18 ─── anhedonia
CAP. DIECIOCHO [ 2 ]
❝ anhedonia ❞
La mañana en que regresaría a clases, llegó más deprisa que nunca. ¿En qué momento había pasado el verano? Había sido un soplo de aire, unos cuantos días.
¿En serio se había pasado dos meses entrenando Karate y viéndose envuelta en problemas románticos, a la vez que follaba con Daniel LaRusso siempre que podía?
¿En serio había perdido a su padre?
Suspiró mirándose al espejo empañado.
Su mente corría entre miles de asuntos, desde cuánto tiempo podría sobrevivir con la pensión del seguro hasta cuánto costaría la preparación para los SAT; barajó, por supuesto, la idea de conseguir un trabajo sin que este representara un obstáculo en sus estudios, porque sí que necesitaría notas excelentes, un puntaje de más de 2000 en los exámenes de ingreso, y cartas de recomendación de sus maestros, para conseguir una beca completa, ni siquiera debía ser un lugar demasiado lujoso, o elitista, la Universidad de California en Los Angeles sonaba bien.
Quería estudiar en cualquier lugar y no dedicarse a ser una cajera por el resto de su vida, no porque estuviera mal ser una cajera, sino porque quería hacer con su vida algo más que simplemente ser un excedente de la sociedad que debía ser eliminado.
Terminó de secarse el cabello y salió del baño envuelta en una toalla. River ya se había marchado, pero para su sorpresa, había dejado preparado el desayuno en la mesa. No pudo evitar sonreír, era tan tierno, incluso haciendo algo tan simple como café con tostadas. Se preocupaba por ella en la medida que Heaven debería de hacerlo, porque si seguía a ese ritmo caótico de su vida, caería por una pendiente.
Comenzó a caminar hacia su habitación para vestirse, cuando oyó que tocaron la puerta. El vello del cuerpo se le erizó de inmediato, y sus dedos temblaron sutilmente ante la idea de lo que podía ser... o de quién.
Quizá no había sido su jugada más inteligente eso de enviar mensajes demandantes, subidos de tono, casi manipuladores, pero estaba borracha y realmente se arrepentía. Para cuando Heaven cobró conciencia, ya no podían borrarse. La ansiedad la había consumido durante unos minutos en los cuales River se daba una ducha y se colocaba el costoso uniforme del colegio privado al que sus padres lo mandaban. ¿Qué tal se veía? Como el maldito infierno, sí Señor.
Su estómago entonces, había sido un colador de alcohol, sentimientos confusos acerca de su relación con River y la ansiedad sobre cómo se tomaría el Señor LaRusso su comportamiento, sumado a la perspectiva de su primer día de su último año, y al miedo constante de que Johnny Lawrence decidiera Twittear la verdad sobre su relación poco sana con Daniel.
Quería vomitar en la taza del baño, pero nada salía de ahí.
¿Era normal sentirse tan sucia? ¿Era coherente tener ganas imparables de arrancarse la piel como una serpiente mientras se hundía bajo el jabón? La nueva piel le había quedado demasiado sensible luego de aquella tortura de baño. Al menos ya no olía a alcohol, pero estaba llegando tarde a clases.
El reloj marcaba las ocho de la mañana cuando decidió echar un vistazo por la mirilla.
Un nuevo golpe la hizo saltar en su lugar.
Se preparó con una gran bocanada de aire y abrió la puerta deprisa, escondiéndose detrás por si alguno de sus vecinos pasaba y la veía en paños menores. La toalla parecía aflojarse por sí sola, cuando sus ojos se encontraron con los de Daniel, de ese café oscuro como un espeso chocolate caliente, o esos bombones de caramelos de menta que en su interior guardaban esa mezcla extraña y misteriosa que Heaven no podía describir.
Era su debilidad. Sus ojos y su sonrisa, esa expresión como si estuviera dándole toda la atención solo a ella, podía comprarla, aunque fuera momentánea y falsa. Heaven sabía que no podía ser aquello que deseaba, pero trataba de creerlo, porque por un segundo, de veras parecía volverse realidad.
¡Oh, Señor, cruel! ¿Por qué la hacía pasar a ella por ese tormento llamado, caer en amor por Daniel LaRusso?
Corrió a abrazarlo en cuanto la puerta se cerró. ¿Qué más podía hacer? Necesitaba de él.
- También te extrañé, V.
- ¿Cómo me ha llamado?
- V. ¿Suena mal?-preguntó mientras acariciaba su cabello húmedo. - Porque a mi me gustaría tener una manera especial para llamarte. Algo que solo yo pueda decirte. - comentó con una sonrisa galante mientras se hundía en su cuello, dejando besos.
¿En serio? ¿Apenas llegaba y ya quería ponerla contra alguna superficie? ¿Cuánto poder le había dado a Daniel LaRusso para tenerla así? ¿En qué momento decidió aceptar que todo fuera simplemente físico? No pedía una relación, pero quizá, tal vez, algún día, este pudiera decirle unas palabras, preguntarle cómo estaba, cuales eran sus sueños y aspiraciones, que deseaba lograr en la vida.
