3
Frank tuvo toda la subida del ascensor para calmarse y mostrarse tranquilo frente a su padre que le sonrió y le dió las gracias por entender, a lo que Frank también sonrió, diciendo.
— Aún no estoy seguro con esto, pero si te hace feliz está bien —
Luego de eso, Cheech invitó a Frank a ir de compras, pasear y cosas así, cosas para pasar el tiempo juntos, recuperar el tiempo perdido. Pues desde que Cheech y Linda se divorciaron, hace ya dos años, se distanciaron aún más. Además, Cheech no debía ir a trabajar ya que pidió una semana de sus vacaciones para pasarla con su único hijo.
Mientras tanto, Gerard se encontraba en una cafetería, vistiendo unos jeans negros rasgados y una camisa del mismo color, junto a su mejor amigo, Ray, el cual le preguntó por qué tenía aquella cara larga.
— Ya, dime qué pasa, hermano. ¿Acaso te molesta llevar ropa de hombre? —Ray sonrió al decir lo último, recibiendo un golpe en el brazo por parte de su amigo—. Hey, es broma. La ropa no tiene género, lo sé —Sonrió sincero pero luego lo miró serio—. Dime qué pasa, Gee. Estás extraño desde que fuiste a la casa de tu Daddy en la mañana ¿Acaso su hijo te insultó o algo así? —Gerard suspiró y tomó un sorbo de su café negro.
— No, el chico fue bastante amable, incluso se mostró preocupado por mí —Respondió—. No sé que me pasa, simplemente no tengo ganas de verme genial. Quiero. . . Pasar desapercibido —Dijo revolviendo con suavidad su café.
— Oh, no, no, no. No me asustes así, Gee ¿Qué significa eso de querer pasar desapercibido? La última vez que estuviste así fue porque... Ya sabes —Lo último lo dijo casi en un susurro. Ray tomó la mano de Gerard y lo miró a los ojos—. Dime ¿Sabes por qué estás así? —El de cabello corto lo pensó unos segundos y luego bajó la mirada.
— No sé. Bueno, no estoy seguro. . . Cheech me dijo algo que me dejó pensando mucho —Confesó, tomando un poco más de su café.
— ¿Qué te dijo? ¿Acaso debo ir a molerlo a golpes? —Gerard rió y respondió.
— Calma, onvre violento. No hace falta que golpees a nadie. Tranquilo —Rió un poco más y luego comenzó a explicar—. Lo que pasa es que estábamos hablando con su hijo y este preguntó qué pasaría si yo quiero romper con el «contrato» —Hizo una pausa y continuó—. Y, bueno, no supe qué contestar. Pero entonces Cheech intervino y dijo que no pasaría nada, dió a entender que, incluso si yo ya no quisiera acostarme con él, seguiría pagando mis estudios —Gerard se notaba realmente afectado y Ray apretó el agarre a su mano, tratando de consolarlo.
— Te pusiste a sobre pensar en eso ¿Cierto? —Preguntó el rizado y Gerard levantó un poco la mirada.
— Es que, Ray. . . Sin Cheech estoy perdido ¿Cómo haré para pagar los altos aranceles de la universidad si apenas puedo pagar mí comida y departamento? —Decía Gerard mostrándose desesperado—. Sin él y su dinero estaría acabado. Me quedaría en la calle pronto o moriría de hambre o, peor aún, volvería con mis padres. Sabes que mí sueldo apenas alcanza para comer una quincena con el alto alquiler del departamento. Además, si ya no estudio en la universidad ¿Por qué me quedaría aquí? —
— Oye, oye. Tranquilo, calma. Sabes que si no tienes donde ir mis padres te abrirán las puertas. Claro, mientras no te pasees por los pasillos en falda, sabes cómo son. Además, encontrarás una forma de seguir en la universidad. Podrías encontrar un mejor trabajo o yo podría ayudarte. Si vienes a vivir conmigo ya no tendrías que preocuparte por el alquiler y estarías tranquilo —Decía Ray intentando calmarlo, mientras parecía que Gerard se largaría a llorar en cualquier momento por pensar en todas las posibilidades.
— Eres un gran amigo, Ray. No sé qué haría sin ti —Sonrió el pelinegro.
— Seguramente te volverías loco o algo así —Rió Ray, sonriéndole con dulzura—. Trata de calmarte, si el contrato llega a romperse encontraremos una forma de que vayas detrás de tus sueños. Pero sí quieres romperlo tú, no lo dudes ni un segundo y hazlo. Seguramente Cheech cumpla con su palabra y termine de pagar tus estudios, quién sabe —Se encogió de hombros y terminó de tomar su cappuccino.
