📖Capítulo 11: Forjando nuevos lazos📖

Lauren se tambaleó en cuanto sus pies tocaron la tierra del nuevo Mundo. Al instante logró incorporarse y evitar una caída, si bien indolora, humillante como todas lo eran. Tal vez se encontraba sola, pero la vergüenza de ser incapaz de controlar la Canalización como antes, le provocaba ganas de cavar un hoyo y enterrarse.

Masculló una grosería que no transcribiré y se arregló la cola de caballo que durante el viaje se le había desarmado. La conmoción con la que desapareció de la Vida Terrestre causó una especie de turbulencia que por poco la bota al suelo de Metrópoli. Lauren nunca se consideró una persona sentimental; quizá la frustración que corría bajo su piel no se debía a su desastrosa Canalización, sino a la rabia que su novio le había provocado al ignorar su aniversario. ¿Desde cuándo un chico se había ganado el derecho a controlar cómo se sentía?

Alargó la vista, encontrándose con los característicos edificios que ascendían hasta más allá de las nubes; debido a que en Metrópoli la mayor parte del tiempo era de noche, había luces a lo largo de todo el Mundo que ayudaban a darle claridad. Los postes de luz destellaban colores cálidos, mientras que los carteles de neón en las edificaciones iluminaban de forma fluorescente, con tonos mucho más chillones.

Lauren se preguntó cómo los Suvhâe habían conseguido diseñar una civilización urbana más moderna que Tokio. Si no podían tocar cosas que no tuvieran su Energía, ¿de qué forma habían construido automóviles aéreos y dispositivos de comunicación? Incluso había oído de una organización que estaba trabajando en una cura para evitar la pérdida de memoria.

Respiró hondo y se dirigió al centro de la ciudad. Contempló los anuncios y disfrutó de la apacible noche; en aquel Mundo el tiempo siempre era ideal. Al parecer, se acondicionaba a cada Paciente, proporcionándole la sensación térmica que deseara. No había ahondado más al respecto. Grace le había pedido que no avanzará más en la investigación sin ella, lo cual era una completa tortura para Lauren, que no resistía la incertidumbre. Odiaba vivir con dudas, pero estuvo dispuesta a seguir con el acuerdo de Grace por temor a que su amiga la matara si averiguaba lo más mínimo sobre el Coma.

Entonces recordó la metida de pata que dejó en Cambridge y temió por su integridad física en serio.

Apresuró el paso hacia el departamento en el que Grace y Kevin se habían quedado los últimos días, en un intento de quitarse la culpa de la cabeza. La mejor forma de escapar de tus pensamientos es hablar con alguien más, sobre lo que sea. Así tu mente se concentra en el otro y te da un minuto de paz.

Llegó al pasaje Puerto magenta y entró en el edificio. Como no estaba en coma, su cuerpo y mente funcionaban, y podía tocar lo que fuese sin atravesarlo o recibir una descarga eléctrica. Quizá por eso los demás Pacientes que se encontraban en el vestíbulo la miraban con cierto desdén. "Esa es la chica que despertó", oyó que una mujer cuchicheaba. "Lo que daría yo por volver con mi hijo y esa regresa como si fueran vacaciones", respondió en voz baja otra anciana. Lauren pasó de sus comentarios ignorantes y subió por el elevador hasta el último piso, donde la mayoría de departamentos se encontraban desocupados.

—Grace, ¿estás? —preguntó a la vez que golpeaba la puerta.

Por favor no estés, suplicó para sí. Acabo de decirle a medio grupo que abusaron de ti.

Kevin abrió y la miró de la forma menos hospitalaria posible. Casi podía leerse "vete de aquí" en su frente arrugada. Tenía el ceño fruncido, unas ojeras dignas de un mapache y el cabello tan revuelto que parecía haber sigo tragado y escupido por una aspiradora. No vio ninguna mejoría desde la última vez —hacía una semana—, que los visitó.

