Epílogo
___ tenía la mirada fija en la jaula, donde estaba Hattori quien comía tranquilamente, aunque a veces le echaba miradas hacia la joven pidiéndole que lo dejase tranquilo. Quien estaba en estado de molestar era Kiara porque no paraba de restregar su cuerpo en las piernas de su dueña. Y ella estaba sola. Lucci salió porque tenía un asunto pendiente. No le dio explicaciones, solo le vio con una sonrisa torcida en sus labios que daba hasta miedo. Definitivamente, algo pasaba porque no era común ese comportamiento retrógrado.
La joven se estaba aburriendo y no podía hacer nada porque la tablet se quedó sin batería y tardará cinco horas en cargarse. «Vaya día», pensó, soltando un gran suspiro. Sus ojos miraron hacia abajo para ver a la pequeña gatita que maullaba una y otra vez queriendo atención de su "mamá". ___ se agachó para cogerla en brazos y acariciar despacio su diminuta cabeza. Aún temía por lo que iba a ocurrir entre ellos y Tesoro. No quisiera que le hiciera daño a la única persona que le ha importado, salvo su hermano Sabo.
Las vistas aclamaban su atención y se acercó lentamente para apreciarlas detenidamente. La altura era abismal, pero eso no le impedía ver más allá. ¿Cómo será el mundo exterior? En plan, salir de la gran ciudad. La peli-(c/c) soñaba en viajar por el mundo conocer nuevas culturas, nuevos idiomas, nuevas comidas... junto con él. Seguramente que Lucci recorrió el mundo entero por su antiguo trabajo, aunque pensándolo bien aún lo conservaba porque seguía trabajando para el Gobierno.
De repente, el móvil empezó a sonar de una manera escandalosa que pegó un salto por el tremendo susto. Tuvo que correr para alcanzar la llamada. En la pantalla decía el nombre de su pareja y, desconocía el motivo, se puso nerviosa. Tal vez porque su voz imponía demasiado que la calentaba de una forma inexplicable. Respondió.
—¿Lucci-san? —preguntó con cierta duda.
—¿Y esa duda en tu voz?
Se relajó de golpe al saber que era él y no otra persona.
—Lo siento —se disculpó—, quería asegurarme.
—Te puedo asegurar que hay un 0% de probabilidades que me puedan robar el móvil o secuestrarme porque ya estarían tiesos en el suelo —dijo, afirmando que era un tipo demasiado peligroso.
—Es que con todo esto no puedo estar tranquila.
—Pues deberías.
___ se dio cuenta que el tono que estaba empleando Lucci no era normal. ¿Felicidad? La joven frunció un poco el ceño preguntándose qué estaba pasando. Porqué ese comportamiento tan extraño.
—¿Lucci-san, va todo bien?
—¿Quieres comprobarlo? —cuestionó, creando más confusión en la joven—. En diez minutos pasaré por casa a recogerte. Vete vistiéndote.
Y colgó así sin más. ¿Debería empezar a tener miedo? Diez minutos para Lucci eran dos por lo que ___ soltó a Kiara y corrió a toda velocidad a la habitación para buscar ropa adecuada. No sabía que ponerse. Estaba en duda y no quería esperar por mucho tiempo a su pareja. Cogió lo primero que vio: un vestido estampado y largo de color amarillo junto con unas sandalias blancas. Solo se peinó con el cepillo porque ya no le daba tiempo. Ni siquiera maquillarse como era debido, solo un poco de pintalabios y listo.
Tomó el bolso y salió pitando de ahí, no dándole tiempo en despedirse de los dos animales de compañía. Correr por todo el pasillo formando un gran escándalo no era bueno, aunque recordó que todas las paredes deberán estar insonorizadas porque en ningún momento vio a un vecino salir de esas puertas desde que vivía ahí. El corazón le latía a cada momento porque no estaba acostumbrada a correr de esa manera. Miraba los números bajar y se mentalizaba que se diera prisa y que no parase en ningún piso.