— Gracias de nuevo, Ray. Algún día te pagaré todo lo que haces por mí —Sonrió Gerard, algo afectado aún.
— Oye, me compraste una Les Paul. Para mí eso ya es suficiente pago —Rió el rizado, soltando la mano de su amigo. Gerard sonrió ante ese comentario y luego se quedó mirando por la ventana, recordando el corto beso que le dió a Frank. Se sentía extraño frente a eso, pues no estaba seguro del por qué hizo aquello. Una buena parte era porque sabe que le atrae al chico y siempre le ha gustado jugar con las personas que gustan de él. Luego de pensarlo un poco, decidió que esa era la razón. Y es que, debía admitir, quería jugar con ese chico que se babeaba con su presencia tan notoria y provocativa. Porque sí, Gerard sabía perfectamente que a Frank le gusta. Y es que, bueno, no se necesitaba ser un genio para notarlo.
— ¿Gerard? Gerard ¿Puedes oírme? —La voz de Ray lo sacó violentamente de su nube de pensamiento y lo llevó a la realidad.
— ¿Sí? —Preguntó medio atontado—. ¿Qué sucede?
— Te decía que ¿De casualidad ya descubriste que le gustas al hijo de Cheech? —Gerard sonrió con la pregunta.
— ¿Cómo supiste? —
— Tienes cara de estar planeando una maldad —Respondió Ray con simpleza, dándole un gran mordisco a su dona—. Además, es un adolescente hormonal y tú un chico con falda, era obvio —Dijo con la boca llena de pedazos de dona—. Vas a jugar con ese chico ¿Cierto? —Gerard soltó una risita.
— Como sabes¿ —Preguntó, recordando una imagen que vió en sus redes sociales.
— Te conozco, Gee, y no te recomiendo meterte con el hijo de Cheech. Eso es algo enfermo por dos razones —Ray levantó su mano para comenzar a enumerar—. Razón uno, ese chico apenas tiene diecisiete años. Razón dos, te acostaste con su padre en reiteradas oportunidades —Gerard lo pensó unos segundos y luego chasqueó la lengua.
— Se acerca el cumpleaños número dieciocho del chico y, además, no dije que iba a acostarme con él. Sólo quiero jugar un poco —Ray bufó al escucharlo.
— ¿Crees que Cheech querrá seguir pagando tus estudios luego de que le rompas el corazón a su hijo? —Inquirió Ray y Gerard rodó los ojos.
— No voy a romperle el corazón. Sólo me divertiré, nada más —
— Bien —Se rindió Ray—. Sólo, no toques a ese chico hasta que sea mayor de edad.
— Upssis —Exclamó Gerard, tapándose los labios con delicadeza.
— ¿¡Ya lo besaste, maldito cerdo!? —Casi gritó Ray.
— Sólo fue un roce de labios, nada grave —Quiso restarle importancia, pero Ray estaba que se arrancaba los cabellos.
— ¡Es un menor de edad! Y tú no tienes dieciocho o, máximo, diecinueve años. ¡Tienes veinticuatro años, Gerard! ¿¡Qué demonios pasaba por tu mente!? —Exclamó el rizado tomándose de los cabellos—. Debería denunciarte por acosar a un menor de edad —Dijo y Gerard lo miró serio.
— No hagas algo así, Ray. Sólo fue un beso. Además ¿Acaso crees que ese chico es un virgen inmaculado? —
— ¡Ese no es el punto! El punto aquí es que es menor de edad, Gerard. A ti no te importa si ya inició su vida sexual, ni siquiera deberías pensar en ello —Ray estaba asqueado y furioso. Había ocasiones en las que su amigo cruzaba los límites, pero está vez ya era algo ilegal y eso no le gustaba en absoluto.
— Bien, bien. Tienes razón, crucé los límites. Pero ¿Sabes? Fue casi como un impulso, ni siquiera lo pensé, sólo lo hice y ya. No sé por qué —Explicó y Ray suspiró.
— Bien, te creo —Se rindió—. Pero si me entero que volviste a tocar a ese chico te denuncio ¿Entiendes? —Amenazó y Gerard asintió enérgico.
Terminaron su café y salieron de allí para ir a caminar por un parque, ya habían comenzado las vacaciones de verano luego de la clase de Gerard en la mañana, por lo que tenían bastante tiempo libre aquel sábado soleado. Caminaron por el parque, hablaron sobre varias cosas, rieron y se divirtieron. Ray y Gerard eran mejores amigos porque se llevaban de maravilla. Ray tenía un gran lugarcito en el corazón de su amigo desde que se conocieron, hacía ya varios años.
