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33_Kira.
Abrió los ojos, y lo primero que hizo al tomar consciencia de que había despertado, fue sonreír. Se sentó en su cama, estiró mientras bostezaba, y luego fue a acostarse sobre su hermana cuya cama estaba en la misma habitación, dejando recaer todo su peso sobre ella hasta despertarla.
"-No te soporto, Kira.", respondía cada vez que la despertaba de esa manera, pero Kira solo respondía riendo antes de decir:
-En el fondo me amas, lo sé.
Luego pasó por el baño sin lavarse los dientes, después fue a preparar su desayuno distinto al de los demás, para que al terminarlo, volviera al baño a cepillarse los dientes. Y entonces así, ya se sentía lista para abordar el día; y a pesar de que el entusiasmo ya estaba con ella desde el despertar, el recorrido descrito que ella denominaba "empezar el día", se sentía como todo lo que se necesitaba para que el resto de su día fluyera.
Además de hacerse una idea de cómo procedería, su tranquilidad y entusiasmo se debían también a la bella noche anterior, así como a lo hermoso que consideraba el lugar en el que vivía, y claro, a su dulce familia. Gracias a todo esto, su habitual mal humor al despertar no se presentaba los domingos.
Su hermana también había comenzado contenta y aliviada dentro de lo que cabe, pero aun así, se le debía tener paciencia porque sentía necesitar arreglarse más antes de acompañar a Kira, quien mientras esperaba, se decía halagos y se lanzaba besitos al espejo, por más que su preparación no pasara de alzar su pelo con un rodete y ponerse un par de botas. Kira se cansó de esperar y siguió esperando, solo que fuera de la cabaña. En el momento en el que Lynna salió, Kira la tomó por su mano y, de un tirón, se la llevó reclamándole su demora.
-Ya puedes soltarme.
Y la respuesta de Kira justo al fin de lo dicho, fue un endulzado:
-No.
Así que, ambas caminaron de la mano todo el recorrido para comprar víveres, mientras disfrutaban de la fresca mañana de ambiente natural y de saludar a los muy pocos vecinos que tenían.
Estaba siendo agradable, así como solía sentirse todo; pero lo lógico era que no fueran capaces de convivir semejante tiempo sin discutir, y eso se demostró incluso al regresar a casa con los víveres comprados. Ambas estaban de acuerdo con que a Kira se le atribuía la tarea de recordar lo que se debía pedir, mientras que Lynna tenía la de pedirlas al vendedor; ya que la memoria de Kira era considerablemente mejor, pero a su vez, Lynna lograba expresarse con más determinación. El problema surgió cuando notaron que faltaba un producto y comenzaron a lanzarse comentarios que aumentaban gradualmente su nivel de ofensa, con el afán de culpar a la otra. Cuando ya se encontraban argumentando, asumiendo despectivamente y alzando el tono de voz, Kira dio la espalda para terminar sobre su cama, con su cara inmersa en la almohada y soltando un breve grito ahogado, para luego regresar y volver a compartir la mesa con Lynna. Imponía la inexpresión de su hermana, quien tenía su mirada clavada en la nada y parecía no moverse; pero Kira la conocía muy bien, por lo que no hizo más que esperar sin siquiera mirarla, hasta que escuchó la inhalación y exhalación de Lynna, obteniendo la señal de que ella también se había calmado. Tras esto, ambas se pararon, y procedieron a continuar con aquello que tuvieran para hacer.
Luego de despedirse de sus hijas y darles las indicaciones de siempre, John se fue. Ambas se sentían más libres y sueltas cada vez que dejaba la cabaña; y siendo ya hora de almorzar, cada una preparó lo que gustara comer, dejando de lado las normas implícitas a gusto propio. Como era de costumbre, volcaron el tiempo de la tarde a lo que la creatividad de cada mente dictara, pintando y escribiendo auténticas obras de arte que no salían del dormitorio, a diferencia de ellas que lo abandonaron al sentirse satisfechas con el progreso realizado sobre sus obras.
Habiendo conseguido sacar una sonrisa al apreciar los resultados de su trabajo, Kira se encaminó al marco de la ventana que daba al ocaso para apoyarse sobre él y admirar asombrada la belleza de las vistas, así como para disfrutar de su contento por el asomo de la noche. Con cada niwalk sentía entusiasmo como si la sorprendieran, a pesar de que cada semana fuera bastante rutinaria; y lamentablemente, ella no tenía idea de lo amenazante que puede ser la combinación entre tener expectativas tan grandes y predecir con seguridad sobre aquello que se espera.
Rutina... hasta que un par de preguntas de su padre intentaron alertarle, pero no fueron rival para la ignorancia de Kira. Entonces, él no tuvo de otra que comunicar la realidad; pero el problema fue que tenía la libertad de elegir cómo hacerlo y, si ellas tuvieran que juzgar, no escogió la mejor manera.
La mente de Kira y todo lo que contenía, se detuvieron para que luego sus acciones hicieran lo mismo, pausando frenéticamente cualquier continuidad. Y mientras Kira comprendía, con el paso del tiempo y desarrollando diálogo, crecía tanto la magnitud del entendimiento como del impacto en ella; aunque realmente no entendía mucho del concepto general, porque se encontraba infestado de ruido emocional, por lo que ella se enfocaba en identificar lo que le estaba haciendo daño y creía no poder ver algo más. Se sintió de esta manera hasta que consiguió compartir el techo con su hermana gemela una vez más, pero fue único lo ocurrido en ese espacio y tiempo determinados. Sintieron que la inmensidad de la tormenta que las rodeaba era en vano, y que se había calmado por mucho que se impusiera... pero solo lo sintieron.
Inexpertas en el duelo, atravesaron lo sucedido como pudieron, sin lograr sacarlo de sus cabezas ni de, según ellas, sus supuestos futuros. Pero estaban juntas, lograron entender que lo estaban y aprendieron a valorarlo ante la adversidad, lo cual fue un paso realmente fundamental para lo que les quedaba de historia.
Contra toda su voluntad, llena de hipérbole reemplazante de su felicidad, Kira llegó a la ciudad de Londres. La madre de ambas reaccionó ante la presencia de sus hijas y se presentó encantada, para luego guiarlas hasta la habitación del hotel Inhabit, Queen's Gardens, en el que se hospedarían de momento; pero ellas simplemente parecían tener esculpida la seriedad misma en sus rostros, y sus miradas parecían fijas en un punto sin importar donde se encontraran. Entonces, al menos ellas mismas tuvieron el gesto de reconocer que no era lo mejor mostrarse así, y decidieron estar a solas en la habitación reservada para poder recostarse sobre la cama abrazadas, permitiéndose tener la mirada exterior clavada en la nada sin ser juzgadas, otorgando a sus miradas internas el permiso de concentrarse en aquello que influyera más sobre la integridad propia de ambas.
-------《we/8》
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