Capítulo 15. Sentimientos encontrados
—Te notó últimamente distraída, ___-ya.
—Serán cosas tuyas, Law.
Es la hora del descanso y tú aprovechaste para almorzar antes de seguir con las prácticas. Y la grata sorpresa es que Law se sentó contigo para mantener una conversación contigo, ya que hace tiempo que no habláis. Es muy extraño, pero agradeces que él no se haya alejado de ti. Aún sueles volverte tímida delante del futuro doctor, con un rubor en tus mejillas que se destacaban mucho. Por una extraña razón, él sonrió dejándote en un estado de confusión.
—Echaba de menos esa pequeña sonrisa tuya —confiesa. Eso provoca en ti un vuelco en tu corazón.
—Y yo por tus comentarios tan aleatorios y no sé si tomarlos en serio o que.
—Bueno, puedes decidir. —Amplia un poco más la sonrisa, queriendo ponerte nerviosa.
—Deja esa sonrisa estúpida —dices, te dieron ganas de tirarle el pan en la cara que había en tu plato.
—¿O qué harás?
—Te tiraré pan en tu cara.
—Pensaba que me ibas a amenazar con algo más violento. —Ríe bajito a lo que levanta las manos a modo de rendición—. No haré nada.
Más valiera porque estabas preparada para cualquier cosa. Al terminar de almorzar, volvisteis a vuestros quehaceres porque no había tiempo que perder. De vez en cuando, veías a Marco salir y entrar en su despacho, pero nunca mantuvieron contacto. Te es extraño hacerlo porque ya descubriste que él es uno de los Daddies. Te dan ganas de acercarte y hablar con él, comentar lo sucedido. No evitas morderte el labio imaginándote lo que puede ocurrir dentro de esa sala. ¡No! Nada de sexo hasta que aclares las cosas con ellos. Son tantos hombres en tu vida que no sabes que hacer.
Has atendido a muchos pacientes, algunos majos y otros no tanto. Y menos mal que no te ha tocado ningún pervertido porque eso no lo soportarías. Marco te explicó en su momento que si sucediera eso, que lo avisaría y llamaría a la policía. Este lugar es un hospital respetado por el público y no permitiría esas cosas en su lugar de trabajo. En un momento, giraste a la derecha para ir al pasillo principal y te chocaste con alguien provocando que cajeras al piso, pero fuiste sujetada a tiempo. Tu trasero está a salvo. Miras a la persona quién te ayudó y te pones colorada al saber que fue el doctor Marco.
Esa sensación de calor que notaste en tu pecho es agradable, incluso querías acercarte a él para escuchar los latidos de su corazón. Sus dedos acarician con sutileza tu espalda. Esos ojos negros te hipnotizan instantáneamente, es un momento mágico para los dos. Hay confianza tanto si es él mismo o como Mr. Phoenix. Sus labios gruesos que te invitan a besarlo y sentir esa sensación tan agradable en tu pecho.
—Señorita ___ —te llama, despertando de tu ensueño—, ¿te encuentras bien?
—Sí, gracias doctor Marco —le agradeces con todo tu corazón.
—De nada, para eso estamos.
Aún sus dedos toquetean tu espalda tentado a seguir. Sí tu supieras lo que tenía en mente, queriendo besar tus labios y escuchar tus deliciosos gemidos. Pero recordó lo que le dijo Katakuri en su momento por lo que se separa suavemente de ti.
—Será mejor que siga con mi trabajo —dice él, ya queriendo retirarse.
—Doctor Marco —lo llamas un momento a lo que él se detiene para mirarte. Dudaste un momento si decirle algo con respecto a ese tema, pero es mejor callarse—. No, déjelo, cosas mías.
Él te mira muy extrañado por ese comportamiento tuyo no tan característico. Te nota distante con él y había un motivo con ello. Se aproxima un poco a ti provocando que te pusieras aún más nerviosa de lo normal. Toma con delicadeza tus manos, te está transmitiendo confianza y amor. Vuestros ojos se conectaron al momento. La magia vuelve en ustedes, donde la distancia se disminuye poco a poco.
—___ sé que sabes de mi secreto —confiesa, mientras se rasca la nuca con la mirada en otro sitio. Tú simplemente te sonrojas—. Y sé lo ocurrido con los Charlotte por lo que me comentó Katakuri y no quisiera que la relación que tenemos se rompa. No quiera decir que debemos acostarnos porque tú no quieres eso y lo respeto, pero quería pedirte si pudiéramos salir, como una cita.
