Capítulo 10. Señorita

Ayer no decidiste quedar con Mr. Hunter porque tuviste mucha tarea y estabas realmente cansada, como para seguirle el juego. Y hoy es jueves, lo que significa que te toca quedar con Mr. Phoenix. Con ese hombre no has llegado a nada. Te daba vergüenza admitirlo y eso que te dio mucha confianza desde el primer momento en que lo viste. Quedaste con él por la tarde cuando terminases tus prácticas. E ibas a ir porque te comentó que hoy no iba a ver nada interesantes, solo un montón de papeleo y revisar que estén correctos. Ahora mismo te encuentras en recepción, apuntando lo que tenían que hacer las enfermeras en caso de tener a un paciente con algún problema bastante grave.

Y desde tu posición, observas a Law caminar de un lado para otro, recibiendo órdenes de los más expertos y de los pequeños errores que ha cometido que no son nada graves. ¿Por qué con esa bata se ve demasiado sexy? A lo mejor porque siempre lo mirabas como un buen doctor en un futuro lejano y ahora lo está consiguiendo. Vuestros ojos se encontraron y él esboza una sonrisa. Oh Dios, tu corazón está latiendo con demasiada fuerza. ¡Tranquilízate, ___! Céntrate en aprender y que tu estómago no revolotee. Pasaron también Lucci por el tema del padre de Spandam, y Katakuri y Cracker, ya que le avisaron de que ya su hermana dio luz. Por cierto, un niño precioso. Te alegraste que haya salido todo bien en su primer parto.

Hoy ni siquiera has visto a Marco. Por lo que escuchaste de las enfermeras, suele coger este día para tenerlo libre e ir a la universidad. Recordemos que él también imparte clases allí. Suspiraste ya agotada de tanta lección en la recepción. Te estaba aburriendo mucho y necesitas irte de ahí cuanto antes, centrarte en otras cosas. Concentrarte en Mr. Phoenix, por ejemplo. Un rubor en tus mejillas aparece, imaginándote en lo que pueda ocurrir en esa habitación. Era otro depredador que tiene muchas ganas de jugar contigo y que te sientas cómoda con él. Tantos hombres a tu alrededor no era nada bueno ¿o sí? Ya no estás muy segura realmente, todo es tan confuso. Te retiras un momento para ir a la zona del vestuario para cambiarte de ropa.

Es la hora en que te marchases del hospital e ir a Daddy's Corporation para que Mr. Phoenix te ayudase a relajarte. Sí es que lo hace porque la última vez no lo hizo. Simplemente dejó que durmieras porque te veía cansada y se lo agradeciste realmente. Tus dedos tocan tu ropa preguntándote si ibas adecuada para la quedada, no crees que él le importe mucho. Coges tus cosas, ya preparada para irte y sales de la puerta, no esperas a que ningún enfermo o doctor te detuviera porque tenías cosas que hacer. Pero echaste un último vistazo hacia Law quien parecía agobiado. Vuestras miradas se conectaron al momento. Esos ojos grises son tan únicos que no dejarías de mirarlos. Pero ¿por qué te empeñas en persistir en un amor que no será correspondido?

Tienes que apresurarte antes de que se te escapara el autobús porque, como siempre, no te gusta llegar tarde y no deseas recibir un castigo por parte de ningún Daddy. ¿O sí? Te has vuelto una pervertida en todos los sentidos. Solo falta que alguno de ellos tuviera sexo anal contigo. Mr. Donuts estuvo a punto de hacerlo. Al recordarlo, ocultas tu rostro de la vergüenza que estás acumulando en tu interior. Como te gustaría ver sus rostros y averiguar quiénes son porque con tanto secreto te desespera. ¡Vaya! Ya has subido del autobús que ni te has dado cuenta. Se nota que estás sumida en tus pensamientos que un golpe te diste en la cabeza, al chocar con uno de los barrotes. Te escuece y te duele, te saldrá un chichón y de las buenas. ¡Que torpe te estás poniendo, mujer!

