Capítulo 5. Mr. 0 y Mr. Hunter
—Veo que Mr. Biscuits ya se ha encargado de quitar su virginidad.
—Sí, Daddy.
—Entonces ya no tenemos problemas en seguir jugando contigo.
Te encuentras en la habitación ya teniendo enfrente al conocido Mr. 0. Todo tu cuerpo se tensó al instante. Es un hombre fornido casi de la misma altura que Mr. Biscuits y va vestido elegantemente. La máscara que porta es la de un reptil, ¿un cocodrilo tal vez? Pero una de las cosas que te has fijado es su mano izquierda, no es real, es una prótesis. ¿Cómo lo habrá perdido? Su voz es tan hipnotizante, ruda y varonil. Sí lo piensas bien parecía un demonio que te cautivaba con sus encantos.
—Mi pequeña —te llama. Es su forma de hablar a sus clientas. De alguna manera, te hacía sentir especial—, ¿qué ronda por tu cabeza? —Al hacerte esa pregunta, no evitaste en cerrar las piernas—. Dime qué no estás pensando en otro Daddy.
—No, solo está usted aquí y solo debo centrarme en usted —respondes. Tus mejillas se encienden cuando Mr. 0 decide levantarse y caminar hacia ti.
—Eso espero. —Alza su mano derecha hacia a ti, acariciando con dulzura esos pómulos—. Muy tierna, te sienta muy bien ese color en tu piel. —Se arrodilla ante ti, casi estando a tu altura—. ¿Alguna vez te han dicho lo hermosa que eres?
—No lo tengo en cuenta.
—Bueno, espero que eso se te grabe a fuego en tu cabeza, pequeña.
Sí, es una forma de motivarte, de hacerte bien y bonita. Desde cerca puedes ver sus labios finos y seductores para tus ojos. Sus caricias son como la arena, un tanto ásperas y encantadoras. Un dedo descansa sobre tu labio inferior y lo va bajando lentamente, casi provocando que abras la boca soltando un leve suspiro. Otra vez ibas a caer. Estos hombres saben cómo sacar de tus casillas. Una sonrisa se forma en sus labios al ver lo receptiva que eres. Ya lo leyó en el expediente y tiene muchas ganas de probarte, pero eso poco a poco.
En el fondo, le dio bastante rabia que se le hayan adelantado porque, con solo verte, le atrae la idea de hacerte muchas cosas y que lo disfrutes mucho; pero éste no es el caso ya que estarás un poco adolorida por lo ocurrido de ayer. Te mimará y te cuidará como a una princesa de verdad. Para ello, deberás ponerte el vestido adecuado. Se levanta para dirigirse hacia el armario y abrirla. Muchos conjuntos que elegir y ninguno le llama la atención, salvo uno que le va perfecto para su piel. Un traje de princesa lo que él buscaba. Una orden es suficiente para que comiences a quitarte la ropa, solo dejándote en ropa interior.
Solo faltan dos personas para verte en ese estado de vulnerabilidad. Mr. 0 no desaprovecha la ocasión para verte de pies a cabeza. Para su mente eres solo una niña, pero para sus ojos una adulta con buen cuerpo y que debe aprender mucho. Estás a punto de cogerlo para ponértelo sola; no obstante, él hace un gesto con la cabeza negándolo. Él tiene otras intenciones. No puedes dar un no como respuesta y, para no enfadado, alzas los brazos dándole acceso para que él te vistiera. Sonríe complacido ante la decisión que tomaste. Lo ayudas porque para él le es difícil hacerlo con una sola mano movible.
—Te ves como una verdadera princesa, pequeña —comenta, provocando que te sonrojas.
—Gracias.
Sus dedos tentadores acarician con ímpetu tu piel, aterciopelada como la misma lana. Le produces cierta intriga y doblegarte como es debido. Toma tu mano con delicadeza para llevarte afuera en el balcón, supongo que quiere disfrutar el paisaje contigo; aunque necesitas un poco de aire porque el ambiente que hay es intensa. Ambos os sentáis en un banco quedándoos cara a cara. Las caricias que te proporciona ese hombre no han cesado en ningún momento, es más lo disfrutas como una niña pequeña. Es una forma de mimarte y decirte que todo irá bien.
