Pensé que la vida en la ciudad le traería dicha a mi familia, fue todo lo contrario.
Mi hermano se prostituia, mi otro hermano vendía sustancias ilegales, y mis padres cometieron suicidio luego de que su cobardía los matara como personas.

No los extraño.

Sabía que debía conseguir un trabajo y pronto, ya que mi alimento no se pagaría solo al igual que la renta, las ratas de mis hermanos se pueden pudrir si lo desean.
Pase tanto tiempo buscando un lugar adecuado, hasta que encontré un pequeño y llamativo lugar, el cual olía a sexo.
Decidí adentrarme, quizás encontraría algo como secretario o, quien sabe, terminaba limpiando cuartos.
Los únicos puestos libres eran de damas de compañía y prostitutas, no deseaba ser como mi hermano, por lo tanto me atreví a probar con dama de compañía.

Jamás pensé ser apreciado por la belleza que no sabía que tenia.

No mentiré, se sintió de maravilla que me halagaran por mi belleza, a pesar de no contar con las tallas de cuerpo de modelos, dijeron que sería un gran...bueno, en este caso, que sería unA gran dama de compañía.
Acepte sin dudarlo, y todo fue mejorando, hasta que lo conocí.

Conocí al hombre que llevaba a todo ser viviente al infierno.