09. Smile.

Lindsay daba vueltas y vueltas sobre su cama, sin poder dormir.
El tema del casi asalto que acababan de pasar Michelle y ella le tenía el estómago encogido, causándole un malestar ansioso volviendo imposible la tarea de dormir.
Las palabras de Jeff resonaban en su cabeza una y otra vez:
"Creo en el diente por diente"

De repente, escuchó como rasguñaban su ventana. Pensó que serían las ramas de los árboles, pero en realidad era una patita de perro, lo cual la hizo sobresaltarse. ¿Cómo había subido un perro hasta ahí?

—¿Qué?—Preguntó en voz alta, y rápidamente se levantó para ver más de cerca. —Smile...

El perro seguía rascando la ventana con carita inocente, a lo que Lindsay primero miró a los lados para ver si Jeff se encontraba cerca. Al no ver rastro, abrió la ventana y dejó al perro entrar, pues se miraba asustado por la altura en la que se encontraba.

—¿Qué estás haciendo aquí?—Lindsay miró al perro con miedo, pero al no notar ninguna respuesta violenta de su parte se calmó y lo acarició suavemente. —Te envío el, ¿Verdad?

Smile en respuesta se hizo bolita a sus pies y cerró sus ojos, quedándose dormido.

—¿Smile?—Lindsay lo movió con su mano para intentar despertarlo, pero el perro simplemente suspiró y se acomodó más. La joven no tuvo de otra más que pasarse la mano por toda la cara y volver a la cama.

Se quedó observando al canino, pensando en cómo la había encontrado y por qué estaba empeñado en dormir con ella, tal vez Jeff lo había enviado como espía, o tal vez lo maltrataba y por eso había decidido dormir ahí esa noche.
A Lindsay no le sorprendería que una persona tan desagradable como Jeff fuera capaz de semejante acto.

Finalmente, con el perro durmiendo en el suelo a lado de su cama y ella observándolo dormir plácidamente, se pudo quedar dormida, pues le contagió la tranquilidad con la que descansaba.

[...]

Al amanecer, Lindsay escuchó como su madre tocaba la puerta, a lo que ella se asustó al ver a Smile todavía ahí. Se levantó e incitó al perro a esconderse debajo de la cama, cosa que el perro entendió e hizo de inmediato, y después abrió la puerta, fingiendo que nada estaba pasando.

—Hola mamá, buenos días.

—Buenos días... Hija, te dejé desayuno en el microondas, ha sucedido algo inesperado y tengo que irme.

—¿Irte? Pero... Es domingo...

—Lo sé, escucha— Su madre hizo una mueca de culpa—Me ha hablado una compañera y me ha invitado a salir a carretera en una ambulancia. Y me van a pagar una buena cantidad de dinero solo por ir hoy. Creo que no nos caería más un poco más de ingresos. Tengo que pagar el cable y...

—Mamá, está bien—La interrumpió al notar cómo buscaba maneras de excusarse— Te entiendo. Yo también iría.

—Sí—La mujer sonrío agradecida al ver la comprensión de su hija. —Por cierto, ¿cómo te fue ayer con Michelle?

—Eh—Lindsay sintió como su cuerpo se congelaba ante ese cuestionamiento.

—Bueno, luego me cuentas. Ahora ya tengo que irme.—Mía le dio un beso en la mejilla a su hija.—Te veré en la noche ¿de acuerdo?

Lindsay simplemente sintió y miró a su madre bajar las escaleras.
Suspiró y cerró la puerta, y luego le indicó a Smile que ya podía salir.

—Shhh... Smile—El perro salió de debajo de la cama y la miró con la lengua de fuera. Parecía feliz. —Te vas a quedar aquí mientras yo bajo a desayunar, ¿si?

El perro bajó sus orejitas.

—Es verdad que tú tampoco has comido—recordó la joven, dándose un pequeño golpe en la frente. —Bueno, ya veré qué te encuentro. Por el momento no hagas desorden.

Lindsay salió de su habitación con dirección a la cocina, encendió el microondas unos segundos y mientras su comida daba vueltas empezó a buscar el refrigerador algo que pudiera servirle para alimentar a Smile. No sabía por qué lo hacía, ni siquiera era su perro, pero independientemente de quién fuera su dueño Lindsay era una persona caritativa con los animales.
Después de buscar entre varias bolsas y toppers encontró un pedazo de carne cocida, al parecer era una chuleta, así que una vez sacó su propio desayuno metió la chuleta en el microondas y aprovechó para llenar un tazón con agua. Luego puso la carne sobre otro plato y subió con ambos trastes en las manos para darle de comer a Smile.

