Capítulo 9. Primeros pacientes

Otro día en las prácticas. Ayer llegaste a tu casa muy agotada, no te esperabas que esto fuera realmente cansado y eso que no hiciste nada. Solo observaste como te indicó Marco. Te dio mucha rabia no haber quedado con Mr. Biscuits, pero en el fondo sabías que esto pasaría en cualquier momento. Oh, recordaste que ibas a quedar con Mr. 0; desconocías si quedarías con él porque hoy ibas a empezar duramente. Pero tampoco querías que pensaran que no los querías ver. Vaya, estás aceptando que te gustaban su forma de ser. La verdad es que llevabas dos días sin ser tocada por alguno de los Daddies y te mordías el labio muy ansiosa de sentir su cercanía.

Estabas en frente de la puerta del despacho de Marco. Law ya se había adelantado para hacer sus prácticas porque el profesor/médico le pidió que viniera una hora antes. Tocaste unas cuantas veces antes de tomar el pomo y abrirla, viendo que Marcó está hablando por teléfono. Te hace señas de que entres y lo hiciste, y te aproximaste para sentarte en la silla. Te fijaste en el bote de pastillas que hay en la mesa del hombre. “Pastillas anticonceptivas X-Men”, dice. ¿Serán las famosas pastillas que creó él y que se estaban tomando los Daddies? El médico cuelga la llamada para luego mirarte con una sonrisa.

—Buenos días, señorita ___. ¿Cómo ha dormido anoche?

—Pues un poco cansada y eso que no hice nada ayer —confiesas.

—Pero a lo mejor porque fue mucha información.

—Seguramente será por eso.

—Bien, hoy tenemos unos pacientes muy habituales en el hospital. Quiero que hoy me demuestres tus dotes como futura doctora.

—¿Ya me encarga eso? —te impresiona.

—Sé que podrás hacerlo. —No ha dejado de sonreír en ningún momento—. Ven, voy a presentarte al primero.

Los nervios florecen en ti porque desconoces si lo ibas hacer bien, pero si él confía en ti es por algo. Sueltas una bocanada de aire liberando toda la tensión en tu cuerpo y asientes con la cabeza. Ambos salís del despacho, la verdad es que el ambiente está un poco más tranquilo que ayer. Pero eso cambiará dentro de unas horas, lo sabes perfectamente. Pasasteis al lado donde está la habitación de Spandime. Sentiste curiosidad si todavía se encontraba Rob Lucci, vigilando a que no le pasara nada a su superior. Echaste un pequeño vistazo, pero las persianas están corridas y los guardaespaldas te están mirando mal. Es mejor que te largues y sigas a Marco.

Llegasteis a una de las habitaciones y él abre lentamente dejándote pasar. Se lo agradecerá porque es un buen caballero; sin embargo, él aprovechó ese momento para mirar tu trasero porque está muy tentado en tocártelo y que digas esa palabra prohibida para el exterior. Tu rostro cambia a una de sorpresa al encontrarte una persona que no te esperabas encontrar. Es un hombre que tendrá unos cuarenta años, muy conocido por su gran casino. Lo que más le destaca es la cicatriz que pasa de mejilla a mejilla, pasando por la nariz. Y él está fumando muy tranquilo. Y cuando te vio, su expresión seria y tranquilo cambia a una de sorpresa, como si no creyera lo que está viendo ante sus ojos. Eso ha provocado cierta incomodidad.

—Siento la tardanza, Sir Crocodile —habla Marca interrupiendo.

—No pasa nada, seguramente estabas buscando el expediente. —Ese hombre vuelve en sí, pero no quita el ojo encima de ti.

—Esta es ___ ___, está realizando las prácticas para terminar la carrera.

—Encanta de conocerle en persona, Sir Crocodile —saludas, extendiendo tu mano.

—Igualmente, señorita ___. —En vez de apretarla, besa tus nudillos como un caballero que es.

Claro que lo conoces. ¿Quién no reconoce a Sir Crocodile, dueño del casino más grande del mundo? Es un hombre adinerado que lo consigue todo a su paso y es proclamado como un héroe en la ciudad. Algo notaste cuando te los besó, sentiste como si él supiera una de tus mayores debilidades del mundo. Sacudes la cabeza negando que sea posible eso.