Hasta que un pequeño gemido sale de tus labios cuando sientes unos besos en tu cuello, cerca de tu yugular. Todo tu vello se eriza ante esos toques tan adictivos. Sientes tus bragas mojarse poco a poco que hasta mueves tus piernas requiriendo algo de atención. Lo peor de todo es que estas fuera y pueda que alguien te vea en estas condiciones; aunque es muy difícil porque estás en un piso alto y nadie puede verte. Ni siquiera los vecinos de alrededor porque los pisos no tienen más de cuarenta plantas. Otro gemido sale de tu garganta porque Mr. 0 metió la mano buena debajo de la falda tocando por encima de tu ropa interior, mientras estabas absorta en tus pensamientos.
Estar al aire libre no es buena idea, pero tampoco podías negar que estás disfrutando este momento. Morbosidad es lo que busca él, que no sientas pudor estando fuera en tu zona de confort; que gimas todo lo que quieras sin importarte lo que hay a tu alrededor. Tus uñas se clavan en las ropas de ese hombre, mordiéndote el labio excitada que hasta mueves tus caderas queriendo seguirle el ritmo. Gruñidos y gemidos se mezclaron. Embriagador es la palabra que buscaba Mr. 0 desde su cabeza. Está disfrutando verte sumisa, solo falta escuchar que supliques para pedir más.
—Daddy —le llamas. Una baba resbala por la comisura de tus labios—, más.
—Sé clara, pequeña. Yo sé lo que deseas, pero prefiero que mi pequeña sea clara y decidida.
—Quiero que Daddy me masturbe más fuerte —jadeas, ya te es difícil articular las palabras—. Quiero correrme, Daddy, por favor.
—Abre más las piernas para mí yo haré que goces aún más, pequeña.
Y le obedeciste como gata sumisa que eres. Abriste todo lo posible para recibir ese placer exquisito que recorría por todo tu cuerpo y se concentrara en el mismo punto. Crees que tu clítoris ya está lo suficiente duro como una piedra porque no paras de removerte y curvar su espaldas. Los dedos de tus pies se retuercen a más no poder, recibiendo esas oleadas de placer. Mr. 0 ha dado en el clavo, ya sabe tu zona más sensible: estimulando el botón con su pulgar haciendo movimientos bruscos. En cuestión de segundos, llegaste al exquisito orgasmo dando el mayor grito que hayas realizado en la vida. Fue demasiado para tu cuerpo. Caes rendida en el banco, recuperando el aliento.
Tus ojos se clavan en los dedos de él que los guía hasta su boca. Te avergüenzas al ver lo que viste: Mr. 0 no sintió pudor al lamerlos, degustando el sabor de tus flujos vaginales. Está realmente satisfecho por lo que ha hecho.
—Lo has hecho muy bien, pequeña —dijo. Sus labios se posan en tu mejilla dándote un pequeño beso a modo de recompensa—. Ahora deberás hacerme un favor.
—¿Cuál favor? —preguntaste. Inocencia es lo que ve en tu rostro.
—Levántate y ponte de rodillas delante de mí —te ordena mientras se acomoda en su sitio. Lo intentas, pero tus piernas flaquean por lo de antes por lo que tuviste que agarrarte para no caer. Te arrodillas entre sus piernas; te das cuenta de lo que viene ahora—. Deberás hacerme una felación. —Con eso dicho, se baja la cremallera sacando su miembro. Estás impresionada ante tal tamaño—. Sé que no tendrás experiencia, pero lo harás muy bien.
El pudor se cierne sobre ti. No puedes negarte a ello, aunque puedes hablarlo con él para que no haya ningún tipo de problema; sin embargo, sientes curiosidad en hacerle un sexo oral. Lo tomas con delicadeza, con miedo a que se pueda romper o hacerle daño. La dureza es extrema, parece una gran roca. Te llama mucho la atención las venas que le decora. Está palpitando, deseoso a que hagas un buen labor. Empiezas a masturbarlo lentamente, mirando de reojo al dueño de esa monstruosidad. Él está sumamente tranquilo, impaciente por ver tu siguiente movimiento.
