📖Capítulo 26: La pastilla de la discordia📖
La primeras dos semanas de la desaparición de su hija, Victoria no pegó un ojo. Entre confeccionar el aviso, imprimir los volantes y recorrer cada rincón de la ciudad pegando los afiches, ni siquiera tuvo tiempo para sentarse y llorar. David y sus hermanos estuvieron con ella durante todo el proceso, la ayudaron con el diseño de los carteles, aportaron dinero para imprimirlos en el ciber café más cercano del departamento de David y se dividieron para dar con su paradero.
Daniel, quien era el único de los tres que todavía mantenía una buena relación con la comunidad, le preguntó a cada miembro si la habían visto. Algunos negaron con la cabeza y otros lo regañaron por el cartel, pues alegaban que existían métodos más puros y cristianos para fabricar un comunicado. Daniel perdió toda una tarde en explicarle a sus padres que la fotocopiadora y la impresora no diferían demasiado de la imprenta inventada por Gutenberg, solo era una versión más rápida y asequible. Sus padres no quedaron demasiado satisfechos con la excusa, pero prometieron ayudar a la supuesta novia de su segundo hijo, temerosos de que este se alejara para siempre de ellos.
Caitlin, quien hubiera preferido perder su brazo derecho antes que regresar al pueblo, recorrió todos los sectores comerciales de la ciudad pidiendo autorización para pegar los carteles de "SE BUSCA" en los escaparates. Cada día volvía a las tiendas a preguntar si alguien se les había acercado a hablar acerca de los carteles, pero la respuesta siempre era la misma.
Victoria y David tuvieron que encargarse de odioso papeleo; ambos ya se habían aprendido de memoria la infraestructura y la decoración de la comisaría. Conocían con exactitud la cantidad de ladrillos de la sala de espera, podían numerar todos los enchufes de pared y Victoria estaba segura que se había memorizado cada baldosa del baño de mujeres. La estación de policías se había vuelto su segunda casa; pasaban allí al menos cuatro horas al día, eso sin contar las llamadas telefónicas a cualquier hora del día (incluso hubo una ocasión en que el teléfono de la casa sonó en la madrugada) que fácilmente podían añadirle una hora más al total de tiempo invertido en hallar a Lizzy.
Las primeras semanas fueron las más agitadas. Con cada pista que les llegaba a los encargados del caso, Victoria y David volaban a la comisaría. Patrick, Nick y Sam ya se habían acostumbrado a los viajes y se habían convertido en la sensación de lugar. Principalmente Nick, quien se llevaba bien con todo el mundo. Había que mantenerlo distraído a cada rato o de lo contrario el infante sufría una rabieta espantosa. Usualmente la única forma de tranquilizarlo era mantenerlo cerca de su melliza, pero ahora que Lizzy no estaba, Nick lloraba la mayor parte del tiempo. Con el tiempo su llanto se fue haciendo menos frecuente hasta que, un día cualquiera, estuvo tranquilo toda la tarde. Jugó con Patrick a apilar bloques y se rio con Samantha cuando esta intentó derribarles la torre y terminó tropezándose con la alfombra para caer sobre su trasero. Fue un día tranquilo, medianamente nublado y con la temperatura ideal para salir al jardín a explorar los insectos que Patrick tanto aborrecía.
Seis de septiembre de mil novecientos noventa y nueve. Ese fue el día en que Nick olvidó que alguna vez tuvo una hermanita con el mismo color de cabello que él. Aunque siendo sinceros, jamás la necesito. A su lado siempre tuvo a su mellizo de cabello rubio, con quién no compartía parecido físico, ni psicológico. No había un solo gen que los conectara y sin embargo, la vida los había vuelto inseparables. Pero ustedes ya conocen esa parte de la historia, la de dos hermanos demasiado opuestos como para que sus diferencias no volaran en pedazos su relación en algún momento de sus vidas. Lo que ustedes ignoran es lo que ocurrió con la cuarta integrante de la familia Sommer-Collins, que en realidad nunca llegó a formar parte de ellos.
