6

  «Me quisieron violar, Daddy»

 Aquellas palabras chocaron de lleno contra el pecho de Cheech y lo dejaron con la boca y los ojos bien abiertos. Incluso podría decirse que dejó de respirar por unos segundos mientras Gerard seguía llorando en su cuello.

  — ¿Qué dijiste, Gee? ¿Estás bien? ¿Cómo que te quisieron violar? ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Tú estás bien? —Preguntó Cheech completamente asustado, abrazándolo fuerte como si quisiera protegerlo.

  — Yo... Fui a una fiesta con un amigo, pero en un momento lo perdí de vista —Comenzó a contar entre hipidos—. Entonces un tipo se ofreció a ayudarme, me llevó a los baños y ahí, ahí intentó violarme. Por suerte le pude dar un rodillazo para escapar pero, pero... Oh, Daddy, estoy tan asustado que creo que se me fue la borrachera —

  — Oh, Gee, tranquilo, ya estás a salvo —Dijo Cheech con suavidad, acariciándolo de forma reconfortante—. Ya pasó ¿Si, bebé?

  — Sí, Daddy —Gerard se separó y miró a Cheech a los ojos, se limpió las lágrimas y sonrió—. Me siento a salvo en tus brazos como nunca antes me sentí —Confesó—. Muchas gracias por cuidar de mí, Daddy. Eres el mejor —Exclamó abrazándolo fuerte y luego se volvió a separar para tomar al mayor del rostro y decir—. Te quiero mucho, Daddy —Dejó un dulce beso sobre sus labios y lo volvió a abrazar. Por su parte, Cheech estaba en shock, era la primera vez que Gerard le decía algo así de tierno y dulce. Era la primera vez que le decía que lo quería. Cuando reaccionó, abrazó con fuerza a Gerard, sonrió y dejó un beso en su hombro.

  — Yo también te quiero mucho, Gee —Respondió.

  — ¿Me puedo quedar a dormir contigo, Daddy? Y, y ¿Puedes hacerme mimitos y darme besitos hasta que me duerma? —Preguntó el menor dando brinquitos en las piernas del mayor.

  — ¡Claro que sí, bebé! Todo lo que tú quieras —

  Por lo tanto, Cheech y Gerard durmieron juntos, abrazados en cucharita, la hora y media que tenían hasta que el mayor tuvo que levantarse para ir a trabajar. Se levantó de la cama con sumo cuidado para no despertar a Gerard y lo hizo con éxito. Se duchó, se cambió, tomó su desayuno y salió del edificio a tiempo para ir a su lugar de trabajo.
  Eran eso de las diez de la mañana cuando Frank se despertó, estiró los brazos y se levantó de la cama directo al baño. Luego, salió del baño y fue a la cocina a prepararse el desayuno, todo con calma, pues Frank no tenía apuro. Estaba tomando una chocolatada en el desayunador cuando escuchó un quejido, casi un grito, proveniente del cuarto de su padre.

  — ¡Cheech! —Escuchó Frank a alguien llamando a su padre, apenas entendible y con un tono de angustia.
  Sin pensarlo mucho, pero algo confundido, dejó su taza en la superficie de madera y comenzó a caminar a la habitación de su padre.
  — ¡Daddy! —Ahora escuchó, entonces creyó entender de quién se trataba. Posó su oreja contra la puerta de la habitación y allí escuchó jadeos desesperados y a Gerard volver a gritar por su Daddy.

  — Ay, papá —Soltó desilusionado y abrió la puerta con los ojos cerrados—. ¿¡Cómo puedes hacer algo así, papá!? —Gritó—. ¡Estoy yo en el departamento! —Se escuchó a Gerard tomar una gran bocanada de aire y un movimiento en la cama.

  — ¿Frank? —El nombrado abrió los ojos y así vió a Gerard sentado en el colchón.

  — ¿Y mí padre? —Preguntó, Gerard se refregó los ojos, miró a todos lados y sonrió.