Sacas la lengua tocando la punta, notas lo blanda que está. Recuerdas que el glande es una zona sensible junto con los testículos. Sigues lamiéndolo un poco, Mr. 0 da pequeños espasmos en su cuerpo mientras acaricia tus cabellos con mucha delicadeza. Con decisión, apoyas los labios y poco a poco lo vas metiendo en tu boca, sintiendo su gran envergadura. Es impresionante. Estás tan sorprendida que no podías creer lo que estabas haciendo. Eso sí, al ser grande y gruesa no te cabía todo y parece no importarle mucho. Comienzas a realizarle el sexo oral despacio, sin ningún tipo de prisa. Se siente algo raro, pero es excitante.
Escuchas como gime bajito sujetando con firmeza tus cabellos para que no sean un estorbo. Las palpitaciones de esa cosa da la sensación de que está viva. Ahora comienzas a recordar lo sucedido con Mr. Biscuits teniendo sexo con él. Oh, si la polla de Mr. 0 estuviera dentro de ti lo, gozarías demasiado. Con ese pensamiento en la cabeza, los movimientos avivan un poco más. Tu sexo vuelve a palpitar deseando que llegara ese momento, que ese hombre la follara sin descanso. Vaya, te has vuelto una pervertida, ¿lo sabías? Notas las yemas de él apretarse más a tu cabeza, señal de que está a punto de correrse.
No te dio tiempo ni apartarte porque recibes una gran descarga de semen dentro de tu garganta. Ojos abiertos impresionada de tal cantidad. ¿Cuánto tiempo lo habrá estado aguantando? Retiras el miembro para cerrar con rapidez la boca. No sabes si tragártelo o que, te estás mareando con ganas de vomitar.
—No te lo tragues si no quieres —comenta él, sacando de sus bolsillos un paquete de toallitas—. Ten, escúpelo ahí.
No te lo pensaste ni dos veces que cogiste con algo de torpeza la servilleta, llevándotela a la boca y escupes toda esa esencia. Agradecía que se acabara.
—Gracias —dijiste mientras lágrimas resbalan por tus mejillas. Ya pasó y te alegras de ello.
—Debo decir que para ser tu primera vez, lo hiciste muy bien. —Vuelve a acariciar tus cabellos a modo de recompensa.
—Eso me halaga, Daddy. —Ves que se levanta acomodando sus ropas. Extiende su mano para ayudarte a levantar, algo que no te negaste. Es todo un caballero por su parte—. Daddy, debo comunicarle algo importante.
—Te escucho, pequeña. Siempre debo oír a mis clientas.
—La semana que viene empezaré con mis prácticas y estaré ocho horas. Lo que quiero decir es que saldré agotada y no creo que pueda ir a una de sus sesiones o el de los demás. Sé que debí comentárselo a Mr. Biscuits.
—No te preocupes, mucha gente suele ser despistada —te alaga que no se haya molestado—. En cuanto a lo otro, puedes hablar con Nojiko el jueves y ella te ofrecerá otra oferta. —Y una sonrisa se forma en sus labios—. Y por lo que veo quieres seguir con esto. —No recibe respuesta porque te sonrojar al momento. Es verdad, estás confirmando que te gustaría seguir probando este mundo. Él toma tu mentón con cuidado para que lo mirases—. Es tu decisión, pero te puedo asegurar que este mundo te pertenece.
—Ya me lo han dicho —aclaras.
—Eso lo sé. A propósito, mañana recibirás a Mr. Hunter, es un hombre serio; pero te puedo asegurar que es alguien que vale la pena —comenta mientras se dirige hacia la puerta no sin antes echarte un último vistazo—. Espero volver a verla, señorita ___. —Y con ello, se retira dejándote sola nuevamente en esa habitación.
.
.
.
.
—¡¿No?! ¡¿En serio?!
—Te aseguro que se me confesó. No sabía que decirle en realidad.
Al día siguiente, quedaste con Vivi y Nami para comer algo juntas. La última vez que las viste fue la semana pasada. Y parece que están hablando del primer amorío de la chica de cabellos azules turquesas.
—Es genial, Vivi. El hermano de Luffy no suele abrirse, pero es un encanto.
—Yo pensaba que era un niñato, pero Ace es todo lo contrario a Luffy —comenta con un toque de rubor en sus mejillas.