Si bien Victoria y David se reencontraron un ventoso día de abril, Tori no estuvo segura de irse vivir con él hasta casi año y medio después, luego de que Elizabeth desapareciera sin dejar rastro. En ese lapso de tiempo, Victoria continuó trabajando como asesora de hogar puertas adentro, por lo que no tenía que preocuparse por gastar en alojamiento y podía ahorrar cada centavo que ganaba en darles un mejor futuro a sus dos pequeños. Cuando esta aceptó el trabajo, su empleadora le prohibió traerse a sus hijos con ellas, alegando que los niños requieren de una atención especial y por ende estaría más enfocada en ellos que en su deber con la casa. Victoria, desesperada, volvió al hogar de monjas donde se crio gran parte de su infancia; descubrió que la mayoría de las mujeres ya habían fallecido y otras se encontraban misionando en África, pero la directora se compadeció de ella y aceptó que tanto Lizzy como Nick se alojaran en el orfanato cristiano, aun teniendo en cuenta que solo se permitían las niñas.
Tori los visitó y sacó a pasear cada día libre que se le otorgó en compañía de David y sus hijos. Más de una vez salía a colación la propuesta de mudarse junto a él, pero esta insistía que no era justo delegarle la crianza de Lizzy y Nick teniendo en cuenta que él ya tenía a sus propios pequeños. Cuidar a cuatro niños de casi la misma edad hubiera resultado caótico, demandante y prácticamente imposible, pero David se rehusaba a admitirlo. Aun así nunca le insistía más de dos veces en un día. Después de todo eran hijos de Tori, y la decisión final era por completo suya. Ojalá la pobre hubiera sabido lo que ocurriría debido a la opción que escogió; porque de haber sido capaz de visualizar los acontecimientos futuros que le deparaban a la melliza, Victoria habría renunciado a su trabajo, se habría ido a vivir con David junto a los gemelos y juntos hubieran diseño un plan para ganarse el sustento.
En ese momento, David y Victoria se encontraban en la estación de policía cumpliendo la misma rutina que llevaban realizando desde hace cuatro meses. El pequeño Dominic corría de un lado a otro de la oficina, emocionado de al fin ser capaz de mantenerse en pie por sí solo; alzaba las manos con entusiasmo y saludaba a cada persona que entraba con una enorme sonrisa. Samantha había recogido un volante acerca de las consecuencias de manejar en estado de ebriedad y fingía leerlo con gran interés. Patrick se había quedado sentado junto a quien llamaba su mamá, las piernas le colgaban de la silla y no hacía más que moverlas de un lado a otro. Tenía la mirada fija en su hermanito, parecía preocupado, temeroso que en cualquier momento Nick se desplomara al suelo y él no estuviera a su lado para socorrerlo. Victoria le tomó la mano y le sonrió para tranquilizarlo.
—¡Ahí viene, ahí viene el tío Mogo! —gritó Dominic corriendo hacia sus padres. Patrick se sobresaltó, mientras que Savannah apenas alzó la cabeza unos segundos y luego volvió a enfrascarse en su "lectura".
La joven pareja se puso de pie y recibió al oficial Montgomery con las mismas ansias de siempre. Tenía unos cincuenta y tanto, de cabello castaño canoso y una espesa barba que ya había perdido casi todo su color. Era alto, de hombros anchos y mirada seria. No era la clase de hombre que portaba buenas noticias. Y, cuando habló, Victoria se preguntó si alguna vez, Connor Montgomery dijo una buena noticia en toda su vida.
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—Esto es ridículo, David. Ningún caso de desaparición se abandona tan pronto. —La joven madre tuvo que sentarse en la silla de madera que estaba junto a la mesa de la cocina. Estar tanto tiempo parada le hinchaba los pies y le provocaba mareos.
