Capítulo 12. Decisión

Las semanas pasaron con mucha rapidez para ti. Tu amor por Law ha desaparecido, ya no sentías nada. Tu cabeza está más centrada en los Daddies. Desde que averiguaste que Lucci es Mr. Jaguar, decidiste ir todos los días a la empresa para descubrir quiénes eran los otros, pero era más difícil de lo que parecía. Disfrutabas de su compañía, te respetaban como una verdadera mujer y el sexo era lo mejor que estabas gozando. Cada uno tenía su propio fetiche y una forma de complacerte. Y tu relación con Mr. Jaguar, o más bien conocido como Lucci, ha estado floreciendo cada vez más. Es verdad que no has tenido tiempo de estar con él fuera de la empresa.

Ahora te encuentras en la cafetería del hospital, mirando la comida. Hoy es lunes, significaba que quedarás con Mr. Biscuits. Él es tan amable contigo que hacía todo lo posible para tratarte como a una princesa. Te peinaba, te besaba, te acariciaba… Incluso hubo momentos en que te escuchaba, le gustaba el tono de voz que empleas a la hora de hablar. Luego estaba Mr. 0, un hombre educado y caballeroso que también te trataba de esa manera. Su voz varonil te inundaba en todos los sentidos. Te hacía sentir única y como una niña pequeña que necesita la protección de su padre. Lo único malo era la prótesis que tenía en su mano izquierda. ¿Qué le habrá pasado?

Mr. Hunter es un hombre salvaje y rudo que te trataba como una verdadera gata y él un simple cazador que le gusta complacerte. El sexo duro con ese hombre siempre ha sido intenso, te volvía loca y no te quejabas en ningún momento; no obstante, no todo el rato era ese tipo de placer sino también se encargaba de que estás bien, que no te ha hecho daño alguno. Y tú decías la verdad. Mr Phoenix es un hombre que siempre estaba pendiente de ti, mimándote y cuidándote para que no te faltara nada; además de ser un hombre bastante sabio. Por la voz te parecía familiar, pero tu cabeza no está como para pensar en esas cosas.

Mr. Donuts es otro hombre que imponía mucho. Alto y corpulento. Su voz rezumba en tus oídos como algo grave y áspera, dando entender que él es una persona seria. No obstante, cuando se trataba en la cama, cambiaba de rol perfectamente. Se pudiera decir que era un perfecto amante que realizaba cada detalle en tu cuerpo, teniendo cuidado en no hacerte daño. Y, por último, Lucci ha demostrado ser alguien con suficiente capacidad como para complacerte. Aún no puedes olvidar lo sucedido de esa noche en la casa de él. Con tan solo recordarlo, tus mejillas se enrojecen. Estás rodeada de seis Daddies capacitados y no sabes que hacer.

Deseas averiguar quiénes son los otros cinco para tu saber y elegir sabiamente. Todas esas ideas te están carcomiendo la cabeza, necesitas tomarte una aspirina lo antes posible para seguir con las prácticas. Te levantas, tomas la bandeja y al girarte te chocas con alguien. Ya perdiste la cuenta de cuantas veces fuiste torpe e interponerte del camino de la otra persona. Ibas a disculparte, pero tu rostro cambia por completo al reconocer a cierto hombre. Esa cicatriz que recorre en su parte derecho y con dos puros en la boca, con una mirada seria y que daba miedo. ¡Es el mismo hombre que te chocaste en la cafetería hace semanas!

Ninguno de los dos ha dicho nada. Él solo te mira de cabeza a pies impresionado en verte. Smoker se está rentando en tocarte. Roza las yemas de sus dedos entre sí, calmando sus ansias. Nunca imaginó encontrarte de nuevo y ahí precisamente. Tú simplemente te quedaste embobada ante él. Es tan atractivo en comparación con Law o con Lucci. Su cuerpo corpulento demuestra que él está dotado para cualquier tipo de cosa. Vaya, ya estás pensando en cosas pervertidas sin darte cuenta. Es hora de que dijeras algo para que se rompiera el silencio:

—Disculpe, por mi torpeza.

—No te preocupes, aunque ya es la segunda vez que chocas contra mí. Eso me da la sensación de que estamos destinados a conocernos, ¿no cree? —Esa voz te pone los pelos de punta. Áspera y dura.

