12. Una noticia desafortunada.

Y así pasaron dos semanas, en las cuales Lindsay iba diariamente a llevarle comida a Jeff apenas oscurecía. La rutina era la misma; le decía a su mamá que iría a caminar, y se escondía la bolsa con comida dentro de la sudadera. Luego llegaba, le dejaba la comida, intercambiaban un par de palabras y luego ella se iba, así sin más.
Casi siempre se lo encontraba sentado, como en un trance, simplemente esperando a que ella llegase. Tal vez era por el hambre, o porque algo extraño sucedía en su cabeza y lo hacía perderse en sus pensamientos... O tal vez ambas.

—Lindsay—Habló su madre, en tono desesperado y con lágrimas en sus ojos. Esto hizo que la joven volteara a verla inmediatamente, ignorando por completo la tarea que estaba haciendo. Eran las 6:20 de la tarde, y el sol apenas iba bajando.

—¿Qué ocurrió?—Lindsay cerró la libreta y se levantó de la cama para acercarse a su madre, mirándola con evidente preocupación.

—Tu tío Adolfo—Contestó la mujer.—Acaba de fallecer.

—...Oh...—Lindsay bajó la cabeza con pena. Tragó saliva y fue a abrazar a su madre.
Una vez que se calmó y dejó de llorar, se separó de ella y siguió escuchándola con atención.

—Tenemos que ir a su seminario.—

—¿Qué?— Lindsay sintió un frío recorrerle todo el cuerpo.

—Sí, tenemos que ir. Lo van a velar en casa de tu tía Esme, a 3 horas de aquí, ¿Recuerdas?

—Sí, la recuerdo, pero...

—Empieza a hacer tu maleta, nos iremos mañana temprano. Y no te preocupes por la escuela, cuando regresemos yo mismo iré a hablar con tus profesores.—Dijo, y cerró la puerta.

La cabeza de Lindsay estaba hecha un lío, era demasiada información en muy poco tiempo.
El tío Adolfo era un señor de 86 años, que era su tío abuelo en realidad. Nunca fue cercana a él, pero sabe que su madre sí, y es por eso que se sentía obligada a apoyarla en este momento tan difícil, a pesar de que a ella no le afectara prácticamente nada.
Pero por otro lado, pensó inmediatamente en Jeff.
¿Una semana fuera de casa?
¿Cómo cumpliría su promesa ahora?
Tenía que ir a avisarle.

Rápidamente comenzó a hacer su maleta, con el corazón latiendole a mil. Estaba pensando en todo lo que pasaría, en sus amigos, en sus materias...
Cuando terminó, tomó un par de billetes de su alcancía y se puso una sudadera rosa, y salió de la habitación.

—Mamá, ya terminé la maleta, iré a caminar un poco para despejarme de lo que acaba de pasar ¿Está bien?

—¿Estás segura? ¿No quieres que te acompañe?

—No ma, te juro que solo daré una vuelta rápida, no tardo ¿sí?

Su madre hizo una mueca.

—Bueno... Pero llévate tu celular.

Lindsay asintió y fue a la cocina, tomó un poco de estofado en un tupper, una manzana, y salió de su casa, a paso veloz.

[...]

—Hola Smile...—Sonrió levemente mientras acariciaba en la cabeza al perro, que la recibió agitando suavemente su cola. No siempre se lo encontraba en el tren.
Luego levantó la vista, y se encontró con el profundo vagón en soledad.
Frunció el seño.

—¿Dónde carajos está Jeff?

Lindsay se adentró y comenzó a recorrer los vagones siguientes, recorrió uno, dos, tres... Pero no había rastro del chico.

—¿Pero dónde rayos se ha metido?—Le preguntó a Smile, quien solo la miraba con ojitos amables. —Siempre que vengo está en el mismo..-

—¿Por qué viniste tan temprano? Aún hay sol.

Una voz grave y firme la hizo girarse, era inconfundible, era él.
Traía su cuchillo en la mano, goteando sangre fresca.
Lindsay tragó gordo.

—Jeff... Tengo malas noticias.

El chico se sentó en una jaba de madera y suspiró.

—¿Qué es, niña?

—Tengo que salir de la ciudad... Por 7 días.

Jeff "alzó una ceja", aunque en realidad no tenía cejas. Pero su cabello oscuro y chamuscado cubría gran parte de su frente, así que no se notaba mucho.

—¿O sea?...

—Que no podré venir...

—Ja.—Jeff escupió al suelo. —¿Y qué piensas hacer? ¿Huh?

—Pues...—Lindsay sacó los billetes de su bolsillo.—Pensé que tal vez...

Jeff miró su mano y luego a ella, con extrema seriedad.

—Tal vez, ¿qué?