El estómago se revolvía porque tenía la incertidumbre de que algo haya pasado sin darse cuenta. ¿Y si ya se enamoró de otra persona? No. Eso sería demasiado para ella. ___ negó con rabia no queriendo imaginarlo. El moreno no era esa clase de persona. Si se interesaba por algo, lo haría con creces. Las puertas del ascensor se abrieron hacia la sala principal y volvió a correr ante la atenta mirada de la gente. Ella los ignoró completamente saliendo de la puerta y ahí estaba Lucci esperándola en el vehículo. En cuestión de segundos, ya estaba dentro.
—¡Siento el retraso! —exhaló, muy agotada.
—¿Estabas huyendo de un jaguar? —preguntó casi con un tono bromista.
—No quería retrasarme —iba diciendo. Lucci le entregó una botella de agua para que calmase su corazón palpitante—. Gracias.
—Sabes que tengo la paciencia del mundo. Y si tengo que esperar media hora, lo haré. ¿O acaso no querías recibir un castigo de mi parte?
Se calló. No quería añadir ningún tipo de comentario embarazoso delante de él. El moreno solo esbozó una pequeña sonrisa ante esa pequeña y dulce reacción de su pareja. Solo se atrevió a acariciar ese pómulo rosado que aclamaba su atención.
—¿Ya me puedes decir si va todo bien?
—De momento no.
—Me ocultas algo y no me gusta —se sinceró.
—Lo sabrás cuando lleguemos allí.
¿Allí? ¿Qué quiso decir con eso? Muchas preguntas estaban surgiendo en la joven, pero mantenía los ojos abiertos por si había algo por el camino y no despistarse. El moreno estaba muy relajado por lo que estaba viendo ___. Tenía ganas de hacerle un montón de preguntas, pero él la ignorará y le dirá que sea paciente. La curiosidad la estaba matando. No paraba de morderse el labio por puro nerviosismo porque estaba ansiosa de llegar al lugar. Se daba cuenta que las calles que se metía Lucci eran desconocidas.
Los edificios eran enormes y llamaban mucho su atención, tanto que no se contuvo en tocar con las yemas el cristal del coche imaginándose que los estaba acariciando. Edificios llamativos, pero no tan grandes como los apartamentos donde vivían ellos. El lugar la verdad que era interesante. Seguramente que eran edificios importantes. Incluso notó que su corazón latía con fuerza por la ansiedad que le estaba provocando. «¿Qué me estás ocultando?», se preguntaba una y otra vez con esa incertidumbre en su pecho.
Entonces Lucci decidió aparcar, finalizando el trayecto por lo que la peli-(c/c) miró a su alrededor para ver si había algo especial. Y un edificio enorme con columnas que lo sostenían captó su atención. Pero fue el nombre que le puso los pelos de punta: "Tribunal de Justicia One Piece". ¿Un tribunal? ¿Qué demonios hacían ahí? No le dio tiempo a preguntar porque el moreno se bajó del vehículo y ella lo imitó. Había bastante gente fuera en las escaleras. Algunos tenían pinta de ser gente importante y los otros eran simples reporteros en busca de una noticia importante. Eran unos buitres sin duda.
Lucci agarró su mano para que caminase con él hacia la entrada evitando todo contacto con la multitud. No estaba entendiendo nada. Cada vez todo esto era confuso. Al entrar vio a más gente con carpetas en la mano custodiando información valiosa. Otros con el teléfono en la oreja por puro nerviosismo. Y volvió a preguntarse: ¿qué estaba pasando? De repente, vio a cierta persona que estaba de un malhumor de perros y que no le estaba agradando toda esta situación. Gild Tesoro miraba a todos con odio, y más aún a la gente que estaba trajeada y que portaban el símbolo del Gobierno.
El peli-verde echó una ojeada hacia donde estaban ellos dos y chasqueó la lengua con mucha molestia e intentó acercarse a ellos, pero los hombres le detuvieron porque tenían órdenes para que no hiciera ninguna locura. Se notaba que estaba muy molesto.
—¡Tú! ¡Hijo de la gran puta! —insultó a Lucci—. ¡¿Qué demonios hiciste?!
—Lo que te mereces.