—¡¿Cita?! —¡Ahora sí que estás roja como un verdadero tomate recién maduro!
—Claro —dice muy calmado, mientras aprovecha en rozar sus dedos en tus mejillas, ya que nadie pasaba por ahí—. Es una forma de decir que quiero empezar de cero contigo; es decir, no siendo Mr. Phoenix, sino yo mismo.
—Pero no puedo mantener una relación con mi profesor. No es muy… ético.
—Lo sé, pero no pueden impedir ese deseo de conocernos un poco más, ¿no crees?
Suena tentador en tu cabeza. Serías muy afortunada en tener una cita con ese dichoso doctor o profesor. Sin pensártelo dos veces, asientes despacio a lo que recibes a cambio una gran sonrisa por parte de Marco. Él te ha dicho que te avisará para quedar. La verdad es una oportunidad y será un poco diferente a lo que estás habituada hacer con los Daddies; aunque es verdad que te acordaste lo sucedido con Lucci. Por cierto, ¿qué estará haciendo? No has recibido ni un mensaje por su parte. Ni tampoco de Katakuri ni de Cracker. A lo mejor están respetando tu decisión de no tener ningún tipo de contacto que no sea sexual.
Una doctora se acerca a ti para pedirte que le ayudes con un recado urgente con un paciente que no se estaba quieto. Suspiras preparándote mentalmente lo que viene.
.
.
.
.
Un sábado por la mañana. Un día cualquiera como para ir al parque de atracciones que han instalado en la ciudad. Tú, Nami y Vivi decidisteis ir y por la noche quedaste con Marco. Cuando llegue ese momento, estarás más nerviosa de lo normal porque no sabrás lo que sucederá. Pero dejas que el destino juegue un poco con tu suerte. Ellas te han comentado que iban a ir sus novios. Pensaste que ibais a estar solas y nadie más, pero escuchaste a Nami que Luffy iba a invitar a alguien. ¿Será el tercer hermano? No estás muy segura. El timbre de tu casa suena, ellas ya están aquí.
Antes de abrir la puesta, te echas un último vistazo al espejo que hay en el pasillo. Arreglas un poco el lazo que está colocada en tus cabellos. Tomas el pomo de la puerta y lo abres, encontrándote a Vivi con una sonrisa de oreja a orejas mientras que Nami se encuentra en el coche. Se iban a reunir con los chicos a la entrada del parque porque no cabían los seis en un mismo coche. No paras de preguntarte quién es la tercera persona. Muchas ideas se te surgen en la cabeza y lo más lógico sería el tercer hermano llamado Sabo. Nami le dijo que es un buen chico, tiene una combinación de la personalidad de Luffy y Ace, además de ser mono. Ya tienes suficientes hombres como para conocer a otro más.
Observas desde el cristal el parque. Es mucho más grande de lo que pensaste, ahora lo que importa es buscar un sitio para aparcar y que no esté lejos. Tuvisteis mucha suerte al encontrar uno, por el señor que se encuentra ahí arriba. Os bajasteis del vehículo y camináis en dirección a la entrada. Los nervios siguen floreciendo, acentuando aún más de lo debido. Oyes un grito muy fuerte a lo lejos. Lo reconociste, es el propio Luffy que os saluda muy feliz y energético. Ese chico nunca cambia. Ahí veías a Ace la mar de tranquilo, pero todo se detuvo cuando te das cuenta quién está ahí.
Ese sombrero moteado tan característico le destaca al igual que esa mirada seria y que siempre tiene un plan. Ojos grises y cabellos morenos. Y su perilla que te encanta porque es un hombre guapísimo. ¡Trafalgar D. Water Law es el tercer miembro! Tu rostro se puso colorado al verlo ahí plantado y analizándote de pies a cabeza.
—Hola —te saluda.
—Hola. —Vuelves el saludo un tanto tímida.
—¿Ya se conocían? —pregunta Luffy, interponiéndose entre ellos.
—Luffy como se nota que solo escuchas cuando alguien te menciona la palabra carne —alega Nami. Ya está viendo como los ojos del chico cambian al oír esa palabra.
—Tú no cambias, hermanito. —Ríe bajito Ace.
—¡Vamos adentro! —Vivi toma la muñeca de su pareja para ir entrando.
