Четырнадцать / 14
¿Acaso era algún tipo de loco o algo?, el alemán que llegó temblando de frío con un comportamiento sumiso y tranquilo ahora se hallaba tragándose la tarta de frambuesas sin remordimiento alguno con descaro y filosas sonrisas burlonas.
Extrañamente no podía dejar de ver su boca moverse mientras masticaba, sus colmillos mordiendo la tarta que se supone era un regalo para el dueño del hogar, sus mejillas un poco manchadas por el dulce y su lengua relamiendo sus labios cada cierto rato para limpiarlos. Eso lo ponía ansioso, nunca había experimentado una situación así y se sentía algo desconcertado respecto a que no podía dejar de producir saliva como un perro hambriento.. pero no precisamente por el postre frente a él.
-Hm?.. es riecht nach frisch gebackenem Brot.. -El de esvástica dejó de comer para olisquear el aire, realmente olía bien y le abrió más el apetito por lo que dirigió su vista en algunas direcciones antes de notar que el aroma a centeno provenía del ruso frente a él que se vio incómodo ante la repentina mirada fija- Du..
(Huele como a pan recién horneado..)
-..¿Yo qué? -Balbuceó apenas tragando la saliva de su boca, seguro se veía como un enorme idiota o como uno de sus perros impulsivos que se encontraban del otro lado de la sala frente a la chimenea profundamente dormidos-.
-Du riechst viel Brot -Reich rodeó la barra hasta quedar lo suficientemente cerca del de gabardina que intentó retroceder un par de pasos para mantener la distancia, no podía dejar de olfatearlo debido a que el olor era muy atrayente y también porque de cierta manera su nerviosismo le causaba satisfacción-.
(Hueles mucho a pan)
Aunque la escena no pudo durar más debido a que al intentar alejarse el de ojos hielo se apoyó en la barra y la mitad de su mano quedó en la tarta que saltó un poco debido al contra peso y el dulce manchó la madera pulida. Inmediatamente URSS buscó un trapo para comenzar a limpiar antes de que el dulce se adhiriera y no pudiese quitarlo después, por su parte el rubio viró los ojos dejando de sentir el aroma pasado y decidió encaminarse a la refrigeradora para buscar algo que le quitara el empalago por la frambuesa tan azucarada, miró superficialmente y tomó una de las tres botellas de leche que había y le dio un trago largo antes de jadear un poco para respirar.. pero aún sentía incomodidad en la boca así que acabó por terminársela.
-Al menos sa... -El mayor se quedó estático luego de girar en dirección a la cocina para lavar el trapo en sus manos, notando que el de botas altas estaba junto a la refrigeradora con una de las botellas entre sus manos, no supo cómo reaccionar cuando vio la etiqueta azul en esta.. era la de Rusia- ..¿Qué rayos haces?..
-Pues bebiendo algo de leche, te quedan otras dos botellas así que da igual. Aunque está muy dulce.. le vas a causar diabetes a ese niño. -Respondió el europeo relamiendo la comisura izquierda de su boca para limpiar la pequeña gota que intentó bajar por ahí, luego dejó la botella a un lado pues de la había terminado toda y se dirigió nuevamente frente al otro con total tranquilidad-.
El de hoz y martillo no supo qué mierda idear para sustituir esa leche que se suponía era la cena del pequeño que no tardaría en despertar para reclamarla y de noche no podía darle algo tan pesado como la fruta. Comenzó a desesperarse y maldijo por lo bajo al enano frente a él hasta que un estridente retumbar fuera de la casa los hizo dar un brinco del susto seguido del llanto desesperado del bicolor por el que no tardó mucho en subir corriendo dejando al otro solo, abrió con prisa la puerta de la habitación designada al bebé y lo alzó en brazos tratando de calmarlo mientras afuera comenzaba una maldita tormenta.. tal vez por eso los perros decidieron entrar a la casa en lugar de ir con los guardias de afuera para recibir comida.
• • •
Solo le tomó una maldita hora deducir que la tormenta duraría toda la noche y mientras que el pequeño castaño se había calmado ya, el foráneo estaba al borde de un evidente berrinche porque había quedado atrapado en "Esa tundra moscovita" atrasando todo su estricto itinerario además de no tener más ropa limpia. Al soviético le parecía una horrible pesadilla, su hijo se negaba a aceptar de nuevo la leche normal y no podía simplemente subir a llenar otra botella en media jodida hora sin saber qué otra estupidez haría el de esvástica que estaba sentado entre los perros murmurando cosas en húngaro.
-Scheiß drauf, ich bin hier raus, ich weigere mich, noch eine Sekunde in diesem Kühlschrank zu verbringen. -Refunfuñó el de piel escarlata levantándose de golpe para tomar su maleta y caminar a zancadas hacia la entrada con la clara intención de salir para exponerse a los vientos huracanados y los montones de nieve que hacían resonar las ventanas desde fuera-.
(A la mierda, me largo, me niego a pasar un segundo más en esta heladera.)
-Maldición, espera -El de gabardina café dejó acostado al menor entre los cojines donde estaban para levantarse rápidamente e intentar detener al de camisa blanca que ya se iba a poner su abrigo dispuesto a llegar como sea a la estación- Si abres esa puta puerta toda la nieve enterrará la entrada y no podré cerrarla.
El de esmeraldas con fastidio forcejeó para liberar su brazo del agarre eslavo, no quería seguir perdiendo el tiempo pero entre tanto jaloneo acabó pisando uno de los charcos de nieve derretida que dejaron los perros al entrar y por el el reflejo de intentar sostenerse del castaño para no caer, acabó por llevárselo con él. Golpeándose con fuerza la espalda en adición al peso superior de URSS sobre él, soltó un jadeo adolorido y se quedó quieto intentando respirar despacio para no agravar el dolor en sus costillas y se mordió el interior de las mejillas para que sus ojos no se humedecieran más, no estaba acostumbrado al dolor físico así que los golpes de esa magnitud lo dejaban indefenso.
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