo: Vino a llevarme a Los Ángeles.
«Gerard Way, eres un traicionero». Me apresuré a pensar.
— ¡Te extrañé muchísimo, princesa! — Exclama mi mamá, apretándome efusivamente en sus brazos.
— Y-Yo también t-te extrañé. — Apenas pude responder. — ¿Q-Qué...? ¿Qué haces aquí?
Se separó de mí y me dedicó una mirada confusa; puedo ver por el rabillo del ojo que mi papá luce algo tenso y asustado; está apretando muy fuerte la mano de Frank.
— Cariño, vine a verte. — Dice con obviedad mientras acaricia mi mejilla. — Te extrañaba muchísimo y por eso quise darte una sorpresa al venir aquí; estaré en la ciudad por este fin de semana, lo que significa que podremos pasar mucho tiempo de calidad de madre e hija ¿No te emociona?
— Ah... — Suspiré de lo más aliviada, poniendo una mano en mi corazón debido al gran susto que me llevé al suponer que mi papá la llamó para llevarme o algo así.
«Sustos que dan gusto». Pensé, retractándome de haber pensado que esto era obra de Frank y mi papá.
— ¡Sí! — Entonces sonreí, bastante contenta con la idea de que ella venga a visitarme. — Adoro pasar tiempo contigo, lo sabes.
— Tengo un montón de regalos para ti. — Se hizo a un lado para recoger una bolsa gigantesca y de apariencia pesada que está junto al sofá, lo cual me sorprendió bastante. — Te compré algo en cada país al que fuimos durante la gira.
— ¡Genial! Ven, te mostraré mi cuarto. — Dije entusiasmada, tomándola de la mano para guiarla.
El día de hoy, Bela también intentó seguirme escaleras arriba, pero esta vez, no le hice caso. De lo que me di cuenta, sin embargo, era de lo extremadamente preocupado que luce mi papá. Pero lo entiendo; qué incómodo debió haber sido para él haber estado, quién sabe cuánto tiempo antes de mi llegada, en presencia de mi mamá, añadiéndole también la compañía de su nueva pareja, el hombre con quien le puso los cuernos y con quien, encima, tendrá un bebé. A eso hay que sumarle el hecho de que mi mamá llegó de sorpresa, así que no me puedo ni siquiera imaginar la reacción de mi papá, pero sí asumo que debió haber sido la experiencia más INCÓMODA de su vida.
— Wow, tienes un lindo lugar aquí. — Señaló, admirando mi habitación. — ¿Tu papá pintó el océano en la pared?
— Por supuesto, ¿Quién más va a hacer algo así de bonito?
— Yo haría algo mejor. — Dijo con ínfulas de grandeza, haciéndome reír un poco, pues ella siempre ha sido así. — Te traje muchísimos obsequios y algunos son cosas de decoración que me parecieron asombrosas; espero que no dañen la estética de tonos de azul que tienes aquí. — Mencionó divertida, mientras deja en la cama la enorme bolsa y luego ella toma asiento.
— ¿Por qué me trajiste tantas cosas? — Pregunto totalmente impresionada. — ¿Acaso ya estamos en navidad y no me di cuenta?
Ella se rió, pero yo estoy hablando en serio. Es decir, ella suele traerme regalos de los países a donde va de gira, pero nunca me ha traído TANTAS cosas.
— Es que vi demasiadas cosas bonitas que me recordaban a ti, ya que son de la clase de objetos que podrían gustarte. — Dijo comenzando a sacar cajas pequeñas.
— Esto es demasiado, pero... Okay. — Dije abriendo la primera caja, donde, envuelto precariamente en plástico de burbujas, está uno de esos tarros de cerveza alemanes súper geniales; éste en particular es un poco pesado, ya que, pese a ser de metal, las figuras que forman el diseño están hechas con yeso para dar una especie de efecto 3D, y es una pintura de caballeros con escudos y armaduras en una cruzada, de hecho, la tapa se mantiene totalmente de metal y tiene en la punta un caballero con su respectivo escudo y espada. — ¡Dios, esto es súper bonito! Es de esas cosas que necesitaba y no sabía que lo necesitaba. Definitivamente, pondré aquí mis pinceles y esas cosas; se verá increíble ¡Gracias! — Le di un gran abrazo.