—Luffy es idiota, por eso le quiero. —Risas escuchas por parte de Nami. Ellas tienen suerte porque son guapísimas—. Oye ___, ¿qué tal con Law? —Ahí va las preguntas.
—Genial, él será mi compañero de prácticas junto con el doctor/profesor Marco.
—¡Es magnífico! Así tendrás la oportunidad de estar más cerca con él. —Vivi está entusiasmada de que llegue el momento en que tú y Law hagáis pareja.
—Tiene razón, Vivi. No desaproveches la oportunidad. —Nami te anima con todas sus fuerzas.
—Voy al baño.
Te excusas para irte de ahí, y no para hacer tus necesidades, sino para lavar tu cara. Es verdad que tendrías la oportunidad de estar más cerca del moreno, pero tienes pocas esperanzas de que él se fije en ti. ¿Y si realmente no le interesas? Llegas al baño mirándote al espejo, preguntándote si todo esto vale la pena. Lo peor de todo es que estabas traicionando su amor acostándote con otros hombres que no conoces. A ver, solo te has acostado con uno y los demás fueron caricias y demás. Pero aún así, no te sientes bien contigo misma. Y hoy mismo conocerás al mismísimo Mr. Hunter. Con ese nombre te pone los pelos de punta.
Te lavas la cara para refrescarte y decides salir para no preocupar a tus amigas. Estás tan absorta en tus pensamientos que no te diste cuenta que chocaste con alguien. Al menos no caíste de espaldas porque esa persona sujetó tus muñecas a tiempo. Ibas a disculparte, pero te quedaste mudas al instante. Tus ojos se quedan fijos en un hombre de la mar de atractivo, un pecado para todas las mujeres. Rostro duro, cicatriz que recorre desde el lado derecho de su rostro, ojos color café y su peculiar peinado hacia atrás. Lo que más te ha llamado la atención son los dos puros que lleva. Definitivamente, es el hombre más atractivo que has visto, aparte de Law y Marco.
—Perdón, no me di cuenta —te disculpas con la mirada cabizbaja.
—No te preocupes, culpa mía por no verte. —¿Lo decía por tu estatura? Su voz es tan grave y profunda que te pareció sexy.
Una conexión mutua hubo entre ese hombre y tú. Ojos café y (c/o) se conectaron al momento. Es una sensación que nunca sentiste con Law, es única y especial; pero es mejor dejar de lado eso e irte con tus amigas cuanto antes, aunque ya ellas le echaron un buen vistazo al hombre que tenías enfrente.
—Vaya bombón —comenta Nami por lo bajo—. Seguro que es muy bueno en la cama.
—¡Nami! No seas bruta, estás hablando del comisario más rudo que existe en el mundo —habla Vivi, golpeando la mano de ésta—. Su nombre es Smoker, trabaja en la comisaría de Loguetown.
—¿Y de que le conoces?
—Mi padre suele hablar con él para casos de emergencia. Es un hombre de fiar.
Smoker, ¿eh? No dejas de mirarlo por un segundo. ¿Cuántos años tendrá? ¿Más de treinta? ¿Y por qué te interesa saberlo? Sacudes la cabeza con violencia, ya ignorándolo por completo. Miras la hora de tu reloj, puedes quedarte un poco más e irte luego a Daddy's Corporation para conocer al siguiente. No estás nerviosa, estás lo más tranquila posible. Pero cuando llegues allí, todo será lo contrario. Y aún sigue hablando sobre el tema de novios y demás, esto te aburría sin cesar. ¿Por qué estar ahí? Parece que te quieren torturar de por vida recordándote que no tiene a Law en tus brazos.
Quince minutos más y decides marcharte. No te fijaste si ese tal Smoker aún estaba ahí, en la cafetería; pero no tenías tiempo como para mirar hacia atrás. Te alivias nuevamente en que no hayas perdido el autobús, o sino ya te hubiera dado un ataque al corazón. La vida suele ser tan miserable contigo. Bueno, lo más importante es que el lunes empezarás con las prácticas y estarás la mar de entretenida. Así olvidarás lo que hay a tu alrededor y solo te centrarás en lo necesario. Tienes tantas ganas de empezar que demostrarías que podías hacer cualquier cosa para curar a los más necesitados.