—Ella estará aquí para la revisión de su prótesis. —Es cierto, Crocodile perdió la malo a causa de una guerra y la sustituyó por una de mentira—. Ojearás el expediente y quiero que averigües si Sir siente incomodidad alguna. Sí es así, habrá que pedir una nueva. —Estás un poco nerviosa porque va ser la primera vez en que lo harás tú sola y encima con un paciente muy conocido—. Lo harás muy bien.

Él confía en ti, y tú también debes hacerlo. Asientes mientras que él se retira dejándote asolas con Crocodile. Vale, recuerda los pasos que has estudiado en la facultad: leer el expediente si está todo correcto y averiguar si él siente molestias. Parece que todo está en orden, ahora hay que averiguar si la prótesis está bien. Para acomodarse mejor, coges una silla sentándote delante de él mientras toma su mano. Lo bueno es que se veía algo muy natural, como si nunca hubiera tenido un accidente. Aprietas alrededor del muñón esperando a que él se quejara.

—¿Hace cuánto que estás aquí? —pregunta. Casi brincas de tu sitio al estar tan concentrada—. Lo siento, no era mi intención asustarte.

—No se preocupe. Bueno, pues empecé ayer.

—¿En serio? Vaya, Marco confía en ti para que estés con tu primer paciente.

—Sí, la verdad es que es una grata sorpresa.

Todo tu cuerpo está relajado por la conversación que estás teniendo con Crocodile y se agradece para que puedas seguir con tu trabajo.

—¿Sientes molestias? —preguntas.

—Sí, sobre todo en la parte inferior.

—¿Hace cuánto que está así?

—Desde el martes pasado. Tuve un cliente y digamos que ocurrió algo, y eso hizo que sintiera incomodidad —explica, sin apartar la mirada en ti.

En realidad, se refería a algo que ocurrió siendo Mr. 0. Sus ojos negros profundos no dejan de mirarte, analizando tu delicadeza. Eres realmente hermosa para sus ojos y te tiene delante. Con una sola palabra podía decirte que le llamaras Daddy y que te desnudaras para él, pero él debe controlar sus ansias siendo Crocodile. Tus manos notan algo raro en la prótesis y lo apuntas en el expediente.

—Se ha desgastado por el gran uso que ha empleado. Aquí tengo apuntado que tienen uno de repuesto. —Te levantas de tu sitio—. Le mandaré al doctor Marco para que le pidan que se lo traiga.

—Muy bien. —Él te imita haciendo que te impresionaras de su altura. Tu cabeza llegaba hasta su vientre y era sorprendente—. ¿Cree que la volveré a ver en otro momento?

—Seguramente —dijiste con una sonrisa sincera en tus labios.

Te diriges a la puerta para abrir y acompañas a ese hombre de más de dos metros al despacho de Marco, que seguramente estará ahí. No te percataste que Crocodile aún seguía mirándote. De todas las cosas que le hubieran sucedido ese día, ahí estabas. Es como si él Dios de arriba hubiera escuchado sus súplicas de encontrarte fuera de la empresa y es la verdad. Cruza los dedos en que lo llames y quedes con él porque tiene unas ganas increíbles de tenerte en sus brazos y complacerte como mujer que eres. Esa vez solo te tocó y ahora desea llegar algo más contigo porque, por los comentarios que ha recibido de sus compañeros, eres increíble. Obediente y una verdadera bebé.

Ya llegasteis al despacho y tocas con gentileza la puerta para abrirla. Crocodile se despide de ti y lo imitas con una breve reverencia. Ahora desconoces que hacer porque no tienes ni una orden. Lo más lógico del mundo es que vayas a la zona de descanso y comas algo. Sueles comer mucho y quemar muchas calorías debido a tu metabolismo, por eso necesitas comer algo con urgencia. Otra cosa: no has visto a Law de momento. ¿Dónde lo habrá mandado Marco? Esa duda surge en tu cabeza. Bueno, ya lo verás en cualquier momento. Ahora céntrate en ir a la zona de descanso para comer alguna barrita de cereales de las máquinas. No había nadie, seguro que todos estaban ocupados. Insertas monedas en la máquina y tecleas los números para conseguir ese delicioso manjar. ¡Wow! Hasta tu estómago rugió.

Mientras comes, sacas el móvil tentada en llamar a Mr. 0. Tienes su número guardado ahí, necesitas relajarte ante todo. Sientes la necesidad de que te hagan el amor y que te hagan sentir querida. Ellos solamente entenderán tu situación y nadie más. Y te asustaste cuando alguien tocó tu hombro que llevaste la mano a tu pecho.

