📖Capítulo 5: Cómo fue que el alga abrió los ojos📖

Personalmente opino que las fechas son útiles. Me agrada poder calendarizar los días en los que me he sentido una persona dichosa; así como también le guardo rencor a determinados momentos en los que solo pude llorar, lamentarme y suplicar por un viaje a un sueño perpetuo sin un mañana que me despertara.

Es esencial para una novela, cualquiera sea su temática, centrarla en un determinado tiempo. No me refiero a datar cada capítulo como si se tratara de un conjunto de cartas del siglo pasado, sino a situar los acontecimientos que son narrados para que estos lleguen al lector de forma creíble. Las mitologías —griega, romana, nórdica, azteca, por mencionar unas cuantas—, poseen un sinfín de relatos religiosos no tienen punto de inicio ni término, mas cuentan con un principio y un final, siendo la mayoría de estos últimos tan tristes como una despedida al atardecer o una simple puesta del sol con la compañía de uno mismo.

Luego de su funeral, todos los atardeceres se volvieron trágicamente hermosos.

Volviendo al asunto con respecto al orden cronológico, es cierto que esta historia no lo tiene tanto como muchas otras, y si buscan una razón, puede que no la haya. Lo que estoy por narrarles a continuación, servirá para darle cierta verosimilitud a este libro, porque si ustedes insisten con que esto es mera ficción, les informo que no lo es; yo viví cada una de estas páginas, y si decidí (junto con algunos chicos que ya conocen) compartirla es para advertirles, y de paso darle un regalo, aunque eso ya se los comenté.

La primera historia no fue escrita de manera lineal, puse las fechas para que la lectura no se les hiciera demasiado confusa, pues en ese entonces, mi plan no era transmitir un mensaje importante, quería compartir una simple e inocente historia de fantasía para niños. Por eso mismo ignoré la parte médica de estar en coma; si quieren saber datos científicos y de salud del tema, este no es el libro. Jugué un poco con las fechas de tal forma que la historia no se volviera un manual de medicina, ¿o en serio creyeron que Elizabeth mejoró en dos meses? Lauren y John tampoco se recuperaron en tres meses, eso es imposible.

Quizás pasó un año hasta que nuestra protagonista se reencontró con Grace, tal vez seis meses... Dejaré esa duda para otra historia, pues no es relevante para esta trama.

Lo que intento decir, es que una historia debe ser cronológica para tener sentido, es necesario que se contextualice en un espacio de tiempo para que sea creíble, porque de lo contrario, se toma como un mito: algo extremadamente fuera de la realidad.

Comencemos con ciertos datos que ustedes quizá ya conocen. Es cierto que Patrick ya llevaba varios meses en coma cuando Elizabeth llegó; él no recordaba cuánto tiempo exactamente, por lo que uno asume que se trató de un largo periodo. Pues bien, no lo fue en realidad, Patrick cayó en coma poco antes de que de Daisy cumpliera diecisiete años, el dos de mayo de 2013. Había vivido en Coma casi cuatro meses cuando nuestra pelirroja apareció, pero para él fue más tiempo, sintió que era más tiempo. Tal vez se deba a que la vida en el mundo de Coma transcurre más lento que la Vida Terrestre, yo no lo sé. No tengo interés alguno en golpearme la cabeza, entrar y averiguarlo, prefiero morir con la duda.

Lauren cayó en coma el veintiocho de septiembre del mismo año, mientras que su mejor amigo había caído a principios de agosto, dos días después que Grace, aunque ella apareció tiempo después en Pueblito, pues se dedicó a explorar el mundo y sus reglas. De hecho, es ella quien me dio la mayor cantidad de información necesaria que les comparto, pueden descartarla de la lista.

No soy Grace, no soy Patrick, no soy Eli o Lisa, como prefieran llamarla. Espero hayan descartado estas dos opciones, por obvio motivos (ellos narran algunos capítulos). Pero si no lo hicieron, al menos ya lo saben. De ser ellos los narradores, todo el libro estaría en primera persona.

Ahora bien, en cuanto a la fecha en la que despertaron, las cosas se complican un poco. ¿Por qué Patrick despertó el mismo día en el que Elizabeth cayó en coma? ¿Cómo fue que Grace despertó el 11 de agosto? ¿A quién le robó Patrick la Estrella? ¿Cómo lograron encontrarse John y Lauren con Grace? ¿Qué hizo que se recordaran? ¿Por qué Patrick se recuperó mágicamente al tocar a Elizabeth? ¿Cómo se inmiscuía Grace en los sueños de Lisa? ¿Y cómo se comunicaban Grace y Patrick si ninguno de los dos viajó a la Vida Terrestre del otro?

Es tiempo de que esas dudas se disipen como las esperanzanas de un futuro prometedor para todos estos chicos (estoy bromeando...). Y así, brindarle la coherencia necesaria a esta historia para que no sea considerada como un simple disparate de una cabeza tan imaginativa como trastornada.

