Capítulo 14

Hoy desperté con un extraño dolor en el estómago que no es gastritis, sino CULPA.

Soy una pésima hija...

No he hablado con mi papá desde el viernes, y no me he sentido mal al respecto sino hasta hace dos días cuando me di cuenta de que me hace mucha falta.

Los primeros días todavía me sentía muy molesta y herida por nuestra pelea, que fue lo que me motivó a tomar la precipitada decisión de escaparme a la fiesta; en parte para demostrar que no soy una estúpida, como aparentemente él cree que soy.

Pero estoy comenzando a arrepentirme...

Ha sido muy duro ver a mi papá pasando tanto tiempo con Frank y las gemelas; me dan celos cuando lo veo cuidándolas como si fueran sus hijas, porque no lo son, y no sé cómo se puede adaptar tan rápido a esa idea.

No obstante, sé que sigo siendo su prioridad, porque a pesar de todo, me ha estado buscando y ha intentado muchas veces disculparse conmigo sin importar que yo he estado evitándolo... ¿Cómo puede seguir preocupándose por mí incluso si estoy siendo tan mala hija en estos momentos?... Esa pregunta es la me hace pensar en desistir de la idea de escaparme a la fiesta de Aidan, y ahora ser yo quien le pida perdón a mi papá y que volvamos a ser felices otra vez.

Sin embargo, Bronx dice que todo esto de la culpa es algo que solamente está en mi mente, y que es una forma de sabotearme a mí misma.

Esta mañana, por si acaso, me llevé conmigo al colegio el regalo de Aidan, de esa forma, podría entregárselo en el recreo y decirle que al final no podré asistir a su fiesta... Peeeero, Bronx me detuvo para no hacer tal cosa.

— ¡¿Qué clase de persona se echa para atrás el mismo día que por fin va a obtener lo que quiere, Bandit Lee Way?! — Discutió; era hora del recreo y todos habían salido del salón menos nosotros dos.

— E-Es que... Quizás lo correcto sería aceptar que no me dieron permiso y ya... Llevo todos estos días evitando a mi papá y-

— Lo hiciste para nada si te vas a dar por vencida en la recta final. — Me interrumpió.

— Tú no lo entiendes, Bronx.

— Claro que lo hago; lo que entiendo es que estás nerviosa por lo de esta noche y por eso quieres refugiarte en la excusa de que no te dieron permiso para ir. Pero no lo hagas, te vas a arrepentir mucho si no vas a la fiesta; has hecho mucho para poder ir, haz que todo valga la pena.

— En realidad...

— ¿Lo que te da miedo es que te descubran?

Rodé los ojos... Ahora Bronx había añadido una preocupación extra a mi lista. En realidad, lo que más me detenía era mi conflicto moral hasta que mencionó la posibilidad de ser descubierta.

— Bandit, por Dios; nada malo va a pasar ¿Sí? — Puso su mano en mi hombro y lo estrujó cariñosamente. — Iremos a la fiesta, nos vamos a divertir, tendrás un tiempo a solas con Aidan, ¡¿Qué tal si consigues tu primer beso y tú de idiota piensas no ir y perdértelo?! — Dijo muy emocionado. — Y luego... Bueno, luego mi papá vendrá por nosotros, te dejará en tu casa, entrarás por donde saliste, te irás a dormir sabiendo que tomaste una buena decisión, y cuando despiertes en la mañana, podrás disculparte con tu papá y su confianza hacia ti seguirá intacta porque nunca sabrá que te escapaste.

— Hmm... — Me quedé pensativa por un largo rato.

Pero finalmente, le di la razón.

Es por eso que ahora estoy encerrada en mi cuarto eligiendo el outfit perfecto y, además, a petición de Bronx, me determiné a seguir un tutorial de maquillaje; yo no suelo usar maquillaje, pero esta vez me propuse intentarlo.

Fue muy difícil vigilar el pasillo casi todo el día y hallar el momento perfecto para escabullirme en la habitación de mi papá para buscar su maquillaje y llevármelo a mi cuarto, ya que él suele ocupar sombras muy bonitas y yo no tengo. Sólo tengo un brillo labial y un dos en uno de delineador y rímel que mi mamá me regaló hace un tiempo, el cual sólo utilicé una vez porque me picó el ojo y yo de idiota me rasqué y me embarré todo el delineador; por este incidente, decidí no usarlo por un largo tiempo, hasta aprender a controlar mis impulsos de rascarme el ojo.

