Capítulo 8. Comienzo de prácticas
—¡Daddy!
—Me gusta como lo dices.
Otra sesión más en Daddy's Corporation y esta vez con Mr. Jaguar. Ese hombre felino te tiene atada de pies y manos en la cama. No puedes moverte, solo gemir ante los pequeños golpes que te daba con la fusta. Además tienes los ojos vendados, no podías ver absolutamente nada. Solo te dejas llevar por tus sentidos. Estando desnuda era más fácil sentir esa sensación que te estaba volviendo loca. Él, en cambio, disfruta viendo retorcerte de placer y gemir para él. No sabes cuántas ganas tenía que llegara este momento. Está tentado en explorar tu cuerpo con uñas y dientes como leopardo que es.
—¿Lo disfrutas, Kitten? Porque yo por lo menos sí.
—Daddy, por favor.
—Aún no —aclara colocándose encima tuya—, todavía tengo ganas de jugar.
Un felino no se conforma en ver a su gata de esa manera. Mordidas comienzas a sentir en tu piel en la zona baja de tu vientre. Los cosquilleos ahí son inminentes, no podías parar de gemir una y otra vez. No dejabas de moverte por el placer que te consumía. Una leve mordida sientes cerca de tu cuello, está dejando marcas por todo tu cuerpo mostrando que eres suya y de nadie más. Sus manos descansan cerca del borde de tus pechos, tentado en poder acariciarlos, pero prefiere torturarte y que supliques aún más. Una pena que tuvieras la venda puesta porque te quedarías anonadada ante la belleza que oculta este depredador peligroso.
Lamidas inicia desde su clavícula hasta llegar a su sexo que pedía clemencia por esos fluidos que liberaba. Da un largo lengüetazo ahí que provoca que arquearas un poco la espalda y gimieras bajito. Comienza a realizar un sexo oral que lo disfrutas mucho. Al principio va lento y poco a poco va subiendo los movimientos que hasta no duda en meter su lengua en tu cavidad. Aprieta con mucha fuerza tu trasero, amasándolo cómo puede que hasta no duda en azotarlo todo lo que pudiese. Es como si sintieras un vibrador en tu interior que te tortura a más no poder.
Estás a punto de correrte, sin embargo, él detuvo sus movimientos antes de que llegaras. Haces una especie de bufido no gustándote mucho la idea esa. Él solo ríe dando una gran mordida en uno de tus muslos, dando un aviso de que no volvieras hacer eso. Desata los grilletes de tus manos y pies y te gira quedándote boca abajo en la cama. No evitaste morderte el labio sabiendo perfectamente lo que viene. Gimes bajito al sentir su miembro estimularse entre tus nalgas, lo hace de forma provocativa que hasta gruñidos escuchas cerca de tu oído. Estás ante un depredador que tiene muchas ganas de jugar.
—Te follaré de esta manera —dijo mientras se introduce dentro de ti. Tú acostada completamente como si fueras una felina mientras se pega a ti—. Así sentirás todo mi esplendor.
Es una posición bastante vergonzosa para ti. Muerdes con fuerza las sábanas mientras notas como se mueve en tu interior. Es como si estuviera haciendo flexiones, pero solo centrándose en mover sus caderas mientras mantiene el peso con sus brazos. Desde esa posición tiene total poder porque aprovecha en morder tu nuca o tu cuello, marcándolo con los dientes. Es un animal en celo que disfruta follándote por cada gemido que liberas. Una mano sostiene por la parte delante de tu cuello, apretándolo casi provocando que te asfixiadas; sin embargo, notas como una explosión de placeres se mezclan. Es como combinar dos sabores diferentes y que crean un sabor explosivo.
Los gemidos y los gruñidos suben más de tono sin importar que alguien los escuchase. Las paredes están insonorizadas pueden gritar lo que quisieran. Mr. Jaguar podría estar así las veinticuatro horas contigo, pero duda que puedas aguantarlo. Todavía no tenías suficiente experiencia como para seguirle el ritmo. Tu espalda se arquea ya notando que estás llegando al orgasmo y lo liberas apretando las paredes vaginales. Él se separa de ti corriéndose fuera en tu trasero. Una pena que no hayas sentido aquel líquido en tu interior.