Haces todo lo posible para ocultar el chichón con algún mechón de tu pelo, pero volvía en su sitio. Curvas las cejas pensando un poco si te has acordado en coger unas trabas y, efectivamente, lo hiciste. Coges tu mochila y vas buscándolas, las tenías guardadas en un pequeño bolsillo para que no se te perdieran por el camino o dentro del saco. El día está nublado dando indicios de que lloverá. El tiempo lo ha pronosticado, pero a veces no son del todo cien por cien. La madre naturaleza sorprende con sus cambios bruscos de temperatura; invierno se convierte en verano, y verano en invierno, y viceversa. La música es tu mejor compañera para el viaje. Tardarás unos cuantos minutos en llegar allí, pero puntual.

Y pasaron esos minutos en que te bajaste del autobús, entrar en el gran edificio y llegar ante la puerta de Mr. Phoenix. Tu corazón late cada dos por tres, ansiosa de lo que puede pasar ahí dentro. Saliva surge de tu boca a lo que tragas con mucha decisión. Tus falanges tocan la madera de la puerta y tocas tres veces para recibir alguna respuesta. Está dentro. Te ordena a que entres. Sueltas un suspiro de alivio, las puertas se abrieron y entraste sin ninguna objeción. Ese hombre se encuentra sentado en su sofá leyendo el periódico. Esa máscara tan peculiar que tiene lo referencia como un ave fénix que surge de sus cenizas.

—Muy puntual, señorita ___ —habla finalmente. Deja de lado esa revista de papel para fijar su mirada en ti—. Me gusta que sean puntuales. ¿Acaso mi niña me echa de menos? —Esa pregunta lo haría cualquier padre que se preocupa por su hija.

—Sí, Daddy, aunque realmente soy así de naturaleza. —Él se acerca a ti con mucha cautela. Sus dedos rozan con gentileza tu barbilla notando la suavidad de tu piel.

—Eres tan perfecta en todos los sentidos —dijo—. Ahora entiendo porque los otros te quieren para ellos solos.

—No lo entiendo.

—Es fácil de entender. Por el expediente tuyo, te aclaman como algo que siempre han esperado. Bella, sumisa, obediente y, en el fondo, una pervertida que desea más de nosotros.

Un leve suspiro sale de tus labios cuando sus dedos descienden por tu cuello hasta tu clavícula. Acerca su rostro el tuyo, suficiente como para inhalar el aroma de tu perfume. Un gruñido de excitación sale de su garganta al respirarlo. Las aves no hacen ruido, ¿o sí? Él es especial en todo su esplendor. Un fénix que brilla y renace en sus propias venir. Elegancia es lo que percibes en sus toques que poco a poco despiertan tus ansias de ser probada por él. Y terminan esas caricias que abriste los ojos para averiguar qué está haciendo. Tus ojos pasearon por todo su cuerpo, descifrando su próximo movimiento. Abre las puertas del armario mostrando aquellos conjuntos de trajes o disfraces.

Él saca uno mostrándotelo a lo que te sorprendes porque era un disfraz de enfermera. Mr. Phoenix sabe perfectamente que estás haciendo prácticas en el hospital Grand Line, pero verte de esa manera te da mucha vergüenza y no puedes negarte. Lo deja en la cama, esperando a que te quites la ropa y te lo pongas. Y lo hiciste, no deseas recibir un castigo por su parte. La respiración de ese hombre se vuelve pausada porque está viendo una obra de arte delante de sus ojos. Eres perfecta en todos los sentidos y ya te lo ha dicho. No dejaría de verte una y otra vez. Si tú supieras quién es el hombre que se esconde detrás de esa máscara, te sorprenderías y no te lo creerías.

