02 ─── confused

CAP. DOS [ 1 ]

confuso

Eli aún sentía la culpa por haber lastimado así a Heaven, se supone que era su amiga. Pero después de haber abandonado así a Cobra Kai, tenía unas ganas inmensas de hacerla pagar.

¿Y qué era lo mejor? Lastimarla.

O al menos eso era lo que él creía.

Y la consideraba como una buena amiga desde que la conoció por primera vez, cuando aún era nadie y era constantemente acosado y molestado por los chicos de la escuela.

Todo por su labio. Pero Heaven en lugar de también burlarse de él, hizo todo lo contrario, lo defendió algunas veces de las burlas y humillaciones. Lo adentró al mundo del kárate en Cobra Kai, y Johnny Lawrence lo convirtió en "HALCÓN".

Y él estaba agradecido por ello, pero se sentía de la mierda cada vez que se recordaba a él lastimandola injustamente, con trampas.

Y tal vez el sentimiento de culpa, hacía que llegara otro tipo de sentimiento.

──── [☁] ────

Los dos alumnos de Daniel aún estaban arreglando el dojo.

Era de noche ya y a través de la puerta vieron la sombra de Daniel. Estaba haciendo algún tipo de meditación.

Ellos no hicieron ruido, esperaron a que él terminara y los regrese a ver por su cuenta.

―Disculpe. ―dijo robby. ―yo no quise interrumpirlo.

―¿Qué tipo de kata es? ―cuestionó la chica.

―No es una kata. ―respondió. ―Es una meditación que el señor Miyagi me enseñó a usar si perdía el enfoque.

―¿Lo perdió?

―Ya nunca más. ―salieron del cuarto donde estaba daniel. ―Desde el torneo, sólo pensaba en como destruir a Cobra Kai.

―¿Y ahora tiene la respuesta? ―pregunta keene.

―Sí... La respuesta es, no lo haremos. ―heaven y robby se miraron confundidos. ―Cobra Kai no es el enemigo. No hay enemigos... Tu papá, sus alumnos, son como nosotros. Pero les enseñaron el camino incorrecto. El objetivo de Miyagi-do no es combatirlos, sino mostrarles una forma diferente. Una mejor manera, para ellos y para todo el valle.

―¿Tienes espacio para una más? ―sam llegó.

―Sí. ―daniel sonrió.

―El lugar se ve genial. ―sam veía todo a detalle. ―La casa está pintada y el piso está pulido ¿me libre de hacerlo?

―No, encontraremos algo para que hagas. ―sam rió. ―Ven aquí. ―él y su hija se abrazaron. ―No llevó ni veinticuatro horas y ya tripilqué mi lista. Deberían descansar un poco, porque este verano pasarán mucho tiempo juntos aquí.

Robby y Daniel entraron a la casa, mientras que Samantha y Heaven se quedaron un rato hablando.

―Creo que será emocionante. ―sam sonreía.

―Nadie podrá contra nosotras dos juntas. ―rieron.

―¿Qué dices si te quedas a dormir? Digo, ya es muy noche y además estamos de vacaciones.

―¿No crees que le moleste a tus padres?

―No lo hará.

Heaven ni siquiera se molestó en hablarle a padre y avisarle que estaría fuera de su casa, tal vez ni lo notaría.

Subió a la habitación de Sam, a Amanda no le molestó que la chica estuviese ahí, a Daniel mucho menos. Con suerte, hasta pasaría algo entre ellos dos.

Estuvieron hablando las típicas cosas que hablan las adolescentes; los chicos guapos de Rebelde Way, Edward Cullen, el rojo era un color más lindo para los labios de Sam, ropa, etc.

Pero llegaron las 2 de la madrugada y Samantha se quedó dormida sobre el brazo de su amiga, mientras que ella aún no podía contra el sueño.

Es que, mierda, estaba de madrugada en la casa de Daniel LaRusso ¿cómo es que podría tranquilizarse?

Tal vez un vaso de agua fría lograría desvanecer sus pensamientos.

Así que bajó a la cocina, y justo cuando estaba por entrar al cuarto, vio a Daniel bebiendo whisky.

Parece que la noche estaba a su favor hoy.

―Buenas noches señor. ―saludó la muchacha, sirviéndose su vaso de agua.