Espero recuerden los primeros días de Eli cuando despertó. Si bien ella lo narró, fui yo quien lo transcribió con su autorización. Ah, una cosa importante: por favor no crean que abrió los ojos, se levantó y se marchó a casa. Fueron semanas, meses... Lo que cuento no tiene por qué ser ciento por ciento verdadero.

Lo dije una vez y lo repetiré. Lo bueno de la literatura, es que podemos utilizarla para relatar la vida a nuestro antojo. Para ustedes, ella fue un milagro médico que a los dos meses de abrir los ojos ya estaba en la escuela. Para nosotros, los que sabemos la verdad, aprendimos que despertar de un coma y reincorporarse a la vida puede ser tan duro y doloroso para ellos como lo fue para nosotros tener que verlos sobre una camilla, sin vivir, sin existir, sin respirar siquiera por sus propios medios.

Patrick estaba completamente solo. Se había resignado a nunca despertar, y era tanto el amor que sentía por Elizabeth, que ni siquiera visitó su Vida Terrestre. Se dedicó a ella, a revelarle la verdad de sus padres, a que conociera a Dominic, a su madre y la vida que se le arrebató. Para eso escribió notas, sutiles pistas sin develar demasiado, con la ilusa esperanza de que ella las entendiera. A veces Patrick olvida que Elizabeth se caracteriza por ser valiente, alegre, extrovertida... muchos adjetivos que no incluyen la sabiduría o inteligencia. Esa fue una de las veces.

Luego de notar que sus cartas no surtían el efecto necesario, es más, solo lograban que la chica sintiera paranoia y su novio se enojara, decidió ponerle una pausa al asunto. Fue una tarde en la que se encontraba en Cuatro Estaciones, contemplando a los copos de nieve derretirse hasta convertirse en flores; disfrutó del río descongelándose cada tres horas, y hasta se dio el tiempo de hacer muñecos de nieve a los que le salían hojas, frutas y ramas, hasta transformarse en arbustos que no perdían su forma original.

—Esto sería más divertido con Nick —pensó en voz alta, al ver su obra de arte primaveral concluida.

Por años él siempre vivió en su propio mundo, Patrick es la clase de persona que no requiere de otros para divertirse, pero en ese momento, por primera vez en su vida, extrañó la compañía de quien consideraba como su mejor amigo en todo el mundo. Extraño también, a sus otros hermanos, con quienes hacía guerras de nieve cuando lo convencían de alejarse de la chimenea y dejar su lectura para más tarde. Sintió nostalgia al recordar que luego de esas peleas, su mamá y papá siempre los esperaban con una taza de chocolate caliente; lo bebían gustosos, con las narices frías, la adrenalina corriendo por sus venas y sus cabellos cubiertos de pequeños copos de nieve.

Jamás volveré a jugar con ellos, pensó en un suspiro.

Se arrepintió de haber pasado tan poco tiempo con ellos, de haberse encerrado en sí mismo por tantos años. No creía poder ser de otra forma, y sin embargo, la culpa seguía ahí. La culpa por ser alguien que valoró a su familia en silencio. Esperó, de todo corazón, que ellos nunca dudaran lo mucho que Patrick los amaba. Pidió, casi de rodillas, que no sufrieran por él. Ya era mucho que él sufriera por ellos.

—No te preocupes, Nick. Cuando conozcas a Elizabeth, será fácil que te olvides de mí. Ella te entenderá más que yo. Es igual de loca, rara y sentimental que tú, hermanito, casi parece que son de la misma sangre...

Sin darse cuenta, había comenzado a llorar.

Cerró los ojos, siguió los pasos en su cabeza para Canalizar y recreó su bello hogar. Necesitaba verlos.

Apareció en la sala de estar. Estaba extrañamente vacía, pero no por eso menos cálida. Nada había cambiado en todos esos meses: los cojines bordados por sus abuelos reposaban sobre los sillones gastados por los años, los cuadros de toda la familia seguían colgados en la muralla con ese horrendo papel tapiz con rayas color crema que de pronto se alegró de ver; bajo la mesa de café estaban los juegos de mesa más usados, y en la repisa con la televisión que solo servía para reproducir VHS se encontraban todos los demás. Sintió el conocido crujir de la madera cuando dio un pequeño paso hacia la cocina, en donde un bullicio se hacía notar a través de la puerta entreabierta. Abrió para entrar, nadie en la mesa pareció percatarse de esa acción.

Entonces la vio, y se sostuvo del mesón para no caer.

—Nos falta la bibliografía, el índice y la conclusión —le comunicó a su hermano de mala gana. Incluso molesta se veía adorable. Quiso tomarla de la cintura, girarla en el aire, estrecharla en un abrazo, darle un beso por cada segundo que pasó sin ella, y recorrer su cuerpo, cada centímetro de él.

En un segundo, su mente había construido escenarios solo para ella y él. Su corazón le hizo un espacio exclusivamente para ella.