Coloqué las cosas sobre mi tocador, y puse en mi celular un video con un maquillaje que en la miniatura se veía fácil.

Spoiler: No fue nada fácil.

Utilicé el lápiz de cejas de mi papá para delinear las mías; fue lo primero que hice, y al ver que me salió bien, me confié... Hasta que posteriormente hice un desastre con la sombra roja y café, e irónicamente, terminé viéndome justo como NO quería: Como mi papá de joven... Excepto porque mi cara no parecía como si tuviese harina.

«No pienso salir así». Me dije, tomando una de las toallitas desmaquillantes y limpiar el desastre de las sombras.

La mejor decisión que pude haber tomado fue mandar a la mierda el tutorial y hacer lo que me diera la gana, por lo que comencé a aplicar las sombras de una manera que resultara conveniente para mí y la difuminé a mi manera y quedó bastante aceptable.

Lo siguiente que hice fue delinearme, lo cual no es tan difícil, lo difícil en realidad es que los dos te queden iguales, lo cual no logré, pero tampoco se veían mal, así que quedé satisfecha; lo último fue que hice fue ponerme el brillo labial y también rubor en las mejillas y nariz para parecerme al menos un poquito a las chicas perfectas de Instagram, a quienes quisiera parecerme algún día... Algún día... Probablemente no suceda, pero... Algún día.

Cuando me miré al espejo con mi maquillaje y mi outfit que consta de un abrigador suéter de color negro, una falda a cuadros de color rojo, medias altas y botas... Me di cuenta de que, irremediablemente, parezco un cosplay de Lyn-z pero con maquillaje inspirado en Gerard Way... Pero ya qué, me conformo sólo porque me siento lo suficientemente bonita.

Me llegó un mensaje de Bronx diciendo que su papá acaba de estacionarse a dos cuadras como lo indiqué; sinceramente, no esperaba que el señor Wentz, o Pete, como prefiere que le digan, sea nuestro cómplice, es decir, cualquier adulto normal reprocharía el hecho de que me escape de casa para ir a una fiesta con chicos mayores, pero Pete, según me he dado cuenta estos días que me ha traído a casa, tiene alma de adolescente.

Pasé la tarde creando una cuerda a base de sábanas, las cuales anudé muy bien entre sí. Amarré un extremo de la cuerda a una pata de mi cama, y me aseguré de que todo estuviese lo suficientemente resistente antes de deslizarla por la ventana. Antes de bajar por dicha cuerda, me coloqué perfume y me aseguré de que en mi pequeño bolso estuviese mi celular, el regalo de Aidan y mi brillo labial sólo por si necesito retocarlo.

Intempestivamente, cuando estuve a punto de bajar por la ventana... Volví a sentir el dolor estomacal producto del miedo y la culpa.

Volví a replantearme si de verdad debería hacer esto... Y recordé las palabras de Bronx diciéndome que todo saldrá bien; son esas palabras las que me motivaron a bajar por la ventana de una vez por todas.

Una vez que mis pies tocaron tierra, corrí como si no hubiese un mañana, hasta encontrarme con el auto del señor We-Es decir, Pete.

Cuando entré al auto, los saludé a ambos.

— Bandiiiit. — Me dijo mi amigo, muy sonriente. — ¡Te ves muy bonita!

— Aww. — Hice un gesto con mi mano, como queriendo decir "no es para tanto". — ¿Qué opinas? ¿Me veo mayor?

— Pareces de trece. — Arqueé una ceja. — Sin maquillaje pareces como de once.

— ¡Bronx! — Exclamé entre risas, golpeando su brazo amistosamente.

— Hey, Bandit. Esta mañana se me olvidó contarte que por fin supe qué regalarle a Aidan. La respuesta fue muy sencilla todo este tiempo: Cosas de Bandas.

— Qué genial, tómalo en cuenta cuando llegue mi cumpleaños.

— Hey, Bandit. — Menciona Pete. — Bronx me dijo que esta mañana casi te retractaste de escaparte para ir a la fiesta ¿Cómo vas con eso?

— Aún me siento algo extraña... Estoy muy nerviosa porque es la primera vez que hago algo malo.

Tanto él como su hijo se rieron.