—Perdona, no era mi intención asustarte.

—No se preocupe, Lucci —dices con una sonrisa en tus labios—. ¿Cómo se encuentra el señor Spandime?

—Insoportable como su hijo —contesta, sentándose a tu lado—. Uno que está desesperado en marcharse y el otro porque no para de mandar.

—Compadezco de usted.

—Por favor, no me trates de esa manera. No soy muy mayor.

Agachas la cabeza como niña chica. El cuerpo de ese hombre se estremece al ver esa reacción tan tierna de tu parte. Que pena que no estabais en Daddy's Corporation porque ya estaría azotando tu trasero y escuchar esos deliciosos gemidos que provocas. Él es un leopardo y tú su gatita en celo que requiere mucha atención ahí abajo. Lo único que le dio mucha rabia es verte con Sir Crocodile. Celos sintió cuando ese hombre no quitaba el ojo de encima en tu cuerpo, teniendo deseos impuros a tu persona. Le daban ganas de matarlo, y no podía porque era un hombre muy importante en la ciudad de Grand Line. Le enfermaba que estuvieras con otro hombre que no sea él, y lo peor de todo es que te compartía con los otros Daddies.

Tienes un rostro de lo más dulce y de lo más adorable, y detrás se esconde tu verdadero yo. Una mujer que necesita explorar más allá del sexo. Como desea tomar tu mano suave como la de un simple bebé, pero se mantiene firme en su posición mirándote con interés.

—Oye, quisiera preguntarte una cosa.

—Adelante.

—No suelo ser un hombre de pedir citas, pero me gustaría quedar contigo en estos días.

Eso te ha sorprendido. ¿Ese hombre atractivo te está invitando? ¿Por qué no lo hace Law? Algo te inquietaba su forma de ser. Un sonrojo aparece en tus mejillas que miraste al otro lado muy avergonzada. Law, Daddies y ahora Lucci, ¿qué más puede venir? No sabes que responderle realmente. Por un lado, quisieras tener una cita, pero por otro no. Suspiras un poco y sonríes un poco para mirarlo.

—Tendré que mirar cuando…

—¿Qué te parece el sábado por la noche en mi casa? —propone casi susurrando.

—¿En su casa? —Más roja te pones.

—Sí, porque seguramente que una dama como tú no invitará a un desconocido.

—Lo mismo digo si es al revés, casi no nos conocemos.

—Por eso quiero invitarte a mi casa, ahí nos conoceremos mucho mejor. —Los susurros de ese hombre te hipnotizan a cada momento.

—… Está bien —dijiste finalmente.

—Genial. —Saca de su bolsillo un bolígrafo y una hoja dejándolos en la mesa—. ¿Podrías escribir tu número y en dónde vives?

No te negaste a ello y se lo escribes con un pequeño temblor en tus manos, que casi te dificultaba en escribir. Al hacerlo, él lo toma y se despide de ti besando tus nudillos con total gentileza. ¡Genial! Otro hombre en la lista. ¿Una estrella de la suerte ha caído sobre ti? ¿Desde cuando los hombres están cayendo sobre tus pies? Unos toques en la puerta hicieron que te despertaras al momento. Es Marco.

—Es hora de que conozcas a tu segunda paciente —dijo con una sonrisa—. Una cosa: te felicito, has estado muy bien con Sir Crocodile.

—Gracias, doctor Marco.

Segunda paciente, ya eso indica que es una mujer, solo deseas que no sea nada desagradable por su parte. Por lo que escuchaste de Marco, es una mujer embarazada que está sufriendo contracciones y lo más probable es que dentro de poco vaya a romper aguas. Vaya, será la primera vez que verás algo así y ver el nacimiento de un bebé. La habitación está cerca, así que no es difícil en encontrarla. Cuando entrasteis, tu cara cambió por completo al ver cierta persona que le conociste en aquel viernes de discoteca. Charlotte Katakuri te observa de pies a cabeza, pero con un rostro sereno y serio. Y a su lado hay otro muchacho casi de su misma altura. Melena recogida con una coleta y una cicatriz prominente en el lado derecho de su cara. Sus ojos muestran pura sorpresa.