No supo cómo, pero de pronto, algo en su interior se había vuelto a encender. ¿Existía la posibilidad de que dos personas te robaran el aliento y los pensamientos, al mismo tiempo?

Nick resopló y le quitó el computador a Daisy.

—Bien. ¿Hago yo la conclusión? —preguntó, mientras leía el trabajo completo.

—No tengo problema. Haré lo demás, configuraré todo, lo uniré y te lo mandaré listo para que lo imprimas. Es aprueba de tontos.

—Qué simpática.

—Lo aprendí de ti.

—Recuérdame por qué somos compañeros de literatura.

—La vida es injusta y nos odia.

—No, no, no... Esto está mal, ¡ustedes son amigos, qué les pasa! —arguyó Patrick cubriéndose el rostro con sus manos. No podía soportar que sus dos personas favoritas se trataran tan mal, sus dos amigos más cercanos que por mucho tiempo fueron inseparables. ¿Acaso él los había separado de esa forma? Nick nunca volvió a juntarse con Daisy luego de que ellos comenzaran a salir—. Si yo no estoy, quizás puedan volver a ser amigos —dijo.

Pero viendo cómo Daisy se mordía el labio a la vez que corregía el texto, no pudo no estar. No quiso no estar. Contempló a Nick, con su característica sonrisa de soslayo, y extrañó las noches de películas en su habitación, las tardes de ajedrez, los domingos de cabalgata, y hasta las mañanas ajetreadas, en donde discutían por quién merecía entrar en la ducha primero.

—¿Qué hice? —preguntó aterrado.

Se quedó en la cocina varios minutos, aguantándose el dolor físico que siempre acompaña a los con memoria cuando viajan a su Vida Terrestre, pero incapaz de contener el malestar emocional que lo llevaba a las lágrimas, a los gritos de frustración y a las pisadas de arrepentimiento.

Vio a Savannah entrar por una manzana y enseguida quiso soltarle algún comentario ácido que ella encantada le respondería con uno todavía peor, Connor también fue por algo de comer, acompañado de Alexia. Ellos dos siempre fueron bastante unidos debido a que solo tenían un año de edad de diferencia. Patrick tuvo que reprimir un sermón para su hermanito por beber directamente de la botella de la leche, y no le quedó más opción que aguantarse las ganas de desordenarle el cabello a su hermana, para luego decirle lo hermosa que era.

Quiso llevar al pequeño Emmet sobre sus hombros, y enseñarle a tratar con los caballos.

Patrick tenía a la mejor familia del mundo, desde su punto de vista, y nunca la aprovechó como debió. Deseó aceptar los abrazos que siempre rechazaba de su mamá, y reírse con alguna pésima broma de su papá; hubiera dado lo que fuera por oír alguna de las locas historias de su tía que pasaba viajando por el mundo, o escuchar alguna anécdota vergonzosa de su papá por parte de su tío Daniel. Quiso estar donde Oma y Opa, que le llamaran la atención por llevar el cabello demasiado largo ("¡como un vagabundo sin modales!") o que lo obligaran a comer postres alemanes hasta alcanzar la diabetes.

Quiso vivir. Tenía mucho por qué vivir. Si Daisy no renunció a la vida, aun sabiendo lo difícil que sería, ¿por qué él la arrojó por la borda? Se condenó a morir en soledad... ¿por una chica? ¡Una chica que ni siquiera lo recordaba! ¡Una chica que día tras día se iba enamorado de su novio!

Se despreció como nunca en ese momento, por haberse convertido en aquello que siempre odió: su mamá biológica. Esa mujer los abandonó, igual como él. Dejó todo y se consiguió otra familia, como Patrick hizo con Elizabeth.

¡Estúpido, estúpido! ¡Su novia estaba viva! ¡Su familia era perfecta! ¡Tenía un futuro prometedor, quería vivirlo!

Oyó a Daisy soltar una broma que consiguió hacer reír a Nick, y sintió unos celos espantosos. Si bien era consciente que su hermano era gay, nunca tomó ninguna actitud que lo demostrara, ¿y si Daisy solo se lo dijo para que no se preocupara por Nick? Ella le había comentado que él estaba totalmente enamorado de ese idiota que Elizabeth tenía por novio, pero no había evidencia alguna de que así fuera. Además, no puedes enamorarte de alguien por fotos, ni siquiera si te crees un fotógrafo hipster.

—Mi Ovejita —susurró apenado—. Prometí que, mientras vivieras, fuera por mucho o poco tiempo, haría lo que fuera por hacerte feliz. Y te abandoné. —Miró a su madre riendo a la vez que le plantaba un beso en la frente a Nick—. Los abandoné a todos. Pero encontraré una forma de regresar. —Se acercó a Daisy y le susurró—: Gracias por no dejarme, y ahora que te veo, no te dejaré ir. Así vivas cinco años o cincuenta, tú y yo seremos una familia.

Le dio un beso en los labios.

—¡Ay! —chilló la chica, palpándose la boca.