  — Se fue a trabajar, supongo. Me quedé dormido —Respondió y Frank hizo una mueca—. ¿Qué pasa?

  — Nada, yo... Pensé que... —Y bajó la mirada, apenado.

  — Oh, ya veo, creíste que estaba teniendo sexo con tu papá ¿No? —Frank asintió—. Ay, Frank. Tu padre prometió no hacer algo así, no te preocupes.

  — ¿Entonces tenías una pesadilla? —Ahora fue Gerard quien bajó la mirada.

  — Sí, acaso ¿Dije algo? —

  — Sí, llamabas a mí papá —Ahora Gerard se apenó un poco.

  — Oh, ya veo... Es que... No importa ¿Quieres desayunar? —Sonrió y Frank asintió.

  — ¿Estás bien? —

  — Sí, sí, sólo estoy algo confundido —Dijo acariciándose el cabello.

  Al cabo de unos minutos Gerard salió de la habitación de Cheech vistiendo la misma ropa que en la noche y se preparó un café, mientras Frank no dejaba de mirarlo. Lo miraba porque no entendía qué estaba haciendo ahí. Así que se lo preguntó.

  — Bueno, verás... Yo... Salí anoche, estaba muy ebrio y no recordaba mí dirección por lo que, equivocamente, le dí al taxista la dirección de aquí y bueno, tu padre ya no me dejó ir luego de que llegara en ese estado —

  — Ya veo... —Frank se quedó pensando unos segundos y luego preguntó—. ¿Mí papá te cuida mucho, cierto? —

  — Sí, él... Él es genial, siempre está cuidándome y mimándome —

  — Te quiere mucho ¿No? —

  — Y yo a él —

  Así como la conversación se volvió incómoda en un segundo, terminó igual de rápido. Frank no preguntó nada más y Gerard simplemente no quería hablar.
 
  Los días pasaron y Cheech tuvo la grandiosa idea de invitar a Gerard a cenar en su departamento una vez que ya superó bastante el terrible acontecimiento pasado en el boliche, junto con Frank quién no tenía idea de que Gerard iría a cenar con ellos. La cena transcurrió con tranquilidad, era algo casi elegante. Hasta que Gerard anunció que debía ir al baño y Frank lo siguió con la mirada.

  — Es lindo ¿Cierto? —Preguntó Cheech y Frank salió de su trance apenas, mirando hacia su padre.

  — Sí, lo es —Respondió sin prestar mucha atención —. ¿Por qué?

  — ¿Te gusta? —El mayor tenía una sonrisa paternal en el rostro y Frank ya estaba nervioso.

  — ¿De qué hablas, papá? Es tu babyboy, yo... —Balbuceó y Cheech soltó una risita.

  — ¿Y eso qué? Es un chico lindo ¿No te gusta? —

  — No digo que no sea lindo, es sólo que es tu babyboy, yo no puedo verlo como a un chico cualquiera —Explicó.

  — Y si no fuera mí babyboy ¿Saldrías con él? — Preguntó ahora y Frank tragó saliva nervioso.

  — Yo... Bueno, yo... —Pero entonces Gerard regresó y se sentó a la mesa.

  — ¿Hablaban de mí? —Sonrió y Cheech lo hizo igual.

  — Sí

  — ¿Sí? —Se sorprendió.

  — Sí, yo le estaba diciendo a Frank que eres muy bonito —Dijo Cheech y Gerard sonrió coqueto.

  — ¿Ah, sí? ¿Soy bonito?

  — Mucho —Respondió Cheech

  — Oh, Cheech... —Gerard hizo un movimiento con la mano, indicándole que parara.

  — Frank también cree que eres muy bonito —El chico casi se atragantó con la comida al escucharlo y Gerard borró su sonrisa por un segundo.

  — ¡Papá! —Chilló el menor y el nombrado soltó una risa.

