7
Al escuchar el sonido de la puerta delantera siendo abierta, la madre de Frank, Linda, corrió a encontrarse con su hijo en un abrazo que duró bastante. Frank inspiró el aroma a perfume de su madre, sintiéndose en casa. Luego de separarse del abrazo, la mujer invitó a Frank a la cocina, en donde le sirvió una chocolatada y se sentó frente a él con un té en la mano, en su taza favorita, la cual era un regalo del menor por el día de las madres. Entonces fue que preguntó cómo la había pasado en la casa de su padre, a lo que Frank respondió que fue genial y que se sintió bien pasar tiempo con él.
— Ay, estoy feliz de que al fin puedas pasar tiempo de calidad con tu padre. Estos tiempos han sido difíciles para nosotros y lo sabes, Frank —Dijo ella sonriendo de forma melancólica y tomando un sorbo de té.
— Sí, lo sé, mamá. Por eso es que me siento bien de haber pasado tiempo con él. Él fue genial conmigo, escuchamos música juntos y charlamos sobre un montón de cosas —Contó con alegría, recordando todos los buenos momentos con su padre.
— Me dijo tu padre que tenía una pareja que conoció hace poco tiempo ¿Pudiste conocerla? —Se interesó ella y Frank abrió los ojos un poco más, tomando un trago de su chocolatada caliente y pensando que rayos decir a continuación. Por lo que su madre le dijo, su padre le había mentido a ella en varias cosas y ahora se preguntaba ¿Debía seguirle la mentira?
— Bueno... Yo... Sí conocí a su pareja —Respondió bajando la taza a la mesa con lentitud.
— ¿Y cómo es ella? —Preguntó ahora y Frank suspiró.
— Ella... Ella... —
— ¿Pasa algo, Frank? —Preguntó Linda confundida por los nervios de su hijo.
— Es sólo que... —El menor cerró los ojos y suspiró— Papá te mintió, má —Dijo y Linda abrió los ojos por la sorpresa, sonriendo después.
— Entonces ¿Quieres decir que no tiene ninguna pareja? —Dijo divertida y totalmente interesada, pero borró su sonrisa cuando Frank negó con lentitud.
— No es eso, es que... Papá... Él está saliendo con un hombre —Soltó al fin, mirando a su madre a los ojos, esperando su reacción. Vió así como los ojos de su madre miraban directo al frente, a un punto fijo en la nada luego de quitarlos de encima de él y brillaban, brillaban más de lo normal por las lágrimas que se estaban acumulando allí.
— ¿Qué? —Dijo en un susurro, casi en un gemido lastimero.
— Eso, que está saliendo con un hombre, un chico joven —Reveló ahora y su madre lo miró con un rostro combinando la sorpresa, el asco y la desilusión.
— ¿Qué tan joven? —Preguntó mirando a su hijo y haciendo un gran esfuerzo para que su voz saliera firme, deseosa por saber que tan joven era el chico que se estaba acostado con su ex esposo. Frank bajó la mirada.
— El chico tiene veinticuatro años —Dijo y Linda se puso de pie con rapidez, alejándose un poco de la mesa de la cocina, su respiración se volvió pesada y algo le oprimió el pecho, estrujándole el corazón.
— Pero... —Ella llevó sus manos a su cabello y se lo acarició llevándolos hacia atrás. La sorpresa y el asco tatuados en su rostro y la desilusión llenándole el cuerpo, tensando sus músculos, llenándola de rabia. Cerró los ojos, haciendo que una lágrima cayera lentamente desde los límites de su ojo derecho, inspiró por la nariz y los volvió a abrir—. ¿Y tú conociste a ese chico? —Preguntó ahora, con una mano en el pecho. Frank tuvo miedo de contestar.
— Sí...—Soltó al fin y Linda apretó los labios y los puños.
— ¿Me estás diciendo que ese hombre tuvo el descaro de, primero decirte, y luego presentarte a su pareja veintitantos años menor? —La voz de la mujer salía firme y cada vez más llena de rabia.