—¿Qué te pasa? —inquirió Dominic con una ceja alzada.

—No lo sé... Sentí como que algo me dio la corriente.

Patrick cerró los ojos y viajó al otro lado del país, en donde su segundo amor ya lo había olvidado por completo. Se encontró con Elizabeth tocando el piano junto a Zack, se veían muy bien juntos, como una pareja que nunca debió dejar de serlo. Él le estaba enseñando a tocar el piano, lo cual era bastante difícil para la pobre considerando que apenas sí podía dirigir sus dedos al lugar que su cerebro le indicaba.

Les comenté que aquella escena transcurrió entre mitades de diciembre y enero... quizás dije la verdad, quizás no. Lo que importa es que no piensen que para esa fecha (si quieren asumir que no mentí sobre eso y considerando que despertó a fines de noviembre), Eli/Lisa podía caminar por su cuenta, correr como un niño que solo se rasmilló la rodilla y no como una chica que estuvo meses en coma. Sé que insisto mucho en el tema, pero Daisy me suplicó una y otra vez que fuera una persona enfática en este aspecto.

Tampoco soy ella.

Vio que Elizabeth tomó una de las tantas cartas que le había dejado, solo que esa era distinta; en esa él había abierto su alma y corazón y le expresaba el infinito amor que le sentía. Casi como si fuera para lastimarlo a propósito, la chica la rompió en mil pedazos apenas Zack ofreció leerla.

—Cualquiera que haya intentado hacer que me moleste contigo es una persona tóxica, por mucho que parezca que trata de ayudar —dijo ella—. Y no quiero eso.

—¿Qué es lo que quieres? —le preguntó Zack.

Patrick vio a Elizabeth tomar la iniciativa, atrajo al pelinegro y le dio un beso tan apasionado que tuvo que mirar hacia otra parte, incluso sabiendo que ninguno de ellos podía verlo a él. Sintió celos. Celos de que ellos pudieran ser felices.

Patrick también lo quería, deseaba darle un beso a Daisy más que cualquier otra cosa, porque si Lizzy era feliz con ese chico, Patrick podría serlo junto con su ovejita.

—A ti —oyó que Elizabeth le respondía—. Siempre ha sido a ti.

El corazón de Patrick se partió en dos, pero sabía que era la mejor decisión. Un trozo estaría siempre en las manos de Elizabeth, en lo que pudieron ser pero jamás lo serían, y el otro, se lo entregaría a Daisy. Si Zack se había ganado el amor de Elizabeth en tan poco tiempo, porque no mentí con respecto a esas fechas, sí logró conquistarla en un mes aproximadamente, entonces ella estaría bien. Ya lo había olvidado, ahora era el turno de Patrick olvidarla a ella.

—Querida Elizabeth —comenzó diciendo Patrick en el umbral de la puerta que daba al pasillo. Su mandíbula se tensó cuando Zack le correspondió el beso—, me alegro que no hayas leído esa carta innecesaria. Prometo que esta será la última, y ni tendrás que escucharla, aunque ojalá lo hicieras. Sé feliz, Elizabeth. Vive mucho y ama con todo tu corazón. Y, por favor, no me recuerdes. Ni lo intentes. Si llegases a hacerlo, piénsame como un sueño inalcanzable; una alucinación; un compañero de otra vida. Pero, por lo que más quieras, no me ames. Sería doloroso para todos, sin mencionar injusto. Cuando tengas dieciocho, legalmente podrás acercarte a Dominic sin que tus padres amenacen con arruinarnos... pero yo no podré estar ahí para ayudarte, tendremos que dejarlo en manos del destino.

Canalizó para nunca más regresar. Ya había cortado el lazo final. Podía irse en paz.

Él buscaría cómo despertar.

Durante semanas exploró el fascinante mundo de Coma, o universo, no sabía en realidad cómo definir ese lugar. Dimensión, galaxia... Algo por el estilo. Le hubiera gustado llevar un diario para anotar todas las averiguaciones que había hecho, pero era tanta su prisa por hallar una forma para despertar, que desistió de la idea apenas se le pasó por la cabeza.

Descubrió un par de cosas interesantes, Coma no era un universo ni nada por el estilo, y lo que llamaba Mundos, tampoco lo eran. Coma era en realidad una especie de planeta, y la Energía los transportaba a todas las tierras (y agua para Subacuático) de ese lugar. Existían otros planetas, otros mundos paralelos. Uno particularmente cautivó su interés, se llamaba Onírico, y era conocido por contener a todas las personas mientras dormían. Un lugar, en donde literalmente, tus sueños y pesadillas cobraban vida.

Pensó seriamente si ir a buscar a Grace, pues recordó todo el tiempo que ella pasó explorando Coma, y se dijo que quizás había descubierto una forma de despertar. Una parte de él le insistía que no arriesgara su vida de esa forma, de haber sabido una manera para volver a la Vida Terrestre, Grace se la habría dicho... ¿no?