Ojalá los síntomas de embarazo le hubieran vino el primer trimestre y no a las pocas semanas de dar a luz. Si bien no hubiera hecho una gran diferencia, al menos no se habría ganado el odio de los padres de David por convertirlo en padre soltero una vez más.
—Algo raro pasa, Tori, eso es seguro. Desde el momento en que Lizzy desapareció bajo el cuidado de esas... esas monjas, sabía que esto era mucho más grande. —Pronunció la palabra "monjas" con un asco que le extrañó a Victoria. Su prometido no era la clase de persona que se refería de manera despectiva a los demás—. Tengo certeza que la policía tiene algo que ver esto, me rehúso a pensar que una institución tan importante como esa pueda ser tan ineficiente.
—¿Estamos hablando de la misma institución que se negó a darle protección a mi padre porque solo protegen a las esposas violentadas y no a los hombres?
David suspiró.
—Me refiero a que son un desastre para los casos que no les conviene resolver, pero muy astutos para defender a quienes los alimentan. Hay algo muy oscuro detrás de todo esto. —David se sentó junto a Victoria y le tomó ambas manos con fuerza pero a la vez con una delicadeza increíble. Solo él era capaz de actuar con dureza y calidez al mismo tiempo—. Deberíamos contratar a un investigador privado. No importa el costo.
—No voy a rendirme, David. —decretó Victoria. La voz no se le quebró a pesar de que había comenzando a soltar lágrimas—. La encontraré.
—La encontraremos. No estás sola en esto, Victoria. Eres mi familia. Lizzy es mi familia.
Los Sommer hicieron todo lo humanamente posible para cumplir con su promesa. Con los medios limitados que tenían y un bebé recién nacido que necesitaba de los más intensos cuidados, la búsqueda se complicó más de lo que hubieran temido, sin embargo ninguno de ellos se rindió. Ni Daniel o Caitlin. Incluso los señores Sommer finalmente aceptaron a Victoria en su familia y se enfrascaron en la misión con la misma dedicación que el resto. Fueron semanas de intenso trabajo, gran inversión de dinero (mucho más de lo que podían endeudarse) y desgaste emocional en las que no consiguieron más que frustrarse por no llegar a ninguna respuesta. Era como si Elizabeth se hubiera desvanecido. Y mientras más tiempo pasaba, más se olvidaban lo niños de su hermana, hasta que un día, cuando la pequeña no era más que un recuerdo olvidado, el teléfono de la casa sonó.
Alguien tenía a su pequeña niña. Y no tenía ni la más mínima intención en devolverla.
*****
—Elizabeth es nuestra hija, Victoria. ¿Qué pasó con lo de no rendirse hasta encontrarla?
Victoria no tenía las agallas para alzar la mirada y ver al hombre de su vida devastado por la decisión que había tomado. Temía que este la consolara y Tori no se merecía sus palabras tranquilizadores, ni siquiera creía ser capaz de oírlo pronunciar su nombre otra vez sin que la culpa terminara por devorarla como un animal salvaje y hambriento.
La abrasadora quietud de su hogar se sentía como si una serpiente la envolviera para estrangularla poco a poco. No estaba acostumbrada al silencio y sentía el aire de la habitación más denso, como si la calma no fuera más que el preámbulo del caos.
—La encontramos —susurró Victoria.
David intentó acariciar su mejilla, pero Tori le apartó la mano con brusquedad. Levantó la cabeza y notó que David la observaba con extrañeza, como si la persona que estaba sentada junto a él en el sillón no fuera la mujer de la que se enamoró. Victoria no podía culparlo, ella se sentía fuera de su propio cuerpo. Sus acciones no se relacionaban con sus ideales, pero no podía darse el lujo de seguir su corazón. Había ocasiones en las que pensar con la cabeza fría era la única alternativa para salvar a tus seres queridos, incluso si eso significaba renunciar a ellos.
—¿Entonces cómo puedes abandonarla? —inquirió David con desagrado.
Sus palabras fueron como apretar el gatillo de un arma. Sintió la bala en el pecho, pero no se dejó desangrar frente a él. Se levantó de golpe y lo señaló con el dedo índice.
