Capítulo 19. Duerme, Kitten
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia que será importante de cara a próximos capítulos.
«¡¿Por qué no puedes ser perfecta?!»
___ abrió los ojos de golpe confusa y mirando a su alrededor con puro miedo. Su respiración estaba agitada, mientras analizaba la habitación. Estaba en el cuarto de Lucci y el nombrado acostado en la cama aun durmiendo plácidamente. Poco a poco se iba relajando, llevando la mano a su pecho para calmar a su palpitado corazón. Solo fue una pesadilla, se decía así misma una y otra vez, pero los recuerdos dolorosos siempre estarán ahí en un rincón de su cerebro para atormentarla de por vida.
Desde que Tesoro la estuvo persuadiendo y casi amenazando al moreno, ___ empezó a sentir angustia en su alma por temor a perder lo que más amaba. Ella estaba desnuda en la cama porque no recordó que tuvieron sexo. O hicieron el amor. Solo deseaba que esto acabara pronto de una vez por todas. Su garganta estaba seca por lo que decidió ir a la cocina a tomar un vaso de agua. Se levantó de la cama dando pequeños pasos por el cuarto para dirigirse al armario y abrirlo en busca de un albornoz. No iba a estar desnuda por todo el apartamento, aunque a Lucci no le importara.
Se vistió y con total sigilo salió del cuarto porque no tenía intenciones de despertar al asesino del Gobierno. Todos estaban dormidos excepto ella. Cuando salió de aquella sala unas luces llamaron su atención que provenían de los cristales grandes. Eran las farolas de la ciudad o los focos de los coches. Hay muchas personas que trabajan por la noche y duermen por el día. Una vida muy diferente a la suya. Antes de ir allí para admirar al paisaje, fue a su objetivo principal. Abrió la nevera para sacar una botella de agua y tomó un vaso para rellenarlo. Necesitaba dormir de nuevo y eso le ayudará, aunque también podría tomar leche caliente.
Ahora tomó rumbo a las ventanas para quedar embelesada por el paisaje nocturno. Le daba un toque mágico esas luces, pero no podía compararlas con las estrellas. Nunca olvidará ese momento en que Lucci se abrió bajo la luz de esos asteroides. Fue un momento romántico para ella que sus mejillas se incendiaron. Tomó un pequeño sorbo del líquido frío para aliviar su garganta y que sus labios se hidraten como era debido. ___ desconocía por cuanto tiempo estuvo así, pero lo suficiente para estar tranquila y poder volver a la cama.
Y al girarse, se asustó tanto que por poco casi tira el vaso y provocaría que se rompiera y se hiciera daño. Lucci estaba de pie en el salón con los ojos puestos en ella acechándola cual depredador que era. ___ nunca se acostumbrará esa parte suya. El moreno se iba acercando a ella con mucha lentitud asegurándose que no estaba en un sueño y era real. Él iba alzando el brazo con la intención de tocar su rostro con suma suavidad y ella no evitó esbozar una pequeña sonrisa.
La mano de este hombre estaba fría cual hielo de la Antártida. Sus ojos (c/c) miraban con amor a los de él. Poco a poco estaba siendo atraída para apoyar la cabeza en su pecho duro teniendo cuidado en no derramar el agua o rozar el vaso ahí. Caricias en su cabello surgieron, mientras escuchaba esos sonidos tan gratificantes que él hacía, como si fuera un leopardo queriendo proteger a su pareja, a su hembra.
—Pensaba que te habías ido —susurró.
—Solo fui un momento a tomar un vaso de agua para estar tranquila. Tuve una pesadilla desagradable.
—¿Mi presencia no fue suficiente para que no las tuvieras?
—Es mucho más profunda de lo que pensé —confesó, levantando el rostro para mirarlo—. Eran recuerdos de mi pasado.
—¿Despertaron por Tesoro?
Ella asintió suavemente no queriendo mentirle. Y Lucci no dijo nada más, tan solo se dedicó a dar caricias suaves a su respectiva pareja. Necesitaba ser mimada en esos instantes. Sus narices rozaron sutilmente creando ese momento de intimidad entre ambos. ___ siempre se quedaba hipnotizada porque el moreno hacía que se perdiese en un mar de nubes o que solo se centrara en él y en nadie más. Un gemido se le escapó cuando los dedos del hombre hacían círculos por la zona de su nuca, justo en el cuero cabelludo.
Al echar la cabeza hacia atrás dio la oportunidad a Lucci en morder y lamer esa zona que tanto le encantaba. No dudaría en marcarla como suya una y otra vez para demostrar que era el macho dominante, que era de su propiedad en cuerpo y alma. La joven tuvo que agarrarse con firmeza a sus brazos porque presentía que se iba a desmayar en cualquier momento. Esos besos eran capaces de derretir el hielo o la propia carne humana. ___ se puso colorada al notar la hombría del hombre chocar en su vientre.
