04. ¿A dónde fue?

La chica observó el cuchillo en silencio.
Lo había puesto dentro de una bolsa de plástico, y lo tenía en su habitación.
¿Debería llevarlo a la policía y levantar una denuncia?

«¿Quitaste mi cuchillo de la pared con tus manos, no? Eso dejó tus huellas dactilares en él, la policía tomará las pruebas y todo apuntará a qué la agresora eres tú.»

Lindsay suspiró. Miró la parte de la pared donde el cuchillo se había encajado dos noches atrás, causando un hoyo que había tapado con un dibujo. Luego miró la hora en su celular, guardó el cuchillo encima de su ropero de nuevo y se fue a la escuela.

[...]

—Y ahora tengo el cuchillo de ese tipo en mi casa.— terminó de contar, cansada.

—...Am—Michelle no sabía que decir. —Dios mío Lindsay, eso fue muy valiente.

—Tal vez, pero ahora no sé que hacer... ¿Debería ir a denunciar? ¿O contárselo a un adulto, como mi madre?

—Yo creo que sí, puede ser que te sientas más segura así.

—Tengo miedo de agrandar el problema.

—No Lindsay—Su amiga la miró con tristeza.—Hiciste lo correcto.

—No le cuentes a nadie esto, ¿Sí? Eres la primera que lo sabe. No quiero causar chismes o paranoia.

—Está bien, no diré nada. Y cualquier cosa que necesites, asegúrate de cargar bien tu móvil y llamarme.— Dijo su amiga, preocupada, a lo que Lindsay simplemente asintió.

—Oigan, ya llegó la maestra, vengan.— Dijo una compañera de su salón, y tras escuchar esto, ambas chicas se levantaron y fueron caminando tras ella para atender a su siguiente clase del día.

[...]

Después de su largo día de estudio, Lindsay se dirigía a su casa para comer algo.

—Hola cariño ¿Cómo te fue?

—Hola mamá—Sonrió. —Me fue bien.

—Que bueno, ya te estaba esperando. Preparé pollo con puré de papa.

Los ojos de Lindsay se iluminaron.

—Ooh ¿Enserio? ¡Que rico!—Exclamó, quitándose su mochila y dejándola en el sofá con rapidez. Bueno, al fin algo que la animaba.

—Sí, solo falta que termine el jugo de uva. Pon la mesa, por favor.— Pidió.

—Bien.— Respondió.
Dos tenedores, dos servilletas, dos platos y dos vasos eran suficientes para comenzar a comer, ya que Lindsay no tenía hermanos y tampoco un padre presente. Eran solo su madre y ella, una familia pequeña, pero bonita y suficiente.

«Aunque creo que un perro no estaría de más.»

—Listo ma, ya he puesto la mesa.

—Excelente, yo ya terminé el jugo. Llevaré la jarra y el sartén para servir.— Comentó, con una sonrisa, y Lindsay se sentó a esperar.
Después de unos minutos de estar comiendo, su móvil sonó indicando que tenía un nuevo mensaje.

Masturbanda
•Michelle❤️, Richard, Julián, Nick, Tú•

>Richard
Hey, ¿Vamos al parque en dos horas?

>Lindsay
Déjame preguntar

—Mamá, ¿Puedo ir al parque a las 5?

—¿Con quién?

—Con Richard y los chicos.

—Mm...—Su madre pensó. —Bueno, pero con la condición de que tengas mucho cuidado.

—Ok, gracias.— Sonrió, y se dispuso a responder.

Masturbanda
•Michelle❤️, Richard, Julián, Nick, Tú•

>Michelle ❤️
Sí, yo voy.

>Lindsay
Yo también, mi madre me dió permiso.

>Julián
Qué bueno que sacan plan, ya estaba aburrido. Voy.

>Nick
X2. Nos vemos en un rato.

Y dicho esto, Lindsay solo podía esperar.

[...]

Las hojas del suelo crujían y el clima era un poco fresco, es por eso que la madre de Lindsay no la habría dejado salir si no fuera por ese saco negro que se colocó encima justo cuando estaba a punto de irse.
Lindsay miraba sus pies, aquellos converse rojos parecían combinar bastante bien con sus vaqueros de mezclilla azul. Al parecer, aquella caminata la había relajado, y más aún la idea de que vería a sus amigos después de un largo tiem...

—¡Lindsay!—Una voz entusiasta interrumpió sus pensamientos, haciéndola levantar la vista. ¿Tan rápido había llegado al parque?

—¡Hola!— Lindsay sonrió y corrió a abrazar a quien la había llamado, Julián.