—¡No me vuelvas la mala de la película! No tienes idea cómo me siento.
—¡Pues explícame, Victoria! Explícame en qué cabeza te cabe que esta es la mejor decisión.
—¡No lo es, David! Es una terrible decisión, pero es la única que tengo. ¿Tienes idea de lo que me dijeron esos monstruos? Que vendrán tras nosotros. Elizabeth es suya legalmente, ¿cómo quieres que solucione eso? ¡Cómo esperas recuperarla si ante cualquier juez ella es su hija!
—Les demostraremos que eso no es cierto, Victoria. Aunque nos cueste todo.
Victoria soltó una carcajada irónica. En realidad estaba temblando de pies a cabeza, las ganas de gritar y llorar eran cada vez más intensas, pero no pudo permanecer seria ante las palabras de David.
—Tú de verdad creciste fuera de la sociedad, David Sommer. No sabes cómo funcionan las cosas en el mundo real.
—Sé que robar es un delito.
—No para los ricos.
David suspiró.
—Te creía una persona más valiente —dijo cansino.
La pelirroja no le respondió; dio media vuelta y salió de la casa. Necesitaba aire fresco. No podía seguir discutiendo con David, porque no llegarían a ninguna solución, solo lograrían enfadarse más con el otro. Ya le habían arrebatado a su hija y no permitiría que se metieran en su matrimonio también. Quizá David nunca la perdonaría, pero ella sabía que estaba escogiendo lo mejor para su familia, Elizabeth incluida. Los señores Scott podían ser seres desalmados, mas su amor por Lizzy era tan real que Victoria llegaba a sentir asco de solo pensarlo. Si ellos no la hubiesen amado, jamás habrían contactado con ella para pedirle ayuda. Su voz nunca habría sonado tan desesperada por encontrar una forma de ayudar a Elizabeth si ella no fuera la dueña de sus corazones. Victoria siempre supo que su hija era diferente: no lloraba, no se reía, prefería estar alejada de los otros niños y tenía ataques de ira cuando las cosas no se hacían como ella quería. No era una bebé malcriada, era una bebé con un problema que Victoria no alcanzó a vislumbrar debido a la corta edad a la que le fue arrebatada.
David nunca lo entendería, pensó con un profundo dolor.
Su esposo había crecido en una familia de mente pequeña, pero saludable. Él no sabía lo que era vivir con alguien que podía prenderle fuego a la cocina porque una voz le prometió que así salvaría al perro de la casa. David nunca tuvo miedo de que su madre atacara a su padre porque alguien que no existe le ordenó hacerlo. Ellos nunca podrían darle los cuidados que Elizabeth necesitaba. Pastillas, citas al médico, terapias, psiquiatra personal... Todo eso era impagable para ellos, sin tener en cuenta que ni siquiera había un psiquiatra en el pueblo.
Victoria no estaba renunciado a su hija, estaba protegiéndola de un futuro incierto. Lo único que podía asegurarle era amor, y tal cosa, por pura que sea, no curaba las mentes dañadas. Su padre lo había vivido en carne propia y ella lo había visto con sus propios ojos. Victoria no se había rendido, había aceptado que esa era una guerra que no podría ganar.
*******
El lugar era fétido y estaba atestado de adolescentes igual de desesperados que ella por hallar una migaja de felicidad. La oscuridad solo se veía interrumpida por los reflectores que le daban la iluminación suficiente para que los asistentes no se desplomaran al suelo pero los vendedores pudieran confundirse entre el gentío sin llamar la atención. El suelo estaba tan pegajoso que con cada paso que deba, las zapatillas más se demoraban en despegarse para seguir avanzando, parecía que estaba cruzando un interminable charco de alquitrán.