―Heaven, deberías estar dormida. ―lo dio un largo trago a su bebida. ―¿Qué haces aquí tan tarde?

―Lo mismo le pregunto a usted.

―No puedo dormir... Cobra Kai me-

―Ya, no se preocupe más. ―justo como en la tarde anterior, hacía masajes en la espalda de larusso. ―Déjeme ayudarle.

Heaven pasaba sus manos por su espalda, era tan relajante para Daniel y a la vez tan tenso y ardiente. Esa noche, en ese momento precisamente pasaría algo y él lo sabía muy bien.

―Relájese. ―susurró cerca de su oído.

Daniel soltó un suspiro y dejó descansar su cuerpo.

―Heaven... ―jadeó, cuando ella se sentó en sus piernas.

Heaven quería jugar. Masturbarse era glorioso, pero en aquel momento disponía
de un solo hombre para complacerla, así que le gustaría probar todo aquello que
lograrían siendo tres.

El aliento del Señor Larusso ardía, sabía exactamente a un licor que sus labios
jamás habían probado.

Era fuerte, invasivo y embriagador, y ni hablar de la colonia que se le impregnaba en las fosas nasales cada vez que refregaba su
nariz entre el espacio de su cuello y su clavícula.

¡Dios mío! ¿Por qué un hombre como él debía ocultarse detrás de aquel ridículo vestir? Incluso de noche, llevaba un pijama ridículamente costoso, igual de horrible que sus camisas del trabajo. Si tan solo durmiera desnudo con unos pantalones de deportes, seguramente descansaría mucho más.

— Estás un poco distraída.

— Su tonta pijama no me deja concentrarme. — comentó mientras temblaba un poco volviendo en sí y sintiendo las manos fuertes de Daniel sobre la fría tela del camisón.

Su toque tenía la maravillosa habilidad de 1hacerla olvidar cualquier pensamiento racional que cruzara por su cabeza. No entendía el cómo, pero el fuego se desataba en sus vientres y enviaba electricidad por sus dedos cuando Daniel LaRusso tan solo la miraba; su toque comparado a eso, era
infernal.

—¿Qué opina si nos deshacemos de ella, sensei?

Una sonrisa divertida se asomó por las comisuras de los labios del mayor. Su blanquecina y perfecta sonrisa de comercial que la dejaba sin aliento. Le dio un beso casto, casi inocente, segundos antes de levantarse de su asiento, llevando a su querida amante, su pequeño pecado, consigo.

—Podemos hacer lo que quieras, nena, pero necesito que seas silenciosa. —la dejó sobre la costosa encimera, cerca del lavabo donde la única luz de la casa brillaba tenuemente. —Una cosa es el asiento trasero del coche, y otra mi cocina, con mi familia durmiendo arriba sin enterarse de nada.

Heaven sonrió y antes de poder decir nada, Daniel le quitó el moño del cabello. Fue delicado y sumamente íntimo cuando la acercó más a su torso y la abrazó, sus rostros encontrándose en la cercanía y analizándose con fantasiosa calma. Podría haber creído cuando bajó que el sexo sería apresurado, como la última vez, que se besarían y se desvestirían, que romperían algunas cosas y que muy probablemente Heaven tendría que fingir un orgasmo si un adormilado Daniel no estaba demasiado motivado.

Que se mojaba las bragas, no siempre era vestigio de complacencia. Había estado leyendo demasiado respecto al sexo, puesto que era una inexperta y quería ser autodidacta, conocerse, saber que le gustaba, en que momento, y de que manera.

Johnny había sido brusco, salvaje, caliente.

Había sido la primera vez de Heaven y aunque no fue mala, tampoco podría decir que había sido maravillosa, y desde que su vida sexual había comenzado, sus orgasmos masturbatorios habían sido sus mejores experiencias sobre aquellos dos hombres.

Necesitaba algo diferente, y quizá Daniel también quería algo así y estaba dispuesto a
dárselo.

Le peinó el cabello detrás de las orejas y no dejaba de mover su vista sobre sus facciones, acariciando sutilmente a la vez los ángulos de su rostro. El tacto era tibio, resaltaba, enviaba genuinos escalofríos a su columna vertebral, porque para ser honestos, la encimera estaba helada esa noche y conseguía entumecer
sus muslos.

Era la proporción exacta de frío y calor que necesitaba.

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