— No deberías preocuparte, B. Escaparse de casa es de las cosas más básicas de la adolescencia. Si supieras todas las cosas que hacía con mis viejos amigos, te darías cuenta de que lo que estás haciendo ahora no es prácticamente nada.

— Es cierto. — Asiente Bronx. — Mi papá me ha contado muchas historias de cuando era joven, y él y sus amigos eran asombrosos.

— Me pregunto qué habrá sido de ellos... Sé que algunos dejaron la ciudad, pero otros se quedaron; como Frank. — Mis oídos parecieron zumbar al momento en que escuché el nombre de la rata. — Sé que tiene una tienda de música y eso... Pero no he mantenido el contacto con él... Cuando éramos jóvenes, era el tipo más punk del mundo.

— La rata más punk del mundo. — Dije en susurros, para luego alzar la voz. — P-Pete... — Todavía se me hace raro no llamarlo "señor Wentz". — ¿Te refieres a Frank Iero?

— ¡Sí! ¿Cómo sabes quién es?

— Pues... Porque Frank Iero es mi padrastro.

— ¿Quéeee? ¡¿En serio?!

— ¡Sí! Él y mi papá van a casarse, y fueron novios en la adolescencia; mi papá se llama Gerard Way.

— ¡No puede ser! — Rió, y su risa se nos contagió a mí y a Bronx. — Dios, al final Frank y Gerard sí estarían juntos para siempre, ¡Qué loco! ¿Ellos saben que tú me conoces?

— Supongo que no, porque siempre me refiero a ti como "el papá de Bronx", no como Pete Wentz.

— Bien, deberías decirles que su amigo Pete Wentz es el papá de tu amigo Bronx. Sería genial volver a reunirme con Frank y Gerard, recuerdo que ellos eran geniales... Frank y yo solíamos hacer grafitis juntos durante algunas noches... Gerard siempre fue el más tranquilo de todos; un angelito.

— No me sorprende. — Sonreí.

— Pero... — Hizo bastante énfasis en ese "pero".

— ¿Pero?

— También tenía su lado malo... Es más, si descubre que escapaste, no tendría nada que reprocharte porque él hizo exactamente lo mismo una vez.

— ¡¿En serio?! — Pregunté boquiabierta.

— ¡Sí! Era el cumpleaños número dieciséis de Frank y a tu papá no le dieron permiso de ir; por eso se escapó.

— ¿Ah, sí...?

«Vaya, vaya». Me dije. «Es exactamente mi misma situación».

— Esa noche... — Pete parecía muy divertido recordándolo. — Fuimos a la cárcel. — Escuché una exclamación de asombro por parte de Bronx. — Unos policías aparecieron porque los vecinos se quejaron de que la música estaba muy fuerte, y cuando llegaron a echarle un ojo a la situación, sólo encontraron a un montón de menores de edad bajo efectos del alcohol y la marihuana. Entonces, nos llevaron a todos a la estación de policías y nos metieron en una celda hasta que llegaron nuestros padres a pagar una fianza... Recuerdo ir en la misma patrulla que Gerard y Frank; Gerard había entrado en pánico porque estaba todo drogado ¡Y terminó vomitando! ¡Fue tan épico! — Finalizó la historia con una gran carcajada. — Eran buenos tiempos...

Suspiré... Perdiendo un poquito el sentimiento de culpa... No esperaba que mi padre hubiese tenido experiencias tan salvajes cuando era adolescente, y en parte eso me hace entender por qué mi mamá se enamoró de él en algún momento, pues ella es así. Sin duda, esta nueva información me será bastante útil.

— Bien. — Dijo Pete estacionando frente la casa de Aidan. — Ya llegamos; diviértanse. — Se despidió de nosotros con un choque de puños y, además, le recordó a Bronx llamarle cuando la fiesta terminase.

— Okay. Estoy nerviosa ¿Qué procede? — Le dije a Bronx mientras caminamos hasta la puerta.

— ¡Relájate! ¿Quieres? — Insistió antes de tocar el timbre.

Cuando se abrió la puerta y Aidan salió a recibirnos, me sentí desfallecer... De nuevo me dio este absurdo sentimiento de querer salir corriendo, pero me contuve y sonreí para parecer más natural, de todos modos, no creo que me haya prestado mucha atención porque saludó a Bronx primero, recibiendo el regalo de su parte.