  — ¿Acaso miento? —Preguntó—. Creo que incluso debería hacerme a un lado y dejar que ustedes dos salgan. Harían una bonita pareja. Además, se nota que a Frank le gustas mucho, Gee  —Bromeó, con el objetivo de molestar a Frank.

  — ¡Papá, basta! —Volvió a chillar y ahora Gerard habló.

  — Ya, Cheech. Estás avergonzando al pobre muchacho —Dijo entre risitas divertidas, tomando de su bebida con una pajilla—. No deberías bromear con esas cosas, sólo mira como se puso el pequeño Frankie.

  — ¡Cierra tu boca, Gerard! —Exclamó ahora el chico, poniéndose de pié y apoyando sus manos en la mesa. Tenía las mejillas rojizas y los ojos más húmedos de lo normal, achinados al fruncir el ceño, intentando no soltar las lágrimas de vergüenza que querían salir de sus ojos.

  — ¡Frank! Sólo estamos bromeando contigo, hijo. Tranquilo —Sonrió el hombre acariciando de forma paternal el brazo de Frank.

  — ¡No me gustan este tipo de estúpidas bromas, papá! —Exclamó el chico, sin saber si irse a su habitación o quedarse y fingir que nada pasó.

  — Ya, Frank. Lo lamentamos mucho, cariño ¿Cierto, Cheech? —Dijo Gerard levantándose y abrazando al chico por los hombros, sonriéndole con ternura. Y es que eso causaba Frank en él, ternura. Luego recitando las ultimas palabras miró a Cheech con gesto severo.

  — Claro que lo lamentamos, Frank. No creí que te pondrías así —Se disculpó su padre uniéndose al abrazo. Entonces Frank suspiró y dijo.

  — Tampoco debí comportarme así, es sólo que... No lo sé, estoy un poco nervioso —

  — ¿Quieres hablar sobre eso? ¿Quieres decirnos por qué estás nervioso? —Preguntó Gerard tomándolo de las manos, haciéndolo estremecer levemente.

  — Es sólo... La escuela, ya saben, las vacaciones están por terminar esta semana y bueno, tener un año sabático me pone nervioso, porque no quiero sentirme inútil todo un año —Dijo Frank bajando la mirada, y decía la verdad en parte, porque ya había decidido tomarse ese año para decidir qué carrera tomar, pero no quería ser una sanguijuela en su familia, sin hacer absolutamente nada y que lo mantengan por nada.

  — Ay, Frankie, no te preocupes por eso, puedes hacer algún curso o algo así. Además ¿Quieres que te ayude a elegir carrera este año? —Le sonrió Gerard sin soltar sus manos.

  — Sí, creo que eso me gustaría —Sonrió Frank mirando a Gerard a los ojos y perdiéndose en esos verdes olivas.

  — Perfecto, entonces ya tienes a alguien que te ayudará a elegir. Ya no te preocupes por esas cosas, Frank. Tu madre y yo te apoyaremos en lo que decidas hacer —Habló Cheech y Frank salió de su estado de hipnosis.

  La cena siguió en calma, hablaron del futuro de Frank y su padre todo el tiempo hacía comentarios sobre que lo apoyaría incondicionalmente, sin sabes que esas palabras hacían sentir enfermo a Frank que no podía quitarle los ojos de encima a Gerard aunque quisiera.

  Dos días más tarde, siendo viernes al mediodía, Gerard tocó la puerta del departamento de Cheech, siendo recibido por el Iero menor que le sonrió y lo dejó pasar.

  — Hola, Frankie ¿Cómo has estado? —Preguntó el mayor entrando al lugar, arrojando su mochila en el sillón de la sala.

  — Bien, bien... Ya sabes, pensando —Gerard sonrió al escucharlo y dejó que Frank se acerque un poco a él para atraerlo por la cintura y colocar la otra mano en su mentón.

  — ¿Estuviste pensando en mí? —Preguntó descaradamente, haciéndolo suspirar.