Mira que lo había notado un par de veces, pero aún no estaba acostumbrada a sentirlo de esa manera. Sentir ese pedazo de carne queriendo llamar la atención. Y menos mal que tenía unos pantalones puestos porque se moriría de la vergüenza. Las manos de Lucci iban descendiendo, recorriendo por su espina dorsal hasta llegar a sus grandes muslos que no dudó en apretarlos. Ya el gato grande estaba deseando jugar con ella.
—Lucci —susurró su nombre en bajito—, ¿nunca te cansas?
—La palabra cansar no está en mi vocabulario —aclaró—. Además, ya te he dicho que soy muy activo en cuando al sexo se trata. ¿Acaso es malo que me sienta atraído por mi Kitten?
—No, pero vas a hacer que muera de placer.
—Me estás dando muchas ideas sin que te des cuenta, pero es lo que más adoro de ti.
Ella era una bocazas en todo el sentido del mundo. Escondió el rostro en el pecho de su hombre no teniendo cuidado en derramar el agua ahí. Por instinto, tuvo que alejarse para ver el estado que estaba. Solo era agua. No había que preocuparse, ¿o sí?
—Lo siento —se disculpó.
Él no dijo nada al respecto, solo que sintió un escalofrío cuando le echó sin querer el líquido. Fue una sensación extraña y exquisita. Y una idea se le surgió en la cabeza que no evitó esbozar una pequeña sonrisa. Ya la joven sabía lo que significaba. ¿Tenía que huir de las fauces del depredador? Antes de que lo hiciera, él agarró su mano para guiarla a la cocina. Sus intenciones no eran buenas, o eso pensaba ___. Al llegar ahí que no estaba lejos, tomó el vaso para dejarla en la mesa y se deshizo de la única prenda que lo estorbaba para apreciar esas vistas.
Ella se estaba preguntando qué era lo que tenía en mente. Se trataba de un Lucci, un hombre que buscaba mil y una manera de buscar placer así mismo y a su acompañante. Cuando le quitó el albornoz, toda su piel se erizó al notar el frío del ambiente. Y lo que no se esperó era que él se atreviese a echar el agua del vaso por encima de sus pechos dejando que cayese, como si de un río tratase. ___ dio un tremendo escalofrío y miró al responsable.
—¿Se puede saber por qué hiciste eso?
Nada. El silencio era el mejor amigo de Lucci. Esos ojos negros, oscuros como la noche, estaban atentos a esos botones de diamante en bruto endurecerse ante el tacto frío del agua. No le estaba dando importancia a que el suelo mojase porque la piel del cuerpo humano era capaz de absorberla a través de los poros, pero no calmó sus ansias de saborear sus pezones humedecidos. A ___ se le escapó un gemido cuando Lucci atrapó uno de sus botones con su boca. Calor y frio. Una combinación sumamente extraña y, al mismo tiempo, placentera.
No paraba de murmurar su nombre y él respondía a base de gruñidos. No tuvo problemas en alzarla del suelo y sentarla encima de la encimera aún sin dejar de jugar con sus pezones. Ella no paraba de temblar en su sitio y su feminidad aclamaba atención. Lucci era capaz de volverla loca con solo besos y caricias. El juego terminó por unos pequeños segundos, pero sabía en el fondo que iba a retomarlo. Él se apartó un momento para buscar algo ante la atenta mirada de ___. Vio que abrió la nevera para coger dos botellas de agua y dejarlas en la encimera.
—¿Lucci?
—Esa no es la palabra correcta, Kitten.
—Daddy —jadeó—, ¿qué pretende hacer?
—¿No te haces a la idea? —preguntó, mientras buscaba entre los cajones un paño seco para colocarla debajo de la joven.
—No —tartamudeó.
—¿Eres una chica imaginativa, inconsciente de ello, y no sabes lo que quiero hacer contigo? —volvió a cuestionar, abriendo la tapa que cubría la botella.
Y ella negó con la cabeza, pero un pequeño grito salió de su garganta al recibir un azote en uno de sus pechos. Miró al responsable y este estaba serio.
—Nada de movimientos con la cabeza, Kitten. Sabes que me gusta oírte decir las cosas.
—Lo siento, Daddy.
Lucci tomó la botella de cristal comenzando a mojar a la joven muy lentamente, dejando que el agua corriera por su cuerpo. Otra vez esa sensación nueva que ___ tuvo que acostarse del todo, mientras seguía gimiendo. La mezcla entre el frío húmedo y el calor corporal era demasiado para su cuerpo. Pero más gemidos salieron de ella al notar aquel líquido recorrer por su feminidad. Y lo peor de todo era que el moreno no se quedó atrás y le empezó a realizar un cunnilingus.
