SMUT: TWØ
pov's park soojin
En la hora de la cena la mesa se encontraba con una tranquilidad inexplicable, mayormente es un caos, por las varias veces que he cenado aquí. El hermano menor de ShinA es alguien travieso, disfruta de hacerla enojar con sus palabras ofensivas, o le tira comida a la cara, pero hoy, para mi sorpresa, esta en silencio, sin decir nada. Come en tranqulidad sin levantar la vista del plato. Confundida giré mi vista, tratando de leer el comportamiento del resto, también sin decir nada. Hace unas horas Jena me ofreció galletas, ella sonreía en grande como es usual, y alagaba a su esposo por querer preparar la comida de la noche. Ahora, ve su plato callada, con una inquietante mueca en su rostro que me arruga el ceño. Ver a Jena molesta no es nada lindo.
Por su parte, mi amiga fija toda su atención en el móvil mientras chatea con su novio.
—¿Te gustan los mariscos, SooJin?—mi corazón estuvo a nada de salir por mi pecho con un fuerte latido cuando sus palabras llegaron a mis oídos, trague saliva y desvíe la vista a él.
—Es mi... mi platillo favorito. —quise golpearme a mi misma por ser tan idiota y balbucear entre la oración. Limpié mis comisuras— Me encanta, usted cocina muy bien.
—Gracias, me alegra que alguien valore mi talento culinario.—bromeó, y sonrió, mostrando unos tiernos holluelos en sus mejillas, de cada lado.
Es fantástico, en todo sentido. Hasta su más mínima acción hace que me sienta asombrada de su existencia. El Señor Kim es alguien con muchos talentos, uno de tantos, es que se le da muy bien las matemáticas, por ello mismo es que trabaja con una de las empresas más famosas del país, en el área de tecnología. Además, ha estado en múltiples países dando conferencias sobre su trabajo y la forma que lo desarrolla.
Si fuera mi padre estaría muy orgullosa de él.
—Terminé. —ShinA dejó caer sus palillos en la mesa y tomó mi mano al levantarse— Iremos a ver unas películas, buenas noches.
—No se queden hasta muy tarde. —pidió Jena, al notar que su hija no le hacía caso, bufo negando— Ash, está niña.
—Son jóvenes, nada les importa en estos momentos.
( ... )
Vamos a ver un maraton de la saga de 'Harry Potter', todo porque JiMin –el novio de ShinA– es fan de las películas, y ella odia no saber de lo que le cuenta cada vez que lo visita a su casa. Así que decidió ver la saga, y arrastrarme a mí en el proceso. Giré mis ojos cuando el cuarto fue fundido por la oscuridad, la película comenzó, pero ella seguía tecleando en el móvil. ¡Es tan exasperante!
Lo ignoré por la primera hora, hasta que mi cabeza comenzó a doler.
—Necesito ir al baño, ¿Bien? —ante su silencio decidí continuar con mi cometido.
Arrastre mi cuerpo hacia el pasillo, pasando por algunos cuartos antes de botar el baño al final. Quiero cepillar mis dientes, ¿Mamá empacó mi pasta favorita? Espero que sí, pues es la única que deja mis dientes bien lavados.
En medio de mis 'profundos pensamientos', abrí la puerta, notando que la luz ya estaba encendida.
—¡AHH! —grité.
El cuerpo semi desnudo del otro lado hizo que me paralice por unos segundos. Una piel tostada, tonificada, con gotas cayendo por su torso hicieron que mis mejillas se volvieron rojas inconscientemente. La toalla intentó cubrir su miembro, y aunque no podía verlo, si notaba el grosor.
—SooJin…—dijo mi nombre.
Rápidamente cerré la puerta y corrí al cuarto otra vez, fingiendo que, en realidad, mis muslos no desean ser frotado entre sí.
( ... )
Eran cerca de las doce. Pensé que ShinA se quedaría hasta tarde viendo películas conmigo pero luego de una hora estando hablando con JiMin, no tardó en quedarse dormida con el móvil en su rostro. Suspiré, tomando el artefacto para enchufarlo y que cargue un poco, mañana se despertara queriendo seguir charlando con ese tonto. La ayude a taparse, para que no pasara frío. Y me levante de la cama, hay una para invitados abajo de la suya ya preparada, así que debía sacar esa de allí para que yo pudiera descansar.