Conforme los días pasaban, Gerard sólo se mensajeaba con su Daddy, ya que, con la llegada de Frank, no podían pasar tiempo juntos. Gerard, como parte de su «trabajo», se encargaba de darle ánimos a Cheech y ahora no era la excepción. Cheech se sentía inseguro como padre y por cualquier cosa ya tenía miedo de fallar, pero ahí estaba Gerard, dispuesto a darle ánimos y recordarle que todos podemos cometer errores mientras aprendamos de ellos. El pelinegro respondía cada mensaje de su Daddy con una sonrisa en los labios y con varios corazoncitos para adornar lo que tenía para decir y Cheech estaba más que agradecido con él y todo lo que hacía. Era un gran soporte para él.
Durante toda esa semana, Cheech se la pasó conociendo a su hijo y descubrió que tenían varias cosas en común, entre ellas, el gusto musical. Por lo cual, se la pasaron hablando sobre sus bandas favoritas, artistas que amaban y ese tipo de cosas. Todo marchaba bien, pero en el pecho de Frank el secreto de que Gerard lo besó le dolía, y mucho. Era por eso que debía saber qué pensaría su padre si Gerard decidía estar con alguien más.
— Papá. . . ¿Te puedo hacer una pregunta? —Dijo luego de que un silencio bastante cómodo se apoderaba del lugar.
— Claro, Frank ¿Qué sucede? —Le sonrió.
— Es sobre Gerard. . . —Comenzó—. Quería saber ¿Qué pasaría si Gerard quiere salir con alguien más? —Cheech se mostró sorprendido ante aquella pregunta y se acomodó en el sillón frente a la gran televisión que reproducía un vídeo con la letra de una canción de Bowie.
— Bueno. . . Sí hemos hablado sobre ello con Gerard pero ¿Por qué la pregunta? —Quisó saber y Frank se encogió de hombros.
— Curiosidad sobre la libertad que Gerard tiene —Dijo con simpleza y Cheech asintió, pensando en las palabras que iba a usar.
— Bien, Gerard, según lo que acordamos, tiene la libertad de salir con quién quiera. Claro que, mientras no sea algo realmente serio y yo no me entere —Frank frunció el ceño.
— Espera ¿Quieres decir que Gerard debe esconder cualquier relación que tenga con alguien más? —Cheech se mordió la cara interna de su mejilla.
— No exactamente. Sólo le pedí que no me cuente nada de lo que hace con otras personas —Explicó—. Pero no tiene por qué esconderse o algo así ¿Entiendes? —Frank asintió.
— Entiendo. . . Te molestaría mucho enterarte que hace contigo lo mismo que con chicos de su edad ¿Cierto? —Preguntó y Cheech chasqueó la lengua.
— Podría ser, simplemente no quiero saber qué es de su vida sexual —Frank asintió, entendiendo todo.
— Te enamoraste ¿Verdad? —Preguntó ahora y Cheech lo miró a los ojos.
— ¿Por qué dices eso? —Quiso saber.
— Sólo responde, papá —Se quejó Frank y Cheech se rascó la nuca.
— No lo creo, Frank. Sería muy tonto de mi parte enamorarme de Gerard. Él es mi babyboy, no mí pareja y yo tengo claro eso, así como Gerard también lo tiene claro —
— Entiendo, es una relación fría y sin sentimientos —
— No precisamente. Yo quiero mucho a Gerard, pero como a un amigo, un compañero, nada más —Frank asintió, comprendiendo.
Así pasó toda una semana y, luego del fin de semana, Cheech debía volver al trabajo, por lo que dejó a Frank solo en el piso del edificio. El chico despertó a eso de las nueve de la mañana por unos golpes en la puerta de entrada, unos golpes insistentes y molestos. De mala gana se colocó las zapatillas y caminó en bóxers a la entrada, bostezando. Abrió un poco la puerta, con el ceño fruncido y se sorprendió al ver de quién se trataba.
— Buenos días, Frank —Saludó Gerard con una sonrisa—. ¿Me dejas pasar? —Preguntó, traía en sus manos un paquete de papel de panadería y su atuendo era igual de provocativo que siempre. Se trataba de una falda a cuadrillé roja con negro, una camisa de tela algo brillosa de color bordó y una gargantilla de plástico rojo con puntas de metal. Además, llevaba sombra roja rodeando sus ojos y un sutil delineado negro. Se veía jodidamente hermoso a los ojos de Frank.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top