Era tanta su desesperación que se decidió por ir de todas formas. Un viaje a ese mundo le quitaría toda la Energía, lo que significaba no solo que no podría volver a Coma, sino que había una enorme posibilidad de que perdiera sus recuerdos... Pero valía la pena el riesgo.

Durante días no pegó un ojo, miraba el techo de su casita, y divagaba sobre la muerte y la vida. Estuvo casi una semana entre que iba y se rendía, hasta que, luego de haber paseado por Metrópoli, llegó a su casita y se encontró con quien creyó nunca volver a ver.

—¿Qué, ni siquiera un desmayo? —preguntó Grace de brazos cruzados—. Mejor me devuelvo.

—Sabes que... —comenzó diciendo, todavía turbado por la visita— no soy bueno para demostrar...

—¿Sentimientos? —ofreció su amiga ceñuda.

—Sorpresa —terminó Patrick molesto—. Es solo que... luego de... Yo... ¡Daisy está viva! —estalló cubriéndose el rostro.

—Eso es un problema.

—¿Un problema? ¿¡Un problema?! —exclamó Patrick descompuesto—. ¡Creí que había muerto, maldición!

—Bueno, en defensa tuya, ni siquiera sabías que tu mamá es la mamá biológica de Lisa.

—¡Cállate, Grace, esto es serio! —rugió con tanta agresividad, que su amiga dio un paso hacia atrás—. Perdón, yo... Perdón... es que... Daisy está viva, Grace. ¡Está viva y yo la dejé! —dijo angustiado—. Los dejé a todos.

—Te ofrecí mi Estrella.

—No compartimos Energía, no habría funcionado.

—Pudiste intentarlo.

—¿Y arriesgar tu única forma de salir de aquí?

—No es la única... —Eso era lo que Patrick quería oír—. No. No, no, no, no. ¡No, Patrick! ¡Ni lo pienses!

—¡Conoces una manera de despertar y me hiciste creer que me pudriría aquí para siempre! —vociferó molesto.

—¡No es una opción! Perdiste tu Estrella, ¡perdiste tu boleto para despertar!

—¡Grace!

—Ah, ¡maldita sea, está bien! —Quitó su mano del bolsillo y tomó la de él, musitó algo que Patrick no entendió y desaparecieron del lugar.

Ninguno de los chicos se percató del recibo que había caído del pantalón de Grace hasta al suelo de la casita vacía. Un inocente papel que servía como evidencia de que ella había comprado un par de libros de astrofísica luego de despertar y reincorporarse a la vida universitaria.

Un recibo que había sido emitido el dos de octubre de 2013, cuando ella todavía seguía en coma.

Abrieron los ojos, encontrándose en una especie de plataforma flotante. No era como Gravitacional, pues aquí el cielo parecía un eterno amanecer, y podían divisarse personas en globos aerostáticos, avionetas e incluso animales que no se asemejaban a un dragón, sino más bien a felinos... Felinos alados y domesticables.

—¿Qué clase de Mundo es este, Grace? —inquirió Patrick boquiabierto.

—Se llama Onírico —contestó ella—. Lo descubrí antes de conocerte a ti... y a John —explicó con la voz entrecortada. Hablar de él todavía era doloroso, pensar en cómo murió, en cómo Lauren intentó salvarlo en vano...

—No es un Mundo —dijo Patrick—. No de Coma al menos.

Grace abrió los ojos desmesuradamente.

—¿De dónde más va a ser? ¿Narnia?

—No, no, no. Las personas que están acá no son pacientes en coma. Aquí hay... gente normal. Personas que duermen, pero que viven su Vida Terrestre. Si llegamos hasta acá, debe ser porque estamos dentro de tus sueños, en tu subconsciente.

—¿De qué estás hablando, cómo sabes eso y qué puta hierba te fumaste que no convidas?

—Tú no eres una drogona.

—Claro que no, la marihuana afecta el sistema nervioso. Las personas no desarrollamos el cerebro hasta los veintiuno, ¿sabías?

—¿Siempre fuiste tan nerd, niña ciencias?

—Sí, ahora deja de evadir mis preguntas.

Patrick suspiró y alzó las manos al cielo a modo de rendición.

—He estado investigando cuanto he podido acerca de Coma, buscaba alguna forma de despertar. Descubrí tantas cosas, Grace. Coma no es un universo como creímos —continúo explicándole Patrick—. Es un mundo, y lo que llamábamos Mundos no son más que... países, por así decirlo.

Grace pareció comprender la reciente información adquirida a la perfección, ¿existía algo que esa chica no entendiese? Tanta inteligencia no podía ser legal.

—¿Ves por qué no quería despertar? ¡Estás descubriendo cosas geniales, maldición! —protestó molesta—. No tienes idea lo doloroso que es para un científico esta situación.

Patrick bufó de mal genio.

—Ha de ser espantoso regresar a casa y estar a salvo.