—¿Está Grace? Necesito hablar con ella —dijo Lauren con nerviosismo.

—¿Crees que si ella estuviera me habría dado el trabajo de abrirte la puerta?

—Luces incluso más demacrado que antes —comentó ella, haciéndolo a un lado para que la dejara pasar.

Kevin no alcanzó a detenerla; al ser mucho más baja que él, puedo colarse por la puerta sin mayor problema. Una vez dentro, el chico no tuvo más remedio que aceptar su indeseada visita y le hizo un gesto para que se sentara en el sofá de la sala principal.

—¿No tienes modales? —preguntó Kevin de malhumor.

—Me los guardo para las personas que son amables conmigo. ¿Adónde fue Grace?

Kevin se encogió de hombros. Se recostó contra la pared frente a ella, sin muchos ánimos de entablar una conversación.

—No me dijo, pero creo que tenía una cita con su psicóloga. De seguro volverá en unas horas.

—¿Y tú preferiste quedarte aquí solo que volver a tu casa? —inquirió Lauren pasmada—. Todos están vueltos locos buscándote. Llevas más de un mes desaparecido.

—Estoy al tanto de la cronología de mi vida. ¿Se te ofrece algo más?

—Una hamburguesa —admitió Lauren hambrienta. Kevin entrecerró los ojos—. ¿Qué? Hace horas que no como nada. Mi estómago está a punto de comerse a mi estómago.

—¿Tú solo piensas en comida? —preguntó Kevin con semblante serio.

Lauren resopló.

—Mira, Kev, si piensas que voy a soltarte un sermón acerca de lo trágica de tu pérdida, es porque no me conoces ni un poco.

—Yo nunca dije...

—"¡Oh, pobrecito de mí, mi mejor amigo murió y nadie comprende mi dolor!" —ironizó Lauren de forma dramática—. "¡Estoy tan solo en el mundo, ya nada tiene ningún sentido!"

—Te estás pasando, enana —le advirtió Kevin con la mandíbula tensa. Se acercó resuelto al tiempo que Lauren se ponía de pie y lo desafiaba con una mirada sin una pizca de temor—. No te conviene enfadarme.

—¿Por qué? ¿Vas a golpearme? —Lauren sonrió—. Anda, ponme una mano encima. Así podré Canalizar a Subacuático contigo y abandonarte a tu suerte. ¿Crees que te tengo miedo? Por favor, no eres más que un cobarde que se compadece de sí mismo. Ni sé por qué Lisa se preocupa tanto por ti, no mereces su amistad.

Kevin entornó los ojos.

—¿Elizabeth está buscándome? —preguntó incrédulo.

—Por supuesto, tarado. Eres su mejor amigo. ¿Sabes lo difícil que ha sido ocultarle dónde estás? Y tus padres, ni hablar. Yo creo que están a punto de comprar el FBI para hallarte.

—¿Y por qué no les has dicho?

—¿Eso quieres?, ¿que les diga? —Lauren sacudió la cabeza—.Yo no voy a resolver tus problemas. Si quieres que te encuentren, diles. Si quieren volver, hazlo. Pero no te sientes de brazos cruzados en una dimensión paralela a esperar que tus problemas se soluciones solos, porque no lo harán.

—Enana insensible —escupió Kevin.

—De mí no esperes palabras de consuelo. Tal vez te considero como un amigo, pero tienes una actitud de mierda con todo tu alrededor. Si sigues así, te quedarás solo.

—¡Se murió mi hermano, maldita sea! Zack era mi mejor amigo, mi todo. ¡Se murió y me dejó sin más! —bramó Kevin a punto de estallar. Sus ojos se cubrieron de lágrimas que de inmediato se limpió con la mano—. ¡No sabes lo que se siente!