— Ese tarro lo compré en Múnich; es una ciudad preciosa. Quisiera llevarte algún día. Allí también compré esto. — Sacó de la bolsa una linda muñeca de largo cabello rubio, utilizando un traje típico de Alemania. — Sé que estás grande para jugar con muñecas, pero también podrías utilizarla para decorar; es que es muy bonita.
— Concuerdo. — Dije recibiéndola. — Es hermosa.
Asimismo, mi mamá me mostró que, además de artesanías y esa clase de objetos, también me compró dulces de cada país donde estuvo, y eso realmente es mucho decir, considerando que estuvo en diez países y se presentó con la banda en diecinueve ciudades.
Me trajo una de esas típicas muñecas rusas que parecen interminables, los dulces de Rusia tienen envoltorios bastante bonitos y llamativos. De Finlandia me trajo un reno de peluche usando un suéter con la bandera de dicho país, al igual que otra muñeca utilizando un traje típico del mismo, también me trajo dulces de Dinamarca como gomitas y una lata de galletas con chispas de chocolate, y entre los objetos de dicho país mi favorito fue un plato decorativo con la pintura de una sirena observando unos barcos, la cual está hecha entre distintos tonos de azul, así que quedará perfecta en la pared de mi habitación. Me compró también una HERMOSA tetera con la forma del Big Ben en Londres, y un pequeño molino de viento hecho de madera en Ámsterdam.
De París me trajo un perfume, una bufanda que será muy útil ahora que estamos en otoño y se acerca el invierno, y una barra de chocolate rosado de Ladurée; en algún momento antes de que se fuera de gira, le dije que siempre quise probar ese chocolate rosado porque solía verlo en fotos y me parecía súper dúper lindo, así que fue un lindo detalle que recordara eso; también me trajo bombones de la misma marca, los cuales vinieron en la caja de regalo más bonita que he visto en toda mi vida.
Como ya he dicho antes, ella me regalaba cosas así, pero solía ser al menos un recuerdo simple y bonito, y no necesariamente de cada ciudad a la que iba, pero esta vez, con sus regalos, y con sus historias, fue como si me hubiese llevado consigo a cada preciso lugar donde estuvo. Pero aún me pregunto el porqué del exceso... Tengo la teoría conspirativa de que, quizás, ahora que estoy lejos, ella se está esforzando más que antes para demostrar que le importo, y la manera en ella siempre ha intentado demostrarlo, ha sido principalmente por medio de obsequios.
No obstante, decidí no cuestionar nada y ser agradecida con ella, escuchando atentamente cada una de sus historias. Tenía mucho que contar, después de todo, ella siempre ha sido una mujer aventurera a la que le encanta viajar y vivir nuevas experiencias, y amo que ella sea así de libre, a pesar de que ser así le ha quitado mucho del tiempo que debió estar en casa conmigo y mi papá.
Me contó historias de sitios increíbles que visitó y fiestas alocadas después de cada concierto, y en eso se nos fue la tarde. Ella estaba encantada contando sus anécdotas y yo preguntando sobre cada cosa que hizo en aquellos países y cómo están Jimmy, Kitty y Steve. Y así, se hizo de noche, y nuestra charla fue interrumpida cuando escuchamos golpes en la puerta, luego ésta se abrió muy lentamente, mostrando a mi papá quien, con timidez, nos avisó que la cena está lista.
— ¿Te quedarás a cenar, Lindsey? — Le preguntó a mi mamá.
Inmediatamente, sentí cómo el ambiente comenzó a ponerse tenso.
