Capítulo Veintiuno !!

Tras colgar a sus amigos, Hyunjin y Felix desayunaron entre risas, muy cómodos entre ellos. Al terminar, Felix insistió en que Hyunjin volviera a su cama para descansar, pero Hwang solo accedió con la condición de que Felix se quedara junto a él.

¿Seguro que así estás cómodo? —preguntó Felix, prácticamente acurrucado en los brazos de Hyunjin por petición de este.

—confirmó Hyunjin, acariciando el cabello del australiano con una sonrisa tranquila en el rostro, disfrutando de tenerlo entre sus brazos—. ¿Y tú?

También —Felix sonrió de forma algo boba, ya que siempre que se trataba de Hyunjin se comportaba como un tonto—. Solo espero no ponerme enfermo por estar tan cerca de ti.

Seguro que no —Hyunjin apretó un poco a Lee contra su pecho para evitar que se separara, ya que era lo último que quería. Sus ojos se encontraron y se sonrieron mutuamente.

En la cabeza de Felix apareció la idea de que, cuando Hwang se recuperara, se arrepentiría de su actuar y volvería a ser distante. Mientras la preocupación crecía en la mente de Lee, Hyunjin lo observaba con una sonrisa.

El mayor no pensaba en otra cosa que en lo adorable que se veía Felix tumbado a su lado, acurrucado en su pecho mientras se dejaba acariciar el cabello. El australiano le consentía en todo lo que pedía y Hyunjin no podía estar más contento con tener toda la atención y afecto de Felix.

La sonrisa de Hyunjin permanecía mientras recordaba cada cosa que Felix hacía por él. Si le pedía que se acostara a su lado, Lee no tardaba en tumbarse junto a él. Si le pedía que fuera a comprobar si su gatito había ido a verlo, Felix salía al pequeño jardín a buscarlo...

Hey, Felix —el nombrado salió de su trance y prestó atención al contrario—. ¿A ti te gustaría ser un gato?

No —contestó más rápido de lo que le hubiera gustado, palideciendo.

A mí sí, solo sería maullar y que me mimen, sin preocupaciones —Hyunjin rió sin notar la tensión de Felix—. Lo único malo es que la dieta de los gatos no es muy rica: atún, leche y poco más...

Felix sintió una punzada en su interior que le sacó toda la respiración. Sin saber el motivo, sintió la gran necesidad de ponerse su máscara en ese mismo momento. Trató de controlar lo que le estaba sucediendo, pero estaba entrando en pánico, así que sin pensar mucho, se levantó de la cama.

Voy a la cocina, en un momento vuelvo —salió rápidamente de la habitación sin dejar que Hyunjin respondiera y cerró la puerta tras de sí.

Fue casi corriendo, tambaleándose hacia la cocina y, una vez allí, se apoyó en la encimera. Sus manos no dejaban de temblar y su respiración iba en aumento.

¿Qué me está pasando? Pensó y, con esa pregunta, recordó las palabras de su abuela.

"Si usas la máscara con demasiada frecuencia, acabarás convirtiéndote en gato."

Su piel se erizó temiendo que eso estuviera pasando en ese momento. Sus manos picaban necesitando la máscara para ponérsela. Para evitarlo, Felix abrió la nevera y agarró un brick de leche, comenzando a beber casi hasta ahogarse.

Paró para tomar aire y agradeció que Hyunjin no tuviera latas de atún, porque sabía que no tendría el suficiente autocontrol para no ponerse a comer ese pescado que se le antojaba tanto cuando era un gato.

Dejó el brick vacío sobre la mesa y abrió uno nuevo, el cual también terminó en cuestión de un par de minutos. Pensaba que bebiendo aquello que tomaba cuando estaba en su cuerpo de gato le calmaría, pero no, se estaba sintiendo incluso peor.

Apretando los puños, intentó salir de la cocina dejando la nevera cerrada y los dos cartones de leche totalmente vacíos.

Llegó a la sala de estar, intentó apoyarse en uno de los sillones, pero sus piernas fallaron y cayó de rodillas en el frío suelo. Sin fuerzas, decidió rendirse y dejó caer el resto de su cuerpo, quedando totalmente tumbado en el suelo.

Su cuerpo no dejaba de temblar y se abrazaba a sí mismo presa del pánico mientras comenzaba a llorar. No estaba preparado para dejar su vida y quedarse atrapado en el cuerpo de un gato el resto de sus días.