—Hablas de él como si lo amaras, y ni siquiera fuiste a su funeral —dijo Lauren. Seguía molesta por eso, más que cualquiera del grupo—. Tuviste la oportunidad de despedirte, pero preferiste pensar en ti y huir. Sí, me imagino el dolor que sentiste cuando Zack murió. Por eso mismo no entiendo por qué no estuviste ahí para honrar su memoria, para dedicarle unas últimas palabras, para apoyar a sus padres y a tus otros amigos, los cuales sí fueron y dijeron cosas preciosas sobre Zack.

—Siento que esta conversación de pronto ya no es sobre mí, ¿me equivoco? —dijo Kevin con una sonrisita de medio lado.

—No —admitió Lauren molesta—. Me niego a sentir pena por ti, porque no la mereces. Cada día me duele no haber asistido al funeral de mi mamá. La perdí, así, de golpe, como la mayoría de las pérdidas. ¿Te sientes muy especial? Pues no lo eres. Bienvenido al mundo real, donde las personas que queremos se mueren. ¿Es justo? No. Pasé meses en este universo buscando a mi hermana, y cuando la encontré, estaba muerta. Perdí a mi mamá y a mi hermana en cosa de días, y a pesar de todo, sigo aquí, echándole ganas. Ya deja de parecer zombi y regresa a tu casa, con tus padres que todavía viven, con tus amigos que se preocupan por ti, y vive la vida que intentas dejar atrás.

Kevin sonrió.

—Para ser alguien que no da sermones, ese estuvo bastante bueno.

—Si te pones sentimental voy a vomitar.

—Parece que tú tampoco me conoces, Laurita.

—Tengo hambre y estoy molesta con Bruno, así que no me pongas sobrenombres que me desagradan.

—¿Con Bruno? —Kevin fue por un pequeño frasco de vidrio que había sobre la mesa del comedor y regresó—. No soy muy fanático de mi primo, pero no se me ocurre qué podría hacer que enojase a su novia. Tienes un gusto de mierda, por cierto.

—Al parecer cualquier persona es más importante que yo —resopló Lauren—. Digo, no estoy celosa, pero...

—Sí lo estás —se burló Kevin—. Tus ojos disparan chispas, no tienes de qué preocuparte. Bruno será medio imbécil, pero no es una mala persona. Si te molesta su actitud, díselo o no se dará cuenta. —Estiró la palma de su mano y reveló el frasquito con un contenido luminoso en su interior—. Ahora, podemos seguir hablando de nuestros sentimientos o ir por una hamburguesa al centro. Yo invito.

—¿Eso es... Energía? —inquirió Lauren con la nariz arrugada.

—Sí. Es el método de pago aquí. Grace se extrae Energía y la purifica para quitarle su esencia, de esa forma le sirve a cualquiera. ¿Vamos o no?

—Solo si fingimos que esta conversación pseudo profunda nunca pasó.

—No sé de qué hablas, yo no tengo corazón y tú eres fría como un témpano de hielo. —Kevin le guiñó el ojo.



*******



—Por una razón muy curiosa, siempre que somos más de cuatro alguien suelta una revelación impactante —dijo Daisy mientras caminaba en dirección al departamento de Sebas.

—O cuando alguno está borracho —añadió Bruno, que parecía igual de impresionado que todo el grupo.

—¿Qué se supone que eso significa? —le preguntó Sasha molesta—. Sebas, agradezco la invitación, pero creo que desistiré por hoy. Mi hermana tendrá una cita y me gustaría estar con ella y darle mi apoyo.

—Te acompaño a que tomes el avión —respondió Bruno enseguida.

—No es necesario, gracias. Le marqué a Eli y ella me llevará a casa en un santiamén.

—Bueno, te acompaño a esperarla. —Se dirigió a los tres restantes—: Ustedes pueden adelantarse, nos vemos.

Daisy le dio un fuerte abrazo a Sasha. Samu le estrechó la mano con formalidad y Sebas se despidió con un beso en cada mejilla.

Una vez que llegaron al apartamento del español, Bruno no tardó en ser tema central de la conversación. En parte porque ninguno estaba listo para hablar sobre Grace y porque Sebas parecía muy interesado en el muchacho.