— Hey, feliz cumpleaños. — Lo saludé con un breve abrazo a pesar de mis nervios, ya que nunca hemos tenido contacto físico de ese modo, no nos conocemos bien aún.

Entramos con él a la casa; hay buena música, y suena a un volumen que permite la comunicación, las luces están bajas, el ambiente es cómodo. Tal y como me lo imaginé, hay chicos de entre dieciséis, diecisiete y quizás dieciocho años, algunos fuman, y se dividen en pequeños grupos que se distribuyen por cada rincón de la sala, aunque también hay quienes conversan animadamente en la cocina, donde acompañamos a Aidan; entre varias cosas que hay en la isla de centro, pude distinguir algunas botellas de alcohol, sin embargo, él solamente nos sirvió Coca-Cola. De hecho, mencionó que alguno de sus amigos se las había arreglado para conseguir alcohol, pero claramente no iba a dejar que nosotros bebiéramos, es más, incluso dijo que ni siquiera él mismo debería beber alcohol a su edad... Y entonces pensé en las ganas que me dieron de decirle a mi papá "te lo dije", y que se preocupaba por nada.

— Volveré en un segundo ¿Sí? — Nos dijo en lo que volvimos a la sala de estar; nosotros asentimos y él se dirigió al grupo de chicos que están sentados en el suelo, justo frente al sofá. Sin embargo, me sorprendí cuando lo vi regresarse después de haber avanzado unos tres pasos. — Por cierto, Bandit... — Fruncí el ceño al ver cómo se detuvo, rascando su nuca un poco nervioso... O algo así, tal vez sea mi imaginación.

— ¿A-Ajá...?

— Te ves muy bonita.

Vi a Bronx quedar boquiabierto con una gran sonrisa sin disimular nada, pero supongo que Aidan no puede darse cuenta porque no ha despegado sus ojos de los míos.

— Ah... — Bajé la mirada un momento, queriendo gritar. — G-Gracias... — Sonreí al volver a levantar la vista hasta sus ojos.

Él sólo me devolvió la sonrisa y me guiñó un ojo antes de irse.

Una vez que estuvimos solos, me giré hacia Bronx y solté una especie de grito silencioso mientras daba saltitos y ponía una mano en mi corazón porque, definitivamente, me sentí a punto de morir.

— ¡Eres una bastarda con suerte! ¿Todavía te arrepientes de haber venido?

— ¡Siento que haber venido fue la mejor decisión que pude haber tomado!

— ¿Ya ves? Claro que lo fue, porque yo te di la idea de escaparte, y como amigo doy grandes consejos... ¿Entiendes lo importante que es esta noche? ¡Es obvio que vas a obtener tu primer beso!

— ¡Ya deja de ponerme más nerviosa de lo que estoy!


...


Estuvimos durante un buen rato socializando; nos propusimos conocer a algunos chicos y logramos instalarnos en un grupo que constaba de algunos compañeros de Aidan y un par de personas de otros salones. Allí estuvimos hasta que de repente sentí que me tocaron el hombro, y al girarme, me encontré con Aidan, quien me preguntó si quería salir un rato.

En ese momento, sentí un pellizco en el brazo por parte de Bronx, como si quisiera decir: "¡Sí, ve!"... Pero eso no hizo falta para que yo dijera que sí y comenzara a caminar junto a Aidan hacia la dirección donde él quisiera llevarme.

Cruzamos la cocina de nuevo; él abrió la puerta corrediza de vidrio y me dejó salir primero, inmediatamente vino conmigo y cerró la puerta; el sonido de la música se neutralizó un poco.

Estamos en el patio trasero. Tiene una piscina, pero está vacía porque es otoño. Me permito observar los alrededores; es muy bonito, tiene buena iluminación y flores bastante bien cuidadas. Caminé junto a él hasta el final del terreno, donde hay un par de columpios; allí tomamos asiento.

— Esto me recuerda un poco a Bajo la Misma Estrella. — No pude evitar pensar en voz alta y me sentí un poco tonta... Aunque bueno, al menos no hice la referencia a algún fanfic.

— Creo que tienes un poco de razón, ya que estos columpios han estado aquí desde que era pequeño. — Mencionó.