— Bueno, fue una casualidad, yo llegué y Gerard ya estaba allí. Papá quería contarme todo con calma pero calculó mal y yo lo ví el día que llegué —Intentó explicar Frank con los nervios haciendo presión en su pecho. No quería que sus padres pelearan o algo así.
— Así que te presentó a su puta el mismo día que llegaste. Yo no lo puedo creer ¡Y para colmo tú no me dijiste nada, Frank! —Al escucharla hablar así de Gerard, el menor se puso de pié y miró fijamente a su madre.
— Gerard no es ninguna puta, mamá. Él sólo es la pareja de papá y eso no debería importarte. Papá ya está haciendo su vida con otra persona y a su manera ¿Por qué te importa tanto? ¿Acaso pensabas que podrías volver con él y llevar una vida de casada diferente a lo que pasamos? —Dijo moviendo los brazos para darle énfasis a sus palabras, ella frunció el ceño.
— ¿Crees que soy estúpida, hijo? Me importa la vida de tu padre porque fue mí marido por más de diez años, tuvimos un hijo juntos y le tengo cariño por eso. Además ¿Qué crees? ¿Acaso crees que ese chico está con tu padre porque lo ama? Es más que obvio que está acostándose con tu padre por dinero. No puedo creer que Cheech haya caído tan bajo... —Al escucharla, Frank ya no supo que responder y bajó la mirada. Su madre tenía razón, Gerard no quería a su padre, sólo estaba con él por el dinero.
El menor agarró su taza y en silencio subió las escaleras, dirigiéndose a su habitación, escuchando cómo su madre pateaba la silla del comedor. Una vez en su habitación, sacó de su bolsillo su celular y lo desbloqueó, viendo que tenía dos mensajes de Gerard. Abrió los mensajes y los leyó, sonriendo al ver los corazones que Gerard le mandó deseándole un buen viaje y un alegre reencuentro con su madre.
Mientras tanto, en la cocina, Linda estaba furiosa y no tardó mucho en tomar su celular y llamar a Cheech.
— Hol... —
— ¿¡Cómo pudiste hacer una cosa así!? —Cheech no pudo terminar la palabra que Linda lo interrumpió con aquel cuestionamiento.
— ¿De qué estás hablando? —Preguntó él, frunciendo el ceño en confusión.
— ¿¡Cómo es que te estás acostando con un chico tan joven!? ¡Podría ser tu hijo! —
— Linda... Dime una cosa ¿A ti qué te importa? —Respondió él, con una media sonrisa en sus labios que ella podía adivinar que tenía.
— ¿Quieres saber por qué me importa? ¿Qué demonios le estás enseñando a tu hijo? ¿Acaso quieres que aprenda que cuando sea un viejo ridículo de cincuenta años se debe conseguir a un jovencito de la mitad de su edad para pagarle por sexo? ¿Eso quieres que aprenda? —Decía ella totalmente colérica.
— Espera, espera. Yo aún no tengo cincuenta años —Protestó Cheech.
— ¡Tienes cuarenta y siete años! ¿Sabes lo que eres, Cheech? —Preguntó ella y él suspiró con una sonrisa en su rostro.
— ¿Qué soy, Linda? —
— Eres un anciano ridículo, teniendo que pagar con unas horas de placer al mes. Eres un asco, aprovechandote de un joven que podría ser tu hijo y que seguro sólo se acuesta contigo porque sufre necesidades económicas. Eres un desgraciado, un infeliz que no puede buscarse alguien que lo quiera de verdad y hacer una vida normal —Soltó con veneno, tratando de lastimar a quien alguna vez fue su esposo. Pero contrariando lo que ella esperaba, Cheech soltó una risa corta y respondió.