—Si yo fuera Lauren, cortaría con él, se nota que no está interesado tanto como ella —opinó Sebas desde la cocina de concepto abierto. Puso la tetera sobre la estufa y regresó a la sala de estar—. La pobre tiene que estar siempre detrás de él, buscándolo para todo.

—Bruno la quiere un montón —dijo Daisy a la defensiva.

—Claro, pero Sasha es otra cosa —comentó Samu sonriente—. No le deseo mal a Lauren, pero estoy seguro que Bruno terminará con Sasha.

—Creí que a ti te gustaba Sasha —terció Daisy.

—Me puede gustar alguien que sé que no es para mí. Es una especie de admiración a la distancia, a sabiendas que no será un sentimiento correspondido.

—¿Como Daisy con su ex? —preguntó Sebas con diversión.

La chica pescó un cojín y se lo lanzó en la cara.

—¡Di no a la violencia! —exclamó el español arrojándole dos a modo de venganza.

De pronto Samu sintió que sobraba. 



*******



La chica se paseaba por la habitación como si aguardara por los resultados médicos de su oncólogo. El sudor le escurría sin compasión y jugueteaba con sus dedos, intentado distraerse. Los nervios estaban a punto de colapsarla, y sin embargo, su amiga no podía parar de reírse de ella, como si su pavor no fuera digno de preocupación.

—Jamás creí que te vería en este estado —opinó Eli con una sonrisa—. Te ves verde.

—¿¡Verde!? —chilló Amy corriendo a su espejo de cuerpo entero—. ¡Lo último que necesito en mi primera cita es verme como un marciano, Scott!

Eli se levantó de la cama y se acercó a su amiga para ordenarle el cabello frente a su reflejo.

—Estás súper buena, Amy —le dijo amablemente—. No sé qué te preocupa. Además, has salido en citas antes, no le des tanta importancia o terminarás comiéndote las uñas.

—¡Pero eran citas con chicos! Citas falsas. No con alguien que me gustara. ¿Y si pasa de mí? ¿Y si no le gusto?

—Nicole está loca por ti, Amelia.

—¿Cómo lo sabes?

—Dioses, Amy. Te tardaste como un mes en llamarla. Si fueras mi cita, te habría mandado a la mierda. Ahora, sube a tu taxi, viaja al restaurant, y conquista a tu chica.

—Deséame suerte.

Eli negó con la cabeza. La tomó con suavidad de la barbilla y la atrajo para darle un rápido beso en los labios. Cuando la soltó, Amy no supo si desmayarse de la impresión o tomarla por los hombros y devolvérselo.

—Feliz cumpleaños atrasado. —Eli rio—. Lamento haber estado en coma y perdérmelo.

—Estás disculpada. De aquí... hasta que me muera.

—Ni se te ocurra decirle a Patrick.

—Quizá con otro beso me quede más claro. —Eli le pellizcó el brazo—. ¡Ay! Solo era un chiste, mujer. Bien, me iré. Recuerda llamarme si sabes cualquier cosa de Kev. No sé qué idiotez esté planeando, pero no creo que sea nada bueno.

—¿Tú crees que se fue intencionalmente? —preguntó Eli preocupada.

—No estoy segura, pero dudo que lo hayan secuestrado para pedirle recompensa a sus padres. Esas cosas no suelen pasar de la semana. Y ya va un mes sin que sepamos nada de él.

—No puedo perderlo, Amy. Apenas sí logro mantenerme en pie luego de que Zack se fuera, y si algo que pasó a Kev...

—Eh, chica, relájate —la tranquilizó Amy acariciándole el cabello—. Estará bien, volverá. Solo... se debe sentir horrible. Necesita su espacio para procesar la partida de Zack, y cuando lo haya comprendido, regresará a casa. En donde le daré una fuerte patada en las bolas por abandonarnos sin siquiera dejar una nota. ¿Sabes todo el cabello que he perdido por ese chico? Me va a dejar calva de tanta angustia.