—¡¿Lo que me merezco?! ¡Eres un desgraciado de poca monta! ¡Todos ustedes no deberíais encerrarme porque yo ofrezco mis servicios al Gobierno! ¡Yo os entrego a unas cuantas putas para que hagáis lo que queráis!
—A esas mujeres que las llamas putas las prostituyes y más siendo menores de edad.
___ abrió los ojos de golpe ante esa información que desconocía. Y no tenía la más remota idea de que Lucci lo estaba investigando. ¿Eso significaba que iba a entrar en la cárcel por esa condena? Sus súplicas fueron escuchadas que estuvo a punto de llorar, pero se mantuvo firme porque aún estaba Tesoro ahí plantado y con unos grilletes puestos para que no hiciera daño a nadie.
—¡Yo os maldigo! ¡Os maldigo a todos!
En un instante, se volvió loco que ___ tuvo que esconderse del moreno para protegerse, pero los hombres del Gobierno junto con la policía lo retuvieron y empezaron a llevárselo afuera para que los reporteros, los buitres, sacaran fotos y revelaran el verdadero negocio de Gild Tesoro. Ya sintiéndose segura miró al moreno para que le explicase la situación.
—Quería que vieses a ese desgraciado llevarlo a la cárcel. Anoche me llegó un informe diciéndome que han encontrado toda la información posible para encarcelar a ese tipo —iba explicando—. Su negocio de modelaje era una tapadera. Las modelos que utilizaba las prostituía y más aún si eran vírgenes y menores de edad. Por así decirlo, él era el chulo de esas chicas.
—Con razón no te agradaba.
—Sospechaba de él desde el principio, pero no podíamos hacer nada con pruebas sólidas. Y no me gustaba la idea de cómo se acercaba a ti e intentara persuadirte —dijo, acariciando su mejilla—. Yo esto lo hice por ti. Por los dos —confesó—. No me iba a quedar de brazos cruzados sabiendo que había un hombre que pudiera hacerte daño. Has visto lo que soy capaz por ti. Tú eres aquello que no pensé tener por ser un hombre frío y déspota, y que solo buscaba diversión. Pero tus ojos, tu sonrisa, tu inocencia... llamaron mi atención.
—Lucci —susurró su nombre a modo de poder decir algo porque estaba impresionada con todas esas palabras que le decía.
—Te doblo un poco la edad y aún estás en tu plena juventud, pero quisiera compartir esta vida contigo. Ya lo decidí y te lo dije, y quiero que lo mantengas en tu memoria.
No soportó que unas cuantas lágrimas resbalasen por su rostro ante tal confesión. No había palabras para describir cómo se sentía en estos momentos. Y lo único que podía hacer era abrazarlo con todas sus fuerzas, una forma de decirle que ella no se irá a ningún lado porque era la felicidad que buscaba. Un hombre que la hiciera importante dejando a un lado lo físico porque lo que más le interesaba era ella misma. Lucci correspondió, apoyando el mentón en su cabeza mientras acariciaba con ternura su espalda.
Ambos eran polos opuestos, pero que tenían una cosa en común: la soledad estuvo presente en ellos. Uno por tener una personalidad reacia a la sociedad y otra por no ser amada por su familia, menos su padre y su hermano. El destino los quiso unir. Lucci desconocía que hubiera pasado si sus ojos no se hubieran fijado en la chica cuando era un poco más joven. Si no fuera por su fetiche peculiar, tal vez era imposible de haberla encontrado y protegido de esa soledad en la calle.
___ agradecía con toda su alma de haberlo encontrado o, más bien, que él la haya encontrado antes de que decidiera saltar desde un puente para acabar con su vida. Aunque al principio fue complicado convivir con él por ser una persona fría y con un tono de voz embaucador, logró en ella mucha seguridad en sí misma. Que se amara. Que diera poca importancia a los comentarios que pudiera recibir. La peli-(c/c) era feliz estando con él.
Ya nada los separará.
¡Otra historia finalizada!
Muchas gracias por el apoyo que le habéis dado a esta historia. La verdad es que lo recibistéis con los brazos abiertos y eso se agradece porque me invita a seguir trayendo nuevas historias para que lo disfrutéis como nunca.
¡Nos vemos en la próxima historia!
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