—No uses la carta de víctima conmigo, Patrick. Puedo despertarme de forma voluntaria y dejarte solo en mi subconsciente. Mira, tú jugaste a ser héroe, tienes que enfrentar las consecuencias ahora.

—Ya lo sé, ¿me vas a ayudar o no? —preguntó molesto—. ¡Sé que sabes una forma de despertar y si me trajiste a un lugar distinto a los habituales es porque no quieres que nadie lo sepa... Dímelo. Si no lo haces, buscaré a Elizabeth una última vez e intentaré conseguir más Energía para continuar viajando...

—¿Estás loco, enfermo de mierda?

—Qué tierna.

—¡Elizabeth tiene esquizofrenia, estúpido!

—¿Y eso que tiene? —preguntó Patrick ceñudo.

—¿Alguna vez piensas? Si estamos en un mundo de sueños, según tú dices, entonces nos encontramos en el subconsciente, en eso tu teoría estaría correcto. Lo que significa que estamos en el cerebro de alguien más, el mío en este caso. Entrar al cerebro de una persona que sufre una enfermedad psiquiátrica es casi tan estúpido como darle una Estrella a la misma. ¿Y si está defectuoso? ¿Y si no puedes salir? No. Es inseguro para ti. Yo entraré en los sueños de Lisa, tú quédate ahí y escribe las notas para que se encuentre con tu familia. ¿No es para eso que le diste tu vida? ¿Para que pudiera reencontrarse con su hermano y su mamá?

—Ya escribí las notas —contestó él a regañadientes—. Pero es inútil: cree que soy un psicópata que la está acosando. No me recuerda. Quizás sea lo mejor...

—¿Si crees que es lo mejor por qué querías meterte en su cabeza hace medio minuto? Eso sí es de un psicópata acosador.

—¡Es para recargar Energía!

—No me mientras, Patrick. La Energía no es recargable, sino autosuficiente. —Suspiró—. Sé que te repites una y otra vez que debes dejarla atrás, pero vamos que eso no es sencillo de hacer. ¿La extrañas mucho, no?

—¿A la chica por la que di mi vida, mi alma y mi corazón? No, cómo crees.

—Tu sarcasmo agota.

—Mi sarcasmo encanta.

Grace lo ignoró.

—Hagamos algo. Yo entraré en lo sueños de Lisa, y le diré de forma menos psicópata lo que intentas comunicarle. ¿Tengo que hablarle de su hermano también? —Él asintió—. Está bien, pero solo porque ya has hecho demasiadas cosas estúpidas y me rehúso a que continúes arriesgándote como un tonto enamorado.

—Soy un tonto enamorado —se defendió Patrick mordiéndose el labio—. ¿Crees que le habría dado mi Estrella si nada más me gustase? La amo tanto que me asusta. Me aterra lo que siento por ella, porque me veo forzado a ser alguien que no soy. Me obligo a mejorar.

Pero con Daisy, no tengo que hacerlo.

Amar a Daisy era sencillo, solo debía ser como era. Pero amar a Elizabeth... Amar a la Elizabeth consumía hasta su última gota de energía, tanto física como mental. Ambos eran muy diferentes, y él siempre tenía la impresión de que ella era algo demasiado perfecto para existir, mucho menos para amarlo.

Daisy era su novia, que amaba sin importar lo imperfecta que fuera.

Elizabeth había sido su sueño, que amaba aun sabiendo que nunca la merecería.

—No debiste darle tu Estrella —dijo Grace con los hombros tensos—. Pero hubiera sido peor que, pudiendo hacerlo, no se la hubieses dado. Fuiste un héroe sumamente estúpido e irracional, pero uno al fin y al cabo. Mereces despertar.

—¿Me dirás cómo?

—Sí, lo haré. Pero sé que no servirá de nada.

—¿Por qué?

—Porque eres un héroe. Los héroes no matan inocentes.

—¿De qué hablas?

—Lo que oíste. Para despertar debes robarle una Estrella a alguien.

—¿Y condenarlo a nunca despertar?

Grace sacudió la cabeza en señal negativa.

—Y matarlo con tus propias manos. Es... es una simple teoría mía, Patrick. Pero piénsalo: la Energía fluye como la sangre, debe encontrarse allí. Si matas al dueño de la Estrella, entonces quedará huérfana, la bañarás de la sangre de su antiguo dueño y parecerá como si hubieran compartido Energía. —Patrick iba a decir algo, pero ella volvió a negar—. Debes matarlo, porque si no, él o ella compartirá Energía contigo, será capaz de ir a los lugares a los que fuiste... podría incluso ir a tu Vida Terrestre. ¿Y si le hace lo mismo a alguien más para despertar? ¿Qué harías si despierta, descubre donde vives e intenta matarte? No. Debes matarlo.

—Yo...

—Te lo dije. Es horrible. Es un no rotundo, y sé que nunca lo harías.

—¿Cómo estás tan segura?

—Porque eres mi amigo, estúpido. Te conozco.