Miró en todas las direcciones, esperando encontrar algún conocido que la convenciera de que esa no era una buena idea. Alzó la mirada hacia el balcón donde se encontraba la sección VIP; se imaginó que Bruno la observaba desde allí y le agitaba la cabeza en señal de desaprobación. Tuvo la tenue esperanza que llamarlo por teléfono alertara sus instintos de cuidador y le suplicara que no fuera. Quería que Patrick la abrazara hasta que todo su dolor se desvaneciera y no quedara más que el amor que sentía por él, por sus amigos y por su familia. Anhelaba que Sasha le dijera que ella era mejor que eso. Necesitaba que Amy la reprendiera por la estupidez que iba a cometer. Ansiaba que John le brindara un sabio consejo. Deseaba que Kevin la protegiera de los horrores del mundo. Precisaba un buen golpe de Grace que le alineara los chacras y la mente. Le urgía una distracción, de esas que solo Lauren con su interminable energía y curiosidad podía dar. Y, por sobre todas las cosas, soñaba con la compañía de Zack.
Sus hombros se tensaron cuando sintió un golpe en su espalda. Volteó y se encontró con tres chicos y dos chicos de su escuela que la saludaron con entusiasmo. Nunca había fraternizado con ellos antes, pero siempre era un buen momento para hacer amigos. En especial si esos potenciales amigos traen consigo algo para que el recuerdo de Zack dejara de apretarle el corazón.
—Elizabeth Scott, no te hacía una chica que frecuenta estos lugares —dijo el muchacho más alto de los cinco. Tenía el cabello castaño y ondulado, una espalda ancha de nadador y una sonrisa encantadora que seguramente utilizaba para conseguir a cualquier chica lo bastante tonta como para caer en sus coqueteos.
Eli nunca fue una persona del todo inteligente.
La chica le arrebató el vaso y se bebió el contenido como si fuera agua. Su esófago exclamó clemencia mientras que su estómago la regañó con un fuerte ruido de tripas que, de no haber un DJ tocando música electrónica, se hubiera escuchado. El grupo la miró con una mezcla de asombro y respeto. Eli le devolvió el vaso, ahora vacío, y se limpió los restos de alcohol con su muñeca descubierta.
—Lo único que conoces de mí es mi nombre. —Le devolvió la sonrisa sin saber muy bien la razón. Estaba consciente que no era una simple sonrisa amistosa la que le estaba dando—. Por favor no asumas cosas de mí, es vergonzoso para todos verte fallar.
El castaño le tendió la mano.
—Christopher Williams —se presentó.
Eli se llevó las manos al bolsillo.
—No recuerdo haber pedido tu nombre. Pero si estás tan desesperado por que me lo aprenda, de seguro sabrás la manera de hacerte memorable.
Christopher dio un paso al frente de modo que ella y él quedaran ligeramente apartados del resto. Tomó la mano de la chica y la acerco con cautela hasta su bolsillo izquierdo. Elizabeth sacó una pequeña bolsa transparente con un polvo blanco que cualquier novato podría haber tomado por harina o talco. Cerró el puño y se lo guardó dentro de brasier. Christopher volvió a sonreírle. Era bastante guapo, no cabían dudas de ello.
—Un regalo de presentación —comentó el chico.
—A eso le llamo partir con el pie derecho. Espero tengas más de esto.
—No solo eso, también traigo un poco de hache.
—Tú sí que sabes hacer amistades, Christopher.
El resto de la noche fue un mosaico de actividades ilegales que ninguna persona en estado de ebriedad sería capaz de describir, o recordar. Hubo bailes, toques, risas, gritos y cantos, de eso Elizabeth estaba casi segura. En ese momento estaba junto al grupo de chicos en el balcón VIP de la discoteca, donde se podía esnifar sin que ningún intruso te pidiera un poco. Christopher preparó las líneas con una tarjeta de crédito platino y enrolló un billete de cien dólares para darle la forma de un cilindro hueco. Eli no estaba segura de querer meterse una línea más: le dolían las fosas nasales y sentía que la cabeza le iba a estallar en cualquier instante. Miró a sus compañeros y descubrió que la mayoría estaba inconsciente o balbuceando incoherencias. Solo quedaba Christopher que ya estaba esnifando y una chica de cabello negro lacio y ojos rasgados que la miraba con cierta preocupación y tristeza. Elizabeth le hizo un gesto para que se sentara junto a ella, pues la idea de quedarse en silencio viendo a medio grupo muerto no le parecía demasiado terapéutica.