Él vuelve a aproximarse a ti posando sus manos en tu cintura. Juguetea con el lazo mientras escucha tus pequeñas respiraciones. Mr. Phoenix le gusta rematar con el último toque y lo hará haciendo el nudo de la tela. Le tienta besar tus labios carnosos y morderlos como nunca. Tu perfume es lo más delicioso que ha olido e incluso tu esencia se impregna en sus fosas nasales. Es un pájaro que necesita bailar con su futura pareja y cortejarla con sus encantos para que la acepte. Tú estás maravillada ante su lentitud, es provocante y excitante. Una ventaja de su máscara es que podía ver perfectamente sus labios, carnosos como los tuyos. Los tiene entreabiertos casi respirando despacio y pausadamente. Es un acto de que está maravillado con lo que ve.

No te dio un beso, sino que dedica ese cariño repartiendo besos por tu cuello saboreando esa esencia que le estaba gustando. Lamidas y mordidas son acompañadas y tú no paras de gemir. Música para los oídos de Mr. Phoenix. Su mano descansa en tu cabeza para luego sujetar con fuerza tus cabellos, echándolo hacia atrás para tener mayor acceso a los músculos de esa parte de tu cuerpo. Cierras los ojos disfrutando de ese momento, no dejas de gemir bajito mientras tus manos descansan en sus hombros. Él te apega más a su cuerpo, un rubor crece en tus mejillas al sentir su virilidad chocar en contra tuya. Se ha excitado así sin más.

—Deberás de resolver un pequeño problema —comenta, sujetando tu cuello para que lo miraras—. Mi niña, ¿qué me recomendarías como buena enfermera que eres? —Realiza esa pregunta mientras juega con tus mechones.

—¿Realizarle un sexo oral? —preguntas dudosa con un rubor en tus mejillas.

—Eso me gustaría ver de mi enfermera favorita.

Está claro que hoy está juguetón o quiere comprobar lo buena niña que eres con él. Vuestros dedos se entrelazaron, un acto de guiarte al sofá y que él se sentara mientras tú te quedas de pie. Tu garganta está seca, sabes lo que ocurrirá. Tus rodillas tocan el suelo frío sintiendo un pequeño escalofrío por todo tu cuerpo. Ese gran bulto que hay entre sus pantalones se notaba, con solo bajar la cremallera y sacarlo, podrías ver perfectamente su extensión. Hiciste memoria recordando que era el único que faltaba por ver. Haces el esfuerzo de no ponerte nerviosa mientras le bajas la bragueta. Mr. Phoenix es alto y seguramente que su miembro es grande. Y tus sospechas fueron son ciertas que un gemido pequeño se escapa de tus labios.

No es comparado con la de Mr. Donuts o Mr. Biscuits, pero cabría en perfectas condiciones en tu vagina. Una leve masturbación comienzas a realizar con tus manos con un toque de timidez. Ya no debería de darte vergüenza, pero hacerlo con él es diferente. Apoyas tus labios en la punta del glande para meterlo poco a poco en tu boca, sin llegar al fondo porque es grueso y podrías tener arcadas, y no es una buena idea. Tus ojos lo observan, no se ha invitado en su sitio; solo mira tu deber en calmar a esa bestia que tiene ganas de probarte y profanarte en todos los sentidos. Con esa idea en la cabeza, no evitaste mojar aún más tus bragas que tus piernas tiemblan. Él sonríe complacido de ver esa acción que realizaste.

Tus cabellos son un estorbo que las toma con sus manos grandes y ásperas, y hagas bien tu trabajo. Pequeños suspiros salen de su boca que, incluso, su cabeza está echada hacia atrás apoyada en el respaldar del sofá. Eso significa que le gusta lo que estás haciendo, deberías enorgullecerte de ello. Sueltas de golpe de su miembro para dar una bocanada de aire, estar así mucho tiempo sin recuperar el aliento no es bueno para tu salud. Ibas a volver con tu labor, pero él te lo impide. Sus falanges acarician tu rostro, contorneando la forma de tu mandíbula. Sus yemas se posaron en tus labios y hace fuerza hacia abajo, obligándote a abrirlas lentamente. Excitante es lo que vio ante sus ojos.