Pensó en su madre, necesitando su presencia allí, que le diera un abrazo y acariciara su espalda de esa forma maternal que siempre lograba calmarlo. También pensó en su padre, solo necesitaba unas palabras de aliento diciéndole que todo estaba bien y que se arreglaría.

Soltó un sollozo llorando más, necesitaba a alguien que lo levantase, porque él mismo no sería capaz de recomponerse y ponerse en pie una vez más.

Hey, Felix... ¿Qué pasa?

El nombrado abrió sus ojos, notando una mano sobre su brazo. No podía distinguir a quién pertenecía la silueta por todas las lágrimas que no dejaban de salir de sus ojos, pero su voz la reconoció sin problema.

Hyunjin, algo aturdido por la fiebre, se agachó para estar a la altura de Felix. Ayudó al menor a sentarse y lo cubrió con una manta.

Así mejor... Hace demasiado frío... —murmuró Hwang para sí mismo.

Hyunjin estaba de cuclillas a su lado, apoyando su mano en su hombro. No quiso presionar a Felix para que respondiera su pregunta, así que esperó pacientemente varios minutos. Pero al ver que el australiano no lograba estabilizarse lo suficiente para soltar alguna palabra, comenzó a ponerse más nervioso.

Lix, no sé qué sucede, pero no olvides que estoy aquí... ¿Puedo hacer algo por ti?

Felix miró a Hyunjin, mostrándole sus ojos cristalizados, y Hwang podía jurar que en ese momento vio el alma del contrario a través del brillo en los ojos de Felix.

Lee no pronunció palabra, pero se lanzó a los brazos de Hyunjin, abrazándolo como respuesta, y Hwang sabía perfectamente lo que necesitaba en ese momento.

Sostenme, Hyunjin, sostenme hasta que todo pase.

Hyunjin correspondió el abrazo y lo apretó contra su pecho, como si así pudiera disipar todo el dolor de Felix. Como si pudiera pasar todo ese miedo a su propio cuerpo, con tal de que Felix estuviera bien.

Todo estará bien, Felix, lo prometo. Todo estará bien, y yo me quedaré junto a ti hasta que eso pase.

Hyunjin... —Felix habló por fin. Susurró casi sin fuerzas. Su respiración era acelerada y hablaba de forma entrecortada—. Tengo miedo. No quiero morir.

Hwang no sabía a qué se refería con esas palabras, pero lo abrazó con más firmeza y acarició su cabello.

Es solo un susto, Felix. No va a pasarte nada. Estás y estarás siempre a salvo conmigo.

El australiano soltó otro sollozo y abrazó con más fuerza a Hyunjin, acción que estrujó el corazón de Hwang.

Quiero estar a tu lado. —Habló de nuevo Hyunjin—. No dejaré que te vayas, nadie me alejará de ti... Perdí a mi mamá, no me permitiré perderte también a ti.

Cuando las clases terminaron, Jeongin se marchó junto a Chan a la casa de este último a comer.

Las madres de Chan saludaron con cariño a Jeongin, ya acostumbradas a recibirlo.

Hola ¿Qué tal os ha ido en clase? —preguntó Nayeon mientras dejaba unos cubiertos en la mesa.

Bien... —Jeongin miró la mesa, viendo lo que había para comer—. Pasta, mi favorita.

Me alegra oír eso. —dijo Jeongyeon, ayudando a Chan a quitarse la sudadera y el abrigo.

¿Sabíais que Jeongin sabe lenguaje de señas?

Ay, cariño. Fuimos nosotras quienes le ayudamos a aprender

Chan continuó hablando con sus madres, pero Jeongin se había quedado fuera de la conversación al ver la cicatriz que tenía Chan en su cuello, ahora descubierto.

No fue hace mucho que Chan le reveló la cicatriz que siempre escondía en sudaderas o jerséis de cuello alto.

Jeongin, ¿no te sientas a comer?

El menor salió de su trance y se sentó a la mesa junto a Chan y sus dos simpáticas madres.

Comieron mientras tenían una cómoda charla, y al terminar, los dos chicos subieron a la habitación del mayor.

Cerraron la puerta tras ellos y, cuando Jeongin dejó su mochila en el suelo, Bangchan no esperó para besar los labios de su pareja.