Abres la mochila buscando los cascos para ponértelos; comienzas a escuchar la canción de “Señorita” de Shawn Mendes y Camila Cabello. Es una bonita canción, aunque te desagrada los artistas. Es como quien dice que le gusta las canciones de Justin Bieber y lo odio profundamente por ser un mujeriego de mierda. La canción te está haciendo recordar todo lo sucedido en esa empresa. No te llaman señorita. Te llaman bebé, baby, pequeña, kitten… ¿Qué más te iban a llamar? Mañana debes recordar que debes hablar con Nojiko para el tema que hablaste con Mr. 0.
Cada vez te impresiona el tamaño que tiene el edificio. Te sonrojas al fijarte en uno de los balcones, recordando lo sucedido de ayer. Te daba vergüenza admitir que te gustó mucho. ¿Te estarás convirtiendo en una ninfómana sin darte cuenta? Vaya, si fuera así, ya te estarás convirtiendo en una adicta al sexo. Mira que has oído maravillas por tus amigas, pero nunca pensaste que sería algo importante en la vida. Leíste libros que el sexo te ayuda a relajarte, despreocupare de todo, solo centrarte en el placer que se consume poco a poco en tu cuerpo.
El autobús se paró dándote tiempo en bajar y caminar en dirección al lugar. Ya no hizo falta en que Nojiko te diese la llave personalmente. Solo debes recogerlo en la recepción con un código y el robot te lo entrega. Planta número cuarenta y ocho, allá vamos. Te adentras a la habitación y haces lo costumbre: sentarte en la cama mientras esperas a Daddy. Mr. Hunter no deberá tardar mucho porque dentro de poco va ser la hora. Juegas un poco con tus pies, quitándote y poniéndote los zapatos. Te alivias que no fueran de tacón porque ya tus pies sufrirían bastante. «Si que tarda», piensas algo aburrida, pero eso cambia cuando escuchas la puerta abrirse.
Un hombre corpulento con una máscara de lobo se adentra con total lentitud; pero se paró en seco al verte. Te analiza de pies a cabeza, como si trataras de otra presa en su colección. Eso hizo que dieras un tremendo escalofrío. Ninguno ha dicho nada, solo el silencio se hace presente en aquel cuarto. Mr. Hunter se aproxima a la mesa mientras echa un vistazo al expediente con suma paciencia. Ese hombre tiene un aura misteriosa y atractivo. ¿Podría ser un Daddy peligroso por su nombre? Tragas saliva, sintiendo la garganta seca. Ni siquiera ha tomado una silla para sentarse enfrente tuya, como lo hicieron los otros.
Un ruido te hace sobresaltar porque él deja la libreta, para luego acercarse a ti. Está incomodidad te está matando. Es lo que dijo Mr. 0, es un hombre serio. Puede que lo sea porque no habla mucho o se toma muy bien su papel de depredador dominante. Ya está enfrente tuya y ninguno ha dirigido la palabra. ¿Está esperando a que digas algo? Bueno, es mejor estar callada y no decir nada para no romper una regla. Los brazos de Mr. Hunter se extienden hacia ti con las manos abiertas, una forma que se las tomes. No dudas en hacerlo y te levanta. La altura es medianamente normal, no es comparado con Mr. Donuts, con Mr. Biscuits o con Mr. 0. Algo normal como la de Mr. Jaguar.
—Esa cara de miedo no me gusta —habla finalmente. Toda la tensión que había en tu cuerpo, se desvanece, relajándote—. Eso está mucho mejor.
—No quería hablar por si hiciera algo indebido —confiesas.
—No te preocupes, todo lo que digas será a bien y no para mal. —Escuchas su voz, te es familiar. Es como si lo hubieras escuchado en algún lado, pero tu cerebro no está el labor de trabajar y recordar—. Cómo bien sabrás, soy Mr. Hunter. No sé si te habrán dicho algo sobre mí.
—Solo me dijo que usted era serio.
—Y lo soy. Tu piel es suave, mis manos son un tanto ásperas —comenta él, acariciando con sutileza tus muñecas. Es verdad, son ásperas, pero te gusta mucho—. Espero que no te importe mucho.
—No, Daddy —dices con suavidad. Un gruñido escuchaste en la garganta del hombre, su nuez se movió bastante.
