14 ─── birthday gift
CAP. CATORCE [ 2 ]
❝ regalo de cumpleaños ❞
Había despertado sola en su casa. Aún no se acostumbraba a tanta soledad. Pero estaba segura de que se sentía tranquilamente bien.
Era su cumpleaños número dieciocho, y estaba sola. Recordaba que cuando era una pequeña, sus padres siempre le decían que en ese cumpleaños le regalarían el clásico DeLorean de Volver al Futuro.
Sonrió con nostalgia al recordar aquello, ahora no había nada de esos recuerdos. Todo se había esfumado en un segundo.
Era su cumpleaños y su último día de clases, y aún así no estaba interesada en levantarse de su cama.
Heaven Walker no estaba segura de muchas cosas, pero estaba irrevocablemente convencida de alrededor de cuatro o cinco.
Número uno, era legalmente huérfana, y se salvó del orfanato por cumplir dieciocho en menos de dos semanas luego de la muerte de su familiar más cercano.
Número dos, cumplir dieciocho años ya no sonaba tan genial como cuando tenía diez.
Número tres, tenía una complicada y reciente vida sexual; número cuatro, elegía mal a los hombres de los que se enamoraba.
Y finalmente, número cinco, estaba completa y casi histéricamente enamorada de Daniel LaRusso.
De igual manera, se había enfrentado a adversidades durante toda su vida, no debería de sufrir tanto por problemas que hace pocos meses le hubieran parecido superfluos, ¿Verdad? Menos ahora que cumplía dieciocho años y la realidad caía ante ella como un baldazo de agua fría.
¿Cómo se sentía por cumplir dieciocho? Bueno, quizá la palabra correcta fuera Jodida, pero si Heaven lo miraba en retrospectiva, estaba jodida desde que su familia comenzó a destruirse hacía años. No lloraría entonces por un pasado inmutable, fuese cercano o no, pero eso no significaba que de por sí le gustase la idea de festejar su cumpleaños a pocos días de enterrar a su padre.
Sus amigos, Sam, Robby y River, habían insistido en organizar alguna salida para festejar su ingreso a la adultez. Habían propuesto sus casas incluso si no quería estar en un lugar público, expuesta a tantas personas.
¿Cómo se suponía que debía responder a las insistencias descaradas y por extremo dulces de ambos chicos y de su querida amiga Sam, sin romper sus sentimientos? Trató de evitarlos, llanamente.
De por sí todo el asunto con River aún la ponían en una posición dubitativa respecto a su amistad. No quería que esta terminara y quizá estaba ignorando demasiado sus mensajes incluso cuando hablaban en grupo.
¿Quién diría que hacía unos días quería que la abrazara para aliviar el dolor que le provocaba sus sentimientos por Daniel LaRusso y ahora ni siquiera soportaba verle demasiado tiempo a los ojos ni compartir el mismo espacio en una habitación?
Estaba nerviosa por toda la situación, más cuando Robby se dió la tarea empática de mandarle un mensaje minutos atrás, disculpándose de antemano, porque tanto su amiga como River, estaban decididos a qué disfrutara de la noche y eso significaba caerle de sorpresa con un montón de energía.
Los maldijo con improperios británicos para que sus orejas no enrojecieran, mientras se vestía con algo decente. Había pasado todo el día en casa, faltando de por medio a las clases de Karate del día (¡Se merecía un descanso!), vestida únicamente con la vieja camiseta de Johnny Lawrence y comiendo cereal como desquiciada. Por suerte había lavado su cabello en la mañana, sino sería un auténtico desastre.
Limpió el desastre de la sala y de la cocina deteniéndose cada tanto y mirando el sillón de su padre, dónde tantas noches había dormido, bajo su fría ignorancia y desinterés, volcando miles de bebidas alcohólicas qué habían finalizado por echar a perder la alfombra. La televisión seguía en su lugar apagada, algo extraño de noche, puesto que había sido la única fuente de sonido que le acompañaba cuando iba a dormirse y lo que oía por las mañanas al despertar, antes de apagarla e ir al colegio.
Heaven no había ni por asomo tomado el control remoto para encenderla. Su padre lo tenía sujeto en su mano cuando lo encontró. Los paramédicos lo dejaron sobre la mesa de café al levantarlo, y estaba allí desde entonces. Tampoco fue capaz de entrar en la habitación ni de recoger sus cosas del baño, como si todavía viviera con alguien.
Limpiar sus pertenencias, era quizá la única cosa que Heaven no podía hacer sola en su vida.
Dejó los trastes a un lado y se secó las manos preparándose mentalmente en cuanto golpearon a su puerta. Quizá si fingía dormirse dentro de un rato, se irían y la dejarían de nuevo sola con sus pensamientos de persistente desolación. Era un duelo que la chica encontraba necesario en aquel momento, puesto que sería oficialmente una adulta ante el Estado de California cuando actualizara su carnet y con ello vendrían responsabilidades que no estaba segura de estar lista para sobrellevar.
Grande fue su sorpresa cuando, arrastrando los pies, llegó hasta la puerta y echó un vistazo antes de abrir por la pequeña mirilla, un acto natural en ella por seguridad, que la hizo perder el poco aliento que había tratado por todos los medios de aguantar.
Tragó saliva antes de decidirse abrir, con las manos algo temblorosas chocando con la sensación fría del picaporte.
¿Qué diablos hacía Johnny Lawrence fuera de su casa?
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