—Siempre he querido preguntarte una cosa —comenzó diciendo la chica—, ¿el color de tu cabello es natural?
Eli se rio de manera involuntaria. La sensación de no pertenecerle a su propio cuerpo le aterraba y asombraba a la vez. En ese preciso instante se sentía como una mariposa revoloteando por encima de las cabeza de sus acompañantes, mientras su cuerpo se estancaba más y más al mundo terrenal; en cualquier momento el alquitrán del lugar lo succionaría hasta no dejarle más opción que permanecer como una mariposa por el resto de sus días. Vio desde arriba que la chica le hablaba e hizo un esfuerzo sobrehumano por regresar a su cascarón y poder responderle.
—Sé que no me conoces, pero lamento mucho lo que le ocurrió a Zack. Todos en la escuela lo sentimos.
Elizabeth parpadeó.
—¿Y qué sabes tú de Zack para lamentar su muerte?
La adolescente se removió incómoda en el asiento tapizado.
—Nada. Eso solo que... Ustedes eran cercanos, ¿no?
Eli negó con la cabeza.
—Éramos uno.
*******
Grace la halló junto con un montón de idiotas en las mismas condiciones que ella. Se ordenó mantener la compostura aun si por dentro temblaba como un lobo al que le arrancan el pelaje y lo devuelven al bosque en un crudo invierno. Sentía que tenía una gruesa capa de hielo cubriéndole la piel, las manos se sacudían de manera frenética e incontrolable, casi como un anciano en su etapa final Parkinson o un adulto cualquiera con un síndrome de Tourette no tratado; en cualquier momento soltaría un diccionario de insultos.
Intentó hacer tiempo, acercándose a su amiga con una lentitud que le arrebataría el primer puesto a la tortuga más vieja del planeta. Grace no era de las personas que le temía a la realidad, ¿le tenía un profundo odio? Sí. ¿Le guarda rencor cada día que vivía? Por supuesto. Pero el miedo rara vez fluía por sus venas.
—¡Santa patata Celestina!
Grace volteó y lanzó una patada instintiva que mandó a su impertinente amiga de bruces al suelo inmundo de aquel lugar.
—Qué demonios haces aquí, Lauren.
La chica se levantó con una mano puesta el trasero adolorido.
—Primero: auch. Segundo: ¿de verdad creíste que me quedaría sola en el callejón? Tercero: buenos reflejos. Cuarto: ¡Lisa está muerta!
Grace la pesco de la muñeca con agresividad.
—No me obligues a tranquilizarte.
—¡Tenemos que hacer algo! Llamaré a emergencias y tú deberías llamar a Kevin para que le avise a sus padres o a Patrick para que le avise a sus otros padres. —Se pasó la mano por la barbilla—. ¿Cómo sería su árbol genealógico si se casaran?
—¡Lauren!
—¡Cierto! Perdón. ¿No crees que...?
—No.
No voy a perder a otro familiar, decretó. Entonces tuvo la idea.
Se abalanzó sobre Lisa al mismo tiempo de Lauren. No tenía pulso y sus ojos medio abiertos dejaban a la vista la pura cornea. Recordó sus primeros días en Estados Unidos y luego una vez en la Sebas habló tanto que Flo le colocó un pedazo de cinta adhesiva en la boca. Miró a su amiga y se dio cuenta lo mucho que ellos dos se parecían. Quizá por eso le había agarrado tanto cariño.
Se dejó llevar por la bruma blanca que siempre venía luego de los recuerdos y las tres chicas aparecieron en un prado junto al río. Suspiró aliviada. Estaban en un mundo seguro. Un mundo donde el cuerpo humano no sufría daños.