—Me gusta ese tono de voz que empleaste. Mis clientas no suelen hacerlo. Son más problemáticas que un gato en celo, es difícil de controlarlas. Piden y piden, y nosotros no recibimos nada a cambio.
—¿Cuál es la función realmente de un Daddy?
—Pensaba que ya lo sabías.
—Sí, pero… pensé que me iban a tratar como una niña; pero cada caricia, cada beso… Es como si desearan… follar conmigo. —Te sonrojas un poco.
—¿Quién no puede resistir a alguien como tú? —Eso muy una confesión absoluta para tus oídos—. Tú quieres atención, te lo damos; a cambio que tú nos complazcas. Seguro que no te estarás quejando, ¿verdad?
Niegas con la cabeza. Realmente te está gustando este tipo de trato. Las caricias siguen y esta vez van un poco más allá. Sus uñas casi arañan tu piel dejando escapar algún que otro suspiro. Un escalofrío recorre por todo tu cuerpo que tus manos descansan en su pecho. Pudiste tocar y palpar los pectorales de él, detrás de esa camisa, deben ser duros. ¿Es que todos los hombres que hay aquí se entrenan? Cierras los ojos, gozando esas manos que toquetean sin descaro tu cuerpo. Un cosquilleo resurge en lo más bajo de tu vientre no evitando morderte el labio.
Él lo nota que hasta sonríe complacido. No haces ningún movimiento porque comienza a despojar de tu ropa, solo quedándote en ropa interior. Parece ser que no te hará ponerte alguna ropa en el armario. Mentira. Toma tu muñeca y te lleva allí, para que estuvieras cerca del mueble. ¿Qué pretende con eso? Abre las puertas de madera. Tus ojos se clavan en cada vestido que hay. Son realmente bonitos, pero te sientes como una niña pequeña cuando te obligaban a ponértelo. Un cajón abre mostrando una colección de esposas, algunas adornadas y otras no.
—Quiero que escojas una —habla—, pero piénsalo muy bien. Soy un cazador, debes elegir la adecuada para doblegar a mis presas o más bien —toma tu barbilla para mirarte directamente a tus ojos— a la gata en celo que tengo justo delante.
Oh Dios, notas una excitación abrumadora apoderarse de ti cuando dijo esas últimas palabras. ¿Le gusta decir gata en celo? Bueno, te centras en las esposas. Si fueras él, ¿cuál escogerías? Hay de todo tipo: de metal, de acero. Él es un cazador que le gusta ver a sus presas sufrir y que supliquen bastante. Ves unos grilletes que hace unión para amarrar el cuello, las muñecas y los tobillos. Le miras de reojo para ver su expresión, no la ha cambiado para nada. Tal vez lo que cogiste no es la adecuada. ¿Las de metal? ¿Las de acero? ¿De plástico? Ya ni sabías que hacer.
De repente, ves unas monísimas. Está decorada con una especie de tela esponjosa de color rosa pálido. Se lo enseñas a él y parece que sonrió un poco.
—Mejor empecemos con esas. —Agarras las primeras que cogiste antes—. Éstas mejor para otra ocasión.
—Sí, Daddy.
Sostiene nuevamente tus muñecas para juntarlas y te las esposa sin dudarlo en ningún momento. Te sientes como una criminal que hizo algo malo. Con su dedo sosteniendo la cadena, te atrae haciendo que camines por toda la habitación hasta llegar a la cama. Te empuja suavemente para que te sientes sobre las sábanas. Él toma una silla para ponerse enfrente tuya, acomodándose. No sabes del porqué estás así, pero te alivias que los grilletes no son para incómodos.
—He notado incomodidad en tu entrepierna. —Escupe esas palabras provocando que te volvieras tímida en tu sitio. Hasta cierras las piernas con rapidez—. Debes estar excitada, ¿no es así?
—Sí, Daddy. —No podías negarlo.
—¿Alguna vez te has masturbado?
—Solo… una vez.
—¿Te masturbarías para mí? —pregunta con un toque seductor.
—Sí, Daddy.
—Solo pídeme permiso y yo te lo concederé.
—Deme permiso para masturbarme, Daddy.