—Señores, les presento a la estudiante de prácticas ___ ___, ella se encargará de supervisar a su hermana Chiffon. —Cuando la nombró, miraste a la mujer que yacía en la cama con una expresión de dolor e incomodidad—. Seguramente que les habrás visto en la tele: Katakuri y Cracker.

—Ya a la señorita ___ la he visto anteriormente —confiesa Katakuri sin ningún remordimiento. Sabe que su hermano pequeño lo estaba mirando mal.

—Charlotte Cracker, encantado —te saluda sosteniendo tu mano.

—Les dejo en manos de la señorita ___.

Y de nuevo te deja sola, pero esta vez hay tres individuos y uno de ellos ya les conoces. Tomas el expediente que hay en la cama, revisando con detalle. Escuchas un poco los suspiros de la chicas, tiene pinta de que tendrá la misma edad que tú.

—¿Hace cuánto que está con las contracciones, señorita Charlotte? —preguntas con gentileza.

—Por favor, llámeme Chiffon —te corrige—. Hace media hora, el doctor me dijo que tengo contracciones cada cuatro o cinco minutos. ¿El bebé está bien? —El temor que desprende en sus ojos, era señal que es una madre que quiere que su hijo nazca sano y salvo.

—No te preocupes, Chiffon. Las contracciones que está teniendo son normales, eso significa que el bebé se está colocando.

—No para de dar patadas.

—¿Tiene novio o marido?

—Marido —responde Cracker esta vez, sentándose en una silla—, lo he llamado para que viniese aquí.

—Menos mal que estaban mis hermanos mayores. Son buenos chicos, ¿sabe?

—Ya lo veo.

Los miras de reojo dándoles una pequeña sonrisa provocando que Cracker se sonrojara y girase la cabeza a un lado, pero Katakuri mantiene su posición. Lo mejor que puedes hacer es realizarle una ecografía para ver si el bebé está bien y está en una posición. Lo único que no quieres ver es que el bebé esté en una posición podálica; es decir, de nalgas. Se supone que Chiffon ha ido a todas las citas medicas para controlar la situación, pero siempre hay que estar seguro de ello. Te alivias un poco al ver que está en posición cefálica, pero el cordón umbilical está enrollado en el cuello de la criatura. No es nada grave por lo que leíste en los libros; sin embargo, si no se remedia cuando asome la cabeza es posible que produzca algún tipo de síntoma respiratorio.

Acaricias un poco el vientre de Chiffon notando su dureza y las patadas del bebé, una forma de decir un “hola”. No pudiste evitar una sonrisa al recibir tal acto de amabilidad del pequeñín. Los dos hermanos paran de mirarte, sus ojos están puestos en ti. El como cuidadas a su hermana pequeño era un gesto de bondad. A Cracker le daban ganas de hablar con su hermano; así que, toca su hombre y hace ademán con la cabeza para salir fuera. Ya él sabe lo que viene, se disculpa con las damas para salir fuera. No sabes lo que está pasando y es mejor que te centres en tu labor.

—¿Es tu primer bebé? —preguntas. Lo haces para que Chiffon esté relajada.

—Sí, mamá me dijo que el primer embarazo suele ser largo.

—Sí, así que no te desesperes. Llegará el momento de que el pequeño salga a la luz —le reconfortado con palabras—. Tu marido debe estar muy contento.

—¡Y tanto! Desde que le dije que estaba embarazada se quedó mudo durante horas, procesando la información —habla Chiffon—. Pensaba que no le gustaba la noticia y, de pronto, me abrazó con todas sus fuerzas muy feliz que hasta las lágrimas le salieron. ¡Será el primer nieto de mamá!

—He oído que la familia Charlotte es bastante grande.

—Oh, y tanto. Katakuri es el segundo varón, Cracker el décimo quinto varón y yo soy la vigésima segunda de mis hermanas. —Empieza a contar Chiffon. Tu cara es de asombro.

—Vuestra madre si que ha tenido muchos partos. —«Pobre mujer», piensas.

—A ella le gusta tener una gran familia para futuras negociaciones. A mí, por ejemplo, me presentó a Capone Bege que es hoy en día mi esposo.

—Pues sí que le gusta. —Te agrada la conversación que estás teniendo con Chiffon y es una buena manera para que la joven esté la mar de tranquila.

Mientras tanto afuera, dos hermanos se miraban entre sí. Uno con el ceño fruncido y el otro está sereno. Hasta que Cracker señala a Katakuri a modo de culpa.

—¿Cuándo la viste?

