06. Ya fue suficiente.

—¿Qué?—Preguntó Lindsay al aire, sintiendo una mezcla de decepción y confusión. —Pero, ¿Cómo?—La chica se quedó estática mientras veía la caja vacía y sin la bolsa, pero luego reaccionó. Dejó la caja de lado y se puso a buscar por todo su armario desesperadamente, sin conseguir nada de éxito.

—¡Coño! ¿Pero quién se lo pudo haber llevado?— Exclamó, en tono molesto. —Ah... ¡Fue él! ¡Él volvió por su cuchillo!—Lindsay aventó la caja con fuerza, frustrada. —¡Joder!

Después de tomarse un momento para respirar y relajarse, levantó la cabeza y frunció los labios, pensando en una solución.

—Al carajo, ese idiota no me va a detener. Mañana voy a denunciar, ya fue suficiente.

Volvió a guardar la caja en el armario y acomodó de vuelta su silla, para acto seguido irse a dar una ducha y poder relajarse.

[...]

—Buenas tardes.—Dijo Lindsay, con su voz un poco agitada. Había ido hasta la comisaría a pie y con una actitud molesta, y ahora su respiración estaba sufriendo las consecuencias.

—Buenas tardes. ¿En qué podemos ayudarle?—Preguntó una señora de unos 55 años con gafas, tecleando en un ordenador sin muchos ánimos y sin dirigirle la mirada.

—Quiero dar información sobre lo sucedido con los tres chicos encontrados con una sonrisa cortada.

La mujer la miró a los ojos.

—Permítame un momento.

Se levantó, abandonó la recepción y desapareció entre los pasillos.
Lindsay aprovechó para darle un vistazo a la comisaría, se veía un poco vieja... Pero era la única que había por la zona, según su conocimiento.

—Pase, a la segunda puerta.— Habló la recepcionista, sacando a la joven de sus pensamientos.

Lindsay obedeció y entró a la pequeña oficina, donde había un oficial de policía y un escritorio. El hombre parecía tener no más de 30 años, y tenía el cabello oscuro.

—Hola. Me dijeron que tienes un testimonio, ¿Es verdad?

La chica asintió tímidamente.

—Bien. Tome asiento, por favor.—Dijo con un tono serio, y ambos se sentaron uno frente al otro al mismo tiempo. —Dígame todo lo que sepa.

—Bueno—Comenzó Lindsay.—Traje esto.—Abrió su mochila negra, y sacó la caja, poniéndola sobre el escritorio.

—¿Qué es eso?

—Es la caja donde tenía guardado el cuchillo del asesino, pero ahora ya no está. Despareció.

El oficial la miró con una cara de completa confusión, sin saber muy bien qué pensar.

—Aam... ¿Disculpe? ¿Podría ser más clara?

Suspiró antes de volver a hablar.

—Verá... Sé que sonará loco, pero es la verdad.—Volvió a tomar aire, y empezó con su relato.—Días atrás, yo estaba en una fiesta de disfraces. En el bosque, miré que un tipo de piel muy blanca y cabello negro con apariencia chamuscada se escondía entre los árboles. Como estaba en una fiesta de disfraces, no le tomé mayor importancia.

—¿Qué tan alto era el chico?—El policía comenzó a tomar notas.

—Como 1.75, algo así. Y parecía no sobrepasar los 20 años.

—Ya...—El policía agregó estos datos.—Prosiga.

—Bueno, el caso es que después de la fiesta, comencé a escuchar muchos ruidos extraños en mi casa durante las noches. Pensé que era algún ratón, hasta que alguien tumbó las latas de mi alacena. Bajé a revisar y me encontré con el mismo tipo, vestía una sudadera blanca y pantalones negros.

—¿El chico estaba dentro de su casa?

—Así es.—Lindsay asintió.—Bueno, aquí va lo loco.—Tragó saliva antes de proseguir.—Él me persiguió hasta mi habitación, pero yo me escondí. Noté que traía un cuchillo, así que cuando él se distrajo, lo ataqué por la espalda y le dañé el hombro. Él se quejó, y para que no me atacara de vuelta lo ataqué con un bat de béisbol en la cabeza.—El policía alzó ligeramente ambas cejas.—Después de que se desmayara lo até de manos y pies y le hice que reaccionara con un poco de alcohol.

—¿Lo agredió y después lo ató?

—¡Sí! Pero fue en defensa propia.—Respondió la joven, desesperada por la pregunta.

—Bueno, ¿Y después que pasó?

—Él despertó y le hice unas preguntas. Me dijo que se llama Jeff.

—¿Jeff qué?

—¡No lo sé! Jeff, solo me dijo eso.

—¿No le dijo que edad tiene?

—No, solo su nombre y que quería matarme desde la fiesta.