— Al menos no soy una cuarentona que desperdicia sus días pensando en qué estará haciendo su ex esposo. Viendo fotos de su pasado y deseando que todo esa fantasía de familia promedio y feliz regrese. Esperando poder apoyarse en su esposo de nuevo porque no es capaz de manejarse sola. Oh, y tampoco soy una mujer que tiene miedo a buscar lo que realmente desea, a saciar sus necesidades carnales naturales porque quiere mantener una imágen de madre de familia, casta, pura e inocente... —A Linda se le fue el aire con todo aquello que Cheech soltó con tanto desprecio—. Deberías ver varias cosas de tu vida antes de criticar la mía, Linda. Ya deja de extrañarme, porque jamás volveré a esa aburrida y vacía vida que tú me dabas. Tan monótona y falta de verdadera vida. Sin pasión, sin emociones. Jamás volvería contigo, estúpida e inocente Linda—Dijo al final y cortó la llamada, dejándola sin palabras y con una lágrima en el borde de sus ojos, deseosa por salir y caer.
Con lentitud, Linda dejó el teléfono celular en la mesa de la cocina, con las manos temblorosas por los nervios de pasar de la ira a la devastación. Inhaló una gran bocanada de aire y de forma entrecortada lo dejó salir, llevó una mano a su boca y se sentó en una silla. Todo esto sin acelerar sus movimientos.
Por otro lado, Frank estaba en su habitación, acostado en la cama con los auriculares puestos y la música a todo volúmen, pues sabía que su madre discutiría con su padre inevitablemente y realmente no quería escucharlos, o bueno, escuchar a su madre gritarle a un teléfono. Así fue que se quedó dormido, con el celular en su pecho y la música sin dejar de sonar.
— ¡Frank! —Se escuchó de pronto en la habitación del menor, seguido de unos golpes en la puerta—. ¡Frank, despierta! —se volvió a escuchar y Frank abrió los ojos asustado.
Con lentitud se sentó en la cama y se tomó la cabeza con una mano antes de ponerse de pié y caminar a la puerta arrastrando los pies, con los ojos apenas abiertos, mientras los gritos llenos de molestia y los golpes en la puerta aún se hacían escuchar.
— ¿Qué pasa, mamá? —Preguntó él al abrir la puerta, bostezando.
— Ven a la cocina. Tenemos que hablar —
Frank asintió quedamente y luego de que su madre caminara escaleras abajo se dirigió al baño para lavarse la cara. Una vez más despierto, bajó a la cocina.
— ¿Estabas dormido? —Preguntó ella con los brazos cruzados, apoyada en la heladera.
— Sí, yo... Me dormí —Dijo Frank sin saber si debía sentarse o quedarse de pié.
— Siéntate, Frank —Ordenó—. Quiero que ahora me digas la verdad de todo lo que te voy a preguntar sin rodeos ¿Entiendes? —Preguntó y él asintió, pero luego frunció el ceño.
— Estás fumando —Acusó y ella asintió sin darle importancia—. Dijiste que no volverías a fumar, mamá —Protestó, enojado y ella sólo se limitó a soltar el humo de entre sus labios.
— ¿Qué cosas te ha dicho tu padre de mí? —Preguntó, mirándolo fijamente y él hizo una mueca, mostrando su confusión.
— ¿A qué viene eso, mamá? De todas formas, no voy a responder nada hasta que apagues ese maldito cigarrillo —Amenazó y Linda frunció el ceño.
— No estás en posición de negarte, Frank. Soy tu madre y debes responder ¿Que te dijo tu padre de mí? —
— No me dijo nada ¿Qué podría decirme? —
— No me mientas —
— No te miento, mamá. Sabes que no me gusta esto ¿Qué está pasando? ¿Por qué me preguntas eso? —Preguntó, aún un poco confundido con la situación, pero entendiendo de a poco lo que estaba sucediendo.