—¿Te acuerdes el viernes que fuimos a una discoteca por temas de negocios?

—¡¿Estaba ella ahí?! —Su rostro refleja a una de sorpresa—. ¡¿Por qué coño no me avisaste, Katakuri?!

—Puede que seas mi hermano, pero dentro de Daddy's Corporation somos rivales —le recalca.

Sí, son los únicos que saben su verdadero identidad porque ambos entraron al mismo tiempo y financiaron una gran parte para que la empresa funcionara. Cracker rechina los dientes muy molesto ante el comportamiento de su hermano. Su bebé está trabajando aquí y la tiene delante de sus narices, o más bien con su hermana Chiffon. Le dio tanta rabia que ella no hubiera ido ayer a la empresa para seguir contemplando su belleza natural, y no fue así. Aprieta los puños aguantando las ganas de golpearlo, es su hermano al fin y al cabo. Una persona que lo respeta demasiado por ser un hombre que no teme a nada y siempre está ahí para proteger a sus hermanos. Un claro ejemplo de bondadosidad.

—Me la hubieras presentado en ese momento.

—Oh, si hubieras visto su amabilidad en mí. —Lo está haciendo para fastidiar a su hermano.

—Serás hijo de la gran…

—¿Dónde está Chiffon? —No termina la frase porque alguien le interrumpe. Un hombre bajito, pero la mar de elegante camina por el pasillo acercándose a sus cuñados.

—Está dentro con la chica de prácticas —comenta Katakuri.

—¡¿Qué?! ¿No está con un médico de verdad?

—Tranquilo, viejo. El doctor Marco la encomendó está tarea para que aprendiese —explica Cracker cruzando sus brazos.

Y vaya, que casualidad que saliste en ese momento, cuando hizo acto de presencia Bege. Su rostro muestra preocupación y nerviosismo.
—¿Cómo está ella? ¿Está bien? ¿Necesita algún alimento o algo? —Muchas preguntas que te chocaron.

—No se preocupe, ella está bien. Ahora lo único que necesita es todo el apoyo del mundo y que no se estrese —comentas con una gran sonrisa en tus labios.

Bege entra para ver a su querida esposa para ver su estado. Ahora que no tienes nada que hacer, te diriges al despacho de Marco para informarle del asunto. Sin embargo, notas la mirada de los dos hermanos en ti que echaste una mirada por encima de tu hombro. Se quedaron por un momento embobados que se quedaron sin habla, ni siquiera te han dado las gracias por estar con su hermana. Pero eso no perjudica que no les dedicas una sonrisa a ambos y asistieras la cabeza a modo de despedida. A veces los hombres son tan raros por naturaleza.

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—Y ese ha sido mi día de hoy.

—Pues sí que has tenido mucho trabajo.

Al final, decidiste llamar a Mr. 0 para verlo y quitar ese estrés en tu cuerpo. Las caricias de ese hombre son sumamente gratificante y te liberan toda esa tensión en tu cuerpo. Lo que más te gusta es que él escucha lo sucedido, como un buen padre. Un buen Daddy debe escuchar a su baby averiguando cómo le ha ido su día.

—¿Tuvo mucho trabajo hoy? —preguntas. Debes aprovechar esos treinta minutos.

—Demasiado, pero tenía muchas ganas de verte —confiesa descendiendo su mano hasta tu clavícula.

Un suspiro sale en tus labios en donde cierras tus ojos dejándote llevar por esa sensación tan exquisita. La única mano bueno desciende aún más llegando a tus pechos, acariciándolos por encima de la ropa. Como desea tanto en morder tu cuello y escuchar esos gemidos tan provocativos para sus oídos, o lamerlo sensualmente obligando a que te volvieras loca o te derritieras. Va desabrochando los botones de tu camisa y, sin esperar, baja una de las copas de tu sostén para liberar un pecho. Observa con detenimiento tu respiración, cada vez que sus yemas pasan por tu pezón viendo cómo se eriza y se endurece como una piedra. Lo miras y él te mira. Negros profundos como la noche que se iluminan a cada instante.