El parque, como se dijo, es amplio y pueden probar muchos juegos. Nami está con Luffy, Vivi con Ace y tú con Law. Ninguno de los dos ha hablado durante el camino. Solo tienes la mirada fija en los pequeños puestos que hay. Acaricias tus dedos a modo de nerviosa. Esto podría ser algún tipo de cita para ti. Tu corazón bombea cada vez más sangre por cada paso que dabas. Sentías la mirada de Law en tu cuerpo, como analizando tus nervios o tu rostro. Te detienes un momento al ver en un escaparate un peluche de oso polar. Recuerdas que en tu cuarto tienes una colección de osos y no tienes uno de ese tipo.
El juego consiste en meter unos aros en palos y más aros metes, más puntos ganas. Es un juego complicado para ti por lo que decides seguir por tu camino; sin embargo, te das cuenta de que Law ha desaparecido. Lo buscas con la mirada y te das cuenta que se encuentra en el puesto, y que ha pagado. ¿Qué pretende? Te acercas a él para verlo. Su manera de lanzar los aros es de un experto porque acertaba, no ha fallado en ningún momento que hasta el propietario está sorprendido. Ganó muchos puntos y te mira con una sonrisa cínica en su rostro.
—¿Qué es lo que quieres? —pregunta. ¡Esa voz sexy que puso no para de resonar en tu cabeza!
—El… peluche de oso polar.
El propietario le hace entrega del muñeco a Law y él te lo da. Es suave y olía bien. Te pareció muy dulce por su parte en que haya jugado para conseguirte el peluche. Lo abrazas con mucha fuerza creyendo que el amor que sentías en Law aún seguía viviendo. Caminas, siguiendo los pasos seguros de ese muchacho que cualquier mujer caería rendida a sus pies. Los recuerdos se avivan en tu mente; los momentos que pasasteis juntos en la biblioteca, en clases y en la cafetería son pensamientos que nunca olvidarás. Momentos de estudio, esforzándose en cumplir su objetivo: ser el futuro doctor de la nueva generación.
Y, sin darte cuenta, chocas con Law y lo buscas con la mirada porque querías saber que ocurría. Él mira a la noria viendo que Luffy y Nami se subieron, el chico no paraba de moverse de un lado para otro poniendo nerviosa a la peli-naranja. A lo mejor él quiere subirse ahí, pero te acercas un poco y te ríes bajito porque te parecía graciosa la cara que ha puesto el muchacho.
—No sé de qué te ríes.
—De tu expresión —confiesas—. ¿Hace cuánto que lo conoces?
—Desde hace un par de años —te dice—. Es un idiota en todos los sentidos, pero es un buen amigo; aunque esa sonrisa me pone un poco nervioso.
—Porque él toma la vida con buen humor y con mucha alegría.
—¿Me estás diciendo que siempre estoy con un humor de perros?
—No quería decir eso. —Te pusiste nerviosa, pero él ríe bajo. ¡Casi se te sale el corazón de la boca!
—Soy un hombre serio y calculador. —Su voz es tan sexy que causa en tu cuerpo una reacción sexual; es decir, tus bragas están mojadas—. Pero también tengo derecho a divertirme.
—A divertirte con los aburridos.
Diste un paso, pero fuiste detenida por él. Sujetó tu muñeca para atraer tu cuerpo, casi pegado al suyo. La timidez vuelve en sí, dejándote vulnerable por unos segundos. Un dedo se posa en tu barbilla para elevar tu cabeza despacio. Vuestras miradas se conectaron, sus ojos grises brillan con intensidad. Son tan bonitos que no puedes desviar la mirada. Hipnotizan, cautivan, embelesan… Una caricia fue suficiente para despertar de tu trance. ¿Qué ha ocurrido?
—___-ya, ¿te apetece algodón de azúcar? —¡Y en tu cabeza te imaginaste una confesión!
—Claro.
Fuisteis a un puesto de dulces. No eres muy de comer de esas cosas, pero no podías comer un algodón de azúcar. Hacía tiempo que no probabas uno cuando era una niña. Tu madre, en sus tiempos en que estaba relativamente bien, te llevaba al parque de atracciones cada vez que obtenías buenas calificaciones. Pero fue esa misma noche cuando tu madre decidió emborracharse y drogarse por recordar eventos sucedidos con tu padre, que ni lo conoces. Ese momento te marcó de por vida. Vuelta a la normalidad, Law te entrega ese dulce exquisito para los niños a lo que lo tomas. Tomas un poco con tus dedos y te lo llevas a la boca, obviamente tus yemas están pegajosas.
—Eres como una niña —añade Law. Esa sonrisa suya hará que te desmayes.