No tenía ganas de sexo en aquel momento, y aún así, estaba tan desesperada porque se quedara, que comenzó a desvertirlo de su estúpido traje con una sonrisa forzada.
Sus placenteras manos le quitaron la toalla. Sonrió con esa mueca socarrona al costado y Heaven soltó un grito cuando la levantó de un solo movimiento y la hizo aferrarse a su cadera.
- ¿Estabas esperándome, nena?
Di algo inteligente, pensó:- Es usted un hombre muy egocéntrico. Esperaba a mi amante número seis, ya sabe cómo son los críos de impuntuales.
- ¿Y qué número soy yo? ¿El Uno?
- De hecho, es usted el onceavo, Señor Larusso. -comentó con algo de desdén. - Quizá debería prestarme más atención si quiere subir de puesto.
- Creo que puedo solucionarlo. - respondió desconfiado comenzando a ir hacia su habitación.
La última vez que supo de Daniel LaRusso en su casa, había un cadáver en la sala. El pensamiento no ayudó precisamente a encontrarse más predispuesta al acto carnal. Su cuerpo respondía a los sutiles estímulos que Larusso dejaba por su cuerpo, porque era algo natural, una respuesta puramente biológica.
Cuando la lanzó a la cama completamente desnuda, este se quitó los zapatos y el resto de la ropa que le quedaba, dejándola perfectamente doblada en su escritorio.
¡Ya! No vaya a ser cosa que la esposa se de cuenta que lleva la ropa arrugada. Los pensamientos llegaban a Heaven mientras miraba el techo de su propia habitación, directo hacia la luz natural.
No lo descubre porque nunca llevo perfume encima, ni labial. ¿En serio, una mujer tan inteligente como Amanda LaRusso, no se daba cuenta que su esposo la engañaba? No es que Heaven quisiera que se supiera, ¿Pero si alguna vez ella se casaba, tampoco lo dudaría? ¿Ni siquiera un poco? Porque a pesar de todo, aún se creía lo suficiente lista como para entender el comportamiento de las personas.
Claro, menos el suyo propio, porque era una idiota con sus deciciones la mayoría del tiempo.
-Extrañé mucho tu piel.
¡Qué gran halago! ¿Por qué no simplemente le digo que se vaya? Señor LaRusso ¿Qué me has hecho?
La chica tomó una fuerte bocanada de aire cuando sintió a Daniel LaRusso lamer su clítoris. Es decir, su mente claramente no estaba poniendo lo mejor de sí, pero su cuerpo reaccionaba por naturaleza al tacto, fue involuntario no jadear luego de unos segundos.
Aunque la reacción fue corta, pareció suficiente para que el hombre pensara que estaba haciendo un gran trabajo allá abajo, y es que usualmente lo hacía, era una de las cosas que la mantenían amarrada a él: podría considerarse un dios contemporáneo del sexo.
- Eres tan dulce.- murmuró contra el pliegue de sus labios. Las yemas de sus dedos viajaron desde el interior de sus muslos hacia su abdomen, toqueteando un poco, hasta depositarse en sus pezones, siempre sensibles al mínimo contacto. -Me encantas tanto, Heaven.
Trató de disfrutar. Trató que su mente y sus pensamientos intrusivos sobre las responsabilidades que tenía, no se vieran inmiscuidos en aquel momento, no importaba que no llegara a clase, ni tampoco importaba el dolor que sintió al ver la mirada de decepción en los ojos de Johnny Lawrence.
Debía concentrarse en Daniel LaRusso. Nada malo le sucedería a su lado, ¿verdad? Todo estaría bien, solo tenía que poner un poco más de voluntad.
Ambos se besaron un rato largo y tendido mientras las largas falanges de sus dedos, jugueteaban con su entrada y la preparaban para él. Tampoco pudo concentrarse en aquel momento, a pesar de estar más de diez minutos con ese jueguito previo al sexo, su mente pensaba inmediatamente en la necesidad de usar protección, y como todo era más sencillo con Johnny. ¿Era muy costosa una vasectomía? Dudaba que Johnny o Amanda tuvieran alguna ETS.
-Heaven. -le llamó en un murmullo suave. Frente a ella, esos hermosos orbes que le quitaban la respiración. -¿Te sucede algo?
-No desayuné, es todo.-mintió volviendo a encontrar sus labios.
¿Cómo era el dicho? ¿Finge hasta que lo consigas? De acuerdo, entonces, ¿Qué tan difícil sería fingir un orgasmo? Quizá así conseguiría un poco del verdadero tipo de atención que necesitaba.
-¿Le importa si pongo un poco de música?
-¿Puedes creer que no tengo idea de tus gustos musicales?
¡No! ¿En serio? Quizá soy muy reservada, Señor LaRusso. Es decir, no es como si no tuviera treinta camisetas distintas con estampas de bandas de glam rock en mi armario.