Te hace levantarte para colocarte encima de él. Tu sexo y el suyo se rozaron provocativamente, sonidos agudos y roncos se escucharon en esa habitación. Él vuelve a atacar a tu cuello porque se volvió adicto a tu sabor y tú maravillada de que lo haga mientras te agarras a sus hombros. El fénix que lleva dentro desea cortejarte y hacerte suyo. Te desea con toda su impotencia que da pequeños mordiscos por la zona de tu yugular, encantado de escuchar tus gemidos que son excitantes para sus oídos. Sus manos recorren por todo tu cuerpo, llegando a la parte de los broches. Uno a uno va deshaciendo, tentado en poder disfrutar más de tu piel mientras tú te derrites. Mr. Phoenix no deja de mirarte de reojo, viendo tus expresiones. Que estés así por culpa de él, le satisfacía y no sabes cuánto.

Baja un poco las copas de tu sujetador no queriendo quitártelo y su lengua comienza a recorrer la suavidad de esas carnes abultadas. Estás sensible, no paras de temblar ante ese hombre. En tus pensamientos deseas que él te penetre al momento y te haga suya; no obstante, él es paciente. Prefiere disfrutar lo que tiene delante antes de llegar a la parte más importante. Eres una mujer que lo tiene todo y no se cansaría en tocarte. Juega con tus pezones ya duros como piedras o diamantes. Vuestros sexos no paraban de rozarse, tentados de llegar al acto sexual. Sí siguen así, llegará un momento en que Mr. Phoenix ya no pueda controlarse. Tal fue así que te acuesta en el sofá para colocarse encima de ti.

Te mordiste el labio sabiendo lo que significa aquello que tus bragas desaparecieron al momento. Tu sexo está palpitante, está deseoso de tener ese pedazo de carne en tus adentros. Y así fue, diste un gemido de satisfacción al sentirlo, pero él en vez de moverse con rapidez como los otros, su vaivén es lento y provocativo.

—Por favor, Daddy —dijiste con súplica.

—No, mi niña. Me gusta tener sexo de esta manera. Quiero que me sientas y que disfrutes, tanto como lo hago yo contigo —te explica. Su rostro esta tan cerca de ti que en un momento te daría un beso—. Quiero que sientas mi forma de dar amor y complacer a mis clientas.

Suena tentativo para tus oídos que no te quedaste más. Su miembro no golpea tu útero con brutalidad, lo hace con suma gentileza que te gustaba y te volvía loca. Un hilo de saliva sale de tu comisura de tus labios, que fue retirado por la lengua de él. Tu cuerpo lo recibe encantado ante esos vaivenes. Te encuentras en lo más alto de la cúspide que cierras tus ojos para disfrutar cada vez más de él. Sí, es lo que quería desde un principio. Que te relajaras y lo sientas completamente, él es muy diferente a los otros Daddies. Él prefiere que sus clientas se queden con una gran expectativa de él. Que Mr. Phoenix es un gran Daddy en todo su esplendor.

Los minutos cada vez pasan y ya estás comenzando a sentir un ardor en tu vientre que poco a poco bajaba por tu vientre. Y el orgasmo llega. Tú apretando las paredes vaginales mientras que él te llena con su esencia. Vuestras respiraciones se entremezclan. Nunca has tenido sexo de esta manera y lo reconoces, te ha gustado. Fue enternecedor por su parte. Mr. Phoenix toca con sus yemas tus labios para luego besarlos en un dulce beso. Sí, se volvió adicto a su sabor y a su textura.

—¿Qué te ha parecido? —pregunta. Eso hizo que volvieras a la realidad por unos instantes.

—Provocativo y... distinto —confiesas aún manteniendo ese rubor en tus mejillas.