Chan tomó entre sus manos la cintura de Jeongin y lo acercó más para estar lo más cerca posible, mientras que el contrario colocaba sus manos alrededor de sus hombros, acariciando su cabello.

El menor abrió su boca, dejando que Chan colara su lengua entre sus labios, profundizando más el beso. Minutos después, se separaron ambos con la respiración acelerada y se sonrieron mirándose entre ellos.

¿Nos tumbamos un rato, Channie?

El australiano asintió con una sonrisa y lo guió hasta su cama, donde se tumbaron los dos abrazados.

Te amo mucho.

Yo también te amo, muchísimo, más de lo que piensas.

Chan, sonrojado, se acercó a la frente de Jeongin y la besó. El menor aprovechó esto para dejar un beso en su cuello, sabiendo que esa zona le causaba inseguridad a su novio.

Chan sonrió y acarició su mejilla. Jeongin sintió que era el mejor momento para resolver un conflicto que le atormentaba desde hace unos días.

Channie. Estaba pensando que ya llevamos unos días siendo novios, quizás podríamos hacerlo público.

No creo que haga falta. A mí me gusta seguir así.

¿Qué? —Chan, respirando hondo, se estiró para coger su móvil para escribir lo que había dicho, pero Jeongin lo detuvo—. No, te he entendido. Lo que no entiendo es por qué lo dices.

Simplemente pienso que no hace falta que todos se enteren. Lo importante es que nos queramos.

No pienso lo mismo, Chan —Jeongin se incorporó, alejándose de los brazos del nombrado, y se quedó sentado en la cama—. A mí sí me importa que los demás lo sepan. Además, teniendo que escondernos, me rechazas los besos en público, y eso me duele.

Ya sabes lo que pienso. La relación es algo nuestro, no hace falta decírselo a todo el mundo.

Chan, ya te he dicho que es importante para mí.

Pues para mí no es importante —Jeongin lo miró dolido, apretando levemente sus labios—Lo único que importa es que tú me quieres y yo a ti. Eres especial para mí, pero que se enteren los demás es algo innecesario.

Si soy tan especial, ¿por qué soy un secreto? —Jeongin se puso de pie, mirando a Chan con los ojos llenos de lágrimas que empezaron a rodar por sus mejillas.

El mayor fue a agarrarle el brazo, pero Jeongin fue más rápido y salió corriendo de la habitación.

Tanto Nayeon como Jeongyeon trataron de hablar con él cuando lo vieron llorando, pero Jeongin se limitó a marcharse de la casa sin tomar nada con lo que abrigarse.

Pasó de largo de su propia casa, ya que lo último que quería era ver a Chan en esos momentos y, al ser su vecino, su casa no era el mejor lugar para evitarlo.

Se dirigió al centro de la ciudad y paseó por allí por un rato. Los árboles ya no tenían hojas y por las calles corría un viento frío anunciando la entrada del invierno.

Sin un rumbo fijo, se encontró con Seungmin en la puerta del cine. Algo desconcertado, se acercó a hablarle.

¡Min! —lo saludó, dedicándole una sonrisa genuinamente feliz de verlo—. ¿Qué haces aquí?

Esperar a Changbin. He hablado las cosas con él y se ha disculpado, y para recompensarme por su mala actitud ha decidido invitarme al cine... —Seungmin bajó su vista rozando sus labios con el cuello de su gran abrigo. Tenía la nariz roja por el frío, viéndose adorable a los ojos de Jeongin —Perdona por no avisarte, sé que te dije que fuéramos juntos a verla por primera vez, pero Changbin...

No te preocupes, lo entiendo. Me alegro de que quiera reparar sus errores... Vosotros dos necesitáis esta salida para solucionar las cosas. ¿Podría quedarme contigo a esperarlo? Luego me iré para dejaros a solas.

Claro que puedes. —con cariño, le dio un corto abrazo, notando los ojos algo hinchados y rojizos de Jeongin —¿Ha pasado algo?

Holaaa hola ¿Qué tal estás?

Ha sido una actualización algo fuerte... ¿Qué te ha parecido?

Espero que lo hayas disfrutado lo mismo que yo lo he hecho escribiéndola.

Recuerda que cualquier fallo o incoherencia puedes marcarmelo para yo así corregirlo.

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