— En casa también hay uno. Ayer cuando estaba llegando de la escuela descubrí a mis hermanastras subiendo a Peppers, que es algo así como el perro más pequeño e indefenso que tiene Frank después de Bela...

— ¿Cuántos perros tiene Frank?

— Un ejército. — Reímos juntos. — El final de mi historia es que las niñas casi mandaban a volar a la pobre Peppers... Seguramente pensaban que caería de pie como un gato... Se podría decir que llegué a tiempo para rescatarla. Las gemelas suelen hacer cosas muy diabólicas sin un rastro de mala intención, debido a su inocencia; en esta ocasión, sólo querían que Peppers "se divirtiera" también. — Se me hizo inevitable sonreír como tonta al recordarlo.

— Eso es muy tierno. — Él sonrió también. — Es lindo que te estés adaptando rápido a tu nueva familia.

— ¿Adaptando rápido? — Sin querer, se me escapó una risa que transmite un toquecito de amargura. — Qué más quisiera.

— Bueno, es lo que parece cuando acabas de contar una linda historia de cómo salvaste a uno de tus perros de ser prácticamente catapultado por las gemelas.

— Sería una linda historia si me gustaran los perros, y tengo que convivir con seis de ellos.

— ¿A quién en su sano juicio no le pueden gustar los perros? — Arqueó una ceja.

— ¡A mí! — Reí nerviosa. — No es que no me gusten, o sea... No los odio; podemos coexistir en paz, siempre y cuando no se acerquen mucho porque me dan algo de miedo, sobre todo los perros que son gigantes. Soy más una persona de gatos... Pero así como van las cosas, no creo poder tener uno.

— Oh, a mí me encantaría tener muchos perros, de hecho, estoy intentando convencer a mis padres de que me dejen adoptar uno.

— Pienso que uno está bien, pero seis es demasiado.

— A mí no me molestaría realmente... Y es probable que en el futuro a ti tampoco y aprendas a amar a todos los perritos que viven contigo.

— No sabes lo que dices. — Dije muy convencida de mis palabras. — Es caótico; no sabes lo que es tener que vivir en una casa llena de ruido, desorden, animales, niñas pequeñas y tener que acostumbrarte a eso y más cosas. Lo peor es saber que no puedes volver a tu antigua casa en California... Es difícil porque antes sólo éramos mi papá y yo; había paz y tranquilidad, teníamos nuestra propia forma de vivir y estaba perfecto el hecho de que nos tuviéramos el uno al otro... Pero ahora dentro de ese marco familiar están Frank, están las niñas y están los perros ocupando mucho espacio.

— Entiendo lo que dices... — Asintió. — Si lo pones así, creo que yo también enloquecería... Pero al fin y al cabo, lo que importa es que sigues teniendo a tu papá. No para ti sola como antes, pero... Te sigue queriendo, y asumo que confía mucho en ti, y eso lo demuestra con que te haya dado permiso para estar aquí.

Sentí una punzada en el corazón: Así es, la culpa se trasladó de órgano y ahora es más fuerte.

— Muchos padres desconfiarían inmediatamente. — Continuó. — De inmediato pensarían en todas las posibles cosas malas que podrían pasarte o que podrías hacer. De hecho, una parte de mí se imaginaba que no te darían permiso para venir, y la verdad, si me hubieses dicho que no podías venir por eso, lo habría entendido, porque si te decían que no ¿Qué más ibas a poder hacer sino aceptarlo? Absolutamente nada.

Ni siquiera se le pasó por la mente la posibilidad de escapar de casa para venir... ¿Qué pensaría Aidan de mí supiera que eso fue exactamente lo que hice?

— Pero me alegra que hayas venido... Que te hayan dado permiso significa que te has ganado la confianza de tu papá, y para haber logrado eso teniendo sólo trece años, tienes que ser muy buena y responsable.

— Sí... — Me columpié ligeramente, con la vista en mis zapatos. — S-Supongo que sí...

Okay... Soy de lo peor... Lo mejor será darle su regalo, luego decirle a Bronx que por favor le pida a su papá que venga por mí y me lleve a casa, y le inventaré una excusa a Aidan diciendo que no me dieron permiso hasta tarde.

Realmente no quiero seguir con esta farsa... Él mismo dijo que si yo le hubiese explicado que no me dieron permiso, lo habría entendido. Así que... A-Así que... No debí haber hecho algo que traicionara la confianza de mi papá, a pesar de que él ni siquiera vaya a enterarse de lo que hice.