—Mis clientas no saben diferenciar del sexo duro y del sexo suave. Hay que saber disfrutar de ambas cosas y no estar empeñada en lo mismo, pero tú lo has disfrutado. —Acaricia con dulzura tus pómulos—. Eres una buena niña.

—Gracias, Daddy.

Él se separa de ti, pero sujeta tus manos para que te levantes junto con él. Va quitándole el disfraz—. Como dije, eres asombrosa en todos los sentidos. Te has metido en un mundo en que cuadras perfectamente.

—No estoy muy segura de ello —comentas. Eso hizo que él detuviera sus movimientos para mirarte directamente a los ojos—. A veces, tengo leves confusiones de si lo que hago es correcto o no.

—¿Puedo saber el porqué?

—Me gusta un chico y digamos que... Bueno, soy invisible para sus ojos.

Mr. Phoenix carraspea la garganta no gustándole mucho esa noticia. Detrás de ese hombre dominante, se encuentra Marco quién ya sabe a quién te referías. Es el mismísimo Trafalgar D. Water Law. ¿Qué chica no se fijaría en él? Es guapo, joven... «Mierda», esto a Marco no le sienta para nada bien, pero vuelve a tomar el papel de Mr. Phoenix.

—Si eres invisible ante sus ojos, eso significa que no siente interés en ti —responde mientras le entrega su rop—-. No valora lo que tiene delante y lo está perdiendo porque te has metido en un mundo que te corresponde con creces. —Marco, en el papel de Mr. Phoenix, hace todo lo posible para que entres en razón—. En el exterior no nos importa lo que tú hagas, pero aquí está prohibido pensar en él mientras te acariciamos y cuando lleguemos al acto sexual porque, creas o no, eso es una falta de respeto.

—Sí, y lo siento mucho, pero le puedo asegurar que en ningún momento pensé en él. Solo es que... Ustedes me ven y él no y, últimamente, tengo la sensación de que ese chico intenta en todo lo posible en quedar conmigo. ¿Por qué ahora?

—Señorita ___, mi consejo es que lo deje de lado y piense en nosotros. —Toma tu barbilla—. Si él no se ha dado cuenta, es ciego. Gente ciega no merece tu amor y tu cariño; en cambio, nosotros sí. Y llegará un momento que tendrás que elegir a uno de nosotros.

—No entiendo.

—Somos dominantes. No nos gusta compartir nuestra niña con otros. Hasta una nos preguntó si es posible hacer una orgía. —Ante ese comentario, ríe por lo bajo—. Imagínese si hacemos eso, habría una pelea y una dispuesta hacia ti, y no queremos que te hagas frente ante unos perros alfas que desean tenerte.

Tu cara se torna rojo con solo pensar en ello. ¿Orgía? ¿Estamos locos? No sería una mala idea, pero sería demasiado para tu cuerpo y soportar a seis hombres que son dominantes de por sí, como dijo Mr. Phoenix. Palmeos en la cabeza recibes, señal de que no pensaras más en ello. Tal vez tenga razón ese hombre. Creo que es mejor que te olvides de Law y te centres en los Daddies. Agradeces que haya alguien que realmente te escucha y te aconseje.

.
.
.
.

—Ya ni sé que ponerme.

Hablas en alto porque tienes toda la ropa fuera, debido a que hoy quedaste con Lucci en su casa. Ayer no decidiste quedar con Mr. Donuts porque te querías tomar un minuto de descanso y hoy Mr. Jaguar te llamó, informándote que hoy no podía porque tenía una quedada. Que casualidad, ¿no? Bueno, en todo caso, te centras más en los vestidos que en las ropas casuales que te sueles poner. Tampoco querías ir provocativa para ese hombre, no sabes que pensamientos impuros puede tener de ti o que pensara mal de ti. Vale, decides ponerte un vestido largo que te llega sobre las rodillas, te pones unos pantis transparentes y unas botas negras que conjuntan a la perfección. Ya se nota el frío y es mejor que estés lo suficiente abrigada.