— Dime la verdad, Frank. Tu padre habló barbaridades de mí ¿Cierto? ¿Qué fue lo que te dijo? ¿Te dijo que no debías ser como yo? ¿Acaso te dijo que si quieres algo debes tenerlo sea lo que sea? ¿Eso te enseñó? —Decía histérica mientras Frank la miraba sin poder creer lo que estaba escuchando. Y lo peor de todo es que todos los recuerdos de cuando sus padres comenzaban con el divorcio volvían a su mente.
— Basta, mamá. Papá no dijo nada sobre ti, no hablamos de ti en ningún momento, tranquila. Además, papá me enseñó el valor del trabajo y de la salud mental ¿Acaso eso está mal? —Linda lo miró confundida.
— ¿Qué quieres decir con eso? —Preguntó.
— Quiero decir que papá me dijo que si algo me hace mal es mejor alejarse si es que no tiene solución. Que no vale la pena lastimarme por una causa perdida. —
— ¿Entonces esa es la solución a todos los problemas para él? ¿Dejar las cosas cuando no se ven bien? Bueno, básicamente lo que hizo con nosotros —
— ¿Qué? —
— Frank, sabes que tu padre nos abandonó en cuanto pudo porque no éramos suficientes para él. Pero bueno, supongo que fue lo mejor, ahora que sé que está acostándose con un niño, no me quiero imaginar lo que te hubiese hecho a ti si se hubiese quedado —A Frank se le fue acelerando la respiración al escuchar a su madre decir semejante cosa ¿Acaso escuchó bien?— Ahora me arrepiento de haberte dejado ir a su casa. Pero, no te tocó ¿Cierto, Frankie? —Dijo ella mostrándose preocupada y el menor se puso de pié, colocando las palmas de sus manos en la mesa con fuerza, dando un golpe, provocando un ruido fuerte.
— No hables así de mí papá. Sé que no fue muy presente en los últimos años, pero ahora está intentando mejorar y no puedes decir que es un abusador de menores o algo así. Él está saliendo con alguien mayor de edad, mamá. No está saliendo con alguien menor. Además, es papá, lo conocemos, él no sería capaz de algo así, yo sé que él me quiere y que jamás me tocaría. —Dijo con rapidez y rabia. Estaba enojado, sí, y no era para menos.
— Yo ya no conozco a tu padre. Dejé de conocerlo cuando me fue infiel —Frank rodó los ojos.
— Mamá, una cosa es que papá te haya sido infiel y otra es que digas que es capaz de violarme o algo así. Date cuenta de las cosas que dices, por favor. Además, no vuelvas a mencionar el pasado, eso ya pasó y lo que pasó contigo no tiene que ver conmigo —
— Ah ¿No? ¿Sabes que me dijo tu padre? Me dijo que soy una cuarentona amargada que no quiere tener relaciones para pasar por una mujer pura e inocente. Me dijo que soy una idiota que aún espera que él regrese porque no sé manejarme sola y que jamás fue feliz conmigo —Dijo cruzándose de brazos, inhalando del cigarro y soltando el humo con rabia.
— ¿Y a mí qué? ¿Yo qué tengo que ver con eso? Son sus discusiones, mamá, seguro que tu también le dijiste algo para que te dijera eso. Ni siquiera sé por qué lo llamaste, es... Estúpido. No quiero que me cuentes más nada, no quiero saber de sus peleas. No de nuevo. —Dicho esto, Frank caminó hacia la escalera, pero la voz de su madre lo detuvo.
— ¿Así que ya no te importa lo que le pase a mamá? —Preguntó con la voz rota y Frank cerró los ojos, dejando escapar una lágrima al segundo.
— Mamá... —
—Dime, Frank ¿Ya no te importo? ¿Ya no te importa que tu padre sea un monstruo conmigo? Dímelo ¿Ahora lo quieres más a él? —
— Ya no soy un niño, mamá —El menor abrió los ojos y sin decir más subió las escaleras, directo a su cuarto.
—¡Frank Anthony Thomas! ¡Dame tu celular! ¡Estás castigado! —Gritó su madre, completamente furiosa con él, Frank respondió dando un portazo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top