—Si piensas en mí y en nadie mas. Quiero que pongas esa cara de gata en celo, que desea que la follen sin remordimiento alguno. Imagínate en mi polla y en las cosas que puedo hacerte. Y cuando llegues al orgasmo, no grites Daddy, grita mi nombre.
Aprietas los labios ante esos comentarios tan excitantes para tus oídos y para tu palpitado sexo. Estás tan deseada que asentiste con la cabeza y él cruza los brazos, esperando a tus movimientos. Y no lo esperaste mucho porque tus manos se acercan con mucho cuidado tus bragas ya mojadas por la segregación de tus flujos. Acaricias un poco por encima de ellas, donde un gemido agudo se escapa. Estás tan deseosa que ya no podías echarte atrás. Leves toques comienzas a realizar con la mirada clavada en Mr. Hunter. Él está en su sitio tranquilo, mirando con devoción tu masturbación.
Un poco más y tu sexo se hace más notable en tus bragas, una forma de decirte que quiere que lo liberes, que coja aire puro. Apartas un poco la tela para que le echara un vistazo. Ahí es cuando él se inclina hacia delante, interesado en ver ese carne rosada que tantas ganas tiene de morder y de lamer. Tus movimientos se vuelven un poco erráticos, tus caderas se mueven al compás con tus dedos queriendo buscar más fricción. Tu clítoris está lo suficiente hinchado como para notar sensibilidad ahí. Qué hasta tus dedos resbalan en tu interior. Es una oleada de calor inmenso que invade por todo tu cuerpo.
Los dedos de tus pies se retuercen entre las sábanas. Estás en una posición relativamente para los ojos de Mr. Hunter. ¿Cómo puede ser que tú le hayas provocado de esta manera? Tiene un gran problema en los pantalones que desea liberarlo y follarte como nunca. Jamás ha encontrado a una gata tan necesitada como tú y que pienses en él. Se lame los labios, sintiéndolos secos, mirarte es una maravilla para sus ojos. Sabe que estás a punto de acabar. Quiere oír como gimes a las cuatro paredes insonorizadas y que digas su nombre. Qué el cielo y el infierno te oigan.
—¡Mr. Hunter! —gemiste muy alto, encorvaste la espalda lo suficiente como para que él vea maravillado tu flexibilidad.
Fue un buen orgasmo que ya tu cuerpo se desvaneció al momento. Parece como si estuvieras en una nube de algodón. Jadeas agotada que gotas de sudor resbalan por tu piel. Escucha el tintineo de unas llaves que alzaste la cabeza para ver qué es lo que hacía. Se acerca a ti para quitarte las esposas. Sientes liberación por unos momentos. Esos ojos café que distingues debajo de su máscara, brillan con mucha intensidad. Bajaste un poco la cabeza para encontrarte un miembro bien marcado por debajo de sus pantalones. No evitaste morderte el labio.
—Mira lo que has provocado en mí, gatita. Estarás muy contenta. —Su voz grave lo destaca, está relativamente excitado que debe estar doliéndole—. ¿Qué debo hacer contigo?
—¿Me va a castigar?
—Suena tentador, pero sabiendo el problema que tengo, no creo que la solución se hace castigarte. —Se baja la cremallera de sus pantalones para liberar esas bestias—. Dime una cosa: ¿tienes ganas que te folle?
—Sí, Daddy —respondes, hipnotizada ante tal magnificencia.
—¿Quieres gemir como la gata en celo que eres?
—Sí, Daddy.
—Pues ponte a cuatro patas como animal que eres. Enséñame que eres diferente a todas mis clientas y que gozas de mi polla.
No lo dudaste, estás tan necesitada que le obedeciste. Oíste rumores que en esta posición es la favorita de todos los hombres. Pensándolo bien, es posible, ya que el ser humano es un animal y todos los animales follan de esta manera. Y lo sientes entrar de un solo golpe y no te dio tiempo para que te acostumbraras a su tamaño. Ambos estáis lo suficiente necesitados como poder hablar o detenerse. Gritas con todas tus fuerza, ya te daba igual que todos oigan tus gemidos provocados por ese choque de caderas.