—Eso… no estoy muy segura —dices con timidez.

—Bueno, eso es algo que podemos averiguarlo. Mi nombre es Smoker —dice, mientras estira el brazo a modo de saludar.

—El mío es ___ ___.

—Veo que trabajas aquí.

—Realmente estoy de prácticas —te sinceras con una sonrisa en tu rostro.

—Ah, entiendo. —Retira los puros de su boca un momento para descansar un poco—. Yo estoy aquí porque tenemos retenidos a un idiota que recibió un balazo y está en recuperación. Ya después de eso, lo enviaremos a la cárcel.

—¿Qué delito ha cometido? —preguntas, muy curiosa.

—Es un traficante de armas —responde con mucha tranquilidad. Es algo normal que lo esté, está acostumbrado—. No se preocupe, está encadenado en la camilla, no irá a ningún lado.

Sí, es un alivio demasiado grande que llevaste la mano al corazón. Además, no creías que es buena idea ir allí y ver a ese criminal. Hay una tensión en el ambiente entre ustedes dos. El silencio volvió a reinar creando una incomodidad inmensa. Smoker está con las ganas de poder abrazarte y besarte, hacerte sentir como una verdadera mujer como Mr. Hunter que era. No lo hace, debe controlarse, pero tiene la gran oportunidad de estar más cerca de ella siendo como el comisario Smoker. Tienes la mirada desviada a otro lado, te pone nerviosa su mirada. Algo te recordaba ante esos ojos color café.

—Será mejor que me vaya —dices, mirando tu reloj—. Tengo que volver a mí puesto.

—Entiendo, entonces la dejaré tranquila. Nos veremos en otra ocasión, señorita.

—¡Espera! —Lo detuviste antes de que él se marchara. No sabes por qué, pero presidentes de que le conoces de algo y no recuerdas donde. Lo que ibas hacer es una locura y es la única opción, y muy temprano, por cierto—. ¿Puede… darme su número de teléfono? S-Solo es para asegurarme de que el criminal no huya del hospital.

Esto ha sorprendido a Smoker al escuchar esas palabras provenientes de tus labios. ¿Esto está pasando de verdad ante sus ojos? Una sonrisa se cierna en su comisura, sintiendo una felicidad extrema; aunque mantiene su compostura para no levantar sospechas.

—Por supuesto —acepta, dándote su número—. Dudo mucho que escape. De todas maneras, gracias.

Tienes la certeza de que te lo volverás a encontrar porque es un hombre atractivo y tú… Bueno, ibas a la empresa de Daddy's Corporation para ver a los Daddies. Pero hay una cosa que te carcome mucho, aparte de que querías averiguar quienes son. Que estás sintiendo algo que nunca has experimentado, es algo relacionado con Law y más intenso. No puede ser que te hayas enamorado de cada uno, es una locura. Te estás volviendo loca ante eso. Las prácticas te están afectando mucho y debes descansar; sin embargo, es tu labor terminar la carrera y tener una buena nota en el acta. Es hora de que vuelvas adentro y hagas una revisión a las tareas que te encomendó el doctor Marco, antes de ir a la empresa.

Dos horas pasaron y tomaste un descanso. Estás algo agotada física y psicológicamente. ¿Es normal? Es verdad que oíste que los médicos no descansan porque hacen turnos de 24 horas. Tu cuerpo se está desarrollando, se está acostumbrando a esas horas. Tus ojos no dejan de mirar el cristal de la máquina de comida. No tienes la mirada fija en alguna comida. Estás perdida en tus pensamientos, pensando en todo lo ocurrido. Tus dedos tocan con sutileza el frío reflejo del objeto. No te percatas de que cierta persona te observa desde su posición. Hasta que sentiste su presencia que te volteaste.

Lucci te mira de pies a cabeza, analizando la situación. Tu postura es sumisa ante sus ojos. Con solo un soplido es capaz de que te derritas ante sus pies y que sucumbas a la dominación del leopardo. Ojos negros profundos como la noche que no parecen tener vida, sino como un agujero negro que absorbe los elementos de su alrededor; no obstante, tienen su toque de luz o emoción cada vez que está contigo. No es excitación, simplemente está agradecido ante tu compañía y que no le temas por ser lo que es. Él separa sus labios a punto de decirte algo:

—Hoy le han dado el alta al señor Spandine. Me dijo, a regañadientes, en felicitarte por tu gran trabajo como futura doctora.