— No, gracias. — Contestó ella. — Supongo que ya tengo que irme. — Se levantó de la cama y se dirigió a mí. — Es tan lindo volver a verte, princesa; mañana vendré por ti temprano, tengo planeado todo un día especial para las dos.
— Te amo. — Me levanté y le di un abrazo breve.
Mi papá sigue algo incómodo/preocupado al respecto, quizás está pensando en que mi mamá llegó en el peor de los momentos o algo así.
Después de acompañarla hasta la puerta y despedirme de ella. Corrí a lavarme las manos y luego fui al comedor para cenar con el resto de la familia. El ambiente se mantiene algo tenso, esta vez, ni siquiera sé si debería volver a intentar hablar con mi papá, pues no sé si me ignorará o si me hablará sólo porque se siente amenazado por la presencia de mi madre o algo así, y no me gusta ninguna de las dos opciones, puesto que, a pesar de que quiero que me hable, quiero que lo haga porque yo demostré ser digna de que me levante el castigo, no porque se vea obligado a hacerlo.
La cena transcurrió en silencio de principio a fin, yo fui la primera en levantarme e irme a mi habitación para ordenar las cosas que me regaló mi mamá; si estuviéramos en un buen momento, mi papá me acompañaría, yo le mostraría todo, y él estaría fascinado por la cantidad de cosas bonitas que me trajo mi madre. Pero esta vez, cuando me encaminé hacia mi cuarto, fueron las gemelas quienes vinieron detrás de mí.
— ¡Bandita, tu mami es súuuuper bonita! — Comentó Lily, dando saltitos a mi lado.
— Lo sé. — Le sonreí amablemente. — Es fantástica.
Creí que ahí moriría la conversación, pues en un principio, no las quería en mi cuarto, husmeando y tocando todo, pero después Cherry dijo:
— Nuestra mami también es muy bonita. — Y yo la miré con curiosidad; sabiendo lo poco que sé sobre su madre. — Es tan bonita, que por eso ahora es un angelito y está en el cielo.
«Ay, no». Pensé. «No hables de eso, me harás llorar».
— ¿Quieres verla? — Preguntó entonces.
Yo, un poco atontada, asentí, por lo que ambas me tomaron de las manos y me llevaron a su habitación.
Había visto el cuarto de las gemelas una sola vez en las tres semanas que llevo viviendo en esta casa, y en aquella ocasión, ni siquiera lo detallé bien. Esta vez sí me doy la tarea de examinarlo; el color predominante es el blanco de las paredes, pero las cortinas y algunos otros detalles decorativos son de un bonito color rosa pastel; tienen muchos peluches y un fuerte hecho de mantas con muchos cojines en su interior; recuerdo que yo también solía tener uno cuando era pequeña. Tienen una mesita con un juego de té, una gran casa de muñecas y el detalle perturbador es que algunas de las muñecas tienen la cara rayada con marcador permanente, pero no podría esperar otra cosa de esas niñas.
Cherry me condujo hasta la estantería donde hay varios marcos de fotografías. En la sala hay varias fotos de la boda de Frank, las cuales nunca me digné a detallar porque no le di mucha importancia. Sin embargo, las gemelas conservan muchas más fotos de su madre; en algunas aparece ella sola y en otras está con Frank. Se ven muy tiernos juntos, en sus caras se nota que eran felices, y por un momento, sentí pena por él; debió haber sido horrible perder a su esposa y hacerse cargo de dos niñas él solo.
— ¿Viste que es muuuuy bonita? — Preguntó Lily mientras observo todas las fotografías.
— Sí, lo es. — Admito, detallando todas las facciones de la mujer, quien sorprendentemente tiene una sonrisa muy parecida a la de mi papá. — Es bastante bonita.
— Mi papi dice que ella nos cuida desde el cielo.
Ellas hablan de su madre de forma tranquila e inocente, no parecen tristes en lo absoluto, sin embargo, yo sí me entristezco de tan sólo compartir un momento tan íntimo con ellas.