—Mierda, Kitten. Cómo me había gustado aguantar más, pero… ¡joder! —De su bolsillo, saca un pañuelo para limpiar su esencia.
—Lo siento, Daddy —te disculpas.
—Oh no, al contrario. —Te quita la venda volviéndote a acostumbrar a la luz. Ya él tiene puesto la mascara—. Debes estar orgullosa de ello. Eres de las primeras que me pone cachondo y no pueda resistir en correrme enseguida.
—Gracias, Daddy.
Él acaricia tus cabellos con total sutileza mientras os mirabais a los ojos. Ese tono de color te cautivaba, negros profundos como la noche que son capaces de leer más allá de tu mente. Con su dedo juega con tu labio inferior, tentado en volver a besarlos. No lo dudaría en ningún momento.
—El lunes empezarás con las prácticas, ¿verdad? —pregunta a lo que asientes—. Espero que comiences con buen pie y espero que te cojan para trabajar ahí.
—Gracias, Daddy.
—Ya sabes, si necesitas una sesión mía, no dudes en contactar conmigo.
Volviste a asentir avergonzada de que lo hayas disfrutado mucho con él. Te vistes ante la atenta mirada de Mr. Jaguar quien se dirigió a la nevera para sacar una botella de brandy y lo rellena en un vaso. Sales de la habitación dejándolo solo con una sonrisa de oreja a oreja en sus labios.
.
.
.
.
Estas impresionada ante el gran tamaño del hospital. Nunca pensaste que fuera muy grande. Oíste hablar que es uno de los mayores hospitales que hay en Grand Line, pero era demasiado. Estás fuera de las puertas esperando a Law para que podáis entrar juntos. No llamaste a Mr. Biscuits porque no sabías si hoy podías verle o no. Tus dedos están tentados porque toquetean el borde de tu móvil en querer llamarlo. Recuerdas que fue el primero en quitarte tu virginidad. Anoche mismo te excitante porque te saltó un vídeo porno mientras buscabas una película que ver. Deseabas tocarte y no podías porque ningún Daddy estaba ahí.
La vida irreal te está afectando demasiado. Llegará en un momento en que no podrás y querrás llamar a todos los Daddies para que te hagan una sesión especial, pero ¿eso se puede hacer? No lo sabes porque los ocho son dominantes y puede haber una pelea entre ellos a ver quién domina a quien. Estabas tan concentrada que te asustaste al sentir a alguien tocar tu hombro. Te llevas la mano al corazón para calmar tus nervios y te relajaste al ver que es Law.
—¿Estas bien, ___-ya?
—Sí, solo estoy un poco nerviosa —confiesas con una pequeña sonrisa.
—Tranquila, irá bien —dijo él—. Vayamos entrando, seguro que Marco-ya nos está esperando.
Es verdad, es hombre seguramente que se encuentra en su despacho, pero habría que preguntar dónde está. La gran sala para ir a recepción o ascensores es amplia con muchos asientos y decorada por macetas para que los pacientes no se sientan incómodos. Hasta una música agradable se escucha en el fondo. Cómo se nota que es de los mejores hospitales que hay. Law se acerca a la recepción para preguntar a una de las enfermeras por Marco. La joven, con un leve sonrojo, le dijo que se encontraba en el quinto piso y es ir al fondo a la izquierda, y ahí está su despacho.
Él se lo agradece a lo que dirige su mirada en ti. Te das cuenta que todas las enfermeras jóvenes cuchichean sobre él, por ejemplo:
«Que guapo es».
«¿Será bueno en la cama?».
Unos celos se apoderan en ti que miras mal a esas enemigas; sin embargo, esos pensamientos negativos se esfuman cuando el chico toma su muñeca para dirigirse a uno de los ascensores. Es mejor que te calmes porque no querrás tener a ninguna en tu contra, pero es inevitable pensar que Law atraía a cualquier chica. Tiene ese aire misterioso que a todas les gustaba. Miras de reojo al moreno que está la mar de tranquilo y te das cuenta una cosa: ¡aún tiene sujeta tu muñeca! Lo apartas con violencia muy roja mientras él solo sonríe. ¿A qué vino esa sonrisa de victoria? Esto es muy confuso para tu corazón.
