Тридцать шесть / 36

Tras un largo día de papeleo y una inesperada salida con Rusia al Kremlin por fin lo había acostado a dormir, pudiendo hacerse un té para leer un poco en ese tiempo libre imprevisto pero bienvenido.

Aunque un toque descoordinado y algo fuerte para su gusto lo hicieron fruncir el ceño levantándome del sofá para caminar a la puerta, dispuesto a poner una peor cara al responsable de interrumpir su merecido descanso, sin embrago no esperaba encontrarse justo con quien estaba allí.

—Nein.. sie wird nicht aufhören zu weinen, ich weiß nicht, was mit ihr los ist –La voz del de esvástica era débil y se veía agotado y algo desorientado tal vez incluso con fiebre tambaleándose un poco en su mismo lugar aferrándose al bulto pequeño que envolvía con su abrigo—.

(No.. no deja de llorar, no sé qué le pasa)

URSS tuvo que tragarse su asombro para tomarlo en brazos pues parecía que en cuanto momento acabaría por desmayarse por numerosas razones, apenas lo dejó en el sofá donde antes estaba y justo en ese momento un llanto emergió de entre los brazos del germano que tembló destapando al tan pequeño bebé de piel amarilla que se tornaba roja en sus mejillas a causa del esfuerzo de llorar.

—Tiene hambre y está cansado, ¿Hace cuánto que no le das de comer? –El más alto tomó inmediatamente al alemán menor entre sus brazos viéndolo incluso más pequeño que a su hijo el día en que lo trajo a casa– No importa, quédate en el sofá y descansa.

Así que subió las escaleras meciéndolo y entró a la habitación vacía de Rusia para sentarse en la mecedora y alimentarlo inmediatamente con el pecho, sintiéndose preocupado cuando el otro comenzó a succionar con desespero por lo que le dio ligeras palmadas suaves con los dedos en la espalda y se mantuvo observando hasta que pareció llenarse, así que se levantó para caminar en círculos con lentitud hasta lograr que se durmiera finalmente pudiendo descansar bien aparentemente, subió las rejas de la cuna y lo dejó con la puerta abierta para poder oírlo cualquier cosa antes de bajar a buscar al fascista que se retorcía quejándose.

—¿Qué sucede, estás herido o algo? –Al intentar acercar sus manos al pecho ajeno fue detenido por una temblorosa mano más pequeña por lo que subió la mirada a los ojerosos ojos contrarios—.

—Duele... Me duele mucho.. –Con vergüenza Reich desabotonó su camisa dejando ver que sus pectorales estaban hinchados y de un color algo oscuro a simple vista no saludable—.

—Mierda... –Jadeó el de suéter levantándose con rapidez para correr a la cocina a buscar un tazón grande con poco uso y una toalla junto con agua tibia y otra seca– Esto no te va a gustar para nada y en tu estado será muy doloroso pero créeme que empeorará si no drenas la leche ya.

—No me toques.. no quiero, no es normal.. –El europeo tenía tan pocos fuerza en ese momento que el otro lo movió en el sofá hasta quedar sentado tras él es incluso quitarle la camisa dejándolo expuesto—.

—Cállate, ahora muerde esto que sino despertarás a ambos, no lo vayas a soltar por nada del mundo. –No podía creer el punto hasta el que había logrado soportar ese monstruoso dolor, ahora debía estar tras él amasando su pecho tratando de no desconcentrarse por oír sus quejas ahogadas por la toalla que le metió a la boca– Trata de respirar por la nariz, si no lo haces te vas a desmayar.

De los ojos del más bajo salían lágrimas y sus colmillos se clavaban en la tela afelpada sintiendo un horrible dolor de sus pectorales hinchados que ahora estaban dejando caer un líquido acuso de ligero color amarillento al tazón grande que estaba sobre sus piernas, incluso los dedos de sus pies de contraían tratando de soportar durante los veinte minutos agónicos que duró el proceso hasta que la última gota de leche dejó su pecho ahora con volumen reducido.

—Ya está... Ahora voy a tirar esto y te voy a llevar a bañarte, te has estado empapando a ropa durante buen tiempo. –Soviet suspiró profundamente dejando al otro prácticamente desparramarse en el sofá cubriéndose el pecho con las manos mientras miraba al techo, en la cocina mandó al drenaje la leche cortada ajena y dejó lo demás remojando en agua con jabón para así volver con el de esmeraldas tomándolo en brazos—.

Subió las escaleras en silencio y despacio fijándose en las habitaciones ocupadas por las infantes que por suerte permanecían durmiendo sin mayor movimiento, por lo que entró a la habitación que había ocupado en rubio en sus brazos y con este aún en brazos comenzó a llenar la tina con agua tibia.

—....Esto es un infierno, no estoy preparado.. –Murmuró el escarlata apoyado en el pecho contrario mirando el agua caer a juntarse con la demás generando un ligero vapor por su temperatura—.

—Yo tampoco lo estaba cuando me llamaron al Kremlin para mostrarme a Rusia en una caja de cartón cualquiera, pero terminé adaptándome y ahora es más fácil –En su rostro se formó una sonrisa ligera al recordar a su bicolor en esa cajita como si fuese un regalo de último momento—.

—Lo encontraron unos viejos días atrás y apenas llegaron con él ayer.... Ni siquiera sé cómo se llama.. –Decaído el menor se encogió un poco hasta sentir que sus pantalones era bajados y una toalla se acomodaba en su cadera sobre su ropa interior que luego fue jalada desde el borde inferior con cuidado– No tienes que..

—No protestes que no tengo mucha paciencia, se supone que es mi hora de descanso –El castaño viró los ojos alzándolo una vez más para sumergirlo hasta medio torso en el agua y tomar la esponja cercana– Sin importar lo que pienses, vas a tener que sacarte la leche con un extractor o esos nefastos dolores agudos volverán por la acumulación, esto no es un jeugo al que puedas negarte.

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