Capítulo 11. La gran y dolorosa verdad

Las lágrimas de ___ no paraban de salir por alegría de ver a su hermano mayor. Hacía tiempo que no sabía nada de él. Sabo era el único quien la ayudaba y no le decía cosas feas. Era todo lo contrario a su hermanastro Sterry. Este último estaba impresionado de ver al pelirrubio ahí plantado, como si no hubiera pasado nada. Chasqueó la lengua, muy molesto. Ese muchacho era el preferido de su familia hasta que decidió marcharse. ¿A qué vino?

—Y el idiota de mi hermano hizo acto de aparición —dijo, rechinando los dientes.

—Debería darte vergüenza por tratarla así —le recriminó, mientras se acercaba a ___—. Has cambiado.

—Tú te ves más alto —comentó con mucha timidez la joven.

—¡Dejad de saludaros y largaos de aquí! ¡Estáis estorbando las vistas!

—Y tú nunca cambiarás —vociferó Sano mirando directamente a su hermanastro.

Lucci estaba callado, observando detenidamente la conversación. ___ se parecía mucho al joven pelirrubio, pero sin esa cicatriz tan característica de su rostro. Lo conocía perfectamente. Era un tipo de la revolución que estaba en contra del Gobierno. No estaba a favor de sus decisiones y era alguien complicado. Ambos sujetos se intercambiaron miradas no muy contentos. Sabo se estaba preguntando que hacía ese hombre ahí. Su presencia le disgustaba mucho, pero se centró en su hermanastro.

—Deberías dejar que ___ disfrute de la velada, Sterry.

—¡Tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer!

El peli-naranja se molestó tanto que decidió marcharse con su pareja porque no quería ver a su hermanastro. Ni tampoco a ___ porque le daba asco. No obstante, desvió la mirada hacia Lucci que aún más tenía un rostro frío y amenazante. Parecía que lo quería asesinar con esos ojos de felino gigante. Sterry decidió irse ya mismo con mucho miedo. Unos segundos esperaron y la joven ___ abrazó con mucha fuerza a su hermano pelirrubio. Ella no paraba de llorar sobre el pecho de Sabo porque hacía tiempo que no lo veía. Ninguna llamada. Ninguna cercanía.

—Te extrañé muchísimo —confesó la joven.

—Yo también te eché de menos. Perdona por haberme ido así —se disculpó—. Pero debes entender que tuve que irme porque ya no lo soportaba más.

—Me hubieras llevado.

—Aún eras menor de edad. —Comenzó a acariciar la cabeza de su querida hermana—. Y yo no tenía trabajo. ¿Cómo podía mantenerte? Aunque tienes razón, tenía que haberte llevado conmigo para que no sufrieras con ellos.

No tenía culpa de que Sabo se haya ido a la edad de los dieciocho dejando a ___ con catorce años. La vida de un adulto no era nada fácil. Ella lo sabía perfectamente porque lo estaba viviendo en sus carnes. Un año sufriendo dentro de esa familia hasta que la echaron como una perra que no servía para nada. Ahora no quería separarse de su hermano. Deseaba estar a su lado el resto de su vida. Que no se fuera nunca. Vivir y pasar más tiempo juntos. Era el mayor deseo de ___ porque Sabo era bueno con ella.

Lucci lo miraba con recelo viendo que su "pareja" estaba abrazando a ese muchacho. Eran hermanos, sí, pero no soportaba verlos tan apegados. Un gruñido de molestia salió de su garganta deseando matarlo. Él era dominante en todos los sentidos del mundo. Le estaban dando ganas de acercarse y separarlos. Le gustaría ser sustituido por él. Ser abrazado por ___. Sacudió la cabeza con violencia teniendo esos pensamientos tan absurdos y cursis. Pero le agradaba sentirla cerca, en sus brazos para que se sintiera segura.