— Bandita. — Dice Cherry. — ¿Qué se siente abrazar a tu mami?
— Eh... — Traté de hablar a pesar del nudo que se formó en mi garganta. — Se siente muy lindo; es muy cálido, suave y te sientes en paz, sobre todo si no la has visto en mucho tiempo.
Sentí a Lily tomar mi mano, y por los momentos, no opuse ningún tipo de resistencia. Cherry, por su parte, suspiró al escuchar mi respuesta, se sentó en el suelo con uno de los portarretratos en sus manitas, lo abrazó contra su pecho, y dijo:
— Quisiera poder abrazar de verdad a mi mami... Y poder escucharla... — Realmente pensé que iba a ponerse a llorar o algo así, y yo no sabría cómo lidiar con eso.
— Hey... Está bien. — Le digo con la intención de hacerla sentir mejor. — Estoy segura de que ella era genial, y las quería muchísimo a ambas aunque no llegó a conocerlas.
— ¡Ay, Bandit! — Como era de esperarse, fue Lily quien arrancó en llanto, pues ella es más llorona que su hermana. Sin embargo, no me esperaba que me abrazara fuerte al ponerse a llorar.
Cuando Lily me abrazó, se sintió raro, pues rompió mi amada barrera de espacio personal, pero no me molestó, sólo... No supe cómo reaccionar al momento, y sólo correspondí dándole suaves palmaditas en su cabeza.
— Emmm... — Me aclaré la garganta, tratando de romper el ambiente triste y traer de vuelta a las niñas alegres y revoltosas que ellas suelen ser todos los días, a pesar que lo de "revoltosas" me perjudique a mí, principalmente. — ¿Quieren venir a mi cuarto y ver los regalos que me trajo mi mamá?
— ¡¿En serio?! — Ambas preguntaron al unísono, comenzando a entusiasmarse.
— Sí, pero sólo si prometen portarse bien; no quiero arrepentirme de mi decisión.
— Nos vamos a portar muuuuuy bien, Bandita. — Aseguró Cherry, a quien menos le tengo confianza, a decir verdad.
...
Las gemelas se impresionaron tanto como yo con la cantidad de obsequios.
— ¡Qué bonita! — Exclamó Lily, tomando en sus manos la muñeca alemana, antes de que yo pudiese evitar que lo hiciera, puesto que en serio quiero tener cuidado, ya que los regalos de mi madre son cosas valiosas para mí, y las gemelas, aunque no lo hagan con mala intención, suelen destruir todo lo que tocan. — Bandita ¿Me la prestas? — Preguntó haciendo un puchero.
— Y-Yo...
«Dile que no, dile que no, dile que no». Me repetía mi parte racional, pero por otro lado, había algo impreciso que me detenía.
— ¿Me prometes que la cuidarás bien si te la presto por un día?
— ¡Muy, muy, muy bien! Lo prometo. — Dijo alzando su meñique.
A pesar de seguir dudando un poco de ella, entrelacé mi meñique con el suyo, a lo que ella se sentó en la cama a observar las demás cosas mientras abrazaba la muñeca.
Cherry, a diferencia de su hermana, no me pidió permiso antes de agarrar la muñeca rusa y comenzar a destaparla para seguir descubriendo cómo salen muñequitas cada vez más pequeñas. Pero no le dije nada porque; en primera, estaba teniendo mucho cuidado. En segunda, su cara de extremo asombro me daba risa.
Tuve un poco de curiosidad por una bolsa de paletas de una marca alemana, ya que el caramelo, en vez de estar cubierto por un envoltorio de plástico común, viene en una cajita de cartón con la imagen de algún paisaje de dicho país. Tomé una, abrí la cajita cuidadosamente para guardarla como recuerdo debido a que es muy linda. La paleta es de color verde y sabe a limón.