Lucci te mandó un mensajes unos minutos comunicándote que te recogería en casa para que no estés cogiendo el autobús. Qué detalle, pero no te agrada la idea de que él ya supiera por dónde vives por si te roba o algo; aunque lo dudas mucho porque él trabaja para el Gobierno Mundial. Recibes una llamada de él, un toque te dio, señal de ya estaba ahí esperándote. Tu corazón bombea con más fuerza. Es verdad que Mr. Phoenix te dijo dejaras de pensar en Law y solo te centraras en los Daddies, pero no podías rechazar la oferta de Lucci. Al salir de tu casa, te asombras de su coche. Un Jaguar negro y precioso. Y él trajeado, como solía hacer. Esa mirada felina que te dedicas pone los pelos de punta a cualquiera.

—Hola —saludas, ya muy cerca de él.

—Hola ___ —saluda igual, tomando tu mano para besar tus nudillos—. ¿Lista?

Asientes con la cabeza. Parece que en cualquier momento tu corazón va a explotar con tanto bombear sangre. Al entrar en el vehículo, olía a nuevo, algo que te encantaba. Y el perfume que tiene puesto Lucci todavía aún más. Supones que será de alguna marca muy cara porque, con el trabajo que tiene, tendrá mucho dinero en su poder. Ninguno de los dos hablasteis durante el camino porque tú estas nerviosa. No sabes perfectamente que decir. A lo mejor querrías preguntarle a ver como se encontraba el señor Spandine, pero es mejor callar debido a que él solo obedece y no tiene una amistad absoluta con ese hombre.

—Por fuera tu casa es pintoresca. —Finalmente, habla él rompiendo el silencio incómodo.

—Es lo que encontré cuando llegué a la ciudad.

—¿No eres de aquí?

—Nací en el campo —contestas con una pequeña sonrisa—. Siempre quería vivir en la ciudad, pero debía esforzarme para ello.

—¿La casa te la compraron tus padres?

—... No, me la compré yo gracias a las becas, por las notas que saco en la universidad.

—Te ha incomodado cuando mencioné a tus padres, ¿verdad? —Lucci hizo esa pregunta aprovechando que está el semáforo rojo para mirarte.

—Sí, no suelo hablar mucho de ellos. Tuve un pasado horrible.

Él lo sabe perfectamente porque te ha estudiado muy a fondo desde que te vio. Una hija que nunca tuvo un padre y una madre que se ha pasado toda su vida yendo de hospital en hospital por drogarse. No ha tenido una infancia bonita, pero le sorprende que ella siga en pie y siga luchando por lo que quiere. Ese tipo de mujeres le encantaba a Lucci, pero también le gustaba que no sean tan independientes. Que siempre corran a sus brazos y que sientan protegidas. Ese es su labor siendo un Daddy dentro de la empresa. Y cuando te vio, encontró a la kitten perfecta. Un par de minutos pasaron y llegaron a la casa del moreno. Te sorprendes ante tal hogar, parecía una mansión, pero es simple a la vista de cualquiera.

—Yo pensaba que vivías en una mansión —confiesas. Una risa provocativa escuchas de su voz.

—Puede que trabaje en el Gobierno Mundial y tenga un salario de lujo, pero me gusta tener una vida normal.

—No eres como los otros. Ricos y poderosos que solo desean tener riquezas. —Eso te hizo recordar e Sir Crocodile y los hermanos Charlotte.

—La cosa es si los estudiaste en profundidad como para pensar en ello. —Él aprovecha para salir del vehículo y dar toda la vuelta para abrirte la puerta—. Señorita, ¿me haría usted el favor de darme la mano? —cuestiona mientras estira su brazo en dirección tuya.