La joven ___ se dio cuenta que Lucci los miraba con recelo y ella se alejó de Sabo, un poco incómoda ante la situación. Caminó en dirección hacia su Daddy para tomar de la mano con las mejillas un poco sonrojadas.

—Sabo, este es Lucci. Fue él quien me salvó la vida —dijo.

Ambos se miraron. La tensión se cernía en ese ambiente. Sabo poco a poco amplió los ojos dándose cuenta de quien era. «No. Imposible», se mentalizaba una y otra vez. Con rapidez tomó la mano de su hermana para alejarla de ese ser.

—¿Qué se supone que estás haciendo con ella? —preguntó furioso. No era la primera vez que ___ veía a su hermano enfadarse, pero eso fue demasiado.

—Protegiéndola y cuidándola con mi vida —respondió sin tapujos.

—No me hagas reír, Rob Lucci. Te conozco bastante bien como para saber tus intenciones.

—Ella es mi pareja —dijo. El moreno estaba muy tranquilo en su posición—. No sé qué te molesta.

—Te estás aprovechando de su vulnerabilidad.

—Sabo, me salvó la vida —comentó la chica intentando relajar la situación.

—___, ¿no te das cuenta quién es? —le preguntó, mirando a su hermana.

Ella le miraba confusa no entendiendo nada. Miró primero a Lucci y luego a Sabo. Esa noche que iba a ser increíble se estaba convirtiendo en algo que no le gustaba. El pelirrubio se daba cuenta ante la confusión que estaba creando su hermana. Ese desgraciado no le había contado la verdad. El moreno le dedicó una mirada de pocos amigos para que se callara la boca, pero eso era imposible.

—Tienes que saber la verdad. Y tú añadirás información que no sé.

🐆🐆🐆🐆

Hace cuatro años atrás la familia de ___ fue invitada a una gran mansión de lujo, dónde iban a modelar jóvenes de catorce años para representar nuevas modelos de la empresa. Didit vistió de la mejor manera a su hija para que los hombres se fijaran en ella y ganara mucho dinero. Su hermanastro Sterry no paraba de reírse, ya que le decía una y otra vez gorda. La joven intentaba no escucharlo y su madre no hacía nada porque lo veía como una broma de hermanos. Sin embargo, para ella era todo lo contrario.

Didit la vistió elegante, intentando esconder esas estrías y esa barriga que tenía con un corsé. ___ estaba incómoda. Demasiado. Outlook amaba a su hija con toda locura. Era la niña querida de su padre, pero su madre siempre le decía que debía ignorar los comentarios de su padre porque no le favorecía. Es decir, que se veía bien físicamente. Toda joven debía estar bien para modelar. ¿Sabéis? Era un sueño frustrado de Didit y quería que su hija lo cumpliese sin ningún tipo de problema.

La fiesta lo organizó uno de los Nobles Mundiales muy conocidos por ser una persona que había que respetar. San Roswald le gustaba ser aclamado como un Dios junto con su familia. Una persona que le gustaba esclavizar a las personas sin ningún tipo de reparo. ___ estaba nerviosa porque su madre Didit siempre acudía a cualquier evento para que pudiese modelar. Solamente tiene catorce años. Ella deseaba ser una niña feliz como cualquier chica del mundo. En la fiesta había gente importante y unos cuantos guardaespaldas. Lo más curioso era que algunos hombres llevaban máscaras, como si esto se tratase una compra.

___ nunca se alejaba de su hermano Sabo y de su padre Outlook, pero su madre se colocaba detrás empujándola e incitándola a que esos pervertidos la viesen. Algunos la miraban con repulsión, otros la ignoraban completamente. Ya ella estaba afirmando que no era bonita ante los ojos de la gente. ___ veía a esas jóvenes modelar con mucha seguridad y que algunos empresarios empezaran a firmar contratos con los padres. Escuchó a Sabo discutir con su madre al verla como un objeto y no una persona. Siempre era lo mismo. Además, él tenía todo el derecho del mundo en quejarse porque ya tenía dieciocho.

