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31_Ayra.
Ayra era protegida por una pareja que trataba de mantenerla a salvo de los enfrentamientos guerrilleros de la zona. Siendo aún una niña muy pequeña, sus cuidadores son asesinados por militares israelitas. En una breve discusión, los oficiales se deciden por dejarla en ese lugar, lograr su cometido y volver por ella. Uno de ellos la tomó y la encerró en un armario para ocultarla; y por más que llorara, nada pudo lograr.
Pasaron un par de horas y la niña logró oír algo luego de tanta espera: uno de los militares que habían asaltado su hogar. Ese hombre estaba algo herido, pero aun así cargó a la bella y pequeña niña de ojos grises, y la subió a un vehículo para llevársela. Fueron atacados con armas de fuego pero, finalmente, cruzaron la supuesta frontera con Israel.
La casa de este hombre no era muy acogedora o espaciosa, pero la adaptó para poder mantener a la niña. Ayra creció y se crió en ese lugar sin comodidades, pero sustentada con lo necesario como para mantenerla con vida. El hombre que le dio un nuevo hogar, conforme a la capacidad de aprendizaje de la niña en relación a su edad, se dedicó a tratar de enseñarle sobre cómo debía protegerse a sí misma por encima de todos los demás, le enseñó sobre el ámbito conflictivo del lugar, le enseñó a odiar y le hizo saber que es odiada por un enemigo común. Además de moldearla psicológicamente, Ayra fue entrenada, obligada a aprender todo lo que ese hombre sabía y adquiriendo una increíble habilidad en el arte de dañar a otros. Él fue quien le asignó ese nombre; le dijo a Ayra que solo podía ser portado por alguien respetable y que debía dejar eso en claro a donde fuere.
Ella tenía una buena relación con la gente de su pueblo porque los consideraba "de los suyos" y, al tener más noción de la sociedad en la que vivía, comenzó a formularse preguntas. Luego de tener en claro lo que quería saber, eligió, de entre varios cuestionamientos, plantearle lo siguiente a su padre:
-¿Qué pasó con mi madre?
El hombre respondió agresivamente que, si se atrevía a hacer más preguntas fuera de lugar, la dejaría a merced de los palestinos. Ella simplemente insistió por una respuesta, lo que llevó a una fuerte discusión, a la cual el hombre le dio fin anunciándole a Ayra que su madre había muerto. Era difícil interpretar su reacción, ya que no se destacaba por su expresividad. Pasaron un largo tiempo sin dirigirse la palabra, más fríos y distantes que nunca, pero Ayra aprovechaba ese silencio para reflexionar y seguir cuestionándose.
Tuvo que pasar tiempo para que Ayra se atreviera a interrogar a las personas del pueblo, porque sabía que su padre significaría un problema al enterarse; pero cuando finalmente lo hizo, luego de algunos intentos, la sorprendieron los resultados.
Un joven que afirmaba tener unos veinticinco años y que vivió toda su vida en este sitio, le dio una pista importante diciéndole que ella había llegado al pueblo hace diez años. Ambos debían irse, así que planificaron rápida e improvisadamente encontrarse luego para hablar del tema. Cada día, el padre de Ayra salía de casa y ella nunca supo el por qué, pero aprovechó ese momento para escapar y buscar a ese joven. No lo pensó dos veces, se introdujo sigilosamente en su casa y, cuando lo encontró, le pidió salir. Huyeron a las orillas del río Hasbani a tratar los temas pendientes, y Ayra fue directa al preguntarle todo lo que supiera sobre ella o su padre. Como ella y su padre nunca hablaban de temas que se relacionaban al pasado, Ayra conocía prácticamente nada de su historia. Él contestó la pregunta comenzando a narrar lo siguiente:
-Bueno, pues... ese hombre es parte del ejército desde hace bastante, solo que ahora está inactivo y...
Ayra lo interrumpió diciendo:
-Sí, eso ya lo sé. Necesito que hables de mí.
-Está bien, en fin. Solía relacionarme con él y me comentó un día que iba a luchar por nuestra tierra en Palestina. Creería que fueron meses, bueno, unos dos o tres meses después regresó con una niña y no sé por qué pero, al parecer, fui el único en notarlo. Intenté preguntar sobre ti, pero me advirtió que estaría en graves problemas si tocaba este tema con él o con alguien más.
Ayra se quedó en silencio procesando la situación pero, en un momento, él la interrumpió con un tierno abrazo. Ayra se lo correspondió y le dio las gracias por su ayuda, además de decirle que podían llegar a ser buenos amigos, pero ella cambió el ambiente al pedirle:
-Solo necesito que me ayudes una vez más.
Pasaron meses planificando un golpe contra el hombre que había engañado a Ayra durante casi toda su vida.
04:00 hs., media hora faltaba para que el objetivo despertara y se preparara antes de irse. Ayra ya había abierto cuidadosamente la puerta antes y, estando dentro de la habitación, apunta con el arma desde la entrada a su presunto padre. Ella deslizó la corredera de la pistola intencionalmente para despertarlo. El hombre despierta y se sienta sobresaltado en la cama, con otra de sus pistolas en la mano. Le apunta a la niña, pero ella le recomienda no disparar porque por la ventana observaba un tirador, por lo que él se mira y comprende el mensaje al ver un infame punto rojo apuntando a su corazón. Ignorando los insultos del militarizado, Ayra comenzó a buscar desesperadamente respuestas y el ambiente se percibía cada vez más tenso. Pero, por más que no parezca, todo pasó demasiado rápido y, al asimilarlo, ese hombre ya estaba muerto, mientras que aquel joven ya sufría la herida producida por el disparo proviniente del soldado israelí.
Ayra salió lo más rápido que pudo al auxilio del único amigo que había tenido en la vida. Cuando llegó a él, se dio cuenta de que recibió el disparo en el hombro y le dijo:
-Vas a estar bien, ¿sí? Solo debo llevarte conmigo y...
Interrumpiéndola, le dijo:
-Tal vez el láser no fue una buena idea, jaja.
Ella respondió:
-Vamos Nahim, no puedo dejarte aquí.
Pero, prácticamente inmóvil en el suelo, giró su cabeza y detuvo la mirada en la gente del pueblo que había entrado a la casa tras escuchar disparos, examinando con la mirada al cadáver. Por ver esto, Nahim se sobresalta e intenta advertirle que los estaban viendo y que iban a intentar venir por ella.
Él agrega:
-Tienes que irte o nada habrá valido la pena.
Y mientras le pasa a Ayra su bolso, su amigo le dice:
-Solo corre y vete.
Ella colgó su mochila y comenzó a correr con lágrimas en los ojos, intentando mezclarse con los árboles; pero no les llevaba mucha ventaja a sus perseguidores, los cuales la culpaban de la muerte del uniformado y de haber herido al muchacho.
Al llegar al río Hasbani, Ayra simplemente desapareció. Cruzaron el río intentando encontrarla, pero no lo lograron y la niña se alejó cuanto pudo mientras fuera de noche.
Ayra despierta sin recordar cuándo se durmió o dónde y, cuando toma consciencia de que está dentro de una tienda, se levanta; sorprendida, aunque sigilosa, sale de ella. Estaba cerca de las orillas del río y, unos metros a la derecha, pudo ver a tres hombres. Se alertó e intentó escapar, pero ellos la detuvieron y Ayra se alteró aun más. No entendía ni una palabra de lo que hablaban, pero se relajó cuando comenzaron a decirle en su idioma:
-Amigos, amigos...
-------《صx¿?》
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