Patrick se quedó un momento en silencio, sopesando todo lo que Grace le habría dicho.

—¿Y es solo una teorías tuya? —Ella asintió—. Se oye creíble, factible.

—Soy un maldito genio, Patrick, no hago hipótesis incoherentes.

—¿Cómo lograste Canalizar hasta Coma? —preguntó interesado—. ¿Cómo lo recordaste?

—Me lo escribí en el cuello con una aguja con tinta. Debo decir que fue escalofriante ver mi cuerpo en una camilla, pero valió la pena. —Sonrió con los ojos brillosos—. Eres lo único bueno que tengo, tú y Lisa. Me alegra haberlo escrito. Pensé que si podíamos viajar de Coma la Vida Terrestre, nada impedía que lo hiciéramos de la Vida Terrestre a Coma. Practiqué un par de días y... heme aquí. 

—Me dijiste que querías usar tu Estrella para olvidar —comentó Patrick—. Para olvidarlos.

—Supongo que me arrepentí a último minuto. Antes de usarla, recuerdo que anoté en un papel todo, y luego en mí. Jamás encontré el papel, pero sí mi tatuaje temporal. Nadie entendió lo que decía: me lo escribí en latín, en griego y en un idioma que inventé con mis amigos de la escuela —aclaró con un dejo de orgullo, casi rozando lo engreído.

—Me hace muy feliz oír eso, Grace. Es bueno que no olvidemos a los que se fueron. Es injusto para ellos, merecen vivir en nuestros recuerdos. John y Lauren fueron amigos increíbles.

—Tú también.

Patrick agachó la cabeza.

—Por eso lo siento mucho. No hay otra opción.

—¿Qué?

—Tengo que hacerlo, Grace —le confesó alzando la cabeza. Tenía la visión nublada por las lágrimas, pero alcanzó a apreciar el rostro asustado de su amiga.

—Patrick, no...

—¡Despierta! —gritó. Luego la empujó de la plataforma hacia el mismísimo vacío.



*******



Ninguno de los dos volvió a hablar con el otro.

Grace nunca supo que había despertado en un tiempo distinto, pues en su cabeza, Lisa había caído en coma antes, meses antes. En su cabeza, todo tenía sentido y no había despertado dieseis días antes de que ella cayera en coma.

En su cabeza, su mejor amigo era incapaz de matar. Hasta que despertó asustada por una horrenda pesadilla en la que caía, y caía y caía...



*******



Tomó un cuchillo para cortar carne. Sus manos tiritaban, asustadas de la acción que llevarían a cabo a continuación. Había escogido el más grande de la cocina, ese que solo su padres tenían permitido utilizar.

Volteó una última vez y se permitió sonreír al ver a su hermanita leyendo con las yemas de sus dedos, mientras que su hermano Connor comía un tazón de cereal con leche.

—Esto es por ustedes —intentó convencerse. Pero sabía que lo que haría no tenía justificación, y solo había decidido tomar esa opción porque no existía ninguna otra.

En lo profundo y retorcido de su corazón, se aliviaba con saber que él olvidaría todo. Olvidaría Coma, olvidaría a su amor que no pudo ser, a sus amigos que dejaron el mundo, a su amiga que había decepcionado, y más importa aún, olvidaría la atrocidad que cometería.

Canalizó de vuelta a Pueblito, y ocultó el arma blanca dentro de su manga. La cuchilla era filosa, pero al tener sus recuerdos, no percibía el dolor físico y decidió ignorar las posibles cortadas que se estaba haciendo. En unos minutos más, se habrían ido. En unos minutos él, se convertiría en asesino.

En unos minutos más, despertaría para comenzar de nuevo.

Suspiró, caminó con dirección al Límite Estelar, escrutando a los Pacientes que recorrían el lugar buscando la luz que les perteneciera. Sintió una nostalgia tan dolorosa que por poco desiste, pero continuó firme, sabiendo que era un monstruo.

De a poco las personas se fueron marchando, todas decepcionadas. Él estuvo a punto a punto de rendirse como ellas, pero entonces vio a una chica, un poco menor que él y bastante más baja, abrir la palma de su mano para recibir una Estrella caída del cielo. Se ocultó tras unos arbustos cerca de un terreno árido, y cuando confirmó que sí le pertenecía debido a su chillón grito de júbilo, saltó a la cacería. No había nadie cerca salvo ellos dos, nadie pudo oír sus lamentos y llantos salvo él.

—¡Suéltame, suéltame! —suplicó la chica pateando con todas sus fuerzas.

—Lo siento, lo siento, lo siento —repetía él, incapaz de clavarle el puñal en el pecho, pero sin intenciones de dejarla ir—. Yo... la necesito.

—¡Suéltame! ¡¡Ayuda!! ¡Ayuda! —gritó la chica. No era más que una chica.

Una chica indefensa como su novia, chillona como su amiga muerta, luchadora como su segundo amor y salvaje como quien le dio la idea. Era solo una chica, con amigos desesperados con que despertara, y familiares también...