—Suenas como una madre muy molesta.

—Estoy muy molesta, y Kevin se comporta como un bebé —dijo Amy con las manos sobre las caderas—. Me voy yendo, Scott. Te aviso apenas salga para contarte todo con detalles.

—Que sea la primera cita de muchas. Yo iré a buscar a Sasha a Boston y luego pasaré a Pensilvania. Tengo que aprovechar cada instante de tiempo libre, todos dicen que el último año es muy difícil.

—Gracias por recodarme que se acabaron las vacaciones.

Eli le sonrió. Luego se alejó de la chica, estiró ambos brazos, pronunció "Patrick" y desapareció tras una bruma blanca.

El viaje duró unos cuarenta minutos hasta el local en el que quedaron de juntarse. Amy se tardó bastante en descender del vehículo y entrar; todavía sentía miedo en cada rincón de su cuerpo, y no quería aparecer en la portada de revistas ni que su rostro encabezara la prensa rosa de la semana. Sabía que habría varios camarógrafos y periodistas aguardando por ella en los rincones más inhóspitos del lugar. En cuanto sus pies tocaron la acera, los focos y micrófonos se abalanzaron sobre ella, quitándole hasta la más mínima esperanza de una cita normal.

—¡Hola, buenos días! —saludó una voz femenina abriendo las puertas desde dentro del restorán. Amy se fijó que se trataba de Nicole, quien llevaba un vestido amarillo con girasoles y un chaleco blanco hecho a mano—. ¿Le permiten a esta adorable chica almorzar con su cita? Muchas gracias.

Antes de que Amy dijera palabra, Nicole la agarró de la mano y la apartó del cúmulo de pararazzi, logrando que entrara y evitara las cámaras.

—Estás elegantemente tarde, me gusta —comentó Nicole con una sonrisa. Le indicó una mesa junto a una enorme pecera—. ¿Siempre es así cuando sales de casa?

—Lamento mucho lo de allá fuera, no sé cómo se consiguen la información de mi paradero tan rápido.

—Oh, no te disculpes. —Nicole rio—. Un minuto de fama siempre es divertido. Solo diles que para nuestra segunda cita no te sofoquen demasiado. Odiaría saber que pasaste horas arreglándote el cabello para que un montón de mal pagados te despeinen.

—¿Segunda cita? —preguntó Amy con una sonrisa. Nicole estiró su mano y alcanzó la suya sobre la mesa.

—Ni creas que te esperé cuatro semanas para una única salida —explicó Nicole—. Tengo todo un itinerario planeado para nuestras próximas salidas, si esta sale bien, claro.

—¿Y si no sale bien?

—¿Por qué no saldría bien? Digo, mírate, estás preciosa, yo por mí me caso ahora mismo.

—¡Nicole! —exclamó Amy avergonzada.

—¿Qué, muy directa? Lo siento, pero digo lo que pienso. Como por ejemplo que deberíamos ordenar ya, porque llevo todo el día sin comer para que la barriga no se me note hinchada.

—Te queda muy bien el vestido.

—Y ti la sonrisa. Deberías sonreír más seguido.

Amy y Nicole pasaron toda la tarde charlando sobre lo humano y lo divino, la vida y la muerte, la esperanza y la tragedia, el recuerdo y el olvido; ignoraron ciertas miradas desdeñosas de algunos comensales y se hicieron muy amigas del gentil camarero que las atendió con una enorme sonrisa. Es importante centrarse en las personas que hacen de tu día una sonrisa, e ignorar a los desgraciados que nada bueno te desean.

Eli había estado en lo cierto: esa sería la primera cita de muchas. 


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N/A: Si te gustó el capítulo, deja tu voto y un comentario. <3 Es bastante frustrante cuando uno se esfuerza por escribir y no recibe ni una sola opinión. 

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