15 ─── happy birthday heaven

CAP. QUINCE [ 2 ]

feliz cumpleaños heaven

La puerta se abrió revelando ante Johnny la imagen de Heaven. No había cambiado nada desde que la había visto unas semanas atrás.

El cabello lo llevaba igual de castaño, algo que la hacía ver más elegante, los ojos grandes iban maquillados con esa máscara negra de pestañas, los labios finos y pálidos estirados en una sonrisa tensa de costado tenían su usual color rosa pálido, y como pasar por alto que llevaba unas bermudas bajo la camisa de Iron Eagle que deliberadamente le había quitado, cuando se marchó de su casa.

 A pesar de las ojeras que pintaban su piel debajo de sus ojos, parecía la misma chica que había mostrado su rudeza digna de Cobra Kai. Harían falta miles de caballos de Troya para lograr destruir a la chica. Era de mármol.

 —Hey. —saludó Heaven apoyándose en el marco de la puerta y mirando directamente a él, a esos bestiales ojos azules que como siempre parecían triste en comparación al resto de su rostro. —¿Qué haces aquí?

—Es tu cumpleaños. —respondió. —Te compré un obsequio.

 Le tendió, casi con rudeza, el paquete penosamente envuelto. Era como un bollo de  papel de regalo y metros de lazo, alrededor de algo de proporciones desconocidas.

—¿Johnny Lawrence me compró un obsequio? —preguntó ensanchando la sonrisa, como si aquello la divirtiera de sobremanera. Y es que lo hacía, la situación comenzaba a escalar hasta lo hilarante. El hombre asintió tratando de sonreír. —De todas formas, ¿Cómo lo supiste?

—Llenaste la ficha de inscripción para el seguro del dojo. —dijo como si fuera obvio adelantando unos pasos hacia ella, tal como Heaven lo había hecho cuando lo visitó.— Cuando aún ibas a Cobra Kai, me refiero.

 La chica asintió y luego de pensarlo, y comprobar que no había nadie cerca mirando, se hizo un lado, invitándolo a pasar. ¿Qué podría salir mal? Además, ¿Qué problema habría de cualquiera forma, si daban con ellos? Heaven tenía dieciocho, podía tomar sus propias decisiones y nadie debería de juzgarla por ello, por más estúpidas que llegaran a ser.

 En cuanto Johnny entró en la sala, se dio cuenta que no solo su departamento parecía vacío.

No había ningún ruido, ninguna compañía. Heaven era demasiado joven a diferencia de él, ¿Cómo soportaba ese abrumador silencio? Él llevaba treinta años viviendo de esa misma manera. No quería que la chica sintiera aquello, era horrible.

 ¿Qué si se había preocupado por la chica cuando se enteró de lo de su padre? Por supuesto que sí. Aunque Miguel no lo admitiera en voz alta, extrañaba a Heaven y estaba muy atento a ella a pesar de dejar de ser amigos debido a su deserción de Cobra Kai. Sabía también que Hawk había golpeado a un chico en un centro comercial porque parecía estar molestando a Heaven.

 Sinceramente, era imposible no añorar su compañía luego de haberla conocido. Tenía un magnetismo que para Johnny, se volvía complicado definir, algo que tiraba de él hacia ella cada vez que le pensaba, como si fuera una necesidad estar a su lado y comprobar que estaba bien, a salvo y sin dolor.

 — ¿Quieres agua?

 — Traje cerveza y comida. — contestó levantando la gruesa bolsa de papel. — Quizá querías brindar por tu mayoría de edad, no sabía muy bien en realidad que traer, pero te gustaban las hamburguesas con patatas fritas. ¿Aún lo hacen?

 Heaven había dejado su obsequio en la mesa de café de la sala, y se había cruzado de brazos frente al hombre.

— ¿Qué haces aquí, Johnny?

 Jugó un poco con las llaves de su coche, antes de contestar. Debería de ser sincero, solo que decir las palabras correctas, era sumamente complicado.