—¿Cómo estás, sabandija?

—Bien, pedazo de idiota— Respondió Lindsay entre risas, le encantaba llevarse así con Julián. —¿Dónde están los demás?

—Me dijeron que ya vienen, no deben tardar mucho.— Julián vio hacía atrás y divisó una banca vacía. —Ven, vamos a sentarnos mientras llegan.

—Vamos.—Respondió Lindsay con una sonrisa satisfactoria, era increíble cómo el tan solo ver a una persona que le tienes aprecio te puede subir los ánimos.

[...]

—Y entonces... «¡CLAP!» Algo lo jaló hacia el agua, pero nunca pudimos saber qué— Contaba el adolescente, emocionado y tratando de hacerlo espeluznante.
Eran las 8:30 de la noche y el grupo de amigos había decidido ponerse al corriente con las anécdotas más recientes que habían vivido, y esa era una de ellas, bueno, según él.

—¿Pero hace cuánto fue eso, Nick?— Preguntó Michelle, con intriga.

—Hace una semana, más o menos.

—¿Y qué hacían Erick y tú en un río?—Preguntó la morena de pelo rizado.

—Qué se yo. Somos muy curiosos y queríamos recolectar rocas.

—Tal vez fue una alga... O una raíz que se enredó en su pierna.—Sugirió Richard, acomodando sus lentes.

—O tal vez... Pudo ser una sirena.— Replicó Nicolás, haciendo su (muy largo) cabello lacio y castaño hacía atrás.

—Bueno.—Julián puso sus manos en sus rodillas, haciendo un sonido. —Ya me aburrí de estar aquí sentado. ¿Y si caminamos un poco?

—¿Y a dónde quieres ir?—Preguntó Lindsay, alzando una ceja.

—No sé... A donde nos lleve el viento.

—No quiero terminar en Australia, eh— dijo Richard, causando una risa por parte de todos.

—Tampoco tan lejos, Richard.

—Bueno, vamos, pero solo un momento, que ya es tarde.—Dijo Michelle, y todos se levantaron y se alejaron a pasos lentos del parque.

Entre la plática y más risas, el grupo de jóvenes terminó varias calles alejadas de donde estaban, y el aire se sentía más helado y constante, puesto que la parte en donde se encontraban ahora carecía de muchas paredes o viviendas, y no tardaron mucho en darse cuenta de ello.

—Hey... ¿Esta era la estación de tren, verdad?—Preguntó Richard, viendo aquel gran lugar solitario frente a él.

—Sí... Antes— Respondió Lindsay.

—¿Alguien sabe qué le pasó?—Preguntó Julián, poniendo su mano en su mentón y parte de su blanca mejilla con algunos puntos rojos causados por el acné.

—Ni idea... Solo sé que no se utiliza hace unos 5 años.

Los adolescentes se quedaron en silencio por unos segundos, hasta que uno de ellos lo rompió, con una tentadora pregunta:

—...¿Y si entramos a ver?

Todos voltearon a ver al metalero, con los ojos bien abiertos.

—¿Quieres entrar?—Preguntó Richard, sorprendido.

—¿Qué? ¿Ustedes no?

—Se ve...—Michelle volteó a ver el tren abandonado y en completa oscuridad. —Tenebroso.

—¿Y nunca han tenido curiosidad por saber cómo es por dentro?—preguntó Nicolás, caminando hacia la locomotora y asomándose hacía adentro, cosa que con su gran altura no se le dificultaba. —¡Vamos! No hay nada.— Dijo subiendo, a lo que el resto de chicos se miraron entre sí, dudosos.

—Vamos, solo a revisar un poco—Dijo finalmente Lindsay, y dicho esto, todos decidieron obedecer a la pelinegra.

Una vez adentro, los adolescentes comenzaron a caminar a pasos lentos y cuidadosos, encendiendo las lámparas de sus celulares para ver por dónde pisaban. En realidad, parecía muy interesante: telarañas, algunas palancas oxidadas, y muchas piezas de las cuales no sabían su función, pero se veían importantes.
Los chicos recorrieron unos cuantos vagones en completa tranquilidad, hasta que un sonido los hizo alarmarse: Las puertas de un coche siendo azotadas.

—Ay no—Dijo Lindsay, abriendo sus ojos en grande, asustada.

Rápidamente, Nicolás se asomó por una ventana rota, y miró de lo que se trataba, eran dos policías que se bajaron a vigilar el área.

—Mierda, son dos oficiales—dijo Nick, frustrado.