—Oh, se lo agradezco, aunque se me hace raro viniendo de él —añades, con una gota de sudor resbalar por tu sien un tanto nerviosa.

—Lo sé.

El silencio vuelve en la sala. Solo miradas incandescentes se echaban, mostrando compasión y algo de dulzura entre ustedes. Lucci toma tu barbilla con delicadeza para acariciarlo con la yema de su pulgar.

—Pero esto no es un adiós para nosotros dos —aclara—. Podemos vernos dentro o fuera de la empresa.

—¿Como Lucci o como Mr. Jaguar? —Es una buena pregunta.

—Como tú prefieras, pero recuerda que soy un Daddy más. —La distancia se rompe ante la cercanía de ese hombre de traje negro—. Soy el único que puede hacerte sentir bien y experimentar más cosas. Los otros son ya muy mayores.

—Lucci…

—Sé que me pediste tiempo, pero estás ante un hombre que está muy loco por ti —confiesa. Tu rostro se torna rojo no creyendo que él lo dijera—. Déjame ser tu Daddy, tu todo. Yo nunca te fallaré. —Por cada palabra, se acerca a punto de probar esos labios que tanto anhelaba.

—Señorita ___. —Pero eso se desvaneció al escuchar la voz de Marco ante la puerta de la sala—. Necesito que vaya con urgencia a la sala médica. Van a enseñarle en caso de emergencia ante un papiloma severo.

—Sí, discúlpeme señor Rob —dices a modo de despedida y menos mal que Marco llegó a tiempo para detener esa locura porque, quién sabe, a lo mejor Lucci se hubiera descontrolado.

—Espero que le vaya todo bien al señor Spandine. Que tenga buen día.

—Un momento, doctor Marco —habla Lucci con un malhumor de perros. El médico lo notó en el tono de voz que empleó—. Me gustaría hablar con usted.

—Aquí me tiene.

—A solas.

Eso a Marco le extraña demasiado que ese hombre quiera hablar con él a solas. ¿Será algo importante? La única manera de averiguarlo es llevarlo a su despacho y puedan hablar con mucha tranquilidad. Durante todo el camino, su cuerpo está tensó ante la mirada de ese muchacho. Es como si estuviera a punto de cazar o aniquilar a su presa con sus propias garras. Los gatos y los pájaros no compaginaban bien en este mundo lleno de odio y miseria. Marco sintió remordimiento y asquerosidad cuando vio a Lucci muy cerca de su niña ___. Es suya y de nadie más. Ese desgraciado no debía acercarse a ella. ¿Tenía algo que ver con ella? Lo descubrirá ahora mismo.

Al llegar al despacho, el joven muchacho se sienta mientras él cierra la puerta, para que nadie entrase u oyese la conversación. El ambiente se ha vuelto tenso para los dos hombres, no es agradable para el médico. Se pone en su asiento mirando fijamente a Lucci, entrelazando sus dedos.

—Aquí estamos. ¿De qué querías hablarme?

—De ___ —dijo. A Marco no le sentó nada bien, pero a lo mejor vino para quejarse de ella.

—¿Hizo algo malo? —pregunta.

—No, pero le advierto que se aleje de ella.

—No puedo hacer eso. —Ríe bajo, mientras se coloca en su asiento—. Soy su tutor de prácticas, si me alejo de ella pues… no aprenderá.

Lucci mantuvo su compostura normal. Él es del Gobierno Mundial y está acostumbrado a este tipo de situación en donde interroga a los sospechosos. Mueve su mano en busca de algo entre su chaqueta y saca un expediente que lo deja en la mesa. El médico alza la ceja sin entender nada.

—¿Qué es?

—Son evidencias, doctor Marco. O debería llamarle Mr. Phoenix.

Un nudo se forma en la garganta del pelirrubio no creyendo que ese muchacho haya dicho su nombre clave. Lo analiza detalladamente. Labios un poco gruesos que no suele mostrar una sonrisa sincera, sino una sádica. En la forma de sentarse le recordaba a alguien dentro de la empresa. Marco bufa no creyendo que tenía delante a otro de los Daddies.

—¿Me ha investigado, señor Rob? O debería llamarle Mr. Jaguar.