— Lamento no haber llamado.— dijo finalmente. — Debí haberte marcado esa misma mañana, pero, no lo sé, creí que nuevamente te habías marchado. No te despediste. ¿Y si no querías volver a verme? No estaba seguro de nada, así que espere a que fueras tu quien lo hiciera primero.

 Heaven se acercó un poco más a Johnny. Tenía su corazón completamente confundido en aquellos momentos. ¿Debería de seguir con esa irregularidad? ¿Era malo estar con más de una persona a la vez? Al menos, de forma física. ¿Estaba preparada realmente para tener ese tipo de relación de manera constante?

 — Te di un beso antes de irme. — confesó Heaven levemente sonrojada.

 — Estaba dormido, creo que no cuenta, quizá quieras darme otro. — bromeó, casi esperanzado. — Podríamos cenar y si quisieras, yo podría quedarme el resto de la noche.

 Heaven se llenó los pulmones de aire antes de acercarse. Uno de los brazos de Johnny se apresuró a rodearla por la cintura y mantenerla cerca a él.

 Podía sentir el calor que expedía su cuerpo, el fuerte aroma a colonia masculina le inundó la nariz y cuando finalmente estaban a nada de besarse, oyeron el golpe en la puerta.

 ¡Mierda! pensó Heaven de inmediato.

 En situaciones desesperadas, medidas desesperadas, ¿no? Bueno, la única medida desesperada que Heaven lograba encontrar, era meter a Johnny Lawrence debajo de su cama porque no cabría dentro de su armario, era seguro.

 Un segundo llamado a la puerta la sobresaltó.

 —¿Quién-

 —Shh. —lo mandó a callar. Bueno, quizá si creían que no estaban, se irían, ¿No? Era traicionero hacer algo así, ¿Pero qué más podía hacer? —Son mis amigos. —susurró muy cerca de su oído para que nadie más pudiese oírlos. —Y no es por ofender, pero no deberían vernos juntos.

 Johnny pareció comprender porque se quedó increíblemente quiero y en silencio.

 Otro golpe, más fuerte y más rápido.

 Respiró profundamente y despacio.

 —Quizá no esté aquí. —oyeron la voz de Robby, y el corazón le dio un vuelco.

 Johnny y ella compartieron una mirada significativa.

 —¿Eres amiga de mi hijo aún?

 —Eh… sí.

 —¿Quieres que me vaya? —había algo en las palabras de Johnny que hacía sentir a Heaven que quería todo lo contrario. Como si esperara que fuera ella quien admitiera que su plan de cenar y quedarse, sonaba mucho más apetecible que quedarse con sus amigos en casa. — Podría fingir que pasé a saludar, sabes…

 — Johnny, cállate y podrás quedarte.

 — Entonces… ¿Prefieres quedarte conmigo que con tus amigos?— preguntó sonriente. Su mano continuaba sujeta alrededor de su cadera, y pareció acercarla más a él. Heaven sintió las piernas temblar. — ¿Eso es un sí?

 —Púdrete, Lawrence.

 Sin embargo, en vez de hacer eso, Johnny finalmente la besó.

 No supo exactamente cuando los golpes en su puerta cesaron, pero cuando ya no había ruido del otro lado de la puerta, Johnny finalmente dejó la bolsa con comida a un lado de la mesa y se acercó nuevamente a besarla.

 Heaven decidió no pensar en absolutamente nada, y dedicarse a sentir las manos del mayor viajando por todo su cuerpo. Que Dios o el Diablo la perdonara por dejarse tentar tan pronto, pero su trabajo no era ser una Santa o vivir para serlo una vez muerta. Heaven Walker, quería estar con Johnny Lawrenece aquella noche, incluso si aquello significaba alguna clase de sacrilegio.

 Los labios de Johnny y los de Heaven encajaban a la perfección. Ambos de tamaño similar, con una textura tersa y un calor que la prendió de inmediato. Mordisqueó un poco las esquinas. Su lengua se coló dentro de la boca de Johnny y ambos comenzaron a invadirse mutuamente, luchando casi por saber quién sería el que tuviera el control aquella noche de sus impulsos, con sus fuertes manos bajando por la cintura de Heaven hasta la cadera, palpando sin vergüenza alguna sus atributos, dirigiéndose con relativa calma hasta su trasero.