—Ajá... ¿Y por qué crees que él tiene algo que ver con los 3 cuerpos encontrados en la Avenida West Dunlap?

—Porque él tenía esa misma sonrisa dibujada, pero en sus mejillas.

—¿Jeff?

Lindsay asintió repetidas veces.

—¿Y la caja?

—Ah, bueno.— Lindsay recordó la parte del cuchillo.—Cuando me dejó en claro sus intenciones, le dije que esperaría a que mi madre llegara del trabajo para llevarlo con la policía.

—¿Y por qué no lo hizo usted?

—Tengo 17 años, no puedo manejar.

—Entiendo. ¿Y su madre llegó?

—No.—Lindsay bajó la mirada. —Ella trabaja de noche. Y Jeff me dijo que por la posición en la que estábamos, no me convendría denunciar.

—¿Por qué cree que le haya dicho esto?

—Porque yo lo tenía amordazado y herido, mientras que yo, no tenía ningún rasguño. Dijo que eso resultaría extraño y podría ser contraproducente.

—Ya veo... ¿Entonces qué hizo?

—Me quedé con su cuchillo y le dije que se fuera, pero que no volviera a molestarnos nunca más. Es ahí donde entra la caja.—Tomó la caja y la puso frente al policía.— Puse su cuchillo en una bolsa plástica, y después lo metí aquí. Lo guardé en mi armario... Y cuando lo busqué ayer, ya no estaba. No sé qué pasó. Pero supongo que él regresó en algún momento y se lo llevó con todo y la bolsa.

—Hmmm...—El policía comenzó a inspeccionar la caja.—Déjeme ver si entendí. Usted se encontró a un tipo en una fiesta de disfraces, y luego ese mismo tipo se metió a su cocina noches después. Le intentó atacar con un cuchillo, pero usted fue más ágil y se lo quitó, e incluso lo ató, pero al final no llamó a la policía en ningún momento, si no que simplemente lo dejó ir.

—Así es, sí —Asintió.—No llamé porque no tenía batería, y me daba miedo dejarle solo aunque estuviera atado. Me daba miedo que se lograra escapar y se vengara de mí.

—Ya veo... ¿Y eso es todo lo que sucedió? ¿Ya no ha vuelto a saber de él?

—Yo, eh—Lindsay recordó lo del tren, pero se detuvo al recordar que ella y sus amigos se subieron a éste a escondidas, ya que era algo ilegal, así que se estaría echando de cabeza ella sola si se lo contaba.—Sí, eso fue todo.

—De acuerdo.—El policía tomó aire, y puso ambas palmas sobre el escritorio de madera.—Bueno, he de admitirlo, suena un poco surrealista. Y la caja que has traído, es nada más que eso, una caja. No contiene el cuchillo, ni hay rastros de sangre, por lo cual, no nos sirve mucho que digamos. Aparte, solo me has dicho su estatura, color de pelo y su nombre. ¿Sabes cuántos Jeff's de 1.75 y cabello oscuro hay en este estado?

—Uhm, durante mi enfrentamiento con Jeff hubo una puerta rota, no sé si eso sirva de evidencia.

—Bueno, lo que podemos hacer es pedirle permiso a su madre para que nos deje entrar a su casa e inspeccionar, así usted nos podría relatar todo con lujo de detalle.

—¿A mi madre?—La pelinegra abrió los ojos de par en par.

—Así es, ya que es casa de ella, y usted no es mayor de edad, por lo tanto necesitamos a su tutor.

—¿Es enserio? ¿No hay otra cosa que podamos hacer?

—¿Usted estuvo en el lugar de los hechos cuando este supuesto asesino mató a los 3 chicos?

—No...

—Entonces no hay mucho más en lo que nos pueda ayudar.

Lindsay apretó los dientes.

—No puedo creer que esto sea verdad.—Expresó, molesta.—¿Al menos harán algo con mi testimonio?

—Lo tendremos en cuenta, en caso de que aparezcan más testigos. Tal vez las historias encajen. Aunque eso nos tomaría tiempo.

—Hmm, ya veo.—Respondió, no muy conforme.—¿Ha habido alguien aparte de mí que venga a ofrecer información al respecto?

—No hasta el momento.

—Bien.—Se puso de pie, haciendo la silla hacia atrás.—Quédese con su estúpida caja.

Y se marchó, chasqueando la lengua y aún más molesta que antes. Toda la valentía que había estado tratando de reunir se había ido por un caño. Se sentía estúpida por haber confiado en la asquerosidad de ley que había en el país, no creía que los oficiales fueran a hacer algo, así que no tenía de otra...
Tendría que hacerlo ella misma.


Ya ni recordaba la existencia de este libro, lol.



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