«Que caballeroso», piensas y aceptas con gusto su mano. Suave y caliente, y tú la tienes fría. Él lo nota y no dijo nada al respecto. Tus pies caminan por sí solos, siendo guiada por ese hombre tan trajeado. Le sienta bien en realidad. Es elegante y atractivo al mismo tiempo. Rubor en tus mejillas surgen como volcanes al tener ese pensamiento en la cabeza. No tardasteis en entrar en la casa y escuchas como unos simples aleteos acercarse hacia ustedes. Es una paloma blanca que se posa en el hombro de su amigo. Hace un amago de acariciar su cabeza contra la de Lucci, una forma de que lo echaba de menos.

—¿Tienes una paloma de mascota? —preguntas, muy curiosa.

—Más que mascota, es una amiga —responde acariciando la pequeña cabeza del ave—. Su nombre es Hattori.

Te acercas para acariciarlo y él no se mueve de su sitio; sin embargo, todo eso cambia cuando la paloma vuelva en dirección contraria hacia donde está su jaula.

—No parece que le agrado —dices un poco triste.

—Tranquila, con el tiempo se acostumbrará a tu presencia. Permíteme. —Toma tu abrigo para colgarlo en el perchero—. Acompáñame al comedor.

Durante el camino, observas con detenimiento el interior de la casa. Es agradable a simple vista, un buen lugar para vivir. En el salón tiene una chimenea, Oh, como te gustaría tener uno en la tuya y estar calentita en todo el invierno. Al llegar al comedor, te hace sentarte en la silla mientras él se dirige a la cocina para traer la comida. Todo de él es un detalle que esté atenta contigo. Su naturaleza es de un caballero que trata bien a las mujeres, o eso quieres pensar. Juegas con tus dedos mientras lo esperas pacientemente. Un olor llega a tus fosas nasales y ves que Lucci hizo acto de aparición a la sala para traerte un buen plato de Pollo Karaage estilo Namban. Tiene buena pinta que incluso ya te entra el hambre. Al dejar los platos, va a la otra esquina para colocar una botella de ¿brandy? Te sorprendes mucho.

—Es mi bebida favorita —confiesa con una leve sonrisa—. Espero que no te importe.

—No, descuida. Solo beberé un poco —dices porque, en realidad, no eres de beber bebidas fuertes como esa.

Lucci entiende la situación que solo te puso un poco en tu copa mientras que él todo lo contrario. La toma con delicadeza y lo catas primero. Tiene un olor bastante curioso para tus fosas nasales, hasta que mojas un poco tus labios. Una grata sorpresa te llevas, pero, luego, cambia rotundamente a una de como si te hubiera comido un limón de muy pequeña. Él ríe por lo bajo al ver esa expresión.

—Mejor bebe agua, por si acaso —comenta, ya con la botella de agua en la mano.

—Gracias.

La velada fue interesante. Él no ha parado de preguntarte sobre tu vida, del porqué decidiste estudiar medicina y no hacer otra carrera, y entre otros. La verdad es que agradeces que estés cómoda con él porque, de verdad, ese hombre impone mucho. Esa mirada de felino casi da miedo. O tal vez intenta de algún seducirte. No puedes negar que tiene su encanto. Esa melena negra y ondulada le da ese toque, al igual que sus cejas curvadas y la forma de su barba. Le queda bien. No puedes negar que te gustan los hombres con barba. Al terminar la cena que pasaron unos cuantos minutos, no evitaste mirar hacia otro lado, muerta de la vergüenza. Ahora no sabes que hacer, si irte o esperar a que él diga algo.

Escuchas la silla moverse, Lucci se levanta de su sitio para acercarse hacia un mueble donde hay una radio moderna. ¿Qué pretende hacer? Sus dedos buscan con desesperación el botón de encendido hasta que encontrarla. ¿Va a poner música ahora? Si lo que quiere es sacarte a bailar, lo tiene claro porque tú no sabes. Y una canción suena que la reconociste enseguida. Shawn Mendes y Camila Cabello te persiguen por todos lados. La canción de ellos, "Señorita", resuena por toda la casa. El moreno, ya delante de ti, extiende su brazo hacia ti.