Heaven jadeó cuando lo sintió apretar y acercarla completamente a él, chocando con la erección que ya comenzaba a hacer bulto en sus pantalones vaqueros.

 — ¿Vamos a mi habitación?—murmuró contra sus labios.

 Sus manos jugaban con los vellos que crecían descontrolados en su nuca, acariciando la piel y tirando suavemente de ellos. Su centro vibraba de la impaciencia y pudo sentir cierta humedad en sus bragas cuando se separaron y lo dirigió hacia su habitación.

 Esta no era muy grande, pero al menos había podido quedarse con la cama doble, a Johnny no pareció importarle mucho. Se sacó la chaqueta y la dejó en la silla de su escritorio con su camiseta de manga corta; se deshizo de sus zapatos y sus calcetines, y se bajó los pantalones vaqueros dejándolos a un lado, hechos un bollo en el suelo.

 Le dedicó una sonrisa antes de volver a besarla.

 Johny tomó su rostro con ambas manos, sujetando muy bien desde su mandíbula, avasallando su ser con aquel beso pasional. El hombre a decir verdad, se hallaba particularmente decidido a hacerle pasar un buena noche a Heaven, porque realmente quería que la chica volviera a llamarle, y porque sobre todas las cosas, quería que tuviera un buen recuerdo de su cumpleaños, quería que se sintiera extasiada.

 Abandonó sus ahora rojizos labios y comenzó a probar su blanquecina piel que funcionaba como un excelente lienzo para dejar marcas por doquier. Solo había tenido sexo con ella dos veces, pero había sido suficiente para saber que a la chica le encanta aquel punto escondido tras las oreja, una pequeña zona erógena que aquella vez no defraudó. Depositó con cariño un suave beso y mordió la piel que pudo, deleitando sus oído a la vez con aquellos suspiros de placer.

El maquillaje de sus ojos se había corrido un poco fruto del calor de la excitación y su hermoso cabello que trataba siempre de sujetarlo en una coleta, estaba suelto salvajemente, dándole un aspecto mucho más mayor, y, para Johnny, un semblante erótico.

 Las yemas de sus dedos se colaron debajo de su camiseta para sentir la piel tersa que poseía, sintiendo aquel escalofrío que estremeció a Heaven encima suyo. Una sensación posesiva llegaba a él siempre que se encontraba con ella, una necesidad de marcar su piel con cientos de tonalidades desde el rojo hasta el sútil morado, dejando evidencia de su paso por ella, queriendo que siempre le recordara sobre cualquiera otra persona.

 Sonrió apartando el cabello de su rostro luego de arrebatar por sus brazos su vieja camiseta: — ¿Recuerdas lo que te dije, la última vez? Puedes marcarme, Heaven, porque yo amo dejar marcas sobre tu piel. — besó su cuello una vez más y cuando se apartó para verla nuevamente a los ojos, con esa mirada hambrienta que hacía que el vientre de Heaven se contrajera anticipadamente, pasó las yemas de sus dedos, contorneando la silueta de sus pechos que lucían semi expuestos, ocultos aún por su brassier de encaje. — Y debo admitir lo apetecible que hace lucir tu ropa interior. ¿Acaso lo planeaste?

 Mentiría si dijera que no soñó con la posibilidad de tener a Daniel LaRusso entre sus piernas esa noche.

Aún quedaba pendiente esa patética disculpa que Heaven se imaginaba como sería. Sin embargo, de la misma manera que mentía al Señor LaRusso, le mentiría a Johnny Lawrence: era un mecanismo de supervivencia, no quería verse metida en ningún otro conflicto de momento. Sorpresivamente, tenía una gran habilidad para mentir o para camuflar la realidad.

 — Me gusta sacarme fotos a veces, Johnny. Soy un poco traviesa.

 Aquello envió una corriente eléctrica de placer por su pene, que dio un tirón y se removió bajo las húmedas bragas de la dulce Heaven. Johnny estaba seguro que de pasar más tiempo con ella, se volvería loco, completamente hundido en una adicción por su piel, por sus besos y sobre todo, por aquella mirada que le otorgaba. Heaven podría significar una gran droga en sus sistema, y como cualquiera de estas, su consumo resultaba peligroso.