Las gemelas me miraron, y supe exactamente lo que querían, pues son niñas pequeñas entre montones de dulces, así que, ya que hoy estoy siendo la persona más amigable del mundo, abrí la cajita rosada de Ladurée, saqué la barra y desenvolví el papel de aluminio con mucho cuidado antes de cortar un trozo para cada niña, quienes se sintieron como en un cuento de hadas al ver el chocolate de color rosado. Estuve a punto de decir algo cuando sentí mi celular vibrar en mi bolsillo y de repente, empezó a sonar Lucky Strikes de Troye Sivan, ya que es mi tono de llamada. Llevé la mano a mi bolsillo para agarrar el móvil, y cuando vi la pantalla, quise desmayarme de la impresión cuando vi el nombre de Aidan.
— Tengo que atender una llamada y no pueden escuchar, así que... ¿Pueden irse un momento?
— ¿Por qué tenemos que irnos? — Preguntó Cherry, hablando con la boca llena.
— ¿Está llamando tu... Novio? — Preguntó Lily cubriendo su boca con sus manos mientras suelta una risita traviesa.
— Ya, váyanse. — Insistí sonriendo, presionando el icono de contestar mientras empiezo a morir de los nervios. — ¿Hola? — Digo recostándome en la cama, mientras veo a las gemelas salir.
— Hola, Bandit ¿Cómo has estado? No he sabido nada de ti desde el miércoles.
«Es que te he estado evitando después de que presenciaras el momento más vergonzoso de mi vida». Pensé.
— A-Ah... Es que no te he visto en la escuela... — Mentí, al no saber exactamente qué decir.
— Hoy no fui a la escuela... Ayer sí, y esperaba verte. De todas formas, pudiste haber llamado ¿Sabes? Aunque por un momento asumí que no lo hiciste porque te habían quitado el celular o algo por el estilo, pero... Ya veo que no.
— ¿Tantas ganas tenías de verme después de todo el drama que ocurrió en tu fiesta por mi culpa?
— Algo así... — Grité para mis adentros cuando escuché tal "confesión". — Sólo quería saber cómo estabas después de eso... ¿Te castigaron?
— Algo así. — Me sentí tonta al repetir lo mismo, lo cual me llevó a soltar una pequeña risa nasal. — Mi papá está muy enojado conmigo, como era de esperarse. — Dije antes de volver a llevarme la paleta de limón a la boca, al no saber realmente qué más decir.
— ¡Oh! — Sonó como si acabase de recordar algo. — Hoy conocí a tu papá, por cierto.
— ¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! — Estaba tranquilamente acostada, pero de un sobresalto, terminé sentándome abruptamente y volviendo a sacar la paleta de mi boca.
Sé que soné exagerada, y escuchar su risa me lo confirmó.
— Esta mañana fui a la tienda de Frank a buscar la guitarra. Realmente quería ir contigo, pero asumí que no tendrías permiso; por eso fui yo solo a buscarla, sobre todo porque estaba muy impaciente al respecto, ya sabes lo genial que es esa guitarra, incluso estoy pensando en darle un nombre. — Sonreí inconscientemente al escucharlo tan feliz al hablar de la guitarra. — ¿Está bien para ti que haya decidido ir solo? — Hice un ruido de asentimiento. — Bien, entonces tu papá estaba allí con Frank, con un montón de perros, y no pude evitar acercarme a acariciarlos porque son tan lindos; amé a Lois. — Vaya, no sólo conoció a mi papá, sino también a los perros. — El punto es que... Tu papá es algo raro, al principio creí que le caía mal o algo así... — Ahogué una risa. — Pero es una muy buena persona, ¡Es tan genial! Estuvimos hablando sobre cómics y música y yo pensé: «Bandit tiene tanta suerte...».
Okay... El hecho de que todo el mundo me recuerde la suerte que tengo me está taladrando la conciencia.
— Y... Eso me llevó a preguntarme... ¿Por qué harías algo como escapar de casa sólo para ir a una simple fiesta?