Al instante, Lisa comenzó a toser. Se arrastró con ayuda de los codos hasta quedar al lado del la corriente; vomitó un líquido amarillo que siguió el curso del agua cristalina y volteó para ver a sus dos amigas. Se la veía confundida y desorientada, así que a Grace le pareció un perfecto momento para ayudarla a ponerse de pie... y plantarle una cachetada que la devolvió al suelo.
—¡Eres la persona más egoísta que he conocido! —bramó furiosa. Ni siquiera era capaz de mirarla a los ojos. La cara de póquer y el semblante serio habían abandonado su cuerpo de golpe. Todo lo que quedó fue la desesperación—. ¿En qué demonios estabas pensando, Lisa? Ah, no, espera. Tú nunca has pensado. ¿Qué te parece si la próxima vez le dices a tu única neurona que para procesar una idea primero tiene que existir otra neurona que haga sinapsis con ella? O te tengo una mejor idea, ¿qué tal si, por una vez en tu vida, no haces estúpido por más de cinco minutos?
—Grace...
La británica volteó un segundo para empujar a la metiche de Lauren.
—Tú, cierra el pico, ni siquiera te dije que vinieras.
—Grace...
—Eres una niña inmadura, impulsiva y desobediente...
—¡Grace!
—¡Qué!
Lauren señaló detrás de ella. Grace dirigió la atención hacia donde apuntaba con su dedo y descubrió que Lisa estaba boca abajo sollozando. Grace se contuvo las ganas de arrojarla al río para que la corriente de agua se la llevara muy lejos; se arrodilló a su lado y suspiró.
—Me preocupaste mucho, Lisa. Tú no... No tenías pulso. Estabas prácticamente muerta.
Lauren se hincó y la dio unas sosas palmaditas en la espalda.
—Hacerte esto no es la solución —opinó con tristeza.
En eso, Lisa se incorporó y miró a sus dos amigas con los ojos rojos e hinchados. Se abalanzó de golpe sobre Grace y comenzó a llorar, a llorar de verdad. Soltó toda esa pena que se la había estado comiendo quizá desde cuando.
—Lo... extraño... tanto —logró pronunciar.
Grace la apretó con fuerza. En sus brazos estaría a salvo de ella misma.
—Pensé que te había perdido, tarada. —Le dio un empujón que le sacó una sutil sonrisa—. No creo poder soportar otro funeral —admitió Grace. Y no se refería al de Zack.
—Ni yo —aportó Lauren. Grace estaba segura que tampoco se refería al amigo de Lisa.
—Tenemos que decirle a tus padres.
—¡No! —chilló Lisa, zafándose del abrazo—. Yo no quería... Necesitaba divertirme, relajarme. No quería morir. —Sus pupilas, azules y brillantes, parecía que gritaban de dolor—. Es solo que no sé qué más hacer para volver a sentirme feliz. —Volvió a acunarse en su pecho mientras las lágrimas le caían y caían—. Ayúdame, no sé qué más hacer.
‹‹Te lo suplico, hazme feliz››. Las palabras la regresaron a esa vez en la que Kevin volvió por ella, sucio, desesperado y con el corazón en la mano. Se lo entregó sin que le importase si ella lo hacía añicos. Y ahora Elizabeth se veía igual de frágil, igual de perdida y asustada. Nuevamente un ser querido le ofrecía su corazón para que lo cuidara o lo pisoteara. Estaba en ella la decisión.
—Está bien, no lo haré.
—¿No lo haremos? —preguntó Lauren.
—¿No lo harán? —Lisa se limpió el rostro y le sonrió de una manera tan dulce y gentil que la hizo recordar cuando no era más que una niña de dieciséis años curiosa por descubrir un mundo sacado de un cuento de hadas.
—Solo... tómate tus pastillas. Y ve a terapia. No pienso salvarte el pellejo otra vez.
Y así fue, porque la siguiente vez Grace no estuvo allí para sostenerla.