Llegasteis al quinto piso y os sorprendéis ante al gran movimiento que hay en esta planta. Todos los médicos y enfermeras se movían de un lado para otro, debido a emergencias que han ocurrido durante la jornada. Girasteis a la izquierda como os dijo la enfermera donde se encuentra el despacho de Marco. Todo está iluminado y decorado como abajo. Aprovechas está caminata para ver a tu alrededor las puertas hasta que encontraste una que dice “taquillas” para dejar las cosas y cambiarte. Caminan un poco más y llegan al dichoso despacho, y Law es el primero en tocar la puerta hasta que escucha a alguien decir: “Adelante”.
—Somos nosotros, doctor-ya —dijo Law abriendo un poco la puerta.
—¡Pasad! No tengáis miedo —dijo Marco desde su sillón.
Cuando entraste, sus ojos se posaron en tu cuerpo al momento. Nunca pensó en que la señorita ___ estuviera haciendo prácticas aquí y más que sea su pequeña en Daddy's Corporation. Este sería su gran oportunidad de estar más cerca de ella, ser Marco en vez de ser Mr. Phoenix. Ambos jóvenes se sientan en las sillas acolchadas estando de frente de su superior.
—Bienvenidos a Grand Line's Hospital. Seguramente estáis impresionados ante tal majestuosidad.
—Yo me quedé maravillada —respondiste con un rubor en tus mejillas.
—Tiene unas instalaciones muy curiosas —comenta Law con toda la seriedad del mundo.
—Sí, digamos que el Gobierno Mundial no das un porcentaje de dinero para comprar los diferentes instrumentos que necesitamos. La tecnología va avanzando y eso nos ayuda a realizar operaciones muy complejas.
—¿Qué haremos en nuestro primer día?
—Hoy solamente observaréis como trabajo. —Marco se levanta y hace ademán para que hagáis lo mismo—. Antes habéis pasado por la zona de taquillas. Están separados los vestuarios. Ya hemos incorporado vuestras propias taquillas y este es el cogido que tenéis que poner —dijo mientras os entrega una tarjeta—. No la perdáis, es muy importante. Ahí tenéis todo lo que necesitéis, podéis coger libreta y bolígrafo para apuntar lo necesario. Id adelantando, ya luego iré con vosotros.
Ambos asentisteis y decidís retiraros del despacho para ir hacia la zona de los vestuarios. Tienes ganas de ponerte una bata y que todo el mundo piense que eres una doctora de verdad. Entrasteis sin dudarlo y os separasteis al momento. Estás impresionada por las taquillas porque son grandes. Podrían caber dos mochilas a la perfección. Te fijas en la tarjeta dónde pone el número de la taquilla y te acercas hasta topártela. Tecleas los números escuchando un click simple y se abre la puerta mostrándote la bata blanca y una placa identificativa.
Una emoción invade por todo tu cuerpo que te lo pusiste al momento. Te miras al espejo que hay en la sala y haces leves posiciones para ver cómo te quedaba. Hasta huele bien, a lavanda como las flores. Deja tus cosas dentro para luego sacar lo necesario, no quieres que esperen mucho tiempo por ti. Sales con prisa viendo que ambos te estaban esperando.
—Siento en haber tardado.
—No te preocupes, señorita ___.
Le dedicas una pequeña sonrisa a Marco y tus ojos se posan en Law. Esa bata de doctor le queda bastante bien hasta le da mayor atractivo. No puedes evitar en sonrojarte que miras a otro lado, algo que captó enseguida el rubio. Marco inicia el recorrido a lo que le sigues junto con el moreno. Hay mucha gente en el pasillo y estás sorprendida de que haya tanto trabajo. Dudas mucho en que poder quedar con Mr. Biscuits o tal vez sí. Durante el trayecto, el doctor os explica cuál será vuestro labor como futuros médicos: aprender a diferenciar los tipos de enfermedades, las pastillas que deben tomar o si necesitan operarse con urgencia, o cualquier tipo de dolencia.
