Dιᥲᥒᥲ • ρᥲrtᥱ1

42_Diana.

Diana realmente t̷e̷n̷í̷a̷ problemas para determinar el propósito de su vida y responder una pregunta formulada por ella frecuentemente, dirigida hacia sí misma: ¿Para qué sigo viva?

A pesar de no tener un propósito en sí y de no tener motivación para vivir, sabía que era imposible escapar de la muerte. Tener en cuenta lo anterior e̷r̷a̷ una gran ayuda para ella, porque sabía que tarde o temprano iba a morir y pensaba que no había por qué apurar las cosas; sin mencionar que siempre existe tanto la posibilidad de que todo empeore, como de que todo mejore. Por lo tanto, ella siempre trata de mantenerse fuerte ante los acontecimientos de su vida; aunque lo que le hace daño no son situaciones o personas puntuales, sino más bien, es un espectro de todas ellas, combinadas y relacionadas entre sí para generar un ambiente oscuro alrededor de Diana, mientras consume su mente.

¿Por qué el aura oscura? Retomando su pasado, lo entenderías...

Diana no tenía idea de dónde vivía y no comprendía decentemente su idioma natal, por el hecho de que era muy pequeña aún. Tan solo se dedicaba a ser feliz la mayor parte del tiempo y disfrutar su infancia, mientras que aquello que la ponía triste no perduraba más que unos minutos o segundos de llanto.

Le encantaba jugar de manera simple con su hermana mayor y ambas eran muy ingeniosas para inventar juegos, lo cual era muy conveniente porque no había mucho con qué jugar. La familia de Diana era prácticamente autosuficiente, pero solo porque no les quedaba alternativa, lo cual llevó a una situación muy complicada en la que los padres de ambas niñas debían decidir entre comer o darles de comer.

El objetivo de ellos al decidir tener hijos, era intentar tener varones, porque planeaban criarlos para enseñarles a trabajar y así lograr que sean mantenidos por sus propios retoños. Frustrando sus planes, nacieron Di y Eli, dos niñas. Desde temprana edad intentaron inculcarles ámbitos básicos de trabajo, pero no aprendían, solo recibían golpes por hacerlo mal y a pesar de que sabían que tratar de enseñarles algo no funcionaría, volvían a intentarlo... hasta que cambiaron de idea.

A un kilómetro y medio aproximadamente, se encontraba un camino apenas marcado por los vehículos y personas que han pasado por ahí a lo largo del tiempo, que normalmente era circulado por gente que iba de un pueblo a otro, buscando qué conseguir, robar, intercambiar, vender o comprar con tal de sobrevivir a su situación. A ambas niñas les prometieron una recompensa por el esfuerzo que habían realizado y las llevaron al borde de ese sendero en el que pasaba gente que, supuestamente, quizás tendría algo para ellas. Al cabo de menos de una hora, pasó un grupo de hombres de distintas edades y en ese momento, el padre de ambas les dijo a ellas:

-Denme un segundo, no tardo y quédense con su madre.

Estando las dos acompañadas de su mamá, no paraban de observar a la distancia cómo su padre discutía con el grupo de hombres, hasta que su madre les pidió que la miraran a los ojos y les dijo que les tenían preparada una sorpresa.

-Pónganse esto. Dijo mientras les daba a sus dos hijas un par de trapos con los que les pidió tapar sus ojos. Los ató bien por detrás de sus cabezas y les susurró para calmar el ambiente, pero estaban muy alteradas, tenían un mal presentimiento. Diana comenzó a llorar del miedo a pesar de los intentos por calmarla, intentos que cesaron cuando su madre retrocedió; pero logró relajarse gracias a que Elizabeth, su hermana, tomó su mano con fuerza y le acarició con su pequeño pulgar.

Al sentir su mano con la de su hermanita, Diana relajó su respiración y se quedó tan cerca como pudo de Eli; pero inesperadamente, las toman en brazos por separado y las lanzan dentro de una carreta, en la cual ya estando allí, las atan de manos. Diana logró bajar lo suficiente la tela que recubría sus ojos como para ver que ejecutaban a su padre, mientras su madre se perdía en la lejanía intentando huir.

Las pequeñas se desesperaban y Diana intentó hacer algo al respecto, pero luego perdió la visibilidad y comenzaron a sostenerla entre dos personas. Aún podía oír los sollozos de lo único de familia que le quedaba, por lo que en cierto sentido, estaba agradecida.

En una oportunidad en la que destaparon sus bocas para alimentarlas, Eli pidió viajar junto a su hermana y aunque no entendían lo que decía, la pequeña rubia se retorció para intentar acercarse a Di; así que al entender el mensaje, un tipo la sacudió bruscamente y la lanzó encima de ella. Viajaron así durante mucho tiempo, pero el auge del sufrimiento llegó cuando ya no podían percibir el tacto de la otra. La incertidumbre por lo que había pasado, causaba una angustia indescriptible y las dejaba en una situación en la que lo mejor que podían hacer, era rogar una por la otra mientras tomaban caminos separados e intentaban calmarse de alguna manera.

Diana había pasado más de veinticuatro horas con los ojos vendados, pero convenientemente, la dejaron ver otra vez dentro de un lugar oscuro. Lo bueno era que sus ojos, los cuales eran una bella mezcla de gris y azul, no se dañaron por ver luz de repente; pero lamentablemente, ese lugar oscuro causaba sensaciones de terror, encierro, peligro y demás, que solo llevaban a Diana a hiperventilarse cuanto menos.

A partir de este punto, es donde comienza el juego que prácticamente nadie hubiera podido ganar, en el que nuestra protagonista día a día se ve obligada a soportar torturas extremadamente explícitas de explicar, que involucran violencia física y verbal, y abusos sexuales por parte de distintas personas que pagaban al "dueño" de ella con tal de realizar tales actos.

Su rutina era pasar sus días en una habitación desolada, maltratada y marcada por sangre y humedad, llena de insectos e inundada por la oscuridad, en la que dormía cada noche acostada sobre un trozo de cartón que había en el suelo, cuyo suelo estaba infestado de moho, para luego despertar y ser "alimentada". Le correspondía un plato de comida al día y dos vasos de agua, uno acompañando a la comida y otro para el descanso al terminar de ser maltratada. Hacía sus necesidades sanitarias en la misma habitación porque sus cadenas no le permitían ir más allá... y luego, nuevamente a dormir, si es que se podía, para vivir otro infierno al día siguiente.

En este preciso punto, en el inicio de su historia, Diana solo deseaba morir.

-------《10APD8》

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top