—Pensaba que usted es tan estúpido en no darse cuenta quién soy. —Lucci esboza una sonrisa al tener un contrincante admirable como Marco.

—Yo analizo a mis rivales con la mirada. No caí en la cuenta quién era usted, pero al averiguar su comportamiento en ___ y esa postura me dieron toda la información suficiente.

—Admirable.

—Y no me voy a alejar de ___ —informa Marco—. Que te quede bien claro.

—¿Qué pasaría si ella se enterase que su Daddy es su tutor de prácticas? —Está tocando en un terreno peligroso.

—Sabes que no puedes delatarme, va en contra de las normas que hay en la empresa tanto dentro como fuera —explica Marco—. Y si ella se enterase… Bueno, yo no veo el problema —dice muy tranquilo. Pero la compostura que mantiene Lucci le está sacando de quicio. Está muy relajado y con una sonrisa de triunfador. Hasta que se dio cuenta—. ¿No me digas que ella…?

—¿Descubrió quién era? —Termina la frase de Marco—. Digamos que vi la oportunidad en invitarla a mi casa. Cenamos, bailamos… Estuve a punto de besarla hasta que ella dijo “Daddy”. Su subconsciente me reconoció sin que ella se hubiese dado cuenta. Y yo le dije quién era. Oh, como hemos disfrutado esa noche.

—¡No me lo restriegues en la cara! —exclama Marco, levantándose de su asiento mientras posa sus manos en la mesa. Está perdiendo el control.

—Ella estará conmigo, doctor Marco. Yo lo veo en sus ojos.

—No puedes decir algo así. Te recuerdo que están los otros Daddies y…

—Que ella no sabe quiénes son —recalca—. Está desesperada. Yo lo veo en su mirada cada vez que quedo con ella. Le supliqué que se quedara conmigo, pero ella quiere averiguar quiénes son los otros.

—¿Me estás diciendo que le diga quién soy?

—Oh no, prefiero que te quites de mi camino.

Un felino que está celoso porque el pájaro se pasa más tiempo con la polluela o con la gatita. Marco vuelve a analizar la postura de Lucci. Está en modo defensivo por si él intenta golpearlo o, peor aún, matarlo. Todo su cuerpo se relaja, no del todo, y decide sentarse para mantener una compostura más tranquila. Siente curiosidad en ver las evidencias que trajo el moreno. Sus dedos rozan el borde de la carpeta y lo abre sin descaro. Se encuentra con imágenes de él siendo como es y cómo Mr. Phoenix; sin embargo, otras fotos le llaman la atención. Son los otros Daddies que fueron identificados por Lucci.

Crocodile como Mr. 0; Smoker como Mr. Hunter; Charlotte Cracker como Mr. Biscuits, y Charlotte Katakuri como Mr. Donuts. Lo peor de todo es que ellos han conocido a ___ estando de prácticas y han merodeado por aquí. Arruga los papeles con rabia al no darse cuenta de ello. Su más preciada niña siendo vigilada por todos ellos en su zona de “trabajo”. ¿Qué demonios debía hacer? Son sus clientes particulares del hospital. Sí los echa, sus trabajadores sospecharán.

—¿Qué quieres conseguir con esto, Lucci?

—Que la olvide. Que la deje de mirar. Ella es mía y de nadie más. Que tenga buena tarde, doctor Marco.

Asco escuchó en la boca del moreno. Se nota que ese hombre es un dominante, un macho alfa que consigue lo que quiere. Lucci se retira dejando al médico pensativo. Él ha notado algo raro en ___ hará un par de semanas, como confusa. Siendo Mr. Phoenix no pudo sacarle información, no quería agobiarla de ninguna manera. ¿Qué es lo que podía hacer ahora?

.
.
.
.

Las 17:00 p.m. y estás esperando en la habitación a Mr. Biscuits. Tienes la mirada perdida, con un rostro triste que muestra confusión. Te has preguntado un millón de veces si esto es lo correcto. Ignorabas esa idea una y otra vez porque lo disfrutas, pero ese sentimiento que estás sintiendo en cada uno de ellos te mataba por dentro. Te culpas por enamorarte estúpidamente de cada Daddy que se te presenta. Eres una chica que se enamora tan fácilmente, sin recibir nada a cambio. Obviamente, ellos te dan cariño y sexo, pero sientes que eres un objeto. Esto es tan confuso. Querías salir corriendo antes de que sea demasiado tarde. Pero no fue así.