Pero antes de hacerlo, requiero ir a tomar algo. Me siento abrumada, por no decir ansiosa. La culpa me carcomió durante todo el día transcurrido, ¿A caso soy una mala amiga? ¿Qué clase de amiga fantasea con el padre de la otra? Estoy segura que, quien sea, me vería como una zorra. Haber visto al Señor Kim en paños menores me hizo repetir aquella hermosa imagen en mi cabeza durante toda la película, ¿Y sí yo… hubiera entrado al cuarto? Sin importar que fuera casado, y que yo tuviera la edad de su hija, y que él me conociera desde que soy una niña pequeña… ¿Cuál hubiera sido su reacción al ser tocado por mí? Me pregunto si Jena lo complacerá más de lo que yo podría hacerlo.
Una mujer joven de mi edad seria capaz de darle todo lo que necesita. Más bien, sólo yo podría hacerlo sentir por las nubes, tal como él me hace sentir a mi sin siquiera ponerme un dedo encima.
Bajar las escaleras y pasar de largo la sala me hizo llegar a la cocina, una vez allí dentro me dispuse a beber la suficiente agua como para abastecer todo un desierto. Mi garganta se siente seca y adolorida.
—Mierda, soy una… —negué, cortandome a mi misma antes de autollamarme de la peor manera posible—. Merezco lo peor.
—No creo que hayas sido tan mala niña como para merecer las peores cosas de la vida.
Oh, no…
—Señor Kim. —fui emboscada con su presencia, utilizando un pijama de dos piezas y el cabello cubriendo su frente se mostró frente a mí. Desvíe la vista, avergonzada luego de lo sucedido en el baño.
—SooJin, mírame. —pidió, dando pasos más cerca, lo sentía aproximarse. Mi cuerpo, en reacción, se pegó más a la isla, me encogía pensando en que posiblemente si alguien nos encuentra aquí, en la oscuridad, podría pensar en lo peor. Yo ya lo pienso— Hey, tranquila. —temblando fui tomada por sus dedos, mi mandíbula sostenida por ellos me obligó a verlo, a centímetros de mi rostro— Me viste…
—Lo siento tanto, Señor Kim. No era mi intención faltarle el respeto de esa forma, juro que no vi mucho, yo… yo…
Con una traviesas risilla nasal, él dijo:
—Apuesto a que te encantó.
Y lo hizo, me calló de la manera más astuta posible, de la única forma en que yo podría quedar muda, sin procesar nada más a mi alrededor. Sin perder tiempo, ni pedir permiso, sus manos agarraron un puñado de mi trasero, agarrándolo con fuerza antes de levantar su mano para abofetearlo, lo que provocó que dejara escapar un grito ahogado. ¡Me van a oír! ¿Al señor Kim no le importa? ¿Su integridad no está en juego? Dios mío, sálvame. Aunque, ahora, lo único que quiero es disfrutar del momento otorgado.
Empujé las caderas hacia abajo sobre las de él, nuestras entrepiernas se juntaron, la sensación era tan fuerte que mis gemidos se escapaban por sí solos. Sabía que Jena tiene el sueño ligero, por lo que podría levantarse en cualquier momento, así que tener cuidado es nuestra mayor prioridad, probablemente incluso dejar de hacer lo que estamos haciendo antes de que nos dejemos llevar.
—Señor Kim —exhalé— Tenemos que parar, Jena nos podría oír. —no se detuvo, en lugar de eso, sólo me mordió el cuello, chupando un punto a un lado. A lo que atiné en medio de mi desesperación fue morderme la lengua para tratar de tragar los gemidos.
Joder, no me retuve, y si soy honesta, me rendí luego de unos toques tentadores. Desnude mí cuello para él y lo dejé hacer lo que le plazca. Podía sentir que empezaba a ponerse duro mientras seguía moliéndolo. Él gimió, subiendo sus manos para ahuecar mis caderas, guiándome en el proceso. Gimoteando lastimosamente, la sensación del orgasmo estaba tan cerca y tan lejos que hizo que un sonido molesto saliera de mi garganta.
—Al sofá. —ordenó.
El Señor Kim me tomó entre sus brazos como si no pesara nada. Atravesamos la cocina, y con una brusquedad no prevista, fui dejada en el mueble gigante de la sala. La suavidad de este hizo que me estremeciera, y las fotos colgadas en la pared hacían que mi corazón tuviera un pinchazo.