Salvaje y preciso, esos golpes te están volviendo loca. Lágrimas de placer resbalan por tu rostro, gozándolo como nunca antes. Los dedos de Mr. Hunter se clavan en tu cadera casi haciéndote daño, pero eso ya no importaba. Libera tus pechos atreviéndose a tocarlos con total vehemencia, ya ni recuerdas si tus bragas fueron desintegradas por él. La éxtasis te consume por dentro. Llegabas a momento en que ni recordabas tu nombre o dónde estabas. Tu cérvix te quema y te duele a mares, y no te has quejado en ningún momento. Las paredes vaginales aprietan sin descanso aquel pedazo de carne que no descansa en profanar tu útero.
Él toma tus brazos para que te apegaras más y profundizase más. Desea volverte loca, como lo estás haciendo con él con tus gemidos. Eres todo lo contrario a las clientas que le han llegado. Sumisa como una linda gatita que necesita mimos y cuidados. Sus movimientos se vuelven erráticos, avisando que está a punto de venirse, y no lo hará hasta que tú te vengas también. Y sin decir nada, y como si hubieras leído su pensamiento, llegaste de nuevo al bendito orgasmo mientras recibes una gran cantidad de su esperma en tu sexo. Casi te deja atónita.
—Ca… caliente… —dijiste. Era lo único que te vino a la cabeza.
—Siéntela bien, gatita. No todos los animales pueden disfrutar de este gran momento.
Estuvo un rato en tu interior hasta que se retira lentamente. Estás tan agotada que dudas en mantenerte de pie. Sientes que él te coge en brazos a modo princesa caminando hacia el otro lado de la habitación. No hay nada en la pared, pero te equivocaste porque apretó un botón escondido donde una puerta se abre. Te sorprende que haya un baño ahí escondido, a lo mejor ellos no lo utilizan mucho para sus juegos. Se adentra dejándote en el váter, ¿qué es lo que pretendía con ella?
—Cuando un hombre libera toda esa cantidad de esperma es mejor que te limpies y hagas pis —comenta mientras va en busca de unas toallitas en el armario que hay junto con el espejo.
—Me da vergüenza que esté aquí —te sinceras.
—Soy responsable de mis actos.
Y te centras en hacer tus necesidades, ignorando que él está aquí. Te sentiste aliviada por aguantar tanto tiempo ese líquido, parecía que te ibas a desvanecer en cualquier momento. Él te estira las toallitas húmedas por lo que los tomas con algo de torpeza.
—Siento haber sido brusco contigo, no he podido contener mi fuerza.
—Me lo imaginaba.
—Ver a una de mis clientas escuchar y aceptar mis deseos, es una maravilla —confiesa. Se acuclilla delante de ti para cogerte de nuevo, ya habías terminado de limpiar—. ¿Dónde has estado todo este tiempo?
—Pues… estudiar para ser la mejor doctora de esta generación. —Esbozas la sonrisa con ese pensamiento mientras te sienta en las sábanas. Parece estar sonriendo ante tu respuesta.
—Y serás una gran doctora. —Él mantiene la esperanza de que así sea—. Mañana tendrás tu encuentro con el último Daddy: Mr. Phoenix.
—Vale. —Sí, será cuando ya hayas conocido a todos.
—Te dejo para que te puedas vestir e irte a tu casa. —Palmea tu cabeza unas cuantas veces para luego aproximarse a la puerta, no sin antes echar un último vistazo—. Espero volver a verte, gatita.
Sale del cuarto cerrando la puerta, pero se queda ahí apoyándose en esta, liberando un gran suspiro. Coloca las manos en su máscara para quitárselo mostrando su verdadera cara. ¿Sabéis quién era? Era el hombre a quien vio nuestra protagonista en la cafetería esta misma tarde. Smoker, es su nombre. Él no dio crédito que ella fuera la chica que se topó allí. ¿Es cosa del destino? Tenías ganas de quitársela y ver que ella se sorprendiese con quién estaba follando, pero no podía hacerlo por orden de la empresa. Aunque ha de reconocer que le ha encantado hacerlo.
Es la chica que ha estado buscando durante tantos años. Es perfecta que incluso no dudaría en estar más cerca de ella, pero fuera de la empresa. Sí el destino quiso esto, entonces lo hará.
—Seré el primero en tenerte a mis brazos, gatita.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top