Cómo estáis de prácticas solamente estaréis ocho horas en el hospital y no tenéis que hacer turnos de veinticuatro horas, algo que agradeces en el fondo; aunque te gustaría aprender un poco más y no te importaría estar en ese turno, al igual que Law. Estaréis seis meses y, ya luego, ellos decidirán si contrataros o que, pero lo más probable es que os cojan. Eso es lo que deseas, trabajar ahí y aprender de Marco, un médico de lo más importante en Grand Line. Oíste que hoy tienen a un paciente de lo más peculiar y su hijo está algo nervioso porque vienen del Gobierno Mundial. Eso te ha impresionado mucho.
Desde la lejanía, ves a dos hombres con trajes de negro vigilando la puerta para que nadie entrase. Te encogiste de tu sitio porque esos hombres imponen demasiado, pero no es comparado con los Daddies que tienen cierto misterio que les rodea. Marco se acerca y los hombres de traje de negro se apartaron para dejarle entrar junto con ustedes. Dentro de la habitación se encuentra un hombre bastante mayor en la cama que se estaba quejando de poder marcharse de ahí. Tiene todo el cuerpo vendado. Está acompañado por otro que tendrá la edad de Marco y lo curioso es que lleva una máscara y esos cabellos lila alborotado que parecía que no se lo cuidaba.
Y el último, un hombre también con traje de negro y un curioso sombrero de copa. Ese rostro fino y delicado con una melena negra ondulada como si fuera un león. Y esos ojos negros profundos como la noche que apresan a cualquiera en sus garras. Y una curiosa barba que te preguntas cómo se lo ha hecho y como se lo cuida. Pero lo que es inevitable es que tiene un toque de atractivo, casi igualando a Law.
—¡Ya era hora! —grita el hombre de la cama—. ¡¿Puedo irme ya?!
—No tenga prisa, señor Spandine —aclara Marco muy tranquilo—. Aún tenemos que mirar si se ha recuperado por completo. Nadie sale afortunado ante una caída bastante bruta.
—¡¿Y quienes son estos jóvenes?!
—Son mis alumnos, hoy se han incorporado para hacer las prácticas.
—¡Me voy a morir como pongan las manos encima! —«Es un hombre arrogante y dramático», piensas.
—No exagere, buen hombre —dijo tomando el expediente y te lo entrega—. Leedlo mientras me encargo de chequearlo.
Sientes curiosidad en saber que le ha pasado ese señor. Tus ojos se agrandaron al ver que el señor Spandine se ha caído desde un quinto piso y aún sigue vivo. ¿Cómo es posible eso? Ibas a preguntar, pero Marco se te adelantó:
—La familia del señor Spandine se le reconoce por tener una resistencia impecable —comenta doblando un poco el brazo del hombre, recibiendo un grito desafortunado—. Su hijo Spandam también tuvo un expediente… interesante.
—¡No tengo culpa que aquella rata me haya golpeado la cara varias veces y por eso tengo que llevar esta máscara! —El nombrado grita muy desesperado—. Y ten cuidado con lo que dices, Marco. Aunque tengas la mejor reputación del mundo, el Gobierno no dudará en quitar tu puesto como mi padre salga mal.
¿Es posible eso? Tragas saliva con algo de miedo. No hay que jugar con los empleados de ese lugar porque pueden sacar la peor artillería. Pero parece que Marco está la mar de tranquilo y Law también. Deberías estarlo también para que esto no te afecte demasiado por lo que suspiras para relajarte.
—Bien, por lo que veo todavía no puedo darle de alta porque aún tiene huesos rotos. Tendrá que estar aquí una semana más.
—Esta bien —refunfuña—, pero si esos mocosos me tocan, las pagarán bien caro.
—No se preocupe, señor Spandine.
Le entregas el expediente a Marco para que anotara el descanso de ese hombre. Sientes una mirada clavarse en ti por lo que miras de reojo. El chico del sombrero de copa te observa y te analiza con un semblante serio que da hasta miedo. Intentas todo lo posible en no ponerte nerviosa que hasta te ruborizas por la vergüenza. Escuchaste como una leve risa, pero quisiera ignorarlo por completo. Ves que Marco se dirige a la puerta con intención de retirarse a lo que le imitas junto con Law, no sin echar un último vistazo a ese hombre. En el fondo, presidentes que lo has visto antes, pero haces caso omiso a tus instintos y sales.