—Deja que lo disfrute —confiesas.
Tomas otro y haces el mismo proceso. Y un momento a otro, él agarra tu muñeca y pensaste que de verdad te ibas a caer al suelo. Law se atreve a meter tus dedos en su boca, saboreando el sabor agridulce del azúcar. Todo fue a cámara lenta para ti. Tu órgano más vital parecía que estaba a punto de explotar. El rubor de tus mejillas se acentuó tanto que pensaste que ibas a entrar en erupción. Él se separa de ti para mirar directamente a tus ojos. Escondes la mano muy avergonzada por ello. ¿Por qué ese comportamiento tan repentino? ¿Qué significaba? ¿Es una forma de decirte que le gustas? «¡Law me estás volviendo loca!», gritas internamente.
—___-ya —te llama suavemente. Lo miras nuevamente y su rostro está muy cerca tuya—, quisiera saber porqué te has mantenido distanciada de mí.
—¡Vamos a la noria! —propones aleatoriamente, evitando la conversación.
Y no lo hiciste intencionalmente, es porque realmente no querías hablar del tema. ¿Cómo podrías explicarle que has estado en una empresa que hay Daddies y que te han follado de mil maneras? Es muy duro para ti contárselo porque él te considerará como una fulana más de la calle. Y no quieres eso. Pero esos sentimientos se reencuentran en tu corazón, queriendo notar esa cercanía que tanto echaba de menos. Confusión se muestra en tus ojos porque no sabes que hacer. Llegaste a la fila de la noria viendo cómo Nami y Luffy se bajaron, el muchacho no para de moverse energéticamente.
Law se puso a tu lado, esperando a que os toque vuestro turno. Suspiras muy cansada queriendo acabar con esto de una vez por todas, que sea de noche y tener un ambiente diferente con Marco porque con él estarás más relajada. Os subisteis a la noria y en cuestión de minutos comienza a funcionar. El silencio reina en ese ambiente, es incómodo estar así. Realmente querías decir algo, pero sabes que intentará volver al tema. Y así fue.
—___-ya has evitado lo que te dije.
—Yo no he evitado nada —mientes.
—Tu comportamiento me preocupa porque te has vuelto distante —dice, mientras inclina su cuerpo hacia a ti—. Nunca fuiste así conmigo.
—Las prácticas me están matando, Law —explicas—. Es solo eso.
—¿Es solo eso? —repite a modo de pregunta—. ¿O me evitas porque no quieres ser sincera contigo misma? —Le miras, no entendiendo nada—. ___-ya cada vez que estás a mi lado, puedo notar que te gusto.
—¡No me gustas!
—No me mientas, por favor. —Toma tus muñecas porque desea entablar conversación contigo, acabar con ese sufrimiento—. Soy un ignorante porque no me fijo en mujeres, pero tú eres diferente.
—Law, por favor. —No querías seguir con la conversación.
—Sé que me he descuidado y te aseguro que yo también siento cosas por ti.
Un balde de agua fría se echó en tu cabeza al escuchar esas palabras que nunca creíste oír. La ilusión vuelve en tus ojos. Las caricias de Law son sinceras al igual que sus palabras. Él nunca te mentiría.
—Esto lo hablé con Corazón. Sabes perfectamente que no soy un hombre abierto, pero ese sentimiento me ha estado incordiando por meses. Él me habló y me explicó que lo que yo estaba sufriendo era que me gustaba cierta chica. Y hablé de ti.
—Law…
—Estando cerca de ti veo a una chica que eres tú misma; es decir, hablamos de cosas en general sin importarte que tienes delante a un chico guapo como yo —dice como ironía—. Pero cuando río o digo algún comentario empleando mi voz varonil, te sonrojas. Te ves adorable de esa manera.
—Eso no lo puedo negar —confiesas.
—Y quisiera que tú y yo tengamos una oportunidad porque, de verdad, me gustas. Me gustas, ___-ya.
Y sin esperarlo, como si fuera un cuento de hadas, recibes un beso de Law. Y pensaste que nunca ese hombre se fijaría en ti porque eras rara ante sus ojos, y no es así. Has olvidado completamente a los Daddies y solo te centras en ese momento mágico. El mundo se detuvo para ambos. El tiempo iba despacio, solo querías disfrutarlo. Esa es la felicidad que tú has buscado desde siempre. ¿Y sabes? Has decidido llamar a Marco para cancelar la cita y quedarte con Law todo el día.
Al fin y al cabo, fue positivo para ti.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top