¿Qué diablos estoy haciendo?

Soltó a la chica apenado, arrepentido, avergonzado. Esta le dio un puntapié en el estómago que lo hizo darse de bruces contra el césped. Le soltó un par de verdades y se fue corriendo con su Estrella.

Por poco le quita la vida a quien podía haber sido su amiga, su hermana o su novia en otra vida, por el simple capricho de querer despertar. Tal vez, después de todo, no merecía despertar.

Se levantó y caminó cabizbajo hasta llegar a la parte árida del Límite Estelar, era un lugar que nadie visitaba porque las Estrellas no caían ahí. Él merecía estar en ese lugar, un espacio muerto para alguien que había fallecido en vida. Que por poco mata. Que nunca volvería a casa.

Se acuclilló e ignoró las piedritas adhiriéndose a sus pantalones. El cuchillo cayó al suelo, y Patrick, furioso por lo que casi hace, lo tomó de la punta filosa, deseando sufrir, deseando que le doliera, pero nada pasó. La sangre comenzó a escurrir y a caer en el césped seco y las piedras pequeñas. Sacó el lazo rojo que siempre traía consigo y se lo ató en la palma de la muñeca, pues si bien no sentía dolor alguno, todavía podía morir desangrado. Pero al unir el pequeño trozo de satín con su herida, por primera vez desde que llegó allí, el día se transformó en noche.

Se levantó de golpe, incrédulo por el cambio, sin comprender qué lo había causado. Contempló a las Estrellas caer, pues destacaban bajo el manto negro de la noche. Y en ese momento, toda la región árida que siempre creyó muerta, se iluminó por un instante. Cerró los ojos instintivamente, pues la blancura casi lo deja ciego. Al volverlos a abrir, la luz se había ido, dejando en su lugar puntos brillantes en todo el desierto; a pocos metros de allí, un punto lo cautivó por su fulgor, mucho más intenso que cualquier otro. Se abalanzó, ansioso por descubrir qué significaba, pero cuando llegó, sintió su corazón detenerse.

Era una Estrella. Una Estrella que hacía segundos no era más que una piedra. Giró en redondo, viendo el suelo, buscando las piedritas, pero todas esas eran ahora Estrellas tal y como las que caían del cielo salvo por su color, que era más opaco que las otras. Eran Estrellas que habían surgido de la muerte, de la tierra infértil.

Tomó delicadamente la Estrella, y se asombró al notar que ninguna descarga eléctrica lo separó de ella... porque, le pertenecía. Porque, le pertenecía a Lizzy Collins.

Todas esas Estrellas le pertenecían a quienes dejaron el mundo de Coma, eran grises, porque se trataba de Estrellas cuyos dueños habían dejado de vivir, habían dejado de brillar. Pero Elizabeth no lo hizo. Su Estrella nunca murió, solo durmió y fue despertada gracias a la Energía.

La Estrella nace el día que caemos en coma, y nos devuelve a nuestra Vida Terrestre el mismo día en el que llega. Al ser la Estrella de Elizabeth, nació el veintisiete de agosto de 2013, incluso si recién aparecía ahora, ella transportaría su dueño a ese mismo día, porque había llegado el mismo día que había nacido. Todos los Pacientes que ya no están en Coma tienen su Estrella en el Mundo que dejaron, casi como si se tratara de una lápida, para despedirlos y recordarlos. Eran Estrellas de utilería por decirlo de alguna forma, pues aparecen luego de que los dueños se van, y por lo tanto, no tienen Energía para funcionar. Pero esta sí. La que Patrick tenía en la mano estaba viva porque existía su Energía en Coma. 

La Estrella de Grace le llegó cuatro días luego de que cayera en coma, el once de agosto del mismo año. No importó que la usara en diciembre, pues siempre estuvo programada para una fecha anterior.

Patrick vio la sangre de su palma manchando el suelo y comprendió entonces que era suya. Ellos compartían recuerdos en la Vida Terrestre. Él le dio la suya, ella le dio de la de él.

La acercó más y pudo percibir su hermosa voz entre murmullos, como si dijera un secreto, como si se trataran de sus pensamientos.

—No salvamos la vida el uno al otro, Pandita. Ese es el trato. Compartimos Energía, compartimos vida.

Así fue como compartieron sueños, sensaciones y conversaciones. Y nada ni nadie, podrá separar jamás ese lazo que los une por la eternidad.


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N/A: ¡Hola! Para los que todavía no lo saben, tenemos un grupo de lectores en WhatsApp. Allí anuncio cuándo actualizaré (o cuando no, más esto que lo otro); también nos traficamos fanarts, bautizamos a los ships, ellos comparten sus teorías locas y una que otra vez expresan su amor-odio hacia mi persona. 

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Pd. Por favor, coméntenme si ven algún error de tipeo, no tengan miedo, en serio lo agradezco, soy muy ciega para fijarme en ese tipo de detalles xD 

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