— Yo... N-No lo sé... Es d-decir... Sé que la cagué y no debí hacerlo, pero lo hice y me siento mal al respecto; porque incluso mis razones para haberlo hecho son una estupidez y también... Disculpa por haberte mentido al hacerte creer que mi papá me había dado permiso para ir.
— También iba a mencionar eso... No creo que deban existir mentiras entre nosotros si somos amigos.
«Ahora es oficial que estoy en la friendzone». Me dije.
— Desde un principio tenías que haberme dicho que no te dieron permiso... Y listo. — Agregó. — Lo hubiese comprendido perfectamente. Es algo extremista siquiera pensar en escaparte de tu casa y preocupar así a tus padres... Sobre todo considerando que tu papá parece ser una persona muy dulce; deberías valorarlo más... Y a Frank también; él es genial.
— Lo sé... Lo sé... Fui una estúpida. — Realmente duele que todo el mundo me recuerde lo estúpida que he sido. — Hice y dije cosas de las cuales me arrepiento un MONTÓN y puedo asegurarte que nunca volveré a hacer algo así. Créeme, no se siente nada bonito haber perdido la confianza de mi papá, hasta el punto en que él... — Me detuve súbitamente cuando vi la puerta abrirse lentamente.
Estaba a punto de decir: "Hasta el punto en que él ya no me habla", pero de repente, fue él quien entró a mi habitación, como si lo hubiese invocado al hablar de él.
— Oye, Aidan... M-Mi papá está aquí... Y parece que quiere hablar conmigo. — Dije mirando fijamente cómo su lenguaje corporal muestra inseguridad. — ¿Puedo llamarte más tarde?
— Sí, por supuesto, no te preocupes. Espero que todo salga bien entre ustedes.
— Gracias.
— Y Bandit.... — Dijo, cuando casi estuve a punto de colgar. — No quiero juzgarte mal por lo que hiciste; a fin de cuentas... Todos hacemos y decimos cosas de las que después nos arrepentimos, pero pienso que reconocer nuestros errores y evitar volver a cagarla en el futuro dice mucho de cuánto quieres ser una mejor persona. Así que... En el futuro, cuando quieras volver a tomar una decisión tonta e impulsiva, mejor piénsalo dos veces antes de hacerlo.
— Lo tendré muchísimo en cuenta, créeme. — No pude evitar sonreír al haber sido él el único que, aparte de darme un buen consejo, no me trató como una idiota. — Gracias por preocuparte, eres un buen amigo.
— Sí... Y aparte, si sigues haciendo que te castiguen, nunca tendremos la oportunidad de salir juntos. — Él se rió, y yo también lo hice, sólo que mi risa fue más bien una nerviosa. — Bueno, adiós, hablamos después.
— S-Sí... A-Adiós. — Dije antes de colgar, todavía ilusionándome a lo pendejo debido a lo último que dijo.
Dejé mi celular en la mesa de noche y entonces encaré a mi papá.
— ¿Por fin estás listo para hablar conmigo? — Pregunté suavemente, invitándolo a sentarse junto a mí, en el poco espacio que queda de mi cama, debido a que los obsequios de mi mamá están esparcidos en ella.
— Bien... — Suspiró, tomando asiento, sosteniendo su vientre con una mano; su embarazo empieza a notarse un poco más por sobre la ropa, a diferencia de las semanas anteriores. — ¿Tú estás lista para disculparte?
— Ya me disculpé.
— Sí, pero me preguntaba si estabas lista para disculparte de verdad... Si entiendes la gravedad de lo que hiciste.
— A-Ahora lo hago. — Asentí.
— Entonces, hablemos... — Suspiró de nuevo, así que yo comencé a prepararme psicológicamente para lo que él pudiera decirme.
Realmente quiero que todo vuelva a hacer como antes entre nosotros, y esta vez, prometo que sí voy a poner de mi parte.
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