—Podrías aceptar dinero en vez de comida.

Jeff echó la cabeza hacia atrás y se rió sarcásticamente.

—Oye, Lindsay...—Pronunció después de recuperar el aire.—Acércate un poco.

—No.—Dijo ella, dudosa.

—Ven—Jeff tiró el cuchillo al suelo. —No te voy a hacer nada.

Lindsay volteó a ver a Smile, y recordó que él la había defendido la vez pasada, así que decidió acercarse un poco.

—Mírame bien.—Dijo Jeff, mirándola con sus penetrantes ojos azules. —Mira mi cara, ¿ves lo mismo que yo?

—...Eh...—Lindsay no sabía qué era lo que tenía que responder.

—Exacto... Piel blanca... Cabello oscuro como mi conciencia—Sonrió mientras se autodescribía.—Párpados quemados...—Lindsay observó con más atención, y notó pequeñas manchas color camel sobre estos.—Tabique desviado... Fosas nasales descubiertas, y sobre todo—Jeff apuntó a sus mejillas con sus dedos—¡Una hermosa sonrisa de oreja a oreja! ¿Acaso no soy hermoso?

Lindsay se alejó un poco.

—Sí, muy.—Contestó con fastidio ante su interminable ego.

—Exacto.—Jeff enderezó su espalda.—Dime, si tú fueras dueña de una tienda, ¿Me atenderías?

La chica lo miró con temor y duda.

—... No.

—Y... Ese es el problema. La gente que me ve siempre empieza a gritar cuando ven lo hermoso que soy.—Jeff rodó sus ojos.—Es un fastidio vivir así.

La joven no pudo evitar sentir una pizca de intriga.

—¿Y siempre ha sido así?

Jeff la miró con el ceño fruncido.

—¿A qué te refieres?

—La gente... ¿Siempre ha gritado al verte? ¿Desde que naciste ha sido igual?

Jeff se quedó muy serio ante su pregunta. Pero decidió evadirla con una broma.

—Y bueno, en especial las chicas. Tú sabes... Siempre han gritado conmigo.—Le guiñó un ojo.

Lindsay iba a responder, pero el celular sonando en su pantalón puso alertas a todos. Jeff inmediatamente se agachó y recuperó su cuchillo, Smile levantó sus orejas y Lindsay pegó un pequeño brinco.

—Debe ser mi madre.—Dijo, y sacó su celular del bolsillo.

—Respóndele.

La chica no sabía si debía confiar en Jeff o no, pero ante el insistente tono de llamada decidió hacerlo.

"¿Hola? Sí mamá... Sí, no tardo.. ¡Te juro que estoy cerca! Voy en unos minutos.. sí.. adiós."

—¿Te llama para la cena?—Preguntó Jeff, en un tono ligeramente inocente y curioso.
Era extraño cuando Jeff se ponía a platicar tan sereno, pero a veces sucedía. Y Lindsay había aprendido a seguirle la corriente. Lo prefería así a enojado por algo. Además, tenía que admitir que luego de esas dos semanas de verlo diariamente, ya le había perdido algo de miedo a su aspecto, pero su voz aún la asustaba un poco.

—Es que le dije que volvería pronto, ya sabes, hoy vine más temprano que de costumbre porque quería avisarte lo del viaje...

—Bueno, ¿Y entonces qué haremos?

Lindsay mordió su labio, pensando.

—Si quieres puedo venir mañana temprano a dejarte suministros, por ahora solo traje esto.—Dijo abriendo su sudadera y sacando el tupper y la manzana.

—Oh, qué rico.—Jeff tomó ambas cosas y rápidamente fue a calentar el estofado.

Nuevamente, parecía totalmente perdido en las llamas, así que Lindsay aprovechó para darse la media vuelta e irse.
No era la primera vez que notaba una mirada extraña en Jeff cada que veía fuego, era algo así como fascinación y nostalgia.
Pero Jeff se dió cuenta de que se iba.

—Hey, espera.

La chica detuvo su paso y se giró a verlo.

—No me dijiste por qué te vas.

—Un funeral.—Contestó ella cortante, no le gustaba darle datos de su vida personal a Jeff.

Él volteó a verla.

—¿Murió tu hermano?

—¿Qué?—Lindsay arrugó la nariz. —Yo no tengo hermanos.

—Es cierto, disculpa.—Jeff regresó su vista al fuego.—La costumbre...

Lindsay se le quedó viendo raro, Jeff salía con comentarios extraños de vez en cuando.

—Bueno, entonces mañana temprano. Y....espero que me traigas mucha comida.

—Sí, sí...—Suspiró la chica, cansada de la situación. —Hasta mañana, Jeff.

—Ve a dormir, Lindsay.

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