El hombre entró con una sonrisa de oreja a oreja. Parece estar de buen humor. Detrás de esa máscara, Cracker ha estado esperando como una semana en este momento. En verdad, te echaba de menos. Sentir tus caricias, escuchar tus gemidos, probar tus labios… Ya eres una diosa para él.

—Buenas tardes, bebé —te saluda, emocionado—. Me alegra verte de nuevo.

—Y yo a usted —dices, no muy animada.

Se da cuenta de ello. Esa sonrisa de él se esfuma al verte tan decaída. La labor de un Daddy es mirar si su Baby está en perfectas condiciones. Que esté feliz estando en esta empresa. Él camina en dirección hacia a ti para sentarse en la cama, casi hundiendo el colchón. No le miraste, aún tienes los ojos puestos en el suelo. Un cosquilleo notas en tu oreja; Mr. Biscuits apartó un poco un mechón de tu pelo para verte mejor.

—¿Puedo saber qué es lo que te atormenta? Sabes que estoy aquí para ayudarte —aclara.

Tus manos descansan en tus piernas cubiertas por la tela fina de tus pantalones, que los aprietas con fuerza. Tienes las ganas de llorar y no lo haces, no quieres sentirte débil ante él. Sin embargo, esos mimos que te dedica es una muestra de preocupación.

—Yo estoy confusa —dices.

—¿En qué estás confusa?

—En todo —añades—. Yo estaba enamorada de un chico, pero me he fijado que él nunca me verá como algo más que una amiga. Me siento bien con todos ustedes. No obstante, la angustia que siento de no saber quiénes sois en realidad me está matando. Está creando confusión en mi cabeza y en mi corazón, y creo que es porqué me enamoré muy rápidamente. Y todo por culpa porque descubrí quien era Mr. Jaguar. —Lágrimas sobresalen con rabia en tu rostro, ya no aguantándolo más—. ¡No me merezco! ¡No me lo merezco!

El corazón de Cracker se le encogió tanto que no pudo soportar verte llorar de esa manera. Te abraza de la mejor manera posible, te acurruca en su pecho para que estuvieses relajada. Fueron muchos sentimientos encontrados en un solo segundo. No es el momento de tener sexo contigo, ahora debe comportarse como un verdadero padre que protege a su hija y que estará ahí en todo. Debiste de haber sufrido mucho para no darse cuenta. Se siente culpable ante ese acontecimiento, ahora es su labor de darte todo el cariño posible. Le afectó en saber que tú sentías algo por ellos y que sabes perfectamente que no puedes hacerlo porque eran unos completos desconocidos. Quienes eran.

Pero la cosa que más le da rabia a Cracker es averiguar qué Mr. Jaguar le haya dado su identidad. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? Tantas preguntas que no tenían respuesta y eso le pone rabioso. Aún seguías llorando, mientras él te calma con sus simples caricias en tu espalda y en tus cabellos. Poco a poco tus párpados han ido cayendo, notando el sueño llegar. Estás cansada, necesitas dormir. Con todo el amor y el calor que sentiste, los polvos de sueño de Morfeo hicieron efecto en ti, quedándote profundamente dormida. Cracker agradece que estés en ese estado de calma absoluta. Besa de vez en cuando tu frente para que te des cuenta que aún él está ahí, que no se irá a ningún lado.

Sin embargo, ese dolor debe acabarse cuanto antes y para ello debe reunir a los otros. Saca de su bolsillo el móvil de la empresa enviando un mensaje a Katakuri para que reúna a todos en su habitación, que es urgente. Ya con eso mandado, visualiza y hace gestos con los dedos enfrente tuya, queriendo saber si estás totalmente dormida. Al ver que no te novias y respiras con total normalidad, se va moviendo lentamente para dejarte en la cama con suma tranquilidad y gentileza.

—Ahora vuelvo, voy a resolver tu problema.

Se retira suavemente de la habitación para dejarte tranquila. Su rostro se puso serio y camina en dirección hacia el otro cuarto. Su cerebro empieza a funcionar, buscando alguna solución y quién cojones es Mr. Jaguar para que tú tuvieras esos sentimientos. Cuando lo averigüe, lo primero que hará es ahorcarlo si su hermano no se lo impide. Ya está llegando, ha estado durante todo el camino relajarse para no matar a alguien. Abre y ahí estaban todos, con las máscaras puestas, pero con caras serias.