Marco realiza un tour con vosotros para que conocierais un poco la planta que hasta os llevó a una sala donde hay una máquina de comida y una cafetera. Genial, ahora tendrás que beber a base de café. Os pide que podéis quedaros aquí o recorrer un poco por la zona porque ahora mismo tiene que ir a otra habitación urgente. Law decide por lo segundo, tú en cambio necesitas relajar toda esa tensión que hubo antes; así que decidiste quedarte aquí hasta nuevo aviso. No sé cómo hará luego el moreno para volver, pero sabe que no tiene falta de orientación. Tocas con mucho cuidado la máquina de cafetera y vas buscando una cápsula entre la caja para que tipos tiene. Esto parece un hospital de lujo.
Coges uno colocándolo y esperas a que haga su labor mientras echas una ojeada por la sala. Se ve agradable en todos los sentidos e incluso la máquina de comida parece funcionar. Esto es para la gente que no tenga tiempo de ir a la cafetería y quiera tomarse algo. Segundos después el café ya está listo para que tú tomes la taza con cuidado y das un pequeño sorbo. «¡Está muy bueno!», pensaste. De repente, escuchas a alguien entrar por lo que decides girar un poco tu cabeza. Grave error. Quien entró es ni más ni menos que el chico del sombrero de copa. Decides ignorarlo nuevamente y te centras en lo tuyo. El corazón te acelera aún más no creyendo que vas a estar a solas con ese hombre. ¿Qué edad tendrá? La verdad es que es muy atrayente.
No podías evitar mirarle de reojo queriendo saber sus movimientos. Puede que tenga una mirada dura y fría, pero sus manos parecen frágiles porque tocaban con sutileza las cápsulas. De alguna forma, eso te encendía. ¡No! ¡Recuerda tu amor por Law! ¿O la niña de los Daddies? ¡Todo se vuelve confuso para ti!
—Perdónales, son idiotas. —Al escuchar su voz, tu piel se erizó al momento.
—No se preocupe, debo acostumbrarme a pacientes así.
—Y demasiado diría yo. —Vuestras miradas se reencuentran. Una conexión instantánea que no supiste descifrar—. Tengo la sensación de que no ha visto tan cerca a los empleados del Gobierno.
—La verdad es que no. Me impresiona y al mismo tiempo temo —confiesas con la mirada agachada.
—Yo y mis compañeros somos asesinos. —Al decir eso, tu cuerpo se tensa—. El Gobierno nos da el privilegio en matar a quienes se interpongan.
—¿Y te gusta… matar?
—Evidentemente, sí. Sin embargo, me gusta dar placer a mujeres que se le merezcan y lo disfruten mucho.
Ese comentario ha provocado que lo miraras con un leve sonrojo en tus mejillas. Desvías la mirada muy avergonzada, no te esperabas que él dijera eso.
—Perdona por mis modales, mi nombre es Rob Lucci —se presenta entregando tu mano.
—___ ___. —Haces lo mismo estrechando la suya. Él no dudó en besar tus nudillos, como buen caballero que es.
—Debería dejarla, señorita ___. Ya en otro momento, hablaré con usted. Que tenga buena tarde —se despide el moreno dejándote anonadada por unos momentos.
¡Mr. Biscuits! Recordaste que debías llamarlo avisándole que hoy no podrás volverlo a ver porque es tu primer día y no quieres ser una responsable. Él entendió la situación, no se ha enfadado en ningún momento. Su voz parece muy calmada, aunque en el fondo se escuchó que está arrepentido de que no fueras a verle. Te disculpaste una y otra vez con él hasta que oíste decir: «Bueno, cuando quedemos me darás una recompensa». Tu cara ya es un poema en sí cuando dijo eso. Asentiste y colgaste dejando un suspiro salir de tus labios. Debías dirigirte hacia el pasillo para ver si Marco ya terminó.
Y fuera de la sala, estuvo Lucci escuchando la conversación que tuviste con Mr. Biscuits. Una sonrisa socarrona surca en sus labios como si le hubiera gustado oír eso. En el fondo, no se esperó que harías prácticas aquí en este hospital. Ronronea como un felino que ha encontrado a su pareja definitiva.
«Esta vez serás mía, Kitten. Por cómo me llamo Rob Lucci, o más bien, Mr. Jaguar».
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top