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19_Mia.
Era una noche muy fría, en un lugar relativamente peligroso; y, en consecuencia, la joven no lo dudó, simplemente tomó la caja y la llevó a su estrecho cuarto. Le era difícil asimilar la situación y le tomó toda la noche pensar en qué hacer. Sabía que reportar los acontecimientos podría devolver a la bebé con los padres que la abandonaron, o que terminaría en manos del gobierno, así que optó por registrarse como su tutora; y es que, además, no podía dejar de sentirse identificada con esa inofensiva bebé abandonada a su suerte.
Igualmente, no era el mejor momento el que le tocó a esta joven para lo cometido, ya que atravesaba graves problemas económicos acompañados de, por ejemplo, el desempleo. A todo esto se le sumó, eventualmente, el consumo de estupefacientes y su comercialización.
¿Cómo pudo entonces, cuidar de una bebé? Lo hizo cubriendo sus necesidades básicas de forma negligente y dejándola, de vez en cuando, a merced de las pocas personas en las que confiaba. Parecía que iba en decadencia, pero hay que admitir que con la venta de drogas le iba económicamente mejor que antes.
Mia ya era una niña cuando ambas partieron desde la región de Chiapas hacia la frontera, viaje que no fue tan largo como se creía que sería y frontera que no fue tan difícil de cruzar como se esperaba. Al no cesar las dudas de Mia, en más de una ocasión se desprendieron preguntas como: -¿A dónde vamos? o -¿Qué estamos haciendo? Y simplemente se le respondía:
-Buscamos un lugar mejor y ahí iremos. Cállate.
Michelle se percataba de que habían cruzado la frontera y, sin darle mucha importancia a su confusión por concluir que el lugar era similar al del que venían, se centró en buscar dónde pasar la noche.
En medio de una lluvia leve y una noche oscura, Michelle detuvo a un extraño para consultarle sobre la ubicación de un hotel, a lo que él respondió que no conocía uno cercano pero que podría llevarlas a Yo Creek. No encontraron alternativa, así que accedieron y luego de que el hombre las guiara hasta su automóvil, se subieron en la parte de atrás, ya que delante se encontraba su esposa.
La mujer, que se ubicaba en el asiento del acompañante, le decía a Michelle que no era molestia llevarlas y conversaban de distintos temas, mientras Mia se conservaba indiferente mirando por la ventana, quien solo se mantuvo así hasta oír a la señora preguntarle a Michelle:
-¿Y qué las trae por Orange Walk?
Antes de que respondiera, Mia interrumpió preguntando:
-¿Qué es Orange Walk?
Le respondió:
-Es el distrito de Belice en el que estamos y...
Mia exclamó sorprendida:
-¿¡Belice!?
Y luego de que Mia preguntara alterada dónde estaban, Michelle tapa su boca y le susurra al oído:
-Escúchame bien. Quiero mantener un perfil bajo, así que, para que dejes de quejarte, te diré. Nos saqué de México porque sabía que Estados Unidos era mejor para ambas; no es algo que te incumba, no mereces vivir mejor y ni siquiera debes saber lo que es un país, así que cierra la boca y agradece que te haya traído.
La señora notó la extraña situación y preguntó si todo estaba bien, a lo que Michelle respondía que sí reiteradas veces; pero todo esto ocurría mientras Mia caía en un profundo silencio, el cual se veía expresado en su rostro por un penetrante estado de inexpresividad.
Mia se posicionó discretamente y, de repente, golpeó en la cara a Michelle. Luego tomó su cabello y, mientras lo jalaba sin soltarlo, comenzó a gritarle:
-¡Maldita estúpida!, ¡Belice es un país que no tiene nada que ver con los Estados Unidos!. ¿¡Cómo llegaste a pensar que arrastrarme contigo a otro país era una buena idea!?
Michelle jadeaba del dolor, la señora se desesperó diciéndoles que pararan; y, como no se detuvieron, el conductor simplemente detuvo el vehículo y les pidió a ambas que bajaran. Callaron, bajaron, el automóvil se alejó y Michelle comenzó a caminar sin rumbo. Mia lo dudó un breve momento, pero luego la siguió. Ella estaba concentrada pensando en lo denso que estaba el ambiente, por lo que no pudo percatarse ni reaccionar.
Rápidamente, Michelle se aseguró de que no hubiera alguien cerca, con la mirada, y luego empujó a Mia contra la pared de un callejón oscuro. Comenzó a golpearla y lo único que Michelle dijo fue:
-Si tuviera cigarrillos ahora mismo, los encendería solo para apagarlos en tu espalda.
A lo que Mia respondió:
-No es cierto... más bien me cortarías el cuello con los cristales que inhalas.
Michelle huyó luego de golpearla en el estómago y en su rostro, y lo hizo con más fuerza de lo previsto a causa de la provocación de Mia. Mia no podía respirar, no podía levantarse ni asimilar lo sucedido, solo sentía dolor; pero, cuando se recuperó un poco, pudo notar que su dolor también era sentimental.
-------《rx¿?》
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