—¿Se puede saber por qué estamos aquí? —pregunta Mr. 0, no muy contento—. Estaba con una clienta, aunque te agradezco que nos hayas llamado. No la soportaba.

Cracker, siendo Mr. Biscuits no dijo nada, tan solo se acerca con pasos seguros hacia Mr. Jaguar y, con ventaja, toma con sus manos las ropas de él.

—¡¿Cómo se te ocurre mostrar tu aspecto a ___?!

—¿Cómo? —Esto sorprende a Mr. Donuts.

—Me dijo que este desgraciado le mostró su verdadera identidad. —Está echando humo por las orejas.

—¿Es cierto eso?

—Digamos que ella averiguó quién era —responde, con mucha tranquilidad—. Su subconsciente me reconoció. ¿Sabes cómo me llamó cuando estábamos a solas? —Se acerca más a él, a su rostro, para que lo escuchase y deletrea esa palabra—: Daddy.

—¡Eres un hijo de puta! —Estuvo a punto de propinarle un golpe, pero Mr. Donuts lo detuvo.

—No hagas nada —habla Mr. Phoenix—. Él ya sabe quiénes somos y yo también.

—Pues quitaos las máscaras —dice Mr. Biscuits.

—No podemos romper las reglas.

—Me da igual las reglas, Mr. Hunter. Esto ya se puso demasiado serio como para ignorarlo.

Ninguno dijo nada al respecto. Poco a poco, cada uno, va descubriendo su rostro. Sí, ya todos se conocían entre sí y nunca imaginaron está situación. Cracker chasquea la lengua, muy molesto que Lucci, un mocoso ante sus ojos, se haya atrevido a decir eso.

—¿Molesto?

—Dan ganas de darte una paliza para quitarte esa estúpida sonrisa.

—Controlate, Cracker. —Katakuri no se ha movido—. Dime, ¿por qué esto?

—Ella está confusa, está teniendo muchos sentimientos. Y este desgraciado ha hecho que tuviera curiosidad quienes somos —explica él, mientras se sienta—. Ha llorado delante de mí. Me dolió demasiado verla tan… vulnerable ante mí.

—Entiendo. —Smoker se acerca al muchacho—. ¿Y qué pretendes? ¿Qué nos presentemos así sin más?

—Eso sería una locura —dice Crocodile—. Quedaría en shock.

—Sí, sería una locura. —Marco está de acuerdo con ese hombre.

Katakuri observa a sus compañeros, si se pudiera llamar así, ya que todos son sus rivales incluyendo su hermano. Sí ___ está destrozado por la confusión, entonces deberían de hacer algo. Tal vez que esté un tiempo fuera de la empresa para que se aclare y que se aleje de ellos. Oh no, o que cada uno por separado la intentase conquistarla a su manera. Parece un buen plan.

—Lo mejor será que ella esté un tiempo fuera de la empresa —habla Katakuri, llamando la atención de los otros—. Que esté lejos de nosotros como Daddies. Pero tendremos un mes para que cada uno de nosotros se acerque a ella y luego nos reuniremos con ella. Todos con máscara y nos la quitaremos delante de ella.

—¿Qué planeas con eso? —pregunta Marco.

—Que ella al final decida con quién quedarse, viendo quienes somos en realidad.

—Parece que es la única forma —dice Crocodile, muy tranquilo—. Estoy de acuerdo con esa decisión.

—Pero una cosa: que ninguno se entrometa con el otro —añade Katakuri.

Sí, finalmente todos accedieron en aceptar eso. Ahora le toca a Cracker reunirse de nuevo contigo para explicarte que es mejor que estés fuera por un tiempo, hasta que estés mejor. Parecía que se preocupa por ti y lo dijo de la manera que lo hacía por tu bien. No se lo discutiste, aceptaste. Te separarás por un tiempo con los Daddies; sin embargo, ellos estarán cerca de ti sin darte cuenta de su entidad, menos Lucci. Él aprovechará esa gran oportunidad para estar a tu lado, tú sabiendo que él es Mr. Jaguar.

¿Quién ganará está batalla?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top