—Aquí tienes, campeón—dijo bajando la comida y el agua, a lo que Smile movió su cola y empezó a devorar La chuleta con singular alegría.
Luego ella cerró la puerta y regresó hacia la cocina para desayunar ella misma, todavía preguntándose porque Smile estaba en su casa.

[...]

Aproximadamente a las 6 de la tarde se le antojaron unas frituras a la joven, quien se encontraba algo aburrida releyendo un libro en su habitación. Buscó un suéter color rojo y unas cuantas monedas, y decidió salir a la tienda.
Mientras iba caminando casualmente por las calles, unos anuncios pegados en los árboles llamaron su atención. Eran carteles de un perro desaparecido.

"SE BUSCA
PERRO HUSKY DE 4 AÑOS DE EDAD
TIENE UNA PATA LASTIMADA
DESAPARECIÓ AYER SÁBADO 25 NOVIEMBRE
FAVOR DE REPORTAR AL SIGUIENTE NÚMERO: 55-42-86-18"

El cartel no contenía ninguna foto, sin embargo llamó su atención.

—Pata lastimada...¿Se refiere a Smile?—Preguntó al aire, mirando fijamente el cartel. La hoja se miraba algo arrugada y sucia, a pesar de haber sido puesta recientemente, y estaba escrito con plumón negro, ni siquiera estaba impreso.

Lindsay siguió su camino hacia la tienda, se compró unas papas fritas sabor jalapeño y regresó a casa, pensando en ese cartel una y otra vez. Abrió la puerta de su habitación y ahí seguía aquel perro.
Era husky, se miraba algo grande y aún tenía la marca de la astilla en su pata.
¿Jeff había hecho ese cartel? ¿Sería posible?

—Smile... ¿Por qué no estás con Jeff?—Le preguntó al perro, a lo que Smile solo la miró un poco desanimado.—¿Tienes miedo de volver a bajar por el árbol? ¿Es eso?

El perro puso la cabeza en el suelo, luciendo un poco triste. Así que Lindsay quiso confirmar su teoría, y llevó a Smile al exterior, bajando las escaleras y luego yendo hacia la puerta principal de su casa.
Smile salió e inmediatamente comenzó a oler el suelo, comenzando a caminar y a alejarse de la casa. A Lindsay esto la preocupó un poco, así que decidió seguirlo.

—¿A dónde vas?—Le preguntó, pero el perro comenzó a caminar cada vez más rápido. —Smile, espérame, no te vayas así solo.—Le dijo, y comenzó a trotar detrás de él.
El camino cada vez le parecía más y más familiar, efectivamente, se dirigía hacia el tren abandonado.
Lindsay tragó saliva, pero sus ganas por "proteger" a Smile de cualquier cosa o persona a la que estuviera buscando era más fuerte, mezclado junto con la curiosidad que esto le causaba.

El perro entró al vagón, y Lindsay detrás de él. Aún no oscurecía por completo así que había algo de luz, y no necesitaba la linterna. Siguió a Smile por todo el tren hasta que finalmente se detuvo abruptamente, con las orejas arriba, como si hubiera dado con algo. En ese momento, una figura blanca comenzó a moverse lentamente, era una persona de espaldas, era Jeff.

Todo el cuerpo de Lindsay tembló, finalmente lo había confirmado: ese perro sí era Smile y su dueño sí era Jeff.

—¿Smile?—Preguntó el hombre, esta vez su voz sonaba diferente, como si hubiera estado llorando. Cuando lo vió de frente rápidamente fue a abrazarlo, y el perro movía su colita alegremente. Lindsay se sintió confundida pero tranquila al ver esto, pues eso descartaba su idea de que Smile hubiera ido a su casa por culpa de los maltratos de Jeff.

—¿Dónde demonios estabas, amigo?—Jeff acarició al perro con una sonrisa (natural) al ver al animal, pero cuando alzó la vista esa sonrisa se borró.

El corazón de Lindsay latía a mil por hora, hasta ese momento había estado congelada, pero cuando Jeff la miró a los ojos algo la hizo reaccionar y querer correr, cosa que Jeff impidió tomándola por la muñeca.

—Tú de aquí no te vuelves a ir tan fácil.—Le dijo con voz amenazante, mientras los ojos de la chica se llenaban de lágrimas, la había cagado.






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