 — ¿Te gusta jugar, Heaven? —preguntó en un murmullo, bajando sus manos frías por su silueta, y acariciando la tela de encaje azul de sus bragas. — ¿Por qué no juegas conmigo?

 — Podría-ahhhh.—gimió de inmediato, cortando su respuesta. Johnny podía jugar sucio si quería. Lo estaba demostrando al colar uno de sus dedos por la entrada mojada y preparada de Heaven.

 Y es que esa era otra de las cosas que lo volvían loco. Quizá se debía su reciente descubrimiento y revolución sexual, pero se mojaba como una condenada en cada oportunidad que Johnny Lawrence la había tocado. Facilitaba a sus miembros deslizarse dentro de ella.

 —Dios, Heaven. ¿Te han dicho que te escuchas como el infierno?

 —Por favor. —pidió moviendo sus caderas. Sus paredes se contraían alrededor de su rugoso dedo índice, proveyendo de calor su mano.—Oh, Dios, Johnny. ¿No puedes simplemente follarme?

 — ¿Y dónde quedaría la diversión?—respondió divertido colando otro de sus dedos por su entrada.

 Ambos eran más gruesos y largos que los dos que solía utilizar Heaven para masturbarse. La sensación era magistral cuando se movía un poco fuera y volvía a entrar en ella, abriéndose como tijeras que intentaban preparar su interior para su pene, como si no hubiese sido sencillo follarla la última vez.

 — Debería de venir más seguido si es así como te derrites por mí, cariño.

 Heaven asintió con los ojos cerrados, subiendo y bajando sus caderas en un vaivén que le permitía sentir los dedos ajenos. La estaba haciendo sufrir, porque sabía que su miembro oculto en su boxers, palpitaba también de hambre y desesperación. No entendía porque le gustaba tanto hacerla sufrir. ¿Qué ganaba con aquello?

 Johnny usó su otra mano para abrir su sujetador de tela de encaje. Sus senos rebotaron un poco cuando los liberó, los pezones totalmente erectos por las olas de placer que su cerebro enviaba.  Eran pequeños, redondos, nada exuberantes, que daban la razón a Johnny cuando creía que la esbelta figura de Heaven, tenía un porte elegante. Sus senos eran la definición de clase.

 Atrapó uno de aquellos botones de color beige entre los labios, atrayendo a Heaven más para sí, y aprovechando para usar su pulgar para rozar su clítoris mientras la penertaba con maestría con los demás dedos de la mano.

Pequeñas lágrimas caían de sus ojos a la vez que ella seguía esforzándose por tenerlo más cerca, con sus labios abiertos formando una perfecta O. El maquillaje de sus ojos comenzaba a correrse producto de las lágrimas, lo que a Johnny le encantaba.

 Su miembro estaba duro y enrojecido, latiendo adolorido por la nula atención que le estaba dando.

 Se decidió finalmente por profanarla, cuando la misma Heaven tomó su mano para que metiera más de sus dedos. Ella misma la guió para que la masturbara con más fuerza y rapidez, lo que derramó la última gota en el vaso de la cordura de Johnny.

 La acostó en la cama y le dio vuelta, con la cara sobre la almohada. No importaba que no la viera, la chica gemía tanto que sería una delicia seguramente solo oírla.

 No había querido asustarla antes, pero ya la había tenido cabalgando sobre su latente erección y también la había follado con fuerza en una posición más tradicional como lo era el misionero. Creyó certero usar su posición favorita esa noche.

 —¿Vas a gritar para mí, Heaven?

 —No si no te apresuras. —levantó las caderas queriendo provocar algo de fricción. —Ya entendí, es divertido, pero en serio necesito esto, Johnny.

 El mayor se alejó un poco para quitarse los boxers y volver a subirse a la cama, con las piernas entre las de Heaven. Besó desde la base de su columna, y se encargó de dejar mordiscos toscos y un camino de saliva en su espalda mientras subía.