Se mordió la lengua un momento antes de colocar I Was Made for Lovin' You en su teléfono. La idea del ritmo de la canción, le daba cierta confianza para sonreír y fingir que todo estaba bien.
Volvió a su cama, que crujió bajo su peso, y se sentó a horcajadas sobre el regazo de LaRusso. Su pene ya estaba envuelto en el profiláctico, y solo necesitó apuntarlo hasta su entrada para comenzar a ver el efecto en su rostro.
Fue extraño, no solo la nueva punzada de dolor que no sentía desde que Johnny la había follado por primera vez, sino la expresión de placer en los ojos de Daniel. Cuando finalmente sus paredes se amoldaron alrededor de la textura de su falo, con un gran suspiro que trató de hacerlo sonar como si fuese de placer, subió un poco ayudada de sus rodillas y volvió a bajar, empalándose por completo.
-Oh, linda.
-¿Le gusta? -preguntó tentativamente, entrecerrando los ojos y repitiendo el movimiento ascendentes y descendente, moviéndose de vez en cuando un poco en círculos, como solía gustarle a ella. -¿Le gusto, Señor LaRusso?
-Me encanta, Heaven, y también me encantas tú. -contestó afianzando más su agarre de sus glúteos y haciendo la cabeza hacia atrás, cosechando el placer que estaba recibiendo sin hacer absolutamente nada.
Si era sincera, Heaven estaba tratando de entender cuál era la parte que realmente le gustaba del hombre. Cuando quitabas su atractivo físico y su buena elección de palabras
¿Qué quedaba?
Quizá no estoy tan enamorada, se dijo a sí misma echando la cabeza para abajo y llevando sus manos contra la piel endurecida del abdomen sutilmente marcado de Daniel.
Quizá es un capricho. Mierda, ¿en serio me he metido en esto solo por un capricho?
Lo arruinó con Johnny, lo arruinaría con Sam y el resto de sus amigos si se enteraban, incluso podría filtrarse y correrse la voz por las redes, arruinando no solo la reputación del negocio de Daniel, sino de su vida propia, dificultando sus estudios y su oportunidad de obtener lo que quería.
Bueno, quizá estoy exagerando, pero ¿no hay que pensar así las cosas, para temer más a las repercusiones?
-Ahh...- suspiró aburrida. Las tetas le dolían de estar rebotando tanto, al igual que sus piernas que aguantaban su peso arriba-abajo.
¿Por qué no simplemente podía olvidarse de todo y ya? Dejar a un lado esa mierda de situación y concentrarse en aquello que sí tenía futuro.
Los ojos le picaron y la respiración se le hizo más difícil de manejar.
¿Su madre la había educado así? ¿Su hermana querría verla pasando por aquello?
Por fin sucedió. Una primera lágrima cayó por su mejilla, seguida de otra, y luego de su pecho queriendo sacarlo todo.
Estaba llorando luego de tanto tiempo.
-Heaven, ¿Qué pasa?
Se colocó a un lado de la cama y se abrazó a sí misma. Sintió al Señor LaRusso querer acercarla a él, pero se resistió un poco.
-Heaven, dime que pasa. ¿Hice o dije algo que...
-¡No! -respondió con furia derramando su alma entre sus manos. -No todo tiene que ver con usted ¿sabe? Tengo suficiente con mi vida como para preocuparme por la suya.
A pesar de su grito, Daniel la envolvió y la hizo colocarse bajo las sábanas, aún llorando. Quebrándose por primera vez de verdad delante de alguien.
-Me siento tan sola. -confesó. -Quiero creer que todo mejorará, pero es que lamentablemente me es imposible conciliar la idea. Mi familia ha muerto, Señor LaRusso, usted no sabe como se desprende el alma de mí al despertarme cada mañana y saber que estoy sola.
-Heaven, tienes amigos, personas que te quieren...
-La mayoría de las amistades del colegio se pierden. Me doy asco, además porque engaño a la que se supone es mi mejor amiga. ¿Por qué no pude tener una vida normal normal. . . ¿Por qué estamos haciendo esto?
Las palabras no parecían llegar a Daniel. La chica estaba hecha un bollo de lágrimas, planteando una conversación que él también se había hecho varias noches cuando no podía conciliar el sueño.
¿Qué quería él con Heaven Walker, en realidad?
De igual manera, trajo a Heaven contra su pecho y pasaba sutilmente sus manos por su cabello en un intento de consolarla, algo que al parecer no lograría en un buen rato. A ella sólo le quedaba dejarse abrazar por Daniel, haciendo el mayor esfuerzo para dejar de llorar y verse tan débil ante alguien.
Su teléfono sonó a lo lejos, y casi de inmediato, la música, Daniel reconoció la voz de Joan Jett, se detuvo cuando el propio de Heaven cambió al tono de llamada.
Algo muy malo había pasado en la secundaria de West Valley.
ola manas perdón por
desaparecerme unos días jajajja
pero aquí está la actualización ,no me
den gracias a mí sino a astxriapevensie pq ella lo escribió:33
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