—Y-Yo… no puedo hacerle esto a ShinA. —se sentó a mi lado, con la lujuria marcada en sus rasgos.
—Ella nunca se enterará. —tocó mis mejillas, rozando cada borde con delicadeza— SooJin, muero por follarte.
—Pero su esposa, sus hijos…
Hacerle esto a ShinA y a Jena...
—Cambiaría todo por tí, lo juro. —me subió a sus muslos, y susurró— Eres el único coño al cual mi polla ruega por follar.
( ... )
Pasados unos cuarenta minutos, tal como en las tantas fantasías que tenía en mis noches de soledad, el Señor Kim se comportaba como un salvaje. Amortiguaba sus exclamaciones mordiendo la piel de mis hombros, o besando mi cuello. Estaba tan metido en esto, que podría estrellarse un avión justo al lado nuestro y ninguno voltearía a verlo.
—Sí, demuestra quién es una niña buena.
Su voz ronca resuena en mis tímpanos mientras me toma del cabello en una cola de caballo improvisada, agarrándolo bruscamente y enviando sacudidas de dolor al cuero cabelludo. ¿Me importó de todos modos? No. El dolor parecía amplificar el placer disparado por mi pobre coño destrozado, mientras él seguía follando con su dura polla, golpeando lugares que me hacen ver las estrellas, destellos blancos en la parte posterior de mis párpados mientras él sigue empujando su longitud. Mis paredes se estiran abiertamente, dando la bienvenida a su polla dentro.
No estoy para nada segura de que pasara luego de esto, ni de cómo de un segundo al otro termine siendo fallada por el padre de mi amiga, tras verlo desnudo en el baño y de haber compartido una cena con él y su amable familia, la familia que yo siempre soñé. Durante años vi al Señor Kim como la figura paterna que no tuve, pero, ¿Follarlo no es algo enfermizo? Oh, claro que lo es. Sin embargo, ya no hay manera de retractarse, no cuando mi cabeza está vacía de tanto placer puro, el que solo él me da con su polla. Sus besos ligeros en mi omóplato contrastan con sus embestidas duras y ásperas, me sacude sobre sus muslos, incluso sostenida a sus hombros no soy capaz de mantenerme bien recta.
Un empuje particular hace que convulsione alrededor de su polla mientras deja escapar un gemido profundo, me siento volando en las nubes. Él gime, siguiendo con una serie de maldiciones mientras sus dedos se deslizan hacia la parte donde nuestros cuerpos se encuentran, y comienza a frotar círculos rápidos alrededor de su capullo mientras murmura mi nombre.
—Mmmh, SooJin. Te gusta, ¿No? Amas tenerme follándote como una perra desesperada.
La presión y el placer son demasiado para manejar, los ruidos lascivos llenan la sala con mi centro resbaladizo lubricando su polla, piel golpeando piel.
Gemidos salen de mi boca, la baba alcanza hasta el final de la barbilla y cae sobre su pecho mientras –como una idiota – me aferro a la idea del ahora, del presente. El Señor Kim continúa jodiendome como un animal en celo. Estoy segura que nota lo cerca que estoy de acabar, yo misma lo siento en la boca del estómago, ¿Él también? Creo que sí, quiero que se corra. Sintiendo que su polla abusa de mi cuello uterino, la cabeza le cae sobre el respaldo del sofá, y se aferra a mis caderas maltratadas, lo que seguramente dejará marcas por el momento.
Un estruendoso grito amenaza con salir de mi garganta cuando siento sus dedos tirando suavemente de mis pezones endurecidos, me relajo alrededor de su polla, después de sesenta minutos cabalgando. El placer nos ondea por todo el cuerpo en blanco, el subidón nos golpea más fuerte que un camión, mientras yo jadeo por aire.
—Ah… —suspiré, derrumbándome sobre su pecho. La neblina post orgásmica me ciega por momentos, con él todavía dentro mío, palpitando. Su cálida lengua juega con el lóbulo de mi oreja, y me estremezco— Señor Kim —lo llame en un tono débil, cuando bajó sus ojos para verme, dije— ¿Qué haremos?
—Lo que sea necesario para no volver a perderme de tu cuerpo nunca más, bebé.
Dios, he pecado.
— Fue un pedido de: Sharim-Herondale
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