—¿Quieres bailar conmigo?

—Yo... no sé bailar. —Te avergüenzas mucho.

—No hace falta que sepas, solo tienes que dejarte llevar por el son de la música. Yo te puedo enseñar.

Él te ha invitado en cenar en su casa, lo único que podías hacer es aceptar en bailar con él. Tomas su mano que lo sujeta con firmeza y te saca a la pista. Una de sus manos descansa en tu cintura, respetando la distancia que hay entre ambos; en cambio, una de tus manos descansa en su hombro mientras que la otra se junta con la libre de Lucci. La letra de la canción comienza a sonar donde empezáis a bailar suave y lento. Tú sigues sus movimientos, atenta en no ser un torpe para él. Uno, dos, uno, dos... y así sucesivamente hasta tenerlo pillado. No parece complicado. Estás tan sumida al baile que no te das cuenta de que poco a poco vuestros cuerpos se acercaban a una forma un tanto íntima.

Ríes, bailas... Una sensación de adrenalina surge en tu cuerpo. Lo estas disfrutando y mucho, y con un hombre con un secreto que aún no sabes. Lucci está embobado en ver las acciones de tu rostro. Si supieras quien es en realidad, piensa que tus bragas se desintegrarían al momento. Eso suena divertido en su cabeza que hasta una sonrisa suave se forma en su mandíbula. La melodía está a punto de terminar que cuando diste una vuelta, ya vuestros cuerpos están lo suficiente cerca. Suficiente porque vuestros labios estuvieron a punto de rozarse. Vuestras respiraciones se vuelven agitadas por el baile. El moreno aprovecha ese momento para aproximarse un poco más, queriendo cortar esa distancia que hay entre ambos. Pero una palabra salida de tu boca, hizo que se detuviera.

Daddy.

Lucci da una bocanada de aire y sus ojos se agrandaron cuando dijiste esa palabra que nunca creía escuchar en esta situación. Tú los abres igual y te diste cuenta lo que hiciste. Tu boca es callada por tus propias manos, avergonzada de lo ocurrido.

—¡Lo siento! No quería decir eso. Es que yo... —El miedo se apodera de ti. Ese hombre pensará que te va ese tipo de fetiche. La vergüenza se apodera completamente de ti que ocultas tu rostro para que no te mirase—. Será mejor que me largue, ¡lo siento! —Estuviste a punto de dirigirte a la puerta de salida, pero él te detiene. Te vuelve a tu posición de antes. Una sonrisa se cierne sobre su rostro.

—Oh, si querías decir eso. —Su voz se vuelve autoritaria y sexy para tus oídos—. Solo tu mente sabe perfectamente del porqué lo dijiste, Kitten.

De repente, tu piel se vuelve pálida al escuchar ese nombre. Solo un hombre te llamaba esa manera. No puede ser. ¿Él es...?—. ¿Mr. Jaguar?

—Como me ha gustado que dijeras esa palabra sin necesidad de que tuviera la máscara. Muchas mujeres no se dan cuenta de ello porque solo están centradas en calmar su apetito sexual, pero tu cerebro me reconoció —explica mientras acaricia tus brazos. Estás tiritando—. Por eso lo dijiste inconscientemente.

—Daddy yo...

—Y lo dices de nuevo —gruñe por lo bajo—. Me es raro que me lo digan fuera de la empresa, pero contigo es diferente. Ahora ni sabes cómo llamarme: si Lucci o Daddy.

—Esto es confuso —confiesas, algo mareada.

—Lo sé. —La distancia se rompe. Vuestras respiraciones se entremezclan y escuchas decir—: Ahora que sabes mi verdadero rostro, es hora de jugar de verdad.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top