La joven ___ estaba tan absorta en su mundo que no se dio cuenta que alguien, desde las sombras, la observaba detenidamente. Su máscara le ayudaba a ocultar su rostro sin ningún problema. Esa persona se acercó lentamente hacia ella y a unos metros de distancia la joven se giró. La pobre ___ se sonrojó un poco al verlo porque era muy alto y apuesto con ese traje negro. Estaba muda, no sabía qué hacer. Él extendió la mano ofreciendo a que bailase con él y ella no lo rechazó.

Desde la lejanía, Outlook observaba ese acto y le incomodaba que ese hombre estuviese bailando con su hija querida. Como buen padre, los apartó, dejando a ___ muy confusa ante esa reacción de su querido padre. Outlook le echó una mirada asesina al enmascarado y le dijo que no se acercara a ella. Era una advertencia, pero eso no le impedía a que tuviese ganas de aproximarse a la muchacha. Él buscaba el momento adecuado. Acechando sin control a su presa. ¿Sabéis quién era?

Sí, era Rob Lucci. El moreno ya vio a ___ hacía cuatro años y sentía cierto afán en esa joven. Su rostro, sus cabellos, su cuerpo, su timidez... Todo eso hizo que su lado depredador se activara. Necesitaba tocar esa piel con mucha necesidad. Y no podía porque su padre la protegía demasiado de esos hombres. Didit lo regañaba para que ella fuera libre. ___ se incomodaba ante la mirada felina del moreno. Sus ojos buscaban al leopardo quien estaba ahí quieto entre el barullo de gente. Su instinto le decía de no acercarse, pero sentía curiosidad.

Aprovechando que sus padres estaban discutiendo y sus hermanos distraídos se alejó para caminar a un sitio seguro, dónde la luz sea visible por si le pasara algo. No era tonta, pero la curiosidad la mataba a cada momento. Llegó a una especie de balcón y se giró para al hombre aproximarse. Ahora se estaba preguntando si fue buena idea alejarse de su familia. Vulnerabilidad sentía en todo su ser. Lucci no hizo nada al respecto, simplemente la miraba. Si tuviera cuatro años más, no dudaría en raptarla. Comprarla era inhumano para ese demonio.

Él dio unos pasos atreviéndose a estar más cerca de la joven ___ y ella no se echó para atrás. Esto le estaba divirtiendo mucho al hombre. Sus presas siempre huían de él y este era una excepción. Iba estirando poco a poco el brazo para tocarla, sentir esa piel suave como la de un bebé. Pero Outlook se interpuso de nuevo y estaba acompañado por Sabo y por otro hombre. Su nombre era Sengoku y alejó a Lucci de ella, y le dijo a modo de susurro:

—Te conozco muy bien, hijo. Pero debes aguantar esos impulsos. Ella es una niña y tú un demente. A ella no le agradará la vida que llevas, quien eres realmente. Y te puedo asegurar que Outlook no permitirá que te acerques a la joven.

Palabras muy duras para el depredador experimentado. ___ se volvió su pura y más obsesión. ¿Cómo ignorar ese deseo tan monótono con la joven? Al acabar la fiesta, esa noche no pudo dormir perfectamente. Gruñía con desesperación pensando en que ella nunca será suya. Quería estar cerca suya. Hacerla suya. Y no podía porque lo convertiría en un pedófilo enfermizo. Cuatro años debía esperar. Cuatro jodidos años. Todos los días de su vida, de sus descansos, se pasaba espiando a la familia de Outlook, sobre todo en ___.

La familia se estaba rompiendo porque Sabo se marchó y la chica no paraba de recibir insultos por parte de su madre y su hermanastro. A veces, a él le daban ganas de llamar a protección de familia para que la sacaran de ahí. Pero lo peor de todo fue cuando la mujer, sin que el marido se diese cuenta porque estaba trabajando fuera del país, echó a la hija de la casa a la edad de los quince años. Oportunidad vio en sus ojos, sin embargo, aguantó las ganas de llevarla a su casa.