 Tomó sus caderas con ambas manos y chocó su piel del pecho con la de su espalda, descansando su mentón en su hombro.

 — Dime si soy demasiado rudo.

 Con un beso final en su cien, se colocó entre las piernas de la chica y procedió a jugar un poco en su entrada, presionando luego la cabeza de su glande con cierta fascinación, finalmente entrando completamente, chocando su pelvis con el firme trasero de Heaven.

 —¡Oh, Johnny!

 Y no se detuvo allí. Volvió a salir completamente de ella, solo para volver a ingresar con fuerza, provocando más gemidos lastimeros y excitantes de la boca de la chica.

 Heaven se movía inquieta como una serpiente mientras trataba de que Johnny fuera más rápido y profundo, ronroneando cada vez que volvía a ingresar con ímpetu.

 —Oh dios mío. Más, más rápido.

 Johnny le hizo caso, dejó de salir tanto, y procedió a embestirla con más fuerza. Su deseo se cumplía a sabiendas que dejaba marcados sus dedos en sus caderas.

¿Cómo no podría estar enloquecido por Heaven Walker? si la chica se veía tan hermosa y sensual bajo sí mismo, gimiendo y jadeando, a la vez que tenía pegadas las manos contra el cabezal de la cama, como si temiera que él fuera tan brusco que la embestiría contra la pared.

 Aquel solo pensamiento, calentó más a Johnny de ser posible. Se colocó encima de su espalda y mordió fuertemente sus hombros y su cuello, dejando besos y soplando en su nuca para verla derretirse por el escalofrío que aquello le provocaba.

 El vaivén de sus caderas sonaba sucio. Sus cuerpos sudaban manchando las sábanas y toda la habitación estaba llena de los sonidos de ambos. Las súplicas de Heaven por más y los jadeos pesados de Johnny cuando trataba de soportar todo el placer. Ninguno de los dos podía pensar demasiado en otra cosa que no fuera el placer que les invadía, nublando su mente y alborotando por completo sus sentidos.

 —Oh, mierda, Heaven.

 —¡Ah, Johnny!

 Su cuerpo se sacudió y sintió su interior explotar, corriéndose de forma abismal contra el caliente miembros grueso y duro de Johnny, el cual no tardó en venirse también dentro suyo con las embestidas más fuertes que había sentido en su vida.

 En cuanto Johnny se desplomó encima suyo, Heaven supo que estaba jodida. Necesitaría más que una excusa para encubrir las marcas en su cuerpo y el dolor que ahora sentía persistente en su coxis.

 Si antes estaba jodida metafóricamente, Johnny Lawrence se había encargado de que aquello fuera ahora sí, literal.

 —Feliz cumpleaños. —le deseó en cuanto salió de ella y se acomodó a su lado, visiblemente agotado.—Dieciocho es un gran número.

 —Significa…—murmuró antes de tragar saliva y mojar sus labios. —Que soy legal.

—Sí, entre otras cosas. —dijo riéndose.

 Johnny podía ser un rudo y tener cara de pocos amigos la mayoría del tiempo, pero si había algo que amaba, era poder acurrucarse en la cama, y continuar acariciando a la mujer que estuviera junto a él. Con Heaven no sería diferente.

 —Eres hermosa, Heaven.

 Sus mejillas se enrojecieron furiosamente. La chica escondió su rostro contra su cuello y dejó unos besos, antes de subir y morder su oreja.

 —¿Lo hacemos de nuevo?

 Johnny soltó una carcajada, pero no dijo que no. Se posicionó un poco sobre ella y volvió a besarla.

 El resto del mundo podía quemarse, y ninguno de los dos se daría por aludido por lo que restaba de la noche.

 Heaven, de total improviso, estaba teniendo el mejor cumpleaños de los últimos años.












denle gracias a la poderosisima astxriapevensie por sus letras poderosas 🤠😼

ok pero johnny joven 😻😻😻 todas somos novias de Johnny jakdjsks pero yo más 😸👍🏻

y una cosa,agárrense manas para el próximo capítulo pq a parte de q ya es triste pq miguel se chinga la pierna yo todavía le voy a poner más drama 😸

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