—Van a pensar que vinimos a vandalizar o algo— Dijo Michelle preocupada, comenzando a ponerse nerviosa.

—Shh, tú tranquila, simplemente caminaremos y saldremos por el otro lad-...— Sus palabras fueron interrumpidas al sonar un «trink». Al parecer Nicolás había tropezado un fierro sin querer.

De inmediato, Julián se asomó de nuevo y observó como los oficiales se ponían en guardia, empeorando la situación.

—Tenemos que irnos ya.— Dictó, y todos apagaron las luces para comenzar a caminar rápido, tratando de ser lo más silenciosos y discretos posibles. Aún así, no tardó mucho para que más pisadas se escucharán detrás de ellos.
«Demonios, al parecer no fuimos tan silenciosos después de todo.»

Ya por los últimos vagones, Lindsay sintió como tropezó con algo, pero no causó ningún ruido como el fierro de hace unos instantes, así que frunció su ceño, confundida. Trató de ver qué era lo que se había interpuesto en su camino, pero no podía identificarlo, no brillaba en absoluto, y la tenue luz que reflejaba el Sol en la Luna no ayudaba mucho.
La chica escuchó como resto de amigos siguió caminando, pero ella no se quería quedar con la duda, así que encendió su lámpara, y... Nada, no había ningún objeto, pero sí un extraño charco pequeño y rojo.
La joven mejor decidió ignorarlo y seguir caminando para alcanzar a sus amigos, pero aproximadamente otros tres metros adelante sintió como alguien la empujaba por la espalda fuertemente, haciendo que perdiera un poco el equilibrio.
No, esto ya era demasiado.
Lindsay volvió a encender su lámpara y recorrió todo el vagón con ésta, hasta que...
No podía ser.
La joven se sintió completamente horrorizada al ver a aquel chico de sudadera blanca y pantalones negros de nuevo, justo en el mismo sitio que ella, una vez más. Pero no fue la única sorprendida, ya que aquél chico que sonreía de manera burlona deshizo su sonrisa al instante tras reconocer de quién se trataba.
Antes de que Lindsay pudiera gritar y procesar todo lo que estaba pasando, Jeff la tomó por detrás y puso su mano en su boca, apretando fuertemente, y sin soltarla, la cargó hasta abrir una puerta y encerrar a ambos en lo que parecía ser una cocina del tren.
Unos instantes después, se escucharon más pisadas, que a lo que Lindsay pudo ver por un pequeño hoyo que tenía la puerta, esta vez si eran los oficiales, a lo que sintió la necesidad de gritarles para pedir ayuda, pero luego recordó que tampoco quería que la vieran a ella ahí.


—Shh...— Le susurró Jeff, tenebrosamente amenazante, a lo que Lindsay mejor decidió cooperar.

Una vez que los oficiales pasaron de largo y se fueron, Lindsay sintió un peso menos en el cuerpo, aunque seguía teniendo otro, y uno muy denso.
Al notar que estaban completamente solos, Jeff la soltó, y Lindsay se alejó inmediatamente, con las emociones a flor de piel.

—¿¡De nuevo tú!?—Preguntó enojada y asustada, con lágrimas en los ojos.

—¡Lo mismo me pregunto! ¿Qué carajos estás haciendo tú aquí?

—¡E-eso no te importa! ¿Qué querías hacer? ¿Ibas a causarle daño a alguien de nuevo?

—Eso tampoco te importa, ¡Por tu culpa casi me atrapan!

—¡Y ojalá! Aparte, fue tu culpa, ¿¡Cómo no esperas que quiera gritar si un tipo sale de la nada y me acorrala!?

—Cállate, ¡Nos salvé el maldito culo! ¡Pudieron llevarnos a los dos!

—¿Lindsay?—Se escuchó una voz externa, en un tono nervioso y muy angustiado. Al escuchar esto, Lindsay volteó al agujero de la puerta de nuevo, era Julián. —¿Dónde estás? L-la policía ya se fue, si estás escondida puedes salir ya— Lindsay giró su cabeza, y de nuevo, solo había oscuridad, Jeff se había ido.

—Aquí estoy...— Dijo Lindsay abriendo la puerta, con un tono desanimado.

Contexto: Estoy despierta desde las 4, casi 5 am. Así que empecé a terminar de escribir este capitulo que inicié hace 3 meses y ahora son las 6:20 de la mañana y no puedo dormir.
Dicen que cuando te despiertas a mitad de la noche sin razón alguna es porque un demonio te está viendo, quién sabe, tal vez nuestro querido Jeff me está observando.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top