Tantas ganas tienes de besar sus labios y sentir su sequedad como si fuera arena misma. Los suspiros se combinan a la perfección ante sus tocamientos, deshaciendo de tu ropa para poder tocar esa piel suave que le ha cautivado desde el primer momento en que te vio. La excitación es inminente y no se podía apagar con una ducha fría, solo se podía calmar con realizar el coito y de una manera casi placentera para ambos. Le costó en quitarte todas esas prendas, pero tú le ayudaste sin ningún problema. Besos en tu cuello que obligan a que curves tu espalda e incluso los dedos de tus pies. Estáis en la cama, tú sentado encima de él dándole la oportunidad de acariciar todo tu ser. Tu sexo no para de palpitar deseando que Mr. 0 tocara esa zona y gimieras como nunca. Y así fue.

Estimula tu clítoris como nunca, con movimientos suaves y rápidos dependiendo del tono de voz que empleas. Y combinando las mordidas y los besos de Mr. 0, se le denominaba el éxtasis infinito. No paras de morderte el labio para acallar esos sonidos, pero es difícil no hacerlo. Estás en el bendito cielo y querías más. Estás lo suficiente mojada como para recibirlo. Él se sienta apoyando la espalda en la pared mientras cruza las piernas, liberando su magnificencia. Estuviste a punto de realizar un sexo oral, pero te detuvo y te sienta a horcajadas encima de él.

—¿Has oído hablar del Kamasutra? —te pregunta con una voz ronca.

—Sí, pero nunca tuve la ocasión de leerla. —Te sonrojas un poco, ya con la respiración agitada.

—Bueno, ahora no tienes la necesidad de leerla. —Baja con lentitud tu cuerpo sintiendo esa virilidad entrar en tu cavidad—. Esta posición la llaman “flor de loto” y es la más placentera de todas.

—¡Daddy!

—¿Qué tal si te mueves por mí, pequeña?

Es la primera vez que tendría que moverte ante un Daddy, pero si es lo que quería, lo harás. Además, estás lo suficiente excitada como para no hacerlo. Tus manos descansan en los hombros de él y comienzas a moverte con lentitud de arriba hacia abajo. Su miembro toca la zona de tu cérvix, casi de forma placentera. Una ola de calor se cierne sobre ti con la mirada puesta al techo. Mr. 0 aprovecha esa posición para hincar el diente a tus pezones. Tus pechos danzan al mismo ritmo que tus movimientos. Un hombre puede enloquecer a una mujer con el grosor de su miembro, pero una mujer puede enloquecer al hombre con el baile de sus montes. Y si no son de un tamaño grande, no importa, les encantaba igual.

Su mano derecha aprieta una de tus nalgas con fuerza y, con atrevimiento, la guía hasta la entrada anal. Sus dedos lo rozan, incitado en meter uno ahí; sin embargo, se conforma en dilatarlo y ver tu rostro de vergüenza. Oh, tú no sabes las ganas que tiene un hombre como los Daddies en meter su miembro en tu cavidad anal. Debes estar la mar de estrecha y eso, aunque no lo creas, les excita. Tus movimientos cada vez son más erráticos, ya ni siquiera podrías controlarlos. Mr. 0 tuvo que apoyar la muñeca de su otra mano a base de apoyo para guiarte. Los gruñidos y los suspiros se mezclan en esa habitación que casi nadie escucha. No sabes las ganas que tiene en verte de nuevo, pero no como Mr. 0, sino como Crocodile. Esa mujer que, al principio es tímida, pero que poco a poco va cogiendo confianza.

Tiene todo el poder del mundo para conseguir lo que se le cruza ante sus ojos y tú eres una maravilla. Una mujer deseada por todos los Daddies e incluso hombres fuera de la empresa. Tenerla solo para él le satisfacía, te haría enseñar cómo respeta un hombre a una mujer. Darle todo el placer del mundo. Con ese pensamiento, no evita en correrse en tu interior a lo que una oleada de calor llega a tu vientre liberando aquel ansiado orgasmo. Qué gusto, ¿verdad? Eso es lo que necesitabas, algo de adrenalina para saciar tu ninfomanía que estás obteniendo. Él toma tu rostro con sutileza, observando tus simples jadeos y un beso recibes por tal buena recompensa.

Hombres que desean a la misma mujer. Hombres que lucharán por aquello que desean. Tú, quién lees, ya sabes quiénes están detrás de esas máscaras. La decisión de ___ depende de muchos factores cuando averigüe quién es quién. ¿Seguirá persistiendo el amor que siente por Law? ¿O tal vez caerá en las fauces de los Daddies? ¿O a lo mejor en las garras de los Daddies, pero fuera de la empresa?

La aventura acaba de comenzar.

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