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N/A: Les traigo una pequeña actividad. Resulta que existe un test llamado 16 personalidades (pueden buscarlo así en google) hecho y validado por un grupo de psicólogos. Al hacer el test, te puede salir una de las 16 personalidades que clasifican a toda la población mundial. Y además, existe una base de datos donde están clasificados diversos personajes de libros, anime, dibujos animados, películas y series de televisión. Se los comentó porque yo tomé el test como si fuera ciertos personajes y me asombré con lo precisos que son los resultados ajjajaja. Si les interesa averiguar más, o quizás hacer el test y ver si tienen la personalidad de algún personaje, les dejo la lista de los que he hecho hasta ahora. Si quieren que haga de otros personajes me avisan<3.
Elizabeth: ENFP (Activista). Algunos personajes con esta personalidad son: Star Butterfly (Star vs. the forces of evil), Aang (Avatar), Anna (Frozen), Rapunzel (Enredados), Ellie (Up), Mabel (Gravity falls), Anne (Anne con E), Greg (Over the garden wall), Ezran (The dragon prince), Lou (Yo antes de ti), Marina (Elite)
Patrick: ISTJ (Logista). Algunos personajes con esta personalidad son: Sheldon Cooper (The big bang theory), Sam (Atypical) Mr. Darcy (Orgullo y prejuicio), Ross (Friends), Rei (Evangelion), Robin (Los jóvenes titanes), Akiva (Hija de humo y hueso), June (Legend), Astrid (Cómo entrenar a tu dragón), Arima (Your lie in April)
Zack: ENFP (Activista). Como se repite con Eli, les dejo más personajes de esta personalidad: Marshall (How I met your mother), Peeta (Los juegos del hambre), Todd (BoJack Horseman), Stiles (Teen wolf), Hannah (13 reasons why), Dante (Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo), Lucie Herondale (Las últimas horas), Menma (Anohana), Clancy (The midnight gospel), Elfo (Desencanto)
Daisy: INFJ (Abogado). Algunos personajes de esta personalidad son: Elsa (Frozen), Diane (BoJack Horsman), Joe (You), Dumbledore (Harry Potter), Clarke (Los 100), Aslan (Las crónicas de Narnia), Julian Blackthorn (Los artifcios oscuros), Sally (El extraño mundo de Jack), Rahim (Sex education), Haku (El viaje de chihiro), Lupin (Harry Potter), Tessa (The infernal devices), Jem (The infernal devices), Missy (Big mouth), Hazel (Percy Jackson)
Kevin: ENTJ (Comandante). Algunos personajes con esta personalidad son: Light (Death note), Azula (Avatar), Berlín (La casa de papel), Número 5 (Umbrella Academy), Louis (Beastars), Rachel (Glee), Yuri Plisetsky (Yuri on ice), Tony (Skins), Gale (Los juegos del hambre), Heather (Isla del drama), Draco (Harry Potter), Ernesto de la Cruz (Coco), Will (Yo antes de ti), Carla (Elite)
Grace: ESTJ (Ejecutivo). Algunos personajes con esta personalidad son: Hermione (Harry Potter), Asuka (Evangelion), Regina (Mean girls), Ira (Intensamente), Catra (She-ra y las princesas del poder), Beth (Rick and Morty), Tiana (La princesa y el sapo), Cheryl (Riverdale), Peter (Las crónicas de Narnia), Leela (Futurama), Courtney (Isla del drama), Frida (Hilda), Liraz (Hija de humo y hueso)
John: ESFP (Animador). Algunos personajes con esta personalidad son: Ron (Harry Potter), Percy (Percy Jackson), Chico bestia (Los jóvenes titanes), Finnick (Los juegos del hambre), Emma (Los artificios oscuros), Misa (Death Note), Penny (The big bang theory), Simba (El rey león), Burro (Shrek), Finn (Hora de aventura), Rahim (Sex education), Jesse (Breaking bad), Gon (Hunter x hunter), Bean (Desencanto)
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