  — Tal vez... —Sonrió coqueto, llevando sus brazos a abrazar del cuello al mayor.

  — ¿Y que tipo de pensamientos eran esos, ah?

  — Sabes muy bien que tipo de pensamientos son, Gerard —Dijo Frank con voz suave, acercándose al rostro de este, buscando besarlo.

  — Eres un travieso, Frankie —Exclamó Gerard antes de cortar la distancia y comenzar a besarlo.

  Se besaron un buen rato, compartiendo miradas y caricias en el sillón de la sala. Con Frank sentado en las piernas de Gerard, este aprovechaba para acariciarle las piernas desnudas a causa de que sólo llevaba puestos unos bóxers. Lo estaban disfrutando, y es que debía ser así porque ese era el último día que iban a verse, ya que era el último día de vacaciones de Frank. De un momento a otro, Gerard tomó a Frank de las mejillas y lo comenzó a acariciar con los pulgares, sonriéndole.

  — ¿Qué pasa? —Preguntó el menor.

  — Es sólo que... Te voy a extrañar... Mucho. —Confesó Gerard dejando un pequeño beso en sus labios—. Extrañaré tu piel, tus ojos, tu cabello, tu voz, tus labios... —Suspiró.

  — Yo también te voy a extrañar mucho, Gerard. Pero no quiero pensar en eso ahora. Ahora sólo quiero besarte y olvidar todo —Le sonrió, llevando sus manos a tomarlo del rostro también—. Además, tienes mí número y... —Ahora sonrió pícaro, bajando sus manos al cuello de Gerard—...Nos veremos en Octubre ¿No?

  — Claro que sí. No me perdería tu cumpleaños por nada del mundo —Sonrió comenzando a besarlo de nuevo.

  Al otro día Frank se encontraba guardando sus cosas en las valijas. Ya era tiempo de volver con su madre y dejar a su padre hasta las fiestas, en donde volvería para pasar año nuevo con él. Su padre entró en el cuarto para preguntarle si ya estaba listo y volvió a salir, dejándolo solo y pensando en todo a la vez. Su futuro, Gerard y su padre era en todo lo que pensaba. En su futuro porque tenía miedo de elegir una carrera y luego arrepentirse, en Gerard porque le hacía sentir cosas extrañas que jamás había sentido y en su padre porque sentía que querer a Gerard era como traicionarlo. Entonces se detuvo en una sola palabra, ¿Él quería a Gerard? Sacudió la cabeza con rapidez intentando alejar ese pensamiento estúpido de su mente, apenas lo conocía, no podía quererlo. Aunque hayan salido varias veces a escondidas de su padre, no significaba nada, absolutamente nada ¿O sí? Volvió a sacudir la cabeza, no, no podía significar nada porque Gerard... Gerard era el babyboy de su padre...
  Suspiró y cerró su valija, se puso la mochila al hombro y salió con sus cosas de la habitación. Subió al lujoso auto de su padre y se recostó en el asiento trasero, colocándose los auriculares y dándole play a la música, cerrando los ojos, dejándose llevar, tratando de no pensar más.
  Al llegar a la casa de su madre, se bajó del auto algo adormilado, tomó sus cosas y abrazó a su padre con fuerza, siendo correspondido.

  — Adiós, papá. Voy a extrañarte mucho. —Dijo Frank en medio del abrazo.

  — Yo también voy a extrañarte mucho, Frank. Estos días que estuviste conmigo fueron increíbles. Eres un chico estupendo y maravilloso. Estoy orgulloso de ti —Frank cerró los ojos y dejó escapar una lágrima, eso fue lo que siempre quiso escuchar de los labios de su padre.

  Frank terminó de despedirse de su padre y caminó por el pequeño caminito de cemento en el jardín, hasta la puerta de la casa en dónde paró su marchar y se giró para saludar con un movimiento de mano a su padre, sacando sus llaves y entrando a la casa.

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