— Por cierto. — Dije tomando mi bolso, el cual reposa en mi regazo, y lo abrí en busca del cupón de descuento. — Tengo que darte tu regalo. — Le extendí el trozo de cartón una vez lo encontré; él lo observó con curiosidad, y no pude detener la risa que se me escapó cuando abrió los ojos desmesuradamente y pareció ahogarse con su propia saliva cuando leyó el contenido. — Frank no suele hacer cupones de descuento para los instrumentos de su tienda... Pero esta vez le pedí hacer la excepción porque sé lo mucho que querías esa guitarra.

— Oh Dios mío, ¡Gracias! — Morí de amor cuando me miró con una sonrisa y la mirada completamente iluminada. — Y-Yo... No sé qué decirte... E-Es decir... No esperaba esto.

— Creí que sería un lindo detalle. — Me encogí de hombros con una sonrisa nerviosa. — Me has contado tanto sobre lo de la guitarra... No sólo el hecho de que quieras tenerla, sino lo mucho que te has esforzado y yo sólo, pienso que eso es fascinante de tu parte... El querer conseguir las cosas a base de tu propio esfuerzo... Y yo sólo creí que te vendría bien una ayuda, entonces se me ocurrió hacer esto para ti.

— ¡Bandit, Gracias!

Se inclinó bastante para alcanzarme y poder abrazarme, y me sentí torpe, apenas me incliné también para no hacer difícil el abrazo. Esto es nuevo... No es como el abrazo de menos de tres segundos que nos dimos cuando llegué.

De repente fue como si estuviera en las nubes, e inmediatamente supe que no necesito más que esto, sólo estar así con él por un rato y ya... Al diablo mi primer beso... Aunque yo ni siquiera tenía en mente tal cosa, era idea de Bronx.

— Eres tan linda y considerada.

Pero al oír eso... En vez de seguir flotando en las nubes, sentí como si hubiese caído abruptamente al suelo de concreto... Porque lo que dijo es mentira.

Él no lo sabe pero yo sí: Yo no soy linda ni considerada... No lo soy, a juzgar por la forma en la que he tratado a mi papá estos días.

Por una parte, venir fue una buena decisión, pero por otra... Me siento un poco mal por todo lo que tuve que hacer para que esto pasara.

Y me sigo preguntando qué pensaría Aidan si supiera la verdad.

— El sábado iré por la guitarra. — Dijo en cuanto nos separamos. — Y quiero que me acompañes.

— ¿E-En serio...? — Permanecí con la boca ligeramente abierta, como una lerda.

Es que son demasiadas cosas con las que tengo que lidiar en este momento, pues estoy en medio de mi enamoramiento en aumento y mi crisis de consciencia por ser una mala hija.

— Así es. — Asintió entusiasmado. — Solamente hablamos en la escuela y casi no podemos vernos, en parte por eso te invité a mi fiesta; para poder conocernos un poco más. Así que me parece un buen plan que me acompañes el sábado a buscar la guitarra, y después podríamos ir a cualquier otra parte, no lo sé... — Se encogió de hombros. — ¿Tú qué dices?

— Claro. — Me apresuré. — Sí, me gustaría. Sería genial ir a-

— ¡BAAAANDIIIIIT! — Tanto Aidan como yo nos sobresaltamos al escuchar a una tercera persona gritar mientras corre hacia nosotros; esa persona es Bronx. — ¡Bandit, Bandit, Bandit!

— ¿Qué? — Fruncí el ceño; en parte lo odio por arruinarme el momento.

— ¡Tu papá está aquí, y está adentro buscándote!

Creo que empalidecí al haber escuchado eso.

Aidan y yo nos miramos, y no tengo palabras para explicar la situación, excepto: Me jodí. Es lo único que puedo decir.

— ¡Vengan rápido! — Bronx me tomó de la muñeca y me jaló bruscamente para entrar corriendo a la sala; Aidan viene detrás de nosotros, muy confundido con respecto a lo que está pasando.

Al entrar a la sala, siento que podría morir de la vergüenza al ver quién vino a buscarme haciendo un estúpido escándalo.

— Te equivocaste, Bronx. — Le dije, un poco consternada. — Ese no es mi papá... Sólo es la rata roñosa. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top