Eso sí, se mantenía en las sombras observando a que no le pasara nada. Por las noches cuando ella dormía, se acercaba sigilosamente para entregarle una manta o comida. Y también colocar un chip en su ropa para saber a dónde iba. Siempre la cuidaba desde las sombras. La protegía de cualquiera que intentase hacerla daño. Tres años estuvo así, hasta que ___ cumplió la edad de los dieciocho. ¿Y cómo sabía cuándo los cumpliría? Él trabajaba para el Gobierno y tenía acceso a todos los datos personales de cada ciudadano que vivía en el país.

Sí, lo sabía todo acerca de la vida personal de ___. Y cuando cumplió los dieciocho, vio perfecta la ocasión de salvarla de ese mundo tan oscuro, de abrirle las puertas hacia el infierno.

🐆🐆🐆🐆

___ estaba atónita no creyendo que toda la historia era cierta. Se quedó muda con ganas de llorar. Lágrimas empezaron a resbalar por su rostro y miró a Lucci queriendo una explicación. Él solo se limitó a callar porque la parte que contó era verdad. Negaba una y otra vez la cabeza no creyendo que esto sucediera. El moreno se atrevió a tocar la mano de ___, pero ella inmediatamente lo apartó, rechazándolo por completo.

—¡No te me acerques! —gritó. Su voz estaba rota—. ¡Eres un enfermo asqueroso!

—No lo soy.

—¡Claro que lo eres! ¡Te fijaste en mí a la edad de los catorce años! ¡Eso se llama pedofilia, Lucci! —Ella no podía controlar esas lágrimas que significaba dolor. Sabo apoyó las manos en sus hombros a modo de apoyo—. ¡Y pensar que eras el hombre más caballeroso del mundo! ¡Me ocultaste esa información!

—No lo vi importante —contestó.

—¡Para mí lo era! ¡Te dije que no te acerques!

—¿Estás sordo o qué? —Sabo se interpuso entre Lucci y su hermana, protegiéndola de ese demonio—. Sé lo que eres capaz porque me lo contó todo mi padre. Eres un demente con ese asqueroso fetiche. ¿Daddy Kink?

—Eso es secreto —gruñó con mucha molestia.

—No lo es para mí. ¿Te crees que eres el único listillo del mundo?

—Sabo, vámonos —dijo ___, ya muy débil con todo esto.

—No, ___ vendrá conmigo —reiteró Lucci.

No obstante, ella se colocó enfrente suya para mirarlo directamente a esos ojos color negro como la oscuridad. Lucci estaba viendo, a través de los suyos, dolor. ¿Qué era esta sensación que estaba experimentando?

—No quiero volver a verte, Lucci —le recalcó—. Ya estás muerto para mí.

Un "boom" estruendoso sintió en su corazón al escuchar esas palabras provenientes de ___. Un escozor se inició en su pecho al ver como su pequeña se retiraba con Sabo. No debería importarle. Había más mujeres que le satisfacían sexualmente. No. Esto era diferente. Lucci se llevó la mano al pecho intentando amortiguar ese dolor tan profundo. No era comparado con esas cicatrices de su espalda. Era mucho más que eso. Su temor se estaba cumpliendo. Ella se estaba alejando de su vida.

Un leopardo solitario que no necesitaba la compañía de nadie, la estaba perdiendo por los actos que cometió. Gotas sintió caer en su rostro. Lluvia comenzó a caer estrepitosamente dejando al moreno empapado. Y le importaba poco porque no quitaba la mirada en su Kitten. No era capaz de articular palabra. Sus cuerdas vocales dejaron de funcionar. E incluso su brazo derecho temblaba cada vez que lo alzaba. Una esperanza quería obtener, que ella volviese con él. Solo un pequeño susurro pudo pronunciar:

—___. 

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