Esto era muy embarazoso para la mujer. Vale, le había hecho unas cuantas, pero no de esa manera. La sensación le recordaba un poco a cuando te estás bañando y estás caliente al mismo tiempo, y necesitas calmarlo de cualquier forma. Pues era exactamente lo mismo. Él no pararía de darle placer de ninguna manera. Lucci era un hombre que le gustaba probar cosas nuevas y esta era una de ellas. Incluso se estaba excitando de una manera sin igual. Esta idea ya se añadió a su lista de cosas que hacer con ___.
Esto era un momento íntimo para ambos porque el placer que estaban sintiendo era inigualable. El moreno torturaba con creces su clítoris con leves o fuertes succiones y seguía echando más agua en esa zona casi vaciándola. ___ tuvo que agarrarse con firmeza al mármol de la encimera porque parecía que iba a perder el control en cualquier momento. Su espalda se arqueaba por cada descarga de placer, incluso los dedos de sus pies se retorcían. No supo cuantos minutos estuvo así, pero fue suficiente para llegar al ansiado orgasmo. No obstante, esto solo era el principio.
Jadeaba para recuperar el aliento y un gemido largo y atenuante soltó cuando notó la hombría de Lucci adentrarse en su cavidad vaginal. Ya estaba lo suficiente dilatada para entrar ahí gracias al líquido transparente. El sexo no era solo sexo. Esta palabra se define como una forma de transmitir lo mucho que se siente atraído por la persona, que desea estar unido de por vida con ella en cuerpo y alma. Los movimientos del moreno se volvían cada vez más intensos queriendo ir con más profundidad que nunca, mientras besaba con furor a la mujer que tanto deseaba.
Ninguna otra le iba a satisfacer tanto como a ___. Tendría sexo con ella todos los días de su vida sin dudarlo a penas. Demostrará que nunca la fallará, no la perderá, aunque le diesen un maletín lleno de diamantes. Ella era su preciada joya que la cuidará hasta el fin de los confines. Y el placer se acabó al llegar al clímax definitivo. Después de ello no quiso separarse de la joven por lo que se dedicó a acariciar todo su esplendor, mientras admiraba los jadeos intensos por intentar recuperar el aire.
Estaba claro: quería matarla a base de placer. Aunque era joven, no tenía un cuerpo que pueda soportar tales intensidades y eso a Lucci le importaba poco. Una vez le dijo que las mujeres que tienen un cuerpo con curvas muy pronunciadas, sentían más placer que cualquier otra, pero eso ya dependía porque no todas eran iguales. Eso a ella le desconcertó un poco, pero comprendió porque la escogió. Tal vez prefería estar con una chica curvy que llegara a esos extremos del clímax.
—¿Estás bien? —preguntó con un tono suave, pero aun manteniendo esa frialdad.
—Sí, aunque fue intenso, la verdad.
—¿Crees que así podrás dormir mejor?
—¿Lo has hecho por mí?
—Si tienes sexo, pierdes energía y te entra sueño. Es una forma más natural que tomar una pastilla —iba comentando, como si fuera un experto en la materia.
—Sí, ahora que lo dices tengo un poco de sueño —dice, rascándose un ojo.
Lucci esbozó una pequeña, pero clara sonrisa. Tomó con suavidad las muñecas de la joven para sentarla y poder cogerla en brazos a modo princesa. Él era fuerte, tanto que podía cargarla perfectamente. Ella era como oso de peluche grande fácil de amasar. Tenerla en sus brazos era una sensación agradable porque le hacía sentir a ella que estaba segura, que no habría ni un mal que los atormentase y los separase. No tardó mucho en llegar a la habitación para dejar a ___ en la cama.
Se asombró un poco con la facilidad que tuvo de quedarse dormida nuevamente. Sí, hacer un poco de ejercicio nocturno le vino bien. Aprovechó ese momento para acariciar un poco la melena de la chica. El color (c/c) le sentaba de maravilla. Y la magia se rompió cuando vio la pantalla del móvil encenderse, entendiendo que le llegó un mensaje. ¿A estas horas de la noche? A él no le importaba porque solía trabajar por las noches como guardaespaldas en los fines de semana. Fue al otro extremo de la cama para coger el aparato electrónico y ver un mensaje proveniente del Gobierno.
En él adjuntaron un documento que no dudó en abrirlo para leerlo con detenimiento. Luego sus ojos negros visualizaron a ___ por un buen rato y después al móvil. Una sonrisa socarrona surcó en sus labios y enseguida respondió al mensaje